Resumen
El presente trabajo tiene el propósito de estudiar
comparativamente el origen y el proceso de consolidación durante los años 90
del Partido dos Trabalhadores en Brasil y del Frente Amplio en Uruguay.
También, analizar las transformaciones que sufrieron hasta llegar al gobierno y
con cuales recursos de poder cuentan una vez que se encuentran en la
presidencia de ambos países.
Palabras claves: Uruguay, Brasil, PT, Frente Amplio,
partidos políticos, neoliberalismo.
ABSTRACT
The present article studies in a
comparative way the origin and process of consolidation of Partido dos
Trabalhadores in Brasil and Frente Amplio in Uruguay in the ‘90s. Besides, the
aim is to analyze how those political parties changed until they reached the
power and what their resources are once they are in that phase.
Key words: Uruguay, Brasil, PT, Frente
Amplio, political parties, new liberalism.
La transición del neoliberalismo al pos
neoliberalismo en los casos de Brasil y Uruguay. El papel que desempeñaron
históricamente el PT y el Frente Amplio hasta llegar al gobierno.
Por: Camila Beglinomini [1]
1. Introducción
En los últimos años en América Latina se llevaron a
cabo importantes cambios a nivel político, económico y social como consecuencia
de las políticas que desarrollaron los llamados gobiernos progresistas. Este
trabajo busca analizar la transición del neoliberalismo a los gobiernos
considerados pos neoliberales en los casos de Brasil y Uruguay. Su importancia
reside en que para comprender el presente de los gobiernos de ambos países,
como también vislumbrar cómo será su futuro, es necesario estudiar los
orígenes de los gobiernos actuales y analizar cómo se conforman las bases
sociales y políticas que los sustentan.
Los casos de Brasil y Uruguay tienen una gran cantidad
de características comunes, pero entre las mismas se destaca el hecho de que
los gobiernos de ambos países son representantes de partidos políticos de
izquierda con más de veinte años de antigüedad, fuertemente estructurados que
se consolidaron a lo largo del tiempo en su rol tanto de oposición como de
dirección sindical y de representación parlamentaria. Estos partidos lograron
canalizar las demandas de la sociedad frente a la crisis del modelo neoliberal
y el desgaste de los partidos tradicionales. El Partido dos Trabalhadores en
Brasil y el Frente Amplio en Uruguay, a pesar de encontrarse a la izquierda del
espectro político, han logrado adaptarse a las nuevas circunstancias ampliando
su electorado para no solo representar a los sectores trabajadores y
campesinos, si no también a la clase media y sectores de la burguesía.
Este trabajo tiene como propósito estudiar ambas
etapas, la neoliberal y la pos neoliberal, donde el hilo conductor es el papel
de los partidos políticos ya mencionados así como las figuras de Lula Da Silva
y Tabaré Vázquez. ¿Cómo fue la acumulación política de estos partidos de
centroizquierda durante el neoliberalismo? ¿Cuáles de sus elementos ideológicos
se diluyeron y que marco de alianzas debieron formar para alcanzar la
presidencia? ¿Qué similitudes y diferencias presentan ambos procesos
políticos?
2. Marco teórico
En cuanto a los conceptos teóricos de este trabajo, se
toma el concepto no solo de populismo sino también las caracterizaciones que
hace Ernesto Laclau en “Consideraciones sobre el populismo latinoamericano”
sobre los gobiernos progresistas que emergieron en los últimos años. Según este
enfoque, el populismo emerge mediante la articulación de lógicas equivalenciales,
es decir, cuando comienzan a articularse demandas insatisfechas y se
cristalizan en torno a símbolos comunes, las mismas son captadas por un líder
que las interpela, adquiere su discurso y las representa. Este autor considera
que en la región se produjo un giro general hacia la centro-izquierda y que la
lógica equivalencial surgió con la crisis del modelo neoliberal que ya no
representaba a algunas facciones de la burguesía y nunca lo hizo con respecto a
los trabajadores y los desempleados. Para analizar la etapa neoliberal, este
trabajo se apoya en lo escrito por Juan Carlos Torre en “El proceso político de
las reformas económicas en America Latina”, en el cual se estudian las
características comunes de los procesos de reformas estructurales en américa
latino como también se consideras las particularidades de cada país analizando
también sus causas, en cuanto a la historia de la región se toman elementos de
Mario Toer en su libro “de Moctezuma a Chavez”.
3. Características generales de Brasil y Uruguay
A pesar de las semejanzas ya mencionas entre los
procesos políticos llevados a cabo por el PT y el FA, es necesario tomar en
consideración que se inscriben en países cuyos sistemas políticos,
instituciones, características económicas y estructuras sociales presentan
grandes diferencias. Las mismas influyen en gran medida en las trayectorias y
estrategias de los partidos y al mismo tiempo imponen límites a la
implementación de un programa socialdemócrata por parte de los gobiernos pos
neoliberales.
3.1 La economía
A nivel económico, a pesar de que ambos países exportan
commodities, Brasil tiene una producción mucho más diversificada y una economía
más desarrollada.
Brasil representa actualmente una de las más grandes
economías del mundo, mientras Uruguay no es un socio comercial importante para
ningún país. Por tanto, la economía uruguaya es mucho más dependiente del
mercado extranjero (inclusive del brasileño) y esto restringe las opciones
estratégicas del gobierno frenteamplista.
La economía y el mercado interno de Uruguay son mucho
menores que en Brasil. El PIB per cápita uruguayo es un poco más grande, pero
el PIB brasileño es 46,5 veces el uruguayo: según el FMI, mientras el PIB
brasileño era de 1.981.210 millones de dólares en 2008, el uruguayo era, en el
mismo año, solamente 42.540 millones. Además, Brasil tiene la mayor población
de América Latina: casi 182 millones; mientras Uruguay tiene poco más que 3
millones de habitantes.
La economía brasileña es más diversificada ya que,
aunque también es dependiente de los commodities, tiene una industria fuerte y
vende productos industrializados al exterior. Uruguay es extremadamente
dependiente de la venta de commodities, especialmente de la carne, de modo de
que puede obtener una menor cantidad de valor agregado y es más vulnerable a
las variaciones de los precios internacionales. (Reis; 2011)
3.2 Estructura social
Valter Pomar hace un análisis de las clases sociales en
Brasil. Por un lado identifica a la burguesía como clase dominante. Esta clase
durante los años 90 sufrió una gran transformación en su interior al llevarse a
cabo una transferencia de recursos, y como consecuencia comenzó a hegemonizar
la burguesía financiera por sobre la comercial, agraria e industrial. Estos
sectores de la burguesía que se vieron marginados pasaron a oponerse a la
hegemonía financiera y a buscar una salida al modelo económico neoliberal
vigente. Este es el motivo por el cual algunos de los integrantes del sector de
la burguesía que se encontró excluido del modelo neoliberal, pasó a apoyar la
candidatura de Lula da Silva en las elecciones presidenciales del año 2002. Por
otro lado, los trabajadores asalariados representan casi la mitad de la
población brasileña. Sin embargo durante la década del 90, una considerable
porción de esos trabajadores quedó desempleada o fue dispersada en las
distintas regiones del país acompañando la relocalización de las plantas
industriales. Por lo tanto la clase trabajadora y los sindicatos perdieron
densidad y concentración de fuerza.
Otra de las características de la sociedad brasileña es
la gran cantidad de campesinos sin tierra, se estima que hay alrededor de tres
millones de habitantes en esa situación. La mayor parte de los mismos proviene
de propiedades rurales que fueron expropiadas por los agronegocios o por deudas
bancarias. Además, en las periferias de las ciudades se encuentran millones de
brasileños desprovistos de empleos y propiedades. En su conjunto conforman la
gran deuda social del Estado brasileño.
En Uruguay, en cambio, la sociedad es generalmente
concebida como una de las más igualitarias, en cuanto a nivel socio económico,
de la región. Ya que, no solo tiene uno de los PBI per cápita más altos del
subcontinente si no que esto se debe a que en dicha sociedad predomina una
extensa clase media, y las clases bajas y altas están conformadas por una menor
cantidad de personas. Esta Imagen de la sociedad uruguaya sin embargo fue
modificándose a partir del desarrollo del modelo neoliberal en los 90 y
especialmente luego de la crisis que atravesó el país en el año 2002. El
resultado es una estructura social más fragmentada tanto socialmente como
territorialmente, una heterogeneidad en el desarrollo local y la desigual
distribución de las clases sociales en las distintas áreas del Uruguay.
3.3 Sistema político
En cuanto al régimen político, Brasil presenta un
presidencialismo como la mayoría de los países de la región. La elección del
presidencialismo fue respaldada en 1993 por un referendum que se llevó a cabo,
producto de un fuerte debate en la sociedad sobre el tipo de régimen que debía
adoptarse. En tal referendum, pese a haber sido mayoritariamente elegido el
presidencialismo, el parlamentarismo contó con un fuerte apoyo de los partidos
más importantes. Otra de las características del Brasil es su fuerte
federalismo. La descentralización se profundizó durante la dictadura con la
transferencia de recursos políticos y económicos desde el poder central a los
gobiernos de los estados y municipios.
“Este proceso recogió su fuerza de las transformaciones
estructurales operadas durante el régimen autoritario. La multiplicación de
polos de desarrollo industrial promovida por los cambios económicos llevó a la
formación de una estructura de poder más diversificada con epicentro de los
estados regionales. Con la retirada de los militares, que hasta entonces
proveían de un centro político, esta alteración en el equilibrio institucional
entre la administración central y los gobiernos estaduales emergió a la
superficie. Durante la transición a la democracia los gobernantes ganaron
protagonismo ya que primero se realizaron elecciones libres a nivel estadual
antes de que ocurriera lo mismo en el plano nacional. Los gobernadores electos
dirigieron la movilización popular y ganaron una participación sobresaliente
en las negociaciones con los militares que condujeron al retorno de la
autoridad civil. Una vez concretada la transición los poderes políticos
regionales lograron consagrar el nuevo equilibrio en el texto de la constitución
de 1988.” (Torre; 1998)
Esta descentralización del poder permitió que las
oligarquías políticas de las regiones mantengan recursos y posiciones de poder
también en la democracia. Reproduciéndose así en el nuevo régimen las viejas
relaciones clientelares y estructuras patrimonialistas que estas oligarquías
supieron construir durante el autoritarismo. (Tavares de Almeida; 2003)
Además, Brasil cuenta con un sistema partidario muy
fragmentado, producto del sistema electoral proporcional y de una legislación que
alienta el multipartidismo. A esto se suma que no hay fuertes identidades
partidarias y si bien hay varios partidos de alcance nacional, la mayoría se
encuentran muy fuertemente regionalizados, con sus bases de poder desigualmente
distribuidas (Nicolau, 1996). Los partidos políticos brasileños se
caracterizan por ser propensos a la indisciplina, esto obstaculiza en gran
medida la conformación de coaliciones de gobierno, ya que los parlamentarios
priorizan sus intereses individuales y corporativos por sobre los partidarios y
los de la coalición.
La mayor diferencia del sistema de partidos de Uruguay
con respecto a Brasil es que en el primero hay una fuerte identidad partidaria
que se sostuvo a lo largo del siglo XX dividiendo a la población entre blancos
y colorados. El régimen político uruguayo también es presidencialista y federal
pero con un poder mayormente centralizado. En cuanto al sistema de gobierno,
este consiste en una democracia mixta o semi-representativa, en la cual,
predominando el carácter representativo del gobierno, se mantienen ciertas
formas de gobierno directo por parte del pueblo, mediante, por ejemplo,
referéndums y plebiscitos.
El sistema político uruguayo presenta algunas
particularidades. En este país rigió la ley de Lemas hasta el año 1996, cuando
se reformó la constitución. La ley de Lemas permitía que gobiernen facciones de
partidos con un escaso porcentaje sobre el total de votos. Esto se debía a que
consistía en un doble voto simultáneo, ganaba el lema con la mayor cantidad de
votos pero el gobierno no correspondía a la totalidad del partido triunfante si
no que a la facción que mayor cantidad de votos obtuviera al interior del
mismo. Por lo tanto favorecía ña existencia de gobiernos débiles, con escaso
apoyo en las cámaras del congreso. De esta manera cualquier ley que quiera
aprobar el poder ejecutivo tenía que ser negociada tanto con las otras
facciones del mismo partido como con los partidos opositores.
“Se ha sostenido con insistencia que este diseño
institucional fue pensado para operar sobre la base de un sistema bipartidista
(el que tradicionalmente regía a la política uruguaya por aquel entonces). Sin
embargo, desde 1971 en adelante (año en que surge el Frente Amplio), al
desempeñarse en un contexto pluralista moderado asentado sobre la base de un
sistema proporcional puro, el que facilita en cierta medida la fragmentación
partidaria, se condiciona notablemente la acción del Poder Ejecutivo y el uso
que pueda llegar a hacer de las importantes herramientas señaladas anteriormente.”
(Ruiz Valerio; 2004)
Con la reforma constitucional de 1996 se
introducen las elecciones internas ,en las cuales cada partido
elige su candidato único a la Presidencia. Además, se desdoblan las
elecciones celebrándose las elecciones presidenciales y
parlamentarias en un primer momento, y posteriormente las elecciones
municipales. Y, lo que es más relevante, se implementa el balotaje
para las elecciones presidenciales, en caso de que ningún candidato
logre la mayoría absoluta, es decir más de la mitad de los
votos.
Esta reforma permitió limitar las fragmentaciones al
interior de los partidos y fortalecer el poder de los gobiernos electos. Sin
embargo, al analizar esta reforma no debe ser aislada del
escenario político de aquel tiempo. La instauración del
balotaje fue fruto de un acuerdo entre el Partido Nacional y el
Colorado para impedir una posible victoria del Frente Amplio; tal
como ocurrió en las elecciones de 1999, en las
cuales Tabaré Vazquez logra el 40% de los votos pero
pierde en el balotaje frente a Jorge Batlle debido al pacto entre blancos
y colorados en el que se aseguraban sumar sus votos para impedir el triunfo del
FA.
3.4 Partidos políticos
En relación a las fuerzas políticas de
cada país, se presentan grandes diferencias entre ambos países.
Como se mencionó anteriormente, el sistema de partidos brasileño se encuentra
muy fracturado, pero en cuanto a su contenido ideológico Pomar identifica tres
grandes corrientes que marcan la historia de dicho país desde la
primera mitad del siglo XX:
Una de estas corrientes políticas es la
conservadora, la cual “se caracteriza por defender un desarrollo
capitalista sin la realización de reformas estructurales ni
la difusión de los derechos democráticos-burgueses, y por estar
a favor de mantener al país uncido a los intereses de las potencias
capitalistas. En su seno se puede distinguir una brecha entre los que defienden
una mayor participación activa del Estado en la economía y los que
no. De cualquier modo, esa corriente, dirigida por los que privilegian el
Estado, fue hegemónica en Brasil durante la mayor parte del siglo XX,
y sus impulsores fueron responsables por la industrialización de los años 30 y
los 40 y, después, de los 60 y los 70.” (Pomar; 2010)
Por otro lado se encuentra la corriente progresista, la
cual defiende un desarrollo capitalista combinado con reformas parciales, como
por ejemplo la participación activa del Estado en
la economía y cierta dosis de soberanía nacional en cuanto
a la política exterior. Esta fuerza fue minoritaria a lo largo del
siglo XX, y fue hegemonizada por partidos representantes de
la burguesía aliándose en momentos determinados con fuerzas
populares y socialistas. Esta corriente estuvo representada en el gobierno
de Juscelino Kubitschek (1956 -1961).
Y finalmente,
la corriente democrático-popular, la cual se posiciona a favor de un
desarrollo combinado entre formas capitalistas y socialistas, impulsando
reformas estructurales, redistribución de la renta y
una política de soberanía nacional. Aunque también ha sido
minoritaria durante la mayor parte del siglo XX, cobró fuerza con la
creación del PT en los años 80. A partir de la década de
1990, el escenario político se polarizó entre la corriente
conservadora, en la cual pasó a hegemonizar la facción financiera
de la burguesía, y las corrientes progresistas y
democrático-populares que se unieron con la hegemonía del PT.
Las facciones de la
burguesía y la pequeña burguesía que se vieron
excluidas de la corriente conservadora (por la hegemonía de
la facción financiera) pasaron a apoyar al bloque
contrario en las elecciones presidenciales del año 2002.
En Uruguay, en cambio, los partidos políticos
tuvieron continuidad desde el siglo XIX. El fin de las guerras civiles entre
ellos a principios del siglo XX posibilitó la construcción de un Estado
democrático que los tuvo como principales administradores, y continuaron
protagonizando la gestión gubernamental del mismo bajo diversas formas de
coparticipación, a lo largo de todo el siglo XX. Se sucediron
en el gobierno durante mas de un siglo y lograron una fuerte representación
partidaria en la sociedad, generando una cultura política en la que la
identificación partidaria prima hasta hoy en día.
4. Origen del Partido
dos Trabalhadores y del Frente Amplio
“Pero la diferencia más importante desde el punto
de vista de la ‘coyuntura’, es que el PT nace en la transición hacia la
democracia brasilera: es hijo de la Nueva República. En cambio, el FA es, en
Uruguay, reacción a la decadencia económica y política de un consenso agotado:
su creación antecede en apenas dos años al golpe de Estado, permanece
en estado de ‘animación suspendida’ durante la larga hibernación del
período militar, y resurge como fuerza decisiva en los 90s, destinada a
quebrar definitivamente el bipartidismo que había organizado al sistema
político uruguayo durante más de un siglo.” (Moreira)
El frente amplio surgió entre 1970 y 1971, como un
frente popular inspirado en las experiencias de la Unidad Popular
chilena, incorporando a diferentes grupos de izquierda
o progresistas que se oponían al conservadorismo de Pacheco
Areco (Presidente desde 1967 a 1972, perteneciente al Partido
Colorado) como comunistas, socialistas, demócrata-cristianos y disidentes
de los partidos tradicionales Colorado y Blanco. Como antecedente se
encuentra la creación en 1964 de lo que se llamó la Convención
Nacional de Trabajadores (CNT). El surgimiento El Frente
Amplio fue posteriormente el enemigo central de la dictadura, primero
con Bordaberry y después con el régimen militar.
Se consolidó, paradójicamente, durante la
dictadura militar (1973-1985). En el año 1989 se produce la primera victoria
para esta fuerza política, con la obtención de la intendencia
de Montevideo , donde vive más del 40% de la población
uruguaya.
El PT surge en los años 80, en
plena transición democrática y es fruto de la nueva estructura
social del Brasil “posmilagro”. El llamado milagro brasileño hace referencia a
la enorme expansión industrial que hubo en el periodo 1967-73, a
partir de la cual la producción industrial
con orientación al mercado externo se convirtió en el
principal sector de la economía. Este desarrollo fue
acompañado con una fuerte represión que encauzó las estructuras
sociales acomodándolas a la economía industrial (Romero;
2006)
El PT marca una ruptura con el
sindicalismo varguista y su base social se encuentra en el
ABC metalurgico (el ABC es la zona industrial de la
Región Metropolitana de San Pablo). En sus comienzos, el Partido dos Trabalhadores organizó grandes
manifestaciones en las principales ciudades del país bajo el lema
“Diretas Ja”, reivindicando el derecho a elegir al presidente
por voto directo de los electores. Esto se debe a que los
militares habían instaurado un sistema de elección
presidencial según el cual correspondía a un colegio electoral conformado por
parlamentarios elegir al presidente de la República, se tenía como premisa
que el pueblo debería elegir al presidente de manera
indirecta, ya que eran los parlamentarios quienes representaban a los
votantes. Finalmente, el electo presidente Sarney convoca
a una asamblea constituyente en 1988 donde se establecen no solo las elecciones
directas, también se consagran importantes derechos políticos y
sociales. De esta manera, el PT logra desempeñar un rol importante en
el escenario político brasileño, lo cual se ve reflejado en
los primeros triunfos electorales en algunos municipios:
Diadema en 1982 y San Pablo, Porto Alegre y Victoria en 1988. Estos
triunfos sirvieron para catapultar la candidatura de Luiz Inácio Lula da
Silva para las elecciones presidenciales de 1989, en las cuales logra un buen
resultado y entra a la segunda vuelta junto
a Collor de Mello. Finalmente la segunda vuelta consagra como ganador
al candidato del Partido de Reconversión Nacional pero por un escaso
margen.
El crecimiento del PT desde fines de los años 80 y los
años 90 se explica a partir de su capacidad de articular las demandas de los
sectores sociales que reclamaban garantizar sus derechos que el capitalismo
tardío dejo pendientes. Esto se vio reflejado a través de,
no solo las manifestaciones por las “diretas ja” y la
constituyente de 1988, sino también de la
conformación de un nuevo sindicalismo (la CUT) por fuera de las
estructuras tradicionales del varguismo, que constituye la principal base
social del PT, y la coordinación con el Movimiento de
Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).
En cambio, el crecimiento del FA se puede entender como
consecuencia de la capitalización del descontento de la
población, en parte por la erosión de legitimidad de los
partidos tradicionales, los cuales llevaban más de un siglo de
gobierno, y de desdibujamiento progresivo de sus diferencias por
ejercicios de coalición permanentes, y también por su condición de administradores
de un modelo con fuertes componentes liberales poco gratos a una
población con tradición estatista. Al mismo tiempo, el FA representa
la una alternativa nueva y los resquemores con respecto a esta fuerza
política, han sido progresivamente eliminados por la considerada exitosa
gestión del gobierno de la capital del país.
A diferencia del Frente Amplio, el PT reconoce, desde
sus orígenes, una identidad de “clase”, que se hace manifiesta en la elección
de su sigla y su principal representante (Lula, dirigente del movimiento sindical
de ABC paulista). El Frente Amplio, por el contrario, como su nombre lo indica,
comienza como un frente que reúne a comunistas, demócratas-cristianos,
escindidos blancos y colorados, socialistas, y toda clase de
independientes.
Sin embargo, en ambos países, la consolidación de un
movimiento sindical autónomo fue decisivo para el fortalecimiento de un
partido de izquierda que trascendiera su condición de pequeño partido
“ideológico”, para consolidarse como partido “de masa”. Además, en ambos casos
la alianza sindicalismo-clases medias parece determinante de las probabilidades
de éxito de la penetración partidaria de las izquierdas. (Moreira; 1998)
5. Los años 90, consolidación del
PT y el FA en el escenario político
En Uruguay las reformas en el Estado se
hicieron de manera gradual y progresiva. Durante este periodo gobernaron tanto
el Partido Colorado, con la primera y segunda presidencias de Sanguinetti
(1985-1990; 1995-2000), como el Partido Nacional con Lacalle (en el
periodo 1990-1995).
Durante los años 90 el Frente Amplio comienza un
proceso de acumulación política, donde se busca canalizar el descontento de la
sociedad uruguaya frente a las privatizaciones a partir del impulso de los
referéndums. Según Arocena, esto está relacionado con el legado
del batllismo en la sociedad: ”Denominado así por José Batlle y
Ordóñez, presidente de la República (1903-1907 y 1911-1915) y máximo dirigente
del Partido Colorado durante largo tiempo, designa por lo menos tres cosas: 1)
la corriente que ese dirigente fundó dentro de su partido; 2) un pionero Estado
de Bienestar, construido durante las primeras décadas del siglo XX; 3) una
ideología que resalta el papel del sector público en el arbitraje pacífico de
los conflictos, en la protección social, en la disminución de las inequidades y
en la defensa tanto de la producción nacional como del empleo. A comienzos de
los años 90, el FA se había consolidado como partido único de la tradición de
izquierda uruguaya y de la resistencia a la dictadura En algún sentido, fue
desde el batllismo que se proyectó un lento avance de las izquierdas
uruguayas durante un largo periodo que culminó en la década de 1960. Éstas
apoyaban gran parte de las reformas del batllismo, sus nacionalizaciones y
sus estímulos a la industria, que democratizaban al país, ampliaban a la clase
obrera y favorecían la sindicalización.” (Arocena; 2005)
El ascenso del Frente Amplio queda registrado en las
elecciones presidenciales de 1994 donde hay prácticamente un triple empate
entre el Partido Colorado, el Partido Nacional y el FA. La dirigencia de los
partidos tradicionales, ante el temor de un posible triunfo del Frente Amplio
en próximas elecciones, decide reformar la constitución instaurando
un sistema en el que al no obtener un partido la mayoría absoluta (más del
50% de los votos) se debe ir a una segunda vuelta. De esta manera,
blancos y colorados se aseguraban sumar sus votos en un posible balotaje para
impedir el triunfo del FA.
Finalmente, esta situación se da en las elecciones de
1999, donde Tabaré Vazquez logra el 40% de los votos en las
elecciones presidenciales pero pierde en el balotaje frente a Jorge Batlle
debido al pacto entre blancos y colorados.
En Brasil, las reformas estructurales propias del
periodo neoliberal también se encontraron con las dificultades que presenta el
sistema político. La tarea de la estabilización económica fue demasiado
exigente para para las capacidades de los gobiernos. Sin embargo, cuando se
desarrolló la estrategia de la liberalización comercial y las privatizaciones,
aunque se llevó a cabo gradualmente, fue de manera exitosa. Esto se debe a que
la percepción de los desequilibrios macroeconómicos que se iban produciendo en
el país. El cambio de rumbo se insinuó con la presidencia de Sarney pero las
reformas estructurales adquirieron el status de políticas públicas durante la
gestión de Collor de Melo. Collor se benefició del colapso de los grandes
partidos que habían secundado a Sarney como también pudo tuvo la capacidad de
instalar en la agenda de gobierno el discurso antiestatista, el cual fue
ganando legitimidad.
En un país en el que el proyecto desarrollista era
ampliamente compartido, tanto en los sectores conservadores como en los
progresistas, donde descansaba sobre fuertes intereses creados y, además,
estaba asociado a un desempeño comparativamente exitoso, ese nuevo consenso
postulaba previsiblemente una reconversión gradual en el tiempo.
Collor tenía apenas un total del 5% de representantes
en el congreso, y sumados a los que pertenecían a los partidos de la coalición (no
siempre confiables) totalizaban el 33%. Por lo tanto, la aprobación de leyes
necesarias para transformar la estructura del Estado brasileño y su economía
contaba con grandes dificultades. Fue por eso que su presidencia se caracterizó
por recurrir a la política de las situaciones de crisis, es decir, por la
utilización de decreto presidenciales en lugar de negociar con el congreso.
(Torre; 1998)
El PT durante este periodo, habiendo quedado a pocos
votos de ganarle la elección presidencial a Collor de Melo, fue desarrollando
un “modo petista de gobernar”. El partido contaba con el gobierno de Diadama,
Porto Alegre, Sao Paulo y Victoria. En las mismas llevó a cabo una gestión
participativa. Desde 1996 se toma como eje programático el Presupuesto
Participativo, a partir del cual la gestión pública se desarrolla abiertamente
con la ciudadanía. Este fue su sello distintivo y logró seguir ocupando un
lugar preponderante dentro del escenario político brasileño en su rol de
oposición. (Romero; 2006)
6. Transformación en
partidos “catch-all” y llegada al poder
La implementación de la segunda vuelta en las
elecciones impulso al Frente Amplio a ampliar su base electoral moviéndose
hacia el centro del espectro ideológico ya que con el apoyo tradicional del FA
no le bastaba para lograr más del 50% de los votos. Además esta situación
confluye con la victoria de Lula da Silva en Brasil, que demuestra que un
gobierno de la izquierda es posible y no desencadena una crisis
institucional.
Para el año 2004 la situación económica mejoró, luego
de la fuerte crisis económica que se desató en el país en el año 2002, Tabaré
Vázquez era el candidato favorito en las encuestas. Finalmente en las
elecciones de ese año, el candidato del Frente Amplio gana las elecciones
presidenciales en la primera vuelta. Por primera vez en la historia de Uruguay
llega al gobierno un partido por fuera de las estructuras del Partido Colorado
y el Partido Nacional.
Como señala Lanzaro en “El Frente Amplio: un
partido de coalición, entre la lógica de oposición y la lógica de gobierno”, el
FA para llegar al gobierno se convirtió en un clásico partido catch all,
que tuvo que despojarse de algunas de sus
características más identificadas con la izquierda para lograr el
voto de la mayoría de la población. Esto lo hizo sin dejar de representar a los
sectores que ya lo venían apoyando como los trabajadores organizados en las
estructuras sindicales con las que el FA tiene una alianza y forman parte de su
base social.
Estas izquierdas, que han vivido en hermandad con el
movimiento obrero, abandonaron las pretensiones de impulsar una transformación
en profundidad de la sociedad capitalista y desarrollaron la condición de
partidos catch-all, de tipo electoral. Por ende, perdieron espesor como
partidos de masas y, aunque preserven el enlace con los sindicatos, apuntan a
una audiencia más amplia y diversificada. La prosperidad electoral y la
conquista del gobierno pasan a ser su leitmotiv central, pro-curado mediante
empeños que fueron remodelando la organización de estos partidos y su
membresía, los procesos decisorios y las estructuras de
liderazgo. (Lanzaro; 2008)
La izquierda en Uruguay pudo convertirse en un partido
“de masas” porque ocupó un vacío: supo representar a un electorado cuyas muy
estables actitudes políticas dejaron de encontrar su referente en los partidos
“históricos”, notoriamente corridos a la derecha. En Brasil, supieron ser la
opción “popular” que las tradicionales formas elitistas de hacer política no
habían conseguido consolidar. Pudieron, en ambos casos, concitar
amplísimas adhesiones, porque trascendieron la prédica comunista y
marxista que las sociedades brasileras y uruguayas no parecían dispuestas a
adoptar. (Moreira; 1998)
Esas rutas condujeron a la instalación de los
gobiernos socialdemocráticos que, aunque tienen peculiaridades
propias, muestran los rasgos típicos de las experiencias de este género, y en
particular dos características definitorias. Por un lado, son gobiernos
compuestos por partidos de izquierda de filiación socialista, reformista o
revolucionaria, que al influjo de la competencia políti-ca en
sistemas relativamente institucionalizados asumieron las reglas de la
democracia representativa de raigambre liberal y respetan los parámetros de la
economía capitalista bajo sistemas de mercados abiertos. Por otro lado, en
virtud de su matriz ideológica y movidos por la misma competencia
inter e intrapartidaria que los induce a ajustarse a dichas
lógicas, estos gobiernos tratan de impulsar orientaciones distintivas en
políticas públicas estratégicas. (Lanzaro; 2008)
7. Marco de alianzas
El proceso de apertura ideológica que
conlleva la transformación en partido catch-all para poder llegar al
gobierno, en el caso de Brasil se vio acompañado por una ampliación en
el marco de alianzas con otros partidos políticos.
Uruguay tiene una fragmentación partidaria mucho más
pequeña. El Frente Amplio se transformó en la única opción de izquierda y logró
conquistar la mayoría parlamentaria. El FA ha tenido mayoría en las dos cámaras
legislativas en las dos últimas legislaturas. Desde la elección de 1999,
la primera en dos vueltas, el FA es el partido más votado y elige más escaños
para el parlamento (Cámara de Senadores y Cámara de Representantes) que
cualquiera de los partidos “tradicionales”, el Nacional y el
Colorado. (Reis; 2011)
El FA por su génesis constituye en sí mismo un “partido
de coalición”, fragmentado pero unificado. En Brasil hay en cambio un
gobierno de coalición. El PT no cubre el universo entero de las izquierdas
y comparte poderes con socios de otros linajes, en relaciones
complejas.
En Brasil el PT jamás tuvo un cuarto de los
escaños, es decir, representa un partido minoritario que gobierna a base
de una coalición heterogénea. Además, los aliados de izquierda no tienen una
bancada tan numerosa, de modo de que la coalición de gobierno necesita incluir
partidos conservadores, especialmente el PMDB (Partido del Movimiento
Democrático Brasileño), que frenan su capacidad de avanzar más rápidamente en las
reformas. Brasil, con su sistema partidario fragmentado, jamás tuvo un gobierno
de partido único en toda su historia democrática. Por eso, el PT necesita hacer
coaliciones con partidos conservadores. (Reis; 2011)
Los dos mandatos de Lula han combinado el
presidencialismo de coalición, una práctica consuetudinaria en Brasil, con un
presidencialismo de compromiso, que implica buscar mayorías parlamentarias
caso a caso, en arreglos de geometría variable. El FA tiene el coeficiente de
poder más grande en tanto titular de un gobierno mayoritario, llevado adelante
por un solo partido, con disciplina casi perfecta. No está obligado a formar
coaliciones ni a celebrar compromisos parlamentarios y ha optado por
prescindir tajantemente de la oposición. (Lanzaro; 2008)
8. Base social: el movimiento
obrero
Uno de los recursos de poder más importantes
para los gobiernos de la región es su vínculo con el movimiento sindical.
En ambos casos, existe una hermandad histórica entre partidos y
movimiento obrero. Sin embargo las diferencias se encuentran en las
características que presenta la conformación del sindicalismo en cada
país.
El movimiento obrero uruguayo consiguió se unificar en
una sola central sindical relevante, el PIT-CNT, que está cercanamente
conectada al Frente Amplio. Esto facilita la organización de negociaciones
salariales tripartitas entre trabajadores, empresarios y el gobierno. Sin
embargo, los sindicatos individuales tienen diferentes comportamientos a cerca
de las medidas del gobierno frenteamplista.
La agenda política de los gobiernos
frenteamplistas contempló a las clases trabajadoras a través de medidas de
salario y seguridad social, regulación del trabajo y fueros sindicales, combate
a la informalidad, reforma impositiva, sistema de salud, etc. De paso, se
asignaron bienes de poder a los sindicatos, lo que favoreció el ejercicio de
sus funciones e incrementó los niveles de afiliación.
Existe una fuerte conexión entre el Frente Amplio y el
movimiento obrero, pero ésta es informal, no es orgánica. La izquierda
partidaria y los sindicatos uruguayos son orgullosos de sus respectivas
autonomías. Aunque sea verdad que sindicalistas aparecen a menudo en las
primeras posiciones de las listas de los sublemas del Frente Amplio a
las Cámaras de Senadores y de Representantes, y que haya dirigentes
frenteamplistas en posiciones de comando en el PIT-CNT (lo
que Yaffé llama “interconexión directriz”), tales vínculos no son
formales, no están explicitados como una regla. (Yaffé; 2005)
En los años 1990, el PIT-CNT no solo fue aliado del
Frente Amplio en la promoción de los recursos de referendo popular para derogar
diversas leyes de la reforma liberal, sino actuó de modo más radical e incisivo,
casi siempre tomando la iniciativa (Yaffé, 2005)
Contrariamente, el movimiento sindical brasileño
está fragmentado. La ausencia de un movimiento obrero abarcador y
centralizado se presenta como una dificultad para la cooperación y
negociación de los sindicatos con el gobierno de izquierda, con moderación de
exigencias, de modo de evitar bajos niveles de empleo, pero consiguiendo
crecimiento económico. (Reis; 2011)
La Central Única de los Trabajadores (CUT) surgió en
1983 con el “nuevo sindicalismo”, que se contraponía al
sindicalismo varguista el cual aceptaba la intervención del
Estado en los sindicatos. La CUT es orgánicamente vinculada al
PT. En los años 1980, la CUT era la fuerza hegemónica del movimiento
obrero brasileño, la única unidad sindical centralizada, que estaba en todo el
país y controlaba sectores estratégicos. Pero, posteriormente se
conformaron nuevas centrales obreras como el caso de la CGT, y tanto la
CUT como las centrales de creación posterior fueron sufriendo
escisiones a lo largo del tiempo.
Hoy en día existen seis centrales sindicales reconocidas
legalmente en Brasil - CUT, Fuerza Sindical, UGT, CTB, NCST y CGTB y la Nueva
Central Sindical de Trabajadores (NCST), creada por confederaciones oficiales
de trabajadores en 2005, además de las
importantes Conlutas y Intersindical.
9. Consideraciones finales
Al analizar comparativamente los casos de Brasil y
Uruguay podemos distinguir que sus principales similitudes se encuentran en que
en ambos la crisis del modelo neoliberal sumado al desgaste de los partidos
tradicionales benefició a estos partidos de origen de izquierda para canalizar
el descontento de la ciudadanía. Esto sin embargo no ocurrió de la noche a la
mañana, si no que fue producto de un largo proceso de consolidación de estos
partidos a través de la resistencia a la dictadura como también en el rol de
oposición a los gobiernos neoliberales. No solo se consolidaron como
estructuras partidarias, también fueron ganando mayor lugar en el escenario
político y experimentaron gestiones en importantes ciudades que les sirvieron
para mostrarse como modelo a replicar si lograban la presidencia.
Además, para llegar al gobierno, ambos partidos debieron
atravesar un proceso de conversión en partidos catch-all, de manera tal de
poder obtener los votos de todos los estratos de la sociedad sin perder sus
vínculos históricos con los movimientos sindicales y con los sectores excluidos
tanto de la ciudad como del campo, en el caso del MST de Brasil.
Sin embargo también presentan varias diferencias, sobre
todo en lo que refiere a las características de ambos países. Por un lado, el
PT cuenta con factor a favor ya que el potencial de la economía brasileña es
muchas veces superior a la uruguaya. Esto le permite tener un mayor margen para
llevar a cabo distintas políticas económicas, como la profundización de la
industrialización como también generar muchas fuentes de empleo que beneficie a
los sectores desplazados por el neoliberalismo. Exactamente lo contrario sucede
si se analizan los recursos de poder al interior del sistema político. El
Frente Amplio goza de una mayoría parlamentaria desde el primer gobierno de
Tabaré Vázquez y de una fuerte identificación de la población con los
principios del frente. De este modo cuenta con una gran legitimidad en la
sociedad y con la posibilidad de tener una mayoría propia en el congreso. El
escenario del PT en esete sentido es muy distinto, ya que gobierna en una
coalición con partidos que no son todos identidficados con la izquierda y no
cuenta con mayoría en el congreso. Por lo tanto debe negociar cada ley que
tiene como objetivo promulgar. El fraccionamiento del sistema de partidos en
suma con la representación proporcional genera esta situación de debilidad de
los gobiernos brasileños.
En cuanto al futuro de ambos partidos políticos en el
gobierno, es necesario tener en cuenta las debilidades recién mencionadas, en
cuanto al escaso apoyo parlamentario con el que cuenta el actual gobierno de
Dilma Rousseff y la muy expuesta economía uruguaya, que con los tres gobiernos
consecutivos del Frente Amplio no se han logrado cambios en la matriz
productiva. Sin embargo, la transformación de sociedades que han atravesado
largos periodos dictatoriales como también liberales en lo económico, con
muchos actores políticos de peso en la oposición, no es una tarea sencilla y
es prácticamente imposible que sea modificada en el corto plazo, ya que para
llevar a cabo cualquier tipo de cambio es necesario no solo contar con fuertes
recursos de poder si no también con largos periodos de tiempo para que los
cambios se materialicen.
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