Resumen
El objetivo de este trabajo
es realizar un análisis de la tercera vía una nueva filosofía que pretende
convertirse en la impugnación a dos modos de pensamiento: el neoliberalismo (el
thatcherismo) y la socialdemocracia, puntualizando los elementos más
importantes de esta corriente política contemporánea y su principal referente
teórico Anthony Giddens. Se analizan las condiciones que permiten la emergencia
de esta nueva propuesta así como su programa político. También se valora la
postura que asume la tercera vía ante el medio ambiente quienes aseguran
desechar las viejas ideas y amenazas del orden bipolar, y preocuparse por los
nuevos problemas entre los que ubican al medio ambiente.
Palabras claves:
tercera vía, perspectiva ecológica, socialdemocracia.
ABSTRACT
This
paper aims to analyze the third way, a new philosophy that intends to
refute two schools of thought: new liberalism and social democracy, focusing on
the main components of this political and contemporary movement and his main
theorist, Anthony Giddens. We will study the context of emergency of the third
way as well as its political program. It is remarkable also its stance on
environmental issues considering them one of the new problems of the present,
leaving behind ideas and threats that belong to an older bipolar order.
Key
words: third way, ecological perspective, social
democracy
La tercera vía, programa y perspectiva
ecológica.
Autoras: Lic. Yanelis Vasallo Gómez y Lic.
Annelys Alfonso Concepción
Profesoras de Teoría Sociopolítica.
Universidad Agraria de la Habana. Cuba.
yanelis@unah.edu.cu, annelysc@unah.edu.cu
Maestrantes de Estudios Políticos y Sociales.
“Nosotros el
centro-izquierda, debemos intentar ponernos a la cabeza de quienes dirigen el
cambio social en la economía globalizada. La vieja izquierda se ha resistido a
este cambio. La nueva derecha no ha querido dirigirlo.”
Tony Blair
Introducción
El
sistema de saberes parcelado
muestra ya sus límites epistemológicos de ahí que se prioricen enfoques
multi/pluri/trans/interdisciplinarios, a pesar de esto las visiones parceladas
de la realidad generan una gran cantidad de debates de los que no escapan los términos
políticos izquierda y derecha. La izquierda se asocia con el principio del
cambio mientras la derecha se relaciona con la conservación del orden
existente. Una mirada al entorno desde esta perspectiva implica que no puedan
ser entendidas las disímiles situaciones por las que se atraviesa hoy en el
mundo globalizado. Se necesitan teorías que asuman este aspecto para
desarrollar estudios más completos. Apelando a esta idea como referente irrumpe
en el espectro político contemporáneo la tercera vía. Según palabras de Tony
Blair, quien fuera primer ministro británico, corriente política que puede ser
ubicada como una tendencia de centro-izquierda.
Entre sus principales
referentes teóricos encontramos a Anthony Giddens. Giddens en “Más allá de la
derecha y la izquierda. Una nueva política para el nuevo milenio” la va a
definir como una nueva filosofía que pretende convertirse en la impugnación a
dos modos de pensamiento: el neoliberalismo [2](el thatcherismo) y la
socialdemocracia[3],
esta nueva filosofía va a surgir al interior del movimiento socialdemócrata
clásico, donde se modernizan y readecuan a las nuevas condiciones internas y
externas, situación condicionada por el agotamiento del "Socialismo
Democrático" y la inviabilidad del modelo neoliberal, a lo que habría que
añadirle el derrumbe del “Socialismo Real” (Alvarez, 2002).
En este contexto
emerge la tercera vía, propuesta que pretendemos analizar. Lograrlo implica que
debamos en un primer momento esclarecer las condiciones que posibilitaron su surgimiento,
en un segundo momento estudiar su programa político en cuanto a los valores que
promulga, principales referentes teóricos así como su impacto en la región
latinoamericana. Por último pretendemos explicar la postura asumida con
relación al medio ambiente de esta corriente política contemporánea.
Desarrollo
Consideramos
fundamental tener en cuenta que no se debe confundir el término con el de
tercera posición o tercerposicionismo, expresión con la cual se autodefinen
movimientos diversos que son considerados de orientación fascista o
neofascista, opuestos tanto al capitalismo como al socialismo. Resulta
indispensable entonces preguntarnos, ¿cuáles son las condiciones o elementos
que permiten la emergencia de esta nueva propuesta política? Giddens sostiene
que existen tres razones que respaldan esta idea; la primera se relaciona con
el impacto que ha traído la globalización o mundialización, en relación con
este término en el mundo anglosajón existen dos posturas: una que defienden los
globalescépticos quienes sostienen que los momentos actuales no se diferencian
mucho de finales del siglo XIX, pues en aquellos momentos existía
liberalización comercial, se producían grandes invenciones tecnológicas
(teléfono, comunicación electrónica) y teníamos un resurgimiento de los
mercados monetarios. Los globalescépticos no consideran que nos encontremos
ante nuevos cambios. Esta percepción se asocia a las personas que quieren
defender la antigua izquierda o la socialdemocracia tradicional. La otra postura
la asumen los llamados hiperglobalizadores quienes consideran que el mercado
global es el único dueño y señor, y lo único que pueden hacer los gobiernos es
reducir su dimensión y suprimirse, dejar paso libre. La política deja de ser
relevante en un mundo dominado por las fuerzas del mercado global (Giddens:
1998).
Las dos acepciones
concedidas por el mundo anglosajón al vocablo (globalización) ya sean por parte
de los globalescépticos como por los hiperglobalizadores responden a una de las
características que van a identificar a la derecha en el espectro político la
cual se identifica con el principio conservador. En esta tendencia es negado
el progreso social y eso es precisamente lo que defienden ambos grupos cuando
sostienen como primer argumento que vivimos momentos que no son muy diferentes
a los del siglo XIX, segundo que el mercado global se ha convertido en el único
amo y no existe nada que pueda hacerse al respecto. Ante estos argumentos
debemos decir que cada siglo es poseedor de una excepcionalidad que lo hace
diferente del anterior. Posee particularidades las cuales le son propias. Cada
acontecimiento o descubrimiento es único e irrepetible y las circunstancias en
que se desarrollan se van modificando paulatinamente por lo que ningún siglo
puede ser igual al otro. Sí, bien es cierto que el mercado global ha alcanzado
dimensiones inimaginables pero no creo que sea cierto que no hay nada que hacer
al respecto. Más bien me parece que esas son las reglas que impone la derecha
para que todo continúe saliendo como ellos han previsto. Y es que cuando una
mentira es repetida tantas veces llega el momento en que pasa a convertirse en
una verdad. Se cumple de este modo otra de las características asociadas al
término (derecha), su defensa del libre mercado y la competencia como
paradigmas del desarrollo económico.
La segunda razón
tiene que ver con la diferencia considerable que existe entre los bienes
físicos comercializados y los bienes que se comercializan en la economía
global, pues los bienes físicos que se comercializan no han aumentado su
volumen, mientras que el valor de la economía global se ha elevado dos veces y
media. La economía sin peso ha destruido la antigua clase trabajadora. Los
cambios tecnológicos han cambiado la lógica del mercado como se conocía antes.
Y el último aspecto se relaciona con la pérdida de tradiciones, costumbres y
hábitos en nuestras vidas. Cada una de estas razones nos permite visualizar los
riesgos que genera la globalización en las sociedades actuales y que
fundamentan de cierta forma la aparición de esta nueva alternativa (Giddens:
1998). La concatenación de estas tres condicionantes fueron los que
posibilitaron la aparición de esta nueva propuesta la cual pretende construir
el sendero para una alternativa, que trata de romper con el modelo neoliberal,
colocando un alto a las privatizaciones, estableciendo nuevas normas para las
empresas trasnacionales, restaurando la visión de un Estado responsable del
bien común.
El programa político
de la tercera vía no se erige como un compromiso entre el neoliberalismo y la
socialdemocracia. Por el contrario lo que pretende es trascenderlos. La tercera
vía no persigue, una reedición de los valores socialdemócratas o de la
izquierda. Constituye un intento por preservar algunos de estos valores, pero
otros valores han de ser abandonados o transformados. Lo califican como un
movimiento de centroizquierda[4]
que persigue desarrollar una economía dinámica, competitiva en el mercado
mundial, con calidades empresariales y que contrariamente a la antigua
izquierda, reconozca la centralidad de la creación de riqueza, y que la misma
no debe ser puesta en práctica únicamente por el Estado y que, por ende, la
empresa tiene un papel fundamental en el futuro social. Con la propuesta
política de la tercera vía se persigue alcanzar el equilibrio entre el riesgo y
la seguridad ofrecida por los estados del bienestar tradicional, seguridad que
hemos perdido, además de tratar reconciliar una economía dinámica con unos
mercados laborales activos dentro de una sociedad que reconozca normas de
seguridad social, de justicia social y de inclusión colectiva. Se intenta
reconstruir el Estado del bienestar, pero no como sugieren los neoliberales
sobre la base de producir un sistema de seguridad mínimo sino con una reforma
radical de este Estado (Giddens: 1998). Uno de los objetivos perseguidos con
esta propuesta es el rescate de valores, tradiciones que se han perdido como
consecuencia de los impactos de la globalización o mundialización sin embargo
esto no significa negar el cambio a aquellos aspectos que necesiten
transformarse. Se pretende además que cada uno de los actores económicos
desempeñe un rol fundamental, convirtiéndose en entes activos. Transformar el
Estado constituye una de las premisas de esta tendencia para alcanzar la
inserción social de todos los individuos.
En relación a la
igualdad y la desigualdad los políticos de la tercera vía piensan que una
sociedad igualitaria solo es posible si es autoritaria excluyendo la
individualidad y el pluralismo cultural, esto no significa que vayan a abrazar
el neoliberalismo pero enarbolan tres motivos para defender la tesis de que no
es viable una sociedad así, pues una colectividad con igualdad de oportunidades
fuerte, tendría mucho movimiento hacia abajo. Las personas exitosas subirían en
cada generación, pero muchas otras personas caerían. Habría muchos perdedores
en este sistema. Con una meritocrácia, sostienen que habrían personas en la
base de esta sociedad que no sólo estarían allí sino que reconocerían que
merecen estar donde están, surgiendo así una clase de excluidos, que se
autoreconocerían como inferiores, en comparación con los otros. Una sociedad
basada en igualdad de oportunidades engendraría una enorme desigualdad de
resultados por lo cual se ha de tener la redistribución en el orden del día.
Son estos elementos los que sustentan que el modelo de igualdad de la política
de la tercera vía sea moderado (meritocrácia moderada) donde se estimula a la
expansión de la clase media, se contenga la llamada revolución de las élites.
Van a redefinir la desigualdad como exclusión, entienden a esta última no solo
como exclusión de los de abajo sino que también proponen incluir a los de
arriba, el modelo que proponen para lograrlo es la ciudad de Barcelona. Y por
último la tercera vía sustenta que ha de seguir el modelo de la nación
cosmopolita, que debe ser plantado activamente, logrando su compatibilidad con
los valores liberales. No sería un nacionalismo como destino nacional,
cultivado de manera consciente y reflexionando en relación con un mundo
cosmopolita más amplio. Es un nacionalismo ideológico, que debe sostener un diálogo
abierto y fructífero con las otras identidades nacionales (Giddens: 1998).
Entran en discusión aspectos importantes que el autor analiza críticamente relativos
a la igualdad donde uno de los conceptos fundamentales es la meritocracia
moderada y aunque sus remedios no parecen abarcar todas las problemáticas que
emergen en la sociedad contemporánea constituye un paso de avance el solo hecho
de plantearse estas interrogantes.
Entre los referentes
teóricos de la tercera vía podemos encontrar elementos básicos de la tesis de
Fukuyama en su “Fin de La Historia”, sobre la inevitabilidad del capitalismo,
del agotamiento de todos los demás modelos y del entrecruzamiento de las fronteras
entre derecha, centro izquierda, para difuminarse política e ideológicamente
(Alvarez, 2002). Estos presupuestos teóricos evidencian que la tercera vía
parte de la premisa que no hay alternativas al capitalismo.
Anteriormente fueron
presentados los elementos que viabilizaron la aparición de la nueva filosofía
que propone la tercera vía, entre ellos hacíamos alusión al fenómeno de la
globalización, este fenómeno posibilitó que la nueva filosofía traspasara los
marcos de la Gran Bretaña, lugar donde fuera concebida y se dispersó hasta
llegar a América Latina, nos referimos específicamente a Colombia[5]
donde su presidente para el período 2010-2014, Juan Manuel Santos, comunicó
tras su elección, que su gobierno sería de tercera vía lo que puede interpretarse
como una ruptura con el gobierno de derecha liderado por Álvaro Uribe Vélez.
Santos piensa que en aquellos países donde existe un bipartidismo consolidado
la tercera vía se presenta como el camino ideal, pues en el debate entre
neoliberales y viejos socialistas se muestra como la solución intermedia y
dentro de los partidos de centro izquierda, esta propuesta es la versión
moderna de la vieja social democracia. Aparece nuevamente la filosofía del Buen
Gobierno. Santos cree firmemente que “la tercera vía tiene de todo y para
todos. No se puede negar su atractivo como planteamiento político ni su origen
de centro izquierda. Esto la hace especialmente útil para quienes estamos
empeñados en la renovación ideológica del Partido Liberal” (Santos, 1998). La
necesidad de encontrar alternativas a la situación que enfrentan los países
latinoamericanos es algo que no puede ser negado, en ocasiones resulta menos importante
nombrar las cosas que poder entender su sustento ideológico para poder utilizar
aquello que logre transformar nuestras realidades.
Esta propuesta que
sustenta desde el plano teórico el sociólogo Anthony Giddens ha inspirado los
debates sobre la “Tercera Vía Latinoamericana” que se encuentra respaldada en
tres pilares fundamentales: crecimiento, sustentabilidad y equidad que
permitirán que el continente alcance el desarrollo económico necesario (Vergara,
2012). El crecimiento económico tradicionalmente se asocia con el Producto
Interno Bruto: PIB, pero la realidad de la región hace imposible aplicar estos
patrones que son utilizados en los llamados países del primer mundo. Ante esta
problemática la solución es emplear el nivel de empleo (incorporando la
eficacia y productividad laboral así como las políticas que generan trabajo)
como parámetro de crecimiento teniendo siempre en cuenta las particularidades
de cada país. Se considerarían todos los actores económicos de acuerdo al
programa político de esta tendencia.
La sustentabilidad se
encontrará marcada por dos requerimientos: la estabilidad de los índices
macroeconómicos y la expansión del mercado alcanzable cuando se creara una
moneda común y un banco que la respalde. Lograr este objetivo contribuiría a
impulsar de manera satisfactoria nuestras economías, resulta necesario destacar
que en los últimos años se han producido intentos importantes en estas
cuestiones como es el caso del sucre que a pesar de ser una moneda virtual nos
guía en la consecución de estos fines.
La equidad económica constituye
el último escalón para adquirir el desarrollo económico dentro de la cual no debe
olvidarse la satisfacción del ser humano en su condición de productor y
consumidor (Vergara, 2012).
Hasta el momento
hemos analizado los elementos prominentes de la denominada tercera vía sin
embargo omitimos un aspecto fundamental, ¿qué postura asume la tercera vía ante
el medio ambiente?, para poder responder a esta interrogante debemos decir que
a pesar de ser heredera del neoliberalismo y la socialdemocracia donde ambos
entre sus características cuentan con una baja conciencia ecológica, la tercera
vía asegura desechar las viejas ideas y amenazas del orden bipolar, y
preocuparse por los nuevos problemas entre los que ubican al medio ambiente (Alvarez,
2002). Los representantes de esta vertiente política sostienen que ellos
tratan de responder a las preocupaciones de los ciudadanos y a la vez
protegerlos sin renunciar a la visión donde el estado debe intervenir para
asegurar la justicia social y la igualdad de oportunidades, educación y salud
universal, la protección del medio ambiente, pero al mismo tiempo, con
independencia del poder político, sin transformar a esos ciudadanos en clientes
del patronaje estatal. Pues al encontrarse nuestra sociedad, manifiestan los
defensores de la tercera vía, ubicada hacia el futuro, atiborrada de
información, el riesgo constituye un tema que relaciona áreas de la política
que de otro modo serían dispares: la reforma del Estado del bienestar, el
compromiso con los mercados financieros mundiales, las respuestas a los cambios
tecnológicos, los problemas ecológicos y las transformaciones geopolíticas.
Necesitamos, así plantea Giddens, protección frente al riesgo, pero también
capacidad para confrontar y correr riesgos de forma productiva. En primer
lugar, la administración del riesgo se convertirá en el tema unificador de la
política contemporánea. Los grandes problemas, a no ser que la reducción de la
pobreza y de las desigualdades se suponga cubierta por la «reforma del Estado del
bienestar, resultan ser cuestiones de valoración del riesgo. Estas ideas
potencian que entre los valores de la tercera vía se incluya el
«conservadurismo filosófico», imponiéndose así una actitud pragmática frente al
cambio, que nos permite hablar de la inconsistencia de la política de la
tercera vía con relación a la problemática medioambiental pues en la lista de
actividades de riesgo el compromiso con los mercados financieros aparece en
primer lugar lo que nos facilita destacar que si una sociedad acepta los
logros científicos y tecnológicos de la modernidad occidental durante los
últimos tres siglos seguirá interviniendo en el mundo físico a gran escala.
Estas intervenciones producirán inevitablemente consecuencias imprevistas que
conllevarán efectos negativos tanto sobre la humanidad como sobre la naturaleza
tirando al traste su propuesta teórica donde plantean defender la problemática
ambiental (Callinicos, 2001). Dentro de las virtudes de la tercera vía se
encuentra el haber incluido la temática ambiental como un elemento fundamental
al interior de su propuesta teórica, la carencia es posible encontrarla cuando
no logra articular los compromisos del mercado financiero con las demandas
ecológicas en un mundo donde el desarrollo tecnológico demanda un consumo
excesivo de los recursos naturales.
Cuando abordamos la
relación que se establece entre la tercera vía y el medio ambiente existe una
categoría que nos resulta imposible dejar de mencionar, nos referimos a la
ecología política a la cual le compete explorar con nueva luz las relaciones de
poder que se trenzan entre los mundos donde viven las personas y el mundo
globalizado. Convirtiéndose así en el terreno de una lucha por desnaturalizar
la naturaleza, adoptando no solo una perspectiva constructivista de la misma
sino también política pues las relaciones que se establecen entre los hombres y
la naturaleza se cimentan a través de relaciones de poder (Leff). La ecología
política se ocupa del sentido. Por lo tanto es, por definición, un juicio: Un
determinado resultado de nuestras prácticas, ¿está bien o mal? Sin embargo no
hay respuesta evidente a este tipo de pregunta. Los valores, el peso y el
sentido que le damos a los actos no son inamovibles. Son el producto de un
debate donde los puntos de vista solo pueden ser en el mejor de los casos
regulados gracias a la actividad propiamente política.
Esta categoría es la
que va proporcionarle a Giddens una salida ante la crítica que realizábamos
anteriormente sobre lo imposible que resulta conciliar el compromiso que
establecen con los mercados financieros y la protección del medio ambiente,
llegando a plantear que en la ecología no resulta aceptable un fundamentalismo
de mercado. No se pretende suscitar una “modernización ecológica” que involucre
desarrollo sostenible, combate a la contaminación y regulación medioambiental,
sino que, además, perciba la noción estratégica de riesgo, asuma el carácter
internacional y mundial de la cuestión y coloque las decisiones sobre ciencia y
tecnología dentro de los procesos democráticos (Giddens, 1999). Debemos
reconocerle al autor la inclusión de un elemento tan importante para la
sociedad contemporánea como el movimiento ecologista sin embargo los presenta
solo como grupos de interés negándoles de este modo su protagonismo dando al
traste con uno de los aspectos más importantes de su propuesta.
La tercera vía
sostiene que entre sus preocupaciones ocupa un lugar importante la problemática
del medio ambiente de ahí que sostengan la idea de reformar el Estado de
Bienestar que permitirá atender las preocupaciones de los ciudadanos, entre
esas preocupaciones se encuentra la temática ambiental. El compromiso que
establece el programa de la tercera vía con el mercado financiero hace
imposible que se pueda proteger adecuadamente la naturaleza por esta razón
llega a sostener que la ecología no es compatible con el fundamentalismo de
mercado, la idea que el propone es lograr el equilibrio entre la
modernización ecológica, el combate a la contaminación y regulación medioambiental
con una noción estratégica de riesgo, asuma el carácter internacional y global
del asunto colocando las disposiciones sobre ciencia y tecnología al interior
de los procesos democráticos. La cuestión más importante de todo esto es si es
posible lograr articular todo esto.
La tercera vía ha
sido considerada de “izquierda rosa” y su proposición ha merecido el mote de
“vía láctea” (por la consistencia “lechosa” o nebulosa de sus principios y
políticas). Pero aunque esta afirmación no deja de ser cierta debemos
reconocerle a Giddens el mérito de ensayar la construcción de una perspectiva
“integrada”, esencialmente en el momento en que tantos han promulgado la
inhabilidad de las propuestas globales (Díaz, 1999). Una perspectiva integrada
que germina fundamentalmente por tres razones: la primera sería el impacto que
ha traído la globalización o mundialización, la segunda los cambios que se han
suscitado en la economía global (la diferencia considerable que existe entre
los bienes físicos comercializados y los bienes que se comercializan en la
economía global) y la tercera se relaciona con la pérdida de los valores.
Giddens no abandona
el objetivo de disminuir las desigualdades pero al redefinir la igualdad como
inclusión, no envía la atención a la obtención de este objetivo, sino a la
aplicación de políticas diseñadas para recrear o inventar un sentimiento de
pertenencia a la misma sociedad, vigente tanto en el vértice como en la base de
la misma. Donde el individuo estará de acuerdo con el lugar que logre alcanzar
y se encontrará conforme con esto. En este sentido, limitar la exclusión
voluntaria de las elites es de central importancia para la creación de una
sociedad más inclusiva en los estratos inferiores. El que la «sociedad
inclusiva» sea perfectamente coherente con la persistencia de la desigualdad
social se pone de manifiesto cuando se incluye la «meritocracia limitada» entre
los rasgos definitorios de una sociedad de este tipo (Callinicos, 2011). La
tercera vía constituye una nueva propuesta que pretende superar las limitaciones
del neoliberalismo y la socialdemocracia en esto radica su importancia así como
en la inclusión de una visión crítica para el análisis de la realidad social
contemporánea. La inclusión de actores económicos importantes y su impacto en
el continente latinoamericano que ha permitido se visualice como una
alternativa que debe ser reformada para aplicarla a nuestra realidad.
Conclusiones
§ El principal
referente teórico de la tercera vía es Anthony Giddens, una nueva filosofía que
nace del movimiento socialdemócrata clásico.
§ Existen tres razones
que respaldan el surgimiento de esta propuesta teórica; la primera se relaciona
con el impacto que ha traído la globalización o mundialización, la segunda razón
tiene que ver con la diferencia considerable que existe entre los bienes
físicos comercializados y los bienes que se comercializan en la economía global
y la última alude a la pérdida de tradiciones, costumbres y hábitos en nuestras
vidas.
§ El programa político
de la tercera vía no se erige como un compromiso entre el neoliberalismo y la
socialdemocracia, por el contrario pretende es trascenderlos.
§ Uno de los objetivos
perseguidos por Giddens es el rescate de valores, tradiciones perdidas como
consecuencia de los impactos de la globalización.
§ Entre los referentes
teóricos de la nueva filosofía que proponen encontramos la tesis de Fukuyama
sobre el fin de la historia así como elementos de la socialdemocracia y el
neoliberalismo. Esta propuesta irradia a América Latina y muchos países se
sienten atraídos hacia ella, entre ellos podemos mencionar al presidente de
Colombia Juan Manuel Santos quien declarara públicamente que su gobierno sería
de tercera vía, existen otros países como Chile, Costa Rica, Brasil donde
existen partidarios de esta tendencia política.
§ El sociólogo Anthony
Giddens ha inspirado los debates sobre la “Tercera Vía Latinoamericana” que se
encuentra respaldada en tres pilares fundamentales: crecimiento,
sustentabilidad y equidad que permitirán que el continente alcance el
desarrollo económico necesario.
§ La tercera vía ha
sido considerada de “izquierda rosa” por la nebulosa de sus principios y
políticas y aunque esta afirmación no deja de ser cierta debemos reconocerle a
Giddens el mérito de ensayar la construcción de una perspectiva “integrada”.
§ Una de las virtudes
de la tercera vía consiste en incluir la temática ambiental como un elemento
fundamental al interior de su propuesta teórica, su limitación radica en no
lograr articular los compromisos del mercado financiero con las demandas
ecológicas en un mundo donde el desarrollo tecnológico demanda un consumo excesivo
de los recursos naturales.
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