RESUMEN
El neo-desicionismo y la democracia
delegativa toman distintos tintes dependiendo de las estrategias que los
líderes adopten frente a los demás actores. El presente trabajo analiza la
relación del Poder Ejecutivo con el Poder Legislativo respecto del poder
constitucional de decreto y los poderes partidarios para los casos de Collor de
Mello en Brasil y el segundo mandato de Carlos Menem en Argentina con el
objetivo de corroborar la hipótesis de que ambos presidentes tienen estrategias
parecidas (ambas decisionistas y clientelares) que tienen diferentes alcances
debido a los obstáculos, y otras veces bondades o facilidades, que el poder
constitucional de decreto y los poderes partidarios presentan, sin dejar de
lado el margen de libertad que cada ex presidente tuvo para el accionar
unilateral.
El método es histórico descriptivo,
analítico y comparado. Recurre al modelo de análisis espacial de Gabriel
Negretto para representar la fortaleza de ambos presidentes respecto del poder
constitucional de decreto y la composición de las Cámaras en el Congreso. La
hipótesis se verá parcialmente corroborada.
PALABRAS CLAVE
Liderazgo presidencial - Congreso -
poder de decreto - Collor de Mello - Menem
ABSTRACT
Neo Decisionism
and Delegative Democracy take different meanings depending on the
leadership strategies taking place. In the present work, relationships between
the Executive and Legislative Powers are analyzed regarding decree
constitutional power and party power for the cases of Collor de Mello in Brasil
and Carlos Menem in Argentina, the objective is to corroborate the following
hypothesis: presidents herein have similar strategies (both decisionist and pork-barrel
oriented) which differ on their extent due to obstacles and aids the decree
constitutional power and party power involve, taking into account the freedom
edge for each president’s unilateral action.
The methodology is historical,
descriptive, analytical and compared. Appeals to Gabriel Negretto’s
special-analysis model representing the power of each president in regard to
their decree constitutional power and the Congress’ composition. The hypothesis
will be partially confirmed.
KEY WORDS
Presidential leadership – Congress –
decree power – Collor de Melllo - Menem
Estrategias entre actores de veto ante el uso de decretos. Carlos Menem y
Fernando Collor de Mello en perspectiva comparada.
Por: Florencia Alcalde
1.
INTRODUCCIÓN
Al final del mandato de un presidente, su imagen cae
y sus apoyos en el Congreso merman, pudiendo dar lugar a situaciones de lame
duck y gobierno dividido. Sin embargo, no todo final de mandato ocurre de
la misma manera, de hecho, el final de mandato de Carlos Menem en Argentina y
Fernando Collor de Melo – casos de estudio del presente escrito – son bien
diferentes a pesar de haber aplicado reformas neoliberales paralelas. Estudios
anteriores hacen hincapié en el éxito o fracaso de las políticas económicas, o la
relación de los mandatarios con los medios de comunicación, o el rol del Congreso
para limitar el poder presidencial.
En el presente escrito, me propongo analizar en
perspectiva comparada, las diferentes estrategias de Carlos Menem y Fernando
Collor de Melo para con la composición del Congreso a la cual hacen frente hacia
el inminente desenlace de sus mandatos en función del tipo de liderazgo que se
proponen y de su capacidad de acción con el objetivo de “llegar a la recta
final”. Ambos presidente tendrían diferentes formas de hacer uso de su poder
constitucional de decreto. Los desenlaces serán muy distintos.
El neodecisionismo y la democracia
delegativa toman distintos tintes dependiendo de las estrategias que los
líderes adopten frente a los demás actores. Este trabajo lleva a cabo un
estudio comparado de las presidencias de Carlos Menem en Argentina y Fernando
Collor de Melo en Brasil con sus respectivas oposiciones legislativas y con sus
propios partidos en el Congreso. Se afirma el neo-decisionismo y la democracia
delegativa, para los casos nombrados, no necesariamente implican casos de
concentración de poder que ante ciertos obstáculos sólo puedan llevar a un
desgaste del liderazgo, sino que existen diferentes estrategias para con la
oposición y el propio partido que modifican el destino de un gobierno.
Lo dicho a su vez concuerda con la literatura que
afirma que el presidencialismo no es rígido sino que presenta mecanismos que
evitan las crisis constitucionales, algunos formales, como el juicio político[1], pero
también es preciso observar prácticas informales, como las diferentes
estrategias que un liderazgo puede llevar adelante con respecto a la relación
que establece con el Congreso. Ello implica un estudio de los actores de veto,
institucionales y partidarios, en el presente trabajo se analiza en profundidad
el poder constitucional de decreto en Argentina y en Brasil y las posibilidades
de su uso frente a los apoyos partidarios que emanan de la distribución de las
bancas en el Congreso en las presidencias en Menem y Collor.
Se trata de dos decisionismos
diferentes, uno quizás más dialoguista, otro más cerrado en sí mismo, de hecho,
Aníbal Perez Liñán (2009) sostiene que es la estrategia aislacionista de Collor
de Melo lo que le valió la pérdida de apoyos. ¿Cómo se relacionaban los
presidentes con el Congreso? ¿Con qué apoyos y qué obstáculos cuentan? ¿Qué
estrategias llevaron a cabo ambos presidentes frente al Congreso a la hora de
gobernar en en sus respectivos períodos de gobierno?
A modo de adelanto, parecería que la relación con los
demás partidos es bien diferentes para Menem y Collor de Mello, puesto que sus estrategia
de relación con la oposición están precedidas por las relaciones establecidas
con los actores al principio de su mandato, pero cuando el contexto cambia, las
posiciones de los actores sufren un viraje que los lleva a modificar sus
actitudes. ¿Qué actitudes tenían ambos presidentes al principio de sus mandatos
y cuáles al finalizarlo? En el caso de Collor de Melo se puede ver la
incapacidad del presidente para formar apoyos legislativos o mayoría
legislativa o bien una coalición legislativa sólida[2], pero
en el caso de Menem el liderazgo se mantiene.
Se realizará una descripción de las presidencias de
ambos actores desde el momento de la asunción al poder, para poder identificar
sus condiciones iniciales y luego su relación con el Congreso. Se reitera que
el foco está puesto en las estrategias que, Carlos Menem y Fernando Collor de Mello,
desarrollan con vistas a finalizar sus mandatos a la luz de los poderes
constituciones, en particular el poder de decreto que identifica los liderazgos
de los noventa, y los poderes partidarios de cada uno. Para ello se recurrirá a
un análisis a través de modelos espaciales en base al utilizado por Gabriel
Negretto, que permitan ver en la dinámica política la fortaleza de los actores
y su influencia sobre el proceso político.
A continuación, se exponen, primero, el marco
teórico bajo el cual se ha analizado la relación entre el Presidente y el
Congreso. Segundo, las condiciones de asunción a la presidencia para ambos
casos. Tercero, el análisis de los poderes constitucionales y partidarios con
que cuenta cada uno. Cuarto, se analiza la fortaleza del presidente y su
relación con el Congreso a través de modelos espaciales que permitirán
visualizar el juego político entre los actores. Quinto, se verán las
estrategias de cara a la finalización del mandato y finalmente se arriba a
algunas conclusiones y preguntas disparadoras de futuras investigaciones.
2.
ESTUDIANDO EL PODER CONSTITUCIONAL DE
DECRETO
En un principio, los decretos son estudiados desde
un punto normativo, es decir, haciendo foco sobre si debe o no concentrarse
poder en una figura unipersonal y si ello es democrático o no. Sin embargo,
esta perspectiva no permite hacer un estudio acabado del uso de decretos por
parte de un presidente, puesto que considera que los mismos son una medida
unilateral de política legislativa no deliberativa, y por lo tanto, pierde de
vista la complejidad y variedad de los desarrollos institucionales y prácticas
políticas de un país a otro, es decir, al concentrarse de lleno en la figura
individual presidencial deja de lado el rol el rol e intercambio con otros actores,
las limitantes a la concentración de poder y las variaciones de los poderes
legislativos de un presidente, que de hecho las hay y son importantes.
Contra la anterior perspectiva, Shugart y Carey
(1992, pp 174-193) aseveran que son los legisladores los que proveen del poder
constitucional de decreto a los presidentes y los autorizan a hacer uso de
ellos, especialmente cuando los partidos en el Congreso encuentran dificultades
a la hora de ponerse de acuerdo porque no se caracterizan por la disciplina y
cohesión partidaria y porque muchas veces sus carreras están atadas a
liderazgos subnacionales por lo que se expresarán se acuerdo a quién sea su
“jefe” y no necesariamente al presidente. Según estos autores, es el Poder
Legislativo el que delega
En un escrito de 1998[3],
a partir del análisis sistemático de casos latinoamericanos, los autores
sostienen que difícilmente el Ejecutivo puede imponer sus preferencias al
parlamento en contra de la voluntad de los legisladores del bloque mayoritario,
por lo que la teoría de lectura del decreto como un proceso unilateral de
imposición de poder, cae, especialmente si el presidente no tiene poderes constitucionales
que le permitan vetar las decisiones del Poder Legislativo. Mainwaring y
Shugart (1997, p.395) sostienen que por más de que la Constitución de un país
dado, otorgue de fuertes y amplios poderes legislativos al presidente, éste
seguirá sin poder controlar el proceso legislativo en tanto y en cuanto no
tenga apoyos en el congreso, mayoría propia, disciplinada y cohesionada. De
hecho, Ferreira Rubio y Gorreti (1998) aseveran que son tanto factores
estructurales, por ejemplo el grado de fragmentación asamblearia, como los
arreglos institucionales, por ejemplo la ausencia de capacidad del congreso de
vetar un decreto, pueden influir en la debilidad del Poder Legislativo a la
hora de limitar los poderes del presidente y su dominio del proceso legislativo.
En todos los casos, al momento de encontrar una
explicación respecto de las posibilidades que tienen los presidentes de
gobernar por decreto y su fortaleza para modelar el proceso legislativo a su
favor, los autores miden el diseño institucional del poder constitucional de
decreto y el respaldo partidario o la ausencia del mismo para con el Ejecutivo.
3.
CARLOS MENEM Y FERNANDO COLLOR DE MELLO
LLEGAN A LA PRESIDENCIA.
3.1 Argentina
En 1989 se da el primer cambio de color partidario a
nivel presidencial dentro del proceso de consolidación democrática. Durante los
últimos años de su mandato Raúl Alfonsín enfrentó crecientes dificultades
económicas que se tornarían críticas al alcanzar la hiperinflación, y conflictos
constantes con las Fuerzas Armadas. El contexto de las elecciones de 1989 eran
la hiperinflación, ineficiencias económicas sistémicas, descontento social e
inestabilidad política. Ello se reflejó en los resultados de la elección del 10
de mayo de 1989 en la cual Carlos Menem (candidato por el PJ) obtuvo amplia
ventaja respecto de Eduardo Angeloz (candidato por la UCR). Consecuencia del
contexto de crisis, Carlos Menem asume la presidencia cinco meses antes de la
finalización del mandato anterior.
Menem, acorde al Consenso de Washington, aplicó
medidas neoliberales para pasar de una economía del Estado a una economía de
mercado, en principio con respaldo internacional. Las reformas contradecían las
preferencias tradicionales de los sectores populares, por lo que, representaba
una quiebre con el peronismo tradicional. Menem recurría a estrategias de campañas
populistas, basadas en las emociones y el personalismo, y se presentaba como un
outsider de la política. La construcción de su liderazgo neodecisionista se
basó en el uso recurrente del veto parcial y total, de Decretos de Necesidad y
Urgencia (DNU) y la legislación delegada. Hernan Faír afirma que se trata de un
decisionismo democrático porque no elimina el Estado de Derecho sino que
lo atenúa[4].
Menem finaliza su mandato con éxito, puesto que sus
acciones habían generado un contexto de tranquilidad social y aparente
estabilidad económica. Sin embargo, el Régimen de Convertibilidad no prometía
un futuro favorable en combinación con la reciente Crisis del Tequila, en este
contexto, Menem es reelecto en 1995 con casi 50% de los votos. El temor a una
nueva crisis económica resultaba un legitimador social de las políticas
menemistas, se volvía importante la continuidad y el éxito del proceso iniciado
en 1989.
Este segundo mandato es el que se toma para el
presente análisis, puesto que la reforma constitucional de 1994 y las
elecciones de 1995, nos permite analizar la fortaleza de Menem sobre el proceso
legislativo respecto de la composición del Congreso.
3.2 Brasil
El contexto económico y social de 1990 en Brasil es
similar al argentino. Frente a los frecuentes períodos hiperinflacionarios, el
Plan cruzado 1 y 2, el Plan Bresser y el Plan verano fallan en sus expectativas
de estabilizar la economía. La “Nova República” de Sarney había fracasado.
Fernando Collor de Mello, candidato del Partido de Reconstrucción Nacional
(PRN), y Luís Ignacio Lula da Silva, candidato por el Partido de los
Trabajadores (PT), se enfrentaron en las elecciones de 1989. Collor resultaría ganador
por segunda vuelta con 42,75% de los votos, mientras que Luís Ignacio Lula da
Silva obtuvo 37,86%.
Fernando Collor de Mello, hijo de empresario y joven
gobernador del estado de Alagoas, tuvo el apoyo del establishment
conservador brasileño y Rede Globo, apoyos necesarios puesto que el PRN era un
partido nuevo, sin estructura ni tradición política, creado para ganar la
contienda electoral. Su estrategia de campaña se basó también en el discurso
populista en contra de los funcionarios públicos de rangos más altos,
caracterizados por la corrupción constante y los gastos personales de recursos
del Estado. En este contexto es que tiene éxito un discurso antipolítico,
basado en la reducción de los gastos del Estado y la ayuda a los descamisados y
sectores pobres. Al igual que Menem, utilizó un discurso mesiánico y una fuerte
conexión con las masas populares, pero también implementó programas de reforma
económica que lejos estaban de beneficiarlos.
El Plan Collor, de estabilidad económica y
modernización, dio lugar a que, por decreto, se dictaminaran reformas de
desregulación y liberalización económica, liberalización del tipo de cambio, reforma
del sistema tributario, reducción y eliminación de órganos gubernamentales y
ministerios y medidas contra la inflación. El Programa Nacional de Desestatización
(PND), se emitió por decreto aprobando la privatización de dieciocho empresas
estatales, entre ellas USIMINA, la mayor empresa siderúrgica de Latinoamérica.
4.
PODERES CONSTITUCIONALES Y PARTIDARIOS
Según Mainwaring y Shugart, la fortaleza de los presidentes
entendida como la capacidad para ejercer influencia sobre la legislación,
descansa en dos categorías de poderes: los poderes constitucionales (veto
parcial, veto total, decreto, etc.) y poderes partidarios (capacidad de modelar
el proceso de confección de la ley que se origina en la posición del presidente
ante el sistema de partidos, dependiendo de la distribución de bancas, si tiene
o no mayoría, si es disciplina, etc.). Para el presente trabajo se considera el
poder constitucional de decreto y la composición del parlamento.
4.1
Argentina
Los DNU nacieron de una práctica
meta-constitucional, puesto que se incorporaron de facto por Raúl Alfonsín, el
primero fue el Plan Austral en 1985. En 1994 ingresa el poder de decreto a la
constitución para ser utilizado “solamente cuando circunstancias excepcionales
hicieran posible seguir los trámites ordinarios previstos por esta constitución
para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia
penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos”. La UCR
buscó que el tipo de aprobación fuera explícita, mientras que el PJ tenía la
posición opuesta[5],
como resultado, este punto quedó sin definir y se mantuvo la regla de
aprobación tácita, por decisión de la Corte Suprema en 1990. El presidente por
su parte, no puede vetar la respuesta del Congreso a su decreto, ni el Congreso
puede modificarlo o vetarlo parcialmente.
Respecto del contexto partidario, Agustín Vallejo y
Robertino Spinetta[6],
explican que el sistema de partidos a nivel nacional entre 1995 y 1999 es de
baja fragmentación puesto que hay pocos partidos en el parlamento y se trata de
un bipartidismo predominante centrado en el PJ y la UCR, también está el
FREPASO como tercera fuerza relevante, pero en este período actúa como fuerza
opositora, aún sin acceso al gobierno. Por otra parte, las carreras políticas
de los legisladores dependen de los partidos y el armado de listas corresponde
a los líderes provinciales, es por esto que el comportamiento de los
legisladores en el Congreso se caracteriza por la obediencia a ellos, por que
manejan sus carreras[7].
El sistema de partidos y el manejo de las carreras legislativas, son los
elementos que impactan sobre la conformación del Congreso y la oposición que va
a encontrar el Presidente; por un lado, la oposición a Menem se percibe dentro
del PJ y por fuera con la UCR. Peor también el comportamiento de estos legisladores
se encontraba fuertemente influenciado por los intereses de los gobernadores o
jefes provinciales del partido y por lo tanto se comportan de manera
disciplinada.
Nueva conformación del Congreso[8]: el PJ
en 1995 tiene mayoría en el Senado, y consigue mayoría absoluta en Diputados,
lo que significa un salto radical respecto del 19% de bancas que tenía el
partido entre 1993 y 1995 y la conformación de un gobierno unificado, lo cual
no implica que no existan obstáculos a la forma discrecional de hacer política.
El Congreso durante el primer gobierno de Menem tenía mayor voluntad
negociadora, pero en el segundo gobierno, paradójicamente, la relación fue
conflictiva y el parlamento trató de diferenciarse del presidente[9].
4.2
Brasil
Con la Constitución de 1988 el poder constitucional
de decreto en Brasil se caracteriza sustituir la regla de aprobación tácita por
la aprobación explícita y Congreso con capacidad de enmienda del mismo, la cual
el presidente puede vetar, puesto que la Medida Provisora adquiere carácter de
ley con la enmienda. Si no hay acuerdo en la aprobación o desaprobación del
decreto, el mismo cae a los treinta días (actualmente cae pasados los sesenta
días). Acorde al Artículo 62, El Ejecutivo puede emanar Medidas Provisorias con
fuerza de ley en casos de relevancia y urgencia, pero las mismas deben ser
aprobadas por el Congreso, con este artículo el Ejecutivo obtiene la capacidad
de iniciar legislación, lo cual no era posible con anterioridad a la
Constitución de 1988.
En
lo que tiene que ver con el apoyo partidario, la experiencia de Collor de Mello
es bien diferente de la de Menem. El PRN no era un partido fuerte y organizado
como el PJ, no tenía aparato partidario. Por ello, con el objetivo de lograr
una coalición parlamentaria, Collor De Mello debió acordar con otros partidos:
Partido del Frente Liberal (PFL), el Partido Democrático Social (PDS), el
Partido Laborista Brasileño, el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido
Liberal (PL). Pero pronto su coalición de apoyo se desmembró debido al estilo de
omisión del partido[10]
y coalición de apoyo gobierno.
El
sistema de partidos brasilero presenta un grado de fragmentación alta, de
multipartidismo extremo, donde los partidos son indisciplinados, poco
cohesionados y hay transfuguismo político. Y si bien los partidos tienen
alcance nacional, todos ellos responden fuertemente a intereses locales
producto de un federalismo descentralizado por lo que los legisladores
responden más a sus estados que al partido al que pertenecen. Al respecto Collor
de Mello no supo negociar con los dirigentes subnacionales.
Collor
de Mello no supo entonces, ni arraigarse a las fuerzas del territorio, ni
mantener su coalición parlamentaria, ni negociar con los partidos más grande
(PMDB y PSDB). Tampoco recurrió a la alternativa de conformar una coalición a
través de la conformación de un cártel de agenda parlamentario[11],
de modo que su influencia sobre la agenda legislativa fuera de manera
consensuada.
5.
FORTALEZA DE LOS PRESIDENTES E
IMPLICANCIAS DE LA NEGOCIACIÓN CON LOS LEGISLADORES
En
la segunda presidencia de Menem el PJ tiene un porcentaje de escaños en 1995-1997
de 51% en Diputados y 55% en el Senado, y en 1997-1999 de 46.3% en Diputados[12], es
decir, el presidente cuenta con mayoría absoluta de su mismo partido en ambas
cámaras, queda por verse si la alineación partidaria es una alineación de
objetivos entre el presidente y los legisladores. A modo de adelanto, no hay
evidencias de que las cámaras actuaran de conformidad con el presidente, puesto
que la mayor parte de los decretos dictados por Carlos Menem fueron aprobados
por silencio legislativo. De hecho, Mariana Llanos afirma que “el hecho de
que el Poder Ejecutivo mantuviera un interés prioritario en esta política
[de privatizaciones] de manera permanente pero, por otra parte, no pudiera
atar su propuesta privatizadora a una simple ley, lo obligó a enfrentar al
Congreso en varias oportunidades y lo expuso, por tanto, al riesgo de encontrar
obstáculos más o menos serios en sus planes de reforma”[13].
Durante
el gobierno de Collor De Mello: PRN cuenta con 7,9% de escaños en Diputados y
5,8% en el Senado.[14]
En general los presidentes y líderes de partidos brasileros logran formar
coaliciones parlamentarias, Collor en cambio, perdió la mayoría en 1992 en
ambas cámaras[15].
En este caso el presidente no cuenta con mayoría, siquiera con primera minoría
de su propio partido, ello significa que su posición ideal respecto de una
preferencia (esto es, la postura respecto de cuál es la legislación que debe
llevarse a cabo) no coincide ni con el votante mediano de la cámara de
Diputados, ni con el Senado. Siendo así el panorama al cual se enfrenta Collor
de Mello, su estrategia con el Congreso contará con la necesidad sine qua
non de lograr apoyos por fuera de su partido para poder legislar en su
punto ideal.
A
través de un modelo espacial de análisis de posicionamientos de los actores es
posible reflejar lo antes afirmado representando las posiciones del Poder
Ejecutivo según la composición de las cámaras de la siguiente manera:
GRÁFICO
I – CASO ARGENTINA,
En el caso argentino, el tipo de aprobación
legislativa es tácita puesto que el silencio legislativo implica el
mantenimiento de la continuidad jurídica del decreto. Además, la votación a
libro cerrado podría ser considerada una limitante del poder del Congreso y
correlativo aumento del poder del presidente, sin embargo, el Presidente
tenderá a emitir decretos cuyo contenido tenga apoyo en el Legislativo, de lo
contrario no podrá concretar su objetivo ya que el silencio de una de las
cámaras, implica de todas maneras, aprobación. Siguiendo con la regulación
formal, si una sola cámara aprueba o permanece en silencio, el decreto mantiene
continuidad jurídica independientemente del rechazo de la otra cámara, es por
eso que, para sostener un DNU, el Ejecutivo necesita el apoyo explícito o
tácito en al menos una de las cámaras.
Pasando
al respaldo partidario con que cuenta el Ejecutivo en la Legislatura, con una
alta disciplina partidaria, sin embargo sabemos que las preferencias del
Presidente son diferentes de las del partido. En Argentina, Menem cuenta con mayoría
propia en ambas Cámaras, es decir, la mayor parte de ambas cámaras coinciden en
sus preferencias aunque tienen distinto votante mediano, es decir, junto con el
Ejecutivo (E), comparten la idea de generar un cambio en el status quo (R),
pero difieren en la medida en que el mismo debe llevarse a cabo. Si El
Ejecutivo decretara en Sr tendría apoyo de ambas cámaras, de manera que se
aleja de su posición ideal asumiendo ciertos costos producto de la negociación
con ambas Cámaras. Y si se colocara a la derecha de Dr., su decreto sería
vetado por el Congreso en carácter de resolución. Sin embargo, existe otra
posición donde el Presidente puede hacer jugar las reglas constitucionales
junto con el apoyo partidario de manera que aminora los costos: al tomar la
posición E puede suceder que Diputados apruebe el decreto, el Senado no pueda
vetarlo por no tener apoyo de ambas Cámaras, o bien Diputados puede no
expresarse al respecto y por más que el Senado se manifieste contrario al
decreto, el silencio legislativo mantendrá la condición jurídica del decreto en
el tiempo. Siendo E el punto ideal del Presidente, con la medida tomada se da
el caso de usurpación del poder del Senado.
De modo que hay varios puntos importantes a
resaltar. Por un lado, a pesar de que la mayoría del Congreso comparte el mismo
color político que el presidente, tanto el presidente como el Congreso tienen
preferencias distintas respecto de sus planes para con el Estado argentino,
ello significa que el Poder Ejecutivo deberá negociar con los legisladores para
conseguir su apoyo y legislar respecto de sus preferencias. Por otro lado, el
diseño constitucional de decreto argentino implica que, si bien debe haber
negociación para conseguir el apoyo necesario para que un decreto sea aprobado,
el costo de la negociación no es particularmente alto, puesto que, acorde al
diseño institucional argentino, un decreto se aprueba si hay silencio
legislativo. Entonces podríamos afirmar que, en el intercambio de la
negociación con los legisladores, Menem no necesitaba pagar tanto en sus
relaciones clientelares como para lograr el voto afirmativo de su partido para
con sus decretos, sino que alcanza con ganarse el silencio de la mayoría de
cada cámara.
GRAFICO
II – CASO BRASIL
Para el caso de Brasil el tipo de aprobación es
explícita siendo la vigencia de la Medida Provisoria de treinta días, es decir,
su continuidad jurídica depende de que el Parlamento la apruebe explícitamente,
de lo contrario, luego del tiempo estipulado constitucionalmente, si el
Parlamento no se expide al respecto, la Medida Provisoria cae. Y además, el
Presidente cuenta únicamente con capacidad de reedición en caso de que el
Congreso hubiese rechazado explícitamente, sin embargo, la reedición confiere
un estado legal más precario al decreto por lo cual, en el presente análisis,
se deja de lado este elemento. El Parlamento recordemos, puede enmendar el
decreto.
Respecto del apoyo partidario para el caso
planteado, De Mello no cuenta con mayoría propia, siquiera primera minoría en
alguna de las cámaras. Es decir, planteado un cambio en el status quo (R),
Diputados (D) tiene a su votante mediano en una posición diferente de la del
Senado (S), es decir, las Cámaras no coinciden en la dirección que debe tomar
el cambio del status quo, puesto que en Diputados la primera minoría es el PMDB[16], y en
el Senado el votante mediano está entre el PMDB, PFL y PSDB. El Ejecutivo
encuentra su punto ideal fuera de ambas Cámaras, puesto que no coincide con las
preferencias de los legisladores de ninguna de ellas. En el GRAFICO II se ve que
el Ejecutivo se encuentra fuera de las curvas de indiferencia de de Diputados y
del Senado. Ello explica que Collor haya enfrentado fuertes dificultades para influir
en la agenda imponiendo sus preferencias. De un total de 160 Medidas Provisorias,
solo 41% fueron aprobadas y la gran mayoría fue enmendada en una proporción de
33 enmiendas por Medida Provisoria en promedio[17].
Dado el caso de posiciones opuestas, el poder de
decreto no es una salida a la parálisis que pueda significar este escenario en
Brasil. Esto es así debido a que la Medida Provisoria requiere de la aprobación
explícita de ambas Cámaras para convertirse en ley, y dado que el Presidente no
cuenta con el apoyo en ninguna ellas, el decreto no llega a producir un cambio
legislativo.
De modo que, para el caso de Collor de Mello, no
sólo es dificultoso llevar a cabo legislación en el punto ideal del Poder
Ejecutivo porque éste no tiene apoyo propio y mayoritario en el congreso, sino
que, además, esta situación se ve exacerbada por un diseño constitucional de
decreto el cual no permite que un decreto se apruebe si dicha aprobación no es
explícita. Lo dicho nos permite afirmar que los costos de la negociación del
Poder Ejecutivo con los legisladores en el Congreso brasilero es más costosa
que en el caso argentino, donde el apoyo explícito no es necesario.
6.
ESTRATEGIAS Y FINALIZACIÓN DEL MANDATO
A diferencia de la primera presidencia, el segundo
mandato de Menem observó mayor conflicto con el Congreso respecto de la
aprobación de sus medidas, en especial las privatizadoras, de la mano de más
intentos de parte el Ejecutivo de limitar al Congreso. La característica
disciplina partidaria del PJ no implica que las medidas propuestas por el
Ejecutivo y debatidas con sus legisladores, no hayan tenido lugar en un
particular marco de incertidumbre en relación al comportamiento que finalmente
tomarían los legisladores. Acorde a ello, si durante la primera presidencia el
problema era lograr el apoyo de legisladores de otros partidos (UCR, UCeDé y
partidos locales) para alcanzar quórum, en el segundo mandato el bloque
peronista apuntaba gradualmente hacia una situación cada vez más complicada
puesto que, “a pesar de contar con un bloque de mayor tamaño, el gobierno no
fue capaz siquiera de suplir la eventual ausencia de personal propio con sus
aliados tradicionales y obtener así, la sanción buscada en todos los casos”[18].
La autora Mariana Llanos reconoce tres etapas de la
relación del Poder Ejecutivo con el Congreso en el caso argentino: delegativa,
cooperativa y conflictiva[19].
A la última etapa corresponde la segunda presidencia de Menem, acompañada del
debilitamiento del liderazgo presidencial respecto de sus fuerzas partidarias.
En este etapa, la privatización del correo, aeropuertos y la Central
Hidroeléctrica Yacyretá, la ley de Actividad Nuclear, la privatización del
Banco Hipotecario y la creación del Fondo Fiduciario Regional, muestran mayor
rechazo por parte del Congreso, en particular en la Cámara de Diputados, puesto
que las herramientas de demora y modificación de proyectos ya no son
suficientes frente al Poder Ejecutivo. Estas experiencias muestran una
decadencia del poder presidencial en el proceso legislativo y evidencian que
las mayorías del Congreso no concuerdan con el Ejecutivo en las políticas que deben
llevarse a cabo.
Frente a la reticencia de Diputados, la
privatización de aeropuertos y el correo fue llevada adelante por medio de
decreto, evitando así a dicha cámara. De hecho, por decisión del Ejecutivo, la
privatización de aeropuertos fue encabezada a partir de un Decreto de Necesidad
y Urgencia puesto que la Cámara Baja no terminaba de expedirse al respecto. Sin
embargo, la medida fue acompañada del rechazo de la oposición al partido de
gobierno alegando que el Ejecutivo estaba llevando adelante una medida
unilateral de fuerza. Finalmente, la Corte Suprema actuaría avalando la acción
de estilo unilateral del Poder Ejecutivo. Al respecto, Llanos afirma “que el
decreto aparece luego de que el trámite legislativo se estanca y se hace
evidente que el Poder Ejecutivo no puede reproducir con éxito el patrón de
relaciones institucionales que caracteriza a la fase cooperativa anterior, esto
es, el de negociar ciertos contenidos de la ley a cambio de su aprobación
final. Por lo tanto los decretos muestran el fracaso del gobierno en el
Congreso, y en este sentido, aparecen más bien como el recurso final de un
presidente débil en apoyos parlamentarios”[20].
Si los últimos años de su mandato, enseñaron al ex
presidente argentino, que no había política sin negociación, que no había
política sin partidos, el caso brasilero por el contrario cuenta con un
presidente que adopta una estrategia distinta de cara al fin de su mandato. Las
debilidades políticas en cada caso son distintas: Carlos Menem cuenta con
legisladores que son disciplinados al partido, no al presidente; Collor de
Mello cuenta con una mínima base de apoyo parlamentaria. Las estrategias de
cara a la finalización del mandato no son tan diferentes: ambas son
decisionistas, la argentina negocia con el propio partido y recurre a la
Justicia para saltear al Congreso, la brasilera no supo negociar pero también
recurre a caminos institucionales que le permitan evitar lo más posible el
proceso negociador.
Leiras sostiene que la estrategia decisionista en el
caso de Collor de Mello se caracteriza por el ejercicio del liderazgo político
y tecnocrático de modo que se gobierna dejando de lado, del proceso de toma de
decisión, a actores sumamente relevantes institucionalmente, de modo que se
saltean “las distorsiones y rigideces institucionales características del
sistema político”[21].
En principio, la estrategia de Color se basa en un gabinete ministerial
compuesto por técnicos y negociaciones individuales con parlamentarios a cambio
de concesiones de radios o TV cuando ya no había puestos para repartir[22] (a
cambio de la aprobación del Plan Collor I). Y el sistema de intercambio
individual de favores y debilidad de apoyos, se agudizó para la aprobación del
Plan Collor II, cuya aprobación estuvo signada por innumerables alteraciones y
enmiendas parlamentarias[23].
El descontento por parte del Congreso provenía no sólo de la desastrosa
situación económica, sino de la gran cantidad de Medidas Provisorias llevadas a
cabo, estrategia presidencial caracterizada de inconstitucional por muchos de
los legisladores, incluso legisladores de la propia base de apoyo de Collor de
Mello.
Sin embargo, una reducida base parlamentaria a principio
del mandato, fue reemplazada en Marzo de 1992 por el intento de formar una
coalición que sería primera minoría en el Congreso. Pero dos meses después, a
pesar de las re-repartición de ministerios en busca de apoyos, ya estaba
circulando la denuncia de corrupción de mano de la revista Veja y la coalición
que sí se formó fue la que hizo posible el impeachment y destitución de
Collor de Mello[24].
.
7.
CONCLUSIONES
El presente trabajo se planteó en un principio
estudiar la relación del Poder Ejecutivo con el Poder Legislativo respecto del
poder constitucional de decreto y los poderes partidarios para los casos de
Collor de Mello en Brasil y el segundo mandato de Carlos Menem en Argentina con
el objetivo de corroborar la hipótesis de que ambos presidentes tienen
estrategias parecidas (ambas decisionistas y clientelares) que tienen
diferentes alcances debido a los obstáculos, y otras veces bondades, que el
poder constitucional de decreto y los poderes partidarios presentan, sin dejar
de lado el margen de libertad que cada ex presidente tuvo para el accionar
unilateral.
En el caso de Menem, hay acuerdo con Diputados y el
Senado en modificar el status quo, en aplicar medidas económicas nuevas, pero
las partes difieren de la profundidad de las medidas, del alcance y hacia el
final del mandato los actores difieren en las políticas que deben llevarse a
cabo. En el caso de Collor, no hay acuerdo en la dirección que deben tomar las
medidas sean cuales sean, las negociaciones son individuales y no hay creación
de coalición mayoritaria, aunque sí se encuentra un intento hacia el final del
mandato, aunque ya era demasiado tarde.
El decreto otorga a los presidentes poder para
influir en la agenda legislativa según lo que muestran las experiencias de
Brasil y Argentina. Sin embargo, según muestra el modelo espacial, diferentes
diseños institucionales determinan hasta qué punto un presidente puede
cooperar con los legisladores sin dejar de lado sus preferencias, aún más si
quiere imponer decretos. El ejecutivo tiene más capacidad para influir en el
proceso legislativo en Argentina, donde cuenta con recursos con la regla de
aprobación tácita, no así en Brasil que no la tiene, y con un apoyo partidario
en el Congreso, que en el caso de Menem, aun teniendo mayoría en ambas cámaras,
debe negociar con ellas.
A pesar de contar con primera minoría de su propio
partido, lo excepcional en el segundo mandato de Menem es, ante la situación
post-hiperinflación, el otorgamiento de poderes extraordinarios por parte del los
partidos políticos en el Congreso al Poder Ejecutivo. A partir de 1995, el
oficialismo coopera con el Presidente en la medida que este se adapta a las
exigencias de negociación con el mismo, el oficialismo no se enfila detrás del
Presidente, sino que le presenta cierta resistencia. Los obstáculos a las
privatizaciones en este período evidencian la afirmación. El segundo mandato menemista
y su intento de gobernación por decreto de necesidad y urgencia se vio paliado
por el Congreso con un oficialismo exigente y una oposición fortalecida ante la
imposibilidad de reelección de Carlos Menem.
Collor de Mello no sólo no adoptó una estrategia
adecuada de cara a conseguir apoyo parlamentario propio (y cuando lo hizo fue
muy tarde), sino que contó con mayores obstáculo que facilidades a la hora de
legislar en su punto ideal. Al respecto, Leiras resalta “un Estado débil,
incapaz de constituirse en la base de un centro de autoridad política en
condiciones de organizar un espacio contractual para interacciones, […] Una
estructura de incentivos institucionales con bajos estímulos para la
cooperación y la formulación e implementación sostenida de las decisiones
gubernamentales. […] Un sistema de partidos demasiado fragmentado y dominado
por elites tradicionales [y] Una sociedad civil desarticulada a través de toda
la gama posible de vínculos de clientelismo y particularismo que la ataban a la
esfera política y a la estatal”[25].
La viabilidad de las políticas de Collor, y su
estrategia clientelista y tecnoburocrática, enfrentó mayores obstáculos que la
experiencia de Carlos Menem, debido a su fracaso en el sostenimiento y creación
de nuevo apoyos en el Congreso nacional por un lado, y a un rígido diseño
institucional que no permite que el Poder Ejecutivo gobierne salteando el
parlamento. Sin embargo, estos no son los únicos obstáculos, otros elemento que
suma Santiago Leiras son, un sistema federal descentralizado y con fuerte
autonomía de los Estados (a diferencia del caso argentino donde el federalismo
fiscal hace las provincias más dependientes del Estado Nacional), un sistema
presidencialista, un sistema electoral proporcional, fragmentación alta del
sistema de partidos y baja disciplina partidaria, son también limitantes a la
posibilidad de una mayor concentración de poderes en el Ejecutivo brasilero que
fortaleciera al presidente[26].
En suma, tanto Carlos Menem como Collor de Mello
adoptaron estrategias clientelares, el primero con los dirigentes de su propio
partido, el segundo con legisladores de diferentes partidos. El primero vio la
aprobación de sus decretos facilitada por el silencio legislativo, la
aprobación tácita y una estrategia basada en la negociación intrapartidaria no
sin resistencias. El segundo enfrentó el obstáculo de un poder constitucional
de decreto que exige la aprobación explícita de parte de los legisladores pero
además llevó a cabo una estrategia que se condice con la necesidad de aprobar
Medidas Provisorias, pero no logra apoyos que perduren y permitan
gobernabilidad a largo plazo. Queda para una profundización de este análisis la
pregunta respecto de la relación del Poder Ejecutivo con los dirigentes
partidarios locales, gobernadores e intendentes, que dé cuenta de manera
acabada cómo son dichas relaciones clientelares.
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