RESUMEN
El libro “La
Revolución Socialista y la cuestión democrática en Argentina”, de Nicolás
Salgrá, refleja posiciones y luchas ideológicas y teóricas libradas a fines de
la década del sesenta y principios de los setenta. Posicionándose desde un
marxismo crítico, pasa revista a las posiciones tradicionales sobre la lucha
democrática desarrolladas por Lenin, Marx, Engels y la socialdemocracia,
contratándolas con la realidad argentina. También realiza una crítica a las
posturas de Lenin de los años veinte e intenta reconceptualizar qué es hoy la
democracia, sus límites, sus posibilidades; y plantea inquietantes
interrogantes para aquellos que pretenden un cambio social profundo.
ABSTRACT
The book
"The Socialist Revolution and the question of democracy in
Argentina," of Nicholas Salgrá, reflects ideological and theoretical
positions and struggles waged in the late sixties and early seventies.
Positioning itself from a critical Marxism, reviews the traditional positions
of the democratic struggle developed by Lenin, Marx, Engels and social
democracy, contracting them with Argentine reality. It also makes a critique of
Lenin poses twenties and tries to reconceptualize what democracy is today, its
limits, its possibilities; and it raises troubling questions for those seeking
profound social change.
“La Revolución Socialista y la cuestión democrática en
la Argentina”. Nicolás Salgrá. Ediciones Emancipación Obrera (2015) – Descarga libre desde www.teoriaypraxis.org/libros
Aníbal Prado
Desde la aparición del
movimiento obrero, y dentro de él sus principales tendencias -sindicalismo,
anarquismo, socialismo y comunismo-, la actitud ante la democracia y la
participación en las elecciones han sido temas de ásperos y duros debates, no
sólo entre dichas tendencias, sino también adentro de cada una de ellas.
No es casualidad
entonces que cuando a fines de la década del 60 en Argentina se dan grandes
luchas, obreras y estudiantiles, una consigna unificara el sentir de
importantes sectores sociales y retumbara en las manifestaciones: “Ni
Golpe, ni Elección: Revolución”.
Por entonces se dan
varias polémicas claves, dos de ellas fundamentales: qué revolución es la
necesaria, y qué hacer frente a la democracia y las elecciones, especialmente
cuando en el último tramo de la dictadura militar, debilitada por las luchas
sociales, económicas y políticas, entonces bajo el mando del General Lanusse,
este piensa en una salida electoral para canalizar el descontento y formula el
GAN, Gran Acuerdo Nacional.
En ese contexto, en
medio de luchas, de discusiones, de enfrentamientos, surge el primer escrito de
los dos que contiene el libro que presentamos, “La Revolución Socialista
y la cuestión democrática en Argentina”, impreso por primera vez en
1972.
En esa época una
parte de la izquierda, interesada en la salida electoral, utiliza para
justificar sus posiciones al principal teórico y político del marxismo después
de Karl Marx y Friedrich Engels: Nicolás Lenin, seudónimo de Vladimir Ilich
Ulánov, también conocido como V.I. Lenin.
Tratando de
defender y argumentar aquella consigna “Ni golpe, ni....” que expresaba
el movimiento radicalizado de entonces, Nicolás Salgrá pasa revista a las
diversas posiciones que tuvo Lenin sobre la democracia, en qué situación, para
qué realidad social y política las formuló y se adentra en las diversas
posturas que sobre la democracia -en su relación con el cambio social- se han
realizado.
Su propósito es
determinar
“(....) qué actitud debemos tomar ante la
cuestión “democrática” y en particular analizar el planteo de Lenin de que:
“El socialismo es imposible sin la
democracia en dos sentidos:
(1)
El proletariado no puede llevar a cabo
una revolución socialista si no se prepara para ella luchando por la
democracia.
El socialismo triunfante no puede consolidar
su victoria y llevar a la humanidad hacia la desaparición del estado, sin la
realización de una democracia completa”.
Y así cuestiona la
“tendencia a “simplificar” los problemas y “resolverlos” por la vía más
simple: repetir lo que decía Lenin y “arreglarlo” de alguna manera para que no
parezca mecánico.
Esa
simplificación lo único que consigue es entorpecer la labor de resolución ya
que se oculta el problema (pág. 17). En oposición a
ello formula el criterio metodológico que usará en la obra, siguiendo
justamente una de las formulaciones de Lenin:
“Todo el espíritu del marxismo, todo su
sistema, exige que en todas y cada una de las tesis sean consideradas: a)
históricamente, b) sólo en relación con otras, c) siempre teniendo en cuenta
la experiencia concreta de la historia.”
Lenin
(Obras Completas T. XXXV p 253)
En la primera
parte del libro se analizan conceptos y categorías claves
para el marxismo, en particular la llamada “dictadura del proletariado”, las
ilusiones de Marx de la posibilidad de una revolución pacífica en Inglaterra si
se conseguía el voto universal, la relación entre el imperialismo y la
democracia, el problema de la burocracia, los movimientos de liberación
nacional, la burguesía progresista, la lucha por la libertad política, todo
ello relacionándolo y comparándolo siempre con la realidad argentina para
determinar la pertinencia de su aplicación.
Si bien en ese
texto de dejan razonablemente en claro que utilizar a Lenin para justificar las
posiciones que se defendían en la Argentina por parte de grupos que provenían
del estalinismo y del trotskismo era armar un Lenin irreal, democrático,
parlamentarista, y que se utilizaba la letra del marxismo para caricaturizarlo,
el autor lo termina el texto con un “continuará”.
Pasarían casi
diez años antes de que se concretara ese continuará.
Estamos ahora en
el año 1982, la dictadura cívico-militar, con el general Galtieri a la cabeza,
termina de perder la guerra de Malvinas y resulta inminente no sólo el cambio
político dentro de la cúpula militar -subiría el general Reynaldo Bignone- sino
que deberán dar una salida democrática.
En dicho
contexto se publica la continuación, titulada “La “Biblia” pro
parlamentarista contra el marxismo revolucionario: El izquierdismo enfermedad
infantil del comunismo”, que conforma la segunda parte de este libro.
En ella se nota
un tratamiento distinto de las posiciones de Lenin. Ya no es aquel Lenin mal
interpretado o caricaturizado. Aquí se enfrenta al Lenin del Segundo Congreso
de la Internacional Comunista, que escribe para ella un folleto, “La enfermedad
infantil del izquierdismo en el comunismo”, donde él ya no habla de la cuestión
democrática y parlamentaria para Rusia, sino para Alemania, Inglaterra y
Francia. Con dicho folleto Lenin enfrenta las posiciones de los comunistas de
izquierda de diversos países, entre otros Holanda, Italia, Alemania, Bélgica,
que rechazan las posturas parlamentarismo y se niegan a participar en ellos.
Nicolás Salgrá,
desacordando con los argumentos de aquellos sectores de la izquierda comunista,
pasa a criticar a Lenin y jugando con el título de aquella obra se pregunta: ¿El
izquierdismo enfermedad infantil del comunismo; o el parlamentarismo,
enfermedad degenerativa del comunismo?
Así, en esta
parte de la obra se pasan a analizar con una profundidad mayor la experiencia
política de la participación en los parlamentos, qué es lo que realmente se
pretende con ello y qué se consigue, poniendo de manifiesto las ilusiones y
falacias de las posiciones que defiende Lenin, y más aún de quienes cincuenta
años después incluso se ponen más a la derecha de la socialdemocracia
cuestionada por Lenin, al plantearse participar de las elecciones para puestos
ejecutivos, recordando las polémicas y posiciones que se dieron en la socialdemocracia
al fines del 1800 y principios del 1900 al rechazar y prohibir que un
socialista sea ministro de un gobierno burgués.
Luego de
explicar y refutar las posiciones de Lenin en aquel folleto, el ensayo encara
tal vez la parte más novedosa, enriquecedora y polémica del mismo: la
construcción de la democracia.
En la última
parte del trabajo, en el capítulo “Un epilogo que es un Prólogo” descarnadamente
se presenta la gran debilidad de quienes dicen ser partidarios de un cambio
revolucionario:
“(…) Por supuesto que hay dos soluciones simples
frente a la democracia: rechazarla y listo, o defenderla y/o participar en ella
y listo.
Para rechazarla, hay suficientes argumentos que la
muestran como un engaño, como un pantano y atolladero para las transformaciones
revolucionarias anticapitalistas, con mucho material al respecto y numerosos
ejemplos históricos. Pero también es cierto que esas posturas, de más de 150, o
de 100 o de 50 años, según a qué corriente nos refiriéramos, se han demostrado
poco eficaces para enfrentar al ideal democrático y por el contrario, el
democratismo fue invadiendo todos los órdenes de la vida y se transformó en uno
de los bienes más sagrados o ponderados por la mayoría de la población.
En la vereda opuesta, las posturas que defienden la
participación en las instituciones democráticas, en particular en las
elecciones, que promueven la lucha por la ampliación de la democracia como el
camino necesario para avanzar hacia el socialismo y el comunismo, también
tienen suficientes argumentos para defender sus posiciones, aunque, por
supuesto, siempre que estas tengan como objetivo el mejoramiento del
capitalismo, supuestamente para transformarlo a más humano y menos salvaje,
para reformarlo e intentar aliviar sus contradicciones y sus efectos más
desastrosos, aunque sea por un acotado período de tiempo. No tienen ningún
argumento sólido y constatable para defender que ello implica preparar las
fuerzas para la revolución proletaria y menos para alcanzar la revolución
anticapitalista y terminar con la sociedad dividida en clases y con la
explotación.
Esas posiciones por la democracia tampoco tienen
argumentos para demostrar que por ese camino se conquista el socialismo y el
comunismo, paso a paso por la vía de reformas. Los ejemplos históricos que
muestran lo contrario sobran.
Aunque en realidad tampoco necesitan demostrar la
validez de sus afirmaciones, pues tienen un “argumento” de peso para
defenderse de las posiciones en contra el parlamentarismo: el acusar a los que
cuestionan a la democracia por alejarse de las masas, renegar de la política y
condenarse a transformarse en sectas contestatarias ultra minoritarias, lo que
más o menos también se ha cumplido en la historia.
De esa manera, todo parece encerrarse en un dilema de
dos cuernos, como aquella canción de Miguel Aceves Mejía:
Ni contigo, ni
sin ti,
tienen mis males
remedio;
Contigo, porque
me matas;
Y sin ti, porque
me muero.
Lo común en un dilema de este tipo es elegir el mal
menos malo.
Unos se volcarán para un lado en virtud de ser
coherentes con sus principios, su programa, etc; y otros elegirán el opuesto,
defendiendo el pragmatismo y los beneficios concretos que de él devienen. Los
primeros recogerán pureza y coherencia con los principios y los segundos
organizaciones más fuertes y mayor influencia en la coyuntura, siempre sin
sacar los pies del plato del sistema a cambio de algunos beneficios chicos o
grandes.
Pero... ¿necesariamente tenemos que caer en alguna de
tales respuesta frente al dilema? ¿No habría que aplicar al problema similar
solución que la que se dio al famoso nudo gordiano? (pág 184/185)
El ensayo pasa
entonces a profundizar la cuestión de la democracia. Ya no se está hablando de
la democracia que se conoce en los libros de texto, ni aquella de sus orígenes
en Grecia ni la de la Revolución Francesa. Se plantea que asistimos a una nueva
reconceptualización y realidad de la democracia y se pasan a analizar sus
componentes.
Y así, de un
cuestionamiento a los planteos de equiparar la lucha política con la lucha
democrática, y de realizar una crítica profunda a esta última, se llega a la
aparente paradoja: de que “la antidemocracia no es la mejor respuesta a
dar”.
Al mismo tiempo
el trabajo señala algo que no es visualizado así: La democracia es impotente
para producir cambios sociales, ni siquiera lo fue para establecerse como
sistema y mecanismo político. Y es un cepo para quienes intentan cambios
sociales profundos. Temas esto que dedica los últimos capítulos, analizando
y mostrando sus consecuencias.
Lo importante de
este libro no es tanto que ofrezca respuestas a los problemas señalados, sino
que presenta los diversos análisis, argumentaciones y cuestionamientos dentro
del pensamiento marxista y constituye una base importante de referencia para
profundizar la temática. Además que permite conocer ideas, posiciones y
teorías que fueron producto y parte de las luchas de los sesenta y principios
de los setenta y que luego terminaron en gran parte aniquiladas.
El libro también
formula y se formula preguntas que ponen de manifiesto que la polémica lejos de
cerrarse, incrementará aún más la vigencia.
Entre otra
señala:
“La revolución burguesa de 1789 en Francia, y la lucha
que en todo el mundo desarrolló la burguesía para hacerse del poder político se
hizo bajo las banderas de la libertad, la igualdad, la fraternidad, la
Constitución y la democracia. Hoy esas mismas banderas son las que se utilizan
para defender y regular a la propia sociedad capitalista. ¿Se hará la
revolución anticapitalista, socialista, bajo esas mismas banderas? ¿Se formarán
las fuerzas revolucionarias en la lucha práctica por esas banderas? ¿Son los
mecanismos e instituciones que sirven para mantener y perpetuar la sociedad
capitalista y el dominio de la explotación y la propiedad privada sobre los medios
de producción y cambio útiles para un cambio revolucionario?
¿No es necesario enarbolar otras banderas, utilizar
otras metodologías, propiciar otras formas organizativas y expresarnos con
otras palabras para defender tanto nuestro derecho a vivir mejor en el
capitalismo como para poder vivir sin el capitalismo y lograr un mundo sin
explotación ni opresión de ningún tipo?
La misma idea que se tiene sobre lo que es la lucha
política, casi absurdamente separada de la lucha social y de la lucha económica
¿no requiere un cuestionamiento y otra manera de concebirla, tanto a ella como
a las otras luchas y movimientos? ¿Y sólo se puede entender por lucha política
lo que tiene que ver con la conquista del poder del Estado (burgués)? O peor
aún, con la lucha parlamentaria?” (pág. 222/223)
Es un libro polémico, poco apto para dogmáticos, muy a
contra corriente del pensamiento mayoritario actual, pero su rigor provoca la
necesidad de otras miradas sobre la cuestión democrática y plantea nuevos
desafíos para la práctica política.
Nota: el libro puede bajarse libremente des
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