Resumen
El capitalismo vive una de sus más profundas
crisis. Sin embargo a su agonizante futuro aún le quedan fuerzas para instaurar
un nuevo diseño que le permita reconstruir su dañada estructura. Todo indica
que el modelo de capital de carácter Tecnológico,
informacional, comunicacional y de conocimiento está llamado a salvar al
sistema.
Asistimos
a una nueva era económica-productiva debido a la reorganización industrial y la
conversión tecnológica. Hoy en día el capital puede ser información y la economía
de la información controla y desarrolla las capacidades de la acumulación
flexible, sometiendo las subjetividades sociales al poder de las tecnologías de
la información y las comunicaciones. Por consiguiente, el control oligopólico de
las nuevas tecnologías de la información constituye uno de los principales
instrumentos para el dominio económico mundial.
Palabras
clave
Capitalismo,
medios de comunicación, nuevo modelo de capital, desarrollo
ABSTRACT
Capitalism
is under one of its deepest crisis. However, it still remains strong and can
establish a new design in order to rebuild its damaged structure.
Technological, informational, communicative and knowledgeable capitalism would
be able to save the system.
This
is a new economic-productive era due to technological conversion and industrial
reorganization process. Nowadays, capital may be information and economy of
information controls and develops flexible acquiring abilities. As a result of
this, social subjects are submitted by informational technologies and
communications. In the end, new technology of information oligopoly’s control
becomes one of the main resources of worldwide economic power.
Key
Words
Capitalism, mass media, new capital model,
developing
El
cambio tecnológico como eje articulador del nuevo modelo del capital
MSc.
Joaquín Santos Núñez*
Introducción
Las ciencias sociales
viven importantes desafíos, nuevos y antiguos problemas toman cuerpo y
necesitan un nuevo análisis desde el binomio praxis–teoría. Un mundo más complejo,
con un desarrollo tecnológico y comunicacional nunca antes visto, donde nuevos
actores se disputan la hegemonía mundial ponen a discusión los paradigmas
clásicos de la disciplina.
La actual crisis
estructural del capitalismo y su incierta salida remueve todos los presupuestos
del sistema sentando las bases para un nuevo modelo del capital que aún está
por vislumbrarse. Hoy más que nunca se necesita esa imaginación sociológica
para entender las relaciones de los sujetos con las transformaciones a escala
global.[1]
El capitalismo posee
la capacidad de mutación y a lo largo de la historia ha revolucionado las
sociedades y sus economías. A pesar de ello, el mismo, no es homogéneo, con la
tercera revolución tecnológica o industrial se profundizaron los procesos de
transnacionalización y globalización de la economía mundial. Este proceso unido
al derrumbe del campo socialista propició el fortalecimiento de nuevos centros
capitalistas basados en la conformación de megabloques económicos y sus
respectivas rivalidades intercapitalistas.[2]
La presencia de los
medios en la vida de las personas como instrumentos de reproducción cultural es
innegable. En ese sentido, ellos jugaron y juegan un papel esencial en la
formación del capitalismo y en su legitimación.
De esta manera, el
control oligopólico de las nuevas tecnologías de la información constituye uno
de los principales instrumentos para el dominio económico mundial y un factor
de poder en el sistema de relaciones internacionales. A ello se incorpora la
presencia de monopolios mediáticos como instrumentos de reproducción para la
legitimación del capitalismo y su proyecto de dominación cultural.[3]
En
los últimos años se profundiza la convergencia de empresas, medios, tecnologías
y lenguajes, siendo evidente el entrelazamiento de emporios comunicativos a
escala global con un discurso hegemónico. Estas trasnacionales se encuentran en
manos de tres de las mayores potencias económicas: Estados Unidos, Europa y
Japón, siendo la lógica del mercado quien impone sus valores y sus
condicionamientos sobre los modos de producción y de distribución.
La comunicación
política generada incide en el sistema de creencias, normas y valores de la
opinión pública llegando a reproducir o generar formas políticas aceptadas
dentro de una sociedad determinada. Se construye, bajo los presupuestos de
dicho sistema, un monopolio de la información que permite un uso arbitrario de
los medios dando lugar a la manipulación de los mensajes, de acuerdo con
intereses sectoriales.
El
cambio tecnológico como eje articulador del nuevo modelo del capital
El
sistema capitalista como formación económica y social ha transitado por
diversos momentos en su conformación. Su lógica y reproducción le permite
desarrollar una dinámica en tiempo real que le hace capaz de trascender sus
crisis intrínsecas y a la vez mantener su evolución a través del tiempo.[4]
Según Carlos Marx el capitalismo logra imponerse destruyendo todas las formas
arcaicas del feudalismo para dar paso a su desarrollo.
Como
bien expresó Marx[5]
el capitalismo como sistema incluye a las crisis cíclicas como momentos de su
desarrollo. El desarrollo del sistema esta permeado por una sucesión de
períodos de expansión y contracción, de acuerdo con la superestructura
ideológica y política que acompaña su transformación histórica (Liberalismo,
Keynesianismo, Neoliberalismo).
Si bien desde el 2007
comenzó una de sus tantas crisis, para el Sociólogo Göran Therborn estas constituyen el
ritmo de vida del sistema y su contradicción fundamental es más sociológica que
económica. Lo anterior se pone de manifiesto por las profundas desigualdades
sociales y exclusión social generada por el poder del mercado, la
reestructuración de los países desarrollados trayendo consigo una nueva
estratificación de las clases populares y medias. De esta forma, asistimos a
formación de un capitalismo reformado.
Vivimos
una nueva lógica económica-productiva debido a reorganización industrial y la
conversión tecnológica. La acumulación se diversifica en cuanto a los modelos
de producción y de organización del trabajo. Hoy en día el capital puede ser
información y la economía de la información controla y desarrolla las
capacidades de la acumulación flexible, sometiendo las subjetividades sociales
al poder de las tecnologías de la información y las comunicaciones.[7]
Sin
embargo, para comprender la nueva lógica del capital habría que analizar como
el cambio tecnológico modela la realidad social, si tenemos en cuenta que la
globalización de la economía capitalista junto a los avances
tecnológicos cambian radicalmente las formas de división social del trabajo, la
organización de la producción, el pensar y las desigualdades sociales.
El
capitalismo, como abordamos anteriormente, se conforma a través de diferentes
formaciones económicas y sociales o paradigmas económicos. El marxismo clásico
estudia las mismas desde la óptica del materialismo dialectico transitando
desde la Comunidad Primitiva hasta el Capitalismo demostrando los cambios que
se operan en los modos de producción y en las relaciones de producción. Otros
abordan la problemática desde los paradigmas económicos desde la Edad Media
hasta la actualidad, cada uno de ellos definido por un sector dominante de la
economía:
1-La
agricultura y la extracción de materias primas domino la economía, hasta el
siglo XIX.
2-La
Revolución Industrial y la fabricación de bienes durables que ocupan una
posición ventajosa hasta mediados del siglo XX.
3-Los
servicios y el control de la información en la actualidad.
Estos
paradigmas no ocurren de manera homogénea y en la actualidad muchos países
transitan por el primer paradigma y otros los viven de manera interrelacionada
en sus procesos de desarrollo económico. Lo que sí está claro que asistimos a
un proceso acelerado de una economía de la informatización, lo cual no
significa que la producción industrial será abandonada ni quedara replegada por
otros renglones económicos, sino que esta se favorecerá por los avances de este
sector.
La
historia del capitalismo es una constante producción de innovación tecnológica.
Desde la Revolución Industrial quedó demostrada su lógica radical de
desmembramiento de las estructuras artesanales del feudalismo y la formación de
un sistema fabril y su nuevo modo de producción a través de distintas
Revoluciones tecnológicas que determinaron la estructura social y política de
las sociedades.
Para la
investigadora Carlota Pérez, especialista en el estudio del desarrollo
tecnológico[8],
ocurrieron cinco revoluciones y transitamos hacia la sexta. La primera data de
(1771), con la apertura de la hilandería de algodón en Arkwrigh en Inglaterra;
la segunda (1829) con la creación de la máquina de vapor y los ferrocarriles.
La tercera (1875) con la llegada del acero, la electricidad y la ingeniería
pesada. La cuarta (1908) el petróleo, el automóvil y la producción en masa o
Fordismo. La quinta (1971) o era de la informática y las telecomunicaciones. La
sexta seria la convergencia de todas las tecnologías, en mi opinión proceso por
el cual comenzamos a transitar.
Lo
anterior se relaciona con el cambio producido para entender el concepto de
desarrollo, el cual sobrepasa los niveles macroeconómicos para incorporar
indicadores sociales. Hoy no puede considerarse al nivel de industrialización
como el más importante, luego que durante las últimas décadas se trasladan los
centros fabriles tradicionales hacia las periferias donde los costos de
producción son menores, fenómeno llamado deslocalización industrial.
También
se produce un cambio en la relación de los trabajadores con los medios de
producción, no en el sentido de la propiedad, sino de la subjetivación que
hacen de su condición social. Y el alejamiento de las grandes industrias no es
solamente geográfico, sino también social. La clase obrera industrial se aleja
de los centros de poder y propiedad. Ello contribuye a que se produzca la
llamada desaparición de la clase obrera, entendiendo por obrero sólo al
tradicional de “cuello azul”, y su paulatina sustitución por trabajadores, en
gran parte de alto nivel de calificación, que se desempeñan en sectores no
industriales de la economía o que trabajan en la industria en condiciones
completamente diferentes de las tradicionales.[9]
En
ese sentido, la revolución de la información permitió la desarticulación de la
clase obrera tradicional con el recorte de los puestos de trabajo, el cambio de
la relación capital trabajo con la disminución de las grandes fábricas por
pequeñas empresas y la ausencia o fragmentación de los sindicatos.
La
quinta revolución Industrial, por otra parte, promovió el uso intensivo de
información con base a las tecnologías de la información y las
telecomunicaciones, reconociendo al conocimiento como un valor añadido
intangible. Con ello se logra la integración descentralizada, las estructuras
en red, la segmentación de los mercados y las denominadas economías de
cobertura y de especialización. Los actores a nivel internacional considerados
claves en la industrialización de la tecnociencia son Estados Unidos, Alemania,
Francia, Inglaterra y Japón, cuando estas cadenas productivas se articulan se
puede hablar de redes tecno –industriales consolidadas.[10]
Estos
cambios de la estructura social están estrechamente relacionados con el proceso
de transición hacia lo que se conoce como la sociedad del conocimiento. Esta expresión
“sociedad del conocimiento” es considerablemente más amplia que la de “economía
del conocimiento”, pues engloba toda la serie de reordenamientos sociales y
políticos que son necesarios para que esta última pueda existir.
El otro concepto es el de la sociedad de la información, término
introducido por Daniell Bell a mediados de 1960. De igual modo,
AlvinToffler, , anticipó en su obra La Tercera Ola algunas
características de este tipo de sociedad, la cual descansará en la
información, el conocimiento, la creatividad y en donde la productividad
dependerá del desarrollo de nuevas tecnologías, las cuales permitirían al
hombre hacer menos y pensar más.
La
construcción de este tipo de sociedad está marcada por el desarrollo de las
TICs, las que son el resultado de las transformaciones estructurales que
favorecen la transición de las sociedades industrializadas al mundo
globalizado.
Este
nuevo modelo de sociedad empieza su desarrollo a partir de concluida la
Segunda Guerra Mundial, cuando la industria desarrolla su capacidad
reproductiva ampliando mercados y concentrando el poder del capital hasta
límites inimaginables y con la llegada de la tercera revolución tecnológica o
industrial, lo cual profundizo los procesos de transnacionalización y globalización
de la economía mundial. Todo esto unido al derrumbe del campo socialista
propició el fortalecimiento de nuevos centros capitalistas basados en la
conformación de megabloques económicos y sus respectivas rivalidades
intercapitalistas.[11]
En
la actual estructura capitalista el control de las tecnologías de la
información constituye una necesidad estratégica de la economía. Las
corporaciones transnacionales se vuelven dependientes de los flujos de
información para garantizar la circulación de bienes y servicios en el mercado
mundial. Es por ello que la producción y las finanzas necesitan una mayor
integración de la infraestructura de comunicaciones.
El
complejo comunicación-industria, es una nueva exigencia de la economía mundial,
dominada por el control financiero y tecnológico y la centralización de la
industria del marketing. De ahí la incidencia de los elementos informativos en
el proceso de financiación de la economía. “Tanto en términos de hardware como
de software, la comunicación internacional es una rama importante de la
actividad industrial. Las empresas que poseen intereses considerables en la
comunicación internacional figuran entre las mayores empresas industriales del
mundo” [12]
El
capital trasnacional considera la comunicación y la información como factores
endógenos de crecimiento. “La comunicación se ha convertido en una rama
provechosa y vital de la producción industrial. El control de la comunicación
abre importantes perspectivas al manejo de la necesidades del consumidor y a la
legitimación de los intereses del negocio”[13]
Si
aceptamos que el eje fundamental del capitalismo contemporáneo pasa por la
circulación financiera internacional se debe a que las innovaciones
tecnológicas cambiaron el modo de funcionamiento de los mercados financieros.
Ejemplo de ello es la importancia de la utilización de las tecnologías de la información en la concentración bancaria
debido a los flujos de datos a tiempo real para ser efectiva la expansión de
los movimientos de capitales.
El
control oligopólico de las nuevas tecnologías de la información constituye uno
de los principales instrumentos para el dominio económico mundial y un factor
de poder en el sistema de relaciones internacionales. A ello se incorpora la
presencia de monopolios mediáticos como instrumentos de reproducción para la
legitimación del capitalismo y su proyecto de dominación cultural.[14]
Lo
que ha ocurrido en los últimos años es la convergencia de empresas, medios,
tecnologías y lenguajes, siendo evidente el entrelazamiento de emporios
comunicativos a escala global con un discurso hegemónico. Todas estas
trasnacionales se encuentran en manos de tres de las mayores potencias
económicas: Estados Unidos, Europa y Japón, siendo la lógica del mercado quien
impone sus valores y sus condicionamientos sobre los modos de producción y de
distribución.
Los medios y su
estructura real
La inserción de los
medios de comunicación en el sistema mundo se articula a través de tres
elementos esenciales: el desarrollo tecnológico, el modelo de mercado y el
sector de la industria cultural.
Según Sánchez-Tabernero la
actual situación de concentración de los medios hay que analizarla según el
modelo de mercado en que estos han estado imbricados, definiendo tres cambios
importantes a partir de la década de los 80 del siglo XX. El primero, el
desarrollo de las nuevas industrias de comunicación —favorecidas por la
aplicación de las nuevas tecnologías, el segundo el final del monopolio público
de los medios audiovisuales y el tercero el incremento de los ingresos
publicitarios, que hace posible que las empresas de comunicación se recuperen
de la recesión económica que presentaban desde la crisis de principio de los
70.
La suma de estos factores
son claves para el desarrollo de los grandes grupos multimedia y la concentración
empresarial actual. Para un autor como McChesney la participación en un
mercado global es un principio rector del que participan los principales grupos
mediáticos mundiales. Éstos están regidos por unos valores comerciales que influyen
en el comportamiento y contenido de los medios públicos.
En los últimos 25 años,
como se ha planteado anteriormente, el modelo comunicacional y los medios se
caracterizan por insertarse en la lógica neoliberal. De hecho, es el modelo de
mercado con su ley de oferta y demanda quien mueve las tendencias de contenido,
variedad de programación y producción, así como de importación y exportación de
productos mediáticos.
En el ejercicio
periodístico, si antes el profesional producía bajo la influencia del poder
Estatal, ahora se adecua a las políticas comerciales e institucionales de la
empresa donde trabaja, ya sea en favor de un grupo comercial o de un círculo
político. Los periodistas no tienen garantizada totalmente la libertad de
expresión, sino una libertad en función de la oferta y la demanda.
Esta poderosa
industria cultural genera la especialización de mercados y de contenidos
dirigidos a audiencias clasificadas, fragmentación de la sociedad a partir de
gustos, preferencias, estilos de vida y costumbres; una homogeneización -o
globalización- de las culturas, cada vez reconociendo menos lo local y
enfocando lo global como tema central del interés público.
La irrupción de la
revolución de Internet y de la era digital ha llevado hasta el sector de la
información, con la perspectiva de ganancia fácil, a industriales de los
sectores más variados -electricidad, informática, armamento, construcción-. A
su vez se unifican conglomerados que acaparan en pocas manos los medios de
comunicación e integran de manera vertical y horizontal los sectores de la
información, la cultura y la diversión, separados anteriormente.
Estos conglomerados
no diferencian las tres formas tradicionales de comunicación (escrita, verbal o
con imágenes), fomentando tanto Internet como las telecomunicaciones en general
como un nuevo y poderoso medio que abarca las actividades culturales, de
diversión y deportivas, de comunicación y de información. En esta medida cada
vez es más difícil distinguir a los diferentes sectores industriales de la información
de los de la cultura de masas y de la diversión. Los grandes conglomerados
mundiales adquieren dimensiones de multimedia y venden sus productos bajo otros
soportes aparte de la radio, la televisión y los periódicos tradicionales, o
sea con filmes, videos, discos compactos, DVDs, parques de diversiones, cines,
teatros, deportes.
Llegados a este punto
podemos afirmar que el sector de la industria de la información supera con
creces el ámbito nacional-territorial ya que inaugura redes de articulación entre
empresas que proveen de diversos servicios, independientemente de su origen
geográfico. Estudios avanzados proponen tres categorías del sistema global
comercial de la información y la comunicación:[16]
Grandes compañías y
grupos transnacionales:
(10): General
Electric, AT&T, Disney, Time Warner, Sony, News Corp., Viacom, Seagram y
Bertelsmann.
Compañías y grupos
dominantes de mercados regionales:
(50): Dow
Jones, Comcast, The New York Times, The Washington Post, Hearst, McGraw Hill,
CBS, Times-Mirror, ReaderŽs Digest, Pearson, Kirch, Havas, Mediaset, Hachette,
Canal +, Prisa y Reuter.
Compañías y grupos
dominantes de mercados domésticos o subregiones:
(90): Televisa,
Cisneros, Globo, Clarín.
La concentración de
la propiedad de los medios significa por ejemplo que los cinco mayores
conglomerados estadounidenses controlan casi la totalidad de las cadenas de
radio y de televisión de este país. A modo de ejemplo, la compañía Clear
Channel en Estados Unidos posee 1.200 estaciones locales de radiodifusión. Esta
compañía opera en 65 países entre Europa, Asia-Pacífico, África, México y
América del Sur.
Principales
características de los conglomerados de la información:
1. Están conectados a
redes financieras y tecnológicas (telecomunicaciones).
2. Se han ido fusionando
progresivamente (esta dinámica proseguirá en el futuro).
3. Establecen alianzas
o acuerdos coyunturales para acciones concretas y para la compra - venta de
productos mensajísticos.
4. Es frecuente que
compartan la propiedad de alguna empresa mediática o de otro tipo. Por
ejemplo, Time Warner y Vivendi tienen un punto de contacto en la cadena europea
de información CNN+.
5. Fijan el “orden del
día” del mundo a través de sus servicios audiovisuales y de prensa (News
Corporation tiene una fuerte influencia en la agencia Reuter).
6. Influyen en
mayor o menor medida en las culturas/mentalidades de los pueblos. Desde
finales de la segunda guerra mundial vienen construyendo nuestro universo
simbólico.
7. Son globalmente
locales y localmente globales (el canal de música MTV, propiedad de Viacom –
CBS, trata de adaptar sus contenidos, en parte, a la zona cultural donde se
observe. Sin embargo, la transmisión mensajística es cualitativa y
sustancialmente similar.
8. No tienen un
contrapoder o contracultura similar a la de ellos.
9. El receptor está
obligado a contrarrestar sus posibles influencias negativas
recurriendo a otras fuentes de formación y de información.
Es innegable que la
mayoría de estas empresas o conglomerados se encuentran en manos de países
desarrollados. Esta situación desfavorece a los países subdesarrollados, los
cuales se encuentran alejados y excluidos y sin capacidad productiva y nivel
tecnológico para competir en el mercado mediático. De este modo, el 90% de las
patentes de inventos registradas se encuentran en Estados Unidos y Europa, en
cambio, América Latina y África, juntas, producen solo el 2%.
De igual modo ocurre
en el ámbito de las redes informáticas (como Internet), los bancos de datos y
las cadenas por satélite. El dominio de estos países es aplastante y extiende a
todos los niveles, la propiedad, la gestión, la programación y la producción
técnica.
Una de las críticas a
los grandes medios de comunicación es su subordinación a poderosos grupos
empresariales. En algunos países grupos económicos son dueños de extensos
medios informativos, como es el caso del Grupo Clarín en Argentina, Televisa en
México, televisora nacional (tvn) en Panamá y Grupo Prisa en (España).
Diagnóstico
socioestructural del capitalismo
Nos
encontramos en un nuevo proceso de reconversión el capitalismo y que sus
principales características son:
- Profundización
del proceso de globalización en las relaciones sociales.
- Economía
de valor a causa de la generación de productos y servicios intensivos en
conocimientos e información.
- Articulación
de un nuevo orden internacional sobre la base de USA-China-Japón-UE.
- Modificación
profunda en la organización social del trabajo. Sustitución del fordismo
por modalidades de organización de la producción que combinan esquemas
flexibles, diferentes escalas y formas precapitalistas.
- Formación
de un sistema financiero transfronterizo donde el valor de los flujos
financieros supera el de los comerciales.
- Emergencia
de organizaciones e instituciones conectadas con Internet.
- Coexistencia
de alta concentración de propiedad y poder económico en un número reducido
de empresas gigantes y un esquema de alta descentralización en la
producción.
- Acelerado
ritmo de los avances tecnológicos (especialmente los de microelectrónica,
comunicaciones, biotecnología y nuevos materiales) que han modificado
radicalmente los procesos productivos.
- Acentuación
del carácter asimétrico del sistema mundial que produce fuertes procesos
de fragmentación y polarización a partir del desigual reparto de los
beneficios de la globalización entre regiones, países y al interior de
estos.
- Sistema
de crisis (ambiental, financiera, alimenticia, etc.) que marca los límites
posibles al crecimiento económico y sus contradicciones.
- Predominio
del neoliberalismo como política económica, cultural e ideología.
12. Crecimiento de la
intelectualidad vinculada a la innovación tecnológica y la informática.
En
resumen, las tendencias recogidas reflejan el sentido cambiante del sistema,
poniendo a discusión el histórico modelo analítico geoeconómico centro-periferia
y países subdesarrollados y desarrollados, se está configurando un orden
económico social hibrido y donde los sujetos sociales están más conectados.
Dominación cultural
Es
evidente que el orden político y económico está intrínsecamente relacionado con
el sistema mediático y con el desarrollo de las tecnologías digitales para los
procesos de poder y control social. En este sentido, resaltan dos
características fundamentales:[18]
- La inserción de los medios de comunicación en el
sistema mundo se articula a través de tres elementos esenciales: el
desarrollo tecnológico, el modelo de mercado y el sector de la industria
cultural. En primer lugar, con el cambio tecnológico, el número de puntos
de venta y de productos generados por los medios -tales como programas de
televisión y radio, periódicos y revistas, Internet, libros, música,
películas, juegos electrónicos, software, etc.- está creciendo a una
velocidad desorbitada. De igual modo, los corporativos de los medios
diversifican el tipo de productos que generan, dando como resultado una
industria de multimedia más integrada.
- Los medios se caracterizan por insertarse en la
lógica de mercado con su ley de oferta y demanda. Es apreciable como las
nuevas empresas de medios se unen a otra empresa u otro conglomerado,
produciéndose una poderosa industria cultural que genera una
homogenización -o globalización- de las culturas, cada vez reconociendo
menos lo local y enfocando lo global como tema central del interés público
El
tema de la reproducción cultural toma importancia a partir de la necesidad del
capital de mostrarse como la única alternativa posible. Si el neoliberalismo
se ha convertido en el modelo económico referente a escala global a seguir,
entonces se necesitan instrumentos ideológicos de manipulación social que
logren legitimarlo. El control de las mentes es necesario y el papel de la
persuasión clandestina y la propaganda secreta es esencial para imponer el
modelo cultural dominante.[19]
Una función medular
de los medios es la emisión de símbolos que refuercen los sentimientos de
pertenencia a una comunidad. Ello permite, el control ideológico como mecanismo
de dominación con la creación de hitos comunes que supuestamente se forman de
un pasado compartido. Este recurso de lograr internalizar una identidad
colectiva es utilizado por los grupos de poder, para implementar sus políticas.
A lo largo de la
historia diversas formas de organización estatal han ejercido su control
mediante las instituciones religiosas, educativas y mediáticas. En la
actualidad, los medios, asumen un doble poder: el poder político-cultural y el
poder económico. Este doble poder no lo tienen como medios en sí, sino como
empresas de comunicación que en algunos casos, son grupos corporativos con gran
capital político y financiero, que se convierten en grupos de presión para la
sociedad, el gobierno, las universidades públicas y los partidos políticos.
Cualquier medio de
comunicación, indistintamente que se auto-categorice como masivo o privado, no
escapa de la influencia ejercida por intereses provenientes de un sector
económicamente hegemónico.
Los medios masivos
difunden y tal vez informan, pero no comunican. No admiten una relación de
equidad con la sociedad, sino una relación de influencia-dependencia con los
grupos de poder. Esa relación de dependencia-influencia está mediada por el
poder de los propios medios masivos, lo que ha valido la expresión de “cuarto
poder” atribuida a Edmund Burke, hace más de dos siglos.
En la actualidad, la
lógica del mercado impone sus valores y sus condicionamientos sobre los modos
de producción y de distribución, lo que acarrea consecuencias mayores sobre los
contenidos y la naturaleza misma de la información. Debido a ello, aparecen
nuevos desafíos mucho más complejos relacionados con la concentración de medios
de comunicación, la uniformización y la pobreza de los contenidos, el
desequilibrio de los flujos de información y la falta de diversidad cultural,
el papel regulador de los Estados en los planes nacionales e internacionales, y
la necesaria redefinición de un servicio público en términos de información.
El capital hace suya
la premisa de que la cultura de masas es un producto industrial y de consumo.
Los medios operan en disímiles espacios sociales dejando en la mente de los individuos
un depósito de conocimientos que son usados en la comprensión del mundo. Toda
esta información es leída de manera irracional y desorganizada y no permite
tener una visión real y crítica de la realidad.[20]
Es lo que se ha
llamado “guerra cultural”[21]
dirigida a mantener el orden capitalista, por todos los medios comunicativos,
lo cual impide la formación de un pensamiento e identidad opuestos a la
dominación neoliberal. El manejo de la información es el factor básico de
control de los pueblos en el mundo, es uno de los más avanzados elementos de la
contrainsurgencia trazada en las oficinas de inteligencia de Estados Unidos,
como un modelo de “guerra psicológica”.
A pesar de este
contexto adverso, para los pueblos del Sur, también se abre una posibilidad de
contrapoder a través de los medios de comunicación. Si es cierto que estos se
articulan con las dinámicas del capital, la paradoja es que se encuentran
también en las manos de los sujetos capaces de tener una mirada crítica a su
realidad. Es cierto que para ello se necesita elevar el nivel cultural y
político de los sujetos enajenados.[22]
Las
redes sociales, en los últimos años, como un nuevo sistema de comunicación,[23]
revolucionan la política y el concepto de identidad a escala mundial. Su fácil
acceso y manejo las convierten en un instrumento cuyo potencial para la
movilización social anti-sistémica es imprescindible, pero también son
utilizadas para la reproducción de los mecanismos de dominación.
Lo
anterior impone un proceso de revisión y replanteamiento del sistema de
relaciones sociales, así como de la arquitectura política dentro del sistema
capitalista y en especial de su modo de producción y reproducción cultural, a
través de lo cual había quedado sellada la Modernidad con todo lo que ella significaba
hasta entonces.[24]En el nuevo contexto
un elemento importante sería el reacomodo dentro del propio sistema de todos
los actores de la “sociedad civil” y con esta de la izquierda y los movimientos
progresistas así como su evolución.
Todo
lo antes descrito nos pone frente a una realidad peligrosa para los países que
intentan construir un modelo diferente basado en la justicia humana. La
dominación cultural que se ejerce y el sistema tecnológico articulado con las
transnacionales de la comunicación obligan a profundizar las características y
tendencias de la nueva estructura capitalista que está conformándose.
El
sistema de relaciones internacionales no queda al margen del poder de los
medios y abren una nueva dinámica para su estudio y práctica. Los organismos
internacionales, las empresas, las ONG’s, las redes científicas, están cada vez
más imbricados en un sistema económico, político y cultural global.
Muchos
de los temas de primer orden de la agenda internacional están mediados por la
lectura dada por la industria de la comunicación. No olvidar el papel de estos
en la construcción de mentiras para propiciar disímiles conflictos como:
Vietnam (1965-1975), Granada (1983), Panamá (1989), Irak (1990-1991),
Yugoslavia (1999) y más recientemente el caso Libio y
la Llamada primavera árabe, etc.
En
el caso de la guerra ideológica no son descartables los escándalos
internacionales, la fabricación y reclutamiento de virtuales intelectuales
disidentes en contra de países socialistas, la manipulación de mecanismos
editoriales y premios literarios con propósitos políticos.
De esta forma, según
intereses económicos, políticos y sociales, los multimedios son utilizados para
la consecución de objetivos que trascienden la comunicación objetiva. Lo
importante no es el número de canales de televisión sino la diversidad de
fuentes y de propietarios. El poder real se encuentra ahora entre las manos de
estos conglomerados que tienen más poder económico que la mayoría de los
gobiernos. Así, el derecho a la información aparece limitado y en entredicho.
Como lo indica Ignacio Ramonet, aunque en los países del Norte la libertad de
palabra esté garantizada, el derecho a estar bien informado es cuestionado por
la concentración de los medios.
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