Resumen
El Banco Central de Brasil es una autarquía del gobierno federal
que tiene el monopolio de la emisión de moneda. En la mayoría de los países
desarrollados el banco central es de propiedad privada. Pero en Brasil y en
otros países con desarrollo tardío, el banco central es público. Ocurre sin
embargo, que los bancos centrales públicos operan prácticamente del mismo modo
que los privados, especialmente en relación a la emisión de moneda que, por
medio de artificios legales, es un monopolio privado en casi todo el mundo. Ese
trabajo tiene como objetivo analizar esa dicotomía público/ privado, a partir
del análisis del amparo legal de la emisión de moneda en Brasil. En este punto
concluimos que hay evidencias que apuntan que el grado de independencia que el
Banco Central de Brasil ha adquirido guarda relación con presiones ganadas por
elites económicas (que se benefician de los títulos de deuda pública), sobre
elites políticas.
Palabras clave: Banco Central de Brasil, Amparo Legal, Deuda
Pública, Política Monetaria.
Abstract
The
Central Bank of Brazil is a federal government agency which holds the monopoly
on currency issuance. In most developed countries the central bank is privately
owned. But, in Brazil and other delayed developed countries the central bank is
public. However, public central banks operate pretty much the same way as
private ones, in particular regarding currency issuance which, through legal
artifice, is a private monopoly in almost all over the world. This study aims
to analyze the public-private dichotomy as of the analysis of the legal support
of currency issuance in Brazil. At this point we concluded that there is
evidence to show that the degree of independence that the Central Bank of
Brazil acquired is connected with pressures that economic elites (who benefit
from the public debt titles), successfully put on political elites.
Key
words: Central Bank of Brazil, Legal protection, public debt, monetary policy.
Banco Central de Brasil: ¿Público
o Privado? Reflexiones sobre la
ambivalencia del Banco Central de Brasil y sobre el amparo legal de la emisión
de moneda
Thiago Perez Bernardes de Moraes
Introducción
Bancos Centrales son como pivote de las
relaciones políticas y económicas en todas las democracias del mundo. Generalmente
a ellos es conferido el monopolio en relación a la emisión de moneda y también
el derecho de establecer y administrar la tasa de interés. Eso confiere al
presidente del banco central, y demás autoridades de estas instituciones, un
gran poder político, sobretodo lo que dice respecto a la posibilidad de ganga
individual para con el mercado financiero. En el límite podríamos decir que el
presidente de los bancos centrales de todo el mundo, ejercen mayor influencia sobre
la vida de las personas que el presidente de la mayoría de los países. Aquí hay
una ambivalencia que la ciencia política y el derecho han demostrado poco
interés en responder. ¿Al final, si el
banco central detiene tanto poder, porque los medios de reclutamiento de sus
puestos no son hechos de manera democrática, a través de elección directa por
ejemplo? Esa es una pregunta difícil de responder, y huye del escopo de este
trabajo, sin embargo a través del caso brasileño obtendremos algunos insights
útiles.
El caso brasileño es peculiar, pues
mismo el banco central siendo público (diferentemente de los países
desarrollados donde ellos de praxis son privados), el actúa como un banco
privado, pues detiene el monopolio de la emisión de moneda y también el
monopolio sobre el derecho de control de las políticas económicas, sobretodo lo
que dice respecto del establecimiento de la tasa de interés. A medida que la
política económica brasileña básicamente está dirigida principalmente a la
“lucha contra la inflación”, en lo cual se utiliza como principal instrumento
la tasa de interés a las autoridades del Banco Central de Brasil, adquieren
bastante poder de ganga ya que ellos detienen el monopolio sobre el control de
la tasa de interés. Se entiende que esta, guarda no apenas relación directa con
la ganancia sobre los títulos de la deuda pública, y también sobre el nivel de
la emisión de moneda, que en este sentido, es controlada por los detentores de
los bonos públicos.
Este trabajo esta dividido en cuatro
partes y esta introducción. En la primera parte de este trabajo discutiremos en
perspectiva histórica la función de los bancos centrales y el establecimiento
de estas instituciones en Brasil y en el mundo. En la segunda parte de este
trabajo analizaremos el amparo legal de la emisión de moneda en Brasil y el
papel legal del Banco Central en ese juego y en el establecimiento de la
política económica. En la tercera parte de este trabajo discutiremos sobre la
política económica en Brasil proyectada por el Banco Central de Brasil, con
especial atención al endeudamiento público y la ineficacia de la política
monetaria. En la cuarta parte de este trabajo esbozamos algunas breves
consideraciones finales.
1. La creación de los bancos centrales
Corazza (2001) propone una versión teórica
interesante acerca del surgimiento de los bancos centrales, partiendo de dos
hipótesis dicotomiítas. La primera es la de que los bancos centrales fueron
creaciones arbitrarias del Estado, a favor de los intereses del Estado. La
segunda es la de que fue una decisión dirigida hacía el mercado y llevada por
el como un fruto natural del desarrollo del capitalismo, donde el sistema
bancario a menudo tuvo que enfrentar duras crisis. La finalidad es comprender
la raíz de la ambivalencia de los bancos centrales, público versus privada (Corazza,
2001, 127-36).
La experiencia histórica demuestra que
los bancos centrales no surgieron de la misma manera, como seria el caso de la
transformación de cámaras de compensación, no fueron solo las fuerzas de
mercado que impulsan a esa metamorfosis. Las razones de la creación de bancos
centrales, además, son frutos de la interacción entre la acción política y el
mercado, de la convergencia del interés del “mercado”.
La cuestión acerca de la naturaleza de
la creación de los bancos centrales no puede ser resumida de acuerdo con la
primera hipótesis, que fueron razones meramente políticas que llevaron a su fundación
arbitraria por el Estado, ni la segunda hipótesis, que los bancos centrales son
frutos de las fuerzas de mercado. Lo que se tiene entonces como razón, con más
adhesión a la realidad es que los bancos centrales resultaron de la interacción
entre el mercado y sus necesidades y de la respuesta del gobierno, a través de
la intervención. Los bancos centrales en este sentido no fueron creados para
ejercer lo que se entiende hoy como funciones de bancos centrales, pero el
desempeño de estas instituciones lo llevaron a eso (Corazza, 2001, p.127-8). De
cierta forma esa relación se reproduce en mayor o menor medida conforme las
individualidades políticas y sociales de los diversos países. En el caso de
Brasil, el camino que ha tomado los poderes del Banco Central de Brasil parece
convergir con el interés de un grupo social bien distinto, que son las elites
financieras.
Ser banco del gobierno, banco de emisión
y guardián de reservas, aunque no sean funciones vitales de bancos centrales, fue
el hito que permitió su ascensión. Sin embargo, los bancos centrales pasan a
ser considerados únicos cuando comienzan a desarrollar la función de
prestadores de última instancia. En la coyuntura moderna el sistema monetario
se ha puesto en un trípode compuesto por el gobierno, bancos privados y por los
bancos centrales. Así, los bancos centrales no pueden ser encarados como simples
órganos gubernamentales, han de ser entendidos como complejos y ambivalentes, semipúblicos
y semiprivados pues parte de su actuación se insiere en la estructura estatal
y parte se relaciona con el crédito privado en una doble inserción, en una
ambivalencia público-privada. (Corazza, 2001, 138-41).
Los primeros bancos centrales del mundo
fueron el de Suecia (1688), de Inglaterra (1694), Francia (1800) y Holanda
(1814), y ninguno de ellos ha asumido desde el inicio el monopolio de la emisión
de moneda. En el caso de Suecia, ese monopolio solo fue implantado en 1904 (Chang,
2004, p. 166-8). En Brasil, la Constitución de 1988, establece que la emisión de moneda compite a la Unión, pero transfiere esta competencia al Banco Central
de Brasil. Lo que se observa en la práctica es que la Unión no interfiere en el asunto y el Banco Central actúa como coordinador general de un monopolio
de emisión de dinero.
2. El proceso de emisión de moneda por los bancos centrales
La moneda puede ser entendida como una
reserva de valor, como un medio de pago para la circulación de mercancías y una
medida de valor. A través de la moneda, todos los bienes y productos son
medidos en dinero, y el acceso a ellos también se da por el dinero, desde que
la sociedad en consenso acepte ese medio de pago. También a través del dinero
se establecen los precios, y por fin el dinero mientras reserva de valor guarda
la tónica de la posibilidad de acúmulo. La moneda aún puede, de acuerdo con el
contexto social, adquirir otras funciones como la moral (cuando utilizada por la Iglesia, por la caridad), para fines institucionales (cuando utilizada por el Estado), o como
doméstica (cuando utilizada para fines familiares) (Burigo, 2000, p4.6).
El dinero en la historia tuvo una larga
trayectoria hasta ocupar el papel que hoy tiene en las relaciones políticas y
sociales. El fue desde la antigüedad un instrumento de cambio, siendo
utilizados diversos materiales como conchas, sal, etc. Es importante destacar
que la moneda, a lo que parece, siempre tuvo como característica endémica el
lastro de un poder político. La construcción y manutención de las sociedades
modernas bajo la égida de un poder político pasa también por el consenso del
establecimiento de una moneda única en un determinado territorio. Con la
consolidación del Estado moderno el dinero ha dejado de ser apenas un medio de
intercambios y se ha vuelto también en un fuerte instrumento de manutención del
poder político.
El dinero en alguna medida puede ser
entendido como un instrumento del Estado en el intuito de imponer la condición
de deudores al pueblo, así garantizando su poder a través de medios coercitivo,
en este caso, los tributos. Pero, la moneda es en si una creación del mercado,
al poder político pronto le dieron la función de celar por su valor. El dinero
revela una clara relación de poder, pues apenas el Estado consigue imponer el
pago compulsorio de impuestos. (Metri, 2007, 2012).
Un problema grave que desafía la
sociedad es el ahorro, a medida que la persona que ahorra saca dinero de
circulación. La teoría neoclásica hoy predominante niega esta retirada de
dinero de circulación simplemente asumiendo el presupuesto que toda cuenta de
ahorro es de inmediato transformada en inversión productiva. Sin embargo, la
simple observación de que el crédito es utilizado también tanto por el gobierno
para pagar intereses como por las personas y empresas para la compra de bienes
de consumo, de inmuebles usados, de acciones, etc., ha demostrado que este
presupuesto neoclásico no tiene fundamento.
Un asunto interesante en cuanto al
dinero es el uso de monedas alternativas, que surge de la escasez localizada de
la moneda, lo que ha impedido y aun impide el desarrollo económico de
comunidades alejadas de los grandes centros. Es posible ver a lo largo de la
historia reciente de los ejemplos levantados por Búrigo (2000), que las monedas
alternativas o paralelas desempeñaron un papel más relevante para la economía
de las localidades donde fueron implementadas que la propia moneda oficial.
Habiendo una moneda local, emitida por una autoridad reconocida por la
sociedad, la demanda de los productos locales crece y, consecuentemente,
aumentan la producción y el empleo en la comunidad, desde que el Banco Central
competente no interfiera.
El surgimiento de monedas paralelas y
alternativas en diversos países aclara una nueva cuestión: ¿Hasta qué punto la emisión de moneda debe
ser restricta solo al Estado? Lo peor, en el caso de Brasil, es que la escasez
de monedas en muchas localidades habría sido impuesta en la Constitución de 1988, al prohibir el Banco Central financiar directa o indirectamente el
Tesoro Nacional. Así, el Banco Central no puede emitir moneda para pagar gastos
del gobierno federal para promover el desarrollo económico del país. Todavía se
nos queda una cuestión: ¿Si el Banco
Central de Brasil emite monedas y no es para promover el desarrollo económico
como hacen algunas comunidades periféricas, para quienes son entonces?
2.1 El amparo legal de la emisión de
moneda en Brasil – La base legal de la actuación del Banco Central de Brasil
Hay tres casos en que el Banco Central
de Brasil emite moneda. El primero es para cubrir el eventual déficit primario
o fiscal del gobierno federal, el segundo es por la política cambial cuando hay
un superávit en cuentas corrientes con el exterior y la tercera vía es para
pago de interés de la deuda pública. En el primer y según caso, el Banco
Central es pasivo, o sea, solo reacciona a favor de la decisión del gobierno
federal. En la tercera situación es donde el tiene autonomía, no solo en
remunerar los títulos a los capitalistas financieros, como también salvar
bancos en crisis y encubrir desvíos y posibles fraudes. (Lima, 2002, p.33-4).
El Banco Central emite monedas para el
pago de interés, sin embargo el hace todo eso de manera camuflada en las
operaciones de mercado abierto, llamado de “open market” por los
iniciados, donde entonces el compra títulos emitidos por el Tesoro Nacional,
alegando estar haciendo política monetaria para controlar el volumen de dinero
en circulación. Para comprar un bono del Tesoro Nacional de las manos de un
portador cualquiera, el Banco Central emite dinero, inclusive la parte
correspondiente al interés (Lima, 2000). Así, el Estado garantiza la
remuneración de los acreedores de la deuda pública, sea por medio de la
coerción imponiendo a toda sociedad el pago de los tributos, y cuando estos no
bastan, hay una emisión de moneda nueva para el gozo de los acreedores.
Actualmente, la emisión de moneda siguiendo
la disposición legal, es un monopolio de la Unión, vía Banco Central de Brasil (Kretzer, 2011, p.58). En la Constitución Federal de Brasil de 1946 y de 1967, la emisión de moneda que se fijó forzó un
posible déficit. O sea, si el Tesoro Nacional estuviera en déficit, era posible
vía decisión política hacía la emisión de moneda para cubrir tal déficit. En la Constitución de 1988, el Banco Central de Brasil aun detiene el monopolio de la emisión de
moneda, por delegación de competencia de la Unión. Sin embargo, el § 1º del art 164 marca una ruptura, al establecer que Banco Central no
puede emitir moneda para el financiamiento del Tesoro Nacional. Con base en la Constitución Federal:
Art. 164. La competencia de la Unión para emitir moneda será ejercida exclusivamente por el Banco Central.
§ 1º Es vetado al Banco Central
conceder, directa o indirectamente préstamos al Tesoro Nacional.
O sea, caso el gobierno Federal tenga un
déficit, ese déficit no puede ser financiado con emisión de moneda nueva por el
Banco Central de Brasil, pero sí con endeudamiento junto a los capitalistas
financieros. Eso significa que la competencia de la Unión para emitir moneda nunca puede ser ejercida (Kretzer, 2011). El § 1º del Art. 164 de la Constitución de 1988 ha solapado a los párrafos 1 y 2 de la Ley de creación del Banco Central de Brasil (Ley 4595 de 31.12.1964), que decía poder haber emisión de moneda
para cubrir déficit del Tesoro Nacional.
El poder del Banco Central de Brasil fue
aumentado en la ley de consolidación de creación del Plan Real (Ley 9.069 de 29
de junio de 1995) al establecerse que:
Art. 6º - El presidente del Banco
Central de Brasil someterá al consejo Monetario Nacional, en el comienzo de
cada trimestre, programación monetaria para el trimestre, que deberá incluir,
como mínimo:
I – estimativas de los rangos de
variación de los principales agregados monetarios compatibles con el objetivo
de asegurar la estabilidad de la moneda;
II – análisis de la evolución de la economía
nacional prevista para el trimestre, y justificativa de la programación monetaria.
§ 1º - Tras aprobación del Consejo Monetario
Nacional, la programación monetaria será remitida a la Comisión de Asuntos Económicos del Senado Federal.
Así, todas las directrices previstas por
el Banco Central de Brasil para el cumplimiento de la pretensa estabilidad de
la moneda se vuelven prioridad en la agenda. En este caso, tanto el Ministerio
de Hacienda cuanto a la Presidencia de la República y todo el poder político se quedan rehén de esa política de estabilización del Banco Central y no pueden ejercer
otra política (Kretzer, 2011, p.38). Sin embargo, la ley establece la
participación del Congreso Nacional en la aprobación o reprobación de los
planos del Banco Central, pero, de manera rara, pues el final del artículo 6 de
la Ley 4595, se queda cristalizada la independencia del Banco Central, cuando
se establece que:
§ 6º - Caso el Congreso Nacional no
apruebe la programación monetaria hasta fines del primero mes del trimestre a
que se destina, se autoriza al Banco Central ejecutarla hasta su aprobación.
Ese dispositivo autoriza el Presidente
del Banco Central de Brasil a actuar con plena libertad, no importando o cuan
dañoso eso sea. Entra entonces la respuesta para la cuestión de para quienes el
Banco Central de Brasil emite dinero, encontrada en el Art. 12 de la Ley 4595, donde se dice:
Art. 12 – El Banco Central de Brasil
operará exclusivamente con instituciones públicas y privadas, vedadas
operaciones bancarias de cualquier naturaleza con otras personas de derecho
público o privado, excepción de lo expresamente autorizado por la ley.
El Banco Central es una autarquía del
gobierno federal que ya tiene en términos legales autonomía operacional y
patrimonial, solo no posee aún la letra de la ley la independencia
administrativa, que seria el aislamiento máximo de sus autoridades, pues a los
dirigentes no se podrían demitir. El Banco Central de Brasil tiene plena
libertad para formular e implementar la política monetaria sin interferencia
legal del Ministerio de Hacienda y de la Presidencia de la República. (Freitas, 2006).
Según Benayon (2005), en la práctica el
Banco Central brasileño ya posee una larga independencia ya que no tiene de
hacer licitaciones para endeudar el país. En este sentido el está libre para
establecer altas tasas de interés, mismo que no sean eficientes en el combate a
la inflación y agranden aun más la deuda del Gobierno Federal. El debate acerca
de la independencia del Banco Central, según el profesor Castro (2005),
obstruye la fluidez de un diálogo aún más necesario en la sociedad referente a
la administración de la política económica que garantiza más equidad de
derechos.
En las operaciones de mercado abierto
para hacer política monetaria, el Banco Central hiere los principios de
administración pública en las compras y ventas de bonos públicos por no ofrecer
transparencia operacional y contable, y en larga medida es un vector para el
desequilibrio de las cuentas públicas. Un detalle poco conocido es el de que en
el mercado abierto son los capitalistas financieros y no el Banco Central, que
deciden si, cuando y cuanto ellos compran y venden de bonos del Tesoro Nacional
de/y para el Banco Central.
Los capitalistas financieros son
atraídos a destinar sus recursos en los bonos de la deuda pública
principalmente por cuenta de la liquidez ofrecida, que es de un 100%, pues la
venta del bono público en la Internet la hacen en segundos y con total
seguridad. El bono público es igual a dinero, pero rinde interés por el tiempo
que el aplicador quiera. El bono se queda todavía mejor cuando la tasa de
interés que el Banco Central de Brasil determina para la deuda pública es más
grande de que la tasa de interés de mercado, y que es lo que casi siempre hay
ocurrido.
En otras palabras, el Banco Central de
Brasil no detiene el control acerca del volumen de su emisión de moneda, pues
cuantos más bonos de deuda pública son vendidos al sector privado, más grande
será la emisión de moneda para remunerar con interés los particulares
portadores de bonos públicos. No se trata de un arreglo meramente técnico, pero
un claro instrumento que, de un lado, proporciona la escasez de moneda en la
sociedad y, de otro, beneficia los capitalistas financieros.
La Unión no tiene control acerca de la deuda generada por el Banco Central
de Brasil bajo el argumento de combate a la inflación. El gobierno federal
puede hasta expandir el superávit primario, para eso aumentando los tributos y
cortando gastos esenciales para la población. El superávit primario fue
inventado y se volvió legalmente una obligación del gobierno en todos los tres
niveles, con la específica finalidad de aprovechar los recursos así ahorrados
para el pago de interés de la deuda pública. Sin embargo, esas medidas son
apenas paliativas, pues el Banco Central hace nuevas deudas siempre que el
capitalista financiero decide adquirir un bono público, independiente del
gobierno federal necesitar o no del dinero así prestado. Por otra parte, como
demostrado en Lima (2008, p.248-9), el superávit primario es capaz de cambiar
el nivel de la deuda pública existente, pero no tiene el poder de alterar su
trayectoria matemáticamente explosiva. Ese proceso explosivo acontece porque el
gobierno es una institución social y no una empresa que tiende a ser lucrativa.
Así, al tomar préstamos el gobierno pasa a gastar más de lo que arrecada de
impuestos por culpa del interés. Y quien debe y sigue gastando más de lo que
gana ve a su deuda crecer eternamente, sin límites. Por eso, como ilustra el
gráfico abajo, la deuda pública siempre sigue un proceso matemáticamente
explosivo hasta que una crisis sobrevenga.
GRÁFICO 1 – DEUDA
MOBILIARIA FEDERAL EN PODER DEL PÚBLICO
FUENTE: Banco Central de Brasil, Séries Temporais.
La deuda pública del gobierno federal en
forma de títulos del Tesoro Nacional que están en poder del mercado financiero
comenzó a crecer más fuertemente en 1980. El crecimiento explosivo de la deuda
solo es interrumpido por calotes que recibieron nombres fantasía de Plan
Cruzado, de 1986, Plan Collor I y II, de 1990 y 1991 y Plan Real, de 1994 (Lima,
2008, p. 258-60).
El dinero que la legislación permite que
el Banco Central tome a préstamos en nombre de la Unión es el dinero que el propio Banco Central de la Unión ha emitido. Además de la confusión de orden legal, hay una paradoja muy difícil de entender, lo que nos lleva a una
pregunta intrigante. ¿Porque el poder
político y la sociedad aceptan ese tipo de práctica? Dicho de otra manera, esa
situación se asemeja, por ejemplo a una historia hipotética donde un pequeño
vinicultor que, en lugar de llevar para la cena de domingo de su familia un vino
directamente de su stock, repasa este mismo vino para el supermercado y después
compra el mismo vino, hecho por el mismo, aceptando pagar el precio que el
supermercado establece, mismo que sea un precio muy superior a otros vinos de
misma calidad. Es ilógico, pero es exactamente lo que hace el Gobierno
Federal.
La Constitución impide que el Banco Central de Brasil emita dinero para financiar
el Tesoro Nacional. A consecuencia, siempre que el gobierno federal tiene déficit
él se endeuda junto a los capitalistas financieros que entonces prestan para el
gobierno federal un dinero que fue emitido por el Banco Central.
Claro que hay una construcción teórica
hecha por economistas monetarios, incesantemente pasada al sentido común por el
periodismo económico, que en alguna medida puede justificar la formación de un
consenso acerca de la misión del Banco Central en el control de la inflación.
Sin embargo, queda claro que este “consenso” de la sociedad y del poder político
en lo que se refiere al tracto de la emisión de monedas es ilógico por cuenta
del proceso explosivo no solo de la deuda publica sino también del déficit
público, de la rienda de interés de los pocos beneficiarios, de la emisión de
dinero, del desempleo, etc.
Por fin, la misión declarada del Banco
Central de Brasil seria la de asegurar la estabilidad de la moneda, pero como
el no tiene control sobre la emisión de moneda, ni sobre el nivel de
endeudamiento público, ni sobre el cambio, el modus operandi adoptado por el
Banco Central de practicar política monetaria a alto interés solapa cualquier
posibilidad de estabilidad de moneda, luego, el Banco Central actúa en
contramano de la misión que el declara en su página de Internet.
2.2 La independencia
del Banco Central de Brasil
El análisis de los poderes del Banco
Central deja claro que el ya posee una larga independencia, garantizada en un
pacto político con el poder financiero (Araujo, 2005, p. 389-396). Los
principales argumentos que buscan legitimar un Banco Central independiente son
dos: el primero, el de facilitar la entrada de capital productivo en el país; y
el otro de que la independencia propicia la confianza necesaria para gestionar
la política económica. Así, habría niveles de inflación relativamente bajos y
consecuentemente, tasas de interés más bajas. Ambos argumentos no se confirman
en Brasil, ya que hay inflación elevada para los padrones internacionales,
igual que para la tasa de interés, fijada por el Banco Central y denominada
tasa Selic, y también por el tipo de capital extranjero que ha sido impulsado a
entrar en Brasil, que no es productivo y sí financiero, alojado principalmente
en los bonos de la deuda pública. (Araujo, 2005, p.396-7).
Otro argumento muy común por la
independencia es el comportamiento posiblemente poco responsable del político
preocupado con la reelección. Otro argumento dice que los políticos en época de
reelección tienden a adoptar un comportamiento expansionista en relación a la
política económica. Pero, como la teoría neoclásica dice que la economía ya
está en su funcionamiento máximo, ese comportamiento del gobierno en realidad sería
muy indeseable, pues no aumentaría el empleo y además causaría inflación.
Luego, la defensa del Banco Central
independiente hace un uso deturpado de conceptos de la ciencia cuando argumenta
tratarse de un órgano apolítico que debería ser aislado del poder político, que
tenga reglas claras y que sobre todo esté comprometido con el combate a la
inflación. Lo que ocurre es un raro discurso político por concluir, dado por el
aislamiento de un grupo de tecnócratas en el alto de un Monte Sagrado, pero si
fuera ese el caso, los tecnócratas no podrían tomar decisiones que afectasen la
sociedad. La lógica apunta para el contrario de la arenga independentista,
pareciendo que cuanto más independiente sea el Banco Central, mas sujetado
estará a cooptación por medios políticos por los capitalistas financieros y por
los operadores del mercado financiero que derivan sus riendas de los corretajes
sobre la compra y venta de activos financieros.
Es evidente en los textos de Benayon y
Rezende (2006), de Militão (2007) y de Sayad (1999), que desde la Constituyente
de 1988 algunas maniobras llevaron a medidas legales de intereses de los
grandes concentradores de capital, que son aquellos que compran la mayoría de
los bonos de la deuda pública. Entre estas medidas están: 1) el impedimento
constitucional del Banco Central emitir moneda para financiar el Tesoro
Nacional; 2) la imposición al gobierno de la realización sistemática de
superávit primario y la simultanea determinación de la prioridad de pagamento
de interés de la deuda pública, ambas consolidadas en la Ley de Responsabilidad
Fiscal, y 3) el Programa de Metas de Inflación, que garantiza una tasa de
interés elevada. Así se garantiza a los capitalistas financieros que, durante
los periodos en que ellos no encontraren mejor alternativa para aplicar su
dinero, el Banco Central siempre lo tomará prestado durante el tiempo que ellos
quieran y pagando tasas de interés elevadas conforme lo demuestra el grafico
abajo.
GRÁFICO 2 – TASA DE INTERES
SELIC
FUENTE: Banco Central de
Brasil, Séries Temporais.
La Constitución de 1988, a pesar de
buena en algunos aspectos (como la coerción al monopolio de los medios de
comunicación), es bastante tolerante con el poder económico y necesita ser
revisada (Nusdeo et al 2009, p 51-2). Los dirigentes de los bancos centrales
dada la importancia de esta institución, ejercen más influencias en la vida de
las personas que la de cualquier otro político democráticamente elegido. Sin
embargo, en ningún lugar del mundo esos dirigentes son escogidos por el pueblo
directamente. Hay así una institución poderosa que está totalmente fuera del
control democrático (Cooper, 2008, Prado, 2011).
Todo el sitio del Banco Central de
Brasil está también disponible en inglés, puesto que tiene la función de
administrar todo el flujo financiero del país con el exterior. Pero, un ejemplo
caricato de la subordinación del Banco Central de Brasil al poder financiero
internacional es el hecho de que muchos de los textos para discusión acerca de
la política económica son publicados apenas en inglés. Parece entonces que, así
actuando, él pretende excluir del debate sobre sus acciones todos los
brasileros que no hagan parte del selecto circulo de favorecidos que pueden
tener contacto con el exterior.
2.3 ¿Fraude en la constitución de 1988?
La investigación de Benayon y Rezende
(2006, p.18) sobre algunos eventos relacionados a la constituyente de 1988 da
soporte a la sospecha de que hubo una inclusión de dispositivos en la
constitución de manera visiblemente ilegal. Los dispositivos no respetaron las
tres etapas de tramitación de la constituyente y no pasaron por el plenario, lo
que segundo los autores caracterizase como estelionato. Los autores apuntan que
los responsables por la inclusión de esos dispositivos fueron los
constituyentes Nelson Jobim y Gastone Righi. Los dispositivos en cuestión son
los párrafos “a”, “b” y “c” del artículo 172. Según los autores:
Esa adición al Texto Mayor ha creado de manera ilegal e ilegitima,
excepciones a la norma del inciso II del actual art 166 que contemplan, además
del servicio de la deuda (párrafo b), también las expensas con el personal
(párrafo a) y las transferencias constitucionales a Estados y Municipios
(parráfo c). Sin embargo, al contrario del servicio de la deuda esos dos tipos
de gastos no son depresivos para la economía. Al revés, se destinan para actividades
indispensables al funcionamiento de los gobiernos federal y locales (Benayon,
Rezende, 2006, p. 14)
Los autores levantan diversas materias
que fueron publicadas en la prensa con Nelson Jobim recusándose a aclarar cuáles
fueron los dispositivos que entraron en la constitución de manera dudosa, pero
también asumiendo la participación en actos de esa naturaleza (Benayon,
Rezende, 2006, p 11-22). En una entrevista, Gastone Righi asume que de hecho
hubo tal inclusión, sin embargo el atribuye que la iniciativa partió de Nelson
Jobim. Este por su vez cuando procurado por las acusaciones contenidas en el paper
académico de Benayon y Rezende, en vez de defenderse, ha preferido no
pronunciarse sobre la encuesta. La narrativa de Benayon y Resende (2006) lleva
a creer que la adición ilegal de los párrafos ha sido hecha de manera furtiva.
Sin embargo, una hipótesis interesante para futuros estudios y que no es
llevada en cuenta en la investigación de los autores, es que los otros
parlamentares pueden haber sido sobornados, lo que volvería esa adición un poco
mas consensual y facilitaría el proceso.
Como si fuera poco, a lo que parece el
Banco Central realiza constantes encuentros “secretos” con el mercado
financiero. Según una materia de la revista Carta Capital, trimestralmente
directores del Banco Central de Brasil realizan encuentros con el mercado financiero.
De esas reuniones participan apenas selectos representantes de grupos
financieros y el contenido no es divulgado al público o a otras autoridades
políticas. Esos encuentros no están siquiera en la agenda, o sea, no existen de
manera formal. Tampoco se producen registros de esos encuentros y ningún tipo
de material que pueda aclarar lo que se está discutiendo (Lirio, Pinheiro,
2007, p.1).
Según el Banco Central, esos encuentros
no son divulgados pues supuestamente generarían especulaciones indeseables en
el mercado financiero. O sea, no hay transparencia en este proceso, que los
deja totalmente fuera del control democrático. La información es que de este
encuentro salen datos concretos para que el Banco Central produzca los informes
trimestrales acerca de la inflación. Sin embargo, el Banco Central ya posee una
larga comunicación con el mercado que está hecha a través de la Gerencia
Ejecutiva de Relaciones con Inversores (Gerin), donde se compila semanalmente
informaciones advenidas de economistas de bancos acerca de los más diversos
precios de la economía. Con esos encuentros secretos queda indubitable que la
transparencia del Banco Central está en juego y hasta aquellos que plantean
por un Banco Central mas “independiente” concuerdan que es necesaria una
completa abertura y clareza de sus procedimientos para la sociedad y para el
mercado (Lirio, Pinheiro, 2007, P.2-4).
Es arriesgado afirmar algo referente a
los encuentros secretos, pues como su contenido no es divulgado y es complejo
obtener la lista de sus participantes, queda fácil juzgar lo que vienen
haciendo. Sin embargo, como el propio Banco Central afirma, de estas reuniones
salen datos para la composición de los informes sobre la inflación. En ese
sentido hay una hipótesis que necesita de futuros estudios para ser corroborada
o no, pero, en todo caso debe ser llevada en cuenta, visando maximizar los
principios de transparencia del Banco Central. Ya que estos encuentros ocurren
a puertas cerradas y no hay posibilidad de control por ninguno de los tres
poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) siquiera por la sociedad civil,
nada impide que ahí estén discutiendo intereses privados. Por ejemplo, se
podría estar sobrestimando brutalmente el valor de la inflación visando
justificar tasas mayores de interés Selic. Lo que interesa a los representantes
del mercado financiero que participan de esos encuentros indubitablemente son
las tasas de interés elevadas para garantizar sus ganancias.
3. La política monetaria, una ficción -
Financiamiento del déficit público
Es el poder político que da fuerza a la
moneda, pues ella es una ficción contable sujeta a la fuerza del poder
político. Un ejemplo de este poder es el Dólar, que solo es acepto como reserva
universal, como principal unidad de cambio de la tierra, por cuenta del
considerable poder político y militar que disfrutan los Estados Unidos. Así, si
cualquiera de los dos poderes, o ambos, son abalados, el valor del dólar estará
en riesgo (Araujo, 1988, P.34-5).
Lo que predomina en la academia de los
economistas y en el mundo real es un conjunto de reglas y presupuestos no
científicamente comprobados y denominados de “monetarismo”, adoptados por los
monetaristas en la construcción de la teoría monetaria y en la aplicación
práctica de la política monetaria con el supuesto objetivo de asegurar la
estabilidad del valor de la moneda. El principio básico adoptado por los
monetaristas es el de que la economía tiende a estar siempre en pleno empleo,
significando que la producción nacional está en su nivel máximo. Así, según los
mismos, si el gobierno emite dinero para expandir sus compras de bienes y
servicios de la comunidad, solo irá acontecer un aumento de precios. Mismo que
el gobierno pare de emitir moneda tras una compra, los monetaristas dicen hiperinflación.
Este proceso concluyen ellos, causa muchos efectos negativos sobre la economía
y la sociedad, como la caída del investimento de las empresas y el desempleo, y
debe ser evitado a cualquier modo.
Por eso, en la cosecha monetarista se
predice que la solución ideal para cualquier déficit del gobierno es el
financiamiento por los capitalistas financieros, entre ellos los banqueros
nacionales e internacionales. Así, a pesar del Banco Central de Brasil ser una
autarquía del gobierno federal que tiene competencia para emitir dinero, se
quedó establecido que el gobierno federal debe endeudarse y pagar interés, aunque
el déficit esté asociado al gasto con interés de la deuda ya existente.
3.1 Programa de metas para la inflación
Por otra parte, el Banco Central ha
extendido su preocupación con la inflación, yendo de “control” para “combate”.
O sea, no importa si hay o no déficit público, es misión del banco central
combatir la inflación. Si fuera posible reducir precios sin reducir empleos y
sueldos sería muy bueno, pero eso no existe. Los precios suben y deben subir
cuando las personas ganan más porque teniendo más rienda las personas quieren
comprar cosas más caras que antes no podían comprar. El paradigma monetarista
ha llevado a Brasil a tomar un posicionamiento único frente a la administración
de la política económica, donde primero se afirma que el único problema es la
inflación, y después se recomienda que la política monetaria sea la única
solución a combatir este “mal”.
Así, surge el programa de metas de la
inflación, que utiliza tasas elevadas de
interés en la tentativa de desacelerar el consumo. El programa es basado en un
modelo matemático monetarista no sometido al test de la vida real. Además, este
modelo no puede ser científicamente testeado pues es ilógicamente
inconsistente, asumiendo que la deuda hecha por el gobierno no paga interés y
que el desempleo observado en un determinado momento en el tiempo es necesario
para reducir la tasa de variación de los precios en todos los periodos de tiempos
que han de venir (Lima, 2008, p.211).
La política monetaria de metas para la
inflación básicamente se define en dos momentos. En el primero se establece un
objetivo, una cierta meta para la inflación y posteriormente alinease la tasa
de interés Selic para supuestamente alcanzar aquella meta. El Banco Central
utiliza esta tasa Selic para realizar todas sus operaciones de compra y venta
de títulos del Tesoro Nacional en el mercado abierto con el objetivo, dice él,
de controlar la inflación. En la práctica, todavía, lo que pasa cuando el Banco
Central anuncia la tasa Selic es que él compromete al gobierno a vender títulos
públicos, o sea, tomar prestado todo el dinero que el mercado financiero
estuviera dispuesto a prestarlo, que entonces se obliga a devolverlo acrecido
del valor de los respectivos interés a la tasa Selic (Lima, 2008, p.221-2). Se
trata entonces de un fondo de aplicación financiera y no de control de stock de
dinero, que podría ser llamado Fondo Selic. Es muy dudoso que se logre efectuar
el control de la inflación emitiendo más moneda. Además, esa práctica va en
contra del principio monetarista de que la emisión de moneda es sinónimo de
inflación.
El proceso por el cual el COPOM (Comité
de Política Monetaria del Banco Central de Brasil) establece las tasas de
interés, que tienen consecuencias visibles en toda la sociedad, sufre
influencia de líderes de la economía y del gobierno, pero apenas por medio de
manifestaciones de desagrado en la prensa. La “reunión” del COPOM es cerrada y
el único grupo social consultado sistemáticamente es el de los componentes del
mercado financiero. Los “técnicos” del mercado financiero pueden irse al Monte
Sagrado, pero los “políticos” no. Ese camino de agrado a los capitalistas
financieros lleva a una recesión inducida y sacrifica la economía de mercado y
a los propios capitalistas financieros
Mismo en la hipótesis de que tales metas de la
inflación sean bien sucedidas, o sea, que se logre limitarla a un nivel
previamente establecido, el país y la economía de mercado no agregan ningún
beneficio con eso (Araujo, 2005, p. 464). En ese sentido, es válido cuestionar: ¿Para que el gobierno demanda un esfuerzo
tan grande para atingir una finalidad de dudosa serventía?
Si el objetivo de los paradigmas
impuestos por la responsabilidad fiscal es el ajuste de las cuentas y una
busca de equilibrio de las cuentas, la política monetaria anula cualquier
efecto propuesto. O sea, si de un lado hay una campaña para minimizarse los
gastos públicos a través de ajustes fiscales, por otro lado la política
monetaria impone una deuda inmensurable, obstaculizando cualquier tentativa de
equilibrio de las cuentas. Todo presupuesto público tornase dependiente del
interés de la deuda pública, el desequilibrio tornase regla en contra cualquier
posibilidad de equilibrio de las cuentas y desciende las posibilidades de
gastos públicos productivos (Gonçalves, 1999, 2002,2005).
Como la economía es toda
interconectada, la política monetaria de metas para la inflación causa tres
problemas económicos inmediatos con consecuencias muy serias para la sociedad:
en primero lugar, se implanta la regla legal del superávit primario, que
significa sacar dinero de quien gana poco y gasta comprando productos
nacionales, así, mas desempleo y menos demanda de productos industrializados
brasileros, en segundo lugar, el alto interés y la globalización traen para
Brasil mucho dólar para ser aplicado en bonos públicos. Como siempre sucede,
cuando aumenta la oferta, cae el precio y así el dólar baja y Brasil pasa a
importar más y exportar menos productos industrializados, pero lo peor es el
tercer problema, pues la deuda hecha por el Banco Central en nombre del
gobierno y del pueblo sigue un ritmo explosivo en dirección al infinito,
desestabilizando toda la economía y la sociedad. Mientras eso, el trabajador y
el empresario ganan cada vez menos y muchos de ellos nada.
En realidad, no hay indicios que apunten
que los trabajadores, los industriales y los comerciantes perjudicados por
cuenta de esta política económica tengan ejercida una presión significativa en
el poder político para la obtención de una política económica que de hecho
garantizara la manutención y el crecimiento de la demanda agregada. Parece
entonces que, los sectores de la industria no emprendieron esfuerzo en este
sentido por cuenta de tener riquezas financiadas con rendimiento emparejado a
la tasa Selic (Pochmann et al, 2009, p.59-1). Según Pochmann, el desafío para
Brasil está en formar una convergencia política en provecho del desarrollo.
Solamente en este escenario, las 20 mil familias que hoy concentran el grueso
de los bonos de la deuda pública tendrían incentivos para migrar ese dinero del
campo improductivo para la producción generando así más empleo (Pochmann, 1999,
2001, 2002).
La política monetaria causa
concentración de rienda por tres caminos, uno de ellos es esta concentración de
los bonos públicos en la mano de pocos, lo que significa que son pocos los que
reciben la rienda de interés públicos, el otro es el del superávit primario, que
causa caída de los sueldos y aumento del desempleo y del subempleo, el ultimo
es el de la entrada de dólares que acelera la caída de sueldos y empleo. La
política monetaria no apenas enriquece a algunos pero también empobrece a
muchos. Sin embargo, aparentemente la concentración de rienda tiene pocas
chances de causar rebeliones populares en países como Brasil, donde desempleo y
subempleo siempre fueron fenómenos crónicos. Además de todo, estos conflictos
tienden a ser tomados por líderes carismáticos populistas con baja propensión a
la democracia.
Por fin, pero sin agotar la lista de
efectos negativos de la política monetaria, es necesario entender cómo se
insiere el capitalista extranjero en este contexto. Ese movimiento monetarista
ha creado una rigidez cuanto a la capacidad de exportación brasilera, en un
escenario donde a lo que parece Brasil se consolida como un exportador de commodities
e importador, financiado con capitales extranjeros, de productos
industrializados que tienen mayor valor agregado y que garantizan empleo allá
fuera. La política de financiación puede desencadenar un proceso de
desnacionalización de la economía casi inexorable, lo que pone el país en una
condición desfavorable en el escenario internacional, pues impone luego de antemano
una balanza comercial desfavorable y aun se aumenta de forma significativa el
déficit de democratización de los medios de producción que pasan a ser
controlados por grupos cada vez más reducidos, y en algunos casos, no son
siquiera residentes del país. (Gonçalves, 1999, p.14-7, 2005; Benayon, 2011).
En consecuencia de esta política
monetaria del gobierno brasilero, la deuda externa crece despacio y siempre,
siguiendo un proceso explosivo, de acuerdo con la demostración matemática en
Lima (2008, p. 326-9). Ampliase así también la remesa de moneda extranjera para
el pago de interés, obtenida, por ejemplo, con la exportación de nuestras
riquezas minerales, y aumenta la subordinación del país a los intereses
externos. La política de alto interés acentúa el papel internacional de Brasil
como agente pasivo en la globalización (Gonçalves, 2002, P.131-62).
4 - Consideraciones finales
La falta de abertura democrática por
parte del Banco Central de Brasil ha favorecido algunos pocos, sobre todo las
familias citadas por Pochmann como detentoras de los bonos públicos, por
rebeldía de la grande masa de la sociedad que se queda excluida de manera
directa de ese debate. En tiempos de crisis económica de nivel mundial, es
necesario repensar el papel de las instituciones de fiducia económica y también
el grado de abertura y participación.
En el caso brasilero como ilustrado, la
política económica adoptada, además de no ser eficiente para el fin que se
propone (combatir la inflación) promueve un endeudamiento compulsivo del
gobierno y también una transferencia de dinero de la sociedad para los
detentores de los bonos públicos. Es evidente que esa política pueda por un
lado beneficiar los detentores de los bonos, pero por otro lado promueve el
desempleo ya que, la mayor parte de los productores que generan empleo se
sienten desestimulados a practicar exportación por cuenta del cambio
supervalorado que nos desfavorece, de la misma forma él no se siente estimulado
en participar de la competencia local, pues por cuenta del cambio, los
productos extranjeros llegan a mejor costo. Todo eso, más la garantía de los
bonos, lleva a una gran parte de los industriales a financiar sus riquezas,
disminuyendo los empleos en el mundo real.
Necesariamente, una mayor distribución
de riqueza en el país, una ampliación en el numero de vagas de trabajo, una
reducción consistente de la deuda pública, debe pasar por cambios
constitucionales en lo que dice respecto al aislamiento burocrático de las
autoridades del Banco Central de Brasil y también en lo que dice respecto al
amparo legal de la emisión de moneda. Más allá de garantizar las ganancias de
los detentores de los bonos públicos, el gobierno debe concebir también las
condiciones mínimas de equidad y justicia entre los brasileros.
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