RESUMEN
En el presente
trabajo nos proponemos efectuar un análisis crítico del Movimiento Rexista
belga liderado por León Joseph Marie Ignace Degrelle y la Acción Integralista
Brasileña creada por Plinio Salgado. Intentaremos discernir cuáles eran las
afinidades predominantes en ambos dos objetos de estudio, el primero de clara
adscripción al ideario nazi; y el segundo, vinculado con el fascismo italiano.
ABSTRACT
In this paper
we propose a critical analysis of belgian Rexist Movement directed by León
Joseph Marie Ignace Degrelle and Brazilian Integrating Action created by Plinio
Salgado. Our intention is to distinguish the main similarities between our two
objects of study. The first one was closer to nazism and the second one was
related to italian fascism.
FASCISMOS
CONTEMPORÁNEOS: UNA COMPARACION ENTRE
REXISMO BELGA E
INTEGRALISMO BRASILEÑO
Javier Marotte*
Introducción
En el presente
trabajo nos proponemos efectuar un análisis crítico del Movimiento Rexista
belga liderado por León Joseph Marie Ignace Degrelle y la Acción Integralista
Brasileña creada por Plinio Salgado. Intentaremos discernir cuáles eran las
afinidades predominantes en ambos dos objetos de estudio, el primero de clara
adscripción al ideario nazi; el segundo, vinculado con el fascismo italiano.
Al respecto,
desentrañaremos si esas afinidades estaban vinculadas con el conservadorismo,
el capitalismo y la derecha; o por el contrario, con la izquierda, el
socialismo y la “revolución”. Distinguimos prima facie un difícil punto
de coincidencia derivado del corporativismo fascista laico, el
nacionalsocialismo pagano y el rexismo e integralismo católicos.
Es preciso
adoptar un concepto de fascismo. Para ello, seguiremos a Gaetano Salvemini
(1974:439) quien entiende que fascismo significa “prescindir de instituciones
libres y es un fenómeno de las democracias fallidas.” Paxton (2005) señala que
se puede definir el fascismo como una forma de conducta política caracterizada
por una preocupación obsesiva por la decadencia de la comunidad, su humillación
o victimización y por cultos compensatorios de unidad, energía y pureza, en que
un partido con una base de masas de militantes nacionalistas comprometidos,
trabajando en una colaboración incómoda pero eficaz con élites tradicionales,
abandona las libertades democráticas y persigue con violencia redentora y sin
limitaciones éticas o legales objetivos de limpieza interna y expansión
exterior.
Agregamos que
busca instaurar totalitariamente un mundo nuevo, con un sistema económico con
fuerte intervención pública y proponen la expansión nacional mediante la
invasión y la guerra. Los fascistas personificados por un líder carismático que
funciona como catalizador, convocan sin cesar al pueblo concebido como unidad
orgánica y mítica. Gustavo Bueno (2004) utiliza el concepto de “fascistización
de las formas” que se advierte en el uso de uniformes, saludos y
concentraciones de masas.
En la
actualidad los partidos fascistas son aquellos que vehiculizan la desconfianza
hacia la democracia, proclamando el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y
el negacionismo, en proporciones diversas. Los fascismos atacan la libertad de
mercado y al individualismo económico, propugnan el corporativismo; manifiestan
hostilidad a las constituciones políticas de sus Estados y a la soberanía de la
ley.
Martínez
Albaiceta (1974:20) ha definido las derechas[1] y las
izquierdas diciendo que: “son relaciones entre ideologías contrarias.” Roger
Eatwell (1997) por su parte, dice que la derecha es tan solo una variedad de
respuestas a la izquierda. Sandra McGee Deutsch (2005:21) agrega que la derecha
se consolida en reacción a las tendencias políticas igualitarias y liberadoras
del momento y a otros factores que a su juicio socavan el orden social y
económico; teme que los impulsos niveladores y los ideales revolucionarios
universales debiliten el respeto por la autoridad, la propiedad privada y las
tradiciones que valora. La mayoría de los autores tiende a considerar “derecha”
la vertiente liberal y conservadora y “extrema derecha” a las vertientes
tradicionalista y nacionalista.
A los fines de
este trabajo, consideramos que los diferentes fascismos históricos formaban una
unidad, dentro de la cual cabían inmensas diversidades y diferentes proyectos
de mundo, lo cual generaba conflicto y competencia. Asimismo entendemos que uno
de los trazos comunes, el nacionalismo exacerbado, proporcionaba el elemento
que impedía la solidaridad completa entre ellos (Bertonha, 2000a:100).
Los diferentes
fascismos del período de entreguerras respondían a la gran crisis del
capitalismo, en el mismo momento y con armas semejantes: ultra-nacionalismo,
irracionalismo, militarismo, desprecio a la democracia, anticomunismo;
originados del mismo caldo político y cultural que nos permite llamarlos a
todos “fascistas”, desechando los análisis que los consideran entidades
autónomas y separadas[2].
1.- EL MOVIMIENTO
REXISTA DE BELGICA
1.1.-
Antecedentes: A partir de los años '20 del
siglo pasado, Europa se hundió en el período más siniestro de su historia. Por
la década de 1930 el fascismo y lo totalitario estaban de moda (Morales,
2004:10). Es la época de las milicias y partidos de extrema derecha y del
surgimiento de los regímenes fascistas y autoritarios que acabarán provocando
la Segunda Guerra Mundial y los asesinatos en masa cometidos por los nazis en
los campos de exterminio y de concentración. Judíos, cíngaros (gitanos),
opositores, homosexuales, testigos de Jehová, fueron los millones de víctimas
de esta demencia deletérea y funesta.
Hoy, los
antiguos militantes fascistas y sus herederos se reagruparon para formar nuevos
movimientos que obtienen importantes resultados electorales a nivel nacional o
de la Unión Europea. En el Viejo Continente los partidos de extrema derecha, a
los que denominamos “el óxido de la democracia” tienen cada uno su propia
manera de funcionar, pero las ideas que defienden contienen numerosas
semejanzas.
En general, la
extrema derecha se opone a la democracia y pretende instaurar un régimen
autoritario, sin ser necesariamente totalitario. Además, aspira a una
organización de la sociedad basada en la idea que los individuos que la
componen son naturalmente desiguales.
Al patriotismo
legítimo, opone un nacionalismo intolerante que limita muy fuertemente el
reconocimiento de derechos para los extranjeros a la nación. Privilegia el ius
sanguinis (transmisión de la nacionalidad reducida a los niños nacidos de
padres del mismo país con relación al ius solii (concesión de la
nacionalidad por el nacimiento sobre el territorio nacional y no por sus
orígenes) La extrema derecha encuentra el fascismo "muy simpático".
Sus modelos son sobre todo Degrelle, Mussolini, Franco, Salazar y Hitler.
1.2-
Los orígenes en Bélgica: La historia de la
extrema derecha en Flandes belga principia en 1931, año en el cual Joris van
Severen funda Verdinaso (Verbond van Dietsche Nationaal Solidaristen -
Liga flamenca Nacional-Solidarista). Este partido es: antisemita ("El
pueblo judío presenta hoy, más que otros pueblos, signos muy graves de
degeneración, de orígenes sexuales"), opuesto a la democracia ("la
democracia de los partidos saca (...) la superficialidad la democracia")
contra los sindicatos (corporativismo) y la huelga. Defiende las políticas de
Hitler y de Mussolini. Quería crear un "Estado thiois" es decir la
unificación en un solo país de Flandes belga, Países Bajos y Flandes francés.
Los miembros del Verdinaso se sumaron a los del VNV tras la muerte de van
Severen en 1940, fusilado por soldados franceses.
El VNV (Vlaams
Nationaal Verbond - Liga Nacional Flamenca) fundado en 1933 por Staf de
Clercq con el fin de crear un Estado flamenco separado de la Wallonie.
Defendían la misma ideología que Verdinaso, el VNV en la Segunda Guerra Mundial
se acercaron al partido nazi y colaboraron estrechamente con el ocupante
alemán. De Clercq, su fundador, declaró particularmente: "Somos fieles a
Adolf Hitler. Los flamencos somos germanos (...) es por eso que seremos
racistas, anglófobos y antijudíos". Los miembros del VNV participaron en
la guerra contra los rusos llevando el uniforme de la Waffen-SS de pleno
derecho y mucho antes que los propios rexistas.
Podemos leer
en su periódico "De SS-man" en 1941 que: " (...) Para
todos los que se oponen, habrá una SS, una policía política del
Nacionalsocialismo. Para los que resisten, el SS tendrá una mano de hierro,
habrá un látigo en los campos de concentración, porque sin campos de
concentración, nada resultará en Flandes".
1.3.-
El movimiento Rexista[3]:
El más importante movimiento fascista del período anterior a la guerra en
Bélgica francófona es “Rex” creado por León Degrelle. Al principio fue una
simple editorial católica, la que derivó en partido político y luego en
movimiento colaboracionista durante la Segunda Guerra mundial. Durante los años
20, la Asociación Católica de la Juventud Belga (ACJB) dirigida por monseñor
Picard reagrupaba una cantidad de movimientos influidos por las ideas del
movimiento nacionalista francés de Charles Maurràs (antiparlamentarismo,
católico, monárquico). La editorial del ACJB se llamaba Christus-Rex la
que León Degrelle dirigió a partir de 1930. Sus talentos de publicista le
permitían desarrollarla publicando revistas populares, tales como: “Rex”
de información política, “Vlan” de información general y “Soirées”
con noticias fotográficas del mundo del cine y de la moda.
En 1933, León
Degrelle se transformó en el único dueño de la editorial y se rodeó de jóvenes
militantes católicos combativos, las publicaciones tomaron un color más
político y Degrelle se lanzó a reuniones donde perfeccionaba sus calidades de
tribuno en los llamados discursos "musculosos". En 1935, la ruptura
con el Partido Católico fue definitiva, cuando Degrelle concurrió en noviembre
al congreso del Partido Católico en Courtrai, donde lanzó serias acusaciones de
corrupción contra el líder Segers y la dirección partidaria. Tres semanas
después el cardenal primado de Bélgica Van Roey pidió parar el ascenso de Rex y
prohibió a los sacerdotes católicos participar del movimiento rexista.
Degrelle
entonces, dirigió su animosidad contra el clero y el alto sector financiero e
industrial del Partido Católico y la influencia de los banqueros y financistas
dentro de éste. Hizo una formal declaración de guerra contra lo que tuviese
visos de democrático o socialista.
En 1936, Rex
se presentó sólo a las elecciones. De manera desordenada, reunía en un espíritu
contestatario todas las tendencias contradictorias. Rex no proponía alternativa
política y su caudal militante lo conformaban mayoritariamente jóvenes y
estudiantes católicos. Su campaña consistía en fustigar a los hombres políticos
considerados como corrompidos y a quienes deseaban barrer (por ello su emblema
era una escoba). Se apoyó en un nuevo diario de Degrelle, “Le Pays Réel”
donde se anunciaban los mítines diarios y se transcribían los discursos del
líder. Rex obtuvo el 11,49 % de los votos, 21 asientos de un total de 202 de la
cámara de diputados y 12 senadores, en las elecciones legislativas de 1936.
Este voto está considerado históricamente como una expresión de protesta frente
al Partido Católico.
Por aquella
época se consideraba que los principios básicos del rexismo eran: nacionalismo
unionista a favor del Estado belga; autoritarismo; corporativismo, monarquía
como cabeza del Estado; confesionalismo católico. Otros autores, como Paul
Fassange consideraban a Rex como una organización completamente nueva, “uno
puede decir que el rexismo era una clase de socialismo popular, radical,
idealista y estético”. Para superar las pretensiones flamencas de formar parte
de Holanda o de un estado independiente, Degrelle propuso la convivencia
separada de las comunidades, en un esquema cercano al autonomismo.
Jean Denis
(1936) teórico del rexismo sostenía que el concepto de individuo debía ser
sustituido por el de ser humano y el Estado debía cooperar para realizar el bienestar
de todos.
Según el autor
citado el rexismo pretendía: a) “La destrucción de todo aquello que, en el
régimen actual compromete la existencia de las comunidades particulares y
suprime su dignidad […] La actual congestión del Estado debe ser aliviada, de
modo que se halle en condiciones de cumplir con mayor libertad y de manera más
eficaz las funciones que le son propias. b) La reconstrucción de las
comunidades particulares a través de una serie de medidas que conduzcan a
restituirles su posición, sus derechos y sus deberes en el seno de la comunidad
popular. Y es por esto que el programa de Rex es familiar, profesional,
cultural, lingüístico y nacional.”
El movimiento
rexista basaba su política en algunos principios fundamentales, los que podemos
sintetizar en cinco puntos: Lucha contra la democracia, considerada la
corruptora de la civilidad. Renacimiento moral de la sociedad belga a través de
una recuperación de la recta vía indicada por las enseñanzas de la Iglesia
Católica. Institución de una sociedad corporativa fundada en el trabajo.
Combate total contra la corrupción. Promoción de la ética según la máxima:
Contra todos los partidos, contra todos los corruptos”. Lucha sin cuartel
contra el “monstruo rojo” y el tiburón capitalista.
Durante los
años del período anterior a la guerra, Rex recibió el sostén económico del
régimen fascista italiano, empero Rex desarrollaba también contactos con la
Alemania nazi de la cual consiguió asimismo ayuda material y financiera. León
Degrelle se encuentra por primera vez con a Hitler en 1936 y firma una alianza
con los nacionalistas flamencos del VNV.
Todo esto no
le agrada demasiado a su electorado, el cual se contrae ostensiblemente. En el
momento de la elección parcial a diputado de Bruselas del 11 de abril de 1937,
donde el católico van Zeeland apoyado por todo el arco político (desde el
socialismo y el comunismo hasta los liberales y el propio Cardenal van Roey[4]),
aplasta a Degrelle, se produce el derrumbamiento del rexismo.
1.4.-
La fascistización del rexismo: Degrelle pretendió
reavivar la mística y las ilusiones de sus simpatizantes. En julio de 1938 se
celebró el Congreso de Lombeek-Notre Dame donde se concentraron más de 60.000
seguidores rexistas. Por un lado, fue la concentración política más concurrida
de la historia belga hasta ese entonces y por otro, la estética de Rex era
claramente fascistizante: Degrelle apareció ante un auditorio uniformado de
negro, con banderas ondeando al viento, discursos inflamados desde una tribuna
decorada con motivos nacionalistas. Todos vieron en ese Congreso una notable
similitud con los del NSDAP en Nüremberg[5].
En 1939, Rex
no consiguió más que 4,43 % de los votos y obtuvo 4 diputados y 4 senadores en
las elecciones legislativas. No poseía ningún sostén en Flandes. En Wallonie,
le quedaba algún apoyo en ciertos lugares y por ende Rex no era más que un
grupo marginal. En 1939/1940 Rex sostuvo enérgicamente la política de
neutralidad de Bélgica y apoyó al rey Leopoldo III. Reconocía que fue Hitler
quien puso en marcha la guerra pero hicieron responsables a los anglo-franceses
así como a las "fuerzas ocultas del francmasonería y de las finanzas
judías". Degrelle preparaba a Rex para pasar a la colaboración con la
potencia ocupante. Ínterin fue deportado a Francia, donde se le torturó y logró
sobrevivir a la masacre de Abbeville donde fue fusilado van Severen y 20
detenidos más.
Podemos ver
entonces, que durante los años 1937-1938 el rexismo se acercaba a las
posiciones fascistas y recién fue en 1941-1942 cuando derivó hacia el
nacionalsocialismo. Para Degrelle ello no implicaba una claudicación de los
principios fundacionales y se justificó escribiendo en La Jeune Europe:
contundente “… estábamos particularmente asqueados por la bajeza espiritual de
nuestro tiempo. Preocupados por el deseo de volver a traer una gran pureza y un
gran fervor a las masas ávidas de un ideal. No nos asustaba decir, al principio
de Rex, que éramos la pasión ardiente de los Apóstoles.”
La doctrina
rexista de la primer época participó, en gran medida, de los axiomas clásicos
de los denominados pre-fascismos, es decir próximos a corrientes que en algunos
casos evolucionarían hacia el fascismo, pero que también supieron inclinarse
por convertirse en una derecha autoritaria, por caso, CEDA en España o Dollfuss
en Austria. La primera actitud de Rex, con Bélgica invadida y Degrelle
prisionero en Francia, fue oponerse a las autoridades alemanas y no colaborar.
En julio de 1940 Degrelle retornó a Bruselas y se topó con un vacío de poder
que decidió aprovechar. En enero de 1941 en el editorial de “Le Pays Réel”
que volvió a salir publicado, acababa con un enérgico “Heil Hitler!” y declaró
públicamente la unidad del movimiento rexista con el nacionalsocialismo alemán
y el fascismo italiano.
1.5.-
Colaboracionismo contra el ocupante alemán:
Degrelle, como vimos optaba por la colaboración con el Nuevo Orden y es así que
los rexistas ocuparon puestos en la administración pública, se reorganizaron
los cuadros del movimiento, volvieron a las calles las secciones de asalto, las
juventudes desfilaron bajo clara iconografía nazi. Degrelle suscribió un
acuerdo de reparto de Bélgica con el VNV. Así Rex controlaba Valonia y VNV
Flandes, mientras que Bruselas quedaba para ambos partidos, aunque
mayoritariamente flamenco.
En junio de
1941 estalló la guerra contra la Unión Soviética y Degrelle anunció la creación
de un cuerpo para combatir al comunismo (Cuerpo Franco-Valonia “por la lucha
contra el bolchevismo”), que partió al frente de batalla en uniforme rexista.
Muchos de los dirigentes murieron en combate y en 1943 el líder rexista
comunicó un cambio substancial en su programa político: “los valones son parte
de la Europa germánica” y que la Valonia se incorporaba al III Reich. El
movimiento se fascistizó aún más y ello atrajo a miles de jóvenes a sus filas,
mientras que los veteranos conservadores lo abandonaron. El objetivo de su
discurso era oportunista: él buscaba agradar y complacer a los nazis porque en
realidad pretendía lograr mayor poder político en Bélgica.
En mayo de
1943 se produjo el acuerdo Himmler-Degrelle y la legión valona, antes en el
Ejército alemán (Wehrmarcht), devino en una división de las Waffen-SS
(la SS- Sturmbrigade Wallonien). El arrojo de Degrelle fue
reconocido por el gobierno alemán quien le otorgó dos cruces de hierro de
caballero (2do grado y 1er grado), mas tarde las Hojas de Roble en oro y
Hitler, al entregarle personalmente las preseas, pronunciaba que: “Si tuviera
un hijo, hubiera deseado que fuera como Degrelle”[6].
Degrelle y sus
voluntarios en abril de 1944 hicieron una gira triunfal por Bruselas, donde
fueron aclamados por multitudes de personas. Cinco meses más tarde, esas masas
enfervorizadas saludaban y exaltaban a las tropas aliadas de Montgomery que
ocuparon parcialmente Bélgica. Hitler lo nombró Volksführer de los
valones y le confirió plenos poderes en los territorios liberados en Valonia.
Luego de la caída de Berlín, Degrelle combatió hasta último momento y fue
nombrado por Himmler general de las Wallen-SS el 2 de mayo de 1945.
1.6.-
Fin del rexismo: En un avión provisto por Joseph
Tervoben, Reichkommisar alemán en Noruega logró huir de los aliados y llegó
a las playas de San Sebastián en el norte español, donde Franco le concedió
asilo y apoyo incondicional. Los múltiples pedidos de extradición fueron
rechazados uno tras otro.
En 1946, los
principales dirigentes rexistas fueron juzgados a excepción de Léon Degrelle,
condenado a muerte en rebeldía. A fines de la década de 1960 adquirió la
ciudadanía española y Bélgica lo consideró públicamente “un extranjero”, empero
la prescripción de la pena de muerte se prorrogó ad hoc por diez años,
hasta 1974, en lo que se llamó la “lex degrelliana”. Hasta su muerte en
marzo de 1994, no renegó jamás de su compromiso nazi y se erigió en referente
de la extrema derecha europea en su carácter de ex general de las SS.
Luego de la
Guerra el partido rexista resultó una suerte de secta paramilitar con ritos y
secretos que los dirigentes no revelaban a los demás miembros ni siquiera a sus
familiares. De 1944 a 1949 en Bélgica, 57052 personas fueron juzgadas por actos
de colaboracionismo, 53005 fueron declarados culpables (21709 por tribunales de
Bruselas y Valonia) 1247 resultaron condenados a la pena capital (241
efectivamente ejecutados: 14 en Bruselas y 122 en Valonia).
2.- ACCION
INTEGRALISTA BRASILEÑA
2.1.-
Preliminar: El fascismo qua movimiento no
fue un patrimonio exclusivo de Europa; así por caso, en nuestra región
latinoamericana, si bien no podemos establecer la existencia de un régimen
fascista convencional encontramos la propagación significativa de esta
ideología desde la asunción de Mussolini al poder en 1922[7].
El gobierno y los emigrantes italianos se encargaron de divulgar las ideas y
acciones del Duce y del fascismo, con el objetivo de exportar el experimento a
otras latitudes y -en el caso brasileño- sentar las bases de un fascismo en
América para desafiar la hegemonía regional norteamericana (Bertonha, 2000b).
No podemos
soslayar que en América del Sur, principalmente en Argentina y Brasil existía
en la época de auge fascista una importante comunidad de inmigrantes italianos,
quienes fueron los primeros que se dedicaron de lleno a cultivar un patriotismo
que exaltaba la tierra de origen y que, a la par, incluía la fidelidad sincera
a la patria adoptiva (Scarzanella, 2007:10). Asimismo, el fascismo les
proporcionaba a los italianos en Sudamérica un instrumento de identidad y de
integración con la sociedad que los había receptado, llegando a producirse una
ecuación donde fascismo era equivalente a italianidad (Trento, 2007:24; 1982,
1994).
Robert Paxton
señala que América Latina estuvo mucho más cerca que ningún otro continente de
instaurar algo próximo a los auténticos regímenes fascistas europeos entre la
década de 1930 y principios de la de 1950. Sin embargo, el autor aclara que lo
que se dio en Latinoamérica tuvo mucho de imitación de la escenografía
fascista, aunque los diferentes gobiernos adoptaban remedios contra la
Depresión calcados tanto del New Deal rooseveltiano, como del corporativismo de
Mussolini (Paxton, 2004:226).
Con Paxton
(2004:226), Bertonha (2000a:102) y Scarzanella (2007:14-15) entendemos que la
Acción Integralista Brasilera (AIB) es el “más próximo a un partido fascista de
masas autóctono en América Latina” y el “hermano” del Partido Nacional
Fascista. A esta experiencia regional caracterizada como “el más importante
movimiento fascista de las Américas” (Bertonha, 1997:114) dedicaremos el
análisis que sigue.
2.2.-
Nacimiento del integralismo: Este movimiento tomó
su nombre de un partido portugués de principios del siglo XX que caracterizado
por antiparlamentario, tradicionalista, católico, antiliberal y decididamente
monárquico[8].
La AIB hacía ostentación de la simbología fascista, adoptando el uso de la
camisa verde y la letra griega sigma å como símbolo; a la par, que en
una fusión de la imaginería histórica brasileña indígena con las formas del
fascismo tradicional adoptó el saludo romano con el grito “Anauê” (que
significa en tupí “eres mi hermano”)[9].
2.3.-Organización
y liderazgo: El partido AIB tuvo una
organización paramilitar, realizaba manifestaciones callejeras como
exhibiciones castrenses y sus discursos hacían gala de una retórica
antimarxista y antiliberal. Periódicamente reiteraba sus rituales conocidos
como: “Matinas de Abril” y “Noite dos Tambores Silenciosos”.
Las “Matinas
de Abril” eran las solemnidades creadas para homenajear al primer desfile
integralista en San Pablo, en 1933, donde los militantes el 23 de abril
colocados en dirección al sol naciente, juraban fidelidad al Jefe Nacional y al
integralismo.
El 7 de octubre
de 1935, cuarenta mil integralistas realizaron por primera vez en Blumenau la
ceremonia “Noite dos tambores silenciosos” en conmemoración del aniversario de
la fundación de AIB y en protesta contra la extinción de la milicia
integralista a consecuencia de la Ley de Seguridad Nacional promulgada por el
gobierno de Vargas. La ceremonia debía efectuarse siguiendo un ritual
rigurosamente establecido. Su celebración se daba simultáneamente en todas las
sedes de AIB del país, bajo la presidencia del afiliado “más pobre, más
humilde, que representará al Jefe Nacional.”
Se definía por
ser fuertemente nacionalista y su componente esencial era la clase media. Fue
el primer partido de masas de Brasil, sostenido con las contribuciones de sus
propios miembros, lo que lo distinguía de los partidos tradicionales basados en
un modelo oligárquico (Cytrynowicz, 1992).
El fundador y
jefe supremo del movimiento era Plinio Salgado, quien siguiendo a John Dos
Passos creía que desde Cristóbal Colón en adelante, todos los sistemas que
habían sido importados a América Latina resultaron una maldición para este
continente y se preguntaba por qué no desarrollar un movimiento autóctono, sin
necesidad de trasplantar para el Brasil el fascismo europeo u otros sistemas
exóticos (Salgado, 1931)[10].
Los Estatutos
de AIB de 1934 consideraban a la persona de Salgado como “intangible” y a su
función como “perpetua” con facultades de nombrar y remover a los miembros del
Consejo Nacional partidario. Los miembros no podían oponerse ni criticar sus
decisiones so pena de expulsión. Se le debía obediencia y sumisión a su
autoridad. Impuso el culto a su persona. El juramento de todo nuevo miembro
según el Protocolo y Ritual de 1936 era el siguiente: “Juro por Deus e pela
minha honra trabalhar para a Açao Integralista Brasileira, ejecutando sem
discutir as ordens do Chefe Nacional e dos meus superiores.”
2.4.-
AIB parte de la familia fascista: Salgado decía
abominar por completo de la dictadura, el cesarismo y el Estado totalitario,
defendiendo la democracia integral cristiana, el Estado Ético o Integral,
aproximándose más a la Doctrina Social de la Iglesia y del movimiento cristiano
democrático de Sturzo que del fascismo de Benito Mussolini.
Antes de crear
la AIB, Salgado condenaba al fascismo y a “su hermano” el bolchevismo, a los
que consideraba meras tisanas para las dolencias de Europa. Señalando que ambas
ideologías representaban una falencia de la democracia y se asemejaban entre sí
por ser sendos imperialismos, uno económico basado en el nacionalismo; el otro,
político, surgido de la Tercera Internaciona. Los exegetas y apologistas de
Salgado creen que si bien su movimiento podía ser catalogado de fascista, ello
había ocurrido cuando la Italia de Mussolini aún no se había subordinado a la
Alemania hitlerista, ni dictado las leyes ignominiosas que atacaban al pueblo
judío.
Estos
intérpretes tratan de discernir que la AIB en cuanto fascismo, era una tercera
vía entre el comunismo y el liberalismo capitalista. Por ejemplo, para el
filósofo Miguel Reale (de militancia activa integralista) el término fascismo
adquiría una connotación genérica para abarcar todas las formas de economía
dirigida o planificada. Pero, que a raíz de la “técnica de etiquetamiento”
izquierdista, la palabra fascismo pasó a ser sinónimo de nazismo, a fin de
resultar más cómodo combatirlos a ambos simultáneamente (Reale, 1986:93)[11].
Otros rechazan
la ligazón de AIB con Hitler, puesto que la fuerza política fue creada en
Brasil cuando la doctrina del alemán era prácticamente desconocida en el país.
Empero, creen advertir la repercusión del fascismo mussoliniano en dos ideas
principales: el Estado Fuerte y un partido político único organizado con base
en corporaciones económicas (Martins, 1968:73). Sin embargo podemos señalar que
dentro de AIB existían divisiones entre sus miembros, pues había muchos que
veían al fascismo como seductor, aunque otros, adherían al ideario del
nacional-socialismo.
Es imposible
no reconocer en el Integralismo, una serie de influencias del fascismo italiano
y también de otros movimientos fascistas europeos. Esas influencias pasaban
especialmente por el campo ideológico, como la doctrina corporativa, el
descreimiento en la democracia, la priorización del Estado en relación a la
sociedad, etc. Mas también se exteriorizaban en temas aparentemente
secundarios, como la mística y la simbología, en las cuales eran evidentes las
influencias del fascismo italiano en la mitología del líder, la coreografía de
las grandes manifestaciones (las “bandeiras” -caravanas-; discursos
dramatizados; estandartes; canciones; uniformes; insignias; rituales; el
adoctrinamiento de las juventudes con la organización de los
"plinianos", que se asemejaban notablemente a los
"balillas" italianos); etc[12].
José Arthur
Ríos explica las causas de la atracción que el Integralismo ejercía sobre los
ítalo-brasileños: "No tenemos datos que permitan esclarecer en qué medida
el Integralismo atraía a los italianos. Siendo un movimiento de características
nacionalistas, no debía poseer extranjeros en sus filas. Según todo indica,
atraía un número considerable de ítalo-brasileños, para los cuales representaba
una forma, de ligarse a la comunidad brasileña y de liberarse del complejo de
inferioridad que su condición de marginalidad siempre acarreó.
En muchos
ítalo-brasileños, la camisa verde, el saludo “indígena” y la declamación
nacionalista, eran una forma de verse confirmados en la comunidad brasileña, de
escapar a la inestabilidad de ciudadanos de dos patrias. Para otros,
perfectamente asimilados, sin ningún problema de marginalidad, el nombre
italiano sería un mero accidente a su adhesión al movimiento, una resultante de
la atmósfera de exaltación nacionalista del medio en que vivían (Ríos,
1959:64-65).
Hélgio
Trindade considera que a AIB era un partido fascista: "…en función de la
composición social de sus adherentes, de las motivaciones de adhesión de sus
militantes, del tipo de organización del movimento, del contenido del discurso
ideológico, de las actitudes ideológicas de sus adherentes y del sentido de
solidaridad del movimiento en relación a la corriente fascista
internacional" (Trindade, 1974).
Estos
elementos eran un poderoso atractivo diferenciador ante las prácticas de todos
los demás partidos políticos brasileños y creaban una mística ritualizada
(rituales que regulaban desde el nacimiento hasta la muerte) de adhesión que
debería ser considerada no a un partido, sino a un movimiento que se presentaba
como renovador de las “fuerzas espirituales de la nación” (Sombra y Guerra,
1998).
2.5.- Diferencias y similitudes: AIB tiene como fecha oficial de nacimiento el 5-7 de
octubre de 1932, cuando se lanzó el “Manifesto de Outubro” que causó honda
repercusión en Brasil, ya que despertaba los sentimientos patrióticos y de
unidad nacional. Afirmaba una convicción espiritualista y cristiana a la par
que criticaba a las revoluciones sin doctrina. Su programa apuntaba a la
justicia social y se resumía en la expresión “Dios, Patria y Familia”. Una de
las causas de su atractivo para los sectores de las clases medias urbanas y de
independientes no representados por otra fuerza política, era que proponían
terminar con el poder y la venalidad de las oligarquías regionales.
A diferencia
de otros movimientos fascistas creía a todas las razas iguales en la formación
de la nacionalidad brasileña[13],
aunque combatía el cosmopolitismo como una plaga destructora de las estructuras
nacionales. Llamaba a la unión del pueblo civil y las Fuerzas Armadas para
luchar contra el comunismo y el liberalismo capitalista internacionales
(Salgado, s/d).
En 1933 el
integralismo brasileño asume una posición propia basada en el corporativismo
democrático del pensador rumano Mihail Manoïlescu, en cuya obra “Le Siècle
du Corporatisme” no aceptaba la tesis fascista de corporación como “órgano
del Estado”, pero sí en cambio como estructura democrática con organización
social autónoma.
De tal modo,
AIB proponía la implantación del “Estado Integral” que difería del Estado
liberal y de su “falso” sistema de representación. El Estado Integral permitiría
la representación efectiva de los intereses reales y particulares, a partir de
la organización de los brasileños en “clases profesionales”. Por ello, cada
ciudadano debería inscribirse en una de sus clases y de esa manera elegiría a
sus representantes a las cámaras municipales y a los congresos federal y
estadual, los cuales a su vez procederían a conformar los poderes ejecutivos
correspondientes a cada instancia.[14]
En “Notas
Políticas”, Salgado fijó los principios doctrinarios de la acción integralista,
donde algunos temas como antiliberalismo o nacionalismo fueron bien definidos,
en cambio otros como la organización del Estado, permanecieron vagos y a un
nivel intuitivo (Trindade, 1982). Por ejemplo, al definir al Estado Integral lo
hacía diciendo que era: “el conjunto de fuerzas materiales, morales e
intelectuales… que impone una finalidad humana a los pueblos”. Ese Estado
debería ser corporativo, unipartidario y básicamente semejante al Estado
Fascista, defendiendo que “lo esencial de la doctrina fascista es perfectamente
aceptable como concepción de Estado.”
Salgado
consideraba al Integralismo como una “revolución espiritual” que se daría no
solo en Brasil, sino en “todo el complejo panorama universal”, inaugurando un
nuevo período de la historia del hombre: la cuarta humanidad, denominada
“integralista”. Creía que era el ideal de una sociedad armónica entre los
hombres y sus clases, donde “fuere posible al obrero más modesto ascender a una
elevada posición financiera o intelectual”.
Sostenía
Plínio Salgado que: “Brasil no puede realizar una unión íntima y perfecta de
sus hijos, en tanto existiesen estados dentro del Estado, partidos políticos
que fraccionan la nación, clases luchando contra clases, individuos aislados
ejerciendo acciones personales contrarias a las decisiones del gobierno, en
fin, todos y cualquier procesos de división del pueblo brasileño”.
2.6.-
Participación integralista: En 1935, el 24 de
noviembre se produjo el “Levante Comunista” en Natal, Recife y Río de Janeiro.
La insurrección fue rápidamente reprimida y desactivada; y Salgado aprovechó
para poner a disposición del presidente Vargas 100.000 camisas verdes para
combatir a los revoltosos y a la vez colocarse en una línea de colaboración con
el poder establecido[15].
En 1936,
llamado el “Año Verde” AIB abandonó la vía revolucionaria de toma del poder y
se transformó en un auténtico partido político (Trindade, 1982) y en las
elecciones inmediatas capitalizó el clima anticomunista del momento, obteniendo
veinticuatro prefeituras y más de quinientos vereadores, totalizando alrededor
de doscientos cincuenta mil votos.
En enero de
1937 AIB inició los preparativos de un plebiscito para elegir al candidato
presidencial que representaría a la fuerza en las elecciones de enero de 1938.
Por abrumadora mayoría Salgado fue el elegido y el 12 de junio aceptó la
candidatura con un discurso conocido como “Cristo y el Estado Integral”. Cuatro
mil comités “Pro-Plinio Salgado” fueron constituidos rápidamente y recibió del
Conde Galeazzo Ciano (Ministro de Asuntos Exteriores de Italia) una importante
suma de dinero como financiamiento para la campaña electoral[16].
El clima
político brasileño se enrareció, Salgado sufrió un intento de asesinato y
varios militantes integralistas murieron bajo las balas de sus enemigos
comunistas. El propio presidente Vargas[17], su
ministro de Guerra general Eurico Gaspar Dutra y el Jefe del Estado Mayor del
Ejército general Pedro de Gois Monteiro en connivencia con Salgado alentaban un
golpe militar para implantar un Estado autoritario de honda raigambre
anticomunista.
En una
demostración de fuerza desfilaron casi 20.000 camisas verdes, a los que pasó
revista el presidente Getulio Vargas. El 9 de noviembre Plinio Salgado retiró
su candidatura manifestando el apoyo de los integralistas a Vargas y a las
Fuerzas Armadas “en la lucha contra el comunismo y la democracia anárquica,
para proclamar los principios de un nuevo régimen”.
2.7.-
El fin del Integralismo: El 10 de noviembre
Vargas ordenó formar un cerco al Congreso, consumando rápidamente el golpe de
Estado, anunció radiofónicamente la creación del Estado Novo y promulgó una
nueva Constitución, en la que pese a sus promesas previas, no contenía
referencia alguna al integralismo. Los partidos políticos fueron disueltos y la
misma suerte corrió AIB, que organizó un último desfile también revistado por
Getulio Vargas. Al momento de ser disuelta AIB contaba con un millón y medio de
afiliados y adherentes.
Pero en enero
de 1938 Salgado comenzó a gestar la idea de un golpe cuyos principales
objetivos eran deponer al presidente de la República que gobernaba como
dictador desde el 10 de noviembre de 1937, re-democratizar el país y
restablecer la Constitución del 16 de julio de 1934. Salgado fue apoyado por
opositores liberales tales como Otávio Mangabeira ex gobernador de Río Grande
do Sul y el coronel Euclides Figueiredo, líder de la Revolución
Constitucionalista de 1932. El almirante Nuno Barbosa de Oliveira asumió la
dirección militar del movimiento en Río de Janeiro.
A fines de ese
mismo mes, el gobierno varguista había dictado una serie de medidas represivas
contra los integralistas. El 11 de marzo se produjo la primera tentativa de
golpe, la que fracasó y varios integralistas fueron detenidos y sometidos a
proceso judicial. El general José María Castro Junior ocupó la jefatura militar
del movimiento.
El
levantamiento armado se lanzó el 11 de mayo, pero nuevamente fue neutralizado y
desarticulado debido a fallas de organización y la deserción a último momento
de la mayoría de los integralistas comprometidos con la acción. El Palacio de
Guanabara (residencia presidencial) fue asaltado, mas no se pudo apresar al
presidente Vargas pese a la precaria resistencia de sus defensores[18].
El 2 de diciembre de 1938 el gobierno decretaba la caducidad de AIB. La mayoría
de los revoltosos fueron detenidos, pero no se enjuició ni ordenó la captura de
Plinio Salgado, quien permaneció oculto y sólo prestó declaración ante la
policía en enero de 1939.
En mayo de ese
año reunió en San Pablo un pequeño grupo de seguidores y lanzó una proclama
conocida como “Manifesto de Maio” en la cual recomendó “la abstención de
cualquier clase de agitación subversiva y de manifestaciones de carácter
político, perturbadoras del orden público”. Luego salió al exilio en Portugal
donde prosiguió su actividad literaria y política, se reunió con emisarios de
Vargas, a quien manifestó públicamente su incondicional adhesión, a extremo tal
de expresar su solidaridad con el gobierno brasileño, cuando este declaró la guerra
a Italia y Alemania en 1942.
En 1943
pronunció una conferencia en Coimbra y luego de explicar el concepto cristiano
de democracia como síntesis de su pensamiento, consideró al totalitarismo
nazi-fascista como un “desvío” equiparándolo con el totalitarismo de los
Estados comunistas.
2.8.-
Colofón: Miguel Reale, señala que el
integralismo no se reducía a la doctrina seguida por Plinio Salgado, porque
existían variantes personales como la de Olbiano de Mello[19]
que postulaba un estado más sindicalista que corporativista. Otros
integralistas, como Gustavo Barroso (jefe de la Milicia Integralista) se
distinguían por un antisemitismo, aunque no de carácter racial o religioso,
sino desde el punto de vista económico financiero ya que entendía a Brasil como
una colonia de banqueros judíos[20].
Con Trindade,
analizando los aspectos doctrinarios de la AIB, entendemos que el integralismo
brasileño se aproxima mucho más a los fascismos conservadores portugués
(salazarismo) y español (Falange Española) o al Rexismo belga; que al
espiritualismo vago del fascismo italiano o del agnosticismo
nacional-socialista germano.
Sin embargo, a
pesar del discurso violento contra las oligarquías, al pasar del plano del
ideario político para el de la negociación para acceder al poder, el Integralismo
acabó teniendo una conducta política semejante a la de las oligarquías que
decía combatir, asumiendo políticas clientelares y asistencialistas. El partido
apoyó, por ejemplo, un arreglo en 1936 para elegir en Maranhão
un gobernador ligado a Getúlio Vargas, y participó de una amplia coalición de
fuerzas tradicionales de la política local, pasando a integrar la
administración pública.
En 1936 y
1937, el Integralismo creció, llegando a tener una emisora de radio, “Rádio
Sigma”, y un jornal diario comparable a los mayores de Maranhão, que
recibía hasta anuncios de Goodyear. En 1937, en Maranhão, los
integralistas participaban de la administración pública, del parlamento
estadual, y tenían el apoyo de sacerdotes católicos y jefes políticos locales,
sin sufrir ninguna represión (Cytrynowicz, 2001).
3.- Conclusiones
La década de
1930 fue una de las más perturbadas del siglo XX, donde las ideologías y las
pasiones políticas ganaron fuerza, donde el liberalismo, el fascismo y el
comunismo lucharonn por la conquista de espacios cada vez mayores.
En Brasil, por
un lado el comunismo es descrito como el enemigo de la nacionalidad, por otro,
el integralismo -representante local del autoritarismo fascista- ganaba terreno
y abría núcleos en diversas ciudades del país. Usando de la violencia tanto en
sus discursos, como en los mismos actos, los integralistas de AIB soñaban con
derrotar al comunismo y al liberalismo de una sola vez, para poder implantar un
régimen totalitario que según ellos viniera a defender la religión cristiana,
la patria y la familia brasilera (Souza de Araújo Neto y Ruiz de Macedo, 2001).
Los
integralistas explicitaron en 1934 que: “es un
movimiento cultural que abarca: 1) Una revisión general de las filosofías
dominantes hasta principios del siglo XX y, en consecuencia de las ciencias
sociales, económicas y políticas; 2) La creación de un pensamiento nuevo,
basado en la síntesis de los conocimientos que nos fueron legados, en paralelo,
en el pasado siglo XIX.
El
Integralismo en Brasil, es muy diferente del integralismo fundamentalista
francés de Charles Maurras, porque ése fue sólo un "nacionalismo
integral", preocupado por restaurar las tradiciones. Distinto, también
del integralismo lusitano, que trasplantó el sentido tradicionalista de la
corriente francesa, con tendencia a reanudar en el proceso social moderno al
espíritu medievalista.
Es
diferente, por otra parte, no sólo del "racismo" alemán, cuya tesis
de superioridad étnica denota un prejuicio cultural; así como también del
"fascismo" italiano, al que solamente se asemeja en lo concerniente
a una nueva actitud del Estado de cara de la lucha social. Por tanto, es un
movimiento original, genuinamente brasileño, con una filosofía propia, un nítido
pensamiento que se destaca dentro de la confusión del mundo contemporáneo”.
Por su parte,
el rexismo belga se caracterizaba por intentar compatibilizar el
tradicionalismo católico con un nacionalsocialismo, que más allá de la palmaria
contradictio in terminis, es filosóficamente inconciliable. En lo
económico, el rexismo era hondamente conservador y su concepto de justicia
social muy limitado.
Rex fue un
movimiento de profundas raíces cristianas. Degrelle nunca lo negaría ni
abjuraría de ello y hasta su muerte seguiría fiel a la Iglesia Católica.
El Partido Rexista (Parti Rexiste) surge de la clara inspiración en un
principio de Maurràs y el integralismo, en donde se planeaba la regeneración
del hombre. Este movimiento, luego de un tiempo, coincidió con el nacional
socialismo de Adolf Hitler y el fascismo de Mussolini.
Principalmente lo
que motivó el inicio del rexismo y la importancia de Degrelle en éste, fue que
las juventudes católicas exigían un cambio de la derecha en Bélgica, que en
aquel momento se había aliado con la izquierda y fue partícipe de la separación
de los Países Bajos.
El director del
periódico de Lovaina, Léon Degrelle, encarnaba aquel cambio, por lo que fue un
claro promotor de nuevas iniciativas y en un principio logró un amplio apoyo en
el Parlamento de Bélgica. Las habilidades oratorias del joven se unieron junto
a los nuevos entusiasmos para promover el movimiento, más que todo en aquellas
clases medias que observaban con cierto recelo las alianzas de Francia con la
Unión Soviética. La ideología del rexismo apelaba a la regeneración moral de la
sociedad belga de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica romana,
formando una sociedad corporativista y aboliendo la democracia.
Como muestra
Marilena Chauí (1978) en su ensayo sobre el Integralismo, la crisis es una
poderosa imagen engendrada por el propio discurso fascista, que arremete en un
discurso emocional e irracional, repleto de imágenes aterrorizantes, blandiendo
la amenaza de que la sociedad y sus valores están en disgregación, a la vera
del caos, y que sería preciso un movimiento restaurador de los valores,
regenerador del hombre y un nuevo orden.
El germen del
fascismo se expandió principalmente por Europa, sin embargo sus largos brazos
llegaron a todos los continentes, no sólo donde había grandes comunidades de
emigrantes italianos o alemanes, sino en países tan distantes como Canadá,
Estados Unidos, Japón, China, Sudáfrica, Colombia, Líbano o México[21].
El fin de la
historia en el "Estado Integral" y en el "Reich de 1.000
Años" presuponía un estado permanente de armonía social, exterminados
previamente en la denominada "solución final" todos los que
infringían la irrazonable norma del ideal racista.
Finalmente, es
preciso jamás perder de vista que se llame Fascismo, Nazismo, Rexismo o
Integralismo, y en que estriben sus diferencias, siempre será una ideología de
destrucción, negación, horror, terror y conflicto, de rechazo al diferente y al
otro, de odio y de divisiones sociales. Destruye a la democracia y al sistema
de representación. Proclama un nacionalismo xenófobo, un liderazgo dictatorial,
la guerra, la destrucción de las organizaciones de la sociedad civil, todo
dentro del marco de intimidación y del racismo.
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*Javier Pablo Marotte
(Alberti, 1969), es procurador (1991) y abogado (1992) por la Universidad John
F. Kennedy, diplomado en Derecho Procesal Penal (UNC) y doctorando en Ciencia
Política CEA-UNC. Tesis doctoral: “Malestar, crisis y reformulación en las democracias
sudamericanas: Un análisis de casos”. Es asesor legislativo, árbitro de la
Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, consultor independiente de
Plataforma Democrática-Fundación iFHC-Centro Edelstein y miembro de la Sociedad
Argentina de Análisis Político (SAAP), Consejo Argentino para las Relaciones
Internacionales (CARI) y Sociedad Argentina de Escritores (SADE).