La situación interna de Cuba en el
centro del diferendo EE.UU-Cuba:
Un acercamiento al tema hasta 2013.
Resumen
Es propósito de este ensayo hacer un
acercamiento a la idea del papel rector del estado de la situación interna
cubana en la política de Estados Unidos hacia Cuba y la perspectiva que esto da
de solución o empeoramiento del conflicto que entraña en sí este proceso.
En tal
sentido, se asienta la explicación en lo planteado por el Dr. Esteban Morales quien
señaló:
“Por eso hoy, la realidad interna cubana y en particular la
dinámica de su proceso de recuperación económica, (…) devienen en una variable,
que como nunca antes está informando e impactando en las características de la
política de Estados Unidos hacia Cuba y en las peculiaridades de la
confrontación.”
Esta
tesis permite fundamentar que no sólo ahora, sino desde siempre, esta ha sido
la tónica en este ámbito.
ABSTRACT
This
paper approaches to the central role of Cuba’s inner situation, how it affects
United States policy regarding Cuba and wonders also about the perspective of
improvement or worsening this process involves. This is what Dr. Esteban
Morales said: “That’s why Cuban inner reality and its process of economic
recovery turn to be a variable that impacts on, as it never did it in the past,
United States’ policy regarding Cuba and on confrontation peculiarities”. The
thesis holds that this has always been the main variable on this topic.
Introducción
La política agresiva de los EE.UU.
contra Cuba hunde sus raíces en el propio proceso de génesis de
la nación cubana y ha
sido una de las determinaciones fundamentales de su desarrollo histórico.
No es un secreto que desde los inicios de su gestación como naciones y estados
modernos, los nexos entre Washington y La Habana estuvieron marcados por la
diversidad y la contradicción El apetito norteamericano por esta región
caribeña precede la constitución de su
propia república. Benjamín Franklin, uno de los padres de la independencia
estadounidense, recomendaba a Inglaterra en la época
de las Trece Colonias la toma de la Isla de Cuba. En 1783, cuando aún dicho
país no se había convertido en un estado político
federal, John Adams propugnaba la anexión de Cuba y Puerto Rico, basado en
consideraciones estrictamente económicas. Tomás Jefferson, otro de los padres
de la joven república, defendía la idea de que la confederación iba a ser el
nido desde donde se poblaría toda América, la del Norte
y la del Sur.
Separados entre sí por solo 90 millas,
y experiencias comunes como territorios coloniales, la unión norteamericana fue
sin embargo, la primera nación del hemisferio
en adquirir su independencia política. La mayor de las Antillas resultó la
última en liberarse del yugo colonial español.
“Durante
muchas décadas los presidentes y políticos norteamericanos vieron a Cuba como
estadounidense de hecho. El presidente Thomas Jefferson (1801-1809) declaró en
1809 que “Cuba sería tomada naturalmente por Estados Unidos o la isla se
entregaría a nosotros por sí misma”. El presidente James Monroe (1817-1825)
escribió al embajador Nelson, en España: “Cuba y Puerto Rico son apéndices
naturales de Estados Unidos” ”
En respuesta a la idea de Simón
Bolívar de liberar a Cuba y Puerto Rico el secretario de estado norteamericano,
John Quincy Adams, le dijo que se abstuviera de hacerlo y desde entonces la
doctrina de Monroe se convirtió en la bandera norteamericana de su política
exterior con respecto a Cuba. Adams concibió a la isla como “una
manzana que tenía que caer, por la fuerza de gravedad, en las manos de Estados
Unidos”.
El presidente James Polk (1845-1849) y
su secretario de estado James Buchanan intentaron comprar Cuba a la Corona de
España, pero no lo lograron. De 1849 a 1851 los terratenientes proesclavistas
del Sur brindaron su apoyo a Narciso López en su afán de anexar Cuba a la
nación norteña, en la época Buchanan declaró:
“Debemos
tener a Cuba. No podemos seguir sin ella y, sobre todo, no debemos tolerar que sea
transferida a Gran Bretaña. Tenemos que obtenerla mediante un golpe de estado
en un momento propicio […] Cuba ya es nuestra, lo siento con impaciencia”.
En el decenio de 1870 Estados Unidos
obstaculizó el plan panamericano de Colombia para que 19 repúblicas americanas
reconocieran el derecho de Cuba a la independencia. Conocida es también la
venta de 30 cañoneras a España que Céspedes denunció en su histórica carta a C.
Sumner en 1871:
“Cerca
de tres años cuenta la guerra y en ese intermedio España ha enviado a la isla
como 60 mil soldados y ha aumentado sus fuerzas navales hasta llegar a tener en
ocasiones hasta 83 buques en las costas de Cuba operando el bloqueo, gracias en
parte al auxilio sacado de ese país (U.S.A.) con la construcción, armamento y
equipos de 30 cañoneros de vapor.”
El manifiesto de Ostend, en el cual se
recomendaba que, en el caso de que España se negara a vender Cuba, justificó el
hecho de que tres ministros proesclavistas plantearan: “Entonces
por todas las leyes humanas y divinas, estaremos justificados a arrebatársela a
España.”
“En
1890 el arancel McKinley colocó al azúcar sin refinar en la lista de
importaciones libres de impuesto de Estados Unidos. Esto y las políticas arancelarias
subsiguientes de ese país crearon un sistema de cuotas de azúcar cubano
garantizado para el mercado estadounidense: 40% del abasto de Estados Unidos en
1958.”
En la Resolución Conjunta del Congreso
norteamericano del 20 de abril de 1898, se reconoció el derecho de la llamada
Llave del Golfo de México a la
independencia y soberanía para
desembocar, ese mismo año, en la intervención militar norteamericana en la guerra hispano-cubana,
justo en el momento que era inevitable el triunfo del Ejército Libertador.
Si se va al origen mismo de los
vínculos de los dos países, el objetivo que ha regido
esta relación no ha sido otro que el de la dominación o la subordinación de la
nación cubana a los intereses norteamericanos. Este objetivo estratégico está
basado desde sus inicios mismos, en las condiciones de la situación interna
cubana.
Desarrollo
Después de la firma del tratado de
París, EE.UU se dio a la tarea de consolidar su injerencismo y materializar sus
apetencias. Como el congreso de EE.UU no estaba facultado para promulgar leyes
con respecto a Cuba porque, jurídicamente no asumía la soberanía sobre esta,
durante la ocupación se gobernó mediante órdenes militares. Algunas de ellas
muy necesarias a sus intereses. El 6 de enero de 1899, el gobierno interventor
dicta un bando militar disponiendo el desarme general de la población. Tenía el
objetivo de liquidar toda resistencia armada y sentar las bases para la
disolución del Ejército Libertador. Este tema lo trataba una comisión de la
Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana en Washington.
El fallecimiento del mayor general
Calixto García representó la eliminación de un escollo para EE.UU. Un paso
posterior fue el envío a Cuba del asesor y representante personal del presidente
McKinley, Robert P. Foster. Su propósito era persuadir al Mayor General Máximo
Gómez de que abandonara su campamento en las inmediaciones de Remedios; se
trasladara a la capital y aceptara el desarme y disolución del Ejército
Libertador a cambio de la dádiva de 3 millones de pesos.
Los puntos de vista divergentes entre
Gómez y la Asamblea de Representantes con respecto a la disolución del Ejército
Libertador por empréstito o dádiva, llegaron a su punto álgido. Como resultado
el 12 de marzo de 1899, la Asamblea aprobó una moción destituyéndole de su cargo.
El amplio movimiento popular de desagravio al Generalísimo provocado por esa
medida colocó a la Asamblea en una difícil situación. Se disolvió el 4 de abril
de 1899, quedando expedito el camino para la realización de las pretensiones
norteamericanas sobre el destino de la fuerza militar cubana. Nunca debió
negociarse su licenciamiento, importante aspecto que escapó a los
representantes de los intereses del pueblo cubano, cuando en realidad de lo que
se trataba era de no admitirlo. La situación interna de Cuba se tornaba
favorable a los intereses norteamericanos.
El mayor “logro” del general Brooke fue la liquidación del Ejército Libertador.
Su presencia armada y experiencia en guerra de guerrilla representaban una
pesadilla para Washington durante la ocupación de la Isla. Como advirtió el
senador Foraker, representaba un gran peligro porque, de producirse encuentros
armados entre cubanos y norteamericanos, surgirían graves problemas y gastos,
habiendo planteado:
“Tengo
la opinión de que en cuanto los soldados americanos apunten sobre los cubanos,
si es que lo hacen, habrá que pagar los daños; la administración en Washington
tendrá que pagarlo y desde ahora les digo que no habrá fondos suficientes para
hacerlo”.
El General Leonard Wood, al
frente del gobierno militar a partir de 1900, trató de neutralizar a los líderes
independentistas;
“Propongo
crear un comité integrado por el general Gómez, el general Rodríguez y algunos
de los antiguos generales, para que velen por los soldados viejos y lisiados de
la guerra; darle al general Gómez $5 000 anuales, a Rodríguez $ 3 600 y a
cualquier otro asociado $2 400. Estos hombres gozan de una gran influencia en
el ejército y en el pueblo. En la práctica se están muriendo de hambre, al
menos, viven de lo que le dan sus amigos”.
Gómez rechazó la oferta y manifestó su
renuncia a limitar su fidelidad política. El plan Wood no se materializó.
El 1ro. de enero de 1899, el general
norteamericano reunió a varios oficiales del Ejército Libertador. Entre ellos
estaba Bartolomé Masó. Los exhortó a respaldar la política de su gobierno hacia
Cuba. Los cubanos lo acusaron de favorecer el control permanente de EE.UU.
sobre la Isla y uno de ellos, el general José Miró Argenter, le imputó estar
planificando la anexión en vez de la independencia. Hipócritamente Wood lo
negó.
Apreciando que los cubanos no
cejarían en el empeño de alcanzar la independencia sin restricciones, los
gobernantes norteamericanos comprendieron que no les sería fácil cambiar el
espíritu de la Resolución Conjunta. Pensaron en una forma para mantener la Isla “...
ligada a nosotros por vínculos de intimidad y fuerza (...), justificándolos
como necesarios para (...) asegurar el perdurable bienestar (...) de ella”.
Los hombres de negocios estadounidenses desempeñaron un papel principal
en tales circunstancias. B. Hopkins, importante magnate, escribió al senador
Spooner;
“...nos
impresionamos de la manera favorable con la magnífica oportunidad que se ofrece
para la construcción de un tronco de líneas ferroviarias por todo el medio de
Cuba hasta Santiago, con algunos ramales hacia las poblaciones portuarias del
norte y del sur... Si no se hace con una proposición comercial, debe realizarse
con propósitos militares (...) consideramos que le corresponde al capital americano
construir este ferrocarril y aquí pudiera ser promovido por las personas
indicadas”.
“Queremos decir que no debe permitirse que se despoje a
los americanos de los negocios ni de nada en Cuba. Es, y con mucho, el pedazo
de tierra más valiosa que yo haya visto jamás...Ahora y siempre los intereses
comerciales favorecen la anexión. Sobrellévense las condiciones actuales, o
cualquier otra condición decente, durante un periodo de tiempo relativamente
corto, y los intereses comerciales llegaran a ser tan poderosos que podrán
dictaminar y dictaminarán la política final de todo el pueblo...”.
Es obvio que la situación interna cubana determinó en la toma de
importantes decisiones en este período. Esto sirvió a los Estados Unidos
para establecer en Cuba una república neocolonial que les abrió las puertas a
las Relaciones Internacionales en calidad de gran potencia sin serlo aún.
La mentalidad prevaleciente entonces
en las altas esferas del gobierno norteamericano se evidencia en el siguiente
fragmento de una carta del ex presidente Grover Cleveland, de fecha 26 de marzo
de 1900; “Me temo que Cuba debería ser sumergida por algún tiempo
antes de que pudiera ser un estado, territorio o colonia de los EE.UU del que
estuviéramos especialmente orgullosos”. La posibilidad del exterminio de la
población cubana manejada años antes por Breckenridge, era nuevamente sugerida.
Mark Twain escribió en el más
importante de sus trabajos antimperialistas que existía un fuerte movimiento “...
para evadirnos de nuestro contrato con Cuba establecido por el congreso. Se
trata de un país rico y muchos de nosotros ya comenzamos a pensar que el
convenio fue un error sentimental”.
El 28 de julio de 1900, el United
States Investor, principal diario de Wall Street, publicó en un editorial
la previsión de Twain y comentaba que su país cometió
”... un gran error
cuando prometimos darles la independencia al pueblo cubano. Por desgracia, el
pueblo americano es impulsivo e indiscreto, Debemos romper el compromiso porque
nuestro interés es hacerlo así. Retirarse de Cuba sería un crimen que no
estaría justificado por una promesa hecha, por ignorancia, a los cubanos”.
El vocero yanqui terminaba demandando
proceder a la anexión para poner fin al problema.
El gobierno interventor dictó la ley
No. 301 de fecha 25 de Julio de 1900. Ésta estableció la convocatoria a
elecciones para delegados a una asamblea o convención destinada a redactar y
adoptar la constitución de la república que se establecería en Cuba.
La asamblea constituyente celebra su
primera sesión el 5 de Noviembre de 1900. En ella el gobernador Wood se dirigió
a los delegados: “Será
nuestro deber, en primer término, redactar y adoptar una
constitución para Cuba, y una vez terminada esta, formular cuales deben ser a
nuestro juicio las relaciones entre Cuba y EE.UU.”
El 11 de febrero finalizaron los debates con la aprobación del texto
constitucional. Al día siguiente, llegado el momento de discutir las relaciones
bilaterales, la Asamblea Constituyente designa una comisión de 5 miembros. La
misma se encargaría de estudiar y proponer cuales deberían ser sus bases. De
inmediato Wood les hizo saber las instrucciones recibidas del secretario de
guerra de su país, Elihu Root, sobre los extremos que el ejecutivo norteamericano
sugería y recomendaba:
1.
Reconocer el
derecho de EE.UU. a intervenir en los asuntos internos de Cuba.
2.
Limitar los
derechos de Cuba a firmar acuerdos y tratados con las potencias extranjeras o a
concederles todo tipo de privilegios sin acuerdo previo de EE.UU.
3.
Limitar los
derechos de Cuba a obtener empréstito en el extranjero.
4.
Reconocer el
derecho de EE.UU. a adquirir tierras y tener bases navales en Cuba.
5.
Reconocimiento y
observación por Cuba de todas las leyes promulgadas por las autoridades
militares norteamericanas y los derechos derivados de estas leyes.
Tales instrucciones, con muy pocas
modificaciones, eran los artículos que conformaban el cuerpo de la Enmienda
Platt. Tal arreglo fijaba los créditos para el sostenimiento del ejército de
ocupación militar en Cuba con la aprobación e inclusión en la constitución de 8
condiciones, las 5 disposiciones de E. Root y otras tres nuevas:
1.
El gobierno de
Cuba ejecutará en cuanto fue necesario cumplirá los planes ya hechos y otros
que mutuamente se convengan para el saneamiento de las poblaciones de la Isla,
con el fin del desarrollo de enfermedades epidémicas e infecciosas, protegiendo
así al pueblo y al comercio de Cuba, lo mismo que al comercio y a los pueblos
de los puertos del sur de EE.UU.
2.
La Isla de Pinos
será omitida de los límites de Cuba propuesto por la constitución, dejándose
para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma.
3.
El gobierno de
Cuba insertará las anteriores disposiciones en un Tratado Permanente con los
EE.UU.
Se garantiza así que la situación interna
cubana no va a ser motivo de preocupación para el gobierno de los Estados
Unidos y en todo caso,
si hubiese necesidad, estaba el derecho de intervenir militarmente para
resolver el asunto. Esta cuestión empeoraría las relaciones con el país del Norte,
dada la historia de rebeldía del pueblo cubano y la no tolerancia de
intervenciones e intromisiones sin dudas traería rozamientos.
La comisión asignada por la Asamblea Constituyente
cubana para redactar el proyecto acerca de las relaciones a establecer con
EE.UU., entregaba un informe. Este parte contenía 5 declaraciones bases
contrapuestas a las instrucciones impartidas por Wood. En él se ponía especial énfasis
a las relativas al reconocimiento del derecho de intervención y al
establecimiento de estaciones navales en la Isla.
Por mediación de Wood, la Asamblea Constituyente
recibió una comunicación que, en esencia, planteaba la imposibilidad del
presidente de los EE.UU de modificar el texto de la enmienda aprobada por ambas
cámaras.Tampoco de retirar el ejército de ocupación mientras esta no fuera
aceptada como apéndice de la constitución cubana. Ante el dilema capitulación o
rebeldía, fue aceptado por 16 votos contra 11.
Sobre el hecho, Leonard Wood expresó:
“Por
supuesto que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la
Enmienda Platt, todo lo cual es evidente que está en lo absoluto en nuestras
manos y creo que no hay un gobierno europeo que la considere por un momento
otra cosa sino lo que es, una verdadera dependencia de los EE.UU, y como tal es
acreedora a nuestra condición. Con el control que sin dudas pronto se
convertirá en posición, en breve prácticamente controlaremos el comercio de
azúcar en el mundo. Creo que es una adquisición muy deseable para los EE.UU. La
Isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con
una de las más ricas y deseables posiciones que hay en el mundo...”.
El pueblo cubano no permaneció
impasible ante la acción escamoteadora de su independencia. Así lo demostró el
12 de marzo de 1901 cuando una nutrida manifestación se dirigió al distrito
donde se reunía la Asamblea Constituyente para pronunciarse contra la enmienda
y después hacia el Palacio de los Capitanes Generales, residencia de Wood, para
manifestarle el total rechazo al documento.
En carta dirigida a Root, al 25 de octubre de1901, Wood se refirió
brevemente al asunto, señalando:
“Con
el control que ejerceremos sobre Cuba por medio de la Enmienda Platt, control
este que indudablemente pronto habrá que convertirse en posición, combinado con
otras tierras productoras de azúcar que ahora nos pertenecen, en muy poco
tiempo dominaremos el negocio azucarero del mundo o, por lo menos una gran
parte de el... CONSIDERO A CUBA COMO LA MAS DESEABLE ADQUISICIÓN QUE PUDIERAN
HACER LOS EE.UU. (…)”.
El siguiente paso de EE.UU. consistió
en la elección de un gobierno cubano que respondiera a sus intereses. La figura
escogida para ser contrapuesta a la coalición con Masó, antinjerencista, fue
Tomás Estrada Palma.
La principal tarea de Estrada Palma,
impuesto tras manejos fraudulentos, fue formalizar los tratados derivados del
apéndice constitucional. El 22 de mayo de 1903, se firmó el “Tratado Permanente,
determinando las relaciones entre la república de Cuba y los EE.UU.”. En este
tratado se incluían los sietes primeros artículos de la Enmienda Platt y un
octavo referente a la concertación del propio tratado, llamado a ser la “base
legal” para la firma de los demás.
El 11 de diciembre de 1902, los
plenipotenciarios de ambos países habían sancionado el “Tratado de reciprocidad
comercial entre Cuba y los EEUU” que, comenzó a regir el 27 de diciembre de
1903.
En esos documentos, incluido el
Tratado de Relaciones de 1934 se ha ignorado la temporalidad del arriendo, lo
cual constituye un absurdo jurídico. No reconocer el derecho del propietario de
algo arrendado a recobrarlo en determinado momento.
El artículo I del acuerdo de 16-23 de febrero de 1903 establecía: “La
República de Cuba arrienda (…) a los EEUU por el tiempo que las necesitaren y para
el objeto de establecer en ellas estaciones carboneras y navales, las
extensiones de tierra y agua situadas en las Isla de Cuba...”.
Mientras, en el Artículo III del
tratado de 1934 se señalaba:
“En
tanto las dos partes contratantes no se pongan de acuerdo para la modificación
o abrogación de las estipulaciones del convenio firmado por el presidente de la
República de Cuba el 16 de febrero de 1903 y por el presidente de los EUA el 23
del mismo mes y año,... seguirán en vigor las estipulaciones en cuanto a la
estación naval de Guantánamo”.
El Tratado de Reciprocidad comercial
fue otro instrumento para la consumación del dominio económico imperialista.
Sus primeras manifestaciones se expresan desde del siglo XIX. Entre la ultima
década de éste y principios del siguiente, EEUU se convirtió en la verdadera
metrópoli económica de Cuba. Había hecho inversiones millonarias y tenía el
control monopólico de su industria azucarera.
Este tratado de “Reciprocidad
Comercial” consistía en lo siguiente:
1.
Los productos que
hasta el momento del tratado entraban libre de derecho en EE.UU. y en Cuba y,
además fuesen de producción de esas naciones, continuaran disfrutando de esa
libertad.
2.
Una serie de
productos cubanos fijados en una lista especial disfrutarían al ser importado
por EE.UU de una tarifa preferencial, 20% menor que la aplicada a artículos
similares procedentes de otros países.
3.
Los artículos
norteamericanos estipulados en lista disfrutarían al ser importados por Cuba de
tarifas preferenciales que oscilarían entre un 25 y un 40%.
4.
Los aranceles
podrían ser alterados, aumentándolos, pero manteniendo siempre el margen
preferencial.
5.
Los márgenes
preferenciales estipulados en este tratado no se pueden extender a ningún otro
país, porque constituirían un tratamiento especial, completamente diferente de
los que se conocen en la mecánica tradicional de los tratados como cláusula de
la nación más favorecida.
El tratado de “Reciprocidad Comercial”
vino a ser el mecanismo del control total de la economía cubana. Era muy adecuado
a las necesidades del imperialismo norteamericano y trajo como consecuencias,
negativas para la misma: el monocultivo azucarero, el latifundio, la falta de
desarrollo y de diversificación de una industria de agricultura nacionales y de
un mercado interno.
La fraudulenta reelección de Estrada
Palma en 1906 dio origen a la rebelión de los opositores, conocida como la
Guerrita de Agosto. Imposibilitado de dominar la situación, protagonizó su
último acto antipatriótico: la entrega de Cuba a la segunda intervención
militar yanqui, en el citado año, la cual se extendió por 28 meses bajo el
mando de Charles Magoon.
En enero de 1908 el gobierno
interventor instaló en el poder a José Miguel Gómez (Tiburón). Tenía la
advertencia de no alterar el orden porque, de hacerlo, la intervención
adoptaría forma permanente (nuevamente la situación interna de Cuba en el
centro).
El 20 de mayo de 1912 tuvo lugar el
alzamiento armado del Partido de los Independientes de Color. Como consecuencia
se generó una violenta represión cuyas secuelas de horror y crímenes se elevó a
alrededor de 3000 muertos y propició una nueva intervención militar. Ante esos
incidentes, el embajador estadounidense en Cuba, Beaupré, envió una nota al
gobierno cubano diciéndole: “...que, como medidas precautorias,
se ha decidido enviar un cañonero a la Bahía de Nipe; (…) mi gobierno siguiendo
la conducta de siempre para tal caso, desembarcará fuerzas para prestar la
protección necesaria.”
EE.UU. dispuso de la primera
brigada provisional. La misma traspasó los límites de la base naval de
Guantánamo con el anunciado propósito de “ocupar y defender puntos
estratégicos del interior”. El 30 de Mayo un grupo de fusileros
yanquis desembarcó en Daiquirí para proteger a la Spanish American Iron Co y
dos días más tarde el gobierno envió el siguiente despacho: “Mantengo
una guardia regular de 200 hombres en Daiquirí y Firmeza, y 50 hombres en el
Cobre, para proteger las compañías Spanish American, Juraguá y Cuba Copper.
Esto es importantísimo.”
El levantamiento de La Chambelona
tampoco fue del agrado yanqui. Con el pretexto de proteger el suministro de
agua a la Base Naval de Guantánamo y salvaguardar propiedades americanas,
destacamentos de marines traspasaron los límites de esa instalación militar y
ocuparon diferentes puntos. De hecho ese proceder representó un tácito apoyo al
gobierno de turno y demostró a los políticos que los futuros cuartelazos
deberían llevar el visto bueno de los EEUU. Se demuestra que la situación
interna cubana determina en la solución del conflicto que se aborda.
A fines de 1920 el general Enoch
H. Crowder fue designado como delegado personal del presidente norteamericano,
en franca misión injerencista, con el propósito de controlar la difícil
situación económica y política del Estado Cubano. El programa de Crowder se
centraba en dos aspectos fundamentales: solución de la crisis económica
mediante un empréstito concertado en EE.UU., con las consabidas condiciones de
fiscalización y vigilancia directa sobre la actividad estatal cubana y la
moralización administrativa con la constitución de un nuevo gabinete (Gabinete
de Honradez) que respondía a la política intervencionista norteamericana .La
situación interna de Cuba nuevamente se pone en función de la dominación
imperialista.
La figura servil de Machado se
convirtió en estorbo para los EE.UU., cuyo gobierno, entonces presidido por
Franklin Delano Roosevelt, envió a Benjamín Sumner Welles. Este llegó a Cuba el
primero de mayo de 1933, con la misión de lograr “la mediación” y ponerse en contacto
con los jefes de la oposición. El 12 de agosto Machado huye del país, no a
consecuencia de la mediación, sino por la situación revolucionaria. Sin
embargo, la revolución resultaría nuevamente frustrada con el concurso de
EE.UU. A partir de ese momento trabajaría por sentar las bases para utilizar
“un hombre fuerte” sustentado en un ejército y órganos represivos, siempre bajo
su apoyo y asesoramiento. El control de la situación interna de Cuba fue
fundamental para garantizar el domino sobre la economía y asegurar el terreno
ganado en ese sentido.
La madruga del 4 de septiembre, el embajador Welles resultó sorprendido
cuando un grupo de sargentos y soldados, junto con fuerzas opositoras al
gobierno de Carlos M. de Céspedes (hijo), provocaron un golpe militar. Del
mismo emergió la figura de Fulgencio Batista Zaldívar. La inestabilidad política
se entronizó en el país. Días después se organizó un gobierno colectivo
conocido como “Pentarquía”, ante cuyo derrumbe, el 10 de septiembre, Ramón Grau
San Martín fue designado como presidente provisional. Presidió el que se dio en
llamar Gobierno de los 100 días. EE.UU. se negó a reconocer esa administración
y envió buques de guerra para estimular su caída. Estaba temeroso por las
medidas populares contrarias a sus intereses impulsadas por el Secretario de
Gobernación, Antonio Guiteras Holmes.
Motines y alzamientos
contrarrevolucionarios, con la complicidad de la embajada norteamericana,
consolidaron la figura de Batista. El 18 de diciembre concluyó su actividad directa
en Cuba el embajador Summer Welles. Le sucedió Jefferson Caffery, con la misión
de utilizar a Batista para hacer saltar al gobierno y “normalizar” la situación
del país, es decir, acomodar la situación interna de Cuba a los
tradicionales ritmos de la dominación que traían años ha.
Presionado por Batista, la
burguesía nacional y la embajada de EE.UU., el 15 de enero de 1934, mediante un
golpe de estado, fue derrocado el presidente Grau. Éste, en entrevista publicada
en el New York Times el 20 de octubre de 1934, se había referido al no
reconocimiento de su gobierno por EE.UU. “¡una intervención por inercia!”.De
esta forma se inició el mandato del reaccionario gobierno
Batista-Caffery-Mendieta, caracterizado por su total entrega a las apetencias
yanquis.
La derogación de la Enmienda Platt,
ese mismo año, fue un acto demagógico, una verdadera farsa.
La prensa norteamericana,
representante de los monopolios hizo comentarios como este:
“Cuba
que continuará siendo económicamente un pupilo de los Estados Unidos mientras
el capital norteamericano continúe dominando en aquella República las
industrias, tierras y bancos y mientras los cubanos dependan del comercio
norteamericano, su gobierno y la vida nacional de aquel país estarán
influenciados de diversos modos por los Estados Unidos.
La
renuncia de ese privilegio en Cuba [se
refiere a la Enmienda Platt] (…) es más bien una nueva
concesión al temperamento latino que la negativa de un derecho fundamental
internacional (…)”
Para entonces Estados Unidos promovió
un reordenamiento de sus relaciones con América Latina. Pasó a ejercer un mayor
dominio económico y político de la región. Un paso importante en ello fue la
creación de la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1948. Fue el
instrumento empleado para mantener a los gobiernos latinoamericanos atados a
sus designios y dar visos legales a su injerencia; para monitorear mejor la
situación interna de cada país, entre ellos Cuba.
A partir de finales de la década
del 40 acaecieron en América Latina una serie de golpes de estado dirigidos a
elevar el poder a las camarillas más reaccionarias. Siguiendo esa línea,
Estados Unidos fomentó abiertamente la ocurrencia de una situación similar en
Cuba, donde no obstante el servil sometimiento de los gobiernos de Ramón
Grau y Carlos Prío, las autoridades norteamericanas no se sentían satisfechas
ni confiadas con la situación interna y aspiraban a un sometimiento más
completo del país.
Tanto el gobierno norteamericano como
los sectores más reaccionarios de las clases dominantes nacionales temían
seriamente un triunfo del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), liderado por
Eduardo R. Chibás, en las elecciones de julio de 1952. La inminencia de la
victoria ortodoxa conllevó al golpe de estado del 10 de marzo de 1952, encabezado
por Fulgencio Batista. Desde ese día, hasta el 31 de diciembre de 1958, Estados
Unidos le prestó apoyo económico político y militar: envío de asesores,
suministro logístico, misiones militares y preparación de cuadros.
Durante esta etapa el injerencismo
yanqui no se detuvo. Esto quedó demostrado por la labor de los embajadores
Arthur Gardner y Earl T. Smith, este último llegado a Cuba a mediados de 1957
en sustitución del primero. Smith dio pasos para penetrar las filas
revolucionarias y propiciar el incremento de la actividad de CIA. Se encargó de
transmitir personalmente a Batista las instrucciones de su gobierno sobre la
estrategia a seguir para enfrentar la crisis política desatada en el país.
Según propia confesión en su libro El
cuarto piso, llegó a Cuba con sus dos directrices fundamentales: borrar la
imagen pública dejada por Gardner en el sentido de una estrecha vinculación de
dependencia entre el régimen y su gobierno y convencer a Batista de lo
imprescindible de mejorar su situación. La administración norteamericana seguía
apoyándolo, pero preveía la necesidad de sustituirlo en un momento dado;
realidad que implica el doble juego desarrollado por Smith al reunirse
frecuentemente con figuras de la oposición burguesa en un hábil manejo para
asegurarse de que no se producirían cambios sustanciales en la situación
interna cubana.
El triunfo de la Revolución Cubana, el
1 de enero de 1959, puso fin al ciclo de sucesivos regímenes al servicio de los
EE.UU. Los acontecimientos anteriores son conocidos. El gobierno
norteamericano estaba erróneamente convencido de que, a la larga, podrían
solucionar cualquier situación interna en Cuba. A partir de entonces se
produjo un cambio radical en la historia de las relaciones entre ambas
naciones, pues, por primera vez Cuba pasaría de un estado de dependencia, al
del reclamo de respeto a su soberanía y autodeterminación.
Es a partir de entonces que cobra
mayor relevancia la connotación de la situación interna cubana en las
perspectivas de solución del conflicto. El nuevo contexto habría de imponer la necesidad de
variar las formas en que, desde Estados Unidos, se enfocaría el tema. Muchas
han sido las variantes utilizadas: la exacerbación de los sentimientos
contrarrevolucionarios de la comunidad cubana de Miami, que acogió a cuanto
esbirro de Batista, prófugos de la justica revolucionaria o simplemente
cualquiera que se hubiera manifestado en contra de la Revolución; la Ley de
Ajuste Cubano; el Bloqueo Económico, Financiero y Comercial al que han
sometido a Cuba por más de 50 años.
Las agresiones económicas y el
terrorismo fueron los métodos predilectos pero no abandonaron la sutileza de
penetrar la población y tratar de infundir la confusión para revertir el
proceso revolucionario. La Operación Mangosta es un ejemplo clave de
que Estados Unidos le ha impreso particular importancia al tema de la situación
interna cubana en el diseño de su política exterior hacia Cuba. Crear una
situación de caos y de insubordinación popular para tener el pretexto de la
invasión con fines estabilizadores. Este propósito no lo lograron ni con la
invasión mercenaria por Playa Girón.
Hoy recurre a los métodos más sutiles
y toman de las disímiles situaciones que enfrenta la sociedad cubana para
arremeter con el uso de los medios de comunicación masiva que controla Estados
Unidos en su casi totalidad.
Un ejemplo de lo anteriormente
expuesto lo es si duda el tema racial. Este fue abordado por el Dr. Esteban
Morales en un artículo intitulado El tema racial y la subversión anticubana
aparecido en internet en el sitio Cubadebate en el cual plantea:
“El
conflicto entre Cuba y Estados Unidos se nos presenta con diferentes facetas.
Sobre todo si tomamos en consideración el interés de la política norteamericana
por subvertir a la sociedad revolucionaria cubana. Tratándose de un fenómeno
que va desde las intenciones de liderar los procesos sociales en Cuba, pasando
por arrebatar de manos de su dirección política el liderazgo de los cambios
internos, hasta llegar a producir la subversión del régimen socialista.
Los llamados "documentos de la transición", del 2004 y el 2006, se
han propuesto una crítica sin límites de todos los procesos que tienen lugar en
la Isla, con el objetivo de ofrecer la peor imagen de Cuba en todos los
aspectos de la vida nacional. (…)
Algunos
negros del otro lado de Estrecho de La Florida, porque no son todos, tratan de
situar a los negros y mestizos de Cuba como víctimas en su propia tierra. Por
supuesto, víctimas de quién, sino del Estado cubano, el Gobierno y el Partido Comunista
de Cuba. Pues existe la marcada tendencia a considerar a los que permanecen de
este lado del espectro político, poco menos que ovejas o personas estúpidas,
carentes de todo proyecto propio.”
Resulta obvio pues que en la medida en
que aumenten las posibilidades de solución del conflicto la política de Estados
Unidos será la de crear un nuevo sistema de dificultades que detengan tal
solución o la reviertan.
Conclusiones
El hecho de haberse apoderado de Cuba,
les dio a los Estados Unidos la posibilidad de hacer política de gran potencia
sin serlo. Cuba les abrió el camino a la dominación de América Latina, penetrar
en Centroamérica y abrirse al mundo, primero por la hegemonía militar que se
ganaron en el área y luego por el control de las inversiones en todo el
hemisferio.
Cuba constituye para los Estados
Unidos un fenómeno con características muy singulares. Representa una
preocupación obsesiva por ser un ejemplo de defensa de su soberanía e
independencia y un paradigma de resistencia heroica frente al imperio. No ser y
no querer ser una colonia yanqui, con una política de principios inconmovibles.
De modo que provocar el desaliento, la confusión, la deserción y disminuir el apoyo
de la población a la Revolución sean principios inalienables del imperio para
revertir el proceso que les privó, en 1959.
Se trata de impedir a toda costa que
la situación interna cubana mejore y ponga en mejores planos los niveles de
negociación de la solución del diferendo que los marca más de 200 años ha.
Por ello para incidir en la situación
interna cubana y lograr la desestabilización del país se proponen:
·
La internacionalización
del bloqueo, que ha de lograrse mediante acciones políticas en el Consejo de
Seguridad de la ONU y a través de presiones a terceros países.
·
Acumulación de
créditos y ayuda financiera internacional por medio de sanciones a las
organizaciones financieras internacionales y agencias de la ONU.
·
Boicot a toda la
inversión extranjera, mediante un conjunto de sanciones como negación de visado
para visitar Estados Unidos al inversionista y sus familiares, negación de
créditos por parte de cualquier persona o entidad norteamericana.
·
Evitar o eliminar
al máximo las relaciones económicas de los países de la otrora Unión Soviética
con Cuba, especialmente en lo referente a la participación en la Central
Nuclear de Juraguá, Cienfuegos, y de ayuda militar, utilizando para estos fines
recortes o reducciones de oportunidades financieras que otorgan los Estados
Unidos a estos países.
·
Obstaculizar la
exportación de azúcar y derivados mediante la prohibición de entrada a los
Estados Unidos de productos elaborados por terceros países con estas materias
primas si proceden de Cuba.
·
Garantizar la
entrada en Cuba de la mal llamada televisión Martí, para lo cual se proveen los
recursos necesarios.
·
Se declara con
plena vigencia el llamado Carril II de la Ley Torricelli, es decir, todo
aquello que tienda a promover la subversión interna mediante un amplio espectro
de “ayudas”, algunas aparentemente inofensivas.
·
Se aprueba el Plan
Bush para la transición en Cuba.
No obstante, refrendando lo planteado
por el Che, la culpa de que la Revolución Cubana sea tan radical la tienen los
propios Estados Unidos. Ante esa avalancha que pretende asfixiar a Cuba, ésta
se abre camino y se gana el respeto in crescendo de una comunidad internacional
que la ve como el paradigma del mundo mejor posible que avisoró el Comandante
en Jefe. Y este bien pudiera ser tema para otro ensayo.
Bibliografía
Cockcroft, James.
América Latina y Estados Unidos. Historia y política país por país. Editorial
de Ciencias Sociales. La Habana.2004.Pp 333-371.
Colectivo de
autores del MINFAR.”El diferendo Estados Unidos-Cuba”. La Habana, Editorial “Félix
Varela”, 1996. 108p.
León Cotayo,
Nicanor. En bandeja de plata. Editora Política. La Habana.2006.
_________________.
Crimen de Barbados. Editora Política. La Habana. 2001.
_________________.
Plan Bush. Cuba made in USA. Editora Política. La
Habana. 2006.
_________________.
Abanico de espinas. Editora Política. La Habana. 2006.
Le Riverend,
Julio. Historia de Cuba. Tomo 4 pp.142-143.Editorial Pueblo y Educación. La
Habana. Instituto Cubano del Libro.1974.
_______________.
La República. Dependencia y Revolución. Pp.298-300.Editora Universitaria. La
Habana. 1966.
Pérez de la
Riva, J; Zanetti, O y otros. “La república neocolonial”. Editorial de
Ciencias Sociales. La Habana. 1975. Tomo 1,430p.
Revista
Koeyú Latinoamericano .Tel. (58 212) 481 7740 Caracas. Venezuela.
Roig de
Leuchsenring, Emilio. Historia de la Enmienda Platt. Vol II.p.106.Oficina del
Historiador de la Ciudad. La Habana.1961.
Sobre la historia
de las intervenciones armadas norteamericanas. Editorial Progreso Moscú. 1984.
300p
Silva León,
Arnaldo. “Breve historia de la Revolución Cubana”. Editorial Pueblo y
Educación. La Habana.2005.
Webgrafía
http://www.lajiribilla.co.cu/2007/n331_09/331_18.html
http://www.aboutus.org/CubaDebate.cu
http://ffh.uh.cu/dpto/hist_cuba/arnaldosilva.htm
http://www.monografias.com/trabajos14/cuba-usa/cuba-usa.shtml
http://www.monografias.com/trabajos72/diferendo-estados-unidos-america-cuba/diferendo-estados-unidos-america-cuba2.shtml
http://es.wikipedia.org/wiki/Base_Naval_de_la_Bah%C3%ADa_de_Guant%C3%A1namo
http://historia.cubaeduca.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=10301:la-neocolonia-hasta-1925-ii&catid=405:temas
http://dialogardialogar.wordpress.com/2013/07/24/el-tema-racial-y-la-subversion-anticubana-una-actualizacion/