Figura modificada a partir �de Sartori (1987)
La escala de abstracci�n
Para establecer la definici�n caracterizadora de un concepto emp�rico es necesario utilizar la escala de abstracci�n. Esta escala est� compuesta de dos elementos: la connotaci�n (tambi�n llamada �intenci�n�) y la denotaci�n (tambi�n denominada �extensi�n�). La primera de ellas es el conjunto de caracter�sticas, propiedades o atributos que posee la definici�n del t�rmino; mientras que el segundo elemento hace referencia al conjunto de cosas, hechos, fen�menos o estructuras a las que se aplican el t�rmino. La forma en que se relacionan estos dos elementos es inversa: a menor connotaci�n mayor denotaci�n, y viceversa, a mayor connotaci�n menor denotaci�n. Algunos estudiosos la han denominado la �ley de variaci�n inversa�. As� un concepto puede recorrer la escala de arriba abajo, y viceversa, siempre y cuando cumpla con esta ley inversa.
Algunos conceptos recorrer�n esta escala, utilizando el mismo t�rmino en los diferentes niveles de abstracci�n, haciendo m�s dif�cil la identificaci�n conceptual; sin embargo, existen casos en el que para cada nivel de abstracci�n se utilizan distintos t�rminos, simplificando la identificaci�n. Estos distintos t�rminos utilizados para el etiquetado de los conceptos en distintos niveles deben, en la medida de lo posible, ser compartidos por la comunidad cient�fica, por lo que tenemos que evitar la creaci�n innecesaria de neologismos que no hacen m�s que confundir.
Sartori ha distinguido esquem�ticamente tres zonas dentro de la escala de abstracci�n:
Clasificaciones per genus et differentian
El m�todo comparado no se caracteriza por analizar un solo caso, ni tampoco por analizar fen�menos pol�ticos que se desarrollan en todas las unidades macro sociales del mundo y en todos los tiempos hist�ricos, sino se caracteriza por analizar un n�mero intermedio de casos �m�s de uno pero menos de cincuenta. Si seguimos la l�gica de la escala de abstracci�n, entonces diremos que para un n�mero intermedio de casos es necesario que su intenci�n tenga un n�mero intermedio de caracter�sticas o atributos. De acuerdo con esto, Landman sostiene que el m�todo de �comparar pocos pa�ses [en otras palabras el m�todo comparado] logra control a trav�s de una cuidadosa selecci�n de pa�ses que son analizados usando un nivel intermedio de abstracci�n conceptual�(Landman, 2000: 27). Y es en esta zona de abstracci�n que los conceptos se forman utilizando las clasificaciones per genus et differentian.
Empecemos por aclarar qu� es una clasificaci�n. Una clasificaci�n es �un tratamiento l�gico 1) establecido por un criterio [expl�cito de distinci�n], que permite 2) distribuir los datos en clases mutuamente excluyentes, que son a su vez 3) exhaustivas (todos los datos deben ser clasificables)�(Sartori, 1987: 74). La primera caracter�stica plantea la necesidad de un criterio que haga diferenciable a las categor�as que compondr�n la clasificaci�n. La segunda caracter�stica implica que no ser� posible asignar ning�n caso a m�s de una categor�a; mientras que la tercera implica que las categor�as deber�n establecerse de manera que todoslos casos puedan asignarse a alguna categor�a. Un ejemplo de clasificaci�n podr�a ser el establecido por Mauricio Duverger sobre sistemas de partidos pol�ticos, quien emplea como �nico criterio el num�rico, obteniendo: sistema de partidos monopartidario, bipartidario y multipartidario (Duverger, 1965).
Cuando la clasificaci�n se establece por m�s de un criterio se le denomina taxonom�a. Un ejemplo de este tipo de clasificaci�n nos la da Sartori cuando para fijar las clases de sistema de partidos establece dos criterios: a) n�mero de partidos y b) la distancia ideol�gica de los partidos; de la combinaci�n espec�fica de los estados/valores de cada uno de estos criterios surge determinada clase de sistema de partido los cuales son: sistema de partido predominante, sistema bipartidista, sistema de pluralismo moderado y sistema de pluralismo limitado (Sartori, 1972).
Una vez analizadas las estructuras de la clasificaci�n propiamente dicha y de la taxonom�a, vayamos analizar c�mo estas estructuras pueden desplegarse verticalmente.Las clasificaciones per genus et differentian (Ver: Figura N� 2) son aquellas clasificaciones que sirven para organizar jer�rquicamente a los conceptos seg�n �g�nero, especies, subespecies y as� subclasificando sucesivamente. Este tipo de disecci�n anal�tica es particularmente �poderosa� o poderosamente �ordenadora�, porque cada clase que est� debajo incluye todas las propiedades de todas las que est�n encima�(Sartori, 1987: 75-76). En esta estructura jer�rquica, el g�nero es la categor�a m�s abstracta con un n�mero menor de caracter�sticas que por ende abarca m�s casos, las especies �determinadas por uno o m�s criterios- poseen las caracter�sticas del g�nero y adem�s aquellas caracter�sticas espec�ficas agregadas que las hacen sui generis, por ende abarcan menos casos que el g�nero; y las subespecies �determinadas por uno o m�s criterios- poseen las caracter�sticas del g�nero y de la especie y adem�s poseen aquellas caracter�sticas espec�ficas que las hacen sui generis y por ende contienen menos casos que las dos anteriores, y as� sucesivamente siguiendo la ley de variaci�n inversa.��
Ordenaci�n formal de una clasificaci�n y de una taxonom�a per gennus et differentiam(Figura N�2)
Elaboraci�n propia� *��������
Para observar un poco mejor las ventajas de este tipo de formaci�n de conceptos (por medio de las clasificaciones per genus et differentiam) analicemos dos ejemplos que provienen de investigaciones concretas. El primer ejemplo proviene de Juan Linz, este comparativista establece una clasificaci�n sobre reg�menes pol�ticos. Primero diferencia dos especies de reg�menes: los democr�ticos y los no democr�ticos. Dentro de los reg�menes no democr�ticos encontramos a las siguientes subespecies que son diferenciados por tres criterios (grado de pluralismo pol�tico, el grado de participaci�n real de la poblaci�n y el grado de ideologizaci�n): dictadura, reg�menes totalitarios, reg�menes tradicionales y reg�menes autoritarios. Dentro de la subespecie reg�menes autoritarios �para tomarlo como ejemplo- encontramos siete sub-subespecies, los cuales son: reg�menes burocr�ticos-militares, estatalismo org�nico, reg�menes de movilizaci�n post-democr�tica, reg�menes de movilizaci�n post-independencia, �democracias� raciales, totalitarismo imperfecto y reg�menes post-totalitarios.�
Y el segundo y �ltimo ejemplo, es la taxonom�a de democracias planteada por Lijphart. Para observar de una manera esquem�tica veamos la figura N�3:
Tipolog�a de democracia (Figura N�3)
Extra�do del libro de Peters (1998: 88)
Conceptos perros-gatos
No definir correctamente nuestros conceptos nos lleva a crear conceptos err�neos o como Sartori los denomina conceptos �perros-gatos�. Las fuentes de estos conceptos err�neos �seg�n Sartori- son:
- Parroquialismo: en este caso los conceptos �perro-gato� se producen cuando dentro de un estudio de un solo caso se adoptan t�rminos y definiciones fabricados a la medida, dejando de lado a aquellos t�rminos y definiciones planteados en las teor�as comparativas existentes. Un ejemplo de este tipo de �perro-gato� podr�a ser el t�rmino �partido pol�tico armado� que es com�nmente aplicado al grupo terrorista peruano Sendero Luminoso. En la literatura comparativa contempor�nea, se entiende� que un �partido pol�tico� es un grupo de personas que desea llegar al poder, v�a elecciones y logra ganar puestos de gobierno (Pasquino, 1988). Siendo as�, los partidos pol�ticos por definici�n no son �armados� en la medida que no utilizan las fuerzas de las armas para llegar al poder sino la v�a democr�tica de las elecciones.��
- Mal-clasificar: en este caso el perro-gato se produce cuando no conformamos una clasificaci�n de forma correcta � establecido por un criterio (o m�s) que permite distribuir los datos en clases mutuamente excluyentes, que son a su vez� exhaustivas. Al no clasificar correctamente, muy pronto tendremos problemas para comprobar nuestra hip�tesis. Veamos un ejemplo planteado por Sartori: un investigador ans�a averiguar cu�l es la causa de los �sistemas mono partidarios�. Como hip�tesis plantea que la causa de este fen�meno es la acumulaci�n de cleavages (seg�n Huntington). Luego pasa a conformar su muestra y en ella incluye a Estados Unidos, Jap�n, Suecia, Noruega, India, M�xico y a los pa�ses comunistas pre-1990. Una vez planteada su pregunta, su hip�tesis y su muestra, pasa a verificar la hip�tesis, y se da cuenta que la hip�tesis que plante� solo es v�lida para los pa�ses comunistas pre-1990, y al resto de pa�ses dej�ndolos sin respuesta. El problema est� en que su muestra incluye a muchos pa�ses que no tienen sistemas mono partidarios propiamente dichos (sistema con no m�s de un partido). Seg�n Sartori, Estados Unidos, Jap�n, Suecia, Noruega e India, son pa�ses con sistemas de partido predominante que pertenecen a contextos competitivos. Por su parte M�xico, posee un sistema de partido hegem�nico que permite una competici�n �limitada�. Entonces, solo los pa�ses comunistas- pre 1990 son, en sentido estricto del t�rmino, sistemas mono partidarios. As� la muestra planteada por el investigador ser�a incorrecta en la medida que incluye en el t�rmino a pa�ses con tres tipos diferentes de sistemas de partido. Lo cual tiene el nefasto efecto de impedir evaluar la hip�tesis correctamente.
- Gradualismo: este productor de conceptos �perro-gato� se sustenta en la idea que todas diferencias son de grado, que pueden extenderse sobre un continuum de m�s-menos.� En las ciencias sociales, los conceptos construidos sobre la base del gradualismo son arbitrarios, cada investigador decide en qu� punto del continuo termina o empieza el concepto. Para poner un ejemplo, veamos el concepto de �centro poblado urbano� propuesto por el Instituto Nacional de Estad�stica e Inform�tica (INEI) del Per�. Seg�n esta instituci�n, el centro poblado urbano �es aquel lugar que tiene como m�nimo 100 viviendas agrupadas contiguamente, formando manzanas y calles.�[9]. Esta definici�n es claramente sustentada en el gradualismo, debido a que el n�mero planteado como requisito no se sustenta m�s que en el arbitrio de la instituci�n. �Porque en vez de �100 viviendas� no se coloca 101 o 120?, no hay explicaci�n l�gica que nos impida variar el n�mero.
- Estiramiento de conceptos: en este caso, los perros-gatos se producen cuando un concepto aplicado correctamente a un conjunto dado de casos, es luego aplicado (estirado) a otros casos que no poseen las caracter�sticas de los casos originarios. En otras palabras, este problema se da cuando el t�rmino �perro� no solo es aplicado a aquellos animales que cumplen las caracter�sticas de �perro� sino que tambi�n son aplicados a aquellos animales que son �gatos�. Para evitar este problema, no nos queda m�s que cumplir con las reglas de abstracci�n. Si lo que deseamos es abarcar m�s casos (aumentar la extensi�n), es necesario reducir el n�mero de caracter�sticas del concepto (disminuir la intenci�n).
Es necesario evitar la mala conceptualizaci�ndebido a que sus efectos para la investigaci�n son funestos. Sartori se�ala que� �entonces, con el perro-gato y derivados [�] el control comparado se vac�a de utilidad. Mientras m�s producimos perros-gatos, menos capaz somos de generalizar y verificar(o falsificar) sobre cualquier cosa� (Sartori y Morlino, 1994: 40).�
Operacionalizaci�n del concepto: indicadores y definiciones operativas.
Con ayuda de la clasificaci�n per genus et differentiam podemos establecer las definiciones caracterizadoras de los conceptos superando de esta manera el problema de la ambig�edad. No obstante, muchas de estas definiciones no son aun capaces de capturar directamente a los referentes emp�ricos a los que se refieren. As� �para colmar esta distancia entre intenci�n de un significado conceptual y sus referentes emp�ricos hay que dar algunos pasos intermedios� (Pasquino, 1988). Esos pasos intermedios son: establecer definiciones operativas y/o indicadores que representan a la definici�n del concepto. Este proceso se le conoce� con el nombre de operacionalizaci�n del concepto, el cual debe de realizarse con sumo cuidado (Ver: Figura N�4). Las definiciones operativas deben reflejar correctamente a los indicadores y estos �ltimos deben reflejar a la definici�n caracterizadora del concepto.
La definici�n operativa de un concepto o de un indicador �es un concepto transferido y reducido a sus propiedades observables y definido por las operaciones que lo verifican�(Sartori, 1987: 66).� En otra palabras, la definici�n operativa �especifica la parte perceptible y medible del fen�meno que el concepto supone representa� (Pasquino, 1988: 52). Tomando un ejemplo de Bartollini, si tenemos el concepto �cuadro de partido� podemos decir que su definici�n operativa es la siguiente: �son aquellas personas que integran los comit�s ejecutivos a nivel local� (Pasquino, 1988: 52).
Cuando los conceptos son demasiados abstractos y no se pueden establecer definiciones operativas de forma directa como en el anterior ejemplo, es necesario establecer primero indicadores, los cuales son conceptos menos abstractos, de los cuales se pueden plantear una definici�n operativa directamente. En otras palabras, cuando tratamos con un concepto complejo es necesario identificar cada una de sus caracter�sticas relevantes y establecer� un indicador para cada uno de ellas, y luego para cada indicador tenemos que establecer una definici�n operativa. Un ejemplo de concepto complejo �tomado de Bartollini- es �Democracia�, de la cual no podemos establecer una definici�n operativa de forma directa, por lo que tenemos que establecer indicadores como: �elecciones libres y competitivas�, �libertad de prensa y de asociaci�n�, �independencia judicial�, etc.
En resumen, podemos decir que existen conceptos de los cuales se puede establecer directamente una definici�n operacional, asimismo existen otros conceptos con atributos tan abstractos que es necesario establecer indicadores y luego establecer definiciones operativas.
Proceso de operativizaci�n de un concepto emp�rico complejo (Figura N�4)
Elaboraci�n propia
Establecimiento de indicadores equivalentes
La medida de un concepto es v�lida cuando el investigador elige a aquellos indicadores que mejor reflejen las propiedades del concepto que est� midiendo.� Es posible lograr esta validez v�a dos procedimientos. El primero consiste en aplicar el mismo indicador del concepto a todos los casos bajo estudio. El segundo consiste en establecer indicadores espec�ficos de un mismo concepto para cada caso. El primer procedimiento debe utilizarse cuando tenemos la certeza que el indicador seleccionado del concepto tiene el mismo significado en todos los casos que estudiamos. El segundo procedimiento debe ser utilizado cuando nos enfrentamos a situaciones en el que se investiga casos con contextos culturales diferentes.� Seg�n Adcock y Collier: �en ciencia pol�tica, esta preocupaci�n sobre el contexto puede surgir cuando los investigadores est�n haciendo comparaciones a trav�s de diferentes regiones del mundo o distintos periodos. Esto tambi�n puede surgir en comparaciones dentro de una unidad [�] nacional, dado que diferentes subunidades, regiones o subgrupos pueden constituir muy diferentes contextos culturales, sociales o pol�ticos� (Adcock y Collier, 2001: 534). Cuando se est� investigando casos con contextos culturalmente diferentes, el indicador de un concepto puede adquirir diferentes significados seg�n el caso. En esa l�nea, Munck sostiene que �para los investigadores cualitativos un aspecto clave del problema es, simplemente, que as� como las palabras toman diversos significados cuando son usados en diferentes contextos, los indicadores tambi�n pueden medir diferentes cosas en diferentes contextos� (Brady y Collier, 2004: 115). Cuando enfrentamos esta situaci�n el investigador no puede asumir que el mismo indicador ser� una medida valida de un concepto a trav�s de diferentes casos y periodos de tiempo. No ser� v�lido en la medida que el indicador �malentendido� medir� otro concepto y no el concepto que nosotros estamos tratando de medir. Es en esa situaci�n, que se hace necesario desarrollar indicadores espec�ficos para cada caso (lo que Pzeworski y Teune denominaron establecer �system�specificindicators�). Estos� indicadores deber�n ser elegidos tomando en cuenta la cultura local de cada caso� y a la vez teniendo en cuenta que los indicadores espec�ficos en conjunto deber�n reflejar el mismo concepto subyacente.� 2.4) T�cnicas comparativas
La cuarta caracter�stica del m�todo comparativo es el uso de t�cnicas macro cualitativas para descubrir o confirmar las relaciones existentes entre la variable dependiente (resultado) y las variables independientes (o tambi�n denominadas condiciones causales). As�Ragin, rese�ado por Lim, sostiene que la utilizaci�n del m�todo comparado tiene una b�sica predisposici�n, �el m�todo comparado envuelve un sesgo haciaan�lisis cualitativo, lo cual significa que los comparativistas tienden a ver los casos como unos todos� y comparar casos totales con otros� (Lim, 2006: 19). Una de las m�s importantes implicaciones de esto es que �los comparativistas tienden a evitar deliberadamente [�] el an�lisis cuantitativo, tambi�n conocido como an�lisis estad�stico o centrado en la variable� (Lim, 2006: 20).
En lo que sigue� responderemos tres preguntas b�sicas que nos ayudar�n a describir con el suficiente detalle a las t�cnicas comparativas: �Por qu� utilizamos estas t�cnicas?, �Qu� casos pueden ser sometidos a estas t�cnicas? Y �Cu�les son y c�mo se aplican estas t�cnicas?
�Por qu� utilizamos estas t�cnicas comparativas?
Utilizamos estas t�cnicas para controlar nuestras hip�tesis. Es decir, comprobar si nuestras hip�tesis son verdaderas o falsas. En palabras de Sartori,�la comparaci�n es un m�todo de control de nuestras generalizaciones�o leyes de tipo si�entonces�� (Sartori y Morlino, 1994: 30). En palabras de Ragin, �el an�lisis comparativo sistem�tico constituye uno de los medios primordiales para establecer generalizaciones cient�ficas en la investigaci�n macro pol�tica� (Goodin y Klingemann, 2001: 1081). Asimismo, para Skocpol el principal objetivo de estas t�cnicas es �desarrollar, testear y refinar hip�tesis explicativas y causales acerca de eventos o estructuras integrales de las macro unidades tales como las naciones-Estado� (Skocpol, 1979:36).
Debido a que el n�mero de casos bajo investigaci�n es reducido, el nivel de generalidad resultante de estas t�cnicas ser� limitado. Tener este nivel de generalidad limitado ha permitido a los comparativistas establecer patrones causales entre los casos bajo estudio, y al mismo tiempo realizar ex�menes detallados de los contextos y de las particularidades de cada caso.
�Qu� casos o unidades macro sociales pueden ser sometidos a las t�cnicas comparativas?
Los casos que pueden ser sometidos a las t�cnicas comparativas son aquellas que simult�neamente poseen propiedades comunes y diferentes. En esta l�nea, Sartori sostiene que �puede concluirse que comparar implica asimilar y diferenciar en los l�mites. Si dos entidades son iguales en todo, en todas sus caracter�sticas, es como si fueran la misma entidad, y todo termina ah�. A la inversa, si dos entidades son diferentes en todo, entonces es in�til compararlas, y del mismo modo todo concluye all�. Las comparaciones que sensatamente nos interesan se llevan a cabo entre entidades que poseen atributos en parte compartidos (similares) y en parte no compartidos (declarados no comparables)� (Sartori y Morlino, 1994:35).
Ser�a in�til para los fines de la comparaci�n contrastar dos casos que sean totalmente iguales. As� como ser�a in�til comparar dos casos totalmente diferentes. Para Ragin por ejemplo �no tiene sentido para la mayor�a de los prop�sitos de la teor�a actual, excepto en un nivel muy abstracto, comparar por ejemplo la democracia de la antigua ciudad-Estado griega con las formas ac�falas de toma consensual de decisiones en algunas partes de �frica tradicional [�] o con el actual sistema de gobierno en, digamos, Estados Unidos o Alemania� (Goodin y Klingemann, 2001: 1086).
�Cu�les son y c�mo se aplican las t�cnicas comparativas?
Siguiendo en parte a Charles Ragin, Dirk Berg-Scholosser y Gisele de Meur (Goodin y Klingemann, 2001:1089-1097) podemos identificar tres t�cnicas comparativas: las t�cnicas millianas, las t�cnicas planteadas por Pzerworski y Teune, y el an�lisis cualitativo comparativo. En lo que sigue presentaremos sus caracter�sticas y los distintos resultados causales que producen cada una de estas tres t�cnicas.
Antes de seguir realizaremos un importante par�ntesis. A lo largo de la presentaci�n de las tres t�cnicas mencionadas, haremos hincapi� en la necesidad de utilizar a la teor�a como fuente de explicaciones tentativas de los fen�menos macro pol�ticos que estamos investigando. De all�, la necesidad de realizar una revisi�n de las teor�as comparativas contempor�neas.
Teor�as emp�ricas comparativas
Las teor�as emp�ricas son �una representaci�n simplificada de la �realidad� y un esquema dentro de la cual los hechos no solo son seleccionados sino adem�s interpretados, organizados y ajustados de manera conjunta para que ellos creen un todo coherente� (Lim, 2006: 70). As�, uno de los puntos m�s importantes de la teor�a ser�a �que la teor�a emp�rica pol�tica selecciona determinados aspectos de la realidad para explicarlos resultados pol�ticos.
En la literatura comparativa actual existen una gran cantidad de teor�as. Frente a este gran n�mero algunos comparativistas han establecido clasificaciones. Una de ellas es la planteada por Timothy Lim, tomada a la vez del libro de Lichbach y Zuckerman (1997), la que, aunque incompleta, nos da una idea clara de las diversas tradiciones �te�ricas en este subcampo de la ciencia pol�tica. Seg�n Lim, existen tres grandes tradiciones te�ricas las cuales explican los resultados pol�ticos seg�n determinados elementos. Las teor�as racionalistas consideran que el principal factor explicativo de los fen�menos pol�ticos sonlas conductas de los seres humanos que se caracterizan por ser maximizadores racionales de autointer�s, quienes calculan el valor de las metas alternativasy act�an eficientemente para obtener lo que ellos quieren (en esta tradici�n estar�an insertos la teor�a de la elecci�n racional y la teor�a de los juegos).
Por otro lado, las teor�as estructurales consideran que para explicar los resultados pol�ticos es necesario analizar las estructuras entendidascomo redes, v�nculos, interdependencias e interacciones entre partes de un mismo sistemaque se encuentran subyacentes en toda sociedad (en esta tradici�n estar�a inserto el marxismo). Finalmente, est� la tradici�n te�rica culturalista que considera que el elemento que explicamejor -aunque de manera� compleja y ambigua- los fen�menos pol�ticos es la cultura entendida como una manera distintiva de vida que miembros de una sociedad comparten y bajo las cuales ellos forjan una identidad �nica y com�n.
T�cnicas de contrastaci�n de hip�tesis
Despu�s de haber realizado este importante par�ntesis, y haber aprendido acerca de la importancia de la teor�a como fuente de factores explicativos, vayamos a describir lo que quedaba pendiente: las tres t�cnicas comparativas. T�cnicas comparativas millianasEl a�o de 1843, el fil�sofo ingl�s John Stuart Mill public� su libro �Sistemade L�gica� donde plante� las dos t�cnicas comparativas utilizadas por mucho tiempo en la pol�tica comparada: el m�todo del acuerdo y el m�todo de la diferencia. Ambas t�cnicas se encuentran caracterizadas abajo en sus presupuestos ideales. En la realidad ser� muy dif�cil que los casos se ajusten a todos los requerimientos de esta t�cnica. No obstante, el investigador debe hacer lo posible por cumplirlos.
El m�todo del acuerdo
El m�todo del acuerdo es el m�s sencillo y el m�s utilizado por los investigadores comparativos. Su planteamiento l�gico es como sigue: El m�todo del acuerdo declara que si dos o m�s instancias de un fen�meno bajo investigaci�n tienen una o varias de muchas circunstancias causales posibles en com�n, entonces las circunstancias en las cuales todas las instancias concuerdan son las causas del fen�meno de inter�s, aunque ellas var�en en otros aspectos que pudieron haber parecido causalmente relevantes. En otras palabras, el investigador que utiliza esta t�cnica primero identifica aquellos casos que presenten el mismo fen�meno macro pol�tico, luego identifica cu�les son las caracter�sticas comunes a trav�s de todos los casos que ser�n consideradas como causas. Mientras que los aspectos diferentes entre los casos son considerados irrelevantes para la explicaci�n.
Si un investigador, por ejemplo, desea descubrir las causas de la aparici�n de guerrillas en Centroam�rica en las pasadas d�cadas. Primero identificar� cu�les son los pa�ses centroamericanos que presentan este fen�meno. El siguiente paso ser� plantear algunas posibles causas (de preferencia deben ser causas ya planteadas en la teor�a) como por ejemplo: represi�n militar del gobierno, intervenci�n pol�tica y econ�mica de Estados Unidos y altos niveles de pobreza. El tercer paso ser� descubrir cu�les de las posibles causas antes se�aladas se mantienen invariables a trav�s de todos los casos seleccionados. Si en todos los casos es com�n la represi�n militar gubernamental, se dir� que �sta es la causa de la aparici�n de las guerrillas.
El m�todo de la diferencia
El planteamiento l�gico del m�todo de la diferencia es como sigue: primero, un comparativista debe utilizar la t�cnica milliana del acuerdo para identificar casos positivos, es decir aquellos casos donde las variables similares generan el fen�meno de estudio. Segundo, el comparativista debe identificar los casos negativos, es decir aquellos casos donde el fen�meno de estudio no est� presente. Finalmente, el comparativista debe contrastar los casos positivos y los casos negativos, para determinar que las variables causales de los casos positivos est�n ausentes en los casos negativos. Si se encontrasen las mismasvariables causales de los casos positivos en los negativos,estas se eliminan como factor explicativo del fen�meno en estudio,de lo contrario quedar�a confirmada la relaci�n causal de las variables explicativas de los casos positivos.
Los casos positivos son relativamente f�ciles de identificar, solo basta definir nuestro fen�meno y buscar en qu� casos se desarrolla. En cambio, los casos negativos son m�s dif�ciles de precisar, en tanto que su definici�n se presta a diferentes interpretaciones, hasta tal extremo que podr�amos decir que todos los casos que no presenten el fen�meno son nuestros casos negativos �lo cual har�a bastante dif�cil el trabajo del comparativista. Una soluci�n frente a esta dificultad es planteada por Ragin, quien sugiere el uso de tipolog�as para identificar casos negativos. Seg�n esta recomendaci�n, el comparativista debe establecer primero una tipolog�a en el que est� incluido el tipo del fen�meno que estamos investigando. El siguiente paso consiste en elegir como casos negativos a aquellos casos que est�n incluidos en los otros tipos de la misma clasificaci�n (Ragin, 1987: 44).
Aplicaci�n del m�todo del acuerdo y el m�todo de la diferencia: ThedaSkocpol y �Estados y revoluciones sociales�
En el a�o de 1979, Theda Skocpol public� �States and Social Revolutions�. Este texto no busca presentar nuevas evidencias hist�ricas sobre las revoluciones sociales, sino busca explicarlas utilizando una diferente aproximaci�n te�rica y una diferente herramienta metodol�gica. Como buena comparativista, Skocpol inicia su investigaci�n definiendo la variable dependiente (tambi�n denominado resultado): �la revoluci�n social�.
�las revoluciones sociales son transformaciones b�sicas y r�pidas del Estado y de las estructuras de clase; y ellos son acompa�ados y en parte llevadas a cabo por revueltas basadas, en t�rminos de clase, desde abajo. Las revoluciones sociales son un conjunto aparte de otros tipos de conflictos y procesos de transformaci�n sobre todo por la combinaci�n de dos coincidencias: la coincidencia de cambio estructural societal con una agitaci�n de clases; y la coincidencia de la transformaci�n social con la pol�tica. En contraste, las rebeliones, incluso cuando son exitosas, pueden suponer la revuelta de clases subordinadas � pero ellos no acaban en cambio estructural. Las revoluciones pol�ticas transforman las estructuras estatales pero no las estructuras sociales, y ellos no necesariamente se logran a trav�s de conflicto de clase. Un proceso tal como la industrializaci�n puede transformar las estructuras sociales sin necesidad de llevar a cabo o resultar de repentinas agitaciones pol�ticas� o cambio estructural pol�tico b�sico. Lo que es �nico a las revoluciones sociales es que los cambios b�sicos en la estructura social y en la estructura pol�tica ocurren juntos en una manera que se refuerzan mutuamente. Y estos cambios ocurren a trav�s de intensos conflictos sociopol�ticos en la cual la lucha de clases juega un rol importante� (Skocpol, 1979: 4-5)
Para identificar las causas de ese fen�meno macro social, Skocpol aplica el m�todo del acuerdo a tres casos que presentaron exitosos desarrollos de revoluci�n social: Francia en 1789, Rusia en 1917 y China en 1911. Una vez seleccionados estos casos de manera intencional, Skocpol seleccionaaquellas condiciones causales que hipot�ticamente son similares en todos los casos, utilizando para ello la �teor�a estructuralista�[10]. En base a esa premisa te�rica, Skocpol sostiene que hipot�ticamente las revoluciones sociales se producen cuando las organizaciones estatales (administrativa y militar) colapsan al estar sometidas a (1) presiones intensas provenientes de la estructura internacional y de (2) la estructura social (Ver: Figura N�5). La comparativista describe as� su elecci�n: �Francia, Rusia y China servir�n como tres casos positivos de exitosa revoluci�n social, y yo [Skocpol] debo sostener que estos casos revelan similares patrones causales a pesar de muchas otras diferencias� (Skocpol, 1979: 37).
Estructura causal de los casos positivos (Figura N�5)
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Luego Skocpol, para reforzar las relaciones causales ya establecidas,utiliza el m�todo de la diferencia. Para ello, la autora establece como uno de los casos negativos a la fallida revoluci�n rusa de 1905, (que en sus t�rminos se tratar�a deuna rebeli�n), la cual es comparada con la revoluci�n rusa de 1917 (caso positivo). Finalmente, la autora identifica que las causas que originaron la revoluci�n de 1917 no estuvieron presentes en la fallida revoluci�n de 1905, confirmando as� la relaci�n de causalidad de las variables descritas por la autora. T�cnicas comparativas de Pzeworeski y TeuneMuchas d�cadas despu�s de la publicaci�n de �Sistema de L�gica� de Mill, Pzerworski y Teune publicaron, en el a�o de 1970, el libro: �The� Logic of comparative inquiry�, en el que plantean dos nuevos dise�os de comparaci�n: el Dise�o de Sistema de M�xima Similitud (DSMS) y el Dise�o de Sistema de M�xima Diferencia (DSMD) (Ver: Figura N�6).
Estos dise�os est�n basados en las t�cnicas millianas, sin embargo entre ellos existe una importante diferencia. Los dise�os planteados por Pzerworski y Teune, en contraste a las t�cnicas millianas, muestran un inter�s explicito por las variables de control � es decir por las variables que no tienen una incidencia directa en la relaci�n causal. Hacer expl�cito estas variables ayuda a que quede completamente claro la relaci�n entre las variables operativas � es decir la relaci�n entre el fen�meno bajo estudio y sus causas.
Por ejemplo, Skocpol, usuaria de las t�cnicas millianas, si bien realiza una correcta presentaci�n del objeto de investigaci�n y de las causas hipot�ticas que lo explican, no nos muestra cuales son aquellas variables de control. En su aplicaci�n del m�todo del acuerdo, presenta tanto el resultado (efecto) y los factores causales hipot�ticos, pero las variables diferentesno son presentadas �C�mo estar seguros que estas otras variables no fueron relevantes? La �nica manera de saber, es que el investigador nos explicite cuales son estas.
2.1) El dise�o de sistemas m�s similares (DSMS)
Este dise�o en sus t�rminos l�gicos �el cual se basa en el m�todo de la diferencia de Mill- consiste en comparardos sistemas que comparten un rango total de similaridades pol�ticas, sociales, demogr�ficas, econ�micas, culturales y dem�s, pero que tambi�n difieren en al menos en un par de dos importantes aspectos (Lim, 2006: 34). Estos dos importantes aspectos en el que difieren son la variable dependiente y la variable independiente.� La idea central de este dise�o es que �las caracter�sticas que los sistemas comparten en principio pueden ser mantenidas constantes y pueden por lo tanto ser consideradas irrelevantes en explicar un fen�meno pol�tico o social particular (la variable dependiente) que ocurre en uno, pero no en ambos casos. Tener controlado a un rango de variables, permite al comparativista poder enfocarse en hallar una disimilaridad significativa entre los dos sistemas, el cual puede ser se�alado despu�s como el factor causal� o la variable independiente clave.�(Lim, 2006: 34).
Cuando se menciona que los sistemas deben ser lo m�s similares posibles, nosotros �debemos pensar el t�rmino �m�s similar� como relativo� (Lim, 2006: 38). En la realidad es imposible encontrar sistemas sociales que tengan todas sus caracter�sticas iguales excepto en dos variables �las variables operativas. En la realidad vamos encontrar sistemas sociales que tienen al mismo tiempo muchas caracter�sticas iguales y muchas caracter�sticas diferentes. Para aplicar este dise�o debemos buscar aquellos sistemas que sean lo m�s similares posibles, vale decir que compartan la mayor cantidad de caracter�sticas posibles. As� pues habr� un conjunto de unidades macro sociales que posean una buena cantidad de caracter�sticas similares en comparaci�n con otro grupo de unidades macro sociales. Para poner un ejemplo, podemos� decir que Per� posee una buena cantidad de caracter�sticas similares con Ecuador o Bolivia, y a la vez podemos decir que posee una much�sima menor cantidad de caracter�sticas similares a pa�ses como Somalia o Corea del Norte.�
Para Landman, los estudios de �rea proporcionan las unidades macro sociales ideales para llevar a cabo este dise�o. Para este estudioso, las entidades sociales constitutivas de una determinada regi�n geogr�fica del mundo �Europa, Asia, �frica y Latinoam�rica -� comparten caracter�sticas similares como por ejemplo cultura, religi�n, pol�tica, lenguaje e historia (Landman, 2000: 28).Para Pzeworski y Teune los pa�ses escandinavos (Suecia, Noruega, Finlandia) y los sistemas bipartidarios de pa�ses anglosajones como los son Estados Unidos y Gran Breta�a son un buen ejemplo de sistemas m�s similares.
2.2) El dise�o de sistemas m�s diferentes (DSMD)
Para este dise�o�basado en el m�todo del acuerdo de Mill- , en sus t�rminos l�gicos, �lo m�s importante es que los pa�ses [sean] muy diferentes en [�] muchos aspectos, como en sus respectivos niveles de desarrollo econ�mico, cultura, religi�n e historia� (Marsch y Stocker, 1997: 187), excepto en al menos dos caracter�sticas, las cuales ser�an el fen�meno investigado y la causa. En otras palabras la idea central �es encontrar dos sistemas que sean diferente en casi todos los aspectos, excepto en las variables bajo investigaci�n� (Lim, 2006: 41). La l�gica de este dise�o es que las caracter�sticas que diferencian a los sistemas son consideradas variables de control y las caracter�sticas que sean similares entre ellas sean consideradas como operativas �la variable independiente y la variable dependiente.
De forma an�loga �que con el dise�o del sistema m�s similar, con el dise�o del sistema m�s diferente� debemos pensar el t�rmino �m�s diferente� como relativo. En la realidad es imposible encontrar sistemas sociales que tengan todas sus caracter�sticas diferentes excepto en al menos dos variables �las variables operativas. En la realidad� encontraremos sistemas sociales que tienen al mismo tiempo muchas caracter�sticas iguales y muchas caracter�sticas diferentes. Para aplicar este dise�o �el dise�o de los sistemas m�s diferentes-� debemos buscar aquellos sistemas que sean lo m�s diferentes posibles, vale decir que sean diferentes en la mayor cantidad de caracter�sticas posibles.
DSMS y DSMD (Figura N�6)
Modificada a partir de figura dise�ada por Landman (2000: 28).
Aplicaci�n del DSMS: �Configurando la arena pol�tica�
Para ejemplificar la aplicaci�n del dise�o de sistemas de m�xima similitud (DSMS), veamos el planteamiento metodol�gico de David y Ruth Collier en su investigaci�n �Shaping Political Arena�. Para ellos, revisemos primero sus planteamientos te�ricos.
En las primeras d�cadas del siglo veinte ocurri� un cambio fundamental en las relaciones entre el Estado y el �movimiento laboral organizado� en aquellos pa�ses latinoamericanos que pose�an un fuerte desarrollo manufacturero y comercial. Antes de aquellas d�cadas, dicha relaci�n se hab�a caracterizado por la violencia y la represi�n aplicada por el Estado al movimiento laboral; sin embargo a partir de aquellas primeras d�cadas del siglo pasado, el Estado inicio un proceso de incorporaci�n de la clase trabajadora a la arena pol�tica nacional. El principal objetivo de la investigaci�n de David y Ruth Collier era demostrar que las diferentes formas de incorporaci�n inicial [11]desarrolladas a trav�s de los ocho pa�ses causaban diferentes formas de sistemas de partido en un futuro remoto.�
Los ocho pa�ses seleccionados fueron: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, M�xico, Per�, Uruguay y Venezuela. El criterio m�s importante para la elecci�n de estos ocho pa�ses, fue que estos se caracterizaban por poseer una extensa historia de desarrollo manufacturero y comercial urbano en comparaci�n a otros pa�ses latinoamericanos. Este desarrollo produjo la aparici�n de una clase trabajadora organizada, que a su vez dio pie a la aparici�n de pol�ticas estatales que hicieron frente a las acciones de esta clase.�
Para identificar los diferentes patrones de incorporaci�n y sus respectivos legados, y para que quede bien establecida sus relaciones causales, los autores aplicaron el dise�o del sistema de m�xima similitud (DSMS) a los ocho pa�ses seleccionados (Ver: Figura N�7). Siguiendo la l�gica de este dise�o, los comparativistas primero plantearon expl�citamente tres criterios que se mostraron similares en los ocho pa�ses: 1) extensa historia de desarrollo industrial, comercial y urbano, 2) amplias transformaciones en la esfera pol�tica, y 3) contexto regional y cultural. Una vez identificadas estas similitudes en todos los pa�ses seleccionados, el dise�o identifico las diferencias tanto en las causas como en los efectos. En cuanto a las causas, el dise�o identifico cuatro tipos de incorporaci�n: incorporaci�n por el Estado (Chile y Brasil), incorporaci�n por el partido� � dentro de esta tipo de incorporaci�n encontramos tres subtipos: movilizaci�n electoral por un partido tradicional (Colombia y Uruguay),� populismo de los trabajadores (Per� y Argentina) y por �ltimo, d) el populismo radical (M�xico y Venezuela).
Mientras que los legados de cada forma de incorporaci�n hallados fueron: el sistema multipartidario polarizado (Brasil y Chile), el� sistema caracterizado por la estabilidad electoral y el conflicto social (Colombia y Uruguay), el sistema de partido estancado (Per� y Argentina), y el sistema de partido integrado (M�xico y Venezuela). N�tese que aquellos casos caracterizados con determinada forma de incorporaci�n tambi�n son� caracterizados con la misma forma de sistema de partido. De esta forma queda establecida la relaci�n causal.
Vemos que en esta aplicaci�n se cumplen todos los supuestos del dise�o de sistema de m�xima similitud. Primero se identifica expl�citamente las similitudes entre los ocho casos a trav�s de� tres criterios con el �nimo de parametrizar� o controlar estas variables. Luego se identifica las diferencias en las variables operativas: las diferentes formas de incorporaci�n (causa)� y las diferentes formas de sistema de partidos pol�ticos (efecto).
Figura del dise�o de sistema de m�xima similitud de Collier y Collier (Figura N�7)
Elaboraci�n propia, realizada en base a los planteamientos encontrados en Collier y Collier (1991: 15). T�cnica del An�lisis Comparativo Cualitativo (QCA, por su sigla en ingl�s)�El an�lisis comparativo cualitativo fue propuesto por Charles C. Ragin por primera vez en su libro �TheComparativeMethod: MovingBeyondQualitative And QuantitativeStrategies�, publicado en 1987. Esta t�cnica fue establecida bajo el supuesto que los fen�menos pol�ticos resultan de una causaci�n coyuntural m�ltiple, situaci�n que es imposible de enfrentar con las t�cnicas planteadas por Mill �el m�todo del acuerdo y el m�todo indirecto de la diferencia- y con las t�cnicas basadas en Mill �dise�o del sistema de m�xima diferencia y de m�xima similitud, ya que estas siempre establecen que un efecto solo es producido por un conjunto �nico de causas.
Para definir mejor la causaci�n coyuntural m�ltiple es necesario examinar por separado cada uno de sus elementos. La causaci�n es coyuntural cuando el efecto de cualquier condici�n (causal) particular depende de la presencia o ausencia de otras condiciones (causales) (Brady y Collier, 2004: 134). Gracias a esta caracter�stica, no es posible evaluar la contribuci�n independiente o por separado� de cada uno de las condiciones causales que explican el resultado. El efecto de las condiciones causales en estas situaciones solo se manifiesta cuando estas se combinan. Por otro lado, la causaci�n es m�ltiple cuando un mismo resultado o fen�meno es producido por numerosas diferentes combinaciones de condiciones. Por lo tanto, la causaci�n coyuntural m�ltiple puede ser resumida con la siguiente enunciaci�n: diferentes condiciones causalmente relevantes pueden combinarse en una variedad de maneras para producir un mismo resultado dado (Ragin, 1987:26).
Para enfrentarse a la causaci�n coyuntural m�ltiple, es que Ragin crea el An�lisis Cualitativo Comparativa (QCA). Desde su creaci�n hasta la actualidad, se han desarrollado tres tipos de este an�lisis: el Crisp Set QCA (permite solo la utilizaci�n de variables dicot�micas � presencia y no presencia), el Multi- Value QCA (permite la utilizaci�n de variables polit�micas discretas) y el Fuzzy Set QCA (permite la utilizaci�n de variables que var�an por grado num�rico)[12].�
Los pasos para desarrollar estas t�cnicas son cuatro.El primer paso es la definici�n de nuestro fen�meno a investigar y la elecci�n -basada en la teor�a - de las condiciones explicativas. Tanto el resultado como las condiciones explicativas deben ser categorizadas seg�n la t�cnica QCA especifica que deseamos utilizar.El segundo paso consiste en la construcci�n de la tabla de verdad. Dicha tablaofrece una lista de las distintas combinaciones de valores de las condiciones previas y el valor de la variable de resultado.�
El tercer paso consiste en laproducci�n de una ecuaci�n primitiva (principalmente de aquellos casos que presentan el resultado) en base a la tabla de verdad. Por �ltimo, debemos someter esta ecuaci�n primitiva a una minimizaci�n, la que producir� una formula l�gica minimalista para el resultado que nos interesa.
Aplicaci�n hipot�tica del Crisp Set QCA:
Para una mejor apreciaci�n de esta t�cnica, vamos a describir un ejemplo hipot�tico planteado por Charles Ragin[13]. Este autor plantea que la adopci�n del sistema de pensi�n universal (S) tiene cuatro condiciones causales hipot�ticas: la negociaci�n de sueldos de forma corporativista (N), al menos cinco a�os de gobierno por partidos de izquierda o de centro izquierda (I), homogeneidad�tnica-cultural (H) y al menos diez a�os de crecimiento econ�mico sostenido (C). En esta ocasi�n, tanto las condiciones causales como el resultado, est�n categorizados dicot�micamente, de manera que se utilizara el Crisp Set QCA.
Una vez establecidos el resultado y las condiciones sociales, y categorizadas dicot�micamenteestas (1= Presente y 0= Ausente), se proceder� a plantear la tabla de verdad que incluye todos los casos (Ver: Tabla N� 1). En esta, en cada fila uno puede observar los valores que adopta cada uno de las condiciones de la configuraci�n causal (que en la primera fila de nuestro ejemplo, todas se encuentran ausentes);� los valores del resultado (que en la primera fila del ejemplo, se encuentra ausente); y el n�mero de casos que presentan esa configuraci�n causal y ese resultado (que en la primera fila de nuestro ejemplo son cuatro).
Tabla de verdad (Tabla N�1)
Extra�do de http://www.socwkp.sinica.edu.tw/CharlesRagin/Ragin_NTU-day2.pdf
Despu�s se selecciona los casos positivos de la tabla de verdad (los que se encuentran sombreados), paraser transformados en una ecuaci�n primitiva donde las letras may�sculas denotan presencia y las min�sculas denotan ausencia, mientras que la �*� significa �y� (el elemento coyuntural), y el s�mbolo �+� significa el conectivo�o� (el elemento m�ltiple):
S = n*i*H*C+n*I*h*c+n*I*h*C+n*I*H*C+N*i*H*C+N*I*h*c+N*I*h*C+N*I*H*C
En esta ecuaci�n primitiva podemos observar que existen ocho posibles v�as que causan la adopci�n del sistema de pensi�n universal. Cada una de estas v�as est� integrada por condiciones causales que se intersectan para producir el efecto, y est�s se separan por� el s�mbolo �+� que como ya dijimos denota �o�.
El siguiente paso consistir� en reducir o minimizar esta ecuaci�n primitiva en una formula final parsimoniosa, dejando de lado lo irrelevante. Para esto, el investigador hara uso de la regla de minimizaci�n que consiste en la siguiente declaraci�n: �si dos expresiones booleanas difieren solo en una condici�n causal y aun producen el mismo resultado, luego la condici�n causal que distingue a las dos expresiones pueden ser considerada irrelevante y pueden ser removida para crear una expresi�n combinada y m�s simple�(Ragin 1987: 93). As� lo m�s importante es detectar y contrastar las expresiones booleanas que tengan solo una condici�n diferente, la que luego ser� eliminada por ser considerada irrelevante para la producci�n del resultado. Luego de esa eliminaci�n, ambas expresiones se fusionaran para producir una nueva expresi�nm�s simple.
Para el ejemplo que nosotros hemos planteado, y despu�s del proceso de minimizaci�n, la formula m�nima ser� la siguiente:
S = I*h + H*C
La cual se puede leer as�: Se ha adoptado un sistema universal de pensiones (S) all� donde existe� al menos cinco a�os de gobierno de partidos de izquierda o de centro izquierda (I),combinado con la no existencia de homogeneidad �tnica-cultural (h); o, se ha adoptado un sistema universal de pensiones, all� donde existe homogeneidad �tnica-cultural (H)combinado con� al menos diez a�os de crecimiento econ�mico sostenido (C). Para una mejor comprensi�n de esta f�rmula general, debe utilizarse lineamientos te�ricos y el conocimiento de los mismos casos
Solo para terminar debemos decir que las tres t�cnicas comparativas -reci�n descritas- al mismo tiempo que descubren relaciones causales a trav�s de un n�mero reducido de casos son capaces de tomar en cuenta los aspectos particulares de cada uno de los casos. En otras palabras, estas t�cnicas permiten una comparaci�n sistem�tica de casos sin olvidarse de las caracter�sticas individuales de cada caso. Esto permite capturar mejor la realidad de los casos y ser sensitivos a la historia y al contexto mismo.
3. Estudio de caso
Un estudio de caso es el estudio de un determinado fen�meno macro pol�tico que se desarrolla dentro de una unidad macro social �Pa�s o regi�n- en un lapso de tiempo dado. En otras palabras, a decir de Lim, nosotros� realizamos un estudio de caso cuando �seleccionamos una particular cuesti�n o preocupaci�n y lo estudiamos dentro de un periodo de tiempo y espacio circunscrito� (Lim, 2006: 45). Al estudiar un solo caso, estos estudios detallan en profundidad las caracter�sticas del fen�meno bajo, as� como el contexto en que desarrollan. Por otro lado, al ser el estudio de caso� un estudio que se circunscribe a un solo caso, el nivel de� generalidad se reduce a ese �nico caso.
Los estudios de caso que decisivamente contribuyen al m�todo comparado son aquellos que son impl�citamente comparados. Los estudios de caso impl�citamente comparados se caracterizan por �el uso de par�metros (perspectivas y proporciones) recabados de casos comparables, y el empleo de categor�as de an�lisis no ideogr�ficas, es decir, derivadas de alguna teor�a generada de alg�n esquema conceptual (framework) generalizante� (Sartori y Morlino, 1994: 32)[14]. Estos estudios una vez tomados en conjunto permiten realizar la comparaci�n sistem�tica ya que todos ellos hablan un lenguaje conceptual semejante.��
Un ejemplo del uso de estudios de caso impl�citamente comparados� para llevar a cabo comparaciones sistem�ticas es llevada a cabo por Ruth y David Collier en la investigaci�n que ya hemos descrito arriba acerca de los efectos de la incorporaci�n inicial en ocho pa�ses latinoamericanos. Ellos resumen as� esta experiencia �este conjunto de pa�ses es auspicioso porque para cada uno de estos casos hay un extensivo cuerpo de literatura monogr�fica e hist�rica sobre la pol�tica nacional y los sindicatos que constituyen una invaluable base para el tipo de an�lisis comparativo de recursos secundarios llevados aqu� [en la investigaci�n]� (Collier y Collier, 1991: 13).
Conclusi�n
En conclusi�n, en este art�culo primeramente hemos presentado una definici�n de la pol�tica comparada. Para una mejor y completa compresi�n anal�tica de este subcampo de la ciencia pol�tica, hemos revisado esta definici�n desde su objeto y desde su m�todo. Hemos dicho que el objeto de estudio de la pol�tica comparada es principalmente los fen�menos macro pol�ticos que se desarrollan al interior de una unidad macrososcial. Por otro lado �siendo este el principal inter�s de este articulo- hemos declarado que el m�todo cient�fico utilizado eminentemente por la pol�tica comparada es el m�todo comparativo. Hemos mencionado adem�s que este m�todo no ha recibido una correcta caracterizaci�n. Aqu� hemos desarrollado, lo que nosotros y muchos comparativistas, plantean como las caracter�sticas m�s importantes del m�todo comparativo: el uso de una �N peque�a�, elecci�n de los casos de manera intencional por la variable dependiente, los conceptos utilizados se encuentran en la parte media de la escala de abstracci�n y el uso de t�cnicas macro cualitativas para confirmar nuestras hip�tesis causales. Finalmente este articulo culmino resaltando la importancia de los estudios de caso para el m�todo comparado.
Bibliograf�a
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[1] Este texto fue presentado en la mesa Metodolog�a en la Ciencia Pol�tica en el marco del 6� Congreso Latinoamericano de Ciencia Pol�tica organizado por la Asociaci�n Latinoamericana de Ciencia Pol�tica (ALACIP) y FLACSO � Ecuador llevado a cabo en la ciudad de Quito � Ecuador , los d�as 12, 13 y 14 de junio del 2012. [2] Bachiller de Ciencia Pol�tica por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Per�, Maestrista en Ciencia Pol�tica con la menci�n de Pol�tica Comparada en la Pontifica Universidad Cat�lica del Per� (PUCP); laborando en el Programa de Descentralizaci�n y Gobernabilidad Democr�tica de� la Asociaci�n Servicios Educativos Rurales (SER).� [3] Todas las citas literales extra�das de libros y art�culos en ingl�s son de traducci�n propia del autor. [4] Para una visi�n bastante critica de esta divisi�n entre pol�tica comparada y relaciones internacionales leer a Timothy Lim (2006: 11-19) [5] Aqu� cabe una advertencia: la mayor�a de fen�menos macro pol�ticos que se desarrollan en la �regi�n�, son cualitativamente diferentes a los encontrados en la unidad macro social �Pa�s�. Para un estudio metodol�gico m�s detallado consultar �Scaling Down: The Subnational Comparative Method� de Richard Snyder (2001). [6] El otro m�todo cient�fico utilizado con mucha profusi�n en la pol�tica comparada es el m�todo estad�stico, aunque en menor medida en comparaci�n al m�todo comparado. [7] Informaci�n encontrada en:� http://www.reassess.no/asset/4913/1/4913_1.pdf [8] La primera propuesta de formaci�n de conceptos fue la de Sartori y se caracteriza por utilizar una escala de abstracci�n en la que se relacionan inversamente la denotaci�n y connotaci�n del concepto. Con el pasar de los a�os han surgido nuevas propuestas de formaci�n de conceptos en la medida que los comparativistas encontraban dif�cil la aplicaci�n de los presupuestos sartorianos en la realidad. Collier �y Mah�n han sistematizado dos nuevos tipos de formaci�n de conceptos: La formaci�n de conceptos por �familias de semejantes� y la formaci�n de conceptos por �categor�as radiales�. El primero, planteado por el fil�sofo ling�ista Ludwig Wittgenstein, forma los conceptos solo despu�s de una revisi�n simult�nea de todos los casos en que supuestamente est� presente el fen�meno que estamos estudiando. A partir de esta revisi�n, el comparativista extraer� el conjunto de los atributos similares (familia de semejantes) que considere anal�ticamente importantes para definir el concepto. Este conjunto de atributos deber� poseer una relaci�n anal�tica subyacente para que quede asegurada su condici�n de familia de semejantes. Una vez asegurado esta relaci�n podemos aplicar el concepto a los casos sin esperar que cada uno de ellos tenga todos los atributos del concepto, sino se espera que cada caso posea una combinaci�n diferente de algunos de los atributos del concepto. Un ejemplo, si tenemos el concepto corporativismo formado por tres atributos: A, B y C (familia de semejantes) extra�dos del an�lisis de tres casos. Luego podremos aplicar el concepto al primer caso el cual solo posee los atributos A y B,� al segundo caso que posee los atributos A y C, y el tercer caso que posee los atributos� B y C. El segundo tipo de formaci�n de conceptos sistematizado por Collier y Mahon es la formaci�n de conceptos por categor�as radiales planteado por el cient�fico cognitivo George Lakoff. Este planteamiento sostiene que cada categor�a se subdivide en dos tipos: la subcategor�a central y las subcategor�as no centrales. La primera de ellas posee el significado general de la categor�a, todos sus atributos en conjunto representan mejor a la categor�a. Las subcategor�as no centrales son variantes de la subcategor�a central. Estas surgen cuando los atributos componentes de la subcategor�a central son tomados independientemente o en conjuntos de dos o m�s. Por este motivo, las distintas subcategor�as no centrales no necesariamente comparten atributos entre ellas, pero si comparten caracter�sticas con la categor�a central. Por ejemplo, se tiene la categor�a radial �democracia�, establecemos su subcategor�a central -considerada la verdadera democracia-, la cual tiene los siguientes atributos: 1) participaci�n amplia y efectiva en los procesos de gobierno, 2) limitaci�n del poder estatal y la protecci�n de los derechos individuales y 3) relaciones sociales y econ�micas igualitarias. Las subcategor�as no centrales podr�an ser tres: la �democracia participativa� originada a partir del primer atributo de la subcategor�a central, la �democracia liberal� originada por la combinaci�n del primer y segundo atributo de la subcategor�a central, y la �democracia popular� originada de la combinaci�n del primer y tercer atributo.(Collier y Mahon, 1993). * en el caso de las taxonom�as, puede haber combinaciones l�gicas posibles de los estados/valores de los criterios que no se dan emp�ricamente. Cuando esto sucede, debemos solo concentrarnos en aquellas combinaciones que incorporen evidencia emp�rica dejando de lado las clases que no la tengan. [10] Esta teor�a no se enfoca en las intenciones de los actores para llevar a cabo una revoluci�n social (como hab�a sido com�n en todas las perspectivas te�ricas que hasta entonces se hab�an ocupado de las causa de las revoluciones sociales) sino en las condiciones estructurales que hacen posible una revoluci�n social. [11] Los autores definen a la incorporaci�n inicial de un� movimiento de trabajadores como �el� primer y al menos parcialmente exitoso intento por parte del Estado para legitimar y configurar un movimiento de trabajo institucionalizado� (Collier y Collier, 1991:7). [12] Para cada uno de estos an�lisis existen paquetes de software que se pueden bajar gratuitamente de la internet. Para el Multi Value QCA, puede bajarse el programa TOSMANA (En: http://www.tosmana.net/) ; y para el Crisp Set QCA y el Fuzzy Set QCA, puede bajarse el software� fs/QCA 2.0 (En: http://www.u.arizona.edu/~cragin/fsQCA/software.shtml) [13] Ejemplo extra�do de: http://www.socwkp.sinica.edu.tw/CharlesRagin/Ragin_NTU-day2.pdf [14] Mientras que los estudios de caso no impl�citamente comparados son aquellos que utilizan conceptos y planteamientos ad hoc, los cuales solo son posibles de ser utilizados y entendidos en aquel caso donde fue creado. Este �ltimo tipo de estudio de caso a lo mucho nos brinda informaci�n muy secundaria. |