Revista Nº17 " ECONOMIA"
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Resumen

En el presente trabajo haré un recorrido histórico que va desde la primera presidencia de Carlos Saúl Menem, haciendo hincapié en el análisis de la aplicación de políticas neoliberales durante su mandato, para luego continuar por lo que fue su segunda presidencia, prestando especial atención a la figura de quién fue su Ministro de economía más sobresaliente: Domingo Felipe Cavallo y en su plan de convertibilidad, el cual se mantuvo a lo largo de once años.

Finalmente me detendré en los episodios ocurridos durante la presidencia de Fernando De la Rúa, tratando de encontrarle una justificación a la crisis argentina del 2001 en las políticas económicas aplicadas por ambos gobiernos, haciendo un recorrido por los planos políticos, económicos y sociales, y finalizando con el nombramiento como presidente de Eduardo Duhalde en enero del 2002.

Abstract

In this paper I will make a historical journey that goes from the first presidency of Carlos Saúl Menem, with emphasis on the analysis of the implementation of neoliberal policies during his tenure, and then continue on what was his second term, paying particular attention to figure who was his most outstanding Minister of Economy, Domingo Cavallo and its convertibility plan, which was maintained over eleven years.

Finally I will focus on episodes that occurred during the presidency of Fernando De la Rúa, trying to find a justification for Argentina's 2001 crisis in the economic policies implemented by both governments, reviewing plans for political economic and social, and ending with the appointment of Eduardo Duhalde as president in January 2002.

 

 

“Argentina, Neoliberalismo y las consecuencias de la  Convertibilidad en la década de 1990”.

Por: Mateo Archiópoli*

 

Introducción

Justificación:

La apertura Neoliberal en la República Argentina comenzará con las políticas económicas que se implementaron durante la dictadura militar de  1976-1983, ésta va a profundizarse aún más, bajo las dos presidencias de Carlos Saúl Menem en 1989-1995 y 1995-1999, y sobre todo con la asunción de Domingo Felipe Cavallo en 1991 como ministro de economía.

Durante esta etapa, van a darse grandes cambios y transformaciones en todas las esferas de la sociedad, las cuales afectarán el curso de la historia Argentina hasta la actualidad, por este motivo es relevante realizar un análisis sobre la forma en que el gobierno de Menem se condujo política y económicamente durante esta etapa, para lograr comprender las graves consecuencias que se desprendieron luego de todo este proceso.

Objetivo:

El objetivo del presente trabajo es intentar analizar las medidas políticas y económicas tomadas bajo los dos gobiernos del menemato, para así lograr comprender las consecuencias y el impacto que éstas causaron tanto en la política como en la sociedad Argentina.

Esbozo del Problema y Problema:

Como consecuencia de la hiperinflación y los altos índices de pobreza e indigencia que experimentaba la Argentina desde fines de la década del ´80, Carlos Saúl Menem decide como una de sus premisas desarrollar un plan que ponga fin al proceso inflacionario. Para esto logra que el Congreso sancione la Ley de Convertibilidad de la moneda en Mayo de 1991,  bajo la iniciativa de su Ministro de Economía que por ese entonces era el Dr. Domingo Felipe Cavallo.

Dicha ley establecía un nuevo tipo de cambio fijo con el Dólar estadounidense, en el cual un peso nacional equivalía a un dólar. Como consecuencias inmediatas a la sanción de la Ley se logró estabilizar la economía, reducir los índices de pobreza, favorecer las importaciones y sacar al país rápidamente de la crisis que puso fin al mandato de Raúl Alfonsín en 1989.

Sin embargo este plan que debería haber sido una medida de corto plazo se convirtió en una herramienta política esencial durante los diez años que abracaron las dos presidencias de Menem, trayendo consecuencias nefastas para su sucesor Fernando De la Rúa, quién no pudo poner fin al modelo económico menemista, y determinó una profunda recesión económica a partir de 1998 y finalmente el estallido de la crisis social, política y económica a finales del 2001.

Hipótesis:

“Si bien la Ley de Convertibilidad había logrado sacar el país adelante luego del proceso inflacionario que se dio luego del fin del mandato de Alfonsín y sirvió muy bien como medida económica de corto plazo, utilizarla durante los siguientes once años a su sanción podría haber sido la causa principal del estallido de la crisis en 2001”.

Marco teórico:

Durante todo el trabajo se recurrirá a la postura de diferentes autores para lograr una mayor comprensión de porqué el gobierno de Carlos Saúl  Menem se basó en políticas económicas neoliberales, y de cómo la implementación de La Ley de Convertibilidad desembocó en la crisis social, política y económica del 2001.

Para la realización de la investigación, en todos sus puntos me basaré en los autores Finochietto, Muñoz Mayorga, Carpenter, Fraschina, Castro Pueyrredón, Fucci, De Simone, Molina, Di Gregorio, Gorosito y Tarditi con el fin de poder explicitar y demarcar todo el camino trazado por la implementación del Plan de Convertibilidad, no solo en la duración del mismo, sino que también en la situación económica anterior y posterior a la misma, como así también, intentaré estructurar una respuesta hacia el interrogante planteado con respecto a la posible implementación del Plan a corto plazo y no a largo plazo.

Desarrollo histórico de la ascensión al poder de Carlos Saúl Menem

Hacia finales de la década de los ´80, la Argentina se vio afectada por una fuerte crisis económica marcada principalmente por una creciente espiral inflacionaria que trajo como consecuencia una suba en los precios al consumidor, así también como la disminución del stock de divisas, atrasos en los pagos externos y el incremento en el desequilibrio fiscal.

Este nefasto panorama derivó de los sucesivos fracasos en materia socioeconómica llevados a cabo por el gobierno de Raúl Alfonsín, entre ellos el “Plan Austral”, el “Plan Primavera”, y un frustrado pacto social entre los sindicatos y los empresarios.

Es en este período donde se vislumbra un amplio crecimiento de las tasas de desempleo, el aumento de la recesión económica y de la deuda externa; así como también la creciente fuga de capitales hacia el extranjero.

En Mayo de 1989, se llevarían a cabo por segunda vez consecutiva desde la dictadura militar de 1976, las elecciones presidenciales, obteniendo la victoria por un poco más del  47%  de los votos, el candidato del Justicialismo Carlos Saúl Menem, por sobre su opositor, Eduardo Angeloz de la Unión Cívica Radical, quién obtuvo alrededor del 32% de los sufragios. Por primera vez en la historia política Argentina se produjo el traspaso del poder directamente a un candidato opositor por la vía democrática.

Ante la delicada situación económica y social que atravesaba el país, Menem se hizo con el cargo el 8 de julio de ese año, o sea cinco meses antes de lo estipulado, ya que el traspaso de poder estaba previsto para el 10 de diciembre.

1- Medidas económicas y políticas durante la primera presidencia:

Si bien durante toda su campaña Menem había utilizado un discurso de corte populista, centrado en lo social y más acorde a lo planteado históricamente por la doctrina peronista, como por ejemplo, las alusiones a la “Revolución Productiva” para atraer los intereses del sector rural, y al “Salariazo” apuntado a obtener el apoyo de las clases trabajadoras; una vez asumidas sus facultades como presidente realiza un giro en su plan de gobierno, definiéndose por la adopción de políticas de ajuste de carácter neoliberal para hacerle frente a la crisis económica y fiscal en la que Argentina se encontraba inmersa.

Este cambio provocó entre otras cosas, el disgusto de algunos sindicatos, lo que derivó en la fractura de la CGT el 10 de octubre de 1989 en dos sectores: la CGT “San Martín” (a cargo de Güerino Andreoni) que respondía a los intereses menemistas y gozaba del reconocimiento estatal; y la CGT “Azopardo” (conducida por Saúl Ubaldini) en confrontación con el gobierno, la cual cayó en un creciente aislamiento político.

Para poner en marcha su plan de gobierno, Menem se suma a las propuestas planteadas en el denominado “Consenso de Washington” formuladas por académicos, economistas y funcionarios estadounidenses, además de miembros del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, entre otros.

Este documento contaba con diez puntos básicos que apuntaban: a la desregularización del mercado laboral y del Estado, al mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, a la apertura al mercado internacional, a la afluencia de capital extranjero, asi también como a una mayor disciplina fiscal, la centralización de los recursos del Estado en salud y educación, reforma tributaria, privatizaciones de las empresas públicas, y por último, a la desregulación y protección de la propiedad privada.

Para poder aplicar estas medidas en el País, el presidente nombró como ministro de economía a Miguel Roig, quien falleció el 14 de julio de 1989 a sólo seis días de la asunción de Menem, siendo sucedido en el cargo por Néstor Rapanelli (ambos pertenecientes al grupo Bunge y Born).

Es durante esta etapa donde se aprobaron las leyes de “Reforma del Estado” (el 17 de agosto de 1989), y la de “Emergencia económica” (el 1 de septiembre de 1989); las cuales a grandes rasgos trazaban un amplio plan de privatizaciones y dotaban al Poder Ejecutivo de grandes facultades. Sin embargo la inflación no logró detenerse y la recesión económica fue en aumento a partir de noviembre, provocando la renuncia de Rapanelli y su reemplazo en el cargo por Antonio Erman  González (ex ministro de economía de La Rioja bajo la gobernación de Menem).

Las nuevas medidas fueron presentadas por el reciente ministro como una apuesta al “todo o nada”, y apuntaban entre otras cosas a la liberación de los precios, la unificación del mercado cambiario, la liberación del tipo de cambio, la eliminación de todas las regulaciones para la compra y venta de divisas, la anulación del aumento de las retenciones a la exportación y la prevención de un nuevo salto inflacionario.

En diciembre de 1989, González lanza el denominado “Plan Bonex” el cual consistió en un canje compulsivo de los depósitos a plazo fijo por títulos públicos denominados “Bonex”, o “Bonos Externos”. Dicho plan causó un profundo impacto en la población y significó una gran pérdida para aquellos poseedores de plazos fijos, así mismo se adoptaron algunas medidas extra, como por ejemplo prohibir por cuatro meses las licitaciones para compras de bienes e inversiones del Estado, y establecer la obligatoriedad de la autorización previa del Ministerio de Economía para cualquier compra o contratación de organismos del Estado.

En 1990 el Ministro de Economía volvió a anunciar un nuevo plan de ajuste en cuyos puntos salientes se rescatan los recortes de gastos en la administración central y las empresas públicas, los despidos y jubilaciones forzosas de empleados estatales, la eliminación de exenciones impositivas e indexación de pagos impositivos, y la aceleración de las privatizaciones de empresas estatales, obteniendo un resultado exitoso en la reducción de la tasa inflacionaria.

Si bien durante 1990 se vivió un período de equilibrio inestable en el cual se redujo el nivel de la inflación, la situación todavía era de estanflación.

Con respecto al sector del empresariado, la industria y la construcción se vieron afectadas por la recesión y el aumento de la carga impositiva la cual también influía al sector agropecuario, además de la devaluación del dólar. Esto produjo un cierto distanciamiento del empresariado con la política económica que estaba llevando a cabo el gobierno.

 La combinación de la incertidumbre sobre la capacidad del Estado para controlar el déficit fiscal, el inesperado incremento del dólar y las denuncias a funcionarios cercanos al presidente por supuestos cobros y pagos de “coimas” (sobre todo a las empresas Swift e IBM), desembocó en la renuncia del ministro Erman González y su reemplazo por Domingo Cavallo en 1991.

2 - La llegada de Domingo Felipe Cavallo:

El 1 de marzo de 1991 Domingo Felipe Cavallo fue nombrado Ministro de Economía por el presidente Carlos Saúl Menem. Se trataba de una figura aceptada tanto por el establishment local como por el internacional, debido a  los cargos que anteriormente había ocupado.

Habiendo estudiado en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Córdoba, logró recibirse con honores de Contador Público en 1967 y de Licenciado en Economía en 1968, consiguiendo luego un doctorado en dicha materia en 1970, año en el cual además sería nombrado profesor titular, tanto en la Universidad Nacional de Córdoba como en la Universidad Católica de Córdoba. Tras ello obtuvo una beca en la OEA (Organización de los Estados Americanos) para completar sus estudios en la Universidad Norteamericana de Harvard, donde conseguiría un segundo doctorado en 1977.

Su participación en la política comienza en 1969, al ser designado Subsecretario de Desarrollo del gobierno en su Provincia natal. Permaneció en dicho cargo hasta 1970 cuando fue nombrado vicepresidente del directorio del Banco de la Provincia de Córdoba.

En 1982 fue nombrado Presidente del Banco Central de la República Argentina por el General Leopoldo Fortunato Galtieri, es en este período donde consigue estatizar la deuda de los grandes grupos económicos privados del país, con lo cual se gana su aprobación.

Tras la difícil situación que atravesaba el país por la guerra de Malvinas decide retornar a su provincia, apostando claramente por la vía política, y en 1987 es electo diputado en la asamblea nacional por la provincia de Córdoba.

Es en 1989 cuando Carlos Menem lo nombra Ministro de Relaciones Exteriores y de Culto, cuando pasa a formar parte del gobierno. Su principal misión al frente de dicho Ministerio consistió en mejorar las relaciones con el Gobierno de los Estados Unidos, así como también con los organismos de crédito internacional (FMI y BM).

Finalmente, como bien se ha mencionado anteriormente, es en 1991 cuando Cavallo pasa al que debería haber sido originalmente su puesto: Ministro de Economía, Obras y Servicios Públicos con la difícil tarea de frenar definitivamente la inflación de la economía argentina.

“La era Cavallo”

1 - Primeras medidas económicas:

Cavallo se encontró con una situación fiscal un tanto más manejable que la de sus predecesores, ya que si bien tenía urgencias de corto plazo, las reservas se encontraban en un nivel alto.

El nuevo Ministro lanzó inmediatamente un plan de ajuste, lo cual tuvo como primer escollo la reacción del bloque de diputados peronistas, remarcando la persistencia de las tensiones entre éstos y el Poder Ejecutivo, aunque de todas formas logró que el proyecto se transformase en ley.

Un segundo problema al que Cavallo tuvo que hacer frente fue el de la huelga ferroviaria de febrero de 1991 en reclamo por mejoras salariales,  la cual paralizó la totalidad del servicio. Para esto el Ministro recurrió al uso de las atribuciones que le otorgaba el decreto/ley que limitaba el derecho de huelga y declarándola como “ilegal” por el hecho de afectar a un servicio público, a lo que le siguió una serie de despidos masivos, el cierre de talleres y la privatización de ramales, ocasionando un levantamiento del paro.

El tercero de los escollos a superar por el Ministro de Economía surgió cuando las cámaras agropecuarias realizaron una propuesta para acordar un “pacto fiscal” con el gobierno a fin de equilibrar las necesidades fiscales con las de los productores, a la que el gobierno no respondió y por la cual Cavallo amenazó con enfrentar un no cumplimiento de las obligaciones impositivas por parte de los productores agropecuarios de la misma manera que lo había hecho con la huelga de los ferroviarios, lo que desembocó en un llamado a paro de dos días por parte de las tres principales asociaciones rurales de la Argentina. Finalmente este problema se superó con la suspensión del paro frente al anuncio de una serie de concesiones gubernamentales, tales como la eliminación de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, la refinanciación de pasivos y líneas de créditos específicas para la producción rural, entre otras.

2 - Puesta en marcha del Plan de Convertibilidad:

Habiendo superado los problemas anteriormente descriptos, y en un clima político de mayor tranquilidad para el Ministerio de Economía, Cavallo logra que el 27 de marzo de 1991 se sancione la Ley N° 23.928 más conocida como la Ley de Convertibilidad del Austral.

El plan, que comenzó a regir a partir del 1 de abril del mismo año, establecía una relación cambiaria fija entre la moneda nacional y la estadounidense, a razón de un Dólar estadounidense por cada 10.000 Australes, que luego serían reemplazados por una nueva moneda; el Peso Convertible, de valor fijo también en un Dólar. Dicha ley tenía como objetivo principal establecer un control definitivo sobre la hiperinflación.

“(…) Para asegurar la paridad cambiaria Cavallo fijó la obligación de que el Banco Central mantuviese la relación entre las reservas y la base monetaria, suspendiendo toda cláusula indexatoria en contratos o acuerdos salariales, lo que aseguró la desaparición del déficit fiscal a partir de abril, aclarando que en caso de haberlo, éste no podrá ser cubierto por emisión sino tomando crédito interno (…)”.[1]  

Los efectos en el mercado del nuevo tipo de cambio fueron inmediatos, el 1 de abril las tasas de interés anuales cayeron de un 44 a un 22% y el dólar se mantuvo estable, se produjo también una notable reducción en el índice de precios al consumidor, además se logró una mayor estabilidad, la reaparición del crédito con bajas tasas de interés, las negociaciones con cámaras representantes de ramas de la industria tendientes a intercambiar reducciones impositivas por reducciones de precios, así como se vislumbró una tendencia alcista en la bolsa, un aumento de la demanda de bienes de consumo y una importante reactivación industrial.

Sin embargo, para mantener en vigencia este tipo cambiario, el Estado estaba obligado a obtener una mayor cantidad de ingresos que de gastos. Es por eso que se llevaron a cabo medidas tales como reformas tributarias, luchas contra las evasiones fiscales, disminución de los empleados públicos, aceleración en las privatizaciones (las cuales durante el mandato presidencial de Menem estuvieron a cargo de José Roberto Dromi y María Julia Alsogaray, dejando virtualmente ninguna empresa en manos del Estado) y el control absoluto de las remesas a las provincias, las cuales debían ajustar sus gastos a sus recursos propios y coparticipables.

“(…) En ese contexto, el gobierno nacional promovió varios acuerdos con las administraciones provinciales tratando de establecer una nueva distribución de los fondos coparticipados distinta de la que estaba fijada por la legislación vigente. Se destaca, en este sentido, el llamado Pacto Fiscal, firmado en 1992 y renovado en 1993. (…)”.[2]

 Durante 1992 los éxitos de la política económica fueron obvios: “(…) El PBI creció un 9%, los precios al consumidor aumentaron un 17,5% (la tasa más baja desde 1970) y los precios mayoristas un 3,1%. Desde principios del plan (abril de 1991), hasta el fin de 1992, la inflación de precios al consumidor había sido del 42,2% y la de los mayoristas del 6,6% (…)”. [3]

Este aumento de la recaudación se logró mejorando notablemente la calidad de los ingresos, disminuyendo la regresividad de la carga tributaria y la distorsión del sistema económico. Además, se eliminó el impuesto inflacionario y desaparecieron otros como los que gravaban las exportaciones, los débitos bancarios y los sellos. Ya en 1993 el 80% de la recaudación total provino del IVA.

Una de las principales fuentes de confrontación durante la gestión de Cavallo, sobre todo con los gobernadores provinciales y los jubilados, fue lo referente al gasto público. En 1993, las dos terceras partes del gasto público total se destinaron al denominado “gasto público social”, y el 30% del gasto público total se destinó a seguridad social.

Un ítem en el gasto que se negoció sin tantas dificultades fue el de la deuda externa pública. En abril de 1992 se acordó con la banca acreedora y se oficializó el respectivo Plan Brady (estrategia para reestructurar la deuda, respaldada por el FMI y otros acreedores multilaterales y bilaterales oficiales), en diciembre del mismo año, a lo que oficialmente se informó que esto traía un alivio en los pagos del orden del 35%.

De todo esto puede rescatarse que en su corto plazo, el Plan de Convertibilidad fue exitoso ya que se logró el objetivo de terminar con la inflación y se consiguió un inmenso ingreso de capitales, lo que permitió su continuidad.

Es consecuencia de dicho éxito que los organismos de crédito internacional, quiénes habían considerado que la aplicación de un tipo de cambio fijo era anacrónico y no respondía a la lógica de libertad del mercado monetario, dejen de lado rápidamente esta concepción generando aplausos al modelo y finalmente su financiación.

En este punto se puede ver una transformación de la imagen que poseía Argentina en el mundo, la cual se modificó positivamente, trayendo de la mano mayor cantidad de inversiones y el reconocimiento de nuestro país como parte del sistema internacional.

Este momento es bien descripto en las palabras de Paola De Simone quien argumenta que: “(…) Argentina se consideró a sí misma occidental y cristiana, con un pasado rico y un futuro prometedor. Se vio mas europea que latinoamericana, más desarrollada que el resto de la región y líder natural de la misma (…)”.[4] Lo que viene a justificar el clima de confianza que inspiraba el nuevo proyecto económico, tanto a los ojos externos como a los del interior de la Nación, y que en pocas palabras generó la base que posibilitó la reelección de Carlos Menem en 1995 de manera avasallante,  logrando aproximadamente un 49,6 % de los votos.

3 - Segunda presidencia de Menem (Pobreza, desempleo y corrupción):

Luego de haber asumido por segunda vez como presidente de la Nación, Menem se dedicó a mantener la continuidad de su programa, sin embargo, en el contexto internacional las cosas comenzaban a cambiar su rumbo. En diferentes países del mundo se desata una fuerte crisis económica y financiera que afectó sobre todo a las naciones en vías de desarrollo entre las cuales se encontraban los casos de Rusia, México, Brasil y Argentina.

“(…) Las crisis evidenciaron las falencias de las medidas neoliberales implementadas en los países emergentes para recibir inversiones externas directas. Esto se tradujo en un endeudamiento profundo con dificultades de repago y estrangulamiento de las posibilidades de desarrollo sustentable (…)”. [5]

En 1995, se desata una fuerte crisis en México más conocida como “la crisis del Tequila”, la cual llevó a ese país a devaluar un 15% su moneda; en Argentina, la situación monetaria era muy similar a la mexicana  y con el efecto tequila se vieron afectados el sistema financiero y el mercado de valores, indicando su vulnerabilidad ante cambios imprevistos en la economía internacional.

Si bien la crisis logró ser controlada con financiamiento de los organismos económicos internacionales, Argentina mantuvo su tipo de cambio fijo, a diferencia del caso mexicano.

Los efectos producidos debido a esta cuestión son el aumento del déficit fiscal, el fuerte endeudamiento con los organismos de crédito internacionales y una marcada y creciente desocupación.

Este es un cuadro muy diferente al de los primeros años de la convertibilidad, donde la imagen del país se asemejaba a la de una creciente potencia latinoamericana, es en este momento donde surge otra Argentina, la de los pobres, cuyo número se multiplica en estos años, quedando mucha gente sin hogar, sin salud, sin trabajo y sin educación.

Por otro lado, los escándalos por corrupción comenzaban a aflorar aún más que en los comienzos del menemismo, son bien conocidos los casos escandalosos como por ejemplo la acusación al gobierno por venta de armas a Ecuador y Croacia, los crímenes de María Soledad Morales y José Luis Cabezas, y los atentados a la AMIA, la embajada de Israel, y el de Río Tercero.

Hacia 1996, la relación entre el ministro Cavallo y el presidente Menem comenzó a deteriorarse entre otras cosas por el hecho de que el primero instaló en la discusión pública el tema de la corrupción gubernamental, a lo cual en julio de ese año se lo reemplazó por Roque Fernández quién por entonces ocupaba el cargo de Presidente del Banco Central.

Llegando al año 1999, se desató una nueva crisis que afectó profundamente la economía Argentina. Poco después de enero de ese año, Brasil, luego de corridas bancarias, devaluó el Real. Dada la integración regional, las exportaciones argentinas tenían una inserción importante en el mercado brasilero. Con la devaluación, los productos argentinos perdieron la competitividad, con lo cual se redujo la posibilidad de compra de los mismos.

Además, la reducción de costos en Brasil lo hacía más atractivo para las inversiones, con lo cual muchas de las empresas grandes de nuestro país empezaron a considerar la posibilidad de trasladarse a la nación vecina, o al menos subcontratar allí parte de lo que producían.

Para concluir este capítulo, es necesario mencionar, que el presidente Menem intentó buscar una nueva reforma constitucional que le permitiese obtener un tercer mandato consecutivo y así mantener una continuidad en su programa, sin embargo esto no pudo ser posible debido a que no consiguió el apoyo necesario para hacerlo por lo que tuvo que dejar el paso a otra alternativa política.

Es por eso que en las elecciones del 24 de octubre de 1999, el candidato que se presento por el partido justicialista fue quién había sido su vicepresidente en su primer mandato: Eduardo Duhalde, quién en su campaña planteaba la idea de la devaluación de la moneda como forma de paliar la crisis  y fomentar la exportación, rompiendo con el modelo del 1 a 1 que venía manteniendo desde hacía años el menemismo.

Sin embargo quién se alzó con la victoria en dicho comicio fue el candidato de la Alianza conformada por el radicalismo y parte del peronismo disidente (FREPASO), el doctor Fernando De la Rúa con aproximadamente el 48,5% de los votos, quién se presentaba como la ruptura con todo el “viejo aparato político corrupto menemista”.

Presidencia de Fernando De la Rúa:

La victoria del nuevo presidente se debió en parte al rechazo público hacia la figura de Carlos Menem, sobre todo por su imagen deteriorada debido a los escándalos por corrupción y no tanto por su desempeño en la gestión administrativa.

Otro de los puntos clave de su victoria fue el buen uso de la propaganda, son bien recordados los spots publicitarios donde De la Rúa enunciaba frases tales como “conmigo un peso, un dólar” lo que dejaba entrever que planeaba ya de desde su campaña mantener la continuidad del mismo tipo de cambio debido por sobre todas las cosas a la gran aceptación que el 1 a 1 tenía en todas las capas de la sociedad argentina, y pese a que cada vez resultaba más complicado mantenerlo, sobre todo por la creciente deuda que arrastraba el país y por las crisis económicas que estaban llegando a su punto cúlmine.

Su discurso de campaña también se centró en el tema de la educación, la seguridad y la reducción de la pobreza, cuestiones que durante el menemismo habían quedado de lado y que la población reclamaba cada vez con mayor firmeza.

Entre los problemas que debía enfrentar el nuevo gobierno estaban la caída en un 3,4% del PBI, el aumento de la desocupación que alcanzaba índices de aproximadamente el 14% y la multiplicación de los índices de pobreza e indigencia. Además, el gobierno peronista había dejado un elevado déficit fiscal de más de mil millones de pesos y una deuda externa aún mayor.

Para hacer frente a la crisis, el gobierno comenzó a implementar severas políticas de ajuste con el objetivo de controlar el gasto público, bajar las tasas de interés y mantener la estabilidad monetaria y financiera. Además se recurrió al Fondo Monetario Internacional y a los bancos privados en busca de ayuda para reducir la presión de la deuda externa.

Sin embargo el clima se complicaría aún más llegando a octubre del año 2000 a partir de la renuncia del vicepresidente y líder del FREPASO Carlos Álvarez en un contexto un tanto escandaloso donde se denunciaron supuestos sobornos en el senado para aprobar una polémica ley de reforma laboral, cuyo objetivo consistía en debilitar el poder gremial de los sindicatos más grandes, lo que ocasiono una fuerte resistencia proveniente del justicialismo y también del líder sindical de la CGT Hugo Moyano.

La renuncia del vicepresidente produjo un quiebre en la Alianza, sobre todo en el parlamento, donde el oficialismo iba reduciendo su escasa mayoría mes a mes a medida que los legisladores de los partidos de centro-izquierda iban abandonando la coalición por diferencias políticas con el estilo de gobierno llevado por De la Rúa.

A fines del 2000, la situación política se tornaría muy desfavorable para el gobierno, ya que el justicialismo poseía la mayoría en la cámara de senadores y tenía gobernadores de su partido en casi todas las provincias argentinas. A esto deben sumarse las fracturas dentro de la Alianza que se encontraba cada vez más debilitada.

Esto se acrecentó aún más a partir de las elecciones legislativas de octubre del 2001 donde el justicialismo logró imponerse con cerca del 40% en todo el país, dejando como saldo un Congreso totalmente opositor al gobierno. En estas elecciones ya se podía ver que el descontento social era cada vez mayor y que había una concepción instalada en la sociedad de desconfianza hacia toda la política en general, esto queda demostrado en las cifras récord en el país de votos en blanco o nulos.

Con respecto a materia económica, los fracasos de José Luis Machinea y de Ricardo López Murphy, derivaron en el nombramiento de un viejo conocido, nuevamente Domingo Felipe Cavallo se encontraría al frente del Ministerio de economía de la Nación. Este llegó respaldado por la mayoría parlamentaria del PJ y con un fuerte impulso del Líder del FREPASO, Carlos Álvarez.

Cavallo inició su nueva gestión prometiendo rebajar impuestos y reanimar la industria, sin embargo no encontró la respuesta esperada ni en los mercados ni en los organismos de crédito internacional para llevar a cabo sus planes.

En julio del 2001, debido a su incapacidad para normalizar la economía, su política tomó un rumbo un tanto más ortodoxo. Presentó un plan de “déficit cero”, con un nuevo recorte general de gastos en la administración pública para evitar gastar más de lo que ingresaba en el Estado, a lo que encontró gran resistencia para obtener dicha ley en el Congreso tanto por sectores del radicalismo como del justicialismo, Teniendo que interceder el propio presidente De la Rúa para lograr el acuerdo.

Sin embargo el plan tampoco funcionó y la economía se contrajo aún más, debido a los ajustes y al contexto internacional de recesión regional y global que tampoco ayudaba a Argentina a salir de la crisis.

En noviembre del mismo año, se lanzó el plan “Megacanje”, cuyo objetivo consistió en reestructurar los compromisos de la deuda externa. Hacia fines de ese mes, el agravamiento de la situación económica, con inversiones que se alejaban debido a la complicada situación política, provocó la desconfianza pública en el sistema financiero por lo que se produjeron fuertes retiros de depósitos bancarios. Es curioso mencionar cómo La Argentina pasó de ser un “alumno ejemplar” en cuanto a la aplicación de los proyectos neoliberales, a “todo lo que no se debe hacer”. Es decir que a los ojos de los organismos internacionales, el país fue condenado a la categoría de los más riesgosos para invertir en él.

Para frenar los retiros masivos de dinero de los bancos, Cavallo lanzó una medida de contención más conocida como el “corralito” la cual originalmente permitía retirar sólo 250 pesos en efectivo semanales, la prohibición de enviar dinero al exterior del país y la obligación de realizar la mayor parte de las operaciones comerciales mediante cheques, tarjetas de crédito o de débito.

Esta medida tuvo un impacto altamente impopular, perjudicando aún más a numerosos sectores de la economía argentina.

1 - Estallido social y crisis del 2001:

Hacia finales de diciembre del 2001, y como consecuencia de las nuevas medidas económicas, la situación social se volvió incontrolable. Los saqueos y los desmanes que tuvieron lugar en los puntos más importantes del país llevaron al presidente a llamar a la población a la calma.

Sin embargo la rebelión popular estaba lejos de terminar, no sólo el discurso presidencial no logró calmarlas, sino que además se sumó a ésta el apoyo de la clase media, enfurecida por el congelamiento de los depósitos bancarios. Esto llevó a la renuncia de Cavallo el 19 de diciembre de ese año.

Un día después, la Ciudad de Buenos Aires se encontraba desbordada por una ola de saqueos a supermercados y establecimientos comerciales de diverso tipo, a lo que De la Rúa respondió declarando el “estado de sitio” en todo el país. Sin embargo esta medida no logró que cesara el vandalismo.

Las consecuencias de la manifestación dejaron un saldo oficial de 27 muertos y más de dos mil heridos. A esto se sumó la marcha de miles de personas auto convocadas que reclamaban la renuncia de todo el aparato político al grito de “que se vayan todos”, además de una huelga convocada por los gremios encabezadas por la CTA y la CGT, como protesta hacia el estado de sitio.

El presidente había perdido así el respaldo de la mayoría de su propio partido, la Unión Cívica Radical, e intentó convocar sin éxito al justicialismo en un acuerdo para sumarlo al gobierno. El rechazo del PJ no le dejó otra salida que presentar su renuncia el 20 de diciembre del 2001, cuando no había cumplido ni la mitad de su mandato presidencial.

Una imagen que resume todo el clima de caos y desorden que se vivía en ese momento es la del mismo presidente escapando en helicóptero de la Casa Rosada, imagen que quedará grabada para siempre en los ojos de todos los argentinos, y que como consecuencia afectaría fuertemente a la imagen del partido radical, debilitándola a tal punto de que hasta la actualidad no logró ganar nunca más una elección. En palabras de Osvaldo Fucci, puede decirse también que “(…) El argentinazo del 19 y 20 de diciembre del 2001no sólo fue el fin del presidente De la Rúa que en 1999 había cosechado más de 9 millones y medio de votos, sino que también provocó el entierro político de los dos referentes máximos de las políticas neoliberales en la Argentina: Domingo Cavallo y Carlos Menem (…)”.[6]

De la Rúa fue sucedido inmediatamente por el presidente previsional del Senado, Ramón Puerta, y pocos meses después la mayoría Justicialista en el Congreso designaría como presidente interino al gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saa, quién ocuparía el cargo por pocos meses y que en el corto tiempo que estuvo al frente de la presidencia tomó medidas importantes como la declaración del “default” financiero, con lo cual Argentina se declaraba insolvente para pagar las deudas contraídas, acción que tuvo un impacto muy positivo en términos populares.

Sin embargo el apoyo popular no duró mucho debido a la inclusión en su gabinete a figuras que contaban con una imagen pública muy negativa. Así, una semana después de haber asumido, Rodríguez Saa debió presentar su renuncia y su sucesión recayó en el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño quién llevó a cabo la transición mientras el Congreso elegía un nuevo presidente. Paradójicamente, este resultó siendo Eduardo Duhalde quién había resultado segundo en las elecciones de 1999 detrás de De la Rúa.

2 - Fin de la convertibilidad:

Duhalde fue electo presidente de la Nación el 2 de enero de 2002 por la Asamblea Legislativa a través de un consenso entre el peronismo y la oposición.

En vísperas de su asunción presidencial éste había expresado su temor a una “guerra civil” debido a los conflictos callejeros que aún no cesaban en el territorio nacional, y reconoció que el país se encontraba en quiebra, anunciando un Gobierno de unidad nacional, cuyos objetivos deberían ser “reconstruir la autoridad política e institucional, garantizar la paz social y sentar las bases para el cambio del modelo económico y social”

El anuncio del nuevo Presidente de que la devaluación debía darse cuanto antes marcó el fin de la Convertibilidad, un plan que originalmente había sido ideado como una medida a corto plazo para afrontar las crisis inflacionarias y que se convirtió en una política de cabecera para dos presidentes diferentes, durando once largos años. Finalmente el 6 de enero del 2002 se sancionó la ley que terminó definitivamente con el tipo de cambio fijo del 1 a 1.

La devaluación trajo consigo una crisis de confianza muy profunda, especialmente generando expectativas negativas en la población y aumentado los niveles de protestas, sin embargo para la segunda mitad del año 2003 se revirtieron esas tendencias gracias a que el peso devaluado estaba espoleando el comercio exportador y la producción industrial local en detrimento de las importaciones de bienes,  no redundando igualmente en un cambio de imagen a nivel internacional.

Conclusiones finales:

Las principales conclusiones a las que arribo, siguiendo el orden conceptual de este trabajo para desarrollar la problemática de la aplicación de políticas neoliberales en nuestro país son varias.

Primero quisiera resaltar el cambio drástico que sufrió la imagen de Argentina a nivel internacional desde 1995 durante el auge del menemismo, hasta el 2002 luego de la crisis sufrida en el año anterior. Es preciso aquí rescatar cómo se paso de ser un ejemplo a imitar por otras naciones en vías de desarrollo a uno de los países donde era más riesgoso invertir, ya que durante el período de tiempo señalado se intentó seguir al pie de la letra todo lo dictado por los organismos de crédito internacionales.

Es por eso que también llego a la conclusión de que todas las medidas en materia económica que comenzaron a implementarse desde el primer mandato de Menem, deberían haber sido de corto plazo, orientadas a alcanzar una mejoría en el territorio nacional de una manera más gradual y no creando la imagen ilusoria de un país del primer mundo que se pretendió crear para alcanzar el apoyo económico y el consenso de las principales potencias mundiales.

La segunda cuestión que quisiera abordar es el tema de la duración del plan de convertibilidad el cual, como varias de las medidas económicas implementadas en esta época, debió haberse terminado una vez alcanzado su objetivo principal que era acabar con la hiperinflación. Sin embargo, la gran aceptación popular que había alcanzado el nuevo tipo de cambio fue favorable a la estrategia clientelista del gobierno de Menem, permitiéndole el apoyo popular que necesitaba para su reelección.

Es también por la popularidad que alcanzó el 1 a 1 en la sociedad que De la Rúa decidió continuar con este plan, ya que daba por sentado que si terminaba con él perdería los votos que necesitaba para ganar en las elecciones de 1999.

Como consecuencia final, la recesión económica que comenzó en 1998 y terminó con la gran crisis del 2001, se debió en gran parte a que no se logró devaluar la moneda a tiempo y a la insistencia de los gobiernos por tratar de mantener este tipo de cambio fijo cuando sabían que esto ya no era posible.

 

Bibliografía

·        Acuña, Carlos H. (1995): “Política y Economía en la Argentina de los Noventa (O por qué el futuro ya no es lo que solía ser) en “La Nueva matriz política argentina. Editorial Nueva visión, Buenos Aires.

·        Botana, Natalio, (1995): “Las transformaciones institucionales en los años del menemismo” en Revista Sociedad de la Facultad de Ciencias Sociales U.B.A.

·        Gerchunoff, Pablo y Torre, Juan Carlos (1996): “La política de liberalización económica en la Administración de Menem” en Revista de Desarrollo Económico, vol. 36, N° 143.

·        Gorosito, Eduardo y Fraschina, Santiago, (2004): “La Argentina después de la Convertibilidad”, Ediciones de la Universidad (Buenos Aires).

·        Ruiz Valiente, Rolando, (2006): “Principales Doctrinas del Pensamiento Económico”, Ediciones de la Universidad (Buenos Aires).


 



* Carrera de Ciencia Política (UBA).

[1] Acuña, Carlos H., Política y economía en la Argentina de los noventa, Revista de Ciencias Sociales: América Latina Hoy N° 11 – 12, Diciembre de 1995, (Pág. 66 y 67).

[2] Gerchunoff, Pablo y Torre, Juan Carlos, “La Política de liberalización económica en la administración de Menem”, Revista de desarrollo económico Vol. 36, Núm. 143 (Pág. 757).

[3] Acuña, Carlos H., “Política y economía en la Argentina de los noventa”, Revista de Ciencias Sociales: América Latina Hoy N° 11 – 12, Diciembre de 1995, (Pág. 68).

[4] De Simone, Paola, “Percepciones y realidades de las relaciones exteriores argentinas antes y después de la convertibilidad”, En “La Argentina después de la convertibilidad”, Ediciones de la Universidad, Buenos Aires, 2004, (Pág. 161).

[5] De Simone, Paola, “Percepciones y realidades de las relaciones exteriores argentinas antes y después de la convertibilidad”, En “La Argentina después de la convertibilidad”, Ediciones de la Universidad, Buenos Aires, 2004, (Pág. 162).

[6] Fucci, Osvaldo, “Sobre la deuda externa y el fin de la convertibilidad”, En “La Argentina después de la convertibilidad”, Ediciones de la Universidad, Buenos Aires, 2004, (Pág. 147).