Resumen
El presente art铆culo es una aproximaci贸n a los cambios que
los estados de Am茅rica Latina han experimentado en las 煤ltimas d茅cadas.
Desde la Reforma del Estado neoliberal de fines del siglo XX,
en nuestra regi贸n se inici贸 un periodo de trasformaciones en las instituciones
estatales y en sus relaciones con la sociedad civil. El Estado capitalista fue
activo part铆cipe de una redefinici贸n del espacio p煤blico que tendi贸 a ensanchar
el mercado y que culmin贸 en una gran crisis econ贸mica, social y pol铆tica, que
atraves贸, casi sin excepciones, a todos los pa铆ses latinoamericanos.
ABSTRACT
This article
intends to study the changes Latin American states have experienced on the last
decades.
Since the
reform of neoliberal state in the end of the twentieth century, important
changes in state institutions and in their connection with society took place
in our region. Capitalist state had a great role redefining public space where
the market became the most important crux and led to a huge economic, political
and social crisis that affected almost all Latin American countries.聽
鈥淟as 煤ltimas d茅cadas en
Latinoam茅rica: de la Reforma a la Refundaci贸n del Estado鈥
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 聽聽聽Por: Lic. Juan Jes煤s Hern谩ndez
1. Introducci贸n
El presente trabajo es una aproximaci贸n a los procesos
vividos por los pa铆ses de Am茅rica Latina en las 煤ltimas d茅cadas. La 鈥淩eforma
del Estado鈥 consolidada en la d茅cada del 90 y gestada en los a帽os anteriores,
culmin贸 en una importante crisis econ贸mica y pol铆tica que fue marco propicio
para el inicio a principios del nuevo siglo de una nueva etapa, que en algunos
pa铆ses se ha denominado 鈥淩efundaci贸n del Estado鈥.
El cap铆tulo 2 presenta algunos elementos de Teor铆a del
Estado, un marco te贸rico, un punto de partida para comprender el Estado
capitalista, la forma en que se gestan sus pol铆ticas p煤blicas y algunas
especificidades de la construcci贸n de los estados en Latinoam茅rica.
El cap铆tulo 3 analiza a grandes rasgos el proceso de Reforma
del Estado y las pol铆ticas por las cuales se concretiz贸.
El cap铆tulo 4 estudia en l铆neas generales el actual contexto
de la regi贸n, para luego profundizar en la Refundaci贸n del Estado en Bolivia y
Ecuador y la actuaci贸n de los Nuevos Movimientos Sociales en la ampliaci贸n de
la democracia.
Por 煤ltimo el cap铆tulo 5 es una breve conclusi贸n que compara
los procesos de Reforma y Refundaci贸n del Estado.
2. El Estado, el
capitalismo y las pol铆ticas p煤blicas
2.1 Teor铆a del Estado
capitalista
聽La estructura que
denominamos 鈥淓stado鈥 surge en la Edad Moderna con la sociedad burguesa
capitalista. Un 鈥淓stado鈥, como forma de organizaci贸n de la dominaci贸n pol铆tica
sobre un territorio, se conforma cuando existe un aparato de poder aut贸nomo y centralizado,
separado de la sociedad y la econom铆a. Cuando esto ocurre, 鈥減ol铆tica鈥 y
鈥渆conom铆a鈥 se diferencian como esferas aut贸nomas de la sociedad.
S贸lo a partir del surgimiento de la sociedad capitalista
emerge el Estado con tales atributos. Esa sociedad se caracteriza por
sostenerse y desarrollarse materialmente en base a la producci贸n privada, el
trabajo asalariado y el intercambio de mercanc铆as en el mercado. Impulsada por
la coerci贸n de maximizar la ganancia, la acumulaci贸n de capital determina las estructuras
y los desarrollos sociales, las condiciones de la divisi贸n del trabajo, las
formas de progreso tecnol贸gico, etc.
La sociedad capitalista se caracteriza por la relaci贸n de
competencia entre los diferentes propietarios de mercanc铆as y por los antagonismos
entre clases y grupos sociales.
El car谩cter social de los seres humanos se exterioriza en
鈥渇ormas sociales鈥 separadas de ellos. Esas relaciones se encuentran
cosificadas, es decir se enfrentan a los seres humanos como cosas, como
鈥渇etiche鈥 dif铆cilmente aprehensible, que oculta lo que las origina y sostiene.
En esta sociedad capitalista la relaci贸n social b谩sica es la
de obrero 鈥 patr贸n, es decir la de trabajador asalariado 鈥 propietario de los
medios de producci贸n, la cual es la principal, pero no la 煤nica relaci贸n de
dominaci贸n. El segundo agente de esa relaci贸n paga un salario al primero, y se
apropia del plus producto. Esa apropiaci贸n no se hace mediante el uso directo
de la fuerza, a diferencia de otros tipos de sociedades anteriores.
Las condiciones capitalistas s贸lo pueden conformarse en
plenitud si la coacci贸n f铆sica experimenta una institucionalizaci贸n
independiente de todas las clases sociales y se concentra en el Estado. Esto no
quiere decir, que la violencia desaparezca de la sociedad, sino que sigue
actuando en forma 鈥渟ilenciosa鈥 obligando a los seres humanos no poseedores de
medios de producci贸n a la venta 鈥渧oluntaria鈥 de su fuerza de trabajo, a riesgo
de no poder subsistir sino no lo hacen. Tampoco quiere decir que fuera del Estado
no se ejerza coacci贸n, sino que s贸lo el Estado se impone normalmente como
煤ltima instancia coercitiva. (HIRSCH, J., 2005: 165 鈥 167)
La falta de coerci贸n para vender fuerza de trabajo es
condici贸n necesaria para la apariencia formal de igualdad entre los sujetos que
se proclama en el derecho y en los contratos que regulan las relaciones entre
el trabajador y el propietario de los medios de producci贸n.
El Estado emerge como un tercer sujeto de aquella relaci贸n
social b谩sica. El capitalismo se caracteriza por la separaci贸n de los
trabajadores de los medios directos de producci贸n y por la separaci贸n de los
trabajadores y de los burgueses de los medios directos de coacci贸n, que son
concentrados en el Estado. Al separarse la coerci贸n de las relaciones econ贸micas,
se diferencian pol铆tica y econom铆a, pero a su vez se vinculan.
Lo pol铆tico es una parte del fen贸meno m谩s general de la
dominaci贸n en la sociedad y su caracter铆stica espec铆fica es la supremac铆a de
los medios de coerci贸n f铆sica en un territorio excluyentemente delimitado.
A trav茅s de las instituciones estatales se cristaliza, se
concretiza, se hace visible el Estado; ellas ponen en pr谩ctica el ejercicio de
la supremac铆a de la coacci贸n. El Estado es el garante de la relaci贸n b谩sica de
producci贸n, y posee un inter茅s y una racionalidad distinta y m谩s general que la
de los sujetos que participan de esa relaci贸n. En ciertas ocasiones puede
proteger a uno u otro, y es una mediaci贸n articuladora de los sujetos sociales,
pero no es un 谩rbitro neutral, porque su inter茅s est谩 en garantizar la
reproducci贸n de una relaci贸n de dominaci贸n desigual y contradictoria.
(O麓DONNELL, G., 1984:聽 3-7)
El desarrollo del Estado s贸lo se puede entender c贸mo momento
del desarrollo de la totalidad de las relaciones sociales, es decir como una
parte del desarrollo de la sociedad capitalista. Su existencia depende de la
reproducci贸n de estas relaciones. 鈥淧or lo tanto, no es simplemente un Estado en
una sociedad capitalista sino un Estado capitalista, ya que su supervivencia
como tal est谩 ligada a su capacidad de promover la reproducci贸n de las
relaciones capitalistas en su conjunto.鈥
Lo que hace el Estado no es necesariamente en beneficio del
capital, ni siempre puede realizar lo que es necesario para asegurar la
reproducci贸n de la sociedad capitalista. No es el Estado 鈥渄e鈥 los capitalistas.
鈥淟a relaci贸n entre el Estado y la reproducci贸n de las relaciones sociales del
capitalismo es una relaci贸n de prueba y error鈥. (HOLLOWAY, J., 1992: 13)
El Estado no es s贸lo sus instituciones que ejercen la
supremac铆a de la coacci贸n, ni tampoco es s贸lo el 鈥済obierno鈥. El gobierno puede
hablar en nombre del Estado, pero s贸lo es una parte de 茅l. La administraci贸n
p煤blica, el poder judicial, el parlamento, los gobiernos subnacionales, etc, conforman tambi茅n, en sus relaciones rec铆procas,
el poder del Estado. Si bien el gobierno ocupa un lugar decisivo dentro de las
instituciones p煤blicas, y es quien est谩 investido formalmente del poder estatal
central, no necesariamente controla efectivamente todos los resortes para su
ejercicio. 鈥渢ener el derecho a gobernar, no siempre implica poseer el poder
real para ejercerlo鈥. (OUVI脩A, H., 2005: 22)
Cada Estado s贸lo ejerce poder al interior de un territorio
definido, lo cual implica que es inm贸vil de una manera que contrasta con la
movilidad del capital, que se puede mover de un lado al otro del mundo en
cuesti贸n de segundos. Sin embargo la reproducci贸n del capital en su conjunto
depende de su transitoria inmovilizaci贸n en la forma de capital productivo.
Mientras que la existencia de cualquier Estado nacional depende de la
reproducci贸n del capitalismo dentro de sus fronteras, por lo cual tiene
permanente inter茅s y necesidad de atraer e inmovilizar al capital en su
territorio. Para conseguir esto, el Estado tiene que tratar de asegurar
condiciones favorables para la reproducci贸n de capital, proveyendo
infraestructura, orden p煤blico, educaci贸n, pol铆ticas monetarias, regulaci贸n y
control de la fuerza de trabajo, etc., y generalmente haciendo caso omiso a la
nacionalidad de los propietarios legales de ese capital (HOLLOWAY, J., 1992: 18
鈥 19).
El proceso de acumulaci贸n capitalista est谩 permanente
sometido a la posibilidad de estancamientos y colapsos, tanto en su circulaci贸n
en toda la econom铆a nacional o mundial, o en industrias particulares. Esas
鈥渃risis鈥 dependen de condiciones sociales, econ贸micas o incluso de la
naturaleza.
Estado y mercado se relacionan. Si bien el ensanchamiento de
uno tiende generalmente a limitar al otro. El mercado necesita de la regulaci贸n
que le impone el Estado para evitar o sortear las crisis. Mientras que el
Estado surge como tercer sujeto en la relaci贸n de producci贸n b谩sica por la cual
se generan las mercanc铆as que se valorizan y comercian en el mercado y es
garante de las relaciones sociales capitalistas. Estado y mercado en su
existencia dependen uno del otro. Pero la relaci贸n entre ellos, no se autoregula sin fisuras, est谩 sujeta a conflictos, y es
variable hist贸ricamente.
Los hombres y mujeres son en la econom铆a miembros de clases
sociales desiguales y al mismo tiempo son en la comunidad pol铆tica democr谩tica,
ciudadanos formalmente libres e iguales. Esa contradicci贸n promueve conflictos
sociales, a trav茅s de los cuales la forma de Estado se impone, se modifica o
mantiene. Existe una relaci贸n hist贸rica y conflictiva ente capitalismo y
democracia en la sociedad burguesa. El Estado no es ni el instrumento creado
conscientemente de la clase dominante ni la encarnaci贸n de la voluntad popular,
ni tampoco un sujeto que act煤a con autonom铆a.
Existen obst谩culos institucionales que impiden el impacto
directo de la voluntad popular en el proceso resolutivo del Estado. La
democracia pol铆tica de la sociedad capitalista no puede ser democracia de base,
o dominaci贸n directa del pueblo, sino que se reduce a la coparticipaci贸n de
茅ste en el ejercicio del poder estatal, pero de manera restringida y sujeta a
reglas de procedimiento.
El Estado es una relaci贸n entre individuos, grupos y clases,
la compactaci贸n material de una relaci贸n de fuerzas sociales. Esta relaci贸n en
el sistema de las instituciones, organizaciones y aparatos pol铆ticos, adquiere
una configuraci贸n y unos mecanismos concretos. Una modificaci贸n en la
correlaci贸n de fuerzas entre las clases en la sociedad tiene efectos al
interior del Estado, aunque no se trasfiere de manera directa o inmediata, sino
que s贸lo se cristaliza en el aparato estatal en forma refractada, diferenciada,
y a veces luego de periodos de transici贸n. Pero el Estado no s贸lo refleja esa
correlaci贸n de fuerzas, sino que a la vez la moldea y estabiliza.
鈥淓l hecho que el Estado sea un entramado de relaciones
sociales y de clases contradictorias se expresa en la diversidad de sus
componentes鈥 [el Estado] se disgrega en instancias relativamente aut贸nomas que
compiten entre s铆, hasta se combaten con frecuencia, y cada una establece sus
propias relaciones sociales y de clase.鈥 Los aparatos estatales representan
relaciones con todas las clases y todos los grupos, pero en forma diferenciada
en cuanto a la efectividad para imponer intereses. (HIRSCH, J., 2005: 168 鈥
172).
La morfolog铆a concreta del Estado (por ejemplo, cu谩ntas
ministerios y oficinas tiene, cuanto personal contrata, de qu茅 recursos
dispone, etc.), y sus acciones (las pol铆ticas y las funciones que decidir
asumir o ignorar) dependen de la correlaci贸n de fuerzas en una sociedad, y se
puede 鈥渞eformar鈥. Por eso no se puede hablar de un tama帽o universalmente 贸ptimo
del Estado. (THWAITES REY, M., 2005)
En una sociedad capitalista no existe s贸lo un conflicto. Es
decir adem谩s del conflicto social b谩sico entre 鈥渢rabajador asalariado鈥 y
鈥渃apital鈥, existen toda una serie de contradicciones sociales en las relaciones
de dominaci贸n: tales como las sexuales o de g茅nero, religiosas, culturales,
regionales, etc. Estas no son simples derivaciones de la relaci贸n capitalista
de clases, ni tampoco desaparecer铆an con ella. Incluso suelen ser
contradicciones m谩s antiguas que la sociedad capitalista misma. Tampoco se
trata de contradicciones secundarias o insignificantes. Sino que est谩n
vinculadas con la relaci贸n capitalista de diversos modos, develando con fuerza
su importancia en diferentes contextos hist贸ricos. En las instituciones del
Estado se expresan y entrelazan esos antagonismos sociales. Las relaciones
entre Estado y sociedad est谩n marcadas por todas esas contradicciones. 鈥淓l
Estado burgu茅s es entonces siempre y simult谩neamente un Estado capitalista,
racista y patriarcal鈥.聽 (HIRSCH, J.,
2005: 170 - 171).
鈥淓l Estado es un campo de lucha y una forma de lucha
pol铆tica, a la vez que se pretende que sea la forma de unificaci贸n de
territorios y poblaciones divididas por criterios de propiedad, poder pol铆tico
y cultural鈥 (GARC脥A LINERA, A., 2010: 5)
Ese Estado cuenta con cierta autonom铆a frente a la
correlaci贸n de fuerzas sociales, sobre las que puede intervenir, garantizando
con su acci贸n, en 煤ltima instancia la pervivencia del car谩cter capitalista de
esa sociedad, porque de ese car谩cter tambi茅n depende su existencia. La acci贸n
que despliega el Estado entonces no depende s贸lo de la voluntad de alg煤n actor
singular (partidos, grupo de inter茅s, movimientos sociales, capitalistas), sino
que tiene una racionalidad propia y distinta, que se genera desde las din谩micas
de relaciones sociales y de clase. El Estado equilibra los conflictos de forma
que sean compatibles con la reproducci贸n de la sociedad y la revalorizaci贸n del
capital. La factibilidad de las pol铆ticas estatales est谩 ligada a la condici贸n
de que el proceso de revalorizaci贸n del capital no se vea seriamente afectado.
La forma de socializaci贸n capitalista permite la organizaci贸n
de intereses o asociaciones pol铆ticas, las cuales atraviesan las estructuras de
clases y reproducen en su interior los diversos antagonismos sociales. En el
seno de esas organizaciones est谩n incorporadas las contradicciones del Estado y
la sociedad, y su burocratizaci贸n genera una cierta proximidad entre sus
c煤pulas y la administraci贸n estatal, y una creciente oposici贸n entre 鈥渂ases鈥 y
鈥渃onducci贸n鈥. 鈥淎s铆 resulta totalmente equivocado suponer que pol铆ticamente
existe una simple contraposici贸n entre el Estado como aparato de poder y la
sociedad civil como esfera de la libertad y la democracia鈥 La forma pol铆tica
acu帽a a la sociedad y al Estado de igual modo. Ambos conforman una unidad
contradictoria y entrelazada.鈥
La contradictoria uni贸n 鈥 separaci贸n de Estado y sociedad se
expresa por ejemplo, en que el Estado se encuentra separado de las clases,
grupos u organizaciones sociales, a la vez que establece vinculaciones con
ellos. Los antagonismos sociales tienen su correlato al interior de las
diferentes partes del aparato burocr谩tico y en las pol铆ticas estatales. Esos
谩mbitos en ocasiones pueden ser cooptados por uno o varios grupos, de forma que
pasan a expresar sus intereses y sus conflictos.
La sociedad capitalista se caracteriza por permanentes
crisis, que sacuden el aparato pol铆tico e imponen su reformaci贸n peri贸dica.
Esas crisis tambi茅n, dan el marco propicio para mantener la singularizaci贸n y
la autonom铆a relativa del Estado, cada vez que transcurren dentro de los
espacios, formas y mecanismos establecidos por las instituciones estatales, y
no hacen peligrar el proceso productivo capitalista b谩sico. La multiplicidad de
instituciones del Estado y la sociedad civil confiere a la sociedad capitalista
una gran ductilidad para dirimir en su seno los conflictos, a la vez que
aumenta las posibilidades de ejercicio de libertades y derechos de individuos y
grupos.
Esas crisis econ贸micas y pol铆ticas conducen a modificaciones
en los mecanismos de acumulaci贸n, en los modos de trabajo y consumo, en la
tecnolog铆a, en las estructuras sociales y en las relaciones de clases,
generando trasformaciones constantes en la configuraci贸n hist贸rica concreta de
lo que se llama 鈥渃apitalismo鈥. Esas trasformaciones tienen su correlato al
interior del aparato del Estado.
Las reorganizaciones del sistema pol铆tico son impulsadas por
luchas sociales y pol铆ticas, y por lo tanto surgen en forma de crisis. Esas
luchas pueden llevar incluso, en situaciones particulares, al cuestionamiento
de la sociedad capitalista y del Estado capitalista. La superaci贸n
revolucionaria de la primera, est谩 vinculada a la superaci贸n pr谩ctica de su
forma pol铆tica. Pero aquellas luchas se originan y desarrollan en el marco de
las instituciones capitalistas dadas y se enfrentan a la dificultad de
confrontar con ellas. (HIRSCH, J., 2005: 171 鈥 174)
2.2 Las Pol铆ticas
P煤blicas
Oscar Oszlak y Guillermo O麓Donnell, en 鈥淓stado y Pol铆ticas Estatales en Am茅rica
Latina: hacia una estrategia de investigaci贸n鈥 sostienen que 鈥渓as pol铆ticas
estatales permiten una visi贸n del Estado en acci贸n, desagregado y descongelado
como estructura global y puesto en un proceso social en el que se entrecruza
complejamente con otras fuerzas sociales鈥 El estudio de las pol铆ticas estatales
ayuda a desagregar y poner en movimiento a un Estado y actores (clases,
fracciones de clases, organizaciones, grupos, eventualmente individuos)鈥 El
campo propio de este enfoque es鈥 el聽 proceso social tejido alrededor del surgimiento, tratamiento y resoluci贸n
de cuestiones ante las que el Estado y otros actores adoptan pol铆ticas鈥. (Oszlak y O麓Donnell, 1984:
99-100).
聽Se llama cuestiones a
鈥渁suntos (necesidades, demandas) socialmente problematizados鈥, es decir,
aquellos problemas socialmente vigentes y tematizados por actores
(organizaciones, grupos, etc.).
Como ninguna sociedad puede atender a todas las necesidades y
demandas de sus integrantes, 鈥渟贸lo algunas son problematizadas, en el sentido
de que ciertas clases, organizaciones, grupos, o incluso individuos
estrat茅gicamente situados, creen que puede y debe hacerse algo a su respecto y
est谩n en condiciones de promover su incorporaci贸n a la agenda de problemas
socialmente vigentes鈥.
Toda cuesti贸n atraviesa un ciclo vital que va desde su
surgimiento (o problematizaci贸n social) pasando por su desarrollo hasta llegar
a su resoluci贸n. 鈥淎 lo largo de este proceso, diferentes actores afectados
positiva o negativamente, por el surgimiento y desarrollo de la cuesti贸n, toman
posici贸n frente a la misma鈥.
Entonces el an谩lisis de las pol铆ticas estatales debe tener en
cuenta su surgimiento, desarrollo y resoluci贸n. Incluso el estudio debe
iniciarse desde el periodo previo al surgimiento de la cuesti贸n, tratando de
observar quien la reconoci贸 como problem谩tica, qui茅n y sobre la base de qu茅
recursos y estrategias logr贸 convertirla en cuesti贸n, qu茅 oposici贸n tuvo, como
se percibe, valora y define la cuesti贸n seg煤n los diversos actores (sabiendo
que dif铆cilmente van a coincidir en estas percepciones), etc.
En otra parte del art铆culo citado, Oszlak y O麓Donnell sostienen que las cuestiones pueden ser
iniciadas o no por el Estado. Frente algunas cuestiones el Estado va a tomar
una posici贸n, vale decir, va a explicitar una intenci贸n de resolverla.
鈥淯na pol铆tica estatal es esa toma de posici贸n que intenta (o
m谩s precisamente dice intentar) alguna forma de resoluci贸n de la cuesti贸n. Si
bien reconocen que es controvertido el sentido y extensi贸n que cabe al t茅rmino
pol铆tica estatal (o p煤blica), estos autores la definen como 鈥渦n conjunto de
acciones y omisiones que manifiestan una determinada modalidad de intervenci贸n
del Estado en relaci贸n con una cuesti贸n que concita la atenci贸n, inter茅s o
movilizaci贸n de otros actores de la sociedad civil鈥. Dicha intervenci贸n
afectar谩 el futuro curso del proceso social.
La pol铆tica estatal constituye un conjunto de iniciativas y
respuestas, manifiestas o impl铆citas, que observadas en un momento hist贸rico y
en un contexto determinado permiten inferir la posici贸n predominante del Estado
frente a una cuesti贸n que ata帽e a sectores significativos de la sociedad. Se
habla de posici贸n predominante porque las pol铆ticas estatales, por lo general,
son suma de iniciativas o respuestas, e incluyen decisiones de una o m谩s
organizaciones estatales, simult谩neas o sucesivas a lo largo del tiempo. Esas
tomas de posiciones no suelen ser un铆vocas, homog茅neas ni permanentes. Las
distintas unidades o aparatos estatales involucrados en la fijaci贸n de una
posici贸n en ocasiones entrar谩n en conflictos con respecto por ejemplo, a los
t茅rminos en que debe definirse la cuesti贸n suscitada o cual es el mejor modo
para resolverla, o debido a intereses organizacionales o clientel铆sticos contradictorios. As铆 las tomas de posici贸n del Estado adquieren un car谩cter
negociado o abiertamente conflictivo.
Otros actores (adem谩s del Estado) tambi茅n toman posici贸n
frente a cuestiones que los afectan, adoptando pol铆ticas cuyas consecuencias
pueden influir considerablemente (incluso m谩s que las pol铆ticas estatales) en
el proceso de resoluci贸n de esas cuestiones y en las futuras tomas de posici贸n
sobre las mismas. Cada toma de posici贸n de un actor refleja una estrategia de
acci贸n, cuyas premisas depende por lo general, de la cantidad de recursos y
apoyos que el actor pueda movilizar y de sus expectativas sobre el
comportamiento de los otros actores con respecto a la cuesti贸n. 鈥淓l conjunto de
pol铆ticas privadas y estatales se entrelazan en un complejo proceso social鈥.
鈥淟a pol铆tica estatal鈥 no puede ser entendida ni explicada con prescindencia de
las pol铆ticas de otros actores鈥.聽 (OSZLAK
O. y O麓DONNELL G., 1984: 109 鈥 114; 120-122)
2.3 El Estado
latinoamericano
El capitalismo surge primariamente en Europa y desde all铆 se
expande al resto del mundo. A Am茅rica Latina llega con la conquista y
colonizaci贸n encontrando en nuestros territorios tierras y mano de obra que
fortalecieron la acumulaci贸n originaria en los pa铆ses centrales. Durante la
茅poca colonial el capitalismo convive en nuestros continentes con otros modos
de producci贸n: formas semifeudales y esclavismo.
El capitalismo colonial instalado en nuestros pa铆ses formaba
parte de una l贸gica mundial y tuvo continuidad luego de los procesos de
independencia, que fomentaron ese modo de producci贸n y mantuvieron su car谩cter
colonial, dominando y excluyendo desde el poder del Estado a buena parte de sus
habitantes.
La 鈥渇undaci贸n鈥 del Estado en Am茅rica Latina en el siglo XIX
es un proceso largo e indispensable para la consolidaci贸n del capitalismo en el
subcontinente. Gracias al Estado en cada territorio se conforma un mercado
interno, se expropian tierras a comunidades originarias para que produzcan para
el comercio exterior y se inserta al pa铆s en la divisi贸n del trabajo
internacional como productores exportadores de materias primas e importadores
de bienes industriales provenientes de los pa铆ses centrales.
La constituci贸n de las clases y la formaci贸n de una identidad
nacional no fue en Latinoam茅rica un proceso acabado como en Europa. Estructuras
econ贸micas inestables y dependientes, y territorios en los que viven
dificultosamente diferentes naciones, fueron el marco en el que el capitalismo
alcanz贸 alg煤n grado de desarrollo.
La intervenci贸n estatal, y en menor medida la inversi贸n
extranjera, supli贸 la fr谩gil iniciativa privada local. La g茅nesis del Estado y
el capitalismo en nuestros territorios tuvo sus particularidades que marcaron
su evoluci贸n futura.
La existencia de una sociedad civil fragmentada tuvo su
correlato en un Estado con marcado predominio de las instituciones burocr谩tico
鈥 represivas como mecanismo para imponer la unificaci贸n aparente de la
poblaci贸n y del territorio. Sin embargo el dominio que se logr贸 establecer fue
precario e inestable en importantes zonas geogr谩ficas.
El Estado pas贸 por diversas formas (olig谩rquica, populista,
burocr谩tico 鈥 autoritaria, neoliberal) en las que fue capitalista, pero de un
modo propio y singular de nuestra regi贸n. (OUVI脩A, H., 2005: 27 -30)
3. La Reforma del
Estado
3.1 La Reforma: su
g茅nesis y sentido
Gestada desde mediados de la d茅cada de 1970 por el impulso de
las corrientes neoliberales, la denominada 鈥淩eforma del Estado鈥 se consolid贸 en
la d茅cada de 1990, fruto de un cambio en la correlaci贸n de las fuerzas
sociales, y trajo como principal consecuencia una reformulaci贸n en la relaci贸n
entre Estado y sociedad, una redefinici贸n de las fronteras y del espacio
p煤blico.
T茅rminos como 鈥淣ueva Gesti贸n P煤blica鈥, 鈥淕erencia P煤blica鈥,
鈥淧rivatizaciones鈥, 鈥淒esregulaciones鈥, 鈥淎pertura de los mercados鈥,
鈥淕lobalizaci贸n鈥, etc., se transformaron en elementos infaltables del discurso
de pol铆ticos e intelectuales org谩nicos.
La globalizaci贸n cultural, la mundializaci贸n de los mercados
y las decisiones de los grandes centros financieros y de las institucionales
internacionales de cr茅dito, se impusieron a los estados y las sociedades.
Los Estados redefinieron sus funciones. Abandonaron tareas
asumidas en la 茅poca del Estado de Bienestar o estado de compromiso populista.
Disminuyeron su responsabilidad y su capacidad de respuesta frente a los
reclamos de la sociedad, en especial de aquellos que no cuentan con el poder
econ贸mico suficiente para lograr adquirir un buen nivel de vida en el mercado.
Descentralizaron sus funciones, empoderando a gobiernos subnacionales y organizaciones no gubernamentales. Vendieron empresas p煤blicas a firmas
privadas, argumentando la necesidad de achicar y hacer eficiente un aparato
estatal agigantado en las d茅cadas anteriores. Emprendieron una reforma
administrativa que incorpor贸 conceptos propios de la l贸gica mercantil privada.
Pero la Reforma del Estado fue mucho m谩s que una reforma administrativa.
El capitalismo financiero impuso sus l贸gicas de acumulaci贸n.
La necesidad de territorializar el capital, de
asentarlo por lo menos temporariamente, lanz贸 a los estados a una feroz
competencia, por inversiones en industrias reales o en negocios simplemente
especulativos. Capitales que s贸lo promet铆an arraigarse si se las garantizaba
beneficios, si se les abr铆an nuevos nichos de mercado en espacios antes
reservados a la sociedad o al Estado, si se abr铆an las econom铆as nacionales a
los flujos monetarios y comerciales internacionales, y si se les permit铆a
apropiarse de tierras y empresas que les aseguraran fuentes acumulaci贸n.
Promesas que supieron retirar, aggiornar o cumplir
seg煤n si los gobernantes locales acataban los dictados de organismos como el
FMI o el Banco Mundial.聽
P茅rdida de la soberan铆a estatal, mayor espacio para el
mercado, disminuci贸n del poder de los trabajadores para mejorar o por lo menos
sostener sus condiciones laborales. Cambios en la correlaci贸n de fuerzas: m谩s
mercado, m谩s espacio privado o privatizado, menos instrumentos para que el
Estado intervenga en la econom铆a, menos poder para la mayor铆a de la poblaci贸n.
La democracia se expandi贸 por el mundo occidental, en su
forma representativa 鈥 delegativa. Se perfeccionaron
los mecanismos por los cuales se garantizaba el voto a la vez que se impon铆an
trabas para el ejercicio efectivo del poder por las mayor铆as..
Estados y sociedades m谩s capitalistas y mayor铆as de las
poblaciones m谩s alejadas de las condiciones de vida dignas; administraciones
p煤blicas con acceso a nuevas tecnolog铆as y mejores rutinas burocr谩ticas, y
sectores sociales privados del acceso a servicios que antes eran p煤blicos;
extensi贸n de la democracia representativa 鈥 delegativa y desmovilizaci贸n social y pol铆tica asentada en el miedo o el desinter茅s a
comprometerse con lo p煤blico. Estas dicotom铆as marcaron el panorama de una
etapa del desarrollo del capitalismo y del Estado.
Los Estados fueron fuertes para imponer cambios, aunque estos
implicaron la disminuci贸n de su propia capacidad para moldear el desarrollo de
la sociedad y la econom铆a, y equilibrar los conflictos sociales. No se desguaz贸
o se redujo el conjunto de las instituciones estatales, sino s贸lo aquellas que
respond铆an a la l贸gica bienetarista, que en los a帽os
anteriores hab铆an crecido por la presi贸n del movimiento obrero que tras largas
luchas hab铆a arrancado a los gobernantes el reconocimiento de algunos derechos.
No se cuestion贸 aquellas instituciones que garantizaban la relaci贸n de
producci贸n b谩sica, es decir que aseguraban al capital la efectividad de su
dominaci贸n. Los dictados de los mercados y las organizaciones de cr茅dito no
ten铆an poder efectivo sobre los territorios, sino mediante pol铆ticas estatales
que incorporaban sus l贸gicas y convert铆an en obligaciones para las poblaci贸n el
conjunto de sus recetas.
Un grupo importante de intelectuales, profesores
universitarios, consultoras, en general adhirieron a la corriente en boga. El
neoliberalismo cont贸 con miles de intelectuales org谩nicos, que supieron
transmitir al conjunto de la poblaci贸n que en alg煤n futuro su vida iba a
mejorar si confiaban ciegamente en estas reformas e incorporan una nueva
subjetividad.
La hiperinflaci贸n, la recesi贸n econ贸mica, las represi贸n de
las dictaduras, la propaganda oficial, la ret贸rica en las c谩tedras o en la
televisi贸n, fueron medios de trasmisi贸n - imposici贸n de una nueva manera de
concebir el mundo, como inexorablemente m谩s globalizado y capitalista, m谩s
competitivo, individualista y prometedor de un progreso reservado a quienes
triunfaran en un mercado ahora idolatrado.
Este pensamiento simplificado planteaba que cuanto m谩s se
achicara ese Estado reino de la ineficiencia y la coacci贸n, m谩s podr铆a florecer
el mercado, reino de la libertad y el crecimiento. Menos Estado, supuestamente
era menos impuestos, m谩s eficiencia en la asignaci贸n de recursos, m谩s empresas
privadas creadoras de empleo, m谩s libertad para quienes contaban con el poder
para imponer sus decisiones en aquel mercado.
Las ideas neoliberales se ofrecieron como neutrales aunque
beneficiaban a actores concretos, y se difundieron desde los pa铆ses centrales,
en especial Estados Unidos, aunque sus recetas fueron aplicadas en especial en
los pa铆ses latinoamericanos. Las instituciones del Estado de Bienestar y la
propiedad p煤blica de empresas, apenas fueron cuestionadas en los pa铆ses de la
OCDE, mientras que fueron dr谩sticamente reducidas en nuestra regi贸n. Las
reformas fueron impuestas desde los organismos internacionales como condici贸n
indispensable para otorgar cr茅ditos que serv铆an en general para pagar antiguas
deudas. Organismos dominados por esos pa铆ses centrales, que no hac铆an en sus
territorios lo que predicaban hacia afuera. L贸gica comprensible porque el
aumento de las posibilidades de negocios para firmas privadas, lo era en
especial para empresas trasnacionales cuyos due帽os en general eran de los
mismos pa铆ses que dominaban los directorios del FMI o el Banco Mundial.
La crisis del petr贸leo de mediados de la d茅cada del 麓70 fue
la se帽al de inicio de una nueva etapa de desarrollo del capitalismo. A partir
de all铆 los fondos se desarraigaron de la producci贸n para vagar errantes en
forma l铆quida por aquellos espacios que promet铆an rentabilidad a corto plazo,
dejando tras de s铆 el incremento de las deudas de empresas y pa铆ses
subdesarrollados y la crisis econ贸mica en aquellos territorios que dejaban de
brindar las condiciones ideales para la acumulaci贸n. (LOPEZ, A.,
2003: 9 - 13; OSZLAK, O., 1997: 1; OSZLAK, O., 1993: 18 鈥 23; THWAITES REY, M.,
2005; THWAITES REY, M., 2008: 1; HOLLOWAY, J., 1992: 23 - 27)
3.2 La Reforma: las
pol铆ticas y sus impactos
La Reforma se concret贸 a trav茅s de pol铆ticas estatales. Hubo
una 鈥減rimera generaci贸n鈥 de reformas que consisti贸 en una reducci贸n del Estado,
en lo que concierne a su tama帽o y su injerencia en la actividad econ贸mica.
Am茅rica Latina, fue la regi贸n que m谩s fielmente aplic贸 las
pol铆ticas contenidas en lo que se conoci贸 como 鈥淐onsenso de Washington鈥. En
nuestros pa铆ses se privatizaron empresas estatales productoras de bienes y
servicios, ya sea vendi茅ndolas o entreg谩ndolas en concesi贸n por tiempos
prolongados a empresas privadas nacionales o extranjeras. Industrias
petroleras, de telecomunicaciones, medios de comunicaci贸n, servicios p煤blicos
esenciales (agua, gas, electricidad, etc.), ya no fueron estatales ni menos a煤n
p煤blicas. Incluso se entreg贸 la gesti贸n de derechos b谩sicos como las
jubilaciones, cuyos fondos pasaron a ser administrados por firmas que compet铆an
por el ahorro de los trabajadores formales.
Espacios antes reservados al Estado, como las aerol铆neas de
bandera, la televisi贸n, la prestaci贸n de servicios p煤blicos, se convirtieron en
谩mbitos de mercado, pero no de un mercado competitivo, sino de un espacio
controlado por monopolios privados, o en el mejor de los casos por una fr谩gil
competencia oligop贸lica.
Las econom铆as de Latinoam茅rica se abrieron al comercio y a
los flujos financieros internacionales, fruto de la decisi贸n de sus 茅lites
gobernantes y de la imposici贸n de los organismos internacionales de cr茅dito,
para los cuales esto era una condici贸n insoslayable para refinanciar deudas o
para considerarlos parte del grupo de pa铆ses catalogados como confiables para
recibir inversiones privadas.
Las actividades productivas se desregularon o sufrieron
modificaciones en su modo de regulaci贸n, siempre tendientes a aumentar la
libertad de mercado, es decir la facultad de las firmas privadas de decidir
d贸nde invertir, c贸mo producir y cu谩nto explotar a la fuerza de trabajo.
La flexibilizaci贸n laboral fue una pol铆tica presente en la
mayor铆a de los pa铆ses de la regi贸n. Derechos laborales conquistados
hist贸ricamente fueron considerados por los diagn贸sticos neoliberales, pesados
costos para las empresas que obstaculizaban la contrataci贸n de nuevos
trabajadores y la acumulaci贸n de capital. Entonces se decidi贸 reducir salarios,
fondos destinados a la seguridad social, estabilidad laboral, etc. A la vez que
se controlaba o reprim铆a a las organizaciones sindicales, o se realizaban
acuerdos corruptos entre sus c煤pulas, las 茅lites gobernantes y los m谩ximos
representantes del capital nacional y trasnacional.
Sindicatos y partidos pol铆ticos vivieron un proceso de
creciente desprestigio y p茅rdida de afiliados desencantados y enojados con
quienes hablaban en nombre de las instituciones que antes los representaban. El
corolario fue el 鈥渜ue se vayan todos鈥 que en Argentina son贸 al comp谩s de las
cacerolas en el 2.001.
El espacio de lo p煤blico se redujo y la parte sustra铆da se
transform贸 en propiedad privada, la cual fue garantizada por nuevas leyes.
鈥淪eguridad para las inversiones鈥 fue un objetivo clave de pol铆ticas que ataron
las manos al Estado en su facultad de redistribuci贸n en favor de los sectores
sociales m谩s carenciados.
A esos sectores se les destin贸 pol铆ticas sociales
focalizadas, donde la atenci贸n de los grupos m谩s pobres era un objetivo tan
importante como reducir el gasto social. Se crearon diversas pol铆ticas sociales
que intentaron disminuir los costos sociales de la reforma, que dejaba sin
empleo a muchos, y contener las protestas. Lo que antes era reconocido como
derecho, ahora se transform贸 en una prebenda otorgada clientel铆sticamente o enfocada selectivamente a aquellos grupos que pasaban filtros de selecci贸n
rigurosos, que ten铆an por finalidad evitar que muchos fueran considerados
beneficiarios de aquellas pol铆ticas que antes eran universales.
Las reformas de 鈥渟egunda generaci贸n鈥 partieron del
diagn贸stico que indicaba que la reducci贸n del tama帽o del Estado operada en los
primeros a帽os de la d茅cada deb铆a ser complementada ahora por un fortalecimiento
de la capacidad de gesti贸n de las instituciones estatales, a las que ahora se
les reconoc铆a un rol importante como promotoras del desarrollo y garantes del
buen funcionamiento del mercado. Hacer m谩s eficiente lo que hab铆a quedado de
Estado, fue el objetivo de la segunda etapa de reformas, iniciada en 1997 por
el Banco Mundial tras un informe titulado 鈥淓l Estado en un mundo en
transici贸n鈥.
Las instituciones estatales deb铆an mejorar sus mecanismos y
tecnolog铆as de gesti贸n para atender las necesidades de los 鈥渦suarios鈥 o
鈥渃lientes鈥. La l贸gica mercantil se hab铆a apoderado del lenguaje reformista. A
los que antes eran considerados ciudadanos con derecho a recibir del Estado
bienes y servicios que garantizaran una buena calidad de vida, ahora se los
llamaba clientes, a semejanza de las empresas privadas y de su rol de
consumidores en el mercado. As铆 tambi茅n se empez贸 a llamar gerentes, a quienes
conduc铆an pol铆ticas y oficinas p煤blicas.
Una gama de nuevos gerentes, asesores y consultores se
incorporaron al Estado. Un grupo tecnocr谩tico formado en las ideas y pr谩cticas
neoliberales fue empoderado para cambiar la estructura y las din谩micas del
Estado. Sigui贸 existiendo la vieja burocracia de carrera la cual fue mirada con
desconfianza y en la medida de lo posible fue pasada a retiro. El personal del
Estado nacional en la mayor铆a de los pa铆ses disminuy贸, no as铆 en los gobiernos subnacionales.
Provincias y municipios recibieron funciones que el Estado
nacional descentralizaba o delegaba con o sin presupuesto suficiente. A veces
las decisiones segu铆an centralizadas y la ejecuci贸n quedaba a cargo de
gobiernos con reducida capacidad de gesti贸n. Pero tambi茅n esto fue un espacio
para acercar algunas pol铆ticas a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad
civil, llegando en ciertos casos a generarse espacios de participaci贸n, sin que
esto significara un sustancial aumento de la movilizaci贸n social o un estrechamiento
de los v铆nculos comunitarios. Cualquier indicio de politizaci贸n de la sociedad
fue mirada con desconfianza y h谩biles mecanismos de desconcientizaci贸n fueron aplicados con el objetivo que el ciudadano se conformara con ser
consumidor en el mercado, votante en las elecciones y fuente de consulta de
alguna encuesta de opini贸n p煤blica o de satisfacci贸n de la calidad de los
servicios.聽 Una democracia ahuecada (HOLLOWAY, J, 1993:
29) que supo mantener una promiscua convivencia con el crecimiento de la pobreza
y la desigualdad social. Una democracia delegativa (O麓DONNEL, G., 1993: 3) en la que, luego de las elecciones, al Poder Ejecutivo
se le delega el derecho de hacer lo que le parezca adecuado.
Presidencias fuertes, funcionarios controlados y m谩s trasparentes,
empleados p煤blicos cuya productividad se midiera por indicadores y se fomentara
con incentivos econ贸micos, t茅cnicos en puestos claves que supieran que es lo
mejor para fortalecer la iniciativa privada, agencias para ejecutar pol铆ticas
espec铆ficas, etc. fueron algunas ideas que dominaron la agenda de la 鈥淣ueva
Gesti贸n P煤blica鈥, tal como se le llam贸 desde Estados Unidos a ese conjunto de
principios, tomados en parte de las empresas privadas, y transmitidos en forma
de manuales a funcionarios de diversos pa铆ses que intentaron con ellas una
tarea que estuvieron lejos de cumplir: modernizar a sus burocracias todav铆a
impregnadas de rasgos patrimonialistas.
Un Estado fuerte para imponer reformas que fortalezcan al
mercado, el cual deb铆a de crecer sobre los espacios antes reservados al Estado.
Una sociedad que a veces recib铆a algo de lo que el Estado dejaba y que otras
veces quedaba presa del mercado.聽
Los pa铆ses que implementaban las reformas eran presentados en
los medios de comunicaci贸n internacionales como ejemplos a seguir por otros que
se resist铆an a la corriente neoliberal. Un paralelismo: Algunas firmas privadas
otorgaban el premio al 鈥渆mpleado del mes鈥 a quien alcanzara est谩ndares de
productividad superiores a sus pares y no planteara conflictos a sus patrones,
mientras que los organismos financieros internacionales otorgaban cr茅ditos a
los pa铆ses que pagaran regularmente los vencimientos de sus deudas anteriores y
abrieran sus econom铆as e instituciones estatales a la l贸gica del mercado.
Si bien los resultados fueron distintos en cada pa铆s, en
general los primeros a帽os de reforma en el continente se caracterizaron por
moderadas tasas de crecimiento e ingreso de capitales extranjeros. Pero hacia
finales de la d茅cada la crisis hab铆a estallado. Sucesivas debacles de las
bolsas se extend铆an por los pa铆ses, que estaban lo suficientemente globalizados
para contagiarse sus problemas. El desempleo y la pobreza crec铆an. Las
instituciones financieras internacionales comenzaron a negar refinanciaciones
de pr茅stamos y a subir las tasas de inter茅s, de modo tal que pagar la deuda
externa se transform贸 en una empresa heroica que exig铆a sacrificios enormes:
reducci贸n del presupuesto social, de los salarios de los empleados p煤blicos,
aumento de impuestos, etc.
El 鈥渁juste estructural鈥 de la d茅cada del 麓80 que precedi贸 a
las reformas, tuvo una reedici贸n con el ajuste de fines de la d茅cada del 麓90,
que cay贸 sobre los presupuestos p煤blicos y se traslad贸 desde all铆 al conjunto
de la econom铆a y en especial al nivel de vida de las personas. La promesa de
quienes decid铆an los recortes, era que se generar铆a confianza en los mercados,
se reactivar铆a el cr茅dito internacional, las inversiones volver铆an a fluir y la
econom铆a retornar铆a a la senda de crecimiento. Pero nada de esto se cumpl铆a.
Argentina fue el ejemplo paradigm谩tico de esta historia,
prototipo de los pa铆ses que aceptaron las l贸gicas impuestas por sus acreedores
y puestas en pr谩cticas por un grupo de funcionarios que tomaron el credo
neoliberal como religi贸n que se negaron a cuestionar por lo menos hasta que
estall贸 la crisis m谩s grande de la historia del pa铆s. Clases medias
empobrecidas, saqueos, corrupci贸n de funcionarios p煤blicos, renuncia de
presidentes, etc. fueron las noticias de los diarios a finales del a帽o 2.001. Pero
la crisis se gest贸 en los a帽os anteriores al calor de las reformas.
En los otros pa铆ses la suerte fue similar porque las
pol铆ticas tambi茅n lo fueron. Antes o despu茅s, muchos pa铆ses entraron en aquella
crisis que cuestion贸 el modelo neoliberal, y dej贸 abierta la necesidad de
operar de nuevo sobre la frontera entre el Estado y la sociedad, sobre la
capacidad de las instituciones p煤blicas para intervenir en la econom铆a ya sea
para garantizar la acumulaci贸n de capital o responder a las demandas sociales.
El Estado tras su 鈥淩eforma鈥 se convirti贸 en m谩s capitalista,
pero tras la crisis profunda e hist贸rica, qued贸 en las condiciones ideales para
que m煤ltiples actores sociales replantearan su sentido, funciones, historia,
pol铆ticas... Porque por fuera del escenario del neoliberalismo, siempre hubo
quienes se conservaron resistentes a la mercantilizaci贸n de los v铆nculos
sociales. As铆 se iniciaba una nueva etapa, que m谩s o menos coincid铆a con un
nuevo siglo. (LOPEZ, A., 2003: 7 - 13, 18 鈥 21; THWAITES REY, M.,
2008: 9; RESTREPO, D., 2003: 6; PRATS I CATAL脕, J., 1998: 1 鈥 4; OSZLAK, O.,
1993: 10 鈥 20; FELDER, R., 2007; THWAITES REY, M., 2005: 6; OUVI脩A, H., 2005:
30 - 33)
4. La Refundaci贸n del
Estado?鈥
4.1 Caminos diversos
sin metas comunes
En los inicios del siglo XXI Am茅rica Latina vive una nueva
茅poca caracterizada por el surgimiento de movimientos sociales que se
convierten en nuevos actores pol铆ticos, reformas en las instituciones del
Estado, novedosos mecanismos de participaci贸n, reconocimiento de derechos de
naciones originarias y modificaciones profundas en la relaci贸n Estado 鈥
Sociedad plasmadas en las constituciones.
La contemporaneidad de los cambios dificulta su an谩lisis.
S贸lo se puede aspirar a conceptualizaciones y caracterizaciones provisorias,
siempre sujetas al debate. La trayectoria de las pol铆ticas y de las
orientaciones de los gobiernos son cambiantes y los 鈥済iros鈥 hacia derecha o
izquierda una posibilidad constante.
UNASUR, Telesur, Banco del Sur,
ALBA, etc., son ejemplos de nuevos procesos de integraci贸n regional, de
espacios de coincidencia entre un n煤mero variable de estados que comparten
ciertos principios u objetivos. Sin embargo los procesos que se viven en cada
uno de ellos son diversos. Como primera aproximaci贸n se podr铆a hacer una
clasificaci贸n, no exhaustiva y siempre discutible, que distinga tres grupos de
pa铆ses en la actual coyuntura de la regi贸n, s贸lo con el fin de justificar la
decisi贸n de profundizar luego en uno de esos grupos:
鈥 El primer grupo estar铆a conformado por aquellos pa铆ses que
presentan una menor distancia, en comparaci贸n con los miembros de los otros
grupos, de la ret贸rica y de las pol铆ticas propias del neoliberalismo
predominante en las 煤ltimas d茅cadas del siglo XX. Gobiernos centro derecha, Tratados
de Libre Comercio con Estados Unidos, fortalecimiento de los aparatos
represivos del Estado, b煤squeda del orden entendido como cancelaci贸n de los
conflictos sociales, caracterizan a Colombia durante las presidencias de Uribe
y Santos, al Chile de Sebasti谩n Pi帽era o a la actual
Honduras.
鈥 El segundo grupo de pa铆ses se encuentra en una posici贸n
intermedia dentro de esta clasificaci贸n. Se trata de aquellos con mejores
resultados de crecimiento econ贸mico, basado generalmente en pol铆ticas que
impulsan el desarrollo de sus mercados internos y en una coyuntura
internacional favorable en la cual se valorizan los precios de sus comodities exportables. En el nuevo siglo el Estado
adquiri贸 en ellos una creciente importancia en la econom铆a, el presupuesto
destinado a educaci贸n se increment贸, se crearon mecanismos de cooperaci贸n entre
el Estado y las empresas, se foment贸 la competitividad internacional de la
producci贸n mediante devaluaciones del tipo de cambio y promoci贸n de la
modernizaci贸n tecnol贸gica, se recuper贸 la planificaci贸n en algunas 谩reas a
trav茅s de planes estrat茅gicos elaborados con participaci贸n de m煤ltiples
actores, hay una recuperaci贸n t铆mida de la regulaci贸n sobre el capital
financiero y se reconocieron formalmente derechos a la diversidad cultural y a
los pueblos originarios.
Adem谩s se han creado o fomentado mecanismo de transparentaci贸n de la gesti贸n p煤blica y de participaci贸n
en las decisiones, tales como audiencias p煤blicas para ciertas pol铆ticas
estatales, presupuestos participativos, concejos municipales de servicios, etc.
Las sociedades presentan un grado creciente de politizaci贸n, pero todav铆a
escaso en comparaci贸n con otros pa铆ses del continente en que los movimientos
sociales se han convertido en actores relevantes en el escenario pol铆tico nacional.
En estos pa铆ses los gobernantes critican en sus discursos la
茅poca neoliberal y la acci贸n imperialista de los pa铆ses centrales, sin embargo
no se ha modificado en forma significativa las din谩micas de acumulaci贸n propias
de fines del siglo XX, existe una presencia creciente de firmas trasnacionales
controlando resortes b谩sicos de la producci贸n y poco se ha avanzado en procesos
de recuperaci贸n nacional de empresas de servicios p煤blicos privatizadas.
Boaventura de Souza Santos (2010) denomina a
este grupo como 鈥淓stado comunidad ilusoria鈥 y lo caracteriza por su vocaci贸n
pol铆tica popular, nacional y transclasista y por la
capacidad del Estado de incorporar demandas populares por v铆a de inversiones
financieras y simb贸lico ideol贸gico. En estos pa铆ses no se cuestiona el
capitalismo, sino que se intenta desarrollar pol铆ticas creativas que permitan
minimizar los costos sociales de la acumulaci贸n. Se promueve la reducci贸n de la
desigualdad en cuanto a ingresos sin alterar la matriz de producci贸n de
dominaci贸n clasista. El gobierno socialdem贸crata de Lula da Silva en Brasil es
el ejemplo paradigm谩tico, con una pol铆tica econ贸mica neodesarrollista que articula el nacionalismo econ贸mico con la obediencia resignada a las
instituciones del capitalismo global
鈥 En el tercer grupo se ubican Venezuela, Bolivia y Ecuador,
pa铆ses en donde se ha iniciado un proceso que algunos cient铆ficos sociales y
decisores pol铆ticos han denominado 鈥淩efundaci贸n del Estado鈥 para distanciarlo
de la Reforma del Estado neoliberal de la d茅cada del 麓90 y para simbolizar
cambios profundos en la matriz social, econ贸mica y pol铆tica de estos
territorios. Se trata de pa铆ses en transici贸n, en camino hacia algo que todav铆a
no se logra definir con exactitud pero que tiene caracter铆sticas opuestas no s贸lo
con respecto a la 茅poca neoliberal, sino tambi茅n a la forma de organizaci贸n
colonialista y patrimonialista predominante en los 煤ltimos siglos.
En estos pa铆ses la lucha de clases est谩 abierta, una lucha
basada en diferencias no s贸lo econ贸micos, sino tambi茅n regionales, 茅tnicas,
etc., Nuevos Movimientos Sociales (NMS) han surgido levantando la bandera de la
ampliaci贸n del espacio p煤blico m谩s all谩 de la frontera estatal, de la
reivindicaci贸n de la participaci贸n pol铆tica y social sin exclusiones de g茅nero,
nacionalidad y condici贸n econ贸mica, y como en el caso de Bolivia han sabido
tejer alianzas para acceder al poder del Estado, en donde han iniciado una
verdadera revoluci贸n lenta y no exenta de m煤ltiples dificultades.
En los siguientes apartados se analizan los procesos que
viven Bolivia y Ecuador y las nuevas formas de participaci贸n democr谩tica en el
Continente.
4.2 El Estado
plurinacional boliviano
La historia de Bolivia desde su independencia formal de la
Corona espa帽ola estuvo caracterizada por la continuaci贸n del colonialismo
expresado en la exclusi贸n de los pueblos y naciones ind铆genas, que son mayor铆a
en el pa铆s, del ejercicio real de los derechos pol铆ticos y de los puestos de
trabajo de mayor prestigio social. La organizaci贸n de la econom铆a y la sociedad
estuvo marcada por el patrimonialismo, es decir por propietarios latifundistas
de la tierra (obtenida en base al despojo a los abor铆genes, sus due帽os
originales) que controlaban las estructuras de dominaci贸n pol铆tica, a la vez
que el Estado no logr贸 consolidar un ejercicio de poder continuo sobre todo el
territorio por lo cual persistieron formas de dominio olig谩rquicas en varias
regiones y los pueblos originarios campesinos continuaron con su organizaci贸n
comunitaria de la vida econ贸mica y social en zonas marginales. Es decir un
Estado instrumentalizado por la clase dominante, una econom铆a pobre, excluyente
y abigarrada (con persistencia de modos de producci贸n y formas de organizaci贸n
pol铆tica diversas), y una sociedad civil que aprendi贸 a resolver sus problemas
a veces con independencia del poder estatal central.
Desde 1985 y por 20 a帽os gobernaron el pa铆s partidos
conservadores neoliberales. Pasaran por la presidencia Paz Estenssoro, Paz
Zamora, S谩nchez de Losada, Banzer y Quiroga, todos ellos avanzaron en el
proceso de liberaci贸n del mercado, privatizaci贸n y cierre de empresas p煤blicas,
desregulaci贸n de la fuerza laboral y extranjerizaci贸n de la propiedad de los
recursos productivos. (GARCIAL LINERA, A., 2010 b: 72).
Desde la revoluci贸n democr谩tico burguesa de 1952 se hab铆an
fortalecido una serie de organizaciones, ligadas a actividades productivas y
grupos sociales, comunidades, barrios, productores de coca, campesinos
ind铆genas, es decir una gama de movimientos sociales amplia, cuyo poder para producir
hechos de resonancia social se puso de manifiesto a partir del a帽o 2000, cuando
iniciaron en forma aislada m煤ltiples protestas, diversas en sus objetivos y en
su ubicaci贸n geogr谩fica, que intentaban defender el control local sobre
recursos productivos como el agua, el gas y la tierra. Estos grupos sociales en
los a帽os anteriores hab铆an aprovechado la descentralizaci贸n administrativa para
ganar espacios de participaci贸n a nivel municipal. Las manifestaciones
dispersas expresaban en diferentes lenguajes reclamos comunes.
A partir de 2003 este bloque social heterog茅neo y movilizado
comenz贸 a ganar cohesi贸n, a promover un programa de transformaciones
estructurales, a sumar apoyos de sectores criollos de clase media y baja y
movimientos cooperativistas. En las elecciones de 2005 presentaron una
propuesta pol铆tica, a trav茅s de un instrumento espec铆ficamente creado a este
fin, el partido MAS (Movimiento al Socialismo) que present贸 como candidato a
presidente a un ind铆gena, l铆der de las manifestaciones populares, Evo Morales Ayma, y de vicepresidente a un intelectual criollo, Alvaro Garc铆a Linera. Con el triunfo electoral del MAS
comenz贸 un proceso de sustituci贸n de las 茅lites dirigentes. Un gran n煤mero de
ind铆genas por primera vez en la historia de Bolivia desde la conquista
espa帽ola, acced铆a a los m谩s altos espacios de poder. (GARCIA LINERA A. 2010 b:
77 - 87).
Este nuevo bloque de poder dominante tiene como base
econ贸mica la peque帽a producci贸n mercantil, agraria y urbana. Est谩 formado por
campesinos ind铆genas, peque帽os productores urbanos, empresarios que producen
para el mercado interno, profesionales e intelectuales afines a las clases
populares, obreros que sufrieron en las d茅cadas anteriores la precarizaci贸n
laboral, las fuerzas armadas que adhieren al nuevo gobierno por su defensa de
la soberan铆a estatal y una parte de la burocracia. Es decir una composici贸n de
los grupos gobernantes muy distinta a la que hab铆a predominado en los siglos
anteriores. La base material de poder de este nuevo bloque se fortaleci贸 por
las nacionalizaciones de los recursos naturales y la recuperaci贸n por parte del
Estado de la propiedad de las empresas de hidrocarburos (principales
exportadoras) y de telecomunicaciones.聽 El Estado se transform贸 en el principal inversor en la econom铆a, duplic贸
su participaci贸n el Producto Bruto Interno y mediante el Banco de Desarrollo
Productivo apoya a los peque帽os y medianos productores. (GARCIA LINERA, A.,
2010 b: 17 鈥 28)
Fruto del Pacto de Unidad entre los principales movimientos
sociales se reform贸 la Constituci贸n incorporando cambios sustanciales, tales
como: el reconocimiento del pluralismo jur铆dico (las comunidades ind铆genas
campesinas pueden regirse en sus territorios y en los conflictos al interior de
ella por sus propias normas); la democracia participativa y la democracia comunitaria son reconocidas a la par que la democracia
representativa ; se promueve la econom铆a social y comunitaria; se reconocen
nuevos derechos; se aumenta la capacidad del Estado para retomar el control
sobre los recursos b谩sicos del pa铆s; se obliga a la consulta y consentimiento
de los pueblos para la explotaci贸n de recursos naturales en sus territorios,
etc.
El primer art铆culo define el modelo de Estado como unitario
social de derecho plurinacional comunitario con descentralizaci贸n
administrativa y autonom铆as. El segundo art铆culo plantea la preexistencia
colonial de las naciones y pueblos ind铆genas originarios campesinos, y por lo
tanto el reconocimiento a su derecho al autogobierno, a instituciones, lengua,
normas, cosmovisi贸n y gesti贸n propias. La plurinacionalidad expresada en la
Constituci贸n implica el reconocimiento de la diversidad cultural y la
afirmaci贸n de la existencia de diversas naciones iguales en derechos como
miembros de un mismo Estado y anterior a 茅l.
Con la nueva Constituci贸n se oper贸 tambi茅n un cambio en los
贸rganos que conformaban la estructura estatal, rompiendo con el modo cl谩sico
tripartito de divisi贸n de poderes. En Bolivia existe hoy, adem谩s del Poder
Ejecutivo, una Asamblea Legislativa Plurinacional cuyos miembros son elegidos
algunos en circunscripciones tradicionales y otros en distritos especiales
ind铆genas, un 贸rgano judicial que cuenta con un Tribunal Constitucional
Plurinacional que resuelve en 煤ltima instancia litigios seg煤n el derecho moderno
occidental y tambi茅n seg煤n las normas propias de las comunidades originarias, y
el 脫rgano Electoral Plurinacional que controla y supervisa los procesos de
representaci贸n pol铆tica en todos los niveles de gobierno y organizaciones
pol铆ticas, supervisando el ejercicio de la democracia al interior de cada
comunidad y de cada m茅todo de selecci贸n de candidatos.
La organizaci贸n econ贸mica del pa铆s qued贸 regida a partir del
principio del Buen Vivir (Sumak Kawsay o Suma Qama帽a, seg煤n idiomas ind铆genas), una concepci贸n
distinta a la de crecimiento como aumento del PBI y a la idea de desarrollo
propia de la modernidad occidental. La Constituci贸n reconoce una econom铆a
plural constituida por formas de organizaci贸n econ贸mica comunitaria, estatal,
privada y social cooperativa.
Es una Constituci贸n para una transici贸n en el sentido que
introduce cambios menores a los reclamados por los grupos que promovieron la
reforma, pero importantes para iniciar transformaciones en la ordenaci贸n misma
de la sociedad, la econom铆a y el Estado. (DE SOUSA SANTOS, B., 2010; GARC脥A
LINERA A., 2010 b; VEGA CAMACHO, O., 2010)
La oposici贸n al gobierno de Evo Morales est谩 articulada en
los terratenientes, que conservan sus latifundios y en los partidos pol铆ticos
que gobiernan los departamentos de Santa Cruz, Pando, Beni, Tarija y
Cochabamba, zonas con importantes recursos naturales como petr贸leo y gas. Este
grupo cuenta con alrededor de un tercio de los miembros de la Asamblea
Legislativa Plurinacional y la mayor铆a de los votos en el Senado. Precisamente
en esa C谩mara en 2008 se aprob贸 el llamado a un refer茅ndum revocatorio del
mandato del presidente impulsado por estos grupos opositores. En ese refer茅ndum
Evo Morales obtuvo el apoyo del 67% de la poblaci贸n.
La m谩s radical ofensiva de la oposici贸n se expres贸 en el
intento de golpe de Estado en setiembre 2008 que lleg贸 a tomar los aeropuertos
y varios edificios p煤blicos en diferentes zonas del pa铆s. Pero tras el
asesinato de 11 ind铆genas en Pando por orden del gobernador local, el intento
de derrocamiento perdi贸 todo el apoyo social y justific贸 la intervenci贸n del
ej茅rcito en defensa del gobierno constitucional y democr谩tico. El golpe fracas贸
y una amplia movilizaci贸n social respald贸 al presidente.
Evo Morales luego fue reelegido en su cargo en 2010 y sus
opositores, disminuidos como fuerza pol铆tica y como bloque de poder social y
econ贸mico, se refugiaron en el dominio de varios medios de comunicaci贸n, en el
poder de algunos gobiernos en departamentos importantes y en comit茅s c铆vicos, con
un cierto apoyo social, que operan como contraparte de los movimientos sociales
que apoyan al MAS. 鈥淐laro, ninguna clase dominante abandona voluntariamente el
poder鈥 ni acepta que de la noche a la ma帽ana quien era su sirviente o empleada
ahora sea su legislador o ministro鈥︹ (GARCIA LINERA, 2000 b: 78 -79)
La realidad boliviana expresa a煤n m谩s contradicciones y
l铆mites para el proceso iniciado en 2005: la desigualdad y la pobreza hist贸rica
en el pa铆s si bien se ha reducido contin煤a en niveles preocupantes, la
propiedad concentrada de la tierra no se ha modificado sustancialmente
conserv谩ndose as铆 intacta la base de sustentaci贸n material del antiguo bloque
dominante y el crecimiento econ贸mico del pa铆s, si bien ha posibilitado obtener
recursos para la redistribuci贸n, se solventa sobre el aumento del precio
internacional de los hidrocarburos exportables. El extractivismo,
es decir el crecimiento basado en la extracci贸n, explotaci贸n y venta, de
recursos naturales renovables y no renovables, con poca industrializaci贸n y por
m茅todos en ocasiones contaminantes, es quiz谩 la contradicci贸n mayor del modelo
econ贸mico. En el seno de los intelectuales que apoyan el gobierno est谩
planteado el debate entre quienes reconocen la urgencia de obtener recursos que
brinden al Estado la posibilidad de aplicar pol铆ticas p煤blicas inclusivas y
quienes rechazan que esos recursos se obtengan a trav茅s de actividades
productivas que pueden afectar el equilibrio de la naturaleza y la
biodiversidad en el pa铆s.
El vicepresidente Garc铆a Linera denomina como 鈥淪ocialismo
Comunitario鈥 al objetivo hacia el cual se dirige Bolivia. Lo define como un
horizonte, como una v铆a democr谩tica a la construcci贸n de un socialismo de
ra铆ces ind铆genas, que recoja la modernidad en ciencia y tecnolog铆a, pero tambi茅n
la tradici贸n asociativa y campesina en la gesti贸n de lo com煤n. (GARCIA LINERA,
A., 2000 b: 88)
4.3 La revoluci贸n
ciudadana de Ecuador
En Ecuador la Refundaci贸n del Estado se encuentra menos
avanzada que en Bolivia. Sin embargo ha dado como fruto una reforma
constitucional que introdujo principios que marcan el inicio de una nueva etapa
en el reconocimiento de los derechos de los pueblos y los ciudadanos, y en la
relaci贸n entre el ser humano y la naturaleza.
La reforma de la Carta Magna fue impulsada por el presidente
Rafael Correa y su partido Alianza Pa铆s, contando con el apoyo de una amplia
mayor铆a en el refer茅ndum de abril de 2007. Existi贸 una importante participaci贸n
popular en la presentaci贸n de las propuestas e ind铆genas formaron parte de la
Asamblea Constituyente aunque en menor n煤mero que en Bolivia.
La nueva Constituci贸n sancionada en 2008 introdujo cambios
significativos, por ejemplo:
鈥 Reconoce cinco gobiernos auton贸micos y prev茅 la creaci贸n de
circunscripciones ind铆genas y pluriculturales que
pueden invocar pluralismo jur铆dico y regirse en algunos aspectos por sus
propias normas, reconoci茅ndose el derecho ancestral de los pueblos.
鈥 En reemplazo de la antigua divisi贸n tripartita de poderes,
se definen cinco funciones del Estado: legislativa; ejecutiva; judicial y
justicia ind铆gena; de transparencia; y control social y electoral.
鈥 Ecuador reconoce su plurinacionalidad al inicio de la
Constituci贸n, sin embargo el concepto predominante a lo largo del texto para
referirse al reconocimiento de las identidades de los diversos pueblos y
naciones que habitan el territorio, es de 鈥減luralidad cultural鈥 o
鈥渋nterculturalidad鈥.
鈥 Se reconocen derechos a la 鈥Pachamama鈥
, un verdadero mestizaje conceptual entre las cosmovisiones abor铆genes y las
occidentales modernas, y un gran avance en la defensa del patrimonio natural
com煤n.
鈥 Se reconoce el principio del Buen Vivir como faro
orientador de la econom铆a , se establece al Estado como planificador de la econom铆a, y se indican pautas
para promover la participaci贸n ciudadana en la elaboraci贸n de pol铆ticas
p煤blicas.
La cuesti贸n econ贸mica ha marcado fuertes l铆mites en el
proceso de Refundaci贸n del Estado en Ecuador. Existen profundas dificultades
para salir de la dolarizaci贸n de la econom铆a, en la que se encuentra el pa铆s
desde principios de siglo, y para lograr alternativas de desarrollo al modelo extractivista. La explotaci贸n de recursos como el petr贸leo,
principal bien exportable, ha generado tensiones entre el gobierno y los
pueblos donde se encuentran los yacimientos.
El desarrollo de los Nuevos Movimientos Sociales es menor en
Ecuador que en Bolivia. Rafael Correa lleg贸 al poder acompa帽ado de un
vicepresidente ind铆gena nombrado por la CONAIE, entidad que agrupa a los
principales grupos, comunidades y movimientos ind铆genas del pa铆s. La alianza
con esta organizaci贸n se transform贸 en un importante enfrentamiento a los pocos
a帽os, lo que marc贸 la m谩s importante tensi贸n al interior de la coalici贸n
gobernante.
El gobierno de Correa puede ser calificado como progresista o
de izquierda, posee una ret贸rica y ciertas pol铆ticas antiimperialistas y antineoliberales. El horizonte declarado y no bien definido
todav铆a es el socialismo del siglo XXI. (DE SOUZA SANTOS, B., 2010: 65 鈥 125)
4.4 Nuevos Movimientos
Sociales y demodiversidad
En Am茅rica Latina en las 煤ltimas d茅cadas existe un proceso de
extensi贸n del n煤mero y la importancia de las organizaciones de la sociedad
civil. Favorecidos por la continuidad democr谩tica en la mayor铆a de los pa铆ses,
por la descentralizaci贸n de la gesti贸n p煤blica y por pol铆ticas que requieren la
participaci贸n ciudadana en su dise帽o o implementaci贸n, han emergido una gama
diversa y heterog茅nea de nuevos movimientos sociales (NMS).
El proceso de Refundaci贸n del Estado tiene a los NMS como
actores destacados, como lo demuestran las experiencias boliviana, ecuatoriana
y venezolana. Ellos son distintos a los partidos pol铆ticos y a los sindicatos
tradicionales, generalmente no est谩n ligados a un 谩rea concreta de la
producci贸n, sino que se gestan en virtud de la necesidad de defender derechos,
peticionar a las autoridades, resolver problemas sociales o hacer visible a
grupos generalmente excluidos. En la mayor铆a de los casos no presentan
propuestas pol铆ticas para acceder al poder del Estado, sin embargo la
experiencia boliviana demuestra como la asociaci贸n entre estos movimientos dio
origen a un partido que consigui贸 el apoyo electoral mayoritario en el pa铆s.
Los NMS tienden a extender lo p煤blico m谩s all谩 de lo estatal.
Surgen en el seno de la sociedad civil y si bien entablan alg煤n tipo de
relaci贸n con el Estado (que puede ir desde la abierta confrontaci贸n a la
intensa cooperaci贸n) no dependen completamente de 茅l.
Las demandas de estas organizaciones son diversas y sus
formas de liderazgos, de expresi贸n y de vinculaci贸n con el resto de la
sociedad, son infinitas. Dif铆cilmente constituyen un nuevo bloque social,
porque sus intereses son heterog茅neos y hasta diferentes los idiomas en que se
expresan. La comunicaci贸n entre movimientos barriales de una ciudad muy poblada
de Bolivia y un pueblo ind铆gena de la zona amaz贸nica del mismo pa铆s, requiere
un intenso trabajo de traducci贸n, es decir encontrar puntos comunes, bases de
entendimiento entre culturas distintas.
Las pol铆ticas neoliberales que privatizaron buena parte del
andamiaje estatal y las pr谩cticas sociales que ampliaron el espacio de la
pol铆tica y de lo p煤blico, han tenido en com煤n el cuestionamiento del Estado.
El Estado sigue siendo un referente inevitable de las
relaciones sociales y en los 煤ltimos a帽os ha aumentado su participaci贸n en la
econom铆a, a la vez que comparte con empresas, organizaciones sociales y
ciudadanos individuales la iniciativa, el dise帽o y la gesti贸n de pol铆ticas
p煤blicas antes reservadas en exclusivo a la maquinaria burocr谩tica.
La importancia de los NMS en cada pa铆s es variable. En
Argentina las organizaciones barriales, de piqueteros, desempleados, etc.
tomaron fuerza con la crisis del a帽o 2001, pero no conformaron una alternativa
de poder frente a los partidos pol铆ticos tradicionales, sino que se integraron
a ellos, negociaron con el Estado ciertas concesiones o permanecen subalternas.
Los NMS dinamizaron la participaci贸n, la extendieron
cuantitativamente (m谩s gente participativa) y cualitativamente (nuevos modos de
participaci贸n). No s贸lo como ciudadanos, sino tambi茅n como miembros de una
organizaci贸n social, de un pueblo o una nacionalidad, los hombres y las mujeres
de Latinoam茅rica se insertan en las arenas de discusi贸n sociales y pol铆ticas,
en forma creciente, como actores, con poder de incidencia en la resoluci贸n de
las cuestiones que los afectan, un poder variable seg煤n el contexto social pero
superior al que imper贸 durante las dictaduras de d茅cadas anteriores o en la
茅poca de la despolitizaci贸n neoliberal.
La democracia delegativa predominante va dejando de a poco espacio a una democracia de mayor intensidad.
La Constituci贸n de Bolivia reconoce en un pie de igualdad a la democracia
representativa, la participativa y la comunitaria. El reconocimiento de
diversas culturas en el continente, implica permitir y promover pr谩cticas
democr谩ticas no uniformes, sino acordes con la historia, las necesidades y las
posibilidades de cada comunidad.
La historia de la democracia en territorio latinoamericano no
se remonta a la polis griegas, simplemente porque ellas estuvieron ubicadas en
la Europa antigua, sino que nuestra tierra guarda memoria de pr谩cticas sociales
participativas, comunitarias, anteriores a la conquista espa帽ola y portuguesa,
que han sobrevivido en las formas de organizaci贸n social de pueblos y naciones
originarios. Mecanismos de determinaci贸n de cargos por rotaci贸n, ejercicio de
las funciones p煤blicas en forma gratuita y como obligaci贸n frente a la
comunidad, decisiones tomadas por consenso en asambleas populares que no tienen
un l铆mite de tiempo marcado m谩s que el necesario para encontrar una decisi贸n
que satisfaga m铆nimamente a todos, etc., son formas culturales distintas,
medios de ejercer la participaci贸n antiguos y novedosos a la vez. La democracia
representativa al estilo del liberalismo pol铆tico con origen en Europa ya no es
la 煤nica existente. La demodiversidad crece y empieza
de a poco a caracterizar nuestra realidad.
Pero el optimismo debe ser limitado. La pobreza, las
desigualdades sociales, si bien no son un l铆mite infranqueable, si son
obst谩culo para estos procesos de participaci贸n. Son las comunidades m谩s pobres
e hist贸ricamente excluidas las que han dado origen a m煤ltiples movimientos
sociales, pero tambi茅n son ellas y sus miembros los que experimentan mayores
dificultades para acceder a puestos estatales claves, a la propiedad de medios
de comunicaci贸n con altos niveles de audiencia o al manejo de recursos
econ贸micos que les permitan modificar de un modo profundo la realidad
econ贸mica, social y pol铆tica.
El Estado latinoamericano sigue siendo capitalista y sigue
garantizando esas relaciones de producci贸n. La democracia predominante es la delegativa 鈥 representativa. El Estado es m谩s peque帽o que
30 a帽os atr谩s porque vendi贸 鈥 regal贸 a firmas privadas nacionales o extranjeras
buena parte de los instrumentos con lo que contaba para operar sobre la
econom铆a, con lo cual cancel贸 espacios, tales como la gesti贸n de servicios
p煤blicos, que hoy podr铆an abrirse a la participaci贸n popular.
Latinoam茅rica es hoy una realidad contradictoria, donde hay
matrices comunes, pero donde los polos existen, donde un pa铆s se diferencia de
otro. La historia de la democracia verdaderamente encuentra un cap铆tulo
propiamente latinoamericano y la teor铆a pol铆tica escrita hasta ahora no es suficiente
para dar cuenta de la praxis que realimenta a esa teor铆a y que le impone nuevos
desaf铆os.
5. Conclusiones y
comparaciones
No es tan sencillo establecer similitudes entre los procesos
de Reforma y Refundaci贸n del Estado. Pero como uno es continuaci贸n del otro,
ambos se producen en el mismo espacio geogr谩fico e inserto en el mismo mundo,
se pueden delinear algunas comparaciones, a riesgo de forzar los parecidos.
En primer lugar, como se dijo anteriormente ambos procesos se
dan en Latinoam茅rica, y no en otra parte del mundo. Aunque las medidas
neoliberales tuvieron amplia difusi贸n, lo ocurrido en nuestra regi贸n es 煤nico e
in茅dito, aunque guarde rasgos en com煤n con el resto de los pa铆ses capitalistas.
Como Latinoam茅rica es el territorio com煤n a ambos procesos,
ellos parten de la base de una historia, de una cultura, de una sociedad, de
una clase pol铆tica, que transita ambas etapas. Si bien los actores
predominantes se renuevan con el correr de los a帽os, los habitantes de nuestros
pa铆ses son los mismos.
Pero no exactamente los mismos. Las subjetividades en
Latinoam茅rica han sido transformadas por estos procesos, o por lo menos lo
est谩n siendo lentamente. La mentalidad neoliberal se abri贸 paso al calor de las
dictaduras de los 麓70 y 麓80 para consolidarse como sentido com煤n en los 麓90 y
ser cuestionada a partir del nuevo siglo. La Refundaci贸n del Estado requiere de
los hombres y mujeres nuevos modos de pensar y de concebir la normalidad, de
valorar y de relacionarse con otras personas y con el Estado. Estamos quiz谩 en
un proceso de gestaci贸n de esos nuevos modos. El amplio apoyo electoral a
gobiernos que se declaran cr铆ticos del neoliberalismo, el aumento de la
participaci贸n pol铆tica y social, y una nueva conciencia acerca del respeto a
los derechos, parecen ser indicios de que algo est谩 cambiando, aunque de a
poco.
Lo que no cambia es la globalizaci贸n. Ella atraviesa las
d茅cadas, y parece que se instala en el mundo. Pero puede ser utilizada de modos
diversos. El neoliberalismo la signific贸 como la se帽al de que el crecimiento
s贸lo era posible si se abr铆an los mercados y la cultura al torrente capitalista
moldeado en los pa铆ses centrales. En la nueva etapa al parecer se reutilizan y resignifican los mecanismos que la globalizaci贸n brinda. Se
fortalecen lazos entre los pa铆ses que promueven los cambios econ贸micos y
sociales, aumentando su comercio, creando proyectos comunes, por ejemplo en el
campo energ茅tico y creando redes internacionales de reaseguro de la democracia,
que han demostrado su eficacia para detener algunos intentos de golpe de Estado
y dirimir enfrentamientos entre pa铆ses de la regi贸n.
La democracia justamente es un rasgo com煤n y a su vez un
parte de aguas. Tanto en la d茅cada del 麓90 como en los inicios del nuevo siglo,
el grueso de los pa铆ses latinoamericanos tuvo continuidad en el ejercicio de
los mecanismos m铆nimos de la democracia. El neoliberalismo de fines de siglo se
hizo amigo de las autoridades electas por el voto, a diferencia de las d茅cadas
anteriores en que hab铆a preferido a los dictadores. Mientras que los nuevos
procesos pol铆ticos de nuestro siglo fortalecen los mecanismos democr谩ticos. La
diferencia se encuentra en la participaci贸n popular: ella estaba restringida en
la etapa neoliberal a los comicios y a lo sumo a alguna injerencia en pol铆ticas
espec铆ficas, en cambio en los a帽os recientes se intensifica en forma creciente
en todos los pa铆ses del subcontinente, en especial en los que est谩n llevando
adelante la Refundaci贸n del Estado. Crecimiento de los NMS, protestas sociales
amplias, consultas populares, aumento de las participaci贸n pol铆tica, etc. son
parte del mapa democr谩tico actual.
Hay otros rasgo en com煤n entre los periodos analizados: el
cuestionamiento del Estado. Pero esta afirmaci贸n hay que matizarla. El
neoliberalismo propone disminuir el espacio estatal para que crezca el del
mercado, aunque para ello reclama un Estado fuerte que imponga las reformas que
debiliten el poder popular y creen oportunidades de negocios en espacios antes
reservados a lo p煤blico o a los derechos de las personas. El proceso de
Refundaci贸n cuestiona tambi茅n al Estado pero con el objetivo de fortalecer a la
sociedad, a sus redes, sus organizaciones, a su capacidad de resolver
problemas. Pero tambi茅n reclama un Estado m谩s activo y dirigido ahora por
grupos pol铆ticos afines a los sectores populares. Un Estado que cree espacios
de participaci贸n, recupere empresas entregadas a capitales trasnacionales y
equilibre la distribuci贸n de la riqueza.
Con estos procesos muta constantemente la cara del Estado, es
decir sus instituciones se modifican en uno u otro sentido, porque expresan el
devenir hist贸rico de la correlaci贸n de fuerzas al interior de la sociedad.
Ambos procesos no han sido acabados. La Reforma del Estado
antes de culminarse, mostr贸 sus consecuencias m谩s perversas y fue por ello de a
poco clausurada como opci贸n pol铆tica. La Refundaci贸n todav铆a est谩 en proceso de
gestaci贸n y tiene m煤ltiples promesas a futuro.
Las diferencias son m谩s f谩ciles de identificar. Para
comenzar, la Reforma del Estado tuvo una extensi贸n territorial m谩s amplia que
la que tiene actualmente la Refundaci贸n. Gravit贸 quiz谩 la influencia de los
organismos financieros internacionales que impusieron sus recetas de igual modo
en todos los pa铆ses de la regi贸n. Hoy no existe ninguna autoridad externa com煤n
que promueva el paso a la nueva etapa.
Los problemas a resolver a principios de los 麓90 son
diferentes a los del nuevo siglo. Incluso las consecuencias de las pol铆ticas
neoliberales son uno de los principales problemas que los pa铆ses de la regi贸n
han tenido que afrontar en los 煤ltimos a帽os. Pero la Refundaci贸n no es
simplemente un parche o una vuelta atr谩s a lo hecho en los a帽os inmediatos
anteriores, sino que intenta sanar heridas m谩s antiguas, generadas en la
Conquista espa帽ola y portuguesa y mantenidas en la 茅poca independista
neocolonial.
Son distintas tambi茅n las crisis internacionales y sus
impactos. La gran apertura de las econom铆as latinoamericanas de fines del siglo
XX gener贸 un campo propicio para la transmisi贸n a nuestros territorios de los
problemas en cualquier parte del mundo. Hoy parece que estamos un poco m谩s
blindados, o por lo menos que los efectos negativos de la gran crisis del
capitalismo que estall贸 en 2008 y est谩 lejos de resolverse, son contrarrestados
por otras tendencias internacionales que nos benefician, como el aumento del
precio de las materias primas. Pero no hay que olvidarse de la capacidad
demostrada en d茅cadas anteriores por las grandes potencias para transferir a
las periferias los costos de sus ajustes. Adem谩s la ortodoxia neoliberal
parad贸jicamente se fortalece con la crisis en la Uni贸n Europea, porque los
recortes sobre los presupuestos para garantizar derechos sociales proliferan,
los nuevos l铆deres de los pa铆ses son a veces representantes de los grandes capitales
financieros y los habitantes lejos est谩n todav铆a de plantearse un
cuestionamiento profundo del capitalismo o sus instituciones. Las propuestas
latinoamericanos son en este contexto una opci贸n para el mundo. Si las
soluciones ensayadas hoy en Europa fracasan cabe esperar que el mundo
occidental considere esa alternativa.
Asistimos en Latinoam茅rica a una etapa hist贸rica nueva, como
todas lo son, lo singular es que existe la voluntad pol铆tica de que ella sea
muy distinta a las anteriores. Pero en cada pa铆s los procesos son variados y no
directamente asimilables, pero en todos algo positivo est谩 pasando, aunque
queda mucho por hacer.
Podr铆amos cuestionarnos si es pertinente decir que el
neoliberalismo ha llegado a su fin en nuestra regi贸n. La respuesta m谩s adecuada
quiz谩 ser铆a: 鈥渆l debate est谩 abierto鈥. No es una respuesta de compromiso,
porque implica reconocer que una forma de Estado que se consolida en los 麓90
hoy no s贸lo est谩 siendo cuestionada, sino que hay indicios del paso hacia algo
nuevo.
Tales indicios son por ejemplo: la mayor intervenci贸n del
Estado en la econom铆a, nuevas regulaciones en algunos mercados, pol铆ticas
sociales universales, constitucionalismo transformador en Bolivia y Ecuador,
etc. Sin embargo el Estado conserva buena parte de la fisonom铆a heredada de la
茅poca neoliberal y a pesar de la ret贸rica oficial, los mecanismos b谩sicos de
acumulaci贸n no han sido trastocados en la mayor铆a de los pa铆ses.
Oscar Vega Camacho en su trabajo 鈥淎l sur del Estado鈥, que
forma parte de la obra 鈥淓l Estado campo de lucha鈥, expresa un llamado
interesante a reproducir: 鈥淎hora, se tratar铆a de pensar y hablar desde el Sur
con los otros puntos cardinales, pero sobre todo, se tratar铆a de la posibilidad
de configurar y constituir una br煤jula de navegaci贸n para estos tiempos a
partir de las iniciativas y alternativas que produce esta fractura y separaci贸n
de las realidades materiales y culturales para orientarnos a mundos por hacer y
crear, otras geograf铆as que pensar y recorrer de otros mundos posibles鈥 estamos
trabajando el paso de la transici贸n鈥 El quiebre es 煤nicamente el inicio, un
gran impulso, la fuerza que cambia pero a煤n no es el cambio, apenas comienza la
tarea del cambio, abre el escenario y la agenda de los cambios, alimenta el
sentido e imaginaci贸n de producir cambio, afirmar la capacidad de ser cambio.鈥
(VEGA CAMACHO, O., 2010: 129 鈥 130)
Estamos en una 茅poca de transici贸n, hacia algo que esperemos
sea mejor que lo que vivimos. Estamos llamados a vivir la tensi贸n de la
transici贸n y a ser protagonistas de ella.
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