RESUMEN: Este artículo trata sobre el impacto que tienen las TIC en la
esfera política al introducir nuevas formas de comportamiento político
colectivo e incentivar nuevos modelos de organización, impulsando así el activismo
online y offline de la ciudadanía. Se cuestiona un nuevo cambio de paradigma en
el terreno del poder y se abre una incógnita sobre nuevos modelos de
organización política. El comportamiento político, entendido como todo aquel
movimiento politizado que tiene la intención de influir en la vida pública y
generar debate social, se está aprovechando de las sinergias que ofrece el uso
intensivo de las TIC y está originando un brote esperanzador en una ciudadanía cada
vez más desencantada con la clase política. Las características en que se
organiza una red aplicada a una nueva forma de entender la política, puede ser
el origen de una nueva forma de organización social más democrática y
horizontal.
PALABRAS CLAVE: TIC,
Comportamiento político, Redes Sociales, Ciberespacio, Poder, Movimientos
Sociales, Medios de Comunicación.
ABSTRACT:
This article is about the impact TIC have on politics by introducing new
political collective behavior and stimulating new organization models. In this
way online and offline citizen’s activity are encouraged. The irruption of TIC
forces a new paradigm and opens new questions about models of political
organization. Political behavior has been always seen as politicized movement
that aims to influence on public life and now is profiting from synergy that
results of the intensive usage of TIC generating as well a hopeful feeling
within a disappointed citizenship. The features that assumed a net which is
applied to a new way to understand politics can give birth to a new social
organization more democratic and horizontal.
KEY WORDS: TIC, political behavior,
social nets, cyberspace, power, social movements, media communication
TIC
& COMPORTAMIENTO POLÍTICO: LA VISIBILIDAD DEL PODER DISTRIBUIDO
|
José Gutiérrez
Salinas
jgutis@uoc.edu |
Licenciado
en sociología (Universidad Autónoma de Barcelona). Máster en Sociedad de la
Información y Conocimiento (Universitat Oberta de Catalunya)
|
LA POLITICA EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
"...Ocurrió
cuando nadie lo esperaba. En un mundo presa de la crisis económica, el cinismo
político, la vaciedad cultural y la desesperanza, simplemente ocurrió.
Conectadas a través de las redes sociales de Internet, las personas empezaron a
agruparse en esos espacios de autonomía y, desde la seguridad del ciberespacio,
pasaron a ocupar las calles y a elaborar proyectos ligados a sus verdaderas
preocupaciones, por encima de las ideologías y de los intereses dominantes,
reclamando su derecho a hacer historia. En todos los casos ignoraron a los
partidos políticos, desconfiaron de los medios de comunicación, no reconocieron
ningún liderazgo y rechazaron toda organización formal, debatiendo
colectivamente y tomando sus decisiones en asambleas locales y a través de
Internet. Desde Túnez e Islandia hasta la revolución egipcia y el movimiento
Ocupar Wall Street, pasando por los indignados en España..."
"Redes
de Indignación y Esperanza"
(Castells,
2012)
La política no escapa al gran impacto que
está causando las TIC en la esfera social, económica y cultural de cada
sociedad. Si bien se está llegando a replantear algo tan importante como el
sistema educativo, cambiando dinámicas en el mercado laboral y reconfigurando
una nueva manera de consumir la cultura, sería ingenuo pensar que la política
permanecería impermeable ante el efecto de las nuevas tecnologías. En todas las
esferas mencionadas, el gran cambio que se está produciendo no es tanto de contenido
como de forma, es decir, podemos aprender la misma fórmula matemática tanto en
un aula física como en un aula virtual, no obstante, estaremos de acuerdo en
que hay una gran diferencia entre asistir a una clase en un espacio-tiempo determinado
que hacerlo a través de Internet. Todos conocemos los tipos de comportamiento
político que se han producido tradicionalmente: multitudes de personas han
mostrado su desacuerdo o apoyo ante una determinada causa mediante
manifestaciones, millones de votantes han participado en unas elecciones,
asistencia masiva a mítines, uso de la desobediencia civil o indignación
generalizada ante una política aprobada mediante un decreto ley por el partido
político que ostentaba el poder. Estas formas tradicionales de comportamiento
político adquieren mucha más relevancia desde la incorporación de las TIC en
nuestra vida cotidiana. Antes, una conversación sobre la adecuación de dos
candidatos a presidir la gobernabilidad de un país se quedaba en la barra de un
bar o en el banco de una plaza, hoy puede ser Trending Topic en Twitter
en cuestión de horas. Una simple persona con un Smartphone puede colgar en
Youtube y difundir cargas policiales que los grandes medios de comunicación con
intereses partidistas se hubieran encargado de silenciar al día siguiente de
producirse. Observamos como en varías redes sociales se discute y se analiza
cada día las diferentes noticias que nos va dejando la actualidad y como una
noticia impactante o una injusticia social se difunde mediante la red con una
repercusión inimaginable años atrás, ya que lo hace a tiempo real y a escala
planetaria. La intención de este artículo consiste en analizar y dotar de un
marco teórico adecuado a todas estas transformaciones que se están produciendo con
el uso intensivo de las TIC de la ciudadanía en el terreno político.
CIBERPOLÍTICA
A parte de proporcionar infraestructura y
uso administrativo, la red sirve como modelo organizativo en el que fijarse
para construir una nueva forma de hacer y entender la política. A través de
flujos de información distribuidos por la red, los ciudadanos se están dando
cuenta que los problemas concretos que afectan a su localidad son exactamente
los mismos que afectan a otras personas que viven a miles de kilómetros. Estas
problemáticas comunes se discuten y se analizan en el ciberespacio mientras
paralelamente se va creando un tejido internacional de miles de personas
dispuestas a colaborar entre ellas. Lo cierto que esta producción, difusión y
continuo debate del conocimiento generado se produce gracias a lo que Pierre
Lévy (citado por Sampredro y Haro, 2011) ha llamado inteligencia colectiva. Se
empiezan a intuir nuevas formas de organización política similares a cómo están
interconectados los nodos en una red, incorporando así una estructura descentralizada,
adaptable, flexible y horizontal (Castells, 2006). Cualquier ciudadano que
actúe de la misma forma en que lo hace un nodo, puede ser emisor y receptor de
información al mismo tiempo, sin tener que pasar por un nodo central. Por este
motivo las redes son tan difíciles de atacar porque aunque algunos nodos queden
deshabilitados eso no afecta al flujo de datos que se mueve a través de la red.
De esta manera, el poder y la distribución de la información se democratiza y
se descentraliza. Esta coordinación descentralizada se aleja totalmente de un
modelo vertical y rígido, al no tener un centro de referencia puesto que todos
los nodos representan ‘ese’ centro, se garantiza un proceso de democracia directa
con la particularidad de que en caso de que algún nodo sea destruido carezca de
importancia, pues la información va a seguir circulando mediante flujos
constantes. Estas mismas características también las podemos encontrar en la
ética hacker (Himanen, 2006), donde a la producción de una libre
información se le presupone un alto grado de cooperación y una coordinación
descentralizada debido a su posicionamiento ideológico que consiste en
garantizar el acceso libre a la información a todas las personas que quieran
acceder a la misma y defender la necesidad de dejar el código fuente de los
programas abierto. No obstante, este tipo de organización está limitado a la
propia conectividad, es decir, la gente que no esté conectada a Internet no
tendrá acceso a este intercambio de información por lo que la brecha digital limita
este tipo participación online. Tampoco el hecho de estar conectado garantiza
la participación política y activismo ciudadano tal como sugiere Castells
(2006), pues tener las herramientas no hace necesariamente despertar la
inquietud política ni el interés social para que la participación ciudadana
aumente. Leyendo comentarios en la edición
digital de los diarios de personas que probablemente tengan portátiles,
ordenadores de mesa, Ipad’s, Tablets, Smartphones y todo tipo de
nanotecnología, se puede observar que reproducen por sistema el titular y el
discurso de los medios de comunicación hegemónicos, sin antes contrastar la
información o investigar qué intereses económicos hay detrás del medio de
comunicación que ha difundido la noticia, desaprovechando así un recurso que
antes no tenían y que ahora está disponible en la red. Por lo tanto, no se puede asegurar que
mediante estas redes horizontales de comunicación las personas que antes habían
sido actores pasivos y meros espectadores de lo que ocurre en la escena social
ahora se conviertan en enérgicos activistas (Sampredro y Haro, 2011). Se aprecian ciertas
diferencias en los tipos de movimientos y comportamientos políticos online,
mientras que las cibermultitudes ‘nacen’ en la Red pero tienen
incidencia física en los lugares públicos, para las multitudes virtuales (Sampedro, 2011) su campo de acción es tan sólo la red. Es decir, el primer
término tendría un espacio de acción tanto online como offline mientras que el
segundo tan sólo lo tendría online. Sin embargo, esta clasificación necesita de
matices. El movimiento 15M o el PAH, han materializado propuestas forjadas en
la red en lugares físicos con resultados muy notorios, quizás el más
representativo consista en paralizar los desahucios y ser capaces de remover
conciencias gracias a organizarse a través de la red -paso previo- antes de sus
actuaciones de desobediencia civil y de justicia social. Las ciberacciones que
realiza el grupo Anonymous tienen una incidencia física a pesar de que se
realiza a través de la red, puede dejar inoperativa una web institucional, con
los problemas que supone no poder acceder a una base de datos oficial y
estatal. Sin embargo, hay un tipo de pseudomovimiento que intenta
realizar reivindicaciones y luchas de justicia social a través de un simple
‘click’ (Rivero, 2012). No negaremos que también pueden tener impacto real pero
el activismo y la movilización ciudadana al que se referían los autores
citados anteriormente no se construye a través de un simple movimiento de
ratón, por muy romántica que sea la idea de que así se esté cambiando el
mundo, sino que necesita de un análisis más elaborado y un tiempo de maduración
para que resulte consistente y se convierta en una dinámica social. Si bien es
cierto que la web Change.org ha pasado de 1 millón a 20 millones de usuarios en dos años, no quiere decir
que estos 20 millones de personas estén movilizadas, activas o pertenezcan a
nuevos movimientos sociales.
Uno de los grandes éxitos del uso intensivo de las TIC para
las nuevos movimientos sociales y el comportamiento político online es que,
poco a poco y debido al mayor número de personas conectadas a estas dinámicas
de transferencias de flujos de información, han conseguido generar temas de
debate decidiendo qué tema es importante y qué tema no lo es o qué noticia ha
pasado desapercibida por los grandes medios de comunicación tradicionales recuperándola
para la agenda publica a través de las redes sociales. Aquí radica el excesivo interés de los grandes
partidos políticos por controlar los medios de comunicación. Por lo tanto, se
puede afirmar que las TIC están ayudando a desarrollar mecanismos de
contrapoder antes inexistentes, minoritarios o silenciados mediante cualquier
tipo de represión.
A la vez, se está produciendo un cambio en las relaciones de poder relacionado
con la pérdida de control en todas las esferas, entre las que se encuentra la
mediática, por parte de los Estados Nación. Grupos considerados como marginales
encuentran en las ciudades globales (Sassen, 2007) un marco cívico y político
en el que poder conectarse a otras redes globales para circular información. Si
bien las TIC tiene un peso incuestionable, no hay que olvidar el continuo
deterioro de la política institucional y partidos políticos oficiales están
sufriendo, produciéndose así un proceso acelerado de deslegitimación. Miles de
actores locales se articulan globalmente para intentar crear una nueva esfera
pública que tenga un poder real frente al poder institucional, que cada vez
tiene que prestar más atención a las demandas que se articulan a través de la
red al comprobar cómo su mensaje unidireccional ya no es suficiente para contentar
a una población cada vez más crítica. Las redes
auto-generadas se convierten en un modelo a seguir o en un referente político
para la creación de una sociedad más democrática y horizontal a nivel global
(Jeffrey, 2004). Es curioso como Alberto Garzón Espinosa, actual
diputado de Izquierda Unida para Málaga, era y es miembro de ATTAC , antes
de llegar a entrar en la política ‘oficial’, evidenciando así la influencia real y
no sólo simbólica que adquiere este tipo de movimientos
transformadores en la sociedad actual. ¿Se hubiera sentado a declarar en la
Audiencia Nacional Rodrigo Rato por el caso Bankia sin la presión de las redes
sociales y la iniciativa ciudadana #15MpaRato?
Las redes sociales permiten una mayor visibilidad y un
acceso más igualitario y democrático a los grupos no mayoritarios. La identidad
es también un factor externo al individuo, grupo o institución, que necesita un
reconocimiento externo para reafirmar su propia identidad. Lo mismo ocurre con el
poder. La cada vez más unánime aceptación de la importancia e influencia de las
redes sociales en los medios oficiales (tv, radio..) es un hecho que se traduce
en la concesión de espacios dedicados a las redes dentro de sus mismos
programas (al estilo 'veamos lo que dicen en Twitter') y haciendo un análisis
de lo que sucede en lo virtual para contrastar, reafirmar o dar veracidad de lo
que ocurre a pie de calle. Con estas acciones le están otorgando legitimidad
informativa a las redes sociales, las cuales al principio desprestigiaban,
infantilizaban o ninguneaban.
Las TIC habilitan un nuevo formato más abierto,
mayoritario y que escapa al control del poder gubernamental, escalando un
problema local instantáneamente al ámbito global que nos proporciona la red. La
actual crisis en la que está sumergido el planeta puede ser el caldo de cultivo
para que, gracias al uso intensivo de las TIC, pueda producirse un cambio real
en las estructuras y modelos organizativos de poder. La estructura en red
puede potenciar la voz de los ciudadanos, la interactividad puede fomentar la
participación para dar un nuevo sentido al comportamiento político, el
anonimato desde un espacio virtual y fuera del control institucional puede
generar más participación, la proliferación de ideas, alternativas y acciones
pueden reactivar a la ciudadanía y convertirla en un importante agente de
cambio social. Estas características y este cambio, tanto cualitativo como
cuantitativo, sí que está generando nuevas formas de comportamiento político ya
que en estas características es donde radica su potencialidad. No obstante,
estas tecnologías son meras herramientas que por sus características nos
facilitan un ‘medio para’, no una finalidad en sí mismas. Las limitaciones de
las TIC vendrán dadas por los usos que las personas hagan de las mismas. Desde
un punto de vista operativo, una votación masiva digital es totalmente
factible, no hay ningún impedimento tecnológico, se dispone de infraestructura
técnica y de una velocidad en el ancho de banda para llevar a cabo esta acción,
sin embargo bien es cierto de que no toda la población con derecho a voto tiene
acceso a este recurso o, si lo tiene, prefiera ir físicamente al colegio
electoral a votar porque tenga más confianza para realizar esta acción en
persona que online.
HACIA UNA NUEVA DEMOCRACIA
Es lógico suponer que si las grandes
empresas multinacionales aprovechan las posibilidades de operar en tiempo real
y a escala planetaria mediante transacciones comerciales y financieras, los movimientos
sociales también vayan a aprovechar las sinergias que ofrecen las TIC al ser
utilizadas para compartir información o para elaborar estrategias. Las redes
sociales han generado un nuevo tipo de comportamiento político sin una
afiliación normalizada donde su rasgo distintivo reside en la organización,
coordinación y actuación a través de una red descentralizada, horizontal y
flexible. Esta horizontalidad es la que otorga un grado más democrático al uso
intensivo de las TIC en el ámbito político. Más allá de su dimensión
tecnológica, la red traslada a la esfera política un modelo cultural y una
nueva filosófica basada en la comunidad, a la vez que los lugares físicos se
complementan y se interconectan con los flujos de información disponibles en la
red. Si bien es cierto que la red pone a nuestro alcance toda la información
con un simple click de ratón, también nos exige una iniciativa y un interés por
nuestra parte ya que tener la herramienta a nuestra disposición no nos hace más
activos a nivel político. Por lo tanto, no es que las nuevas generaciones estén
más comprometidas o sean más sensibles a causas sociales por el hecho de
utilizar la red, más bien las personas con estas inquietudes sociales usan la
red, conscientes de que es la mejor manera de manifestar o difundir sus quejas,
alternativas o demandas.
A pesar de la dificultad de controlar la
información que se mueve a través de la red, habrá que ver qué nuevos mecanismos
de control implementan los gobiernos para vigilar a la ciudadanía y qué tipo de alianzas establecen entre las grandes
industrias tecnológicas como Apple, Twitter, Microsoft,
Google o Facebook. Aún así, la ciudadanía ha tomado conciencia del poder de
movilización y repercusión que están consiguiendo a través del activismo
gestionado a través de las TIC. Casos paradigmáticos como La Primavera Árabe vaticinan una nueva era revolucionaria y un cambio de valores que puede
desembocar y está desembocando en una pérdida constante de legitimidad de los
partidos políticos tradicionales y en un traspaso de poderes hacia otros
organismos y formaciones políticas mucho más horizontales y democráticas. La
interacción de procesos y movimientos en todo el mundo están cambiando el
concepto de democracia y de comportamiento político a unos niveles que pueden
desembocar en una desobediencia civil sin precedentes históricos si no se
produce un cambio sustancial en las instituciones políticas.
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Sassen, S. Una Sociología De La Globalización. Katz
Editores Spain, 2007