Editorial Aniversario
Estimados lectores, en esta oportunidad,
al cumplir seis años ininterrumpidamente en internet, gracias al aporte de
nuestros autores, profesionales, graduados y estudiantes de último año de
carreras universitarias, quisiera entregarles una breve muestra de nuestra
historia nacional, en aquellos momentos en que todavía la Argentina no se había
fundado como tal. En épocas que autores como Carl Schmitt o Walter Benjamin
llamarían como etapa salvaje o pre-estatal.
La página de nuestra historia que
presentaré, será el recuerdo de un hombre que no quiso traicionar a su nación,
y que por su fortaleza de espíritu dejará grabadas a fuego tal vez las palabras
patrióticas más bellas, las que solo hombres o mujeres en estado de gracia
pueden expresar. El personaje en cuestión es nuestro recordado Coronel
Martiniano Chilavert, un recio oficial de artillería, veterano de decenas de
combates, y actor indiscutible en la Batalla de Caseros dirigiendo sus baterías
de cañones contra el ejército imperial brasileño y sus adláteres.
Chilavert es el caso de un hombre que
durante varios años combatió un régimen en su país en una guerra civil sin fin,
pero que cuando observó de que sus jefes se aliaban con los intereses
extranjeros contra su patria, se avergonzó en su fuero interior por la actitud
de sus pares, y rechazó ser un Coriolano. Renunciando a su ideología, se puso
humildemente bajo las órdenes de su viejo enemigo para defender a la patria en
peligro.
Cordialmente
El Director
Anniversary
Editorial
Dear readers, this is a special time
because it is our sixth anniversary of existence as a web review. This
anniversary is possible thanks to the contribution of our authors,
professionals, graduate and undergraduate writers, too. I would like to give to
you a brief piece of argentine history regarding those times in which Argentina
was not yet a formal country, times that Carl Schmitt or Walter Benjamin would
call savage period or foundation state.
In this brief review, I will tribute a
man who did not want to betray his nation and by his strong spirit could
express some unforgettable patriotic words, those who can only express men or
women who have a pure soul. This man is Coronel Martiniano Chilavert, a
vigorous artillery officer, who had been in dozens of combats and directed his
cannons against Brazilian imperial army and its allies becoming this way an
undeniable figure in Caseros battle.
Chilavert was a man who had fight for
many years in a never ending civil war against a regime but when he observed his
leaders were fighting on the side of foreigner interests, he felt shame for
them and finally rejected to be a Coriolano. He resigned his ideas and decided
to obey his old enemy in order to defend his homeland in danger.
Sincerely,
The director
La Carta más bella
El 11 de mayo del año 1846,
Chilavert se dirigía desde San Lorenzo (Río Grande) al general Oribe, pidiendo el honor de servir a su patria, en los términos
siguientes:
“En todas las posiciones en que el destino me ha colocado, el amor a mi país
ha sido el sentimiento más enérgico de mi corazón. Su honor y su dignidad me
merecen religioso respeto. Considero el más espantoso crimen llevar contra él
las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio recogerá el que así proceda; y en
su conciencia llevará eternamente un acusador implacable que sin cesar le
repetirá: traidor! traidor! Traidor!
Conducido por estas convicciones me reputé desligado del partido al que servía,
tan luego como la intervención binaria de la Inglaterra y de la Francia se
realizó en los negocios del Plata...Me impuse de las ultrajantes condiciones a
que pretenden sujetar a mi país los poderosos interventores, y del modo inicuo
como se había tomado su escuadra. Vi también propagadas doctrinas a las que
deben sacrificarse el honor y el porvenir de mi país. La disolución misma de su
nacionalidad se establece como principio. El cañón de Obligado contestó a tan
insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante
un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de
gloria para ella.
Todos los recuerdos de nuestra inmortal revolución, en que fui formado, se
agolpan. Si, es mi patria...anunciándose al mundo por esta verdad: existo por
mi propia fuerza. Irritada ahora por injustas ofensas acredita que podrá quizás
ser vencida, pero que dejará por trofeos una tumba, flotando en un océano de
sangre y alumbrada por las llamas de sus lares incendiados.
Lo felicito por su heroica resolución, y oro por la conservación del gobierno
que tan dignamente la representa, y para que lo colme del espíritu de
sabiduría.
Al ofrecer al gobierno de mi país mis débiles servicios por la benévola
mediación de V.E., nada me reservo. Lo único que pido es que se me conceda el
más completo y silencioso olvido sobre lo pasado.”
Hace muchos años pude tener una
copia del original de esta carta, página gloriosa de nuestra historia, porque
en ella, no solo un hombre rudo vierte sus sentimientos, sino porque esos
sentimientos tienen que ver con la negación de sí mismo por un bien mayor, es
la más grande ofrenda que puede hacer un individuo, el de entregar su propia
sangre a la causa nacional.
Luego de una infancia en dónde
estuvo en el Regimiento de Granaderos de Infantería, y luego los primeros
combates los tuvo bajo el mando del Gral. Carlos María de Alvear, en 1821 deja
el ejército para terminar sus estudios de ingeniería, para después desempeñarse
como docente de un secundario, y en 1823 fue uno de los cofundadores de Bahía
blanca, donde actuó de ingeniero.
En el año 1826 se incorporó al
ejército nacional para luchar contra el Imperio de Brasil, su figura aún
veinteañera (ya que había nacido en 1798), se distinguió en la desembocadura
del Río Salado evitando un desembarco brasileño, y en el terrible contrafuego
de artillería en Ituzaingó. Más tarde, seguirá al lado del Gral Juan Galo de
Lavalle, con cuyas huestes derrocará al Gobernador de Buenos Aires Manuel
Dorrego en 1828, con lo que recomenzará la guerra civil entre unitarios y
federales, en la cual lo tendrá del lado unitario hasta el momento de la carta
en donde le pide a uno de sus enemigos, el Gral. Manuel Oribe, que interceda
por el ante el Brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas, quién había sido hasta ese
momento su más absoluto enemigo.
La batalla de Caseros, durante aquél
aciago día estival del 3 de febrero de 1852, lo encontró al mando de todas las
fuerzas de artillería, disparó sus cañones hasta acabar con el parque, su
objetivo primordial era destruir las fuerzas brasileñas, y como si fuera poco
destruyó sus cañones con piedras para que no caiga en poder de sus enemigos.
Sobre el epílogo mismo de la acción.
Su final fue trágico, los unitarios que
acompañaban a Urquiza se ensañaron con el, Urquiza mismo ordenó que lo fusilaran
por la espalda como si fuera un traidor… Sin embargo, Chilavert evitó este
injusto hecho, peleando con los soldados del piquete, hasta que estos al verse
golpeados y desafiados por el robusto coronel, lo asesinaron a bayonetazos, y
culatazos de fusil, pero de frente, como mueren los valientes como el.
Pasarán muchos años, pero siempre se
recordarán esas palabras tan maravillosas, y resonarán llenas de amor y
vergüenza por la patria redimida…
“Todos los recuerdos de nuestra inmortal revolución, en que fui
formado, se agolpan. Si, es mi patria...anunciándose al mundo por esta verdad:
existo por mi propia fuerza. Irritada ahora por injustas ofensas acredita que
podrá quizás ser vencida, pero que dejará por trofeos una tumba, flotando en un
océano de sangre y alumbrada por las llamas de sus lares incendiados.”
“