Resumen
En el presente trabajo se describirá el escenario
destituyente durante la presidencia de Fernando De la Rúa, como así también la
gran incapacidad hubo de su parte por evitar el desenlace desesperante para
todo el pueblo argentino en los dramáticos hechos de 2001.
Abstract
This work describes the singular scenario
within the ex – president, Fernando De la Rúa, resigned the presidency. In
spite of the hostile context, the ex – president was also unable to avoid the distressing
end for all argentine people in 2001.
“De la ilusión a la
desinstitucionalización Gobierno de Fernando de la Rúa 1999-2001”
Por: Carlota
Anoni
“Seré el
médico, seré el maestro, seré el que dé trabajo a cada argentino”.
(Fernando de
la Rúa, campaña presidencial)
Introducción
La
importancia del presente trabajo radica en el debate sobre la crisis
institucional que sufrió nuestro país en aquel aciago 2001, que traería
consecuencias nefastas en materia económica, social y política.
El
estudio sobre el gobierno del ex presidente Fernando De la Rúa, es fundamental para comprender los cambios políticos que sufriría el país, como así
también los problemas de autoridad y liderazgo que pueden existir en el régimen
presidencialista en la Republica Argentina.
El
presente trabajo pretende analizar el gobierno de Fernando De la Rúa (10 de diciembre 1999 - 20 de diciembre 2001), sus capacidades de liderazgo o falta de
las mismas. Analizar la situación del país durante su gestión y sus
implicancias en la crisis económica, social y política del 2001. Así también dará
cuenta de la fragmentación partidaria, para luego concluir si esto tuvo o no ingerencia
en los acontecimientos de “la crisis de diciembre del 2001”.
Si
bien la Alianza, desde el punto de vista institucional obtuvo una importante
victoria en las elecciones presidenciales, esto no se dio de igual caso en las
legislativas de 1999. La oposición, el Partido Justicialista, ganó en las
principales provincias y municipios. De está manera se estaba ante un gobierno
dividido o semidividido – definición sartoriana-, con un Poder Ejecutivo
encabezado por un líder político que si bien tenia una larga trayectoria en la
militancia de la Unión Cívica Radical y experiencia ejecutiva, la misma no tuvo su consagración como un auténtico líder partidario.
Uno
de los principales objetivos del gobierno de De La Rúa era la formación y la consolidación de coaliciones partidarias, tal es el caso del propio
partido (Alianza) y la incorporación de Domingo Cavallo como Ministro de
Economía (lo había sido durante el gobierno de Menem), pero dichas iniciativas
muchas de las veces se encontraron con obstáculos e impedimentos. En algunos
casos se podría establecer que se dio por la falta de criterio del Ejecutivo y
su “incapacidad o capacidad” para tomar medidas poco afortunadas, que derivó en
la renuncia de miembros del mismo gobierno, como fue el caso del Vicepresidente
Carlos “Chacho” Álvarez.
Por
otro lado, se podría plantear que la oposición nunca tuvo intentos reales por
llevar a cabo un gobierno de coalición y se preocupo por mantenerse en ese
sector de la discordia. Esto también es una muestra de la falta de iniciativa
política del entonces mandatario para lograr un real gobierno de coalición.
Planteado
lo anterior, junto con las malas medidas tomadas en torno a lo económico, su
imagen política deteriorada y la creciente debilidad institucional hicieron que
el estallido social, económico y político del país a fines del 2001 se hiciera
inevitable.
¿La
crisis institucional del 2001 podría haberse evitado si las alianzas
partidarias se hubieran respetado como reglas de juego a seguir? Esta pregunta
temática nos derivaría a la siguiente hipótesis de trabajo:
“Junto
con la coyuntura social económica y política de la Argentina durante los últimos años de la década de los 90 y los primeros años del nuevo
milenio, se podría establecer que la falta de liderazgo del presidente Fernando
De la Rúa, y su incapacidad tanto para liderar su propio partido como
consolidar su alianza de gobierno, para así lograr apoyo político que conduzca
a una administración eficaz, fue fundamental para el desenlace de la crisis
institucional, económica, social y política del 2001”
Para
trazar el contexto histórico que precedió al gobierno de Fernando De la Rúa, utilizaremos un trabajo de Pablo Gerchunoff y Juan Carlos Torre. Esta publicación nos
permitirá tener una visión sobre las medidas económicas y políticas adoptadas
durante la década menemista.
Por
otro lado esta investigación se servirá de trabajos como el de Santiago Leiras,
cuya publicación nos dará una aproximación a la coyuntura institucional durante
el gobierno de Fernando De la Rúa. Dichas publicaciones serán profundizadas a partir de diarios y revistas de la época.
Contexto Histórico
Fernando
De la Rúa asumió como presidente de la República Argentina el 10 de diciembre de 1999, así se rompería con una década ininterrumpida
de gobierno justicialista.
Durante
los 10 años de gobierno menemista, las reformas del Estado y las reformas
económicas neoliberales (flexibilización
laboral, liberalización económica, privatizaciones y convertibilidad) llevadas
a cabo para hacer frente al gran fantasma de la hiperinflación y la inestabilidad
política y económica fueron aceptadas por gran parte de los actores, tanto
económicos como políticos, instalándose así como reglas de juego a seguir. Las
grandes reformas del Estado, bajo la emergencia económica y la convertibilidad,
la reestructuración jurídica a través de la reforma de la Constitución de 1994, y el liderazgo neodecisionista, terminaron por establecer una nueva
matriz ideológica que impactó tanto en la sociedad como en la dirigencia
política.
Sin
embargo luego de esa década, se comenzó a vivir el agotamiento del modelo
neoliberal. Las consecuencias de la reforma del Estado, y también las reformas
económicas se estaban empezando a sentir; por un lado el aumento del desempleo,
el surgimiento de los “nuevos pobres”, la desindustrialización nacional, el
aumento de la deuda externa y el aumento sostenido de la recesión (sobretodo a
partir de 1998). De la mano de la crisis económica en el ámbito político se
darían a conocer cada vez más los graves casos de corrupción, como el caso IBM
- Banco Nación, la venta ilegal de armas, el atentado de la A.M.I.A, sucesos que impactaron fuertemente en la opinión pública y que hicieron aumentar el
descontento popular.
Por
otro lado, el clima político había entrado en una etapa de gran tensión
institucional, fruto del enfrentamiento entre el presidente Carlos Menem, y el
entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Eduardo Duhalde, quién en
ese momento ya se encontraba del lado de la oposición, dado que existía un
fuerte rechazo a la posibilidad de una re-reelección del actual presidente
argentino.
Con
respecto a la disposición de las cámaras legislativas, en sus respectivas
elecciones de 1997, el oficialismo perdió la mayoría en ambas cámaras y logró
la victoria el incipiente partido y principal partido opositor al
justicialismo, la coalición “Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación”. “Dicha fórmula se presento como una innovadora alternativa partidaria que
aseguraba poder producir los cambios necesarios para combatir los déficits del funcionamiento
institucional de la democracia e introducir las correcciones indispensables al
modelo económico imperante” (Kerz/Leiras : 2004).De esta manera parecía que
se cerraba una época marcada por un tinte fuertemente unipersonalista.
¿Se abre un nuevo camino?
En el mes de noviembre
de 1998 las internas abiertas del ya mencionado principal partido opositor al
justicialismo, consagraron como candidato presidencial a Fernando De la Rúa, derrotando con el 66% de los sufragios a Graciela Fernández Meijide, precandidata por el
Frepaso, quien luego sería la candidata a encabezar la gobernación de la
provincia de Buenos Aires. La fórmula presidencial ganadora estaba compuesta
por Fernando De la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez.
En medio del clima
pre-electoral, la fórmula de la “Alianza” dio a conocer la “Carta a los
argentinos”. Dicha publicación fue presentada como una especie de plataforma
programática de la coalición, la cuál planteaba volver a consolidar los valores
democráticos y republicanos basándose en la transparencia política y en el
combate a la corrupción. La educación, el trabajo, y la inclusión social
formaban parte de su eje central.
El
24 de octubre de 1999 se realizaron las elecciones presidenciales, en las
cuáles resultó ganadora la fórmula de la “Alianza” con el 48,5% de los votos
contra el 38,1% del Partido Justicialista, con el binomio Eduardo Duhalde –
Ramón Ortega. Aunque la “Alianza” se consagró ganadora en las elecciones
presidenciales, perdió en tres de las cuatro principales provincias, como fue
el caso de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Por otro lado, en el ámbito
legislativo el oficialismo contaba con mayoría en la cámara baja, pero con un
margen estrecho con respecto a la primera minoría, el Partido Justicialista.
El Senado no cambió su composición y el cuadro a nivel provincial era
francamente desfavorable para la coalición: controlaba sólo seis gobernaciones:
Entre Ríos y Mendoza (hasta entonces en manos del PJ), Catamarca, Chaco, Río
Negro y Chubut y la ciudad de Buenos Aires. Frente a este nuevo escenario la “Alianza”
tendría que lidiar con una fuerza de oposición potente a pesar de la derrota, capaz
de frenar o al menos condicionar fuertemente políticas de reforma que
requirieran aprobación parlamentaria. El nuevo gobierno estaba frente a un
gobierno dividido.
A
pesar de las dificultades de negociación que se le presentaba a este nuevo
gobierno en el ámbito legislativo, el debutante gobierno de la Alianza contaba con la esperanza depositada de gran parte de los argentinos de cambiar y
dejar atrás al escenario anterior, marcado por la corrupción, enriquecimiento
ilícito, desempleo, pobreza, deficiencia educativa, descrédito hacia la
política neoliberal, etc.
La
debilidad institucional y partidaria
En
el ámbito gubernativo, la composición del gabinete ministerial reflejó la
pluralidad de origen de la coalición electoral y que expresarían las tensiones
tanto partidarias como de la coalición gubernamental. El Frepaso, estará
representado por Graciela Fernández Meijide y Alberto Flamarique en los
ministerios de Acción Social y Trabajo. La Unión Cívica Radical a su vez, representada por Federico Storani, Ricardo Gil Lavedra,
Ricardo López Murphy en los ministerios del Interior, Justicia y Defensa
respectivamente; por otra parte Rodolfo Terragno nombrado Jefe de Gabinete de
Ministros, y Jose Luis Machinea como Ministro de Economía, que si bien era
representante de la UCR, representaba a al conjunto de la Alianza electoral. Por último encontramos a Alberto Rodríguez Giavarini, Héctor Lombardo y
Fernando de Santibáñez, como Ministros de Relaciones Exteriores, Salud y la
dirección de la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE).
La relación de De la Rúa con los partidos de la coalición fue desde un principio conflictiva. Una de las causas es
que la Alianza no avanzó en el fortalecimiento institucional, sino que se
reducía a sus cinco miembros fundadores. La Alianza, luego de ser una solución electoral, se transformó en un problema de gobernabilidad. Era la primera vez en
la historia argentina que un presidente llegaba al poder a través de una
coalición.
La disputa de mandos se
daba dentro del mismo partido de coalición por un lado se encontraba el sector
representado por De La Rúa, seguidor de Balbín y representante de la visión más
conservadora, y por el otro lado se encontraba Alfonsín, ambos tenían visiones
diferentes, sobre todo en cuestiones económicas. De la Rúa, a fin de ganar autonomía, se alejaba cada vez más del sector liderado por Alfonsín,
llegando a un peligroso aislamiento. Siguiendo las diferencias entre ambos
líderes, podemos aclarar que quién era el presidente del Comité Nacional del
Radicalismo durante el gobierno de De la Rúa era Raúl Alfonsín, por lo tanto podemos determinar que el Jefe del Estado no era a la vez el líder partidario. Esto
traería conflictos intestinales dentro del mismo partido que repercutirían en
el futuro del país.
Uno de los hechos
fundamentales que marcaron el camino del gobierno de la Alianza fue la denuncia de las coimas en el Senado seguido de la renuncia del Vicepresidente
de la Nación.
El 29 de octubre del
2000, el sindicalista Hugo Moyano denunció que el entonces Ministro de Trabajo,
Alberto Flamarique, había sobornado a los senadores del PJ para conseguir el
acompañamiento de la reforma laboral impulsada por la Alianza. Dicha reforma fue aprobada el 12 de abril, y el 25 de junio el periodista Joaquín
Morales Solá, en el diario La Nación afirmó que habían existido “favores
personales” a los senadores peronistas para que dicha ley fuese aprobada. Dos
semanas después el senador Antonio Cafiero presentó ante el cuerpo una cuestión
de privilegio, solicitando que se investigara la cuestión. Por su parte el
Presidente De La Rúa días después de la denuncia del periodista, ratificó su
confianza hacia los senadores y funcionarios. El 15 de agosto Morales Solá
volvió a insistir con la información, ampliándola y planteando que fueron
varios los miembros que estuvieron al tanto del soborno. A partir de entonces,
la denuncia derivó en acuses mutuos entre distintos ministros y funcionarios
componiendo un teléfono descompuesto. El Juez Liporaci fue el encargado de
recibir los testimonios de los senadores, y afirmar que había indicios claros
de la existencia de esos sobornos en la cámara alta. Días después y luego de
denuncias de amenazas, el Juez se alejó de la causa alegando problemas de
salud.
Luego de todos estos
sucesos y la investigación de varios funcionarios, el 6 de octubre del 2000, a menos de diez meses de gobierno, el Vicepresidente electo Carlos “Chacho” Álvarez renunció a
su cargo, y al terminar su discurso declaró “Me da mucha vergüenza que un chico
de dieciséis o diecisiete años sienta que la política es igual a delito”
dejando entrever su postura y rechazo a las acusaciones de sobornos de funcionarios
públicos. El último intento que tuvo antes de retirarse fue el alejamiento de
Alberto Flamarique del gobierno.
Álvarez exigía el
esclarecimiento de la causa, mientras que De La Rúa, lo relegaba al ámbito judicial, quitándola importancia. Éste hecho ponía en evidencia la debilidad de la alianza
electoral y la crisis institucional que se avecinaba.
Un
nuevo obstáculo: la economía
El gobierno de De la Rúa, a raíz de la recesión del año 1999, dispuso de una muy escasa libertad de maniobra para
corregir e intervenir sobre el rumbo económico. Las últimas medidas del
gobierno menemista complicaron la situación: aumentó el endeudamiento y el
gasto público (con un déficit de 10.000 millones para el año 2000), asumió
compromisos a largo plazo con empresas, gobernadores y sindicatos, y aprobó la
“ley de responsabilidad fiscal”, que estableció un compromiso para reducir
progresivamente el déficit
Las medidas
neoliberales adoptadas durante la década anterior, dejaron secuelas difícil de
sortear, por un lado el mantenimiento de la convertibilidad y el crecimiento de
la deuda externa hicieron que Argentina sea considerado un país vulnerable al
sector externo y a las crisis internacionales, como lo fueron la crisis del
Tequila en 1994/95, la crisis rusa y brasileña de 1998/99.
El aumento del riesgo
país obligaba a refinanciar la deuda a intereses más altos: en el año 2000 los
intereses de la deuda alcanzaban un 15%, mientras que en los primeros años de
la década de los 90 no superaban el 5%. Esto impulsó que los acreedores y
organismos internacionales de crédito presionaran al gobierno de la Alianza para que se continúe con la política de ajuste neoliberal y se mantenga la paridad
con la moneda estadounidense. Las consignas del Fondo Monetario Internacional
(FMI) para negociar con el gobierno de De la Rúa fueron: flexibilidad laboral, equilibrio fiscal (tanto para la Nación como para las provincias), apertura de la
economía y saneamiento de las cuentas públicas.
A los pocos días de su
ascenso al cargo de Presidente, el Congreso Nacional aprobó el presupuesto del
año 2000 con un recorte de 1.400 millones de dólares y convirtió en ley el
denominado “impuestazo”, extendiendo el IVA y aumentando las contribuciones de
ganancias y bienes personales.
Una
de las metas más apresuradas que debía lograr el gobierno de De la Rúa era conformar un cogobierno con el PJ para así hacer frente a la crisis y poder llevar a
cabo las medidas de ajustes exigidas por los organismos internacionales y hacer
retroceder a la crisis deficitaria. Su idea era la conformación de un gobierno
de “Unidad Nacional” que a la vez contemple la participación del PJ en el
gabinete y la entronización de Domingo Cavallo como la figura descollante del
Gobierno. Pero los mandatarios de la oposición sólo estarían interesados en
comprometerse a ser una oposición constructiva, ya que apoyaban la
incorporación de Cavallo al gobierno de la Alianza. De esta manera el 19 de marzo del 2001 renunció tras un breve paso por el Ministerio
de Economía, Ricardo López Murphy, quién había sustituido a José Luis Machinea
en medio de las protestas sociales generadas por los anuncios acerca de los
recortes en diferentes áreas de la administración pública. Al día siguiente,
asumió Domingo Cavallo en dicho ministerio, y el 29 de marzo el Congreso aprobó
una ley que otorgó poderes especiales al Ministro de Economía.
Según
Leiras, De la Rúa depositó sus esperanzas en Cavallo, quien con la propuesta de
establecer una nueva convertibilidad, con base en una paridad entre el peso y
una canasta de monedas, que incluya el euro y el real, y de una nueva ley de
competitividad, delineó un nuevo plan económico con el objeto de controlar la
evasión de capitales, reducir el gasto del Estado, y aumentar los ingresos y
reducir la necesidad de refinanciación de la deuda externa. “Cavallo propuso
una reforma fiscal que contemplaba alzas arancelarias sobre las importaciones
de bienes de consumo que no fueran procedentes de los países del Mercosur… Todo
ello, con la voluntad de hacer frente al mismo tiempo, a los compromisos
financieros más urgentes, las amortizaciones de deuda de a corto y mediano
plazo por valor de U$ 4.500 millones de dólares para fin de año y de U$ 17.000
millones para el año 2001…”. El nuevo plan económico se basaba en una fuerte reducción del gasto público.
Con la aprobación de la Ley de Déficit Cero,
se recortó el 13 % de los salarios, jubilaciones y pensiones de más de 500
pesos.
Pese
a los intentos de éxito con el cuál se intentaban desarrollar las medidas
económicas, la precariedad del contexto institucional en el cual se
desarrollaron condujeron a la inviabilidad de las mismas.
Las medidas económicas
adoptadas por el gobierno de De la Rúa y sus diferentes ministros de economía, llevaron en un breve tiempo, a la renuncia de casi la mitad del gabinete
presidencial, empezando con la renuncia de Graciela Fernández Meijide y José
Luis Machinea, seguido de la renuncia del
Vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez. La alianza electoral y partidaria
comenzaba a disgregarse. La imagen del Frepaso como partido de gobierno y
responsable del diseño de políticas públicas parecía orientarse también en este
sentido. Habían quedado atrás el slogan “del buen gobierno” y la lucha contra
la corrupción que arrastrara al vicepresidente al aislamiento (Novaro 2002). La
nueva cara del partido en el gabinete sería la de Juan Pablo Cafiero, entonces
al frente del Ministerio de Desarrollo Social, detrás de cuya figura el Frepaso
aspiraba a convertirse en “la nueva autoridad social”, para completar la
“autoridad económica” que representaba la figura de Cavallo en el gobierno.
Las legislativas:
un nuevo revés para el Gobierno
El 14 de octubre del
2001 se celebraron las elecciones legislativas, y la “estrella” de dicho
encuentro electoral fue el “voto bronca”, el número de abstenciones se
incrementó del 18.4% al 26.3 %, para representarlo en cantidad de habitantes
sería una cifra de casi 2.500.000 de ciudadanos que no acudieron a votar. Los
votos anulados y en blanco sumaron el 22 % del total, casi 4.000.000 de personas,
cuatro veces más que en las elecciones anteriores. Sobre un padrón electoral de
25 millones de personas votaron solamente el 74 %. “ La experiencia de ayer estuvo
trabajada por una rara mezcla de bronca, impotencia e hipocresía, porque no se
habría votado así si hubiera habido una inmensa mayoría dispuesta
verdaderamente a poner patas arriba el país”, así se veía reflejado en la edición del diario La Nación el día siguiente.
Las elecciones fueron
ganadas por el peronismo, quedaba así ambas cámaras bajo su dominio, y el nuevo
Presidente del Senado sería el peronista Ramón Puerta. De modo que lo que pudo
interpretarse fue un fracaso muy importante para la Alianza.
En los días que
siguieron a las elecciones la incertidumbre acerca del futuro de la Alianza ya se había instalado en varias figuras de las fuerzas que la componían y en el
gobierno mismo. De acuerdo a lo que en el trabajo se definió como coalición de
gobierno, el Frepaso materializó la ruptura de la Alianza a sólo una semana de las elecciones: primero, con la renuncia de Juan Pablo Cafiero
al Ministerio de Desarrollo Social (La Nación, 21/10/2001), última figura del Frepaso en integrar el gabinete de De la Rúa, y finalmente, con la ruptura del bloque oficialista que integraban junto con la UCR el día 30 de octubre, la cual a su vez provocaría una fragmentación del propio bloque del
Frepaso en dos (La Nación,01/11/2001).
Una vez pasadas las
elecciones se dio finalmente la ruptura de la Alianza, ya muy debilitada. El presidente quedó rodeado únicamente por un entorno íntimo del
cual el propio Cavallo había pasado a formar parte. Los fallidos intentos por
estructurar una nueva coalición de gobierno, las críticas de quienes habrían de
asumir tras ser tibiamente legitimados en octubre, el rechazo de los
gobernadores a negociar y el fortalecimiento del justicialismo en el Congreso,
todo en una clima de fuerte tensión social, terminaron forzando al presidente a
presentar se renuncia el 20 de diciembre.
Crisis económica
Una vez pasadas las
elecciones legislativas y en un intento de recomponer el gobierno – intento
casi imposible- , los medidores económicos eran peor día a día. Por un lado el
déficit fiscal era imposible de controlar, ya que la recesión hacía imposible
que el gobierno pudiese recaudar. El riesgo país superaba los 4 mil puntos y la
deuda externa aumentó hasta llegar a los 144.453 millones de dólares, parte de
la cuál el Estado se hacía cargo de una parte muy importante. A todo esto se
le sumaba que cada día aumentaba la fuga de capital. Por otra parte los diarios
anunciaban que cada día había dos mil nuevos pobres, la canasta familiar
aumentaba cada vez más y los sueldos mínimos no alcanzaban para llegar a fin de
mes. Dicha situación culminó en diciembre del 2001 cuando el Ministro de Economía
Domingo F. Cavallo anunció “el corralito”. En conferencia de prensa el 1º de
diciembre del 2001 el Ministro anunciaba las nuevas medidas a adoptar. “El
corralito” constaba de:
1. No se podían
retirar más de 250 pesos o dólares en efectivo por semana, de las cuentas
bancarias. La restricción sería levantada en 90 días.
2. Las extracciones
se realizarán en pesos o en dólares y los bancos no podrán cobrar comisión.
3. No habrá
restricción a los movimientos de fondos entre cuentas bancarias.
4. Se prohíben las
transferencias al exterior.
En plena corrida
bancaria, los beneficiarios de las medidas adoptadas de acuerdo en plan a
seguir del “corralito”, resultaron obviamente los bancos y los grandes
inversores de la Bolsa, ya que al no poder utilizar el dinero en efectivo, el
manejo con bonos se hizo imprescindible, y estos subieron su valor gracias a la
mayor demanda. En este contexto el FMI declaró que ya no concedería a la Argentina un préstamo de mil millones de dólares aproximadamente ya previsto para diciembre.
Se argumentaba que el país no cumplió con las medidas impuestas. Ante esta
situación Cavallo viajó a Washington para poder destrabar la situación y para
poder conseguir ese préstamo. Dicho viaje no tuvo éxito. La economía estaba a
punto de colapsar.
“¡Que se vayan
todos!”
El jueves 13 de
diciembre del 2001 comenzaron los saqueos en la ciudad de Rosario. Esos
acontecimientos serían la el comienzo de una historia que culminaría con la
renuncia del Presidente de la Nación Fernando De la Rúa al grito de “que se vayan todos”.
Ante la extrema
situación económica (alentada por “el corralito”) y la tensa situación social,
estallo en Argentina una nueva ola de saqueos que iba a rememorar los últimos
días del gobierno de R. Alfonsín.
Ese
mismo día, el 13 de diciembre, la CGT llamó a una huelga general contra las
restricciones bancarias. En varias ciudades del país (Mendoza, Córdoba, el
Conurbano Bonaerense) hubo asaltos a supermercados protagonizado por gente que
pedía comida. Frente a estos hechos el Presidente De la Rúa exigía a sus Ministros que se controlara la situación. “El gabinete nacional analizó esta mañana "con
preocupación" los intentos de saqueos a supermercados registrados en
distintos puntos del país, aunque minimizó esos episodios, al considerar que no
se trata de "un estado de alteración generalizado" que se pueda
extender al resto del territorio nacional sino de incidentes
"acotados".el presidente Fernando de la Rúa le pidió a los ministros del Interior, Ramón Mestre, y Desarrollo Social, Daniel Sartor,
que "activen las medidas de prevención" para frenar este tipo de
situaciones, así como evitar también la utilización de "mecanismos de
represión". (Diario La Nación 18/12/2001).
Frente
a estos hechos las declaraciones de culpas se dirigían de un lado a otro
culpándose entre los diferentes partidos y hacia dentro de los partidos.
Algunos políticos, como es el caso de Duhalde y De la Sota, declaraban que se estaba viviendo en una anarquía total.
El
martes 18 de diciembre continuaron los asaltos a los supermercados en varios
puntos del país. Al día siguiente centenares de personas se lanzaron al saqueos
de tiendas y supermercados, en medio de enfrentamientos se produjeron cuatro
muertes. Frente a esta situación De la Rúa consultó con los altos mandos del
Ejército y decretó el estado de sitio en las primeras horas de la noche,
extendiéndolo durante un mes. Esa misma noche, es decir el día 19 de diciembre,
el Presidente difundió en cadena nacional de radio y televisión un discurso
grabado por él mismo a la tarde; dicho discurso fue lo que colmó la gravedad y
la paciencia de los ciudadanos. En el discurso se apelaba a un esfuerzo que se
requería por parte de la ciudadanía y a una participación del justicialismo
para lograr un gobierno de unidad nacional. Este fue el último discurso de De la Rúa.
A
la noche de ese 19 de diciembre se llenó la Plaza de Mayo, con cacerola en manos y al grito de “¡que se vayan todos!”, llegaron personas desde diferentes
puntos de la Capital y desde el Conurbano. Pero ese pedido “¡que se vayan
todos!”, no tenía un destinatario en particular, la gente cansada de falsas
promesas, emitían ese mensaje para toda la clases política que incluía a De la Rúa, Menem, Cavallo hasta a la Corte Suprema de Justicia, los gremialistas, entre otros.
Pasada
las nueve de la noche se conoció la renuncia del Ministro de Economía, Cavallo.
A la una menos diez de la madrugada la policía comenzó a disparar balas de goma
y gases lacrimógenos en la Plaza de Mayo, frente a esto los reclamantes se descontrolaron.
Al mediodía del día siguiente los manifestantes continuaron con sus reclamos,
la fuerza de seguridad intentó dispersarlos con camiones hidrantes y con la
policía montada. La situación se tornó cada vez más violenta y culminó en una
batalla entre la policía y los manifestantes, de por medio, represión,
piedrazos, etc. Pasadas las tres de la tarde, la represión fue brutal. En los
alrededores de la Plaza hubo siete muertos y más de cien heridos. A las 18:47
de la tarde del 20 de diciembre de 2001 el Presidente Fernando De la Rúa, presentó su renuncia.
Conclusiones
Al
haber analizado el gobierno de la Alianza, se podría plantear que si bien el
PJ no practicó una oposición desleal a De la Rúa, e incluso colaboró en la aprobación de algunas de las leyes de emergencia requeridas por él en sus últimos meses,
cuando los legisladores del radicalismo y del Frepaso se negaron a seguir
haciéndolo, es también cierto que sectores importantes del peronismo, en
particular en la provincia de Buenos Aires, alentaron o al menos no impidieron
la ola de saqueos y protestas que dio el golpe definitivo al gobierno
aliancista. Por otro lado De la Rúa careció de interlocutores en la oposición
con los que fuera viable debatir un acuerdo global sobre el modo de encarar la crisis
económica y garantizar la gobernabilidad (algo que, es justo decir, tampoco
estuvo en sus planes hasta que fue demasiado tarde). Esa ausencia se relaciona
con la aguda fragmentación interna, resultado a su vez de la distribución
federal del poder institucional y partidario en su seno, y del congelamiento de
la sucesión del liderazgo nacional que resultó de la derrota electoral de
Duhalde en 1999: Menem seguía siendo el presidente del partido, pero sin
capacidad para encabezar ya un consenso amplio en la fuerza, en parte porque
Duhalde retuvo un control férreo sobre el peronismo bonaerense (donde logró
imponer a su sucesor en la gobernación en 1999), en parte por la presencia de
figuras regionales con bases propias y aspiraciones de suceder a ambos caciques
nacionales, y en parte también por los disensos que en su seno generaba la
crisis de la convertibilidad. Este cuadro de fragmentación se magnificó, y
volcó en una disputa aún más aguda por el poder, apenas contenida por el marco
institucional, tras la caída de De la Rúa.
Por
otro lado las decisiones tomadas por el Presidente De la Rúa, en particular en materia económica - recorte de sueldos, nombrar a Cavallo en la cartera
de economía – hizo que la existente distancia entre La Alianza y el Frepaso aumentara. Los dirigentes del Frepaso hicieron saber su rechazo a estas
medidas y exigían poner en marcha un programa social que llegue a los sectores
sociales más castigados, pero por sobre todo exigían la renuncia de Cavallo,
cuestión que el Presidente no quiso aceptar.
Consideraciones finales
Si
bien mi hipótesis cuestionaba si los partidos políticos en ese contexto,
hubieran respetado las reglas de juego se pudiese haber evitado la crisis
institucional de diciembre del 2001; podría decir que el desenlace fue una
conjunción de hechos, situaciones y medidas, y que por más que los actores
hayan actuado en forma leal al gobierno de La Alianza, la crisis económica y el estallido social no tardaría en llegar. Ya que las
consecuencias de las medidas neoliberales tomadas en los 90 iban a tener
repercusiones. Lo que si me atrevería a decir, es que lo que era posible era
lograr un acuerdo con la oposición y lograr una buena comunicación con su
partido y mostrarse como líder de tal; pero el estilo de la personalidad de De
la Rúa que determinó y marcó el camino de su gobierno, son cuestiones que no
se hubieran podido cambiar.
Bibliografía
Libros y artículos académicos
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(2003). Argentinos
Tomo 2, siglo XX: desde Yrigoyen hasta la caída de De la Rúa, (Buenos Aires, Ediciones
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Documentos
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C. (2007): “De Carlos Menem a Néstor Kirchner: cambios y continuidades en la
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