RESUMEN
La historia Argentina, su historia política, social,
cultural, y literaria no debe –ni puede- leerse solamente de manera ficcionada
y dispersiva. Toda historia debe dotarse de significados, preguntas y análisis
que aborden desde el contexto de producción hasta las intenciones finales,
mediatas e inmediatas de quienes escriben.
En ese sentido, elaborar un análisis de uno de uno
de los programas políticos obligados de la historia, de la obra literaria que
terminara fundando –no con muchos intelectuales más- esa Argentina inmensa,
pampeana y gaucha sin incluso haberla recorrido de Ushuaia a La quiaca, de ese
estudio sociopolítico, y de tantas otras atribuciones que el Facundo de
Sarmiento nos permite indexarle, se torna no solo interesante, sino, más importante
aún, imprescindible.
Intenta entonces, el presente ensayo entender y
demostrar al Facundo como una tragedia –romántica y económica- de binaria
necesidad y complementariedad entre las ya conocidas categorías de Civilización
y Barbarie. Para lograr concluir eso, nos sumergiremos también por los debates
internos de la época y contradicciones y problemas que, cuando Facundo Quiroga
se hace presente, va generando a lo largo del texto.
ABSTRACT
Argentine political, social, cultural
history and its literature should not -and cannot- be read just as a fiction or
as a broken up text. Each history requires meanings, questions and analysis
that deal with the context in which those tests were written and the final
intentions of its writers.
In this way it is not only important but
also unavoidable to analyze one of the political plans in argentine history, a
literary work which founded -with a few more authors- that immense country,
with its pampas. Sarmiento, its author, had not known the whole country from Ushuaia
to La Quiaca, in the north, and however, he finally could write Facundo,
a social and political study of Argentina.
Then, this essay tries to understand and
show “Facundo” as a tragedy –romantic and economic-, necessary and
complementary to the categories of civilization and underdevelopment. To
conclude, we will study in detail the internal debates of those times and the
contradictions and problems carried by the appearance of Facundo Quiroga in the
text.
Facundo,
la gran tragedia
Diego Asproni
Valeria Rodríguez
I.
Leer
el Facundo no puede ser un acto de lectura más que tomamos para dispersarnos.
Se trata de un texto que debemos desentramar al menos un poco el basto universo
que este libro deja al descubierto. En este sentido es que trataremos de dotar
de significado esta obra intentando responder una pregunta: ¿Qué es esto? ¿Una
novela? ¿Un estudio sociopolítico? ¿Un estudio histórico? ¿Un programa político
basado en sus aspiraciones presidenciales? Preguntas que por cierto, a
diferencia de otros textos, el Facundo sabe responder, según quien haga
la pregunta.
Como
es sabido, todo texto puede permitir distintas lecturas, sobre todo, los textos
clásicos, y el Facundo es uno de ellos. Trataremos de leerlo y dotarlo
de significado no solo desde hoy, sino entendiendo también su contexto de
producción. En ese sentido, debemos mencionar que Sarmiento publica los
artículos que luego compondrán el Facundo en un periódico chileno, durante su
exilio en ese país.
Buscaremos
hacer una relectura de manera crítica, interpretando lo que Sarmiento quería
decir con este escrito, entendiendo los debates de la época y deshilandon
ciencia las contradicciones presentadas tanto explicita, como implícitamente
en el texto.
El
postulado de este trabajo, es entender al Facundo como una gran tragedia
romántica, y para arribar a eso, debemos desandar los distintos debates
internos que la misma narración va abriendo. Así, estructuraremos este análisis
en torno a la introducción y la presentación del medio, los debates y
postulados de la generación del 37’ y su propia perspectiva planteada para
transformar ese desierto argentino en función de la conjunción y debates
de su perspectiva sobre civilización y barbarie de forma
crítica, con sus contradicciones internas, y lo que nosotros creemos, su ocaso
en el planteo.
Observando
la composición del libro, este comienza con un epígrafe en francés, que el
traduce por “a los hombres se los degüella, a las ideas, no”[1], pero que
en verdad quiere decir “las ideas no se matan”. Luego comienza la introducción
mediante una figura retórica: la invocación, ésta, lejos de ser un
llamado a los Dioses para que lo ayuden en el emprendimiento, invoca la sombra
de un caudillo asesinado: “Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para
que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a
explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las
entrañas de un noble pueblo![2]
Ahora
bien, ¿por qué, Sarmiento, propulsor de la civilización, invoca a la barbarie
para su defensa? Lo primero que podemos decir –y que luego presentaremos como la
gran tragedia del Facundo-, es que lo más interesante del libro no es la
dicotomía –también establecida- entre civilización y barbarie, sino las
tensiones entre ellas, la contaminación y la fricción entre los términos. Así,
como gran tragedia que –intentaremos- demostrar que es, plantea un postulado
romántico, en el cual la fricción aparece en que el gran hombre que puede dar
cuenta de la historia argentina es un caudillo bárbaro, no un héroe virtuoso,
lo cual no puede hacer más que armar conflicto en el texto.
Siguiendo
con el texto, en vez de posteriormente continuar con la biografía de Facundo, se
ocupa de ambientar el escenario donde aparecerá el personaje, así, éste estará
condicionado por el medio en el cual nace y se desenvuelve. Es aquí, donde
Sarmiento, quien ha vivido toda su vida en San Juan, plantea que La Pampa, un lugar que nunca había visto, es la Argentina, o, dando vuelta la oración, que la Argentina es igual a la pampa. Así, a partir de este texto clásico, La Pampa ha sido una construcción geográfica de sentido: los gauchos, la pulpería, esa inmensa
llanura…, asemejándola con toda la Argentina, no solo para nosotros, sino para
el resto del mundo, ejemplo de eso, es la ya famosa inversión cultural que
realiza Borges en La Poesía Gauchesca, donde habla del mar como La Pampa de los ingleses, haciendo alusión a la inmensa llanura. Entonces, Argentina y La Pampa son eso, una enorme llanura, en ella, ni el horizonte se divisa, es un vacío. No
obstante, encuentra en ella lo sublime, aquello que se admira y aterroriza al
mismo tiempo, donde el sujeto es nada, y de allí emana la barbarie. Vemos aquí
una tensión que anteriormente mencionábamos: es lo sublime y lo bárbaro. Tal
vez sea uno de esos momentos de aquellas obras brillantemente escritas en las
cuales el relato toma vida por sí misma, arrastrando al autor a decir cosas que
no busca decir, llegando al punto tal que en un libro escrito a favor de la
civilización, el personaje interesante sea un bárbaro.
Observamos
entonces, como La Pampa, con la finalidad por la cual esta utilizada, contiene
una connotación negativa, ya que la barbarie, emana de La Pampa: basta con analizar el título del libro de Halperin Donghi, “Una nación para el
desierto argentino”. No quiere decir que Argentina sea un desierto, sino
que Sarmiento, y la generación del 37´, veían en ella un desierto. Dicha
generación buscaba construir en Argentina una nación moderna, incorporada al
mercado capitalista mundial, con rasgos culturales predominantes en ciertos
modelos como Francia e Inglaterra, buscando un modelo constitucional como ser
el de Norteamérica. Ese es el objetivo del Facundo, y su limitación, la sublime
Pampa, totalizada en Argentina.
Ahora
bien, no es esta toda la realidad, basta con abrir los ojos para ver que hay
ciudades en Argentina. Sabemos que para Sarmiento no todas las ciudades son
civilizadas, y que no todo lo campesino o gaucho es bárbaro. Sarmiento no es
solo aquel que diría ante el levantamiento del Chacho Peñaloza que no ahorre en
sangre de gaucho, buscando un buen abono para la tierra; es también aquel que
buscaba al gaucho civilizado. Pero tal vez no sea lo real lo que
importe, sino lo que él dice que es real.
II.
Caracterizar
a La Pampa como un desierto sin un rasgo de progreso, lleno de gauchos en
un claro sentido peyorativo no es más que una construcción, la realidad que
Sarmiento quiere contarnos y contarles a sus pares en la época.
Ante
todo libro debemos preguntarnos para quién escribe quien escribe. Ante ese
interrogante, podemos responder por las marcas y guiños que encontramos en el
libro, que Sarmiento escribe para sus pares. No es un texto escrito para la
gente, primero, porque la mayoría de la población era analfabeta, eran
pocos los que sabían leer y escribir. En segunda instancia, por cómo está
escrito, deja ver que es un discurso entre y para la elite, y a veces, los
textos están escritos para personas muy concretas. Visto esto, no podemos no
mencionar los debates que giraban dentro de la generación del 37´, sus
estrategias, proyectos y discusiones y las posiciones sarmientinas.
Así,
podemos comenzar diciendo que la generación del 37´, considerado el primer
movimiento intelectual argentino en busca de una identidad nacional, se
caracterizaba por tener un doble frente de combate: por un lado, el despotismo
rosista, por el otro, la ilustración de Rivadavia. Este último, defensor de la
idea que una costumbre se puede cambiar con una ley escrita, que esta puede
crear usos y costumbres y romper con el tradicionalismo: había que importar una
constitución moderna, y esta, iba a funcionar. Entonces, desde el Estado, una
elite con valores modernos podía implantar ese nuevo modelo. Del otro lado, la
crítica que a este postulado le realizaban era que compartían con ellos los
fines en tanto civilización y modernidad, pero los medios eran otros, ya que
pensaban que las costumbres no se podían cambiar en base a decretos, ya que las
costumbres radican en el seno de la sociedad. En el medio ni mirando solo a las
costumbres como Rosas, ni pensando en un cambio impuesto desde arriba:
Sarmiento, articulando las tradiciones con el avance y el progreso civilizatorio.
Ahora
bien, debemos aquí introducir las críticas que Alberdi, quien formaba parte de
la generación del 37´ y del Salón Literario creado en Buenos Aires, le
realizaría a Sarmiento y al Facundo. En ese sentido, son varias las críticas
que Juan Bautista Alberdi le realiza.
Para
empezar y en forma de crítica literaria, Alberdi le critica a Sarmiento, que El
Facundo, a pesar de estar dividido en capítulos, no tiene una lógica ni una
unidad. Y que a pesar de ser la vida de un político, la de Facundo Quiroga, el
Facundo está lejos de ser un libro de índole política.
Lo
que Alberdi postula a lo largo de esta obra, es que el Facundo “Es el manual
del caudillo y del caudillaje, en que el autor desenvuelve y consagra la teoría
del crimen político y social como medio de gobierno”[3]. Por un lado, Alberdi se
manifiesta en contra de la moral del libro, ya que relata la vida de robos y
delitos del caudillo Quiroga a quien no considera un ejemplo a seguir, ni una
manifestación de la vida Argentina como lo expresa Sarmiento. Y por otro lado,
rechaza al Facundo por ocultar la verdadera causa del caudillaje argentino, que
vendría a ser la riqueza pública concentrada en Buenos Aires. Sarmiento deja a
un lado el factor económico y no lo incluye como factor determinante en el
desarrollo de la historia. Lo que Alberdi le está criticando a Sarmiento es el
hecho de que no pudo comprender la importancia que tienen los factores
económicos dentro de los procesos históricos.
Sumado
a esto, Alberdi culpa a Sarmiento, de una vez llegado al poder, hacer lo mismo
que hicieron los caudillos a los cuales él critica y los denomina barbarie, y
de restaurar él mismo la federación de Rosas que tanto critica.
III.
El
Facundo es también un programa político, un libro contra Rosas,
personaje hibrido que mezcla razón con pasión, y es también, una pregunta: ¿Qué
impidió que Argentina desarrolle su destino de grandeza? ¿Por qué una
revolución libertaria desembocó en la barbarie y el despotismo rosista? Debemos
entonces, adentrarnos desde una visión crítica en la civilización que
Sarmiento busca como destino inevitable de grandeza, y en esa barbarie
que describe a través de Facundo Quiroga.
Debemos
retomar acá lo ya mencionado en el primer apartado: Argentina no es solo La Pampa, no es solo esa inmensa llanura, y esto Sarmiento lo sabe, pero como dijimos, lo
importante es la realidad que quiere construir. Entonces, en Argentina hay
civilización. Córdoba no lo es, pero Buenos Aires sí. Córdoba –según la crítica
que Sarmiento realiza- posee muchos iglesias y conventos, símbolos del
tradicionalismo, del atraso español. En Buenos Aires hay sociabilidad, hay
progreso, hay civilización.
Ahora
bien, ¿de qué se trata la civilización por la cual Sarmiento milita? ¿Cuál es
su programa político, su proyecto de país? En ese sentido, Su nuevo gobierno,
El “Nuevo Gobierno fomentará los ríos e irán a extraer las riquezas (…),
organizará la educación pública en toda la República, con rentas adecuadas y con un Ministerio especial, como en Europa, como en Chile, Bolivia y todos los países
civilizados (…), extenderá por toda la Republica el beneficio de la prensa (…), se rodeará de todos los grandes hombres que posee la Republica, y que hoy andan desparramados por toda la tierra (…), hará de la Justicia, de las formas recibidas en los pueblos
civilizados, el medio de corregir los delitos públicos, y trabajara por
estimular las pasiones nobles y virtuosas que ha puesto Dios en el corazón del
hombre”.[4]
Visto
su programa político, es interesante aquí resaltar las críticas que distintos
autores realizan sobre la manera en que Sarmiento utiliza los conceptos de
Civilización y Barbarie, ya que éstos aparecen como estructuras diferentes y
sin embargo, también se conciben como elementos entrelazados y mezclados entre
sí. Como bien nos explica Oscar Terán, “(…) que aquello que caracteriza a la Argentina vista por Sarmiento, es precisamente el encuentro, la interpenetración, la fricción
entre ellas y no la existencia autónoma de la una sin la otra”[5].
Esta fricción es la misma que se da entre modernidad y atraso o entre
desarrollo y subdesarrollo. Debate que seguirá hasta nuestros días.
Para
Alberdi tanto el pueblo de Buenos Aires como el pueblo de las demás provincias,
representan a la civilización. Mientras que son solamente los “indios pampas”,
quienes representan a la barbarie. Para este autor, es erróneo considerar como
barbarie a los gauchos y campesinos argentinos que hablan español, en lugar de
considerar sólo como tal, a los “indios Salvajes; en sus palabras, “Decir
que Buenos Aires representa la civilización y las provincias argentinas la
barbarie, es una extravagancia (…)”[6]
Alberdi postula
claramente la concepción errónea que tiene Sarmiento sobre esta dialéctica. Él
afirma que lo que Sarmiento denomina como barbarie tanto en Facundo como
en la figura de Rosas, es lo que más tarde se va a denominar como civilización.
Es decir, Sarmiento denomina barbarie a lo gaucho, al campo, a lo rural.
En contraposición a lo civilizado que lo relaciona con el frac y la
silla inglesa, sin notar que es ese gaucho, lo que representa a la civilización
europea. Esto se debe a que “La civilización del país consiste en la riqueza
rural que el país produce, y con la cual compra y paga la riqueza manufacturada
que la Europa le vende para llevar la vida civilizada y europea (…)”[7].
Y esto es así, porque son justamente en las campañas, en donde se producen las
materias primas que se exportan a Europa. Lo que significa
que estas campañas son el punto de contacto con Europa.
José Pablo Feinmann
bien nos introduce en el tema, cuando postula que “Alberdi habrá de
transformar la antinomia Sarmientina. La civilización no está en las ciudades
sino en las campañas (…) La civilización es entontes lo económicamente valioso
(…)”[8].
Esto significa que es el gaucho quien represente la posibilidad de progreso, en
el sentido que lo considera Sarmiento.
Otro punto que es
importante resaltar la concepción de Alberdi es la idea de progreso, que
también viene hacer la concepción del propio Sarmiento ya que como mencionamos
antes, ambos pertenecieron a la Generación del 37. Concebían al progreso en el
sentido que todo lo que existe tiende a transformarse y a mejorarse. Por esto,
el caudillaje como tal y como fuerza social no desaparece sino que se
transforma en uno de ciudad o lo que se denomina “caudillaje letrado”, que no
es otra cosa que el ocultamiento de lo bárbaro bajo el manto de lo civilizado y
el progreso. Por lo tanto lo que aquí realiza Alberdi, es un doble juego con
los conceptos en cuestión, ya que si al caudillaje de las campañas le sigue el
caudillo de las ciudades, éste último no vendría a ser otra cosa que un bárbaro
civilizado. “(…) formando un solo todo: una civilización bárbara, una
barbarie civilizada”[9].
Por
otra parte, pero en este mismo sentido, José Pablo Feinmann, en “Filosofía y
Nación”, se propone realizar un análisis diferente de la obra de Sarmiento.
Debido a la falta de un análisis totalizador que logre comprender realmente al Facundo,
su intención es relacionar los elementos teóricos, estéticos y políticos de la
obra, y de esa manera comprender su verdadera significatividad.
Feinmann ve en Facundo
la afirmación de que el gaucho, es un producto directo de su medio, es
decir de la naturaleza, pero ésta no es una naturaleza considerada como
verdadera. Por lo tanto el gaucho vive en una “sociedad desasociada”. “A
esta sociedad desasociada, no verdadera, ficticia, opone Sarmiento una sociedad
asociada, verdadera y real. Si le primera se encontraba en las campañas, el
lugar de la segunda estará en las ciudades”[10].
Aquí vemos como la antinomia Civilización/Barbarie vuelve a tomar
relevancia a la hora de realizar un análisis sobre la obra en cuestión. Lo
“natural” viene a ser la bárbaro, por eso es que para que una sociedad pueda
civilizarse es necesario alejarse de lo natural y acercase a lo racional. Para
Sarmiento el mundo de la barbarie es lo irracional, mientras que todo
lo relacionado al uso de la razón, tiene que ver con la civilización.
Esta antinomia civilización
y barbarie, como bien nos explica José Pablo Feinmann, está compuesta
por dos entidades que se niegan mutuamente. Es decir, cada una de ellas es la
negación de la otra. Y por ende, o triunfa la civilización o triunfa la
barbarie. Esta irresolución de la antinomia es lo que le hace postular a
Feinmann, que Sarmiento concibe a la historia como conflicto. ¿Y qué pasa
cuando triunfa la civilización? Se pregunta Feinmann. Es en ese momento cuando
la civilización conservadora, opuesta al cambio y al progreso pasa a
representar a la barbarie.
“Facundo elabora así
una filosofía de la cultura europea. Porque la disyuntiva de ser o no ser
salvaje se reduce a la de ser o no ser europeo. Son los grandes principios del
viejo mundo los que tienen la misión de rescatar a las zonas marginadas del
planteo. La realización de la cultura europea es la realización de la Humanidad”[11].
Y es debido a esta concepción de Sarmiento, que Feinmann lo proclama propulsor
del expansionismo colonial europeo y lo crítica debido a esto.
Sin embargo, y a pesar
de todas las críticas realizadas por Sarmiento al gaucho y a lo americano, y la
proclamación en favor de una “europeización” del país, Feinmann ve en Facundo
cómo se logra resaltar y destacar todas esas características de la barbarie,
mostrando e inmortalizando un momento de resistencia gaucha contra las
políticas de Buenos Aires.
Por
último, no podemos dejar de utilizar la lupa de Jauretche quien trabaja las
zonceras argentinas que “consisten en principios introducidos en nuestra
formación intelectual desde la más tierna infancia –y en dosis para adultos-
con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la
simple aplicación de buen sentido”[12]. Su objetivo
entonces, es sacar a la luz “saberes” adquiridos por todos, que no necesariamente
tienen alguna cuota de verdad, sino que nos fueron impuestos con algún objetivo
en particular, como dice Martinez Estrada, “es en función
de Facundo y, más concretamente, de Rosas, cómo hemos de poder establecer los
invariantes históricos que hallamos en Civilización y Barbarie sobreviviendo
hasta nuestros días, recogidos al haz de doscientos cincuenta años, (…)”[13]
En primer lugar,
Jauretche destaca en Sarmiento el carácter novelístico de sus ideas, ya que
éstas, lejos de provenir de un estudio y de un análisis, lo hacen desde su
propia imaginación. Entre algunas de las zonceras que expone, alude
inevitablemente al escritor del Facundo, y lo hace responsable de la
existencia de algunas de ellas.
Para Jauretche la
zoncera número uno es la relación Civilización/Barbarie, de la cual
Sarmiento es el propulsor. En primer lugar, Jauretche la considera zoncera
debido a que es una construcción puramente conceptual y antihistórica, sin
veracidad práctica. Además, el autor postula que si la barbarie es lo
americano y la civilización es lo europeo, lo que se realiza entonces es
una negación de América para reafirmar a Europa. Y esto significa que para
progresar hay que eliminar lo propio de la naturaleza y reemplazarlo por otra
cosa ,lo europeo. “(…) todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y todo
hecho ajeno, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consistió es
desnacionalizar (...)”[14]
Lo que Jauretche
plantea, es que si la oligarquía argentina creyó en esta “zoncera” fue porque
coincidió con su proyecto económico liberal, pero que sin embargo, el problema
se presenta una vez que las condiciones cambian y se destruyen las beses de
intercambio primarias. “Aquí aparece desnuda, desprovista de toda
connotación pragmática, la zoncera civilización barbarie (…)”[15]
La zoncera número dos y
de la cual Sarmiento también es el propulsor, ubicado en el primer capítulo del
Facundo, es la siguiente: “El mal que aqueja a la Argentina es la extensión”. Argentina ha sido el único país que consideró al achicamiento, la
reducción del territorio, como oportuno para el progreso. La explicación, según
lo plantea Jauretche, hay que encontrarla también en el dilema civilización/barbarie.
Reducir
el espacio era la manera de europeizarse, de eliminar los obstáculos de los
habitantes de las provincias y por ende, lograr lo pretendido, lograr la
civilización. Esta es la explicación de por qué esta zoncera se ha tomado como verdadera,
ya que iba de la mano con el proyecto de país. Como agregado, existieron
zonceras complementarias que apoyaron enormemente a esta creencia del
achicamiento y que Jauretche las va a mencionar en lo que sigue de obra. “Lo
que le conviene a Buenos Aires es replegarse sobre sí misma”, es una de ellas.
IV
Como vimos, los debates
en torno a la figura de Sarmiento y a Facundo Quiroga, son diversos, de gran
complejidad y se extienden hasta nuestros días. De por sí es difícil
caracterizar el Facundo en significado, debido a la cantidad de temas que
abarca, la mezcla de datos históricos, no siempre ciertos, sumado a la
incorporación de ideas y de la imaginación del propio autor.
Más allá de las
críticas e interpretaciones que hemos desglozado en el recorrido de este
análisis, queremos quedarnos con los debates, fricciones y peleas que los
conceptos de civilización y barbarie generan a lo largo del
texto, en función de demostrar que el Facundo es una gran tragedia
romántica. ¿Por qué podemos inferir eso? Son polos opuestos en busca de
atracción, o dos caras de una misma moneda, según la metáfora que utilizemos.
Hemos desarrollado la invocación
inical del libro, el medio en el cual se desarrolla, el interés del autor, los
debates trazados y distintas interpretaciones sobre su fin y significado, en
ese sentido podemos decir que El Facundo es todo lo que nos preguntamos:
una novela, un estudio sociopolítico, un análisis histórico, un programa
político. Sin embargo, hay algo en todas las facetas de lo que es este
libro que no se puede escapar: la completa necesariedad de esa antinomia
civilizatoria para lograr convencer a sus pares lectores los beneficios de su Nuevo
Gobierno, como un autor que hemos citado menciona.. Sin embargo, hay
algo que Sarmiento desdibuja en la oscuridad y mareos de su escritura, esto es,
que aquel gobierno que busca constituir, que aquella forma de sociedad que
quiere generar, en fin, que esa civilización que busca crear, tiene como
necesidad de sustento esa barbarie que denosta y de la cual quiere
liberar al Río de la Plata. No solo por una cuestión literaria, no solo por una
cuestión psicológica, también por una cuestión objetiva, económica y social.
Por la organización
social y económica que posee la Argentina, ese Nuevo Gobierno y forma
civilizatoria se apoya sobre la base de esa barbarie en términos
sociales y económicos, marginada, podría ser tal vez, lo que toda organización
social capitalista, al margen de distintos subterfugios de por medio, genera.
En otras palabras, sin barbarie no hay civilización; sin barbarie
no hay forma de sustento económico ni social de esa iluminada civilización. En
el mejor de los casos, logrando llevar adelante su proyecto, un círculo vicioso
de esa antinomia previamente mencionada, sería la conclusión. Esa, es la gran
tragedia no de Facundo, sino de Sarmiento.
Notas