Revista de Ciencia Poltica
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Revista Nº15 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA "

Resumen:

 Este es un breve estudio sobre la democracia y las dictaduras en el continente africano. El presente trabajo parte desde perspectivas definicionales de los términos de “democracia” y “dictadura”, y de algunos corolarios de la dictadura, tales como fascismo, autoritarismo y totalitarismo. Además se revisa desde un ángulo historiográfico-analítico, la existencia en muchas naciones independientes de África, de una supuesta democracia africana como forma exacerbada de la democracia. Reflexiones y propuestas para una consolidación de la democracia en África y la abolición de las dictaduras constituyen los últimos puntos abordados en el estudio.

Palabras clave: África, dictaduras, democracia, historia, ensayo analítico.

 

Abstract:

This is a brief study concerning “democracy” and “dictatorships” on the African continent. The paper commences with a definitional perspective of the terms democracy and dictatorships, and such corollaries of dictatorships as fascism, authoritarianism y totalitarianism. Furthermore, it examines from an analytical-historiographical viewpoint, the existence in many independent African nations, of a supposed African democracy as an exacerbated form of democracy. Reflections and proposals on the consolidation of democracy in Africa and the abolition of the dictatorships constitute the final points raised in this study.

Key words: Africa, dictatorships, democracy, history, analytic essay.

 

 

DICTADURAS Y DEMOCRACIA EN AFRICA: un ensayo de historiografía y análisis

 

 

Dr. Brahiman Saganogo

Departamento de Filosofía

Universidad de Guadalajara

 

 

 

La historia política y contemporánea del continente africano ha sido marcada por tropiezos por lo menos, en muchos países, eso después de la colonización.

La llegada de la democracia en África coincide con el final de la primera mitad del siglo XX, y aparece como un suceso de gran envergadura para los nuevos gobiernos autóctonos, y a la vez, un momento crucial, hecho de hesitaciones y caos en muchos países en el continente.

Si en África, los demócratas (pro-independentistas) reclamaron la autonomía nacional ante la metrópoli colonizadora, cabe anotar que al obtenerla, la euforia duró poco ya que los nuevos Estados africanos todavía aprendices de las democracias europeas, fueron desde el comienzo de su respectivo ejercicio del poder, cometiendo errores de administración del mismo poder amenazando o traicionando los valores fundamentales de la democracia. En otros términos, se tratan principalmente de la gobernanza, del poder y su modo de devolución.

Tras la euforia de las independencias que realmente duró poco tiempo, enseguida, surgió el desencanto generalizado debido a “fantasmas políticos” que fueron sustituyendo a los colonizadores, aniquilando a sus respectivos pueblos, y explotando también para su provecho personal la libertad que juntos habían conquistado. De tal manera que a las independencias africanas las siguió un sentimiento de angustia, desesperanza a tal punto que la libertad conquistada y lograda se hizo cada vez más hueca. Esta época marca el nacimiento en África, de gobiernos o focos de regímenes autoritarios, dictatoriales, opresores, totalitarios y policíacos, aunque aquéllos siguieron proclamándose democráticos.

¿Cómo se explica la crisis de la democracia en África y el autoritarismo de los nuevos gobiernos nacionales tras las independencias?

Contestaremos hipotética y recapitulativamente que la crisis de la democracia africana se debe a: la naturaleza de la democracia y las distintas crisis de la misma, la incapacidad de realizar la unidad de una suma de individuos, la instalación de regímenes concurrentes, las ambiciones desmesuradas y los proyectos de sociedad poco realizables y por fin, por una autonomía muy relativa.

Nuestro trabajo girará en torno a cuatro puntos fundamentales a saber: unas aproximaciones  definicionales y análisis de los términos de “democracia” y “dictadura”, la existencia de una supuesta democracia en África, una lectura analítica de algunas dictaduras o Estados autoritarios en el continente y para terminar, algunas reflexiones y propuestas para un fin de las dictaduras africanas. Para ello, el estudio se abordará mediante principios metodológicos de la historiografía y del análisis.

  1. Aproximaciones definicionales y análisis de los términos de “Democracia” y “Dictadura

 

Abusivamente, la democracia es un modo de gobierno en el cual el pueblo ejerce la soberanía. Según Abraham Lincoln, es “el gobierno del pueblo por y para el pueblo”1. En esta perspectiva lincolniana, la democracia es sin duda alguna, el opuesto de cualquier poder que no sea la emanación del pueblo. En ella, el verdadero responsable del poder resulta ser el pueblo designado como primer soberano, dado que sería imposible que ejercieran los ciudadanos dicha soberanía, y por coherencia, otorgan su poder a un número reducido de representantes elegidos por vías de elecciones libres y transparentes para que lo ejerzan en su lugar. Así que, el poder ejercido por representantes lo será en el sentido propio, sólo cuando éstos rinden cuentas al pueblo que se lo ha conferido.

En tanto que forma de gobierno, la democracia surge en el siglo XIX en Francia, Inglaterra y en los Estados Unidos de América. En estos países, la democracia llegó hasta el punto de ser considerada como una forma de vida incluso una rutina puesto que se ha manifestado por la competición pacífica entre distintos individuos o grupos políticos que buscan el poder, el  derecho de los ciudadanos a participar libremente en la elección de sus dirigentes mediante sufragios libres, sobre todo transparentes y equitativos, y por el reconocimiento y la garantía jurídica de las libertades individuales, civiles y políticas de los ciudadanos.

Tocante al segundo término de nuestro título “dictadura”, conviene mencionar de entrada, que éste va a la par en cuanto a sentido, de los términos de autoritarismo, totalitarismo y mucho más, de fascismo.

La dictadura es políticamente, un régimen en que gobierna un magistrado supremo déspotas, que asume todo el poder sin responsabilidad alguna. Si la noción de dictadura ha sido objeto de estudio en el jurista, conservador y nacionalista alemán Carl Schmitt, quien publicó en 1921 sus conclusiones en las cuales insiste en la etimología de la palabra y en la esencia del sujeto de la dictadura: Dictator est qui dictat. El dictador es quien dice, dicta, el que en nombre de su poder, habla sólo.

En tiempos de la República romana, la dictadura fue considerada como un período de suspensión del derecho común y con la pretensión de salvar a la República, se alega la ley fundamental para luego, re-establecerla. Designa entonces, la dictadura cualquier forma de ejercicio del poder en el cual una sola persona habla. De ahí que se trata de una autocracia sin carácter hereditario ni derecho divino, pues, la mon-arquía de un siglo XX sin fundamentos antiguos del poder, mejor dicho, sin basamentos divinos, tampoco tradicionales.

El dictador al hablar sólo, dictar e imponer, censura cualquier debate del parlamentarismo moldeando así a una comunidad política obediente y al servicio de su jefe supremo. Es el fin del racionalismo, también como consecuencia directa del monólogo-soliloquio autoritario y totalitario.

El fascismo como vertiente de la dictadura, se entiende como movimiento político, nacionalista, totalitario y ultraderechista. Al respecto leamos los pasajes que siguen:

 

El fascismo […] no cree en la posibilidad tampoco en la utilidad de la paz perpetua. Por eso rechaza el pacifismo que oculta una renuncia de la lucha y una cobardía ante el sacrificio. Solamente la  guerra lleva al  máximo todas las energías humanas e imprime un sello de nobleza a los pueblos que tienen el  ánimo de hacer frente a ella2.

 

Los fascistas exaltan la guerra, tampoco la consideran como un crimen, ni como una necesidad deplorable, sino como un modo de ser y estar, una expresión de la voluntad de poder que manifiesta y hace crecer, o como una ley de la historia.

Caracterizado por un idealismo sin sustancia, el fascismo se convierte en un movimiento sin meta precisa ni fin, en una búsqueda acumulativa e indefinida de enemigos y de proyectos guerrilleros: “Lo que debemos conquistar nos interesa más que lo que hemos conquistado. La vida y la gloria de las naciones residen en este espíritu venidero, en esta voluntad de proyectarse más allá del presente: esta actitud es el signo heroico de la fe fascista”3. La llamada “fe fascista” es una especie de ofensismo que apunta crear el imperio en tanto que la “más alta expresión humana del poder”, lo que hace del fascismo un belicismo, autoritarismo, totalitarismo y un imperialismo.

La esencia de la dictadura y de las otras formas de gobierno mencionadas arriba, incluso del nazismo se basa en la práctica de “políticas del espectáculo”. El discurso dictatorial dirigido exclusivamente a los sentidos y a los ciudadanos convertidos en sujetos irracionales (por el propio dictador), son constantemente invitados y evocados como simples sujetos pasivos en audiencias pasivas. Emilio Gentile resume tal situación en los términos siguientes:

 

Un sistema político fundado sobre el irracionalismo reducido, casi ineluctablemente, la participación política, individual y colectiva, al espectáculo de masa. Cuando se menosprecia al  hombre por su idealismo racional, su capacidad de conocimiento lógico de la realidad, su necesidad de convicción y comprensión, el hombre se encuentra reducido a un elemento celular de la muchedumbre y, como muchedumbre, sugerible no a través de un discurso racional, sino únicamente mediante los instrumentos del abuso de poder psicológico, de la violencia moral a través de la manipulación de las conciencias, deteriorando la vida […] (Gentile, 2004, p. 142)4.

 

Y el propio Gentile profundiza aún más sus reflexiones cuando afirma a continuación que:

 

El fascismo es una nueva forma inédita, de experiencia de dominación política puesta en práctica por un movimiento revolucionario que profesa una concepción integrista de la política, que  lucha para conquistar el monopolio del poder y que, tras haberlo conquistado, mediante vías legales o ilegales, administra o transforma el régimen pre-existente y construye un Estado nuevo, basado sobre el régimen de partido único y sobre un sistema policíaco y terrorista como instrumento de la revolución permanente contra  los “enemigos interiores”. El objetivo principal del movimiento totalitario es la conquista y la transformación de la sociedad, a saber la subordinación, la integración y la homogeneización de los gobernados sobre la base del principio del primate de la política más que cualquier otro aspecto de la existencia humana. Ésta es interpretada, según las categorías, los  mitos y los  valores de una ideología palingenésica, dogmatizada bajo la forma de una  religión política, que pretende moldear al individuo y a las masas por una revolución antropológica, para crear una nueva especie de ser humano, únicamente dedicada a la realización de los proyectos revolucionarios e imperialistas del partido totalitario. En otros términos, se trata de crear una nueva civilización de índole super-nacional y expansionista (Gentile 2001, pp. 245-246)5.

 

Para Robert Paxton, el fascismo es sin duda, un tipo de:

 

comportamiento político marcado por una preocupación obsesional por la decadencia de la sociedad, su humillación y victimización y por los cultos compensatorios de la unidad, la energía, la pureza; sus militantes, nacionalistas convencidos capacitados  por un partido basado sobre la masa, colaboran a  menudo, de modo rugoso pero eficaz con las élites tradicionales; el partido abandona las libertades democráticas y prosigue, mediante una política con violencia redentora y sin contradicciones éticas o legales, un doble objetivo de limpieza interna y de expansión externa (Paxton, 2004, p. 373)6.

 

Con todo, la dictadura y las demás formas de gobierno (fascismo, nazismo) son mucho más culturales que ideológicas por caracterizarse por contradicciones internas, una coherencia monolítica, y un discurso polifónico; y por ser prácticas políticas reactivas. El actor fascista  premedita sus actos y arma sus estrategias en función del efecto de la manipulación, la dominación y la sumisión que pretende lograr. El dictador nunca se dirige a la razón sino que emplea lo racional de lo irracional como estrategia política.

  1. Consideraciones sobre una supuesta democracia en África

En África, tras la de-colonización, la democracia heredada de la metrópoli colonial será privada de su contexto real en cuanto a la práctica. Es esta mala administración la que precipitó al continente (buen número de países) al autoritarismo bajo distintas formas: monopartidismo, golpe de Estado militar, el patrimonialismo, la presidencia de por vida, el populismo militarista, entre otros, y la formación del Estado-nación, tirando por el suelo a la verdadera democracia. Todo eso orquestado por tiranos y dictadores liberales, socialistas y marxistas. En efecto, para los responsables del poder, bastó con darse una bandera, adherirse a una ideología en “ismo” para proclamar la libertad.

La situación social del continente africano, aprendiz de la democracia a los pocos días de las independencias, da nacimiento a nuevas clases, sobre todo a una burguesía que se instaló en un lujo “insolente” mientras que la masa trabajadora andaba errando en  una miseria. Muchos países enfrentan obstáculos a  nivel político, social, económico (golpes de Estado militar, instalación de dictaduras y poderes arbitrarios y represivos, corrupción y robos). Es la época del fracaso de los procesos democráticos y sus corolarios de desencanto, desesperanza y de angustia generalizada. Por eso, consciente de una posible exacerbación de los principios democráticos, el escritor camerunés Maxime N´Debeka afirmó durante una entrevista: “[…] Debemos ahora, exigir mucho de los que nos administran, controlan y que quieren confeccionarnos ropa lista para vestir olvidando que uno puede engordar o adelgazar”.

La democratización de África fue después de las independencias, un proyecto de revolución política puesto que se ambicionaba desde luego, poner fin al proyecto social de la  colonia y construir una nueva constitución. Así es como ésta será vista desde un principio, como la vía del pueblo y una reacción contra las depredaciones del neo-patrimonialismo autoritario y los costos de las reformas neoliberales de los programas de estructuración estatales. El ideal suscitó el surgimiento de dos tipos de democracias: la democracia liberal y popular. En el continente africano, la democracia liberal caracterizada por la buena gobernanza, es la más empleada por los países y ha representado una ventaja democrática aunque necesita ser más reforzada.

Si a nivel político, se empieza a organizar elecciones multipartidistas, a utilizar el sufragio universal como forma de elegir a los dirigentes políticos y a instaurar el debate multipartidista, cabe notar que en la práctica existen todavía grandes confusiones y contradicciones por el hecho de que muchos gobernantes se empeñan a obstaculizar la buena gobernanza (la liberación socio-política y económica y la aplicación de las reformas de programas). Aquí es cuestión de la honestidad de muchos dirigentes políticos que al teorizar sobre las instituciones democráticas terminan por no darles más credibilidad.

La democracia en la mayoría de los países africanos ha venido siendo una “democracia de papel” dado que la puesta en práctica de las instituciones democráticas tales como el multipartidismo, la conferencia nacional, la consulta popular, la política de de-centralización, la alternancia política, la existencia de una Asamblea altamente multipartidista y garante del poder legislativo, el consejo electoral independiente y el poder judicial autónomo permanecen todavía –digámoslo-, titubeantes.

En resumidas cuentas, es de afirmar que la simple existencia de las instituciones democráticas en África no es de ninguna manera, sinónimo de la de un régimen democrático.

Desde el punto de vista teórico-formal la democracia en  su sentido estricto, existe en África puesto que los principales fundamentos del Estado de derecho a saber: la legitimidad de los gobernantes, la separación de poderes y la autonomía de la magistratura aparecen claramente en muchos países, aunque esta democracia resulta enigmática a causa de la difícil alternancia y sus condiciones de emergencia. Esta problemática es sobre todo, la que constituye el mayor obstáculo a la consolidación de una verdadera democratización del continente africano, aunque existen también factores culturales y étnicos.

¿La democracia a la africana? Además de los problemas subrayados como obstáculos al proceso  de democratización del continente, añadimos otros motivos tales como los conflictos étnicos, regionales, religiosos y las ambiciones personales que siguen frenando la emergencia de una democracia real.

En suma, en África, una de las principales dificultades al nacimiento de una democracia verdadera es la presencia de grupos étnicos muy arraigados culturalmente, divididos y sostenidos entre sus raíces y el mundo moderno.

  1. Análisis de algunas dictaduras o Estados autoritarios en África

De las independencias hasta hoy día, el continente africano conoció a dirigentes poco capaces que se pusieron al margen de la democracia y de las normas de la buena gobernanza. Tal situación provocó un estado de anarquía en muchos países. Los nuevos Estados africanos post-independentistas serán desde luego, naciones marcadas por rupturas, paradojas, ambigüedades y contradicciones. Es en este período cuando surge el problema de posicionamiento político en varios dirigentes en detrimento de las reglas democráticas, lo que se explica por el hecho de que tras la obtención de la soberanía nacional, los llamados “Padres de  la independencia” ya Presidentes, se negaron a compartir el poder. En esta maniobra de adueñamiento, fueron garante de su reconocimiento y posicionamiento. De ahí que la democracia va cediendo paso al fenómeno conocido como unipartidismo, y aun, a nivel social, al tribalismo, nepotismo, despotismo, etnicismo, unilateralismo, totalitarismo, fascismo y entre otros ismos, y dictadura. Asistimos desde entonces, a una crisis o a una escisión a veces aniquiladora entre gobierno y parte del pueblo inconforme, lo que solía desembocarse en represiones violentas y sangrientas.

Para el gobierno represor, todo lo que no es obediencia es tildado categóricamente de disidencia, anti-gobierno y perturbación del orden nacional, y por ende, debe ser reprimido y reducido a la nada. La estrategia impuesta consistía en mantener un frente popular a la vez autoritario, radical, omnipresente y anti-progresista que ha de encarar y obstaculizar cualquier alianza o frente reaccionaria. Esta época es la de gobiernos fascistas, dictatoriales en África y aun más de gobiernos caracterizados según Georgi Dimitrov, por una “dictadura abierta y terrorista de  los elementos más reaccionarios, patrioteros, imperialistas del capital financiero”7 y del capital político.

La toma del poder por los “Padres de la nación” en muchos países africanos después de las independencias suscitó el establecimiento progresivo de regímenes inéditos que serán vistos por unos (la mayoría) como fascistas gracias a su retórica, y al estilo enérgico militarizado y unilateral, y como democráticos por una minoría privilegiada.

La práctica errónea de la democracia en África tuvo sus primeras  consecuencias notables de 1960 a 1970. El decenio fue marcado por golpes de Estado derivados de la lucha de poder, la presencia militar en el poder, la crueldad y la incompetencia política. La crisis entre el poder y los intelectuales, el control de las universidades, las producciones intelectuales, el fomento de la política del silencio y la subordinación de la intelligentsia a la causa del régimen fueron tantas estrategias puestas en marcha para consolidar y dar seguridad permanente a un Estado-provincia. A esto, cabe añadir medidas unilaterales de exclusión que permitieron también reducir a los movimientos de oposición favoreciendo una verdadera teocratización del régimen. Al respecto revisaremos algunos casos de dictaduras:

Caso de Guinea bajo el régimen sanguinario y policíaco de Ahmed Sékou Touré.

Con la independencia lograda ante Francia en 1958, en vez de un mejoramiento de la escena política del país, la vida de Guinea se empeoró drásticamente en todos sus aspectos debido a la instalación de un régimen autocrático encabezado por el primer jefe de Estado Sékou Touré. El proyecto político de Touré desde el inicio de su poder, se mostró bastante confuso en cuanto a la idea de una revolución mal concebida (fue un régimen pro-socialista y pro-soviético) y a la administración de dicho poder. Algunos pasajes discursivos de Touré justifican perfectamente lo anterior:

 

Como el día 28 de septiembre de 1958 / el partido del pueblo / el partido de la libertad / el partido de la dignidad / dijo no categóricamente no definitivamente no. […] No a la contra-revolución […] No al renacer del racismo […] no a la corrupción […] No a la subversión […]. No a la calumnia. No a las traiciones. No a la quiebra de la economía. No a la derrota del pueblo […] y sí a la revolución, al progreso social y democrático […] a cada régimen su moral y el sistema de educación de la clase  en el poder / A cada régimen su base social y el sistema de gobierno de la clase en el  poder / A cada régimen su derecho y el sistema de coerción y de dictadura de la clase en el poder / A cada régimen su economía y su modo de producción conformes a los intereses de la clase en el poder […]. El pueblo de Guinea eligió / Eligió la revolución que pertenece a todos / eligió a África, su historia y sus  valores reales / Eligió a la humanidad  que sufre y sus objetivos de libertad  de progreso en la justicia / Eligió y eligió muy bien la clase [….]. No más piedad para los que dan la espalda al honor y a la patria / No más  piedad para los que encienden y roban a los consumidores y a los usuarios / No más piedad para los que sin vergüenza, defraudan a los trabajadores […] No más piedad para los que por sus actos malsanos quieren oscurecer el horizonte de la juventud […] No más piedad para los que sacan ventajas económicas de sus funciones políticas y administrativas […]8.

 

He aquí secuencias discursivas sobre el programa político de Sékou Touré, los cuales reflejan la situación socio-política de Guinea. Pasajes retóricos que no expresan nada en especial, sino que producen efectos al captar de entrada, la atención del auditorio cuando traza su perfil de culpable. Los discursos son también la expresión de una voluntad de actuar y de convertir a la sociedad en un campo político que debe ser regido por la obediencia.

De 1960 a 1961, Sékou Touré emprende fortuitamente hostilidades contra la intelligentsia, precisamente contra el magisterio de su país supuestamente opuesto a su ideología y autora del primer complot contra el nuevo régimen. La  reacción del régimen fue inmediata, siete personas fueron reprimidas y condenadas a muerte por el gobierno de Touré. Éstos son El hadj Lamine Kaba, Ibrahim Diallo, Koumandian Keita, Djibril Tamsir Niane, entre otros intelectuales. Muy pronto, se abre la era de la opresión comandada por una administración al servicio del Presidente-dictador cuyo único objeto ha sido su pueblo; y sus medios, el uso constante del ejército nacional, la cárcel, la  tortura, y su fin, dar la muerte.

Uno de los fundamentos del comportamiento del régimen de Sékou Touré residía en el lema siguiente: “el gobierno no necesita aportar pruebas: basta con acusar, y se lo cree enseguida”. En base a éste, los supuestos culpables y acusados fueron transferidos a los famosos campos militares llamados “Camp Alpha Yaya” y “Camp Boiro” (conocidos mundialmente como campos de concentración por el grado tan elevado e increíble de tortura).

Esta primera demostración de fuerza y autoritarismo del régimen de Touré terminó llamando la atención del mundo sobre su proyecto de nación, en particular, la de sus aliados ideológicos a saber las ex URSS (Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas) y RDA (República Democrática Alemana) a tal punto que llegaron a un rompimiento de las relaciones bilaterales. Tras la  ruptura de las negociaciones emprendidas por el gobierno de Khrouchtcchev a favor de los detenidos arriba mencionados, Sékou Touré inconforme de la intervención de la URSS, expulsa de manera unilateral a Daniel  Solod, embajador de la URSS en Guinea.

Todos los sectores de la vida en Guinea sufrieron la dictadura de Sékou: los periodistas (caso de Siradiou Diallo, Boubacar Kanté, éste último se había refugiado en Costa de Marfil donde trabajó como periodista destacado hasta su muerte), los obreros inconformes con el sistema de remuneración, los campesinos agricultores desesperados con la política de explotación de sus tierras, la población civil privada de sus derechos básicos, los comerciantes y algunos grupos étnicos tales como los Peulhs y los Sossos9 víctimas del tribalismo y el nepotismo por no pertenecer al grupo étnico del Presidente camarada Sékou Touré.

La estrategia del régimen de Touré descansaba principalmente en los viejos métodos heredados de los fascistas italiano y alemán, y en otras tácticas de opresión y tortura procedentes de Varsovia que  resumimos en  pocas palabras: humillar, reducir y destruir al ser humano. Para ello, el principal espacio para llevar a cabo todas estas maniobras era el Campo Boiro donde los detenidos sufrían maltratos psicológicos (provocaciones, insultos, vivían entre sus excrementos, se les ahogaban con pañuelos hundiéndoselos por la garganta) antes de ser ejecutados en la mayoría de los casos. Tal situación hizo del régimen de Sékou no sólo un régimen policíaco sino el segundo en el mundo detrás de los dictadores europeos (Mussolini, Hitler, Franco y Salazar entre otros), y obligó a la Comisión Internacional de Juristas a emprender una lucha a favor del mejoramiento de las condiciones en las cárceles y de los presos en Guinea.

Este breve análisis de los discursos de Touré y de sus prácticas autoritarias no remite indirectamente a la figura del pueblo como enemigo del actor político enmascarado en actitudes totalitarias, éste en una evolución mucho más compleja con respecto a la esencia de la democracia. El régimen de Sékou Touré que terminó en 1984 (con la muerte de éste en el poder) se caracterizó por una demagogia populista, el terror, el menosprecio de los valores, la barbarie y la muerte gratuita.

•Caso de Uganda con Idi Amin Dada.

Idi Amin Dada (1924-2003) fue presidente de Uganda de 1971-1979 tras un golpe de Estado en 1971 contra el gobierno de Milton Obote, con la ayuda de Israel e Inglaterra. Una vez en el poder, Idi Amin Dada no dudó en constituir un régimen autoritario de ideología izquierdista, anti-occidental y religiosa (por su acercamiento a los gobiernos de los países árabes y musulmanes del Cercano y Próximo Oriente) de tal modo que su gobierno putchista fue considerado como uno de los más sanguinarios de la segunda mitad del siglo XX al igual que el de Sékou Touré. El régimen de Idi Amin muy pronto, se fue caracterizando además de las  atrocidades cometidas durante el golpe de  Estado, por la violencia, la opresión sin motivos reales, el  maltrato psicológico (por ejemplo se introducían también pañuelos en las gargantas de los detenidos) y la manipulación de la realidad. Era además Idi Amin Dada, xenófobo y antisemita por expulsar de Uganda a la minoría hindú en 1972. Sus “fuerzas del orden” asesinaron a más de trescientos mil ugandeses, acto que enseguida, fue considerado como uno de los peores genocidios en contra de la humanidad (dado que la mayoría venía de clanes opuestos y constituían minorías sociales), y durante la guerra del Yom Kipur, se declaró Amin Dada abiertamente anti-Israel al quemar la bandera de dicho país y al expulsar a su Embajador de Uganda.

La represión de Idi Amin Dada no tuvo límites, de manera  que muchos politólogos lo han comparado con Hitler, como el “aprendiz de Hitler”. La crueldad de su régimen alcanzó dimensiones impensables puesto que entre las víctimas de su barbarie figuraban sus mujeres quienes fueron respectivamente asesinadas cobardemente por sus mercenarios y bajo sus órdenes.

En suma, desde los puntos de vista tanto nacional como internacional, el régimen de  Sékou Touré y de Idi Amin Dada se han identificado de sobremanera con el fascismo italiano y el nazismo alemán. Fueron dos regímenes autoritarios, sangrientos y por fin, sin duda alguna, dictatoriales por el ejercicio tan peculiar del poder. Dos jefes de Estado en  un momento crucial de la evolución de su respectiva nación, que se estuvieron convirtiendo en Führer, Duce y Caudillo, y responsables de todos los males de su país cuya memoria sigue siendo dolorosa.

He aquí de manera sumaria y numéricamente hablando, las dos principales dictaduras africanas tocante a las cuales no habría duda alguna. Al lado de éstas, se podrán mencionar a otros gobiernos un tanto dictatoriales: el gobierno de Désiré Kabila en República Democrática de Congo (RDC) y el de Juvénal Habyarimana en Rwanda, éste último responsable de la guerra civil genocidio como consecuencia de la represión iniciada en 1993 y que no tardó en ser considerada como el genocidio de las minorías Tutsis y Hutus por los Hutus y apoyados por el clero; matanzas que se cifrará a más de un millón de muertos. Al respecto afirma Emmanuel Viret:

 

Recordamos brevemente los hechos: en un centenar de días, de abril a julio de 1994, aproximadamente 800,000 personas fueron asesinadas,  bajo las órdenes de una coalición conformada por elementos del aparato del Estado, los partidos políticos y de las fuerzas armadas rwandesas (FAR). Mundo rural y urbano, adeptos de diversas confesiones religiosas, altos funcionarios o trabajadores agrícolas, jornaleros, ni una región, ni  un sector se escapó de las  consignas de exterminación de la población Ttusi y de la liquidación de los opositores a la coalición Power (Viret, 2009, pp. 4-5)9.

 

En todos los países mencionados arriba, la ideología del Estado apuntaba a una masa quizás desde su nacimiento, miembro del partido presidencial, partido único, a una masa sumisa y partidaria de una “cultura de la obediencia”.

Los discursos son como lo podemos constar, más que  una estrategia de posicionamiento, una manera de legitimar de antemano, el desencadenamiento de una dinámica de la violencia física y radical, y de una semántica del odio además, son discursos que enuncian, un proyecto democrático como, según palabra de  Sémelin, un “organización de la masacre” que para fraseamos diciendo “una democracia de la masacre y del crimen” como consecuencia de una “crisis de Estado”.

Las prácticas violentas de los dictadores resultan ser mensajes dirigidos no a las víctimas actuales sino a los próximos disidentes. Se trata de prácticas como dinámica de sumisión o eradicación de civiles un – según Nahoum-Grappe – “uso político de la crueldad”, una demostración ejemplar para intimidar psicológicamente.

  1. Reflexones y propuestas para un fin de las dictaduras en África

No podemos terminar nuestro estudio sin intentar aportar soluciones frente a la degradación creciente del Estado de derecho en muchos países africanos desde las independencias hasta hoy en día, a pesar de la poca mejoría lograda a partir de los años 1990 con el multipartidismo.

La instauración de una verdadera  democracia en África dependerá de varios factores que deben de converger hacia el establecimiento del Estado de derecho como sinónimo de racionalidad socio-política.

En otros términos, se trata de crear y consolidar las instituciones políticas y al mismo tiempo convertirlas en garantes de las libertades individuales y promotoras del pluralismo tanto socio-político, económico, cultural como religioso, y sobre todo, de una sincera alternancia política. Tal medida implica una colaboración recíproca entre gobernantes o clase política y ciudadanos.

El establecimiento de una democracia estricta en el continente ha de pasar por una complicidad (en el sentido positivo) entre el Estado y la sociedad civil. El Estado debe desde luego, reconocer y tomar en cuenta a una sociedad nacional y plural, así se logrará un liberalización económica y democrática cuyo locutor será el Estado democrático o el Estado Óptimo. Dicho Estado sólo habrá de considerar a la sociedad civil como su alter ego, su partidaria y aun, como otra institución de apoyo, pero no como enemiga.

A la necesidad urgente de una relación entre el Estado y la sociedad civil como una de las condiciones de la instauración democrática, se plantea la idea de la capacitación en democracia en el sentido de una formación continua de las masas por la vía de las escuelas y las políticas de alfabetización.

Otro punto a favor de la vida democrática sería la resolución definitiva y favorable de las condiciones de participación ciudadana sin restricción alguna, de las minorías étnicas que muchas veces (casos de los Tutsis en Rwanda, Ibos en Nigeria y de los Touaregs en Mali, Algería y Libia) no logran llegar al poder supremo.

Los partidos políticos nacidos del multipartidismo deberán tener todas las garantías para formarse libremente al igual que el partido en el poder. Estos partidos han de evitar en sus filas los  criterios étnicos, religiosos, regionalistas y de parentesco en provecho de una contribución sincera a la formación de un Estado de derecho y a la misión democrática.

Para lograr en el continente una democracia plena y eficiente, es tarea urgente que se instituya una prensa libre y autónoma, una  prensa no sujeta a las censuras políticas y una prensa crítica e imparcial aun cercana a tal o cual formación política.

A este imperativo, cabe añadir el papel preponderante de los intelectuales y las élites en África, que ineluctablemente ha de rechazar cualquier “política de la barriga” y otros juegos políticos a fin de contribuir seriamente a la edificación de una democracia real en el continente.

Más allá de todo eso, se han de reforzar los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), garantizar siempre elecciones libres y transparentes y combatir el monopartidismo velado y las segregaciones étnicas y regionales.

En resumidas cuentas, para lograr una democracia real en África, hará falta que se debiliten a los Estados-providencia mediante la estructuración de las instituciones de integración y de justicia social, para pretender una democracia-mundo.

 

En conclusión, muchos países del continente africano desde su independencia hasta la actualidad, viven bajo regímenes dictatoriales o semi-dictatoriales que confiscaron las libertades individuales y obstaculizaron el buen funcionamiento de las instituciones políticas. Si es cierto que el multipartidismo de los 1990 trajo consigo algunas esperanzas, conviene mencionar que el cambio no fue del todo sustancial dado que el juego democrático sigue siendo obstaculizado por la imagen y las maniobras sucias de un Presidente que anhela constantemente permanecer en el poder de por vida (aunque muchas veces la constitución dice lo contrario).

Por eso, a todas las posibles soluciones necesarias para el establecimiento de una vida democrática, las más importantes serían la promoción de una cultura democrática, la consideración de la democracia como una forma social, y el concebir una teoría nueva sobre la democracia: la de la democracia-mundo. Obviamente, no será tarea fácil, sino una cuestión de voluntad política porque ninguna institución funciona por sí sola.

 

Notas:

1. Linbcoln, Abraham citado en Courtois, Stéphane (dir.) (2001), Quand tombe la nuit. Origines et émergence des régimes totalitaires en Europe 1900-1934. Paris: éds. L´Âge d´Homme, p. 23.

2. Mussolini, Benito Amilcare Andrea citado en Chapoutot, Johann (2008), L´âge des dictatures. Fascisme et régimes autoritaires en Europe de l´Ouest (1919-1945), Paris, Presses Universitaires de France (PUF), p. 198. La traducción al español es nuestra. Originalmente el pasaje fue escrito por el propio Mussolini en la obra: La doctrina del fascismo (1930).

3. Mussolini, Benito Amilcare Andrea en Chapoutot, Johann (2008), L´âge des dictatures. Fascisme et régimes autoritaires en Europe de l´Ouest (1919-1945). Paris, Presses Universitaires de France (PUF), p. 199.

4. Gentile, Emilio (2004). Qu´est-ce que le fascisme? Histoire et interprétations. Paris, Gallimard, p. 142. La traducción al español es nuestra.

5. Gentile, Emilio, «Parti, État et monarchie dans l´expérience totalitaire fasciste» in Courtois Stéphane (dir.) (2001), Quand tombe la nuit. Origines et émergences des régimes totalitaires en Europe 1900-1934. Paris, eds. L´Âge d´Homme, pp. 245-246. La traducción al español es nuestra.

6. Paxton, Robert (2004), Le fascisme en action. Paris, Seuil, p. 373. Originalmente, el libro fue publicado en inglés bajo el título de The Anatomy of Fascism, New York, Knopf. Utilizamos la versión francesa y la traducción al español es nuestra.

7. Dimitrov, Georgi. Citado en Chapoutot, Johann (2008), L´âge des dictatures. Fascisme et régimes autoritaires en Europe de l´Ouest (1919-1945). Paris, Presses Universitaires de France (PUF), p. 111.

8. Pasajes de los discursos pronunciados por Ahamed  Sékou Touré en 1964, 1970 y 1975. La traducción al español es nuestra.

9. Viret, Emmanuel (2009), La langue amère des temps nouveaux: dynamique de la violence au Rwanda rural (1991-1994), Paris, Centre d´études et de recherches internationales. Sciences Po.

10. En Guinea, los peulhs son de tradición ganadera y son descendientes de los Massai en Etiopia. Dado que una de las de Sékou era la explotación de la tierra o sea más primacía a la agricultura, entra enseguida en conflicto con los Peulhs fuertemente arraigados en su tradición de ganaderos. En cuanto a los Sossos, los motivos son los mismos dado que los Sossos eran tradicionalmente músicos, y en nombre de la necesidad de una buena explotación de las tierras, Sékou Touré emprende hostilidades contra los pueblos Sossos por su parte muy comprometidos con su arte. Es de mencionar que buena parte de los opositores de todos los niveles pertenecían principalmente al estos dos grupos étnicos, aunque debemos reconocer que otros eran del clan mandingue, grupo étnico del Presidente. Los disidentes no que fueron matados encarcelados y reducidos a la nada se exiliaron de por el mundo.

 

Bibliografía

Chapoutot, Johann (2008), Fascisme et régimes autoritaires en Europe de l´Ouest (1919-1945). Paris, Presses Universitaires de France.

 

Chrétien, Jean-Pierre (dir.) (2002). Rwanda. Les medias du génocide, Paris, Karthala.

 

Courtois, Stéphane (dir.) (2001), Quand tombe la nuit. Origines et émergence des régimes totalitaires en Europe, 1900-1934. Paris, éds. L´Âge d´Homme.

 

Gentile, Emilio (2004), Qu´est-ce que le fascisme? Histoire et interprétations. Paris, Gallimard.

 

Nahoum-Grappe, V., «L´usage politique de la cruauté: l´épuration ethnique (ex-Yougoslavie, 1991-1995)» in F. Héritier (dir.) (1996), De la violence, Paris, Odile / Jacob, pp. 273-323.

 

Paxton, Robert (2004), Le fascisme en action. Paris, Seuil.

 

Popov, N. (1998), Radiographie d´un nationalisme, Paris, éds. De l´Atélier.

 

Sémelin, Jacques (20029, Analyser le massacre. Réflexions comparatives, Paris, Centre d´études et de recherches internationales. Sciences Po.

 

Viret, Emmanuel, (2009), La langue amère des  temps nouveaux: dynamique de la violence au Rwanda rural (1991-1994), Paris, Centre d´études et de recherches internationales. Sciences Po.