Revista Nº24 "TEORÍA POÍTICA E HISTORIA"

Resumen

 

Los documentales Entreactos (2004) de João Moreira Salles y Cocalero (2007) de Alejandro Landes abordan momentos particulares de la vida política de dos de los presidentes ingresados en el grupo de los años 2000 que vendría a llamarse de nueva izquierda latinoamericana. Son películas que tienen en común el abordaje de las escenas de las campañas políticas por detrás de los bastidores hasta la llegada al poder de los presidentes. En ambas producciones, los directores ofrecen un material audiovisual valioso que, adentre otras características, nos permite reflexionar comparativamente sobre las posturas políticas de los dos líderes en relación al que se desarrollaba como el principal aporte de sus campañas políticas: la relación con las masas populares.

 

ABSTRACT

The documentaries Entreactos (Intermissions, 2004) by João Moreira Salles and Cocalero (2007) by Alejandro Landes focus on specific moments of political lives of new latin American leftist presidents. Both films have in common the portrait of what happens behind the public image of political campaigns and the path to reach the power. In both productions, directors offer valuable pieces of work that allow audience think about the relationship between political leaders and popular multitude.

 

 

 

 

“La organicidad en las figuras presidenciales de Evo Morales y Lula da Silva: una análisis comparativa sobre los documentales Cocalero y Entreactos por sobre la teoría de Antonio Gramsci”.                      Por: Fernanda Olivia Lazaro Carvalho[1]

 

 

1        Introducción

 

Hasta el momento, hay pocos estudios comparativos en ciencia política latinoamericana que utilicen materiales audiovisuales como herramienta de análisis. Particularmente, en el campo de comunicación y política, los estudios sobre el desempeño de campañas electorales victoriosas son tímidos cuando se trata de la utilización de películas documentales. Como el tema de las campañas electorales nos ayudan a comprender el balance entre el perfil de grupos sociales con sus líderes y el influencia de las estrategias de comunicación, la utilización de recursos audiovisuales es de gran relevancia pues nos ofrece la imagen y el discurso como materiales más valiosos.

Inferido en este tema, hay importantes películas que exploran el universo de campañas electorales de liderazgos inseridos en un mismo movimiento de reelaboración de la política neoliberal del siglo XX. Con respecto a América del Sur, Entreactos de João Moreira Salles (2004) y Cocalero de Alejandro Landes (2007) se destacan por la crítica en relación a abordaje de momentos importantes en la historia reciente de Brasil y Bolivia respectivamente. Son películas que tratan del ascenso de presidentes considerados de izquierda al poder en sus procesos electorales y, por lo tanto, recibirán nuestra atención a fin de analizar los distintos desempeños de suyas funciones como intelectuales en relación a sociedad y a los grupos sociales de los cuales emanaron.

Lula da Silva, de Brasil y Evo Morales, de Bolivia, son líderes emblemáticos en  América Latina que comparten una identidad popular marcada en sus figuras políticas. Siendo el respaldo popular, por lo tanto, la gran fuerza de impulsión y manutención de estas figuras en el poder, se vuelve importante investigar de qué manera operó esta relación entre los líderes y sus largas plataformas sociales de apoyo, por medio principalmente de sus personalidades, posturas y estrategias de marketing electoral, de que tratan las películas. Por intermedio de este trabajo, se busca comprender en análisis comparativo realidades político-partidarias del movimiento conocido por nueva izquierda latinoamericana desde el concepto de organicidad de Antonio Gramsci aplicado en las campañas presidenciales de Lula en 2002, y Evo Morales en 2005.

El término “nueva izquierda latinoamericana” se propagó con intensidad en el año de 2005, cuando presidentes como Lucio Gutiérrez en Ecuador, Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Néstor Kirchner en Argentina, Alejandro Toledo en Perú, Michelle Bachelet en Chile, López Obrador en México, Tabaré Vásquez en Uruguay y Hugo Chávez en Venezuela constituían el time de liderazgos del continente (Tavares, 2006). Estos líderes, identificados con las "causas populares” e electos con larga mayoría de votos, ganaron foco en los estudios de analistas y científicos políticos interesados en comprender lo que para ellos se trataba de un nuevo fenómeno tras la década neoliberal de los años 90. Pereira da Silva (2010, p.127) se permite hablar de un “ciclo político común”, así como García (2005) apud Silva (2010) lo describe en:

 

Fuerzas políticas nuevas o viejas corrientes de izquierda ‘renovadas’, que integran de alguna manera ‘una especie de tercera onda’, una tercera generación de izquierda que, hasta cierto punto, contén algún de los elementos (...) poscomunistas y pos socialdemócratas.[2]

 

Desde entonces, surgieron numerosas formulaciones en el sentido de establecer tipologías clasificatorias para  todo identificado con tendencias izquierdistas. Pereira da Silva (2010) discurre sobre el ascenso de propuestas clasificatorias según el nivel de autoritarismo o según grados de institucionalización e ideologías de los partidos. Sin embargo, no se reunió hasta este momento un estudio clasificatorio del tema a través del prisma del movimiento social, es decir, por la manera con que los líderes se relacionaran con las clases de que ellos mismos y de sus partidos emanaran.

En este sentido, destacamos la importancia de la historia, la cultura y la clase política de los entonces Jefes de Estado latinoamericanos en el estudio de la heterogeneidad del movimiento. Estos líderes y sus partidos son representantes de las demandas populares de los grupos sociales que emergieron y, por lo tanto, utilizando la teoría política de Antonio Gramsci, deben ser capaces de constituir un bloque cultural y social con sus respectivas clases desde la organicidad de sus posturas. Es decir, si tienen la capacidad y  ganas de elaborar y hacer coherentes los principios y problemas que planteaban las masas conforme su actividad práctica. (Gramsci, 1986:250)

De esa manera, se construye el siguiente problema:

 

¿La organicidad entre los líderes del movimiento de la nueva izquierda latinoamericana y su principal base de apoyo: las clases populares, puede ser considerado uniforme?

 

Por el perfil de campaña presidencial que aparenta en un primero momento muy distinto en los dos presidentes se elabora la siguiente hipótesis:

 

Las relaciones políticas entre los líderes presidenciales y las masas presentarían distintas orientaciones comparado el desarrollo del proceso electoral del entonces candidato Lula da Silva y del entonces candidato Evo Morales.

 

            Como herramienta de estudio, serán utilizadas especialmente las consideraciones de Giovanni Semeraro (2006)[3] sobre el papel del intelectual en  pos-modernidad, lo cual hace conexiones entre los escritos de Gramsci y el mundo actual de profundos cambios socioeconómicos. El autor nos presenta materiales valiosos para una relectura de categorías originales de la concepción gramsciana y apunta caminos para actualizarlas en nuestro tiempo y contexto.

 

1.      La originalidad del concepto de “Intelectual orgánico” en Gramsci y su aplicación para la pos-modernidad

 

            En 1929, cuando Antonio Gramsci empezó a escribir Cuadernos del Cárcel, el panorama político de la URSS y de la Italia de Mussolini advertían a la sociedad europea sobre la tentación de burocratización y autoritarismo en los partidos de vanguardia revolucionaria. En la concepción gramsciana, un partido solamente puede traducir la voluntad colectiva cuando asegura permanentemente la libertad, la libre circulación de ideas entre sus militantes y cuando se pone en movimiento progresista con el grupo social de donde sale su expresión política. Se trata de decir que los exponentes que tienen por función social mediar el alcanzo de una hegemonía para un grupo social deben militarse en permanente contacto con los subalternos. Esta  idea de una estructura de organismo que se pone a expandirse en dirección opuesta a la estabilidad de la burocracia, tiene mucha importancia en el pensamiento gramsciano que, adentre otras cuestiones, estudia los papeles de los intelectuales orgánicos en la construcción de nuevas civilizaciones.

            Sin embargo, ¿Cuál es la concepción general de intelectual para Gramsci?

            Distinta que otras teorías a defender el elitismo de los intelectuales (Semeraro, 2006), Gramsci afirma que “todos los hombres son intelectuales” (Gramsci, 1986:355) pero ni todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectual. Es decir que un intelectual no se mide por su capacidad de trabajo;  ya que en sí mismos los trabajos más mecanicistas tendrían alguna actividad intelectual creadora (Idem, 1986:355). La definición de intelectual en Gramsci está sino en la función que estos ejercen en las relaciones sociales generales. Giovanni Semeraro nos dice sobre la originalidad de esto concepto en Gramsci que más allá de la  presencia de una larga gama como los “urbanos, industriales, rurales, burócratas, académicos, técnicos, profesionales, pequeños, intermedios, grandes, colectivos, democráticos etc.” (Idem, 2006:376), hay también el rompimiento con el sentido común que acuerda con la definición de intelectual a partir de su calificación técnica.[4]

            En el pensamiento gramsciano diversas categorías de intelectuales hacen parte de un proceso histórico de formación, de lo cual él destaca dos formas más importantes: 1)  intelectuales orgánicos; 2) intelectuales tradicionales.

            Sobre el primero ramo, Gramsci lo define pela función social orgánica que ejercen para un grupo identificado.

 

 

Cada grupo social, naciendo en el terreno originario de una función esencial en el mundo de la producción económica, se crea al mismo tiempo, orgánicamente, una o más capas de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de su propia función no sólo en el campo económico, sino también en el social y político: el empresario capitalista crea junto con él al técnico de la industria, al científico de la economía política, al organizador de una nueva cultura, de un nuevo derecho, etcétera, etcétera (Gramsci, 1986:353).

 

 

            Es decir que cada clase social crea y desarrolla progresivamente categorías de intelectuales orgánicos: una manera propia de quitar del concepto la idea de pensador independiente, dándoles un vínculo con la realidad social a que pertenecen. Distinto que los intelectuales de libresco, el tipo orgánico en Gramsci se traduce por el papel práctico funcional de presentar un proyecto original de sociedad a quien representan en los embates hegemónicos de las superestructuras. Por lo tanto, el intelectual de la “filosofía de praxis” actúa como un tipo de articulador a conferir homogeneidad y conciencia para su grupo social.

            Muy distinto que esta primera rama, Gramsci define los intelectuales tradicionales por un tipo social atrasado y conectado a formaciones socioeconómicas superadas.

 

 

Pero todo grupo social "esencial", emergiendo a la historia desde la precedente estructura económica y como expresión de su desarrollo (de esta estructura), ha encontrado, al menos en la historia conocida hasta ahora, categorías sociales preexistentes y que incluso aparecían como representantes de una continuidad histórica ininterrumpida incluso por los más complicados y radicales cambios de las formas sociales y políticas (Ibidem, p.354).

 

 

            Estas son categorías que se sienten vinculadas a una “ininterrumpida continuidad histórica” y "calificación" y que “ven a sí mismas como autónomas e  independientes del grupo social dominante” (Ídem, ibíd. p.354). Los intelectuales con raíces en el mundo agrario del feudalismo y medievalismo de la edad media y especialmente los eclesiásticos con su ideología religiosa son citados como los más típicos de esta categoría, pues sus saberes librescos están alejados de las dinámicas socioeconómicas en fermentación.

            Bajo estas consideraciones sobre las formaciones de intelectuales, ¿Cómo aplicar los conceptos de Gramsci para la pos-modernidad?

            Giovani Semeraro (2006) nos dice que, para Gramsci, “la organicidad de nuevos intelectuales está relacionada principalmente a suya profunda vinculación a la cultura, historia y política de las clases subalternas que se organizan para construir una nueva civilización”.[5]        En “Intelectuais orgânicos em tempos de pós-modernidade” (Semeraro, 2006), se  resalta aspectos de la interpretación de Semeraro sobre los intelectuales orgánicos que utilizan como panorama los cambios socioeconómicos actuales del mundo. Desde su análisis, este trabajo da énfasis a algunos puntos que entendemos como fundamentales para definir la organicidad de los líderes estudiados: 1) el vínculo de clase; 2) la relación democrática que establecen; y 3) el horizonte político que descortinan.

            1) Sobre el vínculo de clase, Semeraro alega que el intelectual debe mantenerse conectado al mundo del trabajo, a las organizaciones políticas y culturales que su grupo desarrolla. De esta manera, defiende la importancia de la figura del “intelectual militante”  (2006:376) que sea capaz de promover un proyecto socializador que reconozca los subalternos como sujetos políticos. Sin embargo, debe también defenderse del riesgo de la revolución pasiva, pues en el corriente escenario de fuerte presencia de la industria cultural en las prácticas políticas, los intelectuales de nueva generación deben mantenerse en busca del alcanzo de las fronteras más avanzadas del conocimiento y de la tecnología sin nunca perder la referencia a las luchas de clase.

            2) De la misma manera, la relación democrática que establecen también es importante para establecer una osmosis profunda entre los intelectuales y las camadas populares. Las masas son imbuidas de “espíritu creativo” (Gramsci apud Semeraro, 2006:379) y “saber popular” (Semeraro, 2006, p.376) que sería la fuerza necesaria a la creación de una hegemonía. Así la función social del líder no es superior a las clases, sino tiene por objetivo promover la universalización de la intelectualidad. Por lo tanto, los nuevos intelectuales no pueden descolarse del “organismo vivo y en expansión” (idem, p.377). Ellos deben ser capaces de mediar la superación del poder como dominación y construir proyectos efectivos de democracia popular, que se caracterizan por la democratización del poder, la expansión de los derechos y la eliminación de la violencia y del embuste.

            3) Para que eso sea posible, sin embargo, Semeraro nos dice que el intelectual debe poseer concepciones ético-políticas que les permitan ejercer funciones culturales, educativas y organizativas  con el objetivo de asegurar la hegemonía y el dominio estatal de la clase que representan. Para impulsar toda la sociedad, no solamente una parte, el intelectual de Gramsci opera una relación estrecha entre los conceptos de “orgánico” y  “ético-político”.

            Puesto esta presentación de la base teórica y bajo la enumeración y descripción de los tres aspectos para analizar la organicidad de los intelectuales pos-modernos, empezamos a analizar el perfil de los liderazgos en sus campañas presidenciales de primero mandato.

 

 

 

2.      Análisis sobre la campaña de Evo Morales

 

            Sobre el contenido de la campaña de 2005 de Evo Morales, el documental Cocalero es muy fiel en la marcación del líder por su principal instrumento de lucha: el derecho de plantación de la coca boliviana sin la intervención de los Estados Unidos. Morales llama a este instrumento de “herramienta política” (Solomonoff, 2007) pues emerge y se identifica a un grupo social específico de la sociedad: los cocaleros.

            Esto es un momento muy particular de la historia sindical de Bolivia, cuando los cocaleros del trópico de Cochabamba se unen a los mineros que detienen el know-how político de los movimientos sindicales. El documental presenta inúmeras reuniones sindicales en que el líder Evo Morales participa y se articula en discusiones abiertas con sus bases de apoyo (especialmente las seis federaciones sindicales de Cochabamba). Desde las reuniones de campaña, pasando por las reuniones sindicales, hacia las conversaciones directas con sujetos de las masas, hay una fuerte presencia de Morales universalizando las pautas de lucha para los oyentes, mientras mantenía el espacio de participación popular abierto.

            Las palabras de orden definían muy claramente la línea política de su partido[6], el Movimiento Al Socialismo (MAS): “que mueran los yanquis”, “que muera el imperialismo neoliberal”. Su actividad intelectual trataba de homogeneizar la clase campesina hacia al proyecto de sociedad en vía opuesta al neoliberalismo como modelo económico y sistema político, igual frente a la política externa globalista de Estados Unidos[7] (Mearsheimer, 2011) para Bolivia, a que llamaban de “imperialismo”. Bajo eses aspectos, más la raíz obrera-indígena de Morales y la centralización de su lucha política en el distrito campesino de Chaparé, la composición de la figura de “intelectual militante” del entonces candidato se demuestra muy fuerte.

            Además del tema de la hoja de coca, la campaña de Morales en 2005 fue capaz de establecer relaciones con el tema de la privatización del agua y de los hidrocarburos. Así, el partido amarraba un importante trípode de lucha frente al saqueo de recursos naturales por los grupos extranjeros. La expansión y unión de la pauta política marcaba la intención de organizar la clase obrera extractiva a la democratización del poder en un país que hasta el momento era muy dependiente del capital financiero transnacional.

                        Para el alcanzo de esta homogeneidad intelectual en el debate hegemónico de la sociedad boliviana, la campaña de Evo fue marcada por relaciones estrechas con las camadas bajas y  la busca del consenso para las camadas altas. Hay cuatro momentos muy peculiares de la película en que se muestra el alto nivel de organicidad de la actividad intelectual en relación a las dos camadas: 1) un en que una campesina cobra directamente a Morales una solución para la cuestión cocalera, muestreando la accesibilidad del líder frente las masas; 2) el momento en que un cocalero explica la pauta de la lucha en relación a la política interventora de los Estados Unidos para la producción de hoja de coca, demostrando coherencia intelectual del proyecto por los subalternos, también sujetos políticos en la concepción Gramsciana; 3) el cena empresarial de Santa Cruz en que Morales busca personalmente el apoyo intelectual (no financiero) de pequeños y medios empresarios para la causa indígena y obrera (Solomonoff, 2007); y 4) cuando usa vestimentas locales antes y después de la campaña como lenguaje simbólica de perteneciente a los pueblos originarios.

                        Sin embargo, hay contradicciones en la ejecución del proyecto político. En una de sus escenas, el documental revela diálogos sobre la concentración de poder del MAS en el trópico de Cochabamba. El uso de la fuerza como medio de coaccionar la población a frecuentar iglesias y a punir individuos que cometan actividades ilícitas son cuestiones que enflaquecen el ideal de relación democrática entre el partido y la sociedad. Cuando la voluntad de la mayoría del partido suprime el derecho de una minoría, el partido se aleja de la responsabilidad de asegurar la circulación de ideas y la libertad interna, como propone Gramsci. En este extracto del documental percibiese no tan solo la supleción de derechos básicos, como lo de la integridad física, así como la manifestación libre de credos y expresiones generales.

                        Todavía, la conjugación de los elementos presentados en la película traducen no suficientemente pero tal vez en gran parte el deseo intelectual de Morales en impulsar toda la sociedad boliviana hasta el proyecto político del MAS. Este proyecto político, por su vez, fue muy coherente al perfil de campaña en que hubo rechazo al apoyo financiero de campaña de grupos empresariales. Además, para todo el histórico de lucha política del líder acostado a las masas, se puede decir que concepciones ético-políticas estuvieron presentes en la figura de Evo Morales en 2005.

 

3.      Análisis sobre la campaña de Lula da Silva

 

            Sobre el contenido de la campaña política de Lula da Silva, el documental “Entreactos” es muy enfático en presentar las escenas reservadas que en su mayoría se componen por las reuniones internas con el grupo de marketing electoral[8]. Esta realidad en los “bastidores” de Entreactos es muy distinta que de Cocalero. Con el foco de Moreira Salles, analizamos otra lógica de práctica política en una campaña más bien adaptada al contexto de industria cultural y medios de comunicación de masa.

            Para Semeraro (2006), la actual “Era de la imagen” del “capital cultural” y de la sociedad de información 'just in time'” genera la construcción de la figura del “príncipe electrónico' (Ianni apud Semeraro, 2006)”, en referencia deconstructiva del concepto de soberano de Nicolás Maquiavelo (1996). En esta concepción, el intelectual es “compelido a tornarse especialista de la imagen, del sonido, de los juegos de lenguaje, de las virtualidades electrónicas” (Semeraro, 2006:383), reduciendo su actuación de ágora – el lugar de encuentro político, debate y negociación directa. Reflexionar mínimamente sobre esto es importante, pues el ascenso de la imagen como prioridad para el alcanzo de homogeneidad - o sea la preocupación demasiada en como presentarse en vez de como generar articulación -  afecta el aspecto orgánico fundamentado por Gramsci.

            Para este estudio comparativo, una respuesta ya se puede diseñar de inmediato. La grandeza del marketing electoral del Partido dos Trabalhadores (PT) con sus estrategias de discurso, producción y detalles visuales (desde el corte de pelo hasta el color de corbata) son más planeadas en la campaña de Da Silva que de Morales.

            Obviamente, Morales también poseí un asesoramiento que le direccionaba estrategias de comunicación política. Especialmente cuando adentramos en el campo del discurso, hay mucha énfasis en ambos casos[9]. Sin embargo, la distinción entre los dos estadistas es que la preparación de Da Silva fue largamente sistematizada, con más recursos financieros y tecnológicos que la de Morales.

            Para analizar las razones de la prioridad del marketing en la campaña de Da Silva, hay que considerar dentro otros factores, el peso más grande de los medios como mediadores de la relación entre intelectual y sociedad en Brasil. En Bolivia, solamente 45% de la población posee televisión (LOS TIEMPOS, 31 jul. 2013), mientras en Brasil casi 97% de los domicilios poseen el aparato (G1, 2012). En verdad, el porcentaje de habitantes que poseen radio es más grande[10] que la de la televisión en Bolivia. Son configuraciones que explican la elevación del valor del discurso para una sociedad y del valor de la imagen para otra. Además, en Bolivia, la extensión territorial más pequeña y la mayor organización política interna de las masas son realidades que incuestionablemente facilitarán el contacto orgánico en la campaña de Evo.

            Por otro lado, los factores externos no son suficientes para comprender todo el panorama de campaña. La figura personal del candidato también dice mucho sobre el horizonte ético-político que este descortina como intelectual, lo que nos hace empezar finalmente a discurrir sobre los elementos de organicidad ya enumerados. De manera general, el documental nos presenta un perfil muy complejo en Lula: dislocado, por un lado, cuanto a las realidades de base del movimiento político;  interesado, por otro, en causas sociales y  en la desburocratización de la figura presidencial. Hay algunos momentos personales que nos ayudan a construir estas muchas imágenes: 1) Cuando afirma que no participa de las reuniones del directorio nacional del PT; 2) Cuando llama a ala más a la izquierda del PT de “xiita”; 3) Cuando dice en entrevista formal que a él no le gusta ser “rotulado”, pues no ve “ninguna ventaja en ser de izquierda o centro-izquierda” (Solomonoff, 2005); 3) Cuando defiende la desformalización de las ceremonias de jefe de Estado; 4) Cuando muestra preocupación en la causa del hambre como central en la pauta política; 5) Cuando se preocupa con la lenguaje de comicios (si el pueblo va a entender lo que dice); 6) Cuando se identifica muchas veces con el perfil y saber populares, aunque su asesoramiento tenga le establecido un control sobre la imagen del “Lula de 78”.

            De estos muchos perfiles complejos, sin embargo, se puede sacar uno: lo del rompimiento con el vínculo de clase. El documental es muy directo en muestrear Da Silva como intelectual desplegado del mundo del trabajo y  de las organizaciones políticas que hizo parte más ayer.  Toda su campaña se fundamenta en deconstruir la imagen histórica de presidente sindicalista para construir el tipo social del líder racional, confiado y preparado. Este tipo dislocado de intelectual rechaza la identificación a un polo de poder, negando la relación dialéctica  fundamental de debates hegemónicos de la teoría de Gramsci.

            Hay, por lo tanto, un comprometimiento muy fuerte con la relación democrática que, como intelectual orgánico, debería establecer con las masas. Por sobre la teoría Gramsciana, la origen, en este caso obrera, no es suficiente para que un intelectual sea miembro orgánico de un determinado grupo. Aunque la historia de Lula da Silva sea parte fundamental de la historia del movimiento sindical industrialista en Brasil, su contacto con las masas perdió el carácter de negociación directa en la campaña de 2005. Y esto indubitablemente perjudica en mucho su conceptuación como intelectual orgánico.

 

4.      Consideraciones finales

 

            A partir de los tres puntos analizados: el vínculo de clase, la relación democrática y el horizonte político, si puede decir que la intelectualidad se manifiesta de manera muy particular entre los liderazgos. Esto compromete cualquier visión que trate de homogeneizar las muchas dichas izquierdas que ascendieron al poder en Latinoamérica. Bajo la visión de Gramsci, se firman la presencia de más factores que traducen organicidad en la figura intelectual de Evo Morales en comparación con Lula da Silva en sus campañas  presidenciales. Especialmente dentro del aspecto del vínculo de clase hay una línea muy clara que separa la manera de conducir las campañas.

            En Morales, se define la figura de intelectual carismático en osmosis profunda con los movimientos de base. En Lula, también se concluye por la figura carismática de apelo popular, pero en distancia considerable a la dinámica de los movimientos obreros.

            Sobre las razones de este despegamiento, si puede formular muchas cuestiones para futuros ensayos.  Una sugestión orientadora seria inducir que en algún momento de la vida política de Lula da Silva, el vínculo de clase dejó de ser herramienta política y se volvió como memoria histórica de lucha en las campañas. O sea, el pasado a construir un imaginario que atraía sectores a la izquierda, mientras el discurso de no polarización lograba apoyos de ciertos sectores de la derecha. Y así estudiar ¿por cuál razón si formuló esta doble estrategia: por el horizonte ético-político de Gramsci (factor interno del líder)? O en verdad por la realidad política de la sociedad brasileña (factor externo) ?

            Lo que se levantaría es que Gramsci idealizó la “filosofía espontánea del pueblo”, por lo cual los intelectuales deben dar cabo de superar el “sentido común”, fortaleciendo el “buen censo” del pueblo (Gomes, 2005). Sin embargo, adentro de una sociedad con mentalidad fuertemente conservadora y con dos millones de personas abajo de la línea de pobreza, Lula da Silva cita una máxima justificadora:

 

 

67% del pueblo brasileño tenía miedo de la imagen de huelguista. 70% del pueblo tenía miedo de la reforma de tierras violenta, aunque fuesen a favor de la reforma agraria. […] En comunicación, el importante no es lo que decimos pero como las personas comprenden lo que decimos.[11]

 

 

            Por lo tanto, se trata de analizar una filosofía política pragmática, la cual concentra la responsabilidad de organización de la sociedad en el Estado. Posición muy distinta en relación a Morales que firma la libertad de consciencia política del pueblo en rechazo a la realidad de campañas con sobreprecio de patrocinio privado.

            “Los fines justifican los medios” nos dijo Maquiavelo (1996). Pero, hasta qué punto, una vez en el poder, la elite política con histórica identificación con las masas no debe permitir modificarse por la sociedad o establecer estructuras jurídicas y formales que inciten a la consolidación de la democracia popular? Hasta qué punto las estrategias de comunicación deben imperar sobre el espacio de debate y negociación política con el pueblo?

            Sobre esto, acordamos finalmente con la posición de Semeraro (2006:386):

 

En verdad, ninguna imagen televisora substituye el envolvimiento directo del intelectual con las luchas sociales, ninguna ingeniería educativa substituye la relación maestre-alumno, ninguna propaganda electoral substituye la conexión del partido con la realidad de suyas bases.[12]

 

 

5.      Referencias bibliográficas

 

1.1.Libros:

GRAMSCI, A. (1986). Cuadernos del cárcel (Vol. 4). México: Ediciones Era.

SILVA, F. P. (2010). Esquerdas latino-americanas: uma tipologia é possível? Oikos, 9(2), 121-140.

SEMERARO, G. (set./dez de 2006). Intelectuais orgânicos em tempos de pós-modernidade. Cad. Ced.es, 26(70), 373-391. Aceso en 06 jun. 2014, disponíble en <http://www.cedes.unicamp.br>

MEARSHEIMER, John J. (jan/feb de 2011). Imperial by design. The National Interest, 111, 16-34. Aceso en 09 jun. 2014.

GOMES, V. L.C. (nov/dez de 2005). Por que não nos rebelamos?:Razões para aquiescência em Antônio Gramsci. Revista de Ciência Política. 26. Aceso en 27 jun. 2014. Retirado de: <http://www.achegas.net/numero/vinteeseis/victor_gomes_26.htm>

MAQUIAVEL, N. O Príncipe. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1996.

1.2.Materiales Audiovisuales:

SOLOMONOFF, J., Landes, A. (Produtores), & Landes, A. (Diretor). (2007). Cocalero [Película]. Argentina/Bolívia.

RAMOS, M. A. (Productor), & SALLES, J. M. (Dirección). (2004). Entreactos: Lula a 30 dias do poder [Película]. Brasil.

1.3.WWW:

TAVARES, E. (17 de janero de 2006). Uma nova esquerda na América Latina? Recuperado el 20 de abril de 2014, de ALAI, América Latina en Movimiento: <http://alainet.org/active/10380&lang=es>

LOS TIEMPOS. Datos oficiales del censo: Bolivia tiene 10.027.254 habitantes. 31 jul. de 2013. Aceso en 11 jun. 2014, disponible en <http://www.lostiempos.com/>

G1. Número de casas com TV supera o das que têm geladeira. 21 sep. 2012. Aceso en 11 jun. 2014, disponible en: <http://g1.globo.com/economia/noticia/2012/09/numero-de-casas-com-tv-supera-o-das-que-tem-geladeira.html>

 

 



[1]              Estudiante de la  Carrera de  Relaciones Internacionales de la Universidade Federal Fluminense – Brasil.

[2]             (Garcia apud Silva, F. P, 2010). Forças políticas novas ou velhas correntes de esquerda ‘renovadas’, que integram de alguma maneira ‘uma espécie de terceira onda’, uma terceira geração de esquerda que, em certa medida, contém alguns elementos (...)pós-comunistas e pós-social-democratas. Traducción mía.

 

 

 

 

[3]             Giovanni Semeraro es profesor y pesquisidor de Filosofía de la Educación en la Universidad Federal Fluminense, reconocido por sus estudios sobre la teoría de Antonio Gramsci.

 

[4]             (Semeraro, G, 2006:376). [...] além de uma ampla gama de tipos de intelectuais (urbanos, industriais, rurais, burocráticos, acadêmicos, técnicos, profissionais, pequenos, intermediários, grandes, coletivos, democráticos etc.), encontra-se uma interpretação original das suas funções.  (Traducción de autora).

 

[5]             (Semeraro, 2006:378).  A organicidade dos novos intelectuais está relacionada principalmente à sua profunda vinculação à cultura, à história e à política das classes subalternas que se organizam para construir uma nova civilização. Traducción mía.

 

[6]             Sobre la importancia del partido para las actividades intelectuales, Gramsci nos dice que los partidos “seleccionan la masa operante”, pues operan como “elaboradores de las nuevas intelectualidades integrales y totalitarias”, se tratando de dirigir orgánicamente “toda la masa económicamente activa” segundo nuevos esquemas (Gramsci, 1986:254).

[7]             John J. Mearsheimer (2011) define la política externa estadunidense por “global dominance” desde Bill Clinton hacia Barack Obama. Esta última estrategia política pos-Guerra Fría cubre parte del contexto de la “Guerra a las Drogas” en Bolivia, pues los gobiernos de Estados Unidos priorizan el tema de la hoja de coca en la agenda internacional desde los años 80.

 

[8]             Esto porque Moreira Salles consideraba el material fuera de las escenas públicas lo más valioso de la campaña de 2005 (Ramos y Salles, 2005).

 

[9]             Para Morales, las diretrizes enfaticamente pasada para los debates fueron: discursos curtos, concretos y claros (Solomonoff, 2007); para Lula: tranquilidad, firmeza, objetividad y simpatia (Ramos y Salles, 2005).

[10]           75% de la población tiene aceso a radio en Bolivia (LOS TIEMPOS, 2013).

 

[11]           Ramos, 2004. 67% do povo brasileiro tinha medo da imagem de grevista. 70% do povo tinha medo a reforma agrária violenta, mesmo sendo a favor da Reforma Agrária. […] Em comunicação, o importante não é o que dizemos,  mas como as pessoas compreendem o que dizemos. Traducción mía.

 

[12]        Na verdade, nenhuma imagem televisiva substitui o envolvimento direto do intelectual com as lutas sociais, nenhuma reengenharia educativa substitui a relação mestre-aluno, nenhuma propaganda eleitoral substitui a ligação do partido com a realidade de suas bases. Traducción mía.