Revista Nº17 " ANALISIS DEL DISCURSO"
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Resumen

Este trabajo tiene como objetivo analizar un artículo de opinión escrito por Mariano Grondona y publicado en el diario “La Nación”, desde el enfoque del Análisis Crítico del Discurso (ACD). Siguiendo la lógica interdisciplinar que propone este enfoque, procuramos identificar las principales estrategias discursivas orientadas a persuadir al gobierno nacional presidido por Cristina Kirchner acerca de la necesidad de modificar sus alianzas de cara a las próximas elecciones presidenciales. Sobre el trasfondo del caso Schoklender, en este artículo se hace hincapié en la Asociación Madres de Plaza de Mayo  (AMPM) como blanco de las críticas.

 

Abstract

According to heterogeneous styles in each country, Islamic women are not allowed to exhibit their bodies in order to seduce men. This tradition, however, allows the veil as a symbol of two things: a sign of belonging to Islamic religion and rejection to westernize their habits. Many women in the present have accepted this habit (usage of a veil) without being convinced of it just to remark their identity in some racist western societies. This article will analyze this issue.

EL PODER SE EJERCE CON BUENOS MODALES

ANÁLISIS DEL ARTÍCULO DE MARIANO GRONDONA: “La rebelión de `las Madres´ contra `la Madre´”.

 

Por: Joaquín Molina* 

1. Introducción

En este trabajo nos proponemos analizar un artículo de opinión titulado “La rebelión de las Madres contra la Madre” publicado en el diario “La Nación” el 12 de junio del corriente año, cuyo autor es Mariano Grondona. El texto seleccionado se inserta dentro del prolífico campo de producciones periodísticas recientes acerca del revuelo suscitado como consecuencia de las denuncias por corrupción contra Sergio Schoklender, imputado por malversar fondos públicos destinados a la construcción de viviendas en el marco de la “Fundación Sueños Compartidos”, que se inserta en la órbita de las actividades llevadas a cabo por la Asociación Madres de Plaza de Mayo (AMPM). Nuestro interés estará dado por indagar por intermedio del enfoque del Análisis Crítico del Discurso (ACD) las principales estrategias discursivas que aparecen inscriptas en el texto, intentando responder a esta pregunta: ¿Qué estrategias discursivas aparecen inscriptas en el artículo  orientadas a persuadir al gobierno acerca de la necesidad de revertir su política de alianzas con la Asociación Madres de Plaza de Mayo?       

Como mencionamos, el enfoque utilizado se enmarca dentro de la vasta corriente de investigación del ACD, cuyo principal postulado es que el discurso es una práctica social que debe ser analizada a la luz del contexto social e histórico en el que se inserta. Esta perspectiva supone que existe una interrelación entre las prácticas discursivas y los ámbitos de acción específicos: las determinaciones sociales situacionales, institucionales y sociales configuran los discursos, y al mismo tiempo, los discursos influyen tanto en las acciones y los procesos sociales y políticos de carácter discursivo como no discursivo (Wodak, 2003). Es sobre el trasfondo de esta imbricación entre discurso y poder, que buscamos identificar las principales marcas discursivas que permitan elaborar una crítica sociodiagnóstica, consistente en la exposición desmistificadora del posible carácter –manifiesto o larvado- persuasivo o “manipulador” de las prácticas discursivas (Ibídem.). En última instancia, considerando que el poder se ejerce a través de la ideología, nuestra orientación estará dada por develar el carácter ideológico de los enunciados tras la fachada de la supuesta neutralidad periodística.

Siguiendo la lógica transdisciplinar propuesta por este paradigma, este trabajo esta estructurado de la siguiente manera. En primer lugar, se realiza una exposición del marco teórico utilizado, que en este caso consiste en los aportes teóricos de Laclau. En segundo lugar, se construye el marco histórico en el que se inserta este texto, tomándose en consideración los vaivenes del movimiento de derechos humanos en sus vínculos con el campo político. En tercer lugar, se exponen las principales categorías de análisis utilizadas para el abordaje de nuestro objeto empírico. Finalmente, se insertan los comentarios finales, que buscan establecer una relación entre el marco teórico, el marco histórico en el que se inserta el texto analizado y el análisis propiamente dicho, para de este modo responder a la pregunta de investigación que motiva nuestro trabajo.

      

2. Movimiento sociales y articulación desde la teoría de Laclau.

 

La problemática abordada en este trabajo, gira en torno a las organizaciones de derechos humanos en la Argentina y los vínculos establecidos con el campo político. En este sentido, resulta pertinente la utilización de las elaboraciones teóricas de Ernesto Laclau, que brinda herramientas conceptuales adecuadas para abordar, entre otras cosas, las transformaciones de las sociedades contemporáneas que apuntan hacia el surgimiento de nuevos actores sociales organizados en la escena política. Este fenómeno social pone de relieve las limitaciones de los análisis en términos de clases sociales, y vinculado con esto, las limitaciones de los análisis esencialistas cuyo presupuesto principal es la presencia de una instancia objetiva en lo social, que constituiría el basamento a partir del cual podríamos explicar la conformación de intereses objetivos que entran en una relación de contradicción en función de dichos determinantes objetivos.

En este marco, Laclau apunta sus dardos a la concepción de la sociedad como conjunto unificado por leyes necesarias, lo que implica: una crítica al esencialismo de la totalidad social y simultáneamente, una crítica al esencialismo de los elementos. En función de esto, el autor afirma: el “carácter no necesario de las relaciones entre elementos…” (Laclau, 2004), y además, “el carácter precario de las identidades y la imposibilidad de fijar el sentido de los elementos en ninguna literalidad última” (Ibídem.). La no necesidad de las relaciones sociales, coloca a las nociones de contingencia y sobredeterminación[1] como presupuestos epistemológicos centrales de la teoría social de Laclau. Como consecuencia de esto último, Laclau señala como elemento  fundamental de la instauración de una determinada configuración social a la categoría de discurso, lo que al tiempo que amplía inmensamente el campo de las categorías que pueden dar cuenta de las relaciones sociales, define a la actividad política como intentos precarios de fijar un sentido a lo social, y en última instancia, como un intento de dominar el campo de la discursividad, de detener el flujo de las diferencias, de constituir un centro (Ibídem).   

Para proseguir con nuestra exposición, resulta necesario hacer una breve digresión en torno a las discusiones acerca de los movimientos sociales y sus implicancias para la reflexión teórica. En este sentido, Pereyra S. (2001) señala que la discusión teórica sobre los movimientos sociales surge a fines de la década del 60´, y pueden identificarse dos enfoques bien definidos: la teoría de la movilización de recursos, cuyo núcleo mínimo común se orienta a analizar la estructura de costos y beneficios que permiten entender la aparición de fenómenos de acción colectiva; y en segundo lugar, la tradición teórica de raigambre europea que surge alrededor de los problemas que conllevó la conceptualización de los nuevos movimientos sociales, y cuyo eje de identificación teórica se encuentra en la noción de “identidad”. La problemática a la que intenta responder se orienta hacia qué tipo de sujetos constituyen estos movimientos y qué sentido tenían sus acciones políticas. Lo interesante de esta perspectiva teórica es que se inserta dentro de las discusiones acerca de las insuficiencias de la teoría marxista para dar cuenta de la tendencias a “…la multiplicación de “espacios públicos”, y de sus grupos de referencia” (Laclau, 2000)

En el contexto latinoamericano, es en la década del 80´cuando algunos autores comienzan a preguntarse por las características de los movimientos sociales. Vinculado con el clima intelectual europeo de crítica al marxismo, surgen los interrogantes acerca de la posibilidad de caracterizar estos movimientos en términos clasistas. En función de esto último, podemos sostener que junto a los conflictos que más tradición tenían en América Latina (movimiento de la clase obrera; movimientos urbanos en torno a problemas de calidad de vida y consumos urbanos, y las luchas del campesinado), pueden identificarse durante esta década demandas y articulaciones identitarias que excedían estos campos conflictuales clásicos, entre las que pueden identificarse: las cuestiones de género, la emergencia de la categoría social de la juventud, así como el movimiento de derechos humanos. Frente al reconocimiento de que estas protestas sociales no parecen encauzarse a producir transformaciones a escala, ni siquiera a cuestionar seriamente las formas de organización social y política de los estado nación, así como del hecho de que pasaron a formar parte de la cotidianeidad de las democracias occidentales, surgen dos tipos de planteamiento: por un lado, quienes denunciaban su carácter reformista o reaccionario; y por el otro, quienes comenzaron a interesarse por estudiar sus particularidades. En este marco, Pereyra S. (2001) recupera un interrogante planteado por Calderón, F. y Jelin E.: “La pregunta que surge de inmediato, imposible de responder a ciencia cierta, es si se trata de una nueva realidad o si la vida social siempre fue así, y sólo nosotros, ciegos por el peso de los paradigmas dominantes, no lo estábamos viendo”. La respuesta de Laclau a este interrogante apunta sin duda en este segundo sentido, al afirmar que:

 

“…me parece absurda esa posición que dice que todos los problemas éstos de los nuevos movimientos sociales son problemas de las sociedades capitalistas altamente desarrolladas mientras que en el Tercer Mundo lo que existe es lucha de clases en el sentido clásico. Justamente lucha de clases en el sentido clásico no existió nunca en el Tercer Mundo porque lo más difícil es cómo constituir una clase, cómo constituir un interés.” (Laclau, 1997)

 

El problema no residiría, desde la perspectiva de este autor, en plantear esta creciente proliferación de los puntos de antagonismo en términos de una crisis del paradigma de la lucha de clases, sino más bien en abrir un espacio de reflexión política que permita plantear los siguientes interrogantes: ¿cómo se van constituyendo identidades colectivas alrededor de posiciones diferenciadas?, y ¿cómo la reagregación de estas identidades político-sociales sigue formas hegemónicas?

En el marco de esta “complejización” de lo social, cobra relevancia el concepto de articulación, que hace referencia a la práctica de instituir una relación entre elementos a partir de la instauración de puntos nodales, que constituyen significantes privilegiados que fijan el sentido de la cadena significante. Dicha práctica es posible, justamente, por el carácter abierto y contingente de las identidades sociales, que mediante la práctica de articulación pueden ser incluidas en diferentes formaciones discursivas. En este sentido, las características propias del modo en que se estructuran las reivindicaciones en las sociedades contemporáneas justifica la pertinencia de un enfoque centrado en la noción de articulación hegemónica: la presencia de una vasta región de elementos flotantes, y su posible articulación en campos opuestos. Esto último encuentra su realización, según los planteos del autor, a partir de los fenómenos de equivalencia  y los efectos de frontera: el primero puede definirse como aquel fenómeno a partir del cual las particularidades de los elementos se disuelven parcialmente, y apuntan a través de sus cuerpos diferenciales, a algo diferente de estos últimos, a lo que puede denominarse una plenitud ausente, encarnada por el significante vacío (Laclau, 2002); por su parte, los efectos de frontera surgen como consecuencia del fenómeno de equivalencia, que colocan todo lo que está más allá de la formación social como aquello que no es, y al mismo tiempo, permite que la formación se signifique a sí misma (Laclau, 2004). En consonancia con esto, podemos entender la relación hegemónica como aquella relación en la cual una particularidad (el significante vacío) asume en cierto momento la representación de algo que la trasciende, encarnando la plenitud ausente de los elementos flotantes que conforman la articulación.   

En suma, la articulación de los elementos flotantes en una articulación hegemónica particular, supone la instauración de puntos nodales que establezcan una relación de equivalencia entre dichos elementos, fijando parcialmente el sentido mediante una precaria sedimentación de lo social, que responde primordialmente al ocultamiento del carácter contingente de las relaciones de poder político que dieron origen a la instauración de determinado orden social.  

La articulación de elementos en momentos de una formación discursiva, al tiempo que altera parcialmente la identidad de los elementos, impone límites a la cadena de equivalencias que, como consecuencia de los restos de particularidad que siguen operando al interior de aquella, operan una obstaculización para la proliferación de nuevas equivalencias (Laclau, 2002). Por último, es de importancia central mencionar que el carácter precario de los intentos por operar una sutura de lo social, responde a la presencia de los antagonismos que al tiempo que permiten que una formación discursiva se signifique a sí misma, imponen límites a la objetividad de esta última. En términos de Laclau, el antagonismo como experiencia del límite de lo social, “…destruye su aspiración a constituir una presencia plena. La sociedad no llega a ser totalmente sociedad porque todo en ella está penetrado por sus límites que le impiden constituirse como realidad objetiva” (Laclau, 2004). El “Otro” deviene en símbolo de mi no ser, e impide una sutura última de lo social. Los sucesivos órdenes sociales adquieren, de este modo, el carácter de intentos precarios de dotar de un sentido de necesidad a las relaciones sociales, que encuentra sus límites en un “exterior constitutivo” que imposibilita, por el “exceso de sentido” que conlleva, instituir lo social como orden objetivo.

 

3. Los derechos humanos en disputa

 

En este apartado nos proponemos realizar un escueto recorrido histórico, en el que se tomará como eje de la exposición la emergencia del movimiento de derechos humanos en la Argentina, y sus diferentes vínculos con el poder político. Más allá de una mera reconstrucción cronológica de los hechos, nuestro interés reside en recuperar los aportes teóricos de Laclau. En consonancia con esto, nuestro eje de análisis estará dado por el siguiente postulado: la rearticulación de la demandas por los derechos humanos en contextos discursivos particulares hace que los derechos humanos generen y regeneren su sentido sin que sea posible atribuirle un sentido último.

 

La movilización popular alrededor de los reclamos por derechos humanos, cobraron centralidad durante el último régimen militar en la Argentina (1976-1983), autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (PRN). Presentándose a sí mismo como encarnación del orden y bajo los estandartes de la lucha contra la subversión en defensa de la vida cristiana y occidental de los argentinos, se llevó adelante bajo la lógica de una guerra sucia y clandestina, un plan sistemático de tortura y asesinato, cuyo saldo trágico fue de 30.000 personas asesinadas o desaparecidas en el país, entre los años 1976 y 1979. En este marco, Barros, M. (2008) señala que el surgimiento de la nueva identidad política constituida alrededor de los derechos humanos fue sólo posible por dos cuestiones fundamentales:

 

“…en primer lugar, por la disponibilidad y diseminación creciente de un nuevo discurso de derechos humanos en el contexto nacional y, en segundo lugar, a través de la participación de los grupos de personas afectadas por la represión en diferentes prácticas sociales a través de las cuales los familiares pudieron identificar la similitud de sus experiencias individuales y representar el origen común de sus padecimientos y ausencias.”

 

En lo que refiere al primer punto, la autora señala que esta disponibilidad y diseminación del lenguaje de los derechos humanos, fue producto de las constantes denuncias de los organismos internacionales respecto de la violación de estos derechos por el régimen militar en la Argentina y de la constante negación del gobierno de facto acerca de estas violaciones. Es como consecuencia de estas tensiones que comienza a instalarse en la opinión pública local y a circular entre diferentes actores a nivel nacional el lenguaje de los derechos humanos, que inspirará la crítica de los familiares hacia el régimen, al mismo tiempo que permitirá delimitar el tipo de interpretación de la situación que estos grupos pudieron ofrecer así como el contenido de su demanda. En términos de Laclau, el significante derechos humanos constituyó el punto nodal a partir del cual los diferentes elementos (reclamos por la información y las verdad sobre desapariciones, por la efectividad de la justicia y por la seguridad jurídica) fueron transformados en momentos internos del discurso de la defensa de derechos humanos, y su significado fue entonces parcialmente fijado por referencia a aquel punto nodal.   

Sin embargo, estas voces no hubieran podido instalarse en la silenciosa escena política del gobierno militar, si no se hubiera producido el proceso de identificación de las experiencias comunes entre los familiares de las víctimas, cuyos lazos de unión y solidaridad surgieron como consecuencia de experimentar y compartir las mismas experiencias de frustración y rechazo[2], producto de la falta de respuesta de las autoridades ante los requerimientos de los familiares sobre el paradero de las víctimas del terrorismo de Estado: “Esta situación de frustración compartida por los familiares desencadenó entonces un proceso de agrupación en donde primó, siguiendo los aportes teóricos de Laclau y Mouffe, la lógica política de la equivalencia: los familiares comenzaron a agruparse construyendo una cadena de equivalencias entre sus reclamos insatisfechos….” (Barros, M., 2008).

La disponibilidad del lenguaje de los derechos humanos y la lógica de la equivalencia que siguieron los reclamos de los familiares, no sólo permitieron  rearticular y restituir un sentido a la experiencia de dislocación sufrida, sino que además permitió la instauración de una frontera adonde el “Otro” antagónico pasó a ser identificado como el origen de sus padecimientos y ausencias, y por lo tanto, construido discursivamente como aquello que bloqueaba y no permitía la plenitud de la identidad de numerosas familias. Este “exterior constitutivo” al tiempo que negaba la identidad plena, reforzaba la relación de solidaridad e igualdad establecida entre lo familiares. En suma, la disponibilidad de un discurso, la identificación de la similitud de las demandas insatisfechas y la identificación del origen común de sus ausencias y fracasos, dieron lugar a la emergencia del movimiento de derechos humanos en la Argentina. 

Con la emergencia de estos movimientos se instaló la cuestión de los derechos humanos como un tema ineludible para las fuerzas políticas y sociales post-dictadura. En este sentido, resulta interesante indagar en torno al tratamiento que los sucesivos gobiernos democráticos le dieron a este tema, poniendo particular énfasis en las alteraciones y modificaciones significativas del significante “derechos humanos” a partir de su inserción en configuraciones discursivas particulares.

El ocaso del gobierno militar y el retorno a la democracia, simbolizado por el llamamiento a elecciones presidenciales, tuvo como telón de fondo la disputa por el poder entre el justicialismo y el radicalismo. El candidato de esta última tendencia política, Raúl Alfonsín (1983-1989), supo interpretar el clima de época e instaló como eje de su campaña electoral a la “democracia” como punto nodal de su formación discursiva: metonímicamente la democracia se asoció a “salarios justos, pan, educación y vivienda”, así como a defensa y reivindicación de los derechos humanos. Como contracara de esta cadena de equivalencias se ubicaba la cadena significativa del autoritarismo, equiparado con la violación a los derechos humanos y a la crisis económica, cuya encarnación eran no sólo los militares, sino también el partido justicialista y los intereses corporativos[3]. Esta estrategia electoral tuvo sus frutos para la UCR, y Raúl Alfonsín se consagró ganador de las “elecciones fundacionales” obteniendo el 52% de los sufragios.

Durante este período de gobierno se produce un proceso de institucionalización del problema de los derechos humanos, que marca el pasaje del problema de la sociedad civil al Estado. El conjunto de leyes y medidas concretas promulgadas durante este período[4] expresan la vigencia de una política de derechos humanos en la argentina, cuya orientación principal gira en torno del castigo judicial a los responsables de los crímenes del período dictatorial y, en buena medida, a la consolidación del sistema democrático (Pereyra S., 2001). Más allá de las particularidades de cada una de las medidas, lo que nos interesa rescatar en este punto es el modo en que se alteró parte del sentido y significado que los derechos humanos habían adquirido en la lucha de los familiares y organismos de derechos humanos como consecuencia de la articulación con el discurso democrático de Raúl Alfonsín. En este sentido, Barros M. (2009) señala que en la representación del pasado reciente del discurso alfonsinista había cierta continuidad con el diagnóstico del Proceso:

 

“Esta representación hacía equivalente el uso de la violencia y de los crímenes de los grupos revolucionarios con los métodos y los abusos llevados a cabo por el gobierno de facto…En este nuevo contexto discursivo, la demanda por los derechos humanos era así identificada y entendida en relación a ese otro excluido, es decir en oposición a ambas formas de violencia y a toda parcialidad. Su significado estaba entonces sobredeterminado por la neutralidad de la democracia y sus instituciones”.

 

Como producto de la formulación de la “teoría de los dos demonios” como doctrina oficial, las fisuras que había comenzado a mostrar el movimiento por los derechos humanos producto de sus diferencias respecto al nuevo gobierno democrático[5], se transformaron en grietas insalvables. Estas diferencias quedarían palmariamente expuestas con de la publicación del informe de la CONADEP, ocasión en que la cadena de equivalencias entre las diferentes entidades de derechos humanos mostraría sus límites. La Asociación Madres de Plaza de Mayo (AMPM) no estaba dispuesta a negociar “…dos significados de la lucha que constituyeron su núcleo identitario: a) que se identificara a sus hijos con terroristas, b) que el alfonsinismo integrara a las FFAA al proceso de democratización” (Escher, 2009).

Las amenazas golpistas que rodearon las iniciativas del gobierno radical, comenzaron a tomar cuerpo a partir de los alzamientos militares que tuvieron lugar en 1987, 1988 y 1990, y desembocaron en una serie de medidas que implicaban, sino una claudicación, una “marcha atrás” respecto a los logros obtenidos en materia de derechos humanos. En este sentido, a las leyes del perdón[6] sancionadas durante el gobierno de Alfonsín, le siguieron los decretos de indulto durante el gobierno menemista[7], que bajo el trasfondo del discurso de la “pacificación”, clausuró el problema de los derechos humanos, y con ello el cierre de la “cuestión militar”. Señala Pereyra S. (2001), que luego de que se extendieran los indultos a todos los responsables de los crímenes cometidos durante la dictadura, el vínculo entre continuidad democrática y el problema militar dejó de ser acuciante. En función de esto último, podemos sostener que la definitiva disolución del “exterior constitutivo”, sumado al retorno de la problemática de los derechos humanos a la sociedad civil, constituyen dos factores centrales para comprender la creciente fragmentación que experimentó el sentido de las protestas de derechos humanos en la década del 90´: el significante derechos humanos, devenido en significante flotante, se constituye en fundamento de distintas protestas, que si bien comparten ciertos problemas comunes, se circunscriben a formulaciones específicas y acotadas.

En función de aquello último, el autor señala cuatro reformulaciones importante del problema de los derechos humanos en Argentina en la década del 90´. Dado los fines de nuestro trabajo haremos referencia a una sola de ellas, que apunta hacia la discusión que se abrió dentro las organizaciones de derechos humanos sobre los incumplimientos del sistema democrático y, sobre las continuidades que podían marcarse entre las luchas de la izquierda en la década del 70´ y las luchas contra el modelo económico neoliberal implementado en la gestión de Carlos Menem. En este sentido, señala:

 

“El caso más notorio lo representan las Madres de Plaza de Mayo, en la línea encabezada por Hebe de Bonafini, quienes efectivamente comenzaron a sostener una posición más dura de articulación de las demandas específicas de derechos humanos con una confrontación con los proyectos de reformas económicas y especialmente contra los procesos de achicamiento del Estado y ajuste del gasto público que esas reformas impulsaron” (Ibídem.)

 

Como podemos observar, la identidad de las Madres desde su fundación en 1987 hasta la actualidad, permanece como no suturada, presta a modificar el sentido de la lucha por los derechos humanos y con ello a modificar las estructuras práctico-discursivas (Laclau, 2000) en sintonía con los tiempos que corren. Resulta ilustrativo, en este sentido, observar la variación de las consignas convocantes a través de las distintas “Marchas de la resistencia”, que van desde “Aparición con vida de los detenidos-desaparecidos” (1981) ,“1500 Jueves de Resistencia y Lucha contra el hambre que es un crimen” (2005), “…hasta llegar a transformar la identificación misma de estas marchas, ya que a partir de diciembre de 2001, la tradicional demostración de 24 horas pasará a denominarse Marcha de la resistencia y Piquetera, señalando una etapa diferente en el camino de la resistencia”. (Vázquez et. al., 2007). Esta variación de sus identidades y de sus objetivos colectivos, dio lugar a dos procesos: en primer lugar, la AMPM comienza a articular sus reclamos con los de otros activistas; en segundo lugar, las Madres se involucraron en un número creciente de actividades referentes a problemas relacionados con el neoliberalismo tanto a nivel nacional como internacional (Borland, 2006). En suma, podemos decir que la AMPM sobre la base del significante vacío “derechos humanos” opera una variación de su identidad que se manifiesta en la transformación de las estructuras práctico- discursivas así como en las articulaciones que potencia.

Es sobre este telón de fondo que debemos interpretar la re-articulación de la demanda por los derechos humanos, que se encontraba disponible en la década del 90´, operada por el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Kirchner (2007-2011), a través de la instauración de “los derechos humanos” como uno de los puntos nodales de la formación discursiva del kirchnerismo. La política de derechos humanos de los Kirchner se ubicará en una clara ruptura con respecto a las orientaciones tomadas por los gobiernos democráticos que lo precedieron, constituyéndose en una definición clave tanto para la práctica de articulación hegemónica que intenta imponer, como en la definición del antagonismo constitutivo. Pueden identificarse una serie movimientos discursivos que supusieron una nueva estrategia conjunta ante la vía judicial y la política[8]. El primer movimiento discursivo comportó el establecimiento de un límite exterior representado, no sólo por los militares, sino también por las características que asumió el tratamiento de la problemática de los derechos humanos desde el retorno de la democracia. Así, “…en el discurso de Kirchner los últimos veinte años eran años de injusticia, silencio, complicidad del resto de las fuerzas políticas respecto a lo sucedido bajo el Proceso” (Barros M., 2009).

El segundo movimiento discursivo, tal vez el más significativo a los fines de nuestro trabajo, supuso una clara ruptura con la teoría de los dos demonios y apuntó a desarticular la articulación estrecha entre derechos humanos e imparcialidad democrática. En consonancia con esto, en el discurso de los derechos humanos de Kirchner se reivindica el accionar de los grupos de izquierda durante la década del 70´, proclamándose como parte de esa generación diezmada por la dictadura. Lo interesante de esta redefinición del pasado reciente, es que coloca a esas luchas como parte de la resistencia no sólo contra la represión del período dictatorial, sino también como una resistencia contra un sistema de exclusión cuyas raíces se encuentran en la década del setenta y su máxima consumación en los noventa (Fernández Peychaux, 2010). Esta operación permite re-articular la demanda por los derechos humanos con la lucha contra las políticas neoliberales, así como también proclamar al “modelo kirchnerista” como legítimo heredero de esas luchas. Como contracara de esta operación de inclusión, se “…unificó en un mismo frente externo la dictadura y la gestión económica de los gobiernos democráticos equiparando la impunidad de las leyes el perdón y los indultos con el neoliberalismo…” (Ibídem.). En suma, en este nuevo contexto discursivo “…la demanda de derechos humanos era estrechamente vinculada no sólo a los reclamos por justicia, verdad y memoria de los crímenes cometidos bajo la última dictadura militar sino también a la lucha por la inclusión social, por la igualdad y por un proyecto de nación que nos incluya a todos.”(Barros M., 2009).

Es en este marco, que debe comprenderse el vínculo política establecido entre la AMPM y el gobierno kirchnerista, entendiendo que el discurso de este último se presenta como la encarnación de la demanda por derechos humanos, en el sentido en que esta plenitud ausente es significada: como condena a un pasado de impunidad, y como reversión de las consecuencias nefastas de la aplicación de las políticas neoliberales. Es también en este marco,  que puede interpretarse el caso Schoklender: la articulación establecida a través del significante derechos humanos, que supone establecer una lógica de la equivalencia entre varias demandas, modifica parcialmente la identidad de los elementos articulados; modificación que en este caso amenaza con “contaminar” la lucha histórica llevada adelante por la AMPM por las violaciones de los derechos humanos durante la última dictadura militar, como consecuencia de ciertos actos de corrupción dados en el marco de una práctica (la construcción de viviendas) que excede el sentido de los reclamos que dieron origen a dicha asociación.

En suma, en lo que respecta al contexto histórico del artículo analizado, hay dos cuestiones que deben ser tenidas particularmente en cuenta: el sentido que adquiere la lucha por los derechos humanos en el marco del discurso kirchnerista; y las implicancias que adquieren para estas luchas y para la política de alianzas electorales del gobierno, las denuncias por corrupción referidas a una supuesta malversación de fondos públicos dada en el marco de las actividades que lleva adelante la “Fundación Sueños Compartidos”, que pertenece a la órbita de la AMPM. Finalmente, otro de los datos contextuales que debe tomarse en consideración es que este artículo se publica en un momento de definiciones electorales, tanto a nivel provincial como nacional, siendo significativa la elección a realizarse en octubre del corriente año para renovar el poder ejecutivo.                                                         

 

4. El discurso político en el marco de la teoría de la enunciación

 

En este apartado nos interesa exponer sucintamente las características del discurso indagado en función de la teoría de la enunciación. Para realizar esta tarea, en primer lugar, debemos tomar en consideración la distinción que realiza Bajtín (1975) entre oración y enunciado. La primera noción “…tiene una naturaleza gramatical, limites gramaticales, conclusividad y unidad de gramaticales.”; en contraste, los enunciados adquieren su especificidad por el hecho de que poseen un carácter dialógico, esto es, se delimitan por el cambio de los sujetos discursivos, tienen un contacto directo con la situación extraverbal y se relacionan de manera directa con los enunciados ajenos. Esta distinción es de fundamental importancia, ya que, como sostiene el autor usualmente “…se subestima, si no se desvaloriza por completo, la función comunicativa de la lengua que se analiza desde el punto de vista del hablante, como si hablase solo sin una forzosa relación con otros participantes de la comunicación discursiva.” A partir de lo dicho hasta aquí, podemos hacer una primera afirmación: el texto es un acontecimiento comunicativo (Beugrande R. y W. Dressler, 1981).

Ahora bien, dicho acontecimiento comunicativo está subsumido y enmarcado en diversas esferas de la actividad humana que imprimen ciertas características relativamente estables a los enunciados, dando lugar a diferentes  géneros discursivos[9]. En lo que respecta al discurso que nos concierne, podemos decir que se trata de un artículo de opinión, cuya característica peculiar reside en que es el artículo adonde se expresa con mayor claridad la posición política e ideológica de un periodista en particular, en este caso, de Mariano Grondona. Por otro lado, resulta relevante tomar en consideración la nota de opinión como una continuación y una expresión de ciertos procesos en los que el periodista está implicado. En este sentido, el periodista lejos de ser un vocero inmaculado, expresa la percepción de diferentes sectores sociales en pugna por el poder de imponer el sentido de determinados hechos de la vida social. Finalmente, cabe remarcar otra característica importante presente en este artículo: se establecen vínculos entre un hecho particular y otros acontecimientos, al tiempo que, a partir de esta interpretación, se exhorta a tomar cierto curso de acción.  

Ahora bien, dado que el ámbito de acción (Wodak et al., 2000) del texto periodístico abordado es eminentemente político, podemos sostener que se trata de un discurso político, cuya principal característica es que se orienta simultáneamente: a un destinatario negativo con el que se enfrenta, ya sea replicando un enunciado preexistente o anticipando la réplica del potencial receptor negativo; a la vez que hacia un destinatario positivo a quién busca persuadir (Verón, ¿?). La pregunta que surge es: ¿cómo opera esta persuasión en el discurso político? Según Raiter (1999) lo específico del discurso político consiste en construir una pararrealidad discursiva a partir de la cual los destinatarios deduzcan la necesidad de cambiar sus creencias, conductas o actitudes de modo tal que se adecuen a la realidad creada. En este sentido señala que el discurso político incorpora:

 

“Por un lado: el poder del saber (enunciar), poder para persuadir, para fundamentalmente cambiar una situación discursiva por otra. Por otro lado: el saber del poder (enunciar), saber que fija nuevos parámetros, que implanta una nueva situación discursiva…En ese doble juego (publicidad-poder/historia-saber) e indivisible se encuentra la marca de su especificidad.” (Raiter y Menéndez, 1986)

 

En suma, el discurso que analizamos en este trabajo debe ser entendido como un lugar en donde se inscribe el poder en tanto orden del discurso (el poder detrás del discurso), y al mismo tiempo, como un lugar donde las relaciones de poder se ejercen y se promulgan efectivamente (el poder en el discurso).  

 

5. Marco metodológico: categorías de análisis.  

 

El texto seleccionado para realizar este trabajo se inserta dentro del prolífico campo de producciones periodísticas recientes acerca del revuelo suscitado como consecuencia de las denuncias por corrupción contra Sergio Schoklender, imputado por malversar fondos públicos destinados a la construcción de viviendas en el marco de la “Fundación Sueños Compartidos”, que se inserta en la órbita de las actividades llevadas a cabo por la AMPM. La pregunta que surge es: ¿qué características reviste el artículo seleccionado que lo hacen particularmente fecundo para abordarlo desde el ACD?

Nos interesaría esbozar tres argumentos que justifican nuestra elección. En primer lugar, consideramos de particular interés el género del artículo. Ya sea porque es una sección en donde se plasman las opiniones del periodista respecto a un hecho en particular, por las conexiones que establece entre este hecho y otros acontecimientos, o por las exhortaciones a la acción que se proponen a partir del análisis de un hecho, el artículo de opinión abre la posibilidad de indagar debajo de la superficie discursiva la ideología del periodista en cuestión, y al mismo tiempo coloca en un primer plano el modo en que se busca influir en los procesos sociales y políticos[10]. El segundo argumento remite al peso de la autoría: no cabe duda que la trayectoria de Mariano Grondona lo coloca como un exponente de los argumentos de la derecha conservadora y católica, ya que apoyó abiertamente diversos gobiernos militares en la argentina y actualmente se ubica como un ferviente opositor de la política de los derechos humanos bajo el signo del kirchnerismo. En tercer lugar, consideramos particularmente relevante el hecho de que se retomen dos tópicos habituales en el discurso sobre los derechos humanos: la visión del gobierno kirchnerista acerca de lo acontecido bajo la último dictadura militar es “tuerta”, limitación que perdura en la actualidad en el reconocimiento de los derechos humanos no de todas, sino de algunas de las víctimas de la violencia.                        

La metodología que se sigue en el análisis de nuestro objeto empírico es de corte cualitativo, cuyo acento está puesto en comprender el sentido que los agentes le otorgan a la acción social. En segundo lugar, debemos mencionar que dado el corpus documental analizado, este estudio tiene un alcance exploratorio, y por ende apunta a generar posibles líneas de indagación para ulteriores investigaciones que aborden la problemática específica de este trabajo.

Como planteamos en la introducción, el enfoque específico adoptado para este trabajo se enmarca dentro de la vasta corriente  de investigación del Análisis Crítico del Discurso. En este marco, se recuperaron diversas categorías de análisis para abordar nuestro objeto empírico, que toman como eje central la noción de estrategias discursivas, que pueden ser definidas como “…actividades (en este caso discursivas) planificadas para el logro de propósitos u objetivos políticos o socio-políticos, y los medios (lingüísticos) diseñados para ayudar realizar esos propósitos.” (Wodak et al., 1999). Recordando que el ACD considera a los discursos como prácticas sociales, podemos sostener que las estrategias discursivas se orientan hacia la realización de cuatro macro-funciones sociales; a partir de lo cual podemos distinguir entre: estrategias constructivas, que apuntan a la génesis, la producción y la construcción de determinadas condiciones sociales; las estrategias de perpetuación, que contribuyen a la legitimación de determinado orden social; las estrategias de transformación, que pretenden modificar un cierto estado de cosas existentes, y por último, las estrategias de desmantelamiento, que pretenden desarticular o cuestionar cierto status quo, sin proponer un modelo para reemplazarlo. Al servicio de estas macro-estrategias discursivas pueden identificarse: por un lado, las estrategias de asimilación, que pretenden crear lingüísticamente una similitud entre diferentes elementos; y por el otro, las estrategias de disimilación que apuntan a crear lingüísticamente una diferencia o una heterogeneidad (Ibídem.).

Otra de las categorías de l análisis utilizadas en este trabajo, y que guarda estrecha relación con las macro-estrategias antes mencionadas, son los topoi loci, que pueden describirse como partes de la argumentación altamente convencionalizadas que justifican la transición del argumento o argumentos a la conclusión. En tanto tales, pueden convertirse en parte de los planes estratégicos (Wodak, 1999; 2003). Por otra parte, se recupera como categoría de análisis a las estrategias referenciales o de dominación, a partir de las cuales se construyen y representan los actores (Wodak et al., 2000). Los términos que categorizan a los participantes centrales, lejos de ser neutrales, registran las áreas focales de conflicto ideológico manifiesto, y “…gracias a su lugar en los sistemas, pueden virtualmente expresar por sí mismos toda una ideología”. (Trew et al., 1983). Finalmente, se toman en consideración algunos de los aportes del modelo actancial propuesto por Tony Trew (1983), tomando en consideración la distinción entre cláusulas transactivas (que representa un proceso que implica dos participantes, uno como causante activo y el otro como meramente receptor de la acción) y no transactivas (que presenta un proceso como implicando sólo un participante y ninguna transacción causal), y las formas nominales que “…pueden ocupar en una cláusula el lugar de los `participantes´, digamos en la representación de las relaciones entre procesos, y podría decirse entonces que representan un `proceso participante´…”.      

                  

6. Análisis del texto

 

6.1. Estrategias referenciales o de dominación

 

En lo que respecta a esta estrategia podemos sostener que a lo largo del texto analizado, se construyen y representan varios actores funcionales a la trama del discurso. En primer lugar, se identifica una clase especial de madres, que son nombradas como:

 

·        Aquellas a quienes sus hijos se les fueron primero

·        Las madres que pierden sus hijos antes de tiempo

·        Las madres que pierden a sus hijos antes de tiempo

·        Las madres que han perdido a sus hijos

·        Madre privada de su hijo

·        Madres portadoras de un dolor inalcanzable para el resto de los mortales

 

Como podemos observar, en este procedimiento léxico de mantenimiento del referente hay una marcada predominancia de clausulas no transactivas, en donde las madres aparecen como pacientes de un proceso en el que no se identifica al agente causante. Esta clase especial de madres, conforman el colectivo de las “…Madres, con mayúscula, en cuanto víctimas de una tragedia…”, que a veces “…se organizan para apoyarse unas a otras”. Al interior de este vasto territorio conformado por las “formaciones de madres desgarradas”, podemos identificar:

 

·    las Madres de Plaza de Mayo

·    las Abuelas de Plaza de Mayo

·    las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora

·    el Centro de Estudios legales sobre el Terrorismo y sus Víctima en Argentina (Celtyv).

·    las Madres del Dolor

·     las Damas de Blanco.

 

La identidad que guarda este conjunto de “movimientos” estaría dada por el hecho de que surgen como consecuencia de “tragedias familiares”; nominalización que hace referencia, según puede inferirse de la construcción del primer párrafo del texto, a las madres que perdieron a sus hijos. Dichas “tragedias familiares” constituyen una característica distintiva de la Argentina, afirmación que encuentra asidero empírico en el uso del adverbio de modo “recientemente.”

En el tercer párrafo del texto aparece un término que sintetiza al conjunto de las formaciones de madres desgarradas: “…aquellas familias desgarradas por la violencia”, donde “aquellas” marca “…el fenómeno de la co-referencia endofórica con una orientación a lo ya dicho en el espacio/tiempo anterior (anáfora)…” (Calsamiglia Blancfort y Tusón Valls, 1999). En el párrafo siguiente, este sujeto colectivo aparece elidido a partir de la construcción nominalizada “…el reclamo universal a favor de las víctimas de la violencia, de toda la violencia”.

En segundo lugar, las Madres de Plaza de Mayo aparecen mencionadas en tres ocasiones a lo largo del discurso analizado, de la siguiente manera:

 

·      Las Madres de Plaza de Mayo

·      una de las organizaciones de las madres desgarradas

·      las Madres de Bonafini

 

La primera referencia, que constituye la acepción tradicionalmente aceptada, se inserta dentro del marco de la enumeración de las “formaciones de madres desgarradas” más arriba mencionada. Esta inclusión de una organización como las Madres de Plaza de Mayo, con una historia y unos fines particulares, dentro del colectivo mayor de las “madres desgarradas” constituye la piedra de toque que permite la sustitución de la acepción tradicional por “una de las organizaciones de las madres desgarradas”. Como veremos más adelante, esta sustitución se inserta en el marco de una sub-estrategia de asimilación, cuya macro-función aspira a desmantelar una determinada construcción política. En lo referente a la tercera sustitución léxica, nos parece pertinente poner de relieve que su introducción en el penúltimo párrafo del texto no se produce de manera abrupta, sino que, por el contrario, responde a un paulatino proceso de sustitución. Es significativo a este respecto el siguiente fragmento:

 

“…la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo, cuyo liderazgo ha venido ejerciendo Hebe de Bonafini, se ha destacado por delante de las demás organizaciones de los derechos humanos hasta el punto de presentarse ante la opinión pública cual si fuera el sinónimo mismo de la lucha contra las violaciones de los derechos humanos. Bonafini procuró apropiarse, en este sentido, de una lucha cuyo generoso horizonte la excedía”.

 

Puede observarse claramente, cómo un accionar atribuido inicialmente al colectivo “Madres de Plaza de Mayo” es inmediatamente imputado en la siguiente oración a la persona que ha venido ejerciendo el liderazgo de la asociación: Hebe de Bonafini. La principal marca discursiva que nos permite realizar esta afirmación es la utilización del conector metatextual continuativo “en este sentido”. Desde este punto (párrafo 7) en adelante, no se hará ninguna otra mención a las Madres de Plaza de Mayo, cobrando un rol protagónico y exclusivo Hebe de Bonafini.

En suma, la focalización sobre la persona particular de Bonafini, en detrimento de la organización que ella integra, funciona como marco interpretativo para comprender el por qué de la sustitución por “Madres de Bonafini”, ya que al destacarse como el agente prominente de una organización cuya magnitud la supera ampliamente, se da la apariencia de un manejo autoritario y discrecional de la organización en cuestión. En este marco, la utilización de la preposición “de” marca una relación de posesión de Bonafini sobre las Madres de Plaza de Mayo.         

Como mencionamos más arriba, Hebe de Bonafini aparece nominada en numerosas ocasiones y de varios modos en el discurso:

 

·      Hebe de Bonafini

·      Bonafini

·      señora de Bonafini

·      (implícitamente) “madre adoptiva” de los hermanos Schoklender

·      Bonafini y sus secuaces

·      favorita del Estado y de los militantes afines en la lucha por los derechos humanos

·      antigua “madre adoptiva” de Cristina Kirchner

·      La propia Bonafini

 

De este extenso listado, nos parece particularmente la condición de “madre adoptiva” atribuida a Hebe de Bonafini. Hipotéticamente podríamos sostener que esta definición de la integrante de Las Madres de Plaza de Mayo refuerza la naturaleza arbitraria y turbia del ejercicio del poder de “la señora de Bonafini”. La primera característica puede inferirse a partir del siguiente fragmento:

 

“…los esposos Kirchner, que se autoproclamaron de 2003 en adelante sus principales representantes a tal punto que, además de declararse los “hijos adoptivos” de la señora de Bonafini…”

 

El hecho de que dos funcionarios públicos elegidos democráticamente para detentar el poder ejecutivo devengan en los principales representantes de Bonafini a tal punto de declararse los “hijos adoptivos” marca mediante la metáfora de la dirección de la madre sobre sus hijos, la idea de que los esposos Kirchner se encuentran en posición de subordinación respecto de Bonafini. Su condición de “madre adoptiva”, no la desliga, sin embargo, de su condición de madre a secas, razón por la cual debería hacerse cargo de las travesuras de sus hijos. En este sentido, los traviesos hermanos Schoklender “…quienes ahora enfrentan penas de cárcel por haber desplegado una serie de acciones corruptas…”, pasan de ser partícipes de un escándalo cuyas resonancias  involucran hasta “…la propia Bonafini”, que en la premura periodística que no guarda contemplaciones con la lentitud de un proceso judicial, pasa a ser denominada como “Bonafini y sus secuaces”, y a describir a la estrategia del Gobierno como orientada a encapsular “el escándalo de los Schoklender…en sus ostensibles autores para evitar que “subiera” primero hasta Bonafini y después hasta la propia Cristina”.

Como balance de lo hasta aquí expuesto, podemos señalar que queda transparentado a quién hace referencia el encabezamiento del artículo que señala una relación adversativa (“La rebelión”) de “las madres” (el amplio colectivo inclusivo de las Madres desgarradas) “contra” (preposición que denota oposición, encuentro, choque) “la madre” (Hebe de Bonafini, propietaria de los destinos de Las Madres de Plaza de Mayo, madre adoptiva de los esposos Kirchner, madre y cómplice de los hermanos Schoklender)[11].     

En lo que refiere al gobierno que detenta el poder nacional del Estado, podemos encontrar que este es nombrado como:

 

·      Gobierno

·      la propia Cristina

·      Cristina Kirchner

·      alicaído oficialismo

·      el kirchnerismo

·      el gobierno de Cristina

·      el oficialismo o ella

·      la Presidenta

 

En este punto, podemos notar una orientación del discurso similar al descripto respecto a Hebe de Bonafini. Así, al señalamiento inicial del Gobierno como agente activo de un proceso le sigue una paulatina acentuación sobre la persona de Cristina Kirchner, hasta el punto de devenir en el Gobierno “de” (preposición que marca relación de posesión) Cristina; tendencia discursiva que encuentra su corolario en el último párrafo del texto, donde se sostiene:

 

“…el oficialismo podría perder en vertiginosa secuencia las inminentes elecciones en la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, donde hasta el inescrutable Juan Manuel de la Sota parece alejarse de ella”.

 

El oficialismo, colectivo singular de carácter difuso, encuentra su encarnación en un sujeto singular cuantificable, ella, es decir, Cristina Kirchner. Finalmente, cabe remarcar la frecuente utilización de los adjetivos “propio/a” y “mismo” antecediendo y sucediendo, respectivamente, los nombres propios de Hebe de Bonafini, Cristina Kirchner y Julio De Vido. Podemos suponer, dado el marco en el que se insertan estos adjetivos, que su principal función consiste en reforzar la inscripción de los sujetos acerca de los cuales se enuncia. No es casual, que dichos adjetivos cobren una fuerte presencia en las secuencias centrales del discurso analizado.

Ahora bien, dentro de la órbita oficialista (léase “Cristina Kirchner”), aparecen designados:

 

·      las Madres de Bonafini

·      La Cámpora

·      el desprestigiado periodismo militante

 

Las implicancias de la designación “Madres de Bonafini”, ya fueron tratadas más arriba. En lo que respecta al tercer punto, es relevante la atribución de desprestigio al denominado “periodismo militante”, en donde no se especifica quién atribuye esa característica a la actividad periodística de un colectivo no demarcado. Dicha elisión del sujeto que califica, en algún punto, naturaliza la representación acerca de este agente particular. En otro orden de cosas, el trípode oficialista en el que el “…gobierno de Cristina se apoya”, es designado en su conjunto como aquellos “salvavidas” a los que la propia Cristina apostaba, que por el accionar de “una oposición” amenazan convertirse en “salvavidas de plomo”. Se trata de una construcción hiperbólica que exagera el papel atribuido a estas entidades colectivas en la supervivencia del “alicaído oficialismo”: o la Presidenta se libera de estos “…salvavidas a los que apostaba…”, o corre el riesgo de naufragar por el peso de sus propias alianzas. Por último, estos colectivos que constituyen los supuestos pilares políticos del Cristina, son denominados como “el estrecho círculo de los incondicionales”, donde el uso del adjetivo “estrecho” cobra centralidad, ya que estaría indicando una insuficiente o una falta de amplitud en las alianzas del gobierno kirchnerista; por otra parte, la aplicación del sustantivo común “incondicional” denota una fuerte carga peyorativa, ya que estaría haciendo referencia a una adhesión política sin limitación o condición ninguna.       

Finalmente, en lo que concierne a los partidos políticos que compiten en el marco democrático por obtener el poder del Estado que actualmente detenta el gobierno kirchnerista, estos son denominados como “…una oposición”, que hace referencia al conjunto de las fórmulas que competirán en las próximas elecciones presidenciales. Resulta relevante la aplicación del adjetivo “una” para designar a la variopinta oposición, ya que estaría denotando que esta última no está dividida en sí misma. Esta afirmación encuentra asidero en la siguiente afirmación:

 

“una oposición…que está encontrando nuevos argumentos para desmentir con renovados bríos la hipótesis oficial de que “Cristina ya ganó”, sobre la base de una plataforma que empieza a ser común…”

 

Es justamente en esta “plataforma” que la oposición se estaría constituyendo en un bloque monolítico enfrentado al gobierno. Por otra parte, aparecen mencionados Alfonsín y la tendencia política que conduce Duhalde (“el duhaldismo”). El primero de ellos, “…ha dejado de ser “…“Ricardito” para convertirse en “Ricardo”…”, enunciado que señala un cambio desde un estado señalado por el pretérito perfecto compuesto para devenir en un estado presente: “Ricardo”. En función del contexto en el que se inserta este enunciado, podemos suponer que estaría señalando el paso a la “madurez política” de Ricardo Alfonsín, marcado por una acción ejemplar que le otorga una posición propia en el mundo político (“Ricardo”) en ruptura con el legado paterno (“Ricardito”).

 

 

6.2. Macro estrategias: constructivas, de perpetuación, de transformación y de desmantelamiento.

 

La macro-estrategia que predomina en el discurso es la de desmantelamiento, que pretende desarticular o cuestionar partes de una determinada construcción política-identitaria, sin proponer un nuevo modelo para reemplazar al anterior. Esta estrategia guarda una estrecha relación con la macro-estrategia de transformación que se plantea al final del texto, que pretende transformar una identidad relativamente establecida en otra identidad. Ya sea para desmantelar o para transformar, la sub-estrategia de asimilación aparece incrustada en distintas secuencias del texto en cuestión. Mediante esta sub-estrategia pretende crear lingüísticamente una similitud al interior de un conjunto de componentes heterogéneos.  

 

6.2.1. Macro estrategia de desmantelamiento

 

Primera sub-estrategia de asimilación: las Madres desgarradas y la apropiación de Bonafini  

 

Como punto de partida del discurso, podemos observar una estrategia orientada esencialmente a crear una similitud entre organizaciones surgidas en diferentes momentos históricos y con diversas motivaciones. En este sentido, en el primer párrafo del texto hay una referencia a “…una clase especial de madres”, cuya característica singular reside en que “se les fueron”, “pierden”, “han perdido” o están privadas de sus hijos. La abundancia de cláusulas no transactivas presentes en esta descripción cobra sentido en el marco de esta sub-estrategia de asimilación, ya que la elisión del agente causante de la ausencia de los hijos permite establecer una equivalencia en la situación de las madres. Por su parte, el eufemismo aplicado para nominar la muerte, elude las circunstancias concretas en que se produjo ese acaecimiento. En tercer lugar, el sujeto enunciador aparece inscripto mediante la primera persona del plural (“nosotros”), que hace referencia al conjunto de los argentinos (“nuestro idioma”) que por “no haber vivido” la condición de una madre privada de su hijo, “no podríamos comprenderla”. Esto último, refuerza la estrategia de asimilación, ya que permite calificar como “única” la condición de “las madres privadas de sus hijos”. Si el despolitizado e inanimado Diccionario de la lengua española, no encuentra o enmudece con respecto a la nominación de “las madres privadas de sus hijos”:

 

“…es válido que a estas madres portadoras de un dolor inalcanzable para el resto de los mortales las llamemos Madres, con mayúsculas, en cuanto víctimas de una tragedia…”

 

En este punto, la equivalencia de las “madres que han perdido a sus hijos” se lleva a tal extremo que su condición de portadoras de un dolor las unifica intrínsecamente y, al mismo tiempo, las diferencia de la parte restante de la humanidad. Finalmente, la locución prepositiva “en cuanto” sugiere que a las madres que han perdido a sus hijos es válido que las llamemos Madres con mayúscula en calidad de víctimas de “una tragedia”, nominalización que permite elidir quién es el agente causante de la condición de las Madres.

En el segundo párrafo, se utiliza el presente del indicativo para describir una acción habitual de las Madres: “se organizan”. La preposición “para” introduce el fin o término al que se encamina la acción de organizarse, a saber: “apoyarse unas a otras”. Prolongación lacrimosa del primer párrafo, la variedad de actividades políticas que llevan adelante las diferentes organizaciones que enumeraremos a continuación, son asimiladas bajo una actividad que denota una fuerte carga afectiva. A continuación se introduce el tiempo pretérito perfecto compuesto para señalar que este proceso tuvo lugar en un contexto concreto, la Argentina reciente, cuya singularidad reside en su fecundidad para las tragedias familiares. Dicha nominalización, que rehúye cualquier especificación de un evento concreto, se inscribe como el punto de arranque de donde surgen: las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas de Plaza de Mayo, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas en Argentina (Celtyv), las Madres del Dolor y las Damas de Blanco. La clara orientación inclusiva de la enumeración antes mencionada está dada por el uso de conectores aditivos o sumativos, tales como: “y”, “además” y “también”. Hay varios puntos que resultan de particular relevancia en la construcción de este enunciado. En primer lugar, la disyunción establecida entre las tres primeras entidades enumeradas precedentemente y el Celtyv, cuya clara alusión a las dos visiones contrastantes de la última dictadura militar en la Argentina,  puede ser inferida a partir del conector constrastivo “desde el ángulo opuesto”. En segundo lugar, nos parece central el hecho de que sólo aparezcan explicitadas las acciones llevadas adelante por las Madres del Dolor y las Damas de Blanco.    

Enumerados los componentes de esta totalidad de “Madres que se organizan”, se asimilan nuevamente, en el tercer párrafo, como “aquellas familias heridas por la violencia”, adonde la deixis textual “aquellas”, permite inferir que hace referencia a las organizaciones surgidas a partir de las tragedias familiares. Las referencias nominalizadas: “la violencia, de cualquier signo que sea” o “de la violencia, de toda la violencia”, ocupan en la cláusula el lugar de los participantes que han herido a esas familias. La actividad que realizan estas familias se expresa, también, mediante la nominalización “el reclamo” que, al igual que “el derecho a la vida”, es universal:

 

“…de modo tal que el énfasis sobre los derechos humanos cuya exaltación honra a nuestra época lo ha puesto al tipo de la lista de los principios irrenunciables que debieran proteger a todos los hombres y mujeres sin distinción, contra cualquier discriminación étnica, religiosa o ideológica”

 

En este fragmento mediante las nominalizaciones “el énfasis” y “exaltación” se elide el agente del proceso, e introduce una ambigüedad acerca del espacio-tiempo en el que se inserta dicha acción. La introducción del verbo transitivo “deber” en pretérito imperfecto, introduce un componente prescriptivo que apunta a algo que debiera ser pero no es: “el énfasis sobre los derechos humanos” debiera “proteger a todos los hombres y mujeres sin distinción”[12]. La preposición “contra” estaría dando a entender que alguien o algo se opone a la plena realización universal de estos derechos humanos, a partir de la “discriminación, étnica, religiosa o ideológica”.

La sub-estrategia que asimila a las diversas organizaciones arriba mencionadas, mediante la fórmula nominalizada “el reclamo universal a favor de las víctimas de la violencia, de toda violencia”, constituye el punto de partida necesario para dar cierre a la estrategia de desmantelamiento.  Presentar a Las Madres de Plaza de Mayo en el amplio marco de un reclamo universal atribuido a las Madres desgarradas o a las familias heridas por la violencia, abre la posibilidad de presentarlas como “…una de las organizaciones de madres desgarradas…”. En tanto parte de una totalidad que las excede:

 

“…la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo, cuyo liderazgo ha venido ejerciendo Hebe de Bonafini, se ha destacado por delante de las demás organizaciones de los derechos humanos hasta el punto de presentarse ante la opinión pública cual si fuera el sinónimo mismo de la lucha contra las violaciones de los derechos humanos”

 

El verbo “destacarse” conjugado como pretérito perfecto compuesto, elude mencionar a partir de qué o por qué esta Asociación se “ha destacado por delante de”, lo que permite al mismo tiempo: incluirlas dentro del difuso colectivo de “la lucha contra las violaciones de los derechos humanos”; y por el otro, presentar el acto de destacarse como un acto de voluntad de las propias Madres de Plaza de Mayo. Símbolos de la resistencia a la dictadura militar y de la lucha por los derechos humanos, Las Madres de Plaza de Mayo son presentadas mediante el uso del modo potencial como una figura singular que busca monopolizar el sentido de una “lucha”, cuya significación las excede. Continuando con esta línea, el constructo textual hasta aquí descripto, cobra su sentido en el siguiente fragmento:

 

“Bonafini procuró apropiarse, en este sentido, de una lucha cuyo generoso horizonte la excedía.”

 

Sutilezas aparte, la líder de las Madres de Plaza de Mayo es introducida por segunda vez en el texto, mediante el modo indicativo, como orientando su accionar hacia “la apropiación” (título del segundo aparatado del artículo). El uso de este verbo guarda relación con la descripción que más arriba esbozamos acerca del carácter autoritario de “la madre”; si alguna duda quedaba acerca de la veridicción de nuestros enunciados anteriores, el verbo “apropiar” en su acepción pronominal significa, según el Diccionario de la Real Academia Española: “Tomar para sí alguna cosa, haciéndose dueño de ella, por lo común de propia autoridad”: en este caso, esa cosa es la “lucha cuyo generoso horizonte la excedía”. Esta vez sí, el Diccionario habló, pero para iniciar la condena pública de la apropiadora.

A estas alturas, es introducido una tercer actor que cobra una importancia central: el gobierno kirchenerista. ¿Por qué central? Porque es justamente hacia este actor político y sus alianzas adonde apunta la estrategia de desarticulación. Es por ello que se introduce mediante la preposición “por”, la explicitación de la causa que respondería a la siguiente pregunta:

 

“¿Cómo fue posible esta apropiación, que ya ha durado más de ocho años?”

 

Nótese que el adverbio de tiempo “ya”, seguido de un verbo conjugado en pretérito perfecto compuesto, da énfasis a un período de tiempo que se considera como demasiado prolongado. En este punto cobran relevancia los verbos utilizados para describir el accionar de “los esposos Kirchner” que permitieron “La apropiación” llevada a cabo por Bonafini:

 

“Por la militancia de los esposos Kirchner, que se autoproclamaron de 2003 en adelante sus principales representantes a tal punto que, además de declararse los "hijos adoptivos" de la señora de Bonafini, volcaron en su favor ingentes sumas de dinero no controlado del Estado, de los contribuyentes…”

 

La nominalización “militancia”, hace referencia a la acción de autoproclamarse. El verbo “autoproclamaron” cobra centralidad, ya que no sólo da las apariencias de un acto de mero voluntarismo del matrimonio presidencial, sino que además, insinúa una toma de posición respecto a una discusión que se ha hecho moneda corriente en el escenario político actual: la discusión en torno a la actuación de “los esposos Kirchner” durante y posterior a la dictadura militar en materia de lucha por el reconocimiento de los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante ese período. No es casual que a continuación del verbo en cuestión, se especifique el período de tiempo de este accionar, que abarca los años de gobierno kirchnerista. Sospechosos de un uso instrumental de la bandera de los derechos humanos, los esposos Kirchner devienen, luego, en instrumentos de Bonafini: se autoproclamaron “sus principales representantes”. Eludiendo cualquier referencia a la reapertura de los juicios a los militares que cometieron crímenes durante la última dictadura, el autor sostiene mediante el uso del conector aditivo (“además”), los dos actos de mayor relevancia en esta relación de representación: se declararon sus hijos adoptivos y volcaron en su favor ingentes sumas de dinero. Resulta interesante el hecho de que la relación se plantee en términos de vinculación personal, más que institucional. Finalmente, la repetición sinonímica al final del fragmento pretende reforzar el hecho de que el “dinero no controlado” otorgado a Bonafini pertenece al colectivo de los argentinos que tributan.

Plantear la relación Gobierno-Bonafini en términos pecuniarios, es de capital importancia para introducir el caso Schoklender, y con este el tópico de la corrupción.

 

Segunda sub-estrategia de asimilación: la oposición

 

Como se afirmó más arriba, cuando se hizo referencia a la estrategia de referencia respecto de la oposición, la aplicación del adjetivo “una” denota unidad. Ahora bien, dicha unidad es construida:

 

“…sobre la base de una plataforma que empieza a ser común: el impetuoso crescendo de las denuncias por corrupción que rodea al alicaído oficialismo”.

 

En el párrafo siguiente se retoma la nominalización presente en este fragmento (“el impetuoso crescendo de las denuncias por corrupción”), mediante otra fórmula nominalizada: “la intensa campaña opositora contra la corrupción”. Remárquese, además, la relevancia que cobran los reforzadores de la información: “De todos lados resurge”, “desmentir con renovados bríos”, “impetuoso crescendo”, “alicaído oficialismo”.

Unificar a la oposición bajo el tópico de la corrupción es un eslabón indispensable para generar “el topos de peligro o topos de amenazas”: “la oposición está encontrando nuevos argumentos para desmentir con renovados bríos la hipótesis oficial de que “Cristina ya ganó”, razón por la cual “…el gobierno de Cristina ha pasado, en suma, a la defensiva”.

 

Cierre de la macro-estrategia de desmantelamiento

 

Más arriba, señalamos un fragmento del discurso que consideramos esencial para comprender el sentido de las sub-estrategias de asimilación:

 

 “Bonafini procuró apropiarse, en este sentido, de una lucha cuyo generoso horizonte la excedía.”

 

Este fragmento, que podría considerarse como el tema del discurso, conlleva el siguiente rema:

 

“Sólo falta que la propia Cristina Kirchner se distancie de su antigua "madre adoptiva", en un postrer intento de salvar su propia imagen.”

 

El fragmento precedente, enuncia mediante una fórmula impersonal una prescripción: la necesidad de que Cristina Kirchner se distancie de Bonafini. El uso del adverbio de modo “sólo”, se vincula con el desarrollo precedente del texto que hace referencia al aislamiento en que ha caído Bonafini, como producto de que “…otras organizaciones de derechos humanos…han cortado amarras con Bonafini.” El involucramiento de esta última en los hechos de corrupción que rodean al caso Schoklender, a partir de las estrategias referenciales más arriba esbozadas, constituiría el motivo de su aislamiento. Lo interesante en este punto es que, la supuesta neutralidad del componente descriptivo que refiere al caso Schoklender, que presenta el aislamiento de Hebe Bonafini como un hecho consumado (“han cortado”), proporciona un sustento supuestamente objetivo, para la afirmación que lo sucede: “Sólo falta”. La construcción del topos de peligro o topos de amenaza[13] es evidente: Midas de la corrupción, Bonafini amenaza con echar a perder la imagen de Cristina de cara a una oposición pertrechada de denuncias por corrupción, que amenazan desmentir con renovados bríos la hipótesis oficial de que Cristina ya ganó: “Sólo hace falta que la propia Cristina Kirchner se distancie de su “antigua madre adoptiva”, en un postrer intento de salvar su propia imagen”.       

 

6.2.2. Macro-estrategia de transformación

 

En el último apartado del artículo, se pretende plantear un prospectiva electoral problemática, según la cual resulta esencial modificar la estrategia de alianzas hasta ahora mantenida por el gobierno de Cristina Kirchner. En este sentido, el escenario político es descripto de la siguiente manera:

 

“…aquellos "salvavidas" a los que apostaba, como las Madres de Bonafini, La Cámpora y el desprestigiado "periodismo militante", que también vive de los dineros del Estado, amenazan convertirse, a partir de la intensa campaña opositora contra la corrupción, en "salvavidas de plomo"…” [14]

 

“Como van las cosas, el oficialismo podría perder en vertiginosa secuencia las inminentes elecciones en la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, donde hasta el inescrutable José Manuel de la Sota parece alejarse de ella.”

 

Resulta relevante, el modo en que se conjugan los verbos en los dos fragmentos precedentes: así, mientras en el primer caso, se utiliza el tiempo presente (“amenazan convertirse”) para describir el proceso de transformación de los “salvavidas” en “salvavidas de plomo”; en el segundo caso, se utiliza el verbo en condicional simple (“podría perder”) para describir el futuro electoral del oficialismo. De aquí puede inferirse que habría una relación causal entre el primer hecho y el segundo; esto es: que la amenaza de los “salvavidas” a los que apostaba Cristina de convertirse en “salvavidas de plomo”, podrían comprometer al oficialismo en los próximos comicios presidenciales.  De este escenario, podríamos derivar el siguiente enunciado:

 

“Hasta ahora, Cristina creyó que podía darse el lujo de no "sumar", sino de "restringir" sus propios apoyos al estrecho círculo de los incondicionales. Pero esta estrategia, ¿es todavía viable?”

 

La conjunción de la preposición “hasta” con el adverbio de tiempo “ahora”, marca el término o fin de un proceso en el presente. Esto último, sumado a la conjugación de los verbos “creer” en pretérito perfecto simple y poder en pretérito imperfecto, indica la conclusión de algo que era pero que ya no puede ser: “darse el lujo de no “sumar”, sino de restringir sus propios apoyos al estrecho círculo de los incondicionales”, haciendo referencia este último a los “salvavidas” del párrafo precedente. La utilización del adverbio “todavía” seguido del adjetivo “viable” en el marco de un interrogante indican, justamente,  las dudas que se ciernen en el momento actual acerca de la adecuación de una orientación determinada para conseguir determinado fin. En este marco, bajo el manto de la pedagogía de las buenas formas democráticas, se inscribe un componente prescriptivo que apunta, justamente, en el sentido de una estrategia de transformación. El principio general que se enuncia es el siguiente:

 

“En todas las democracias tenidas por “normales”, la acción política consiste en sumar hasta aquello tenido por improbable”

 

A partir de la descripción de las estrategias políticas ejemplares de algunos de los integrantes de la oposición, que se introducen a continuación del fragmento antes citado, podemos inferir que “sumar hasta aquello tenido por improbable” hace referencia al hecho político de ampliar el espectro de alianzas electorales, de manera de atraer fuerzas que militen fuera del propio “círculo ideológico”. En función de dicho principio, se inserta la siguiente pregunta retórica:

 

¿Es lo que debiera hacer la propia Cristina porque aquellos “salvavidas” a los que apostaba, como las Madres de Bonafini, La Cámpora y el desprestigiado “periodismo militante”, que también vive de los dineros del Estado, amenazan convertirse, a partir de la intensa campaña opositora contra la corrupción, en “salvavidas de plomo”?

 

Consideramos a este fragmento como prescriptivo, porque si bien se introduce en forma de pregunta, es un interrogante que contiene en sí mismo su propia respuesta, ya que a través de la conjunción causativa “porque” se introduce la razón por la que “Cristina” debiera tomar la orientación política descrita. En suma, hasta ahora Cristina siguió una lógica política (no de sumar, sino de restringir) que no se enmarca dentro de los parámetros del funcionamiento “normal de la democracia” y que, al mismo tiempo no es un síntoma de madurez política[15]; dadas ciertas circunstancias, debiera normalizarse o corre riesgos de naufragio junto a sus “salvavidas de plomo”. 

Como cierre de la estrategia de transformación, resulta pertinente recuperar el siguiente fragmento ubicado al final del texto analizado:

 

Pero a la vista de estas tendencias inquietantes, ¿podría decidir la Presidenta una reversión de sus alianzas con el objeto de recobrar la iniciativa? Y aun si decidiera inaugurar una etapa radicalmente nueva, ¿podría acometerla? La propia Bonafini ocupa ahora el fiel de la balanza. Si la Presidenta le soltara la mano como ya lo hizo con los Schoklender, ¿le sería posible lanzar, todavía, una contraofensiva salvadora? Si no se decide a hacerlo, ¿le quedan aún energías suficientes para "profundizar el modelo" a estas alturas de las circunstancias, cuando las aguas del cambio de humor de los argentinos podrían rodearla? Maquiavelo escribió que, cuando cambian las circunstancias, sólo el Príncipe que se adapta rápidamente, al cambio, contradiciendo sus propios antecedentes, consigue perdurar. Esta antigua advertencia, ¿vale todavía para la Argentina actual?

 

Como puede observarse, abundan las oraciones colocadas en modo condicional, tiempo verbal mediante el cual se plantea un hipotético curso de acción junto con los hipotéticos resultados de dicho curso de acción. Aquellos últimos, son colocados en forma interrogativa, y generalmente, incluyen los adverbios todavía y aún. Por otra parte, hay una fuerte presencia de reforzadores de la información, tales como: las metáforas “fiel de la balanza” y “las aguas del cambio de humor de los argentinos”; el adjetivo “inquietante” aplicado a las “tendencias”; la nominalización “contraofensiva salvadora”. Consideramos que este conjunto de recursos lingüísticos son funcionales a la macro-estrategia de transformación, ya que construye un hipotético escenario político plagado de riesgos en el cual las decisiones políticas deben tomarse en carácter de urgencia, con el peligro de no perdurar aunque se tome la decisión acertada: soltarle la mano a Bonafini. En otros términos, la pregunta que resuena detrás de las preguntas es: la Presidenta, ¿está a tiempo de cambiar el rumbo o, por el contrario, ya es demasiado tarde? Sea como sea, la decisión debe ser tomada ahora, antes de que sea demasiado tarde; y si cabe alguna duda acerca de la necesidad de cambiar de rumbo, la historia como maestra de vida o fuente de lecciones (Wodak, 2003) se encarga de recordarnos que “…cuando cambian las circunstancias, sólo el Príncipe que se adapta rápidamente, al cambio, contradiciendo sus propios antecedentes, consigue perdurar”.      

 

7. Conclusión y comentarios finales

 

Como pudimos observar a partir del análisis del artículo de opinión de Mariano Grondona, publicado en el diario “La Nación”, las estrategias discursivas que aparecen inscriptas se orientan a exhortar al gobierno de Cristina Kirchner a modificar su política de alianzas en el campo de los derechos humanos. En este sentido, Grondona se apropia de varios de los significantes propios de la articulación discursiva kirchnerista, construyendo un discurso que antagoniza con “el relato oficial”: mediante las estrategias de referencia y de asimilación, se busca establecer una lógica de equivalencia entre los reclamos de diferentes organizaciones, cuyo punto de articulación se encontraría en que reclaman por los derechos humanos de las víctimas de la violencia. Esta equivalencia cobra su densidad ideológica, cuando observamos las entidades que son incluidas dentro de este universo. Los reclamos de la AMPM y el Celtyv son igualmente legítimos, porque la violencia de cualquier signo que sea es igualmente condenable: esto supone una defensa soterrada de la teoría de los “dos demonios”, según la cual lo acontecido durante la última dictadura militar en la Argentina fue una guerra en la que miles de personas perecieron, producto de la violencia de izquierda y de derecha. Aún más, la equivalencia establecida entre la AMPM y las Madres del Dolor supone que no hay absolutamente ninguna diferencia entre los miles de desaparecidos víctimas de una represión sistemática y selectiva ejercida desde el Estado, y las personas asesinadas en el marco de una violencia delictiva entre particulares que no es ni sistemática ni selectiva.            

En este punto, cobra centralidad la noción de antagonismo. Frente a la formación discursiva kirchnerista que procura operar un cierre en lo social articulando estrechamente el significante “derechos humanos” con los reclamos por “la memoria, la verdad y la justicia” de las Madres de Plaza de Mayo, el discurso de Grondona persigue el fin de poner sobre el tapete el carácter eminentemente político de esta articulación, presentándola como una “apropiación” cuyo carácter injusto residiría en que se estaría presentando como universal el reclamo de una entidad particular: la AMPM, colectivo apropiador apropiado por la voluntad autoritaria y discrecional de uno de sus integrante: Hebe de Bonafini. El siguiente movimiento discursivo consiste en introducir la articulación establecida, sobre la base del significante derechos humanos, entre la AMPM y el gobierno nacional, desde una óptica particular: en primer lugar, Grondona sostiene que el significado atribuido a los derechos humanos responde más a un acto de imposición de Bonafini sobre los Kirchner, que a una articulación establecida sobre la base de un significado compartido; en segundo lugar, se opera un desplazamiento según el cual la política de derechos humanos del gobierno kirchnerista pasa a un segundo plano, y se coloca el foco sobre el vínculo meramente pecuniario entre ambas entidades colectivas. Sobre este trasfondo, la estrategia del autor del presente artículo es clara: utilizar la coyuntura del caso Schoklender, para cuestionar la articulación entre el gobierno nacional y AMPM. En otros términos, podríamos sostener que la amenaza de que la equivalencia establecida entre las luchas contra la impunidad y las luchas contra las consecuencias del neoliberalismo terminen por contaminar el significado de las reivindicaciones que dieron origen e identidad a la AMPM, encuentra su plena realización en este artículo. Las prácticas corruptas se confunden con las luchas contra la impunidad, el gobierno podría verse perjudicado por la articulación establecida con la AMPM, por lo tanto, sólo resta que “Cristina se distancie de su antigua `madre adoptiva`”.

Van Dijk (1994), sostiene que “el poder moderno consiste en influir en los otros por medio de la persuasión para lograr que haga lo que se quiere”. En consonancia con esto, la exhortación de Grondona a que el gobierno modifique sus alianzas, se ejerce de un modo sutil mediante la construcción de una pararrealidad electoralmente amenazante. Esta construcción se realiza mediante una estrategia de asimilación, que unifica a las diferentes tendencias políticas que componen a la oposición en torno a la lucha contra la corrupción. En términos de Laclau, la oposición es “una” porque estaría logrando hallar un punto que la articula más allá de sus diferencias: la campaña contra la corrupción.  Una oposición alquimista que amenaza con transmutar los salvavidas en “los salvavidas de plomo”, las aguas del cambio de humor de los argentinos, un panorama electoral oscuro, forman parte de la construcción de una pararrealidad hiperbólica que amenaza al gobierno en todos los frentes, y que lo impele a cambiar el “lujo” de las alianzas ideológicas por un pragmatismo propio de las democracias normales y signo de la madurez política. Ideólogo de las buenas formas, que aún en los momentos más violentos de la Argentina conservó la tranquilidad de su pluma golpista, Grondona se encarga de disimular la manipulación y el poder de los enunciados tras la fachada de la realpolitik.    

 

Estudiante de la Carrera de Licenciatura en Sociología de la Universidad Nacional del Litoral.

  

APÉNDICE

 

La rebelión de "las Madres" contra "la Madre"

 

Mariano Grondona

 

Domingo 12 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa

 

Para cada uno de nosotros, "madre hay una sola". Pero dentro del poderoso universo afectivo al que alude este refrán, hay una clase especial de madres: aquellas a quienes sus hijos se les fueron primero, contraviniendo la ley natural según la cual son las madres y no los hijos quienes adelantan su partida. La tribulación de las madres que pierden a sus hijos antes de tiempo es tan intensa que el Diccionario de la lengua española, pese a su inmensa riqueza, no ha encontrado una palabra para designarla. A quienes han perdido a sus padres los llamamos huérfanos. ¿Cómo llamaríamos a las madres que han perdido a sus hijos? Esta pregunta no tiene respuesta en nuestro idioma. Que el Diccionario enmudezca en este punto prueba que la condición de una madre privada de su hijo es única y que, por serlo, merece el insondable respeto de todos aquellos que, por no haberla vivido, no podríamos comprenderla. Por eso es válido que a estas madres portadoras de un dolor inalcanzable para el resto de los mortales las llamemos Madres, con mayúsculas, en cuanto víctimas de una tragedia sólo aceptable, en el límite, por la esperanza de que las injusticias de la vida puedan explicarse en un plano superior desde el cual Alguien, como sea que lo llamemos, confiere su sentido a la historia.

Algunas veces, las Madres desgarradas se organizan para apoyarse unas a otras. Así ha ocurrido en la Argentina reciente, particularmente fecunda en tragedias familiares, de las cuales surgieron movimientos como las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas de Plaza de Mayo, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y, desde el ángulo opuesto, el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas en Argentina (Celtyv), además de las Madres del Dolor que procuran agrupar a las numerosas víctimas de la inseguridad. En otras latitudes también actúan formaciones de madres desgarradas, como las Damas de Blanco, que resisten la represión castrista en Cuba.

El reclamo de todas aquellas familias heridas por la violencia, de cualquier signo que sea, es universal, como lo es el derecho a la vida, de modo tal que el énfasis sobre los derechos humanos cuya exaltación honra a nuestra época lo ha puesto al tope de la lista de los principios irrenunciables que debieran proteger a todos los hombres y mujeres sin distinción, contra cualquier discriminación étnica, religiosa o ideológica.

 

La apropiación

 

Si el reclamo universal en favor de las víctimas de la violencia, de toda violencia, ha caracterizado a la Argentina actual, otro signo definitorio de nuestro tiempo ha sido que una de las organizaciones de las madres desgarradas, la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo, cuyo liderazgo ha venido ejerciendo Hebe de Bonafini , se ha destacado por delante de las demás organizaciones de los derechos humanos hasta el punto de presentarse ante la opinión pública cual si fuera el sinónimo mismo de la lucha contra las violaciones de los derechos humanos. Bonafini procuró apropiarse, en este sentido, de una lucha cuyo generoso horizonte la excedía. ¿Cómo fue posible esta apropiación, que ya ha durado más de ocho años? Por la militancia de los esposos Kirchner, que se autoproclamaron de 2003 en adelante sus principales representantes a tal punto que, además de declararse los "hijos adoptivos" de la señora de Bonafini, volcaron en su favor ingentes sumas de dinero no controlado del Estado, de los contribuyentes, cuyo manejo quedó a cargo de otros dos de sus "hijos adoptivos", los hermanos Schoklender , quienes ahora enfrentan penas de cárcel por haber desplegado una serie de acciones corruptas que exceden, incluso, las costumbres transgresoras de nuestro tiempo.

No bien estalló el escándalo de los Schoklender, la intención del Gobierno fue "encapsularlo" en sus ostensibles autores para evitar que "subiera" primero hasta Bonafini y después hasta la propia Cristina. A estas alturas de los acontecimientos, esta maniobra puede darse por agotada. En primer lugar, porque el apoyo irrestricto a Bonafini y sus secuaces ha comprometido a encumbrados funcionarios como Abel Fatala y Luis Bontempo hasta llegar a Julio De Vido mismo. Segundo, porque otras organizaciones de los derechos humanos, como la Línea Fundadora y Abuelas de Plaza de Mayo, a cargo de Estela de Carlotto , han cortado amarras con Bonafini. De favorita del Estado y de los militantes afines en la lucha por los derechos humanos, Bonafini ha caído en un aislamiento hasta ayer inimaginable. Sólo falta que la propia Cristina Kirchner se distancie de su antigua "madre adoptiva", en un postrer intento de salvar su propia imagen.

De todos lados resurge además el activismo de una oposición que, habiéndose simplificado en un manojo de sólo cinco opciones para las próximas elecciones presidenciales (Alfonsín-González Fraga; Duhalde-Das Neves; Carrió-Adrián Pérez; Alberto Rodríguez Saá y Hermes Binner) está encontrando nuevos argumentos para desmentir con renovados bríos la hipótesis oficial de que "Cristina ya ganó", sobre la base de una plataforma que empieza a ser común: el impetuoso crescendo de las denuncias por corrupción que rodea al alicaído oficialismo, generando a su vez una hipótesis, aunque improbable, recurrente: que la fórmula presidencial del kirchnerismo podría no girar al fin en torno de Cristina, sino de Daniel Scioli y Alicia Kirchner.

 

Los salvavidas

 

En pocos días el gobierno de Cristina ha pasado, en suma, a la defensiva. En todas las democracias tenidas por "normales", la acción política consiste en sumar hasta aquello tenido por improbable. Es lo que ha venido haciendo Ricardo Alfonsín, que ha dejado de ser "Ricardito" para convertirse en "Ricardo" después de atraer a precandidatos que militaban fuera de su círculo ideológico como Javier González Fraga y Francisco de Narváez. Es lo que ha hecho el duhaldismo al sugerir que apoyaría a Mauricio Macri en la Capital. ¿Es lo que debiera hacer la propia Cristina porque aquellos "salvavidas" a los que apostaba, como las Madres de Bonafini, La Cámpora y el desprestigiado "periodismo militante", que también vive de los dineros del Estado, amenazan convertirse, a partir de la intensa campaña opositora contra la corrupción, en "salvavidas de plomo"?

Hasta ahora, Cristina creyó que podía darse el lujo de no "sumar", sino de "restringir" sus propios apoyos al estrecho círculo de los incondicionales. Pero esta estrategia, ¿es todavía viable? Como van las cosas, el oficialismo podría perder en vertiginosa secuencia las inminentes elecciones en la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, donde hasta el inescrutable José Manuel de la Sota parece alejarse de ella. Pero a la vista de estas tendencias inquietantes, ¿podría decidir la Presidenta una reversión de sus alianzas con el objeto de recobrar la iniciativa? Y aun si decidiera inaugurar una etapa radicalmente nueva, ¿podría acometerla? La propia Bonafini ocupa ahora el fiel de la balanza. Si la Presidenta le soltara la mano como ya lo hizo con los Schoklender, ¿le sería posible lanzar, todavía, una contraofensiva salvadora? Si no se decide a hacerlo, ¿le quedan aún energías suficientes para "profundizar el modelo" a estas alturas de las circunstancias, cuando las aguas del cambio de humor de los argentinos podrían rodearla? Maquiavelo escribió que, cuando cambian las circunstancias, sólo el Príncipe que se adapta rápidamente, al cambio, contradiciendo sus propios antecedentes, consigue perdurar. Esta antigua advertencia, ¿vale todavía para la Argentina actual?

 

 

                  Bibliografía:

 

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·        Bajtín, M. (1975) “Estética de la Creación Verbal”.Siglo XXI Editores. Madrid. 1985.

 

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·        Van Dijk, Conferencia del 13 de Enero 1994: “Discurso, poder y cognición social”. 

 

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·        Verón, Eliseo (1996) “La palabra adversativa” en VERÓN, Eliseo (et. al.) El discurso político Ed. Hachette. Buenos Aires.

 

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·        Wodak, R. (2000), “¿La sociolingüística necesita una teoría social? Nuevas perspectivas en el análisis crítico del discurso.” en Revista iberoamericana de discurso y sociedad”, Ed. Gedisa, Barcelona, vol. 2 (3) 2000: 123-147.

 

·        Wodak, R. (2003), Caps. 1 y 4 en “Métodos de Análisis crítico del discurso”, Barcelona, Gedisa. 

 



[1] El concepto de sobredeterminación, que el autor recupera de los planteamientos de Althusser, hace referencia al hecho de que lo social se construye como orden simbólico, y en consecuencia “…la sociedad y los agentes carecerían de esencia, y sus regularidades consistirían tan sólo en las formas relativas y precarias que han acompañado a la instauración de un cierto orden”.

[2] Resulta interesante, en este sentido, remarcar la profundización del proceso de identificación que se dio entre las integrantes de las Madres de Plaza de Mayo durante la década del 80´: “…la Asociación Madres hace resaltar las similitudes entres los desaparecidos, más que recordar las diferencias. Esto se vio reflejado en los símbolos del activismo, tales como sus pañuelos uniformes sin los nombres de los desaparecidos” (Borland, 2006)    

[3] Recordemos que en el marco de las elecciones de 1983, Raúl Alfonsín denunció un supuesto Pacto Militar Sindical, que más allá de que nunca llegó a demostrarse plenamente, “…simbolizó convincentemente la connivencia de los peronistas con el poder autoritario…”. (Cavarozzi M., 2006)

[4] Pereya S. (2001), cita las siguientes medidas: decreto 157/83 (ordenando el procesamiento de miembros de la guerrilla de la década del 70´y de los miembros de las tres primeras juntas militares); b) ley 23.040 (derogación de la ley de auto-amnistía promulgada por la dictadura militar); c) ley 23.049 (reforma del Código de Justicia Militar); d) ley 23.070 (reducción de las penas de prisioneros ordinarios en razón de malas condiciones de detención); e) ley 23.077 (agravamiento de las penas por atentados al orden constitucional y a la vida democrática); f) ley 23.097 (agravando las penas contra la tortura); g) creación de la CONADEP; h) firma y ratificación de convenios internacionales sobre derechos humanos, como por ejemplo, el Pacto de San José de Costa Rica.  

[5] Según señala Escher (2009), varios autores “…estudiaron los efectos de las políticas de gobierno sobre el movimiento de derechos humanos durante su proceso de institucionalización sosteniendo que a partir de ellas se evidenciaron diferencias internas del movimiento antes opacadas por el efecto homogeneizador que producía la presencia del actor militar como exterior constitutivo de la identidad del movimiento (González Bombal y Sondereguer, 1987)”. 

[6] En referencia a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, sancionadas en abril y en junio de 1987, respectivamente (Quiroga, 2005).  

[7] Desde la perspectiva del discurso menemista, las reivindicaciones por los derechos humanos eran la causa de los “odios” y los “rencores” que habían signado los últimos años de democracia, y constituían un escollo para la “reconciliación nacional”, que venía a encarnar la plenitud ausente. Según Barros, M. (2009): en esta nueva configuración discursiva, en que el reclamo por los derechos humanos se asociaba a odios, rencores y disidencias, la “…demanda fue desplazada del campo de lo legítimo y durante gran parte del gobierno de Menem, ocupó una posición marginal y relegada en el contexto político nacional”.

[8] Esta distinción hace referencia a los dos escenarios en los cuales los gobiernos electos pueden afrontar la revisión del pasado en el proceso de transición democrática: la vía judicial que “…prioriza una visión legalista de juicio y castigo ante tribunales judiciales que den cumplimiento a las normas nacionales e internacionales en materia de derechos humanos”; y la vía política, a partir de la cual “…se priorizan acciones política en escenarios no-judiciales que procuren disminuir tensiones y garantizar la perdurabilidad del nuevo régimen”. La estrategia del gobierno de Néstor Kirchner propugnó las dos vías, siendo ilustrativos en este sentido, por un lado, el impulso dado en 2003 a la anulación de las leyes del perdón y de los indultos, que permitieron la reapertura de las causas contra ex –represores; y por el otro, la creación del Archivo Nacional de la Memoria y del Museo de la Memoria, emplazado en uno de los centros de detención clandestino más emblemáticos de la última dictadura militar, como es la Escuela de Mecánica de la Armada ( Fernández Peychaux, 2010) 

[9] En estrecha vinculación con este término, podemos recuperar la definición de variedad discursiva, que puede caracterizarse como  “…una forma socialmente ratificada de utilizar el lenguaje en relación con un tipo de actividad social. (Fairclough, 1995, pag. 14).” (Wodak, 2003). 

[10] En consonancia con esto, el texto no se limita a analizar un hecho en particular, sino que establece vínculos entre la corrupción, la política de los derechos humanos y las alianzas del gobierno kirchnerista, para impeler al actual gobierno a que tome determinado curso de acción. 

[11] El título cobra relevancia si tomamos en consideración que “La rebelión de Las Madres” es uno de los libros publicados por Ulises Gorini sobre la historia de las Madres de Plaza de Mayo durante la última dictadura militar en la Argentina. Podríamos sostener hipotéticamente, que la orientación que sigue el título es postular una nueva etapa en la historia de Las madres de Plaza de Mayo: aquella en la cual las demás organizaciones de madres desgarradas se rebelan contra la apropiación de Hebe de Bonafini.   

[12] Este enunciado puede enmarcarse dentro del denominado topos de la justicia que  “…se basa en el principio y en la exigencia de “iguales derechos para todos”. En tanto que proposición condicional significa que si las personas, las acciones o las situaciones son iguales en determinados aspectos concretos, deben recibir el mismo trato o ser objeto de la misma consideración.” (Wodak, 2003)  Esto demuestra claramente la funcionalidad de los topos en la efectuación de una determinada macro-estrategia discursiva.  

[13] “El topos de peligro o topos de amenaza se basa en los siguientes condicionales: si una acción o una decisión política implica concretas consecuencias peligrosas o amenazantes, no debemos emprenderla ni realizarla. O, dicho de otro modo, si existen peligros o amenazas concretos, debemos hacer algo que los contrarreste”. (Wodak, 2003).

[14] Tómese en consideración cómo opera en este fragmento una doble estrategia de asimilación: por un lado, se recupera la estrategia de asimilación de la oposición más arriba mencionada, mediante la nominalización “la intensa campaña opositora contra la corrupción”; y por el otro, se asimilan los distintos actores que conforman las alianzas del gobierno, asociándolos con un sustento basado en el erario público y en la corrupción.

[15] Retomando lo dicho respecto de Ricardo Alfonsín en el marco de las estrategias referenciales o de dominación: si su accionar político es un síntoma de madurez, por ende, aquel que no siga este ejemplo es inmaduro políticamente.