Resumen: Plantea
el notable intelectual cubano Fernando Martínez Heredia (2015), que el
pensamiento de Ernesto
Guevara está sumido hoy en una “zona brumosa” en la cual las personas, si bien
reconocen sus extraordinarias cualidades, tienden a no insertarse. Es necesario
tomar como una importante alerta el aserto del Premio Nacional de Ciencias
Sociales, porque de acuerdo con otra de sus valiosas sentencias, el Che y Fidel
Castro tradujeron el marxismo definitivamente al español desde la teoría y la
praxis revolucionaria.
Palabras clave:
Che Guevara, marxismo, socialismo.
Abstract:
It raises the remarkable Cuban intellectual Fernando Martínez Heredia (2015),
that the thought of Ernesto Guevara today is mired in a "foggy zone"
where people in Cuba, while recognizing his extraordinary qualities, tend to
not enter it. Is urgent to take as an important alert the assertion of the
Cuban National Prize of Social Sciences, because according to another of their
valuable statements, Che Guevara and Fidel Castro definitely translated the
Marxism to Spanish, from the revolutionary theory and the praxis.
Keywords:
Che Guevara, marxism, socialism.
El Che Guevara y el
socialismo cubano hoy.
Autor:
Juan Manuel Álvarez Tur. Universidad de Ciencias Informáticas. Email: jmalvarez@uci.cu
En retrospectiva
A juicio del autor, la
propuesta guevariana contenida en "El socialismo y el hombre en Cuba"
revela, junto al pensamiento sociopolítico de Fidel Castro, la esencia vital
para construir el socialismo cubano. Este comprendería el desarrollo de
individuos con una conciencia de cuyo venero surgen actitudes y dinámicas
sociales que marcan una distancia real respecto a las que se despliegan en el
capitalismo, y al mismo tiempo son superiores, irrecusablemente nuevas. Según
Martínez Heredia, interpretando el ideario del Che, no se trata solo de
plantearse la oposición a ese régimen social que no ceja en su capacidad de
perpetuarse en el tiempo, que es el capitalismo, sino que el socialismo tiene
que ser diferente en sus métodos y motivaciones. (Martínez Heredia, 2010)
El autor coincide con el
criterio sostenido por el destacado intelectual cubano (Ibídem) cuando
afirma que el Che potencia la dimensión subjetiva en la transición socialista frente
a la corriente que defiende la supeditación de la acción de los participantes
en ese proceso (el parto doloroso del que habla Guevara) a las “condiciones
objetivas”.
La guía para la elaboración
del presente trabajo contiene la visión del Che sobre tres aspectos
fundamentales: 1) la necesidad de desarrollar la conciencia comunista; 2) el
rol que le corresponde a la vanguardia en la construcción socialista; y 3) cuál
es la actitud ante el trabajo de los individuos influidos por la conciencia
comunista. De manera breve, también se hace referencia a la visión del Che
sobre la democracia presente en “El socialismo y el hombre en Cuba”.
Una de las primeras
observaciones que hace el Che en el texto, es que la construcción del
socialismo se nutre de un proceso de concientización sobre una masa que no está
preparada inicialmente para dar un salto cualitativo en su actividad social.
Requiere, por tanto, de un influjo. Durante la lucha guerrillera en la Sierra
Maestra, plantea el Che que la guerrilla funcionó como “motor impulsor del
movimiento, generador de conciencia revolucionaria y de entusiasmo
revolucionario”, creando “las condiciones subjetivas necesarias para la
victoria”. (Guevara, 2013)
La concienciación política,
en la concepción del Che, es un proceso sumamente complejo, porque la "...nueva
sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado".
Para el Che no solo aplican como elementos que lastran el proceso "los
residuos de una educación orientada al aislamiento del individuo”, sino también,
dado el carácter mismo de la transición, la persistencia de las relaciones
mercantiles. Afirma: “La mercancía es la célula económica de la sociedad
capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de
la producción y, por ende, en la conciencia”. (Ibídem) El Che es muy
claro. Hay una competencia, una lucha. Una convivencia entre aspectos del nuevo
régimen a crear y el que le antecede que se debe transparentar a toda la
sociedad.
En el orden de la
orientación ideológica socialista, si bien hasta el Proceso de Rectificación de
Errores y Tendencias Negativas, considera el autor que, con fluctuaciones y
dinámicas no siempre positivas, existió en Cuba una actividad organizada para
desarrollarla, entiende también que, en alguna medida presionada por el período
especial y el recrudecimiento de la política de cerco económico estadounidense,
la ineludible tarea de concientizar al pueblo en lo que respecta al socialismo,
sus metas y demandas, no ha logrado recuperar el ritmo ni el volumen que
alcanzó. Y la transición socialista precisa de intencionalidad, de un fuerte
componente de consenso ideológico. En caso contrario, ese espacio es ocupado
por la ideología capitalista, que se expande sin oposición. El Che alerta: “Las
leyes del capitalismo, invisibles para el común de las gentes y ciegas, actúan
sobre el individuo sin que este se percate”. (Ibídem)
A irradiar en las masas la
idea del socialismo debe contribuir la actividad de concientización política
apoyada en el marxismo, pero el marxismo del Che es un marxismo inquieto, que
interroga y reflexiona: copia, modifica y tacha. Resalta la profesora y
ensayista Isabel Monal, que el marxismo actualmente en Cuba “está muy
desocializado, en estado desastroso”. Si bien en la década de 1960 existió
un amplio debate alrededor de modos diferentes de valorar el marxismo, señala
Monal que hoy no se cuenta con ninguna de las dos corrientes predominantes de
manera consistente. Asevera Concepción Nieves que es urgente percatarse a
tiempo de que la reflexión sobre los senderos socioeconómicos que recorre
actualmente Cuba y el hacer no pueden estar divorciados del pensamiento
marxista. (Temas, 2010)
El desarrollo de una base
económica que sustente cada vez más creciente la satisfacción de las
necesidades de las personas, no es para el Che aquella clave que define el
socialismo: para él, la clave es la conciencia que la sociedad ha logrado
inculcarse. Por eso dice que “para construir el comunismo, simultáneamente
con la base material hay que hacer al hombre nuevo”. (Guevara, 2013)
El hombre nuevo del Che es
inevitable para el socialismo cubano porque solo él podrá, preñado de la
conciencia comunista, arrostrar los sacrificios que entraña la construcción de
la nueva sociedad en un país que no tiene altos niveles de desarrollo de la
vida material. Por eso en una carta que data del 14 de marzo de 1960, afirma Guevara
que el futuro socialista solo es posible conquistarlo con “sudor, trabajo y
sacrificio”. (Ibídem)
El Che promueve que un
agente catalizador en el desarrollo de la conciencia sea el ejemplo de la
vanguardia. A través de su revolucionario despliegue, el ejemplo se yergue
como una manera efectiva de educar a la masa, acompañado del discurso, o sea,
de la orientación ideológica necesaria para señalarle con claridad dónde
encontrar los basamentos de la nueva sociedad. Refiere el Che: “tendremos
que nutrirnos de la masa”, anotando inmediatamente que “esta solo podrá
avanzar más rápido si la alentamos con nuestro ejemplo”. (Ibídem)
Sin estos catalizadores —el
ejemplo de la vanguardia y la orientación ideológica— o cuando sus rendimientos
son bajos, la construcción socialista entra en modo de hibernación, o bien
puede haber una completa regresión política.
Sobre la vanguardia, alerta
el Che que sus miembros no pueden esperar “ninguna retribución material”,
y que se trata de una tarea magnífica pero también angustiosa. Cuando se
revisa el ideario guevariano en lo que respecta a su conceptualización de la
actitud que debe guiar la vida social del dirigente, se levanta una propuesta
notablemente difícil de aceptar y ejecutar, con un vivo llamado a la austeridad.
Observa el Che que si “un hombre piensa que, para dedicar su vida entera a
la Revolución, no puede distraer su mente por la preocupación de que a un hijo le
falte determinado producto, que los zapatos de los niños estén rotos, que su
familia carezca de determinado bien necesario, bajo este razonamiento deja
infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción”. También puntualiza que
los hijos de aquellas personas que ocupan puestos de dirección “deben tener
y carecer de lo que tienen y de lo que carecen los hijos del hombre común”.
(Ibídem)
Para Guevara, el cuadro es “un
individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político para poder
interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y
transmitirlas como orientación a la masa”. En el Che es muy importante, que
si bien ese cuadro debe unir su desarrollo político a un apropiado nivel
técnico, su capacidad de sacrificio debe ser grande. En su texto
“Contra el burocratismo”, expresa la necesidad de encontrar personalidades
“probadas en el sacrificio”.
Toda esta lógica del Che, a
juicio del autor, debe estar siempre presente en la práctica social del dirigente
en un país en transición socialista. Y tal aserto va en dos direcciones. No
debe bajo ninguna circunstancia fijarse como tendencia que el acceso a
determinadas prebendas socioeconómicas sirva como palanca motivacional para
ocupar cargos de dirección. Tampoco deben establecerse diferencias en cuanto al
nivel de satisfacción de la vida material de los cuadros y sus familias, en oposición
a la situación de aquellos obreros que no ocupan cargos. Prácticas de
privilegio en el otorgamiento de viviendas, el establecimiento de comedores especiales
o la distribución con prioridad para ellos de planes vacacionales (por citar
algunos ejemplos) erosionan la percepción que sobre ese grupo de avanzada se
extiende en la población. Esto es más crítico todavía cuando los dirigentes no
tienen suficiente capital político.
El Che comunica una y otra
vez que toda la práctica social debe ser diferente a como ha sido para
implicarse en una construcción efectiva del socialismo. En la asunción del
trabajo, la esencia que ofrece el Che es, para el autor, muy certera. En
abril de 1965, antes de su partida al Congo, el Che (Guevara, 2012) le escribe
a Fidel: “Nosotros tenemos una gran laguna en nuestro sistema: cómo integrar
al hombre a su trabajo de tal manera que no sea necesario utilizar eso que
nosotros llamamos el desestímulo material, cómo hacer que cada obrero sienta la
necesidad vital de apoyar a su revolución y al mismo tiempo que el trabajo es
un placer”. Más adelante señala: “Si la solución estuviera en la
posibilidad de desarrollo de ese mismo obrero en el sentido material,
estaríamos muy mal”.
En el tiempo que vivió el
Che, todavía faltaba (como falta hoy) que el trabajador lograra “la completa
recreación espiritual ante su propia obra, sin la presión directa del medio
social, pero ligado a él por los nuevos hábitos”. Y era tajante en la
sentencia posterior: “Esto será el comunismo”. (Guevara, 2013) O sea,
asumir el trabajo desde una posición esencialmente lúdica, de entusiasmo, es
una señal inequívoca para el Che del comunismo que vendrá.
Por tanto, no defiende la
tesis de motivar al individuo para el trabajo desde la inyección previa de
mejoras económicas, o la esperanza de obtenerlas. El Che habla de crear en él
la conciencia de la importancia de su aporte para la creación de la nueva
sociedad. Dinámicas como trabajar más y mejor cuando se recibe más en términos
monetarios, que se aprecian en las nuevas formas de gestión económica en Cuba,
donde sus integrantes expresan felicidad por los resultados económicos que obtienen
y un mayor sentido de pertenencia con lo que hacen, son antitéticas con el
pensamiento del Che, que es estar contra la moral comunista que él defendió;
demuestran también una incapacidad para influir desde la educación política en
las personas que así se manifiestan. Es importante también notar la
convergencia del Che y Fidel en esta idea sobre lo que constituye una moral
comunista en el ejercicio del trabajo social:
“Si el hombre trabaja más
porque gana más, es una actitud positiva…, ayuda, produce más, pero no es una
actitud comunista. Si hace más porque va a recibir un estímulo material, puede
ser útil y puede aumentar la distribución, la riqueza y ayudar al desarrollo,
pero no forma una conciencia comunista”. (Castro, 1982)
Para el Che, durante la
transición socialista el “hombre comienza a liberar su pensamiento del hecho
enojoso que suponía la necesidad de satisfacer sus necesidades animales
mediante el trabajo. Empieza a verse retratado en su obra y a comprender su
magnitud humana a través del objeto creado, del trabajo realizado. Esto ya no
entraña dejar una parte de su ser en forma de fuerza de trabajo vendida, que no
le pertenece más, sino que significa una emanación de sí mismo, un aporte a la
vida común en que se refleja: el cumplimiento de su deber social”. Se
aprecia convicción cuando redacta estas líneas, además de su capacidad para
fijar postulados filosóficos con los que el autor coincide. (Guevara, 2013)
El Che también plantea: “Resta
un gran tramo a recorrer en la construcción de la base económica, y la
tentación de seguir los caminos trillados del interés material como palanca
impulsora de un desarrollo acelerado es muy grande”. Es un arma mellada del
capitalismo, y conduce a “un callejón sin salida”. Tenía muy definido
por qué, en ocasiones, se abusaba de la palanca del interés material, o de la
privatización: “No (...) escondo mi preocupacion porque el Estado haya sido
muchas veces menos eficaz que el productor privado”. El Che admite esto pero
está convencido de que esa lógica es reversible, por eso aquel llamado a “no
desconfiar demasiado de nuestras fuerzas”. (Ibídem)
Cuando el Che defiende no
utilizar las armas melladas del capitalismo, lo que pretende es destacar que
bajo dinámicas capitalistas no se aprehende una moral comunista. El autor suscribe
este juicio guevariano. En ambos (en el Che y en Fidel) es palpable la idea de
que la fórmula no es “desarrollo para ser socialistas”, sino “ser socialistas
para traer el desarrollo”. Las personas deben comprender la necesidad de un
cambio para ser más libres y solidarias, construir un orden mundial más justo,
y, en virtud de tal fin, modelar su práctica social, que debe conducir al
establecimiento de una sociedad con mayores oportunidades de acceso a bienes y
servicios.
En su “Sobre el sistema
presupuestario de financiamiento”, el Che no vacila en anunciar que puede
estar equivocado en defender que el desarrollo de la conciencia hace más por el
desarrollo de la producción que el estímulo material: “si en el curso (de
la experiencia) se demostrara que es un freno peligroso para el desarrollo
de las fuerzas productivas, habrá que tomar la determinación de cortar por lo
sano y volver a caminos transitados”. Hay expresada en esa sentencia una
dialéctica importante. Pero también es preciso atender al bajo desarrollo que
ha tenido la actividad de concientización social, como han expresado analistas
citadas aquí.
Aunque el estado de la
concienciación política en clave guevariana pudiera catalogarse como crítico,
reflejándose cierto agotamiento de la creatividad para educar a las masas en la
radicalidad de su propuesta, debe señalarse ineludiblemente la difícil
situación de hostigamiento económico y político al que ha sido sometida la
Revolución Cubana desde su nacimiento como un importante e influyente factor.
Sobre estos asuntos, es
necesario discutir mucho más, sin pretender utilizar las ciencias sociales para
validar un cambio que impulse la economía, sino concretar una ciencia social
para la liberación, para la construcción del socialismo, y sobre esa base
erigir el “puesto de mando” sobre la economía. No se puede dirigir a sí misma (oferta
y demanda) porque, como plantea Martínez Heredia (2015), tal idea “es
una piedra miliar de la ideología del capitalismo”.
Breve incursión en el
pensamiento guevariano y la democracia.
El Che busca una democracia
nueva y, aunque no llega a definir cómo debe funcionar, sí la dibuja fijando
sus fronteras bien alejadas de la democracia burguesa con sus “cámaras
legislativas”. Un ordenamiento ajustado a las condiciones y peculiaridades
de la construcción del socialismo cubano. Para él, la institucionalización a
crear debe ser “un conjunto armónico de canales, escalones, represas,
aparatos bien aceitados que permiten esa marcha (hacia el comunismo),
que permitan la selección natural de los destinados a caminar en la vanguardia”.
Finalmente, debe llegarse a “algo nuevo que permita la perfecta
identificación entre el gobierno y la comunidad en su conjunto”. (Guevara,
2013)
Al mismo tiempo, escribía el
Che que se requería cuidado para que ningún aspecto formal separara a la clase
dirigente de la masa, lo que podría hacer “perder de vista la última y más
importante ambición revolucionaria que es ver al hombre liberado de su
enajenación”. Ello le sugiere al autor, que mover la Asamblea Nacional del
Poder Popular de lugar, no determina el grado de profundidad de la democracia
que como institución puede alcanzar. Al movimiento hay que dotarlo de sentido y
llenarlo cada vez más de participación popular.
Conclusiones
Si se excluye el legado más
radical del Che y Fidel, y tampoco se cruza con el marxismo la realidad cubana
de hoy, entonces, para el autor, no se puede hablar fielmente de construcción
del socialismo en Cuba. Lo “normal”, o conquistar solo “lo que es posible”, vendría
siendo la historia de siempre del capitalismo: éxito o fracaso, una sociedad
marcada por el culto hacia lo material, la permanencia de la discriminación en
el acceso a bienes y servicios y la explotación entre las personas. Como se ha
podido apreciar, para el Che lo que marca o no la presencia de una moral
socialista es la conducta con la que se asume la vida social, los valores en
los que ella se sustenta, la solidaridad, la participación en tareas de
culturización socialista y desarrollo colectivo. El Che no solo es
perfectamente extrapolable a nuestra actualidad, más que eso, es necesario,
ineludible, y cualquier orden social que pretenda lo contrario no será
socialista, aunque se presente con ese ropaje.
Fuentes:
Martínez Heredia, Fernando.
A viva voz. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010.
Guevara de la Serna,
Ernesto. Che en la Revolución Cubana. Tomo 1. Editorial José Martí, La Habana,
2013.
Revista Temas. El legado de
Marx (Panel efectuado en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, el 27 de
mayo de 2010.). Disponible en: http://www.temas.cult.cu/revistas/71/093-106_Marx.pdf
Guevara de la Serna,
Ernesto. Retos de la transición socialista en Cuba (1961-1965). Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2012.
Castro Ruz, Fidel. Discurso pronunciado
por Fidel Castro Ruz, en el Acto Clausura Del IV Congreso de la UJC, el 4 de
Abril de 1982. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1982/esp/f040482e.html.