Revista de Ciencia Pol韙ica
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Revista Nº15 " TEOR脥A POL脥TICA E HISTORIA "

Resumen

 

El trabajo indaga en la construcci贸n pol铆tico-cultural de la hegemon铆a menemista. En ese contexto, analiza lo que define como la doble dimensi贸n ideol贸gica. Partiendo desde un marco te贸rico y metodol贸gico basado en la Teor铆a lacaniana de la Ideolog铆a de Slavoj Zizek, y algunos aportes te贸ricos complementarios del propio Lacan, pretende dilucidar, de forma interpretativa, las principales modalidades que asumi贸 el proceso de legitimaci贸n psico-pol铆tica y sociocultural del menemismo. Espec铆ficamente, se centra en las particularidades que definieron a este proceso a partir de la aplicaci贸n del R茅gimen de Convertibilidad.

 

Abstract

 

This work investigates cultural and political construction made by the hegemony of Menemism. In that context, the paper defines and analyzes a double ideological dimension. Appealing to a theoretical and methodological framework based on Lacan鈥檚 theory of Ideology thought by Slavoj Zizek and some theoretical contributions of Lacan, the present paper aims to clarify the main features of the process of psychological, political and cultural legitimacy of Menemism. We will focus on some peculiarities that defined the process since convertibility monetary regime was put into practice.

 

 

La construcci贸n pol铆tico-cultural de la hegemon铆a menemista. La doble dimensi贸n ideol贸gica [1]

 

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 聽聽聽 Hern谩n Fair [2]

 

 

 

1. Introducci贸n

 

El siguiente trabajo se propone indagar acerca de la construcci贸n pol铆tico-cultural de la hegemon铆a menemista. En ese contexto, analiza las caracter铆sticas que asume lo que define como la doble dimensi贸n ideol贸gica del discurso de Menem. Partiendo desde un marco te贸rico y metodol贸gico interpretativo basado en la Teor铆a lacaniana de la Ideolog铆a de Slavoj Zizek y algunos aportes te贸ricos complementarios del propio Lacan, pretende dilucidar las principales modalidades que asumi贸 el proceso de legitimaci贸n psicopol铆tica y sociocultural del menemismo. Espec铆ficamente, se centra en las particularidades que definieron a este proceso a partir de la instauraci贸n del R茅gimen de Convertibilidad, de abril de 1991, examinando, en un nivel m谩s amplio, las caracter铆sticas asumidas durante la primera presidencia de Menem (1989-1995). Se parte de la base que la Convertibilidad, junto a una amplia cadena de significantes adosados (entre los que se destaca especialmente la estabilidad monetaria), se edific贸 discursivamente como un 鈥淪ignificante Amo鈥 que funcion贸 como 鈥減unto nodal鈥 hegem贸nico de sutura imaginaria de lo social. En ese contexto, se sostiene que la construcci贸n pol铆tico-cultural o ideol贸gica del discurso menemista logr贸 obtener una amplia y duradera legitimaci贸n social que puede comprenderse a partir de una doble dimensi贸n de an谩lisis articulada. Por un lado, como un respaldo social efectivo derivado de la fantas铆a del 鈥1 a 1鈥, en tanto fuente de goce inconsciente que suple lo Real, llenando imaginariamente la falta estructural ausente. Por el otro, como un apoyo fetichizado de aqu茅llos sectores sociales que, debido a la l贸gica del fetichismo de la mercanc铆a, materializan en la pr谩ctica cotidiana su propia creencia. De este modo, al significante Amo como fuente de goce del sujeto se le incorpora un plus de goce que, partiendo del fantasma primordial como su condici贸n de posibilidad, se legitima en una l贸gica de estructuraci贸n pr谩ctica y de sentido com煤n basada en el 鈥渓o hacen y, por lo tanto, no lo saben鈥. Finalmente, en una segunda etapa del trabajo, se afirma que la doble dimensi贸n de la ideolog铆a menemista, en un marco sociohist贸rico y cultural m谩s amplio signado por la declinaci贸n de la imago paterna, coadyuvar谩 a generar una identificaci贸n idealizada en torno al objeto parcial Convertibilidad, lo que terminar谩 por investir catexialmente al discurso menemista, quien se presentar谩 como su garante de conservaci贸n y permanencia temporal.聽聽聽聽

 

2. Ideolog铆a: Antecedentes de una noci贸n crucial de la teor铆a y la filosof铆a pol铆tica [3]

 

Los antecedentes de la noci贸n de ideolog铆a, aunque forjado originariamente por Cabanis y Destutt de Tracy a fines del siglo XVIII (Althusser, 1988: 120), nos remiten indefectiblemente a la obra de Carlos Marx y, m谩s espec铆ficamente, al Marx de 鈥淟a Ideolog铆a alemana鈥. Como es sabido, all铆 el te贸rico alem谩n defin铆a a la ideolog铆a como una 鈥渇alsa conciencia鈥 de la posici贸n de clase, fen贸meno que era posible a partir de la relaci贸n que establec铆a la clase capitalista entre la defensa de sus intereses particulares y la defensa ilusoria del inter茅s general de la sociedad (Marx y Engels, 2001). Esta concepci贸n subjetivista, que entra en contradicci贸n con la l铆nea m谩s objetivista derivada de textos como el 鈥淧refacio de la Contribuci贸n a la Econom铆a Pol铆tica鈥 (respecto de la diferencia entre estas dos concepciones, v茅ase Laclau et al., 1991) ser铆a luego retomada y reformulada parcialmente por el estructuralismo marxista del fil贸sofo argelino/franc茅s Louis Althusser. B谩sicamente, Althusser (1988) destacar谩 la necesidad de incorporar a la funci贸n represiva del Estado, su funci贸n consensual o ideol贸gica. En ese marco, har谩 hincapi茅 en la funci贸n que ejercen los Aparatos Ideol贸gicos del Estado (religiosos, escolares, familiares, jur铆dicos, pol铆ticos, sindicales, de informaci贸n y culturales) en la reproducci贸n material de la ideolog铆a dominante. La primera tesis central de Althusser, que a su vez juega como su definici贸n oficial, se帽ala lo siguiente: 鈥淟a ideolog铆a es una representaci贸n de la relaci贸n imaginaria entre los individuos y sus condiciones reales de existencia鈥 (p. 123). Seg煤n Althusser, todos los hombres se representan su realidad del mundo, sus condiciones de existencia, de una forma imaginaria que deforma la realidad de sus condiciones reales (verdaderas) de existencia. Sin embargo, m谩s que preguntarse por la 鈥渃ausa鈥 de esta construcci贸n imaginaria, que en algunos trabajos de Marx era la 鈥渁lienaci贸n鈥 de las verdaderas relaciones de existencia, se pregunta cu谩l es la funci贸n que ejerce esta construcci贸n imaginaria (pp. 125-126).

 

Esta recuperaci贸n de la dimensi贸n ideol贸gica lo lleva a se帽alar la segunda de sus tesis centrales: 鈥渓a ideolog铆a tiene existencia material鈥 (p. 126). En efecto, para Althusser lejos de tener una existencia ideal o espiritual, al estilo del idealismo alem谩n, la ideolog铆a, en tanto 鈥渄eformaci贸n imaginaria鈥, tiene una existencia plenamente material. Esta materialidad, afirma Althusser, se 鈥渋nserta鈥 en 鈥減r谩cticas鈥 y 鈥渞ituales鈥 espec铆ficos. As铆, cuando uno cree en Dios, 鈥渧a a la Iglesia, asiste a misa, reza, se confiesa, hace penitencia鈥. Del mismo modo, si un individuo cree en el deber, apela a ciertas 鈥減r谩cticas rituales鈥 que sirven, digamos, como su soporte. As铆, si cree en la Justicia, uno se somete, entonces, a las reglas del derecho, participa de manifestaciones y peticiones legales, etc. De este modo, se puede observar que 鈥渓as ideas de los sujetos existen en sus actos, o deben existir en sus actos鈥. En otras palabras, las ideas tienen una 鈥渆xistencia material鈥 en un 鈥渁parato ideol贸gico鈥. As铆, como se帽ala Althusser a partir del ejemplo de Pascal, cuando uno se pone de rodillas y reza, entonces es que ya cree (pp. 126-128). Esto le permite concluir que 鈥渓a existencia de las ideas es material, en cuanto sus ideas son actos materiales insertos en pr谩cticas materiales normadas por rituales materiales definidos por el aparato ideol贸gico material del cual derivan las ideas de este sujeto鈥 (p. 129).

Este novedoso enfoque iniciado por Althusser constituye, junto a los aportes de Gramsci y de Bajt铆n y Voloshinov, un inestimable avance dentro del marxismo m谩s tradicional u ortodoxo, que cre铆a que la econom铆a determinaba casi mec谩nicamente a lo pol铆tico-ideol贸gico a partir de la met谩fora base-superestructura. Sin embargo, a pesar de su notable esfuerzo, la cr铆tica althusseriana a los enfoques economicistas, como dijimos, s贸lo es posible para Althusser situ谩ndose en el tradicional campo de la Ciencia marxista (la Ciencia del materialismo dial茅ctico de 鈥淓l Capital鈥), lo que se opondr铆a a la Ideolog铆a burguesa para criticar la falsa representaci贸n de las relaciones sociales objetivas derivadas de la interpelaci贸n de los sujetos en Sujetos.

 

Es, precisamente, este intento de integrar a la supuesta 鈥渃iencia鈥 marxista con la filosof铆a pol铆tica marxista con pretensiones de alcanzar su mismo status 鈥渃ientificista鈥, el punto que ser铆a, junto con el esencialismo de clase 鈥渆n 煤ltima instancia鈥, el motivo de cr铆tica de los enfoques postestructuralistas, entre las que se destacar铆an el enfoque postmarxista de Ernesto Laclau y, en un plano m谩s psicoanal铆tico, el enfoque lacaniano de la ideolog铆a de Slavoj Zizek. Dejando de lado las diversas cr铆ticas del enfoque laclausiano (v茅anse Laclau y Mouffe, 1987; Laclau, 2006a), nos interesa centrarnos en los valiosos aportes del te贸rico y fil贸sofo esloveno.

 

2.1. Los aportes de la Teor铆a psicoanal铆tica de la ideolog铆a de Slavoj Zizek

 

La obra de Slavoj Zizek presenta un novedoso proyecto te贸rico de an谩lisis que intenta integrar de modo ecl茅ctico los aportes te贸ricos y filos贸ficos del marxismo, con el kantismo, el hegelianismo y el psicoan谩lisis lacaniano. En relaci贸n a los pensadores m谩s contempor谩neos, pueden hallarse algunas influencias de los aportes del enfoque postmarxista de Ernesto Laclau, con quien, sin embargo, mantuvo en los 煤ltimos tiempos algunas diferencias (v茅ase Zizek, 2003a). Precisamente en este punto, que lo ha llevado a seguir un camino divergente al te贸rico argentino, es donde quisi茅ramos centrarnos, para destacar las valiosas contribuciones conceptuales a lo que Zizek ha dado en llamar la Teor铆a psicoanal铆tica de la ideolog铆a.

 

Lo que viene se帽alando Zizek desde sus trabajos iniciales es que la Teor铆a de la hegemon铆a de Laclau resulta adecuada y pertinente para analizar los fen贸menos sociopol铆ticos contempor谩neos, al hacer hincapi茅 en el antagonismo como constitutivo de toda sociedad, del mismo modo que la desconstrucci贸n derridiana permite destruir toda la metaf铆sica Occidental, mostrando que su condici贸n de posibilidad es, a su vez, su condici贸n de imposibilidad. Sin embargo, el fil贸sofo esloveno sostiene que este tipo de an谩lisis desconstructivos y postmarxistas no logran dar cuenta de un abordaje m谩s estructural de la formaci贸n identitaria. Seg煤n afirma Zizek, s贸lo a partir del psicoan谩lisis lacaniano es posible desarrollar una cr铆tica m谩s profunda a la ideolog铆a dominante [4] . Esta cr铆tica, para ser tal, debe partir de la base, como lo hace el propio enfoque de Laclau en alguno de sus textos (Laclau, 2006a), de que la cr铆tica ideol贸gica es siempre intra-ideol贸gica, es decir que, a diferencia de lo que cre铆a Althusser, al menos en su primera etapa estructuralista de los Aparatos ideol贸gicos del Estado [5] (Althusser, 1988), la cr铆tica no puede ser situada por fuera de la ideolog铆a en una especie de objetividad cient铆fica que permite develar la realidad social externa no contaminada de valores. En efecto, la ideolog铆a no puede ser denunciada, como lo hac铆a tambi茅n la Escuela de Frankfurt, como 鈥渇alsa conciencia鈥. El punto de partida de la cr铆tica de la ideolog铆a, seg煤n Zizek, debe ser 鈥渆l reconocimiento pleno del hecho de que es muy f谩cil mentir con el ropaje de la verdad鈥 (Zizek, 2003a: 14).

 

A partir de esta afirmaci贸n, Zizek se distancia, no sin inconvenientes [6] , del marxismo, que 鈥渄esde la distancia neutral del metalenguaje, se cerciora de la tendencia objetiva de la historia hacia el comunismo; luego, elabora la ideolog铆a proletaria para inducir a la clase obrera a cumplir su misi贸n hist贸rica鈥. Del mismo modo, se aleja tambi茅n del neomarxismo de la Escuela de Frankfurt, 鈥渆n la que la distorsi贸n ideol贸gica se deriva de la forma mercanc铆a hasta la noci贸n de raz贸n instrumental, que ya no se basa en una realidad social concreta sino que, en cambio, es concebida como una especie de constante primordial antropol贸gica, incluso cuasi trascendental, que nos permite explicar la realidad social de la dominaci贸n y la explotaci贸n鈥 (Zizek, 2003a: 16). Para Zizek, al igual que para Laclau (2006a), la realidad es siempre, y necesariamente, ideol贸gica, ya que 鈥減ara el an谩lisis del discurso, la noci贸n misma de un acceso a la realidad sin el sesgo de dispositivos discursivos o conjunciones con el poder es en s铆 misma ideol贸gica. El 麓grado cero麓 de la ideolog铆a consiste en percibir (err贸neamente) una formaci贸n discursiva como un hecho extradiscursivo鈥 (Zizek, 2003a: 18).

 

Pero si 鈥渓a realidad es indistinguible de la ideolog铆a鈥 (Zizek, 2003a: 23), entonces, 驴cu谩l es el gran aporte que realiza Zizek para complementar el an谩lisis necesariamente intraideol贸gico de la ideolog铆a? Para desarrollarlas, veamos, brevemente, las cr铆ticas que le hace Zizek a la visi贸n material de la ideolog铆a de Althusser. Como hemos dicho, para Althusser la ideolog铆a interpela al sujeto convirti茅ndolo en Sujeto, y esa interpelaci贸n se realiza en la pr谩ctica, esto es, en la realidad cotidiana del sujeto. Zizek retoma y acepta este 煤ltimo punto, que tiene su origen en Pascal, para se帽alar, del mismo modo que el fil贸sofo franc茅s, que toda creencia, lejos de ser un estado 鈥溍璶timo鈥, puramente mental, en realidad 鈥渟e materializa siempre en nuestra actividad social efectiva: la creencia sostiene la fantas铆a que regula la realidad social鈥 (Zizek, 1992: 64). En efecto, la materializaci贸n de la ideolog铆a no es meramente 鈥渢e贸rica鈥 o 鈥渕ental鈥, sino que, tal como lo ha analizado tambi茅n el soci贸logo Pierre Bourdieu, se realiza en el 鈥渟entido pr谩ctico鈥 y cotidiano de los sujetos [7] (Bourdieu, 1991). Al igual que Althusser, Zizek afirma que 鈥渆ncontramos razones que confirman nuestra creencia porque ya creemos: no es que creamos porque hayamos encontrado suficientes buenas razones para creer鈥 (Zizek, 1992: 66). De este manera, cuando un sujeto sigue una creencia, por ejemplo, cuando cree en la prensa independiente, en las elecciones limpias y en el mercado, ya cree en la ideolog铆a liberal sin saberlo [8] (Zizek, 2003a: 17). Del mismo modo, cuando uno sigue los rituales del fascismo, ya cree de forma efectiva en esta ideolog铆a organicista sin saberlo, e incluso sin quererlo. Es por eso que Zizek se帽ala, siguiendo los aportes de Althusser y de Sloterdijk, que la realidad no se encuentra en el saber, sino en el hacer, esto es, que lo que entendemos por realidad social se encuentra apoyado por la experiencia de lo que hacemos, la materializaci贸n pr谩ctica y corporal que evidenciamos cotidianamente.

 

Sin embargo, si la ideolog铆a tiene necesariamente una 鈥渆xistencia material鈥 que se materializa en pr谩cticas ideol贸gicas, rituales e instituciones [9] (Zizek, 2003a: 20), lo que agrega Zizek, desde su particular interpretaci贸n lacaniana, y diferenci谩ndose de Pascal y del propio Althusser, es que la 鈥渃ostumbre externa es siempre el soporte material para el inconsciente del sujeto鈥 (Zizek, 1992: 69). Es decir, que existe una creencia inconsciente que va m谩s all谩 de la creencia cotidiana y que sirve como la apoyatura no consciente de la creencia material. Como lo resume el te贸rico y fil贸sofo esloveno: 鈥渃uando nos sometemos a la m谩quina del ritual religioso, ya creemos sin saberlo: nuestra creencia ya est谩 materializada en el ritual externo; en otras palabras, ya creemos inconscientemente, porque es a partir de este car谩cter externo de la m谩quina simb贸lica como podemos explicar el estatus del inconsciente como radicalmente externo鈥 (Zizek, 1992: 73).

 

Como destaca Zizek, esta teor铆a pascaliana de la materializaci贸n corporal se encuentra analizada en la noci贸n de AIE de Althusser que hemos resumido anteriormente. Sin embargo, el problema que observa Zizek en el enfoque althusseriano, m谩s all谩 de criticarle su pretensi贸n de objetividad derivada del saber supuestamente 鈥渃ient铆fico鈥 del marxismo, es que no puede dar cuenta de c贸mo se produce el efecto ideol贸gico exitoso en el sujeto, esto es, c贸mo genera la ideolog铆a su efecto interpelatorio del sujeto en Sujeto. Lo que concluye Zizek es que esta 鈥渕谩quina鈥 simb贸lica 鈥渆jerce su fuerza s贸lo en la medida en que se experimenta, en la econom铆a inconsciente del sujeto, como un mandato traum谩tico, sin sentido鈥 (Zizek, 1992: 73).

 

Siguiendo la interpretaci贸n del enfoque psicoanal铆tico lacaniano (v茅ase Lacan, 1971-1972, 2006, 2008), Zizek se帽ala que lo que se olvida en la teor铆a althusseriana es la dimensi贸n de deseo inconsciente, del goce derivado de la fantas铆a ideol贸gica previa de alcanzar la unidad social plena que lleva todo sujeto. Este deseo eterno de alcanzar el Uno todo, el 鈥渞asgo unario鈥 (Lacan, 1987: 147), es precisamente el soporte inconsciente que act煤a como la condici贸n de posibilidad de este reconocimiento ideol贸gico del sujeto. Debemos tener en cuenta que, como bien se帽ala Zizek a partir de Lacan, lo que llamamos 鈥渓a realidad es una construcci贸n de la fantas铆a que nos permite enmascarar lo Real de nuestro deseo鈥 (Zizek, 1992: 76). En otras palabras, la realidad social s贸lo puede ser comprendida si se la estructura en el marco de una fantas铆a estructural de plenitud que es imposible o Real, en tanto est谩 constitutivamente fallada. Este deseo primordial es, seg煤n la interpretaci贸n del psicoan谩lisis lacaniano, el deseo inconsciente de plenitud y transparencia de lo social que instaura el significante y genera, a partir de su prohibici贸n simb贸lica, el deseo eterno de recuperar la unidad corporal con la Cosa. Sin embargo, como el retorno al para铆so m铆tico de la Cosa (la Madre) resulta estructuralmente imposible, esta recuperaci贸n s贸lo es posible realizarla de forma imaginaria por la v铆a del significante, que, en tanto representa al 鈥渞asgo unario鈥, se encuentra investido de fuente de goce para el sujeto [10] (Lacan, 1971-1972, 2006, 2008)

 

驴Qu茅 implicancias tienen estas afirmaciones para el debate sobre la interpelaci贸n ideol贸gica? Pues que, a partir de ahora, la ideolog铆a no es un sue帽o que construimos para huir de la realidad, sino m谩s bien el elemento que act煤a como soporte inconsciente de nuestra realidad cotidiana, esto es, el elemento que permite enmascarar el n煤cleo traum谩tico, Real, que representa la dimensi贸n de falta estructural que nos constituye. En otras palabras, la realidad que observamos cotidianamente oculta un deseo inconsciente, un fantasma o fantas铆a de igualdad social plena. Esta fantas铆a, a diferencia de lo que cree Althusser, es previa y condici贸n de posibilidad de toda ideolog铆a que triunfa y, a diferencia de Laclau, va m谩s all谩 de ser un antagonismo constitutivo de todo discurso, en tanto est谩 investido de un mandato inconsciente (superyoico) de goce (goza!) que estructura, en un nivel m谩s amplio y profundo, toda identidad social (Zizek, 1992, 2006). As铆, por ejemplo, la ideolog铆a nazi, m谩s all谩 de que busca eliminar los antagonismos constitutivos, y de all铆 que para Laclau (2006a) deba ser considerado una ideolog铆a, y m谩s all谩 de que, como bien dir铆a Althusser, logra materializarse en las pr谩cticas y rituales tales como las concentraciones y desfiles masivos, las campa帽as de gran escala y la propaganda nazi, tiene 茅xito, sobre todo, ya que, a partir de sus met谩foras unarias de ra铆z organicista, representa uno de los tantos ejemplos que permiten recuperar de modo imaginario la unidad corporal.

 

Pero adem谩s de este factor, que ya ha sido destacado por Lefort (1990), lo interesante de estas ideolog铆as es que s贸lo logran proyectar esta imposibilidad estructural de unidad social en un eje externo (que a su vez es interno e ineliminable) representado, en este caso, por la figura del jud铆o, en tanto s铆mbolo, no importa si realidad o no, de los valores del capitalismo m谩s explotador. La ideolog铆a, precisamente, se encuentra en la direccionalidad de todas las culpas en ese objeto externo del que nada quiere saberse y del que se goza en su exclusi贸n, en tanto permite formar y conformar, as铆, la ansiada unidad social (la comunidad org谩nica) plena (Zizek, 1992).

 

3. La doble dimensi贸n de la ideolog铆a menemista

3.1. La fantas铆a inconsciente como fuente de 鈥済oce鈥

 

En el apartado anterior hicimos referencia, brevemente, a la relevancia que adquiere la Teor铆a psicoanal铆tica de la ideolog铆a de Slavoj Zizek para dar cuenta del mecanismo de interpelaci贸n ideol贸gica. Resulta pertinente plantear ahora sus posibilidades de aplicaci贸n emp铆rica en diversos estudios de caso. A continuaci贸n, brindaremos algunas reflexiones interpretativas en esta l铆nea, a partir del an谩lisis pol铆tico del discurso menemista durante los a帽os 麓90. Analizamos en otro lugar (v茅ase Fair, 2010a) de qu茅 modo el proceso de identificaci贸n en torno al menemismo pod铆a ser entendido a partir de un discurso pol铆tico que se hallaba investido catexialmente a partir de la doble funci贸n lacaniana del goce y el plus de goce (Lacan, 2006). En el caso del goce, vimos que se hallaba vinculado a la entrada en escena del significante que, a partir de la prohibici贸n (castraci贸n simb贸lica), genera el deseo inconsciente de unidad social en plenitud, un retorno que s贸lo puede realizarse por la v铆a del significante, el cual se encuentra investido de goce, precisamente, en tanto garantiza, siempre de forma imaginaria y parcial, la unidad plena con la Cosa. En el caso del 鈥減lus de goce鈥, se trata, en cambio, de un agregado o suplemento de goce que va m谩s all谩 del deseo inmanente de unidad social que instaura el orden simb贸lico, y que se vincula con un exceso suplementario vinculado al cumplimiento del mandato superyoico que, desde el discurso hegem贸nico, nos exige imperativamente gozar (goza!) del proceso de acumulaci贸n econ贸mica capitalista y del consumo masivo de mercanc铆as o letosas creadas para causar su deseo irresistible de ser adquiridas y consumidas (Fair, 2010a).

 

Resulta interesante abordar ahora este proceso tomando como eje las contribuciones de la llamada Teor铆a psicoanal铆tica de la ideolog铆a. Comencemos por la primera dimensi贸n. Como destacamos, Zizek afirma, a partir de los cruciales aportes de Lacan, que toda ideolog铆a se constituye a partir de un rechazo al s铆ntoma, que a su vez es situado o proyectado en un elemento externo que es acusado de impedir la m铆tica unidad social plena. En ese marco, resulta pertinente tener en cuenta, en primer lugar, la l贸gica de unificaci贸n social que garantiz贸 el discurso menemista y, espec铆ficamente, la aplicaci贸n exitosa del R茅gimen de Convertibilidad. En efecto, es sabido desde Marx que la moneda, en tanta mercanc铆a, representa un equivalente general que puede intercambiarse por cualquier otra mercader铆a. Sin embargo, la moneda no constituye s贸lo el equivalente general por excelencia, sino que, adem谩s, permite instituir lo social. Como destaca Hugo Quiroga (2005), la moneda permite vehiculizar el lazo social que une a los sujetos como tales. Precisamente, la ca贸tica situaci贸n econ贸mica y social en la que accedi贸 al poder el menemismo a mediados de 1989 se hallaba signada por la destrucci贸n de la moneda nacional y la consecuente desarticulaci贸n de los lazos sociales. En ese marco de anomia general, la hiperinflaci贸n del per铆odo iniciado en febrero de 1989, y luego extendido a fines de ese a帽o y de 1990, hab铆a generado un contexto de caos socioecon贸mico que fomentar铆a la presencia de saqueos a comercios y supermercados de todo el pa铆s y la existencia de m煤ltiples conflictos sociales entre los propios argentinos, un panorama que algunos trabajos han asemejado a un 鈥淓stado de naturaleza鈥 hobbesiano, al que solamente le faltar铆a la guerra civil (Baldioli y Leiras, 2010). En ese contexto de 鈥減rofunda desorganizaci贸n econ贸mica鈥 (Leiras, 2009: 100) podemos decir, retomando a Laclau (1996), que el orden social como objetivo deseable s贸lo se hac铆a presente a trav茅s de su ausencia en el seno de la comunidad (Fair, 2010a).

 

A pesar de que inicialmente el discurso de Menem se presentar铆a como el 鈥渟alvador鈥 de ese鈥漣nfierno鈥, cuesti贸n que se pondr铆a de manifiesto con la famosa frase 鈥淪铆ganme鈥, de la campa帽a electoral de 1988, durante el per铆odo comprendido entre julio de 1989, cuando asumi贸 oficialmente la presidencia, y marzo de 1991, cuando concluy贸 el segundo episodio hiperinflacionario, su discurso pol铆tico de superaci贸n del caos anterior s贸lo tendr铆a un 茅xito parcial en recuperar el orden ausente. No obstante, a partir de la aplicaci贸n y el posterior 茅xito de la Ley de Convertibilidad -inicialmente previsto como un plan antiinflacionario de paridad cambiaria fija de la moneda nacional y el d贸lar estadounidense que luego adquirir铆a una organicidad con las reformas estructurales-, el discurso menemista logr贸 recuperar la estabilidad social, hasta entonces ausente en el seno de la comunidad. En ese marco, a lo que debemos sumar la represi贸n efectiva al levantamiento militar 鈥淐arapintada鈥 de diciembre de 1990, podemos decir que existe una primera funci贸n del discurso menemista que permiti贸 instalar un principio de orden social comunitario, all铆 donde hasta entonces se hallaba ausente (Fair, 2010a, 2011b).

 

En el mismo sentido, podemos decir tambi茅n que, a partir de los indultos presidenciales de 1989 y 1990, y la efectiva disipaci贸n de la amenaza de nuevos Golpes de Estado tras el fallido levantamiento鈥漜arapintada鈥 de diciembre de 1990, el discurso menemista logr贸 instalar un segundo principio pol铆tico de orden comunitario. Mientras que el primer ordenamiento social se har铆a presente, b谩sicamente, con los significantes 鈥渙rden鈥, 鈥減az鈥 y 鈥渆stabilidad social鈥, el segundo se edificar铆a mediante los significantes 鈥渞econciliaci贸n鈥 y 鈥減acificaci贸n鈥 nacional. Cada uno de estos significantes anudados, junto con otros gestos simb贸licos de 鈥渞econciliaci贸n nacional鈥, como la repatriaci贸n de los restos de Rosas para que descansen junto con los de Sarmiento, o el abrazo con el dictador antiperonista Isaac Rojas, simbolizar铆an, por la v铆a del significante, la funci贸n de colmar de su falta o ausencia, en este caso, de lo que era la inestabilidad, el caos, los conflictos y la fractura social del per铆odo anterior (Fair, 2010a, 2011b).

 

Como dijimos previamente, desde la teor铆a psicoanal铆tica lacaniana, cuando el significante funciona como un elemento que llena la falta estructural, es investido de un goce lenguajero para el sujeto (Braunstein, 2006). En otras palabras, la sutura imaginaria de la falta mediante el orden simb贸lico genera un goce inconsciente para el sujeto que se expresa por la v铆a del significante (Lacan, 1971-1972, 2008). En este caso, el retorno de la unidad imaginaria y fantasm谩tica de la pacificaci贸n y reconciliaci贸n social ser铆a investido libidinalmente de un goce inconsciente para el sujeto, en raz贸n de que permitir铆a, precisamente, recuperar el retorno al mundo de unidad plena con el objeto, en este caso, la unidad social plena entre todos los argentinos, met谩fora unaria que reemplaza la 鈥渋mposibilidad de la relaci贸n sexual鈥, en los t茅rminos de Lacan (2006, 2008), o bien 鈥渓a imposibilidad de la sociedad鈥, en los t茅rminos de Laclau y Mouffe (1987).

Pero adem谩s, la misma l贸gica de (re)producci贸n material de la unidad corporal se har铆a presente a partir de la utilizaci贸n corriente de diversas met谩foras despolitizadas por parte del discurso menemista. En efecto, al igual que el discurso de Per贸n y sus tradicionales met谩foras organicistas y biologicistas de la unidad social (Sigal y Ver贸n, 2003), el discurso de Menem apelar铆a a varias met谩foras despolitizadas. Entre ellas, debemos destacar la apelaci贸n constante al 鈥渉ermanos y hermanas鈥, la cosmovisi贸n de las relaciones internacionales como una 鈥渃omunidad鈥 o un 鈥渃oncierto鈥 arm贸nico y sin conflictos, o la idea del mundo como una 鈥渁ldea global鈥 carente de relaciones de poder y dominio (Fair, 2011c). En la misma l铆nea, el Presidente sol铆a decir en sus discursos que se deb铆a realizar una 鈥渃irug铆a mayor sin anestesia鈥 para 鈥渟anar鈥 el 鈥渃uerpo social鈥, lo que implicaba realizar una Reforma del Estado cuyos efectos eran traum谩ticos, aunque necesarios. En todos los casos, se destacaba el mandato superyoico de gozar de la unidad social, la paz y la reconciliaci贸n nacional entre todos los argentinos que se derivar铆a de ese sacrificio (Fair, 2009a, 2011d).

 

Cabe destacar, para no generar confusiones, que en Lacan, a diferencia de Freud, el goce no es equivalente al placer. En efecto, mientras que el placer otorga felicidad al sujeto, el goce es, en muchos casos, doloroso y displacentero. Sin embargo, como en el masoquismo, que, al decir de Freud, se encuentra 鈥淢谩s all谩 del Principio del Placer鈥, se sigue, igualmente, el imperativo superyoico que nos exige gozar de la unidad y la reconciliaci贸n social [11] . En este caso, por ejemplo, el cumplimiento del mandato inconsciente del goce de la unidad llevaba a un sufrimiento que no era placentero (incluso generaba displacer), sino que era m谩s bien gozoso, en tanto implicaba el sufrimiento de llevar a cabo la 鈥漜irug铆a mayor sin anestesia鈥, con sus devastadores efectos. Sin embargo, como con las cirug铆as est茅ticas que muchos sujetos realizan compulsivamente con el objeto de cumplir los mandatos e imperativos de la moda capitalista actual, ese goce implicar铆a luego resultados positivos tras su cumplimiento, por lo que hab铆a que realizar el sacrificio, en este caso, el de la unificaci贸n, para lograr un futuro m谩s placentero y mejor.

 

Del mismo modo, como hemos visto, en la mayor铆a de sus discursos, adem谩s de comenzar con la met谩fora despolitizada 鈥淗ermanos y hermanas鈥, que claramente denota un mundo de unidad social plena, el Presidente hac铆a menci贸n a la necesidad de alcanzar la unidad social tras d茅cadas de 鈥渆nfrentamientos鈥 entre los propios argentinos. En la misma l铆nea, el discurso presidencial hac铆a hincapi茅, ya desde la campa帽a electoral de 1988, en la necesidad perentoria de alcanzar la 鈥減acificaci贸n鈥 y 鈥渞econciliaci贸n social鈥, situaci贸n que luego le permitir铆a legitimar los indultos a los responsables del 鈥淭errorismo de Estado鈥, firmados por 茅l mismo durante el per铆odo 1989 y 1990, y una l贸gica similar aplicar铆a cuando intentara justificar discursivamente la firma del Pacto de Olivos con el radicalismo, a fines de 1993, un acuerdo pol铆tico que modificar铆a discursivamente la 鈥渇rontera de exclusi贸n鈥 en relaci贸n al pasado alfonsinista, para situar al Partido Radical dentro de la propia frontera interna del discurso menemista (Fair, 2011b, 2011d).

 

Esta necesidad perentoria de alcanzar la unidad y pacificaci贸n nacional representaba un nuevo intento de articular hegem贸nicamente a todos los sectores sociales en torno al proyecto neoliberal/neoconservador menemista. Sin embargo, como en las ideolog铆as totalitarias, aunque en un grado cualitativo menor, la imposibilidad de alcanzar esa unidad m铆tica era proyectada en un objeto exterior (a su vez interior) que imped铆a el logro del objetivo a seguir. En ese marco, el fuerte discurso de unidad social del menemismo se hallaba relacionado con otro discurso paralelo que exclu铆a discursivamente a una porci贸n de la comunidad, en este caso, representado por los Otros del menemismo, es decir, todos aquellos discursos opositores a sus pol铆ticas p煤blicas. Este potente discurso de exclusi贸n y rechazo sistem谩tico de la alteridad, en particular en relaci贸n a aquellos sectores pol铆ticos y sociales que se opon铆an a las reformas de mercado aplicadas 鈥渟in anestesia鈥 por el Gobierno, exclu铆a del orden comunitario a una porci贸n de la misma, acusada de tener intereses pol铆ticos o ideol贸gicos sectoriales, de buscar el retorno nost谩lgico a un pasado que ya hab铆a fracasado y no podr铆a regresar, o bien de ser ilusos que no hab铆an logrado comprender la realidad real de los nuevos tiempos de globalizaci贸n e interconexi贸n mundial, aquellos que deb铆an adaptarse y 鈥渁ggiornarse鈥 a la nueva etapa sociohist贸rica (Palermo y Novaro, 1996; Fair, 2009a, 2010a).

 

Si seguimos los aportes de Zizek, podemos decir que todos estos ejemplos del discurso de Menem eran intentos de incluir, excluyendo, al mismo tiempo, el s铆ntoma social (los que 鈥渟e quedaron en el 45鈥, los que protestan sinsentido, los ideologizados que defienden intereses pol铆ticos particulares, los inadaptados), y que este discurso hegem贸nico de la necesidad perentoria de unidad, 鈥減acificaci贸n鈥 y 鈥渞econciliaci贸n鈥 entre 鈥渢odos los argentinos鈥 se hallaba investido de una fuente de goce, derivado del mandato superyoico estructural de la unidad social corporal.

 

Sabemos, desde los aportes que el propio Lacan (1971-1972, 2008) retoma desde la interpretaci贸n freudiana, la semi贸tica peirciana y la ling眉铆stica jacobsoniana, que las met谩foras adquieren una importancia crucial, en tanto sustitutos imaginarios de la ausencia de relaci贸n sexual que se estructuran bajo la forma del orden significante (Braunstein, 2006). En el caso del discurso menemista, como hemos mencionado, la aplicaci贸n de met谩foras unarias inclu铆a tambi茅n la utilizaci贸n de una met谩fora despolitizada como era la 鈥渁ldea global鈥, el 鈥渃oncierto internacional鈥, o bien la idea m铆tica de una 鈥渃omunidad internacional鈥, para referirse a la necesidad perentoria de promover medidas econ贸micas neoliberales tendientes a la integraci贸n mundial al fen贸meno de interconexi贸n global conocido como la globalizaci贸n. A diferencia de lo que sostienen algunos trabajos que han abordado el per铆odo, en el discurso de Menem no se hac铆a presente una contraposici贸n discursiva entre el Primer Mundo y el Tercero, sino que se trataba de un s贸lo mundo interconectado y beneficioso, en el que no exist铆an relaciones desiguales de poder y dominaci贸n y en el que la dimensi贸n de lo pol铆tico, asociado a la presencia del antagonismo (Mouffe, 2007), se hallaba completamente ausente [12] . En ese marco, potenciado por el contexto sociohist贸rico y cultural signado por el derrumbe del muro de Berl铆n, la ca铆da de la URSS y el fin de la Guerra Fr铆a, la met谩fora unaria contribuir铆a a potenciar la necesidad de un orden global en el que predominaba la plenitud del consenso y los beneficios de la globalizaci贸n y la modernizaci贸n, por sobre el conflicto, la dominaci贸n y los riesgos sobre la soberan铆a y el desarrollo nacional (Fair, 2011c).

 

Finalmente, debemos tener en cuenta la importancia ejercida por la met谩fora del 鈥1 a 1鈥, una met谩fora unaria que fuera corrientemente utilizada tras la aplicaci贸n del R茅gimen de Convertibilidad, en particular a partir de 1992, cuando ingresase en vigencia la nueva moneda, el Peso, en condiciones de igualdad plena con el d贸lar [13] . En el marco de la ca铆da del bloque sovi茅tico y el fracaso mundial del comunismo y el keynesianismo, esta met谩fora despolitizada generaba tambi茅n, junto a la idea de la 鈥渁ldea global鈥 o del 鈥渃oncierto internacional鈥, una l贸gica carente de antagonismos constitutivos, que contribu铆a a legitimar el discurso de unidad social del menemismo (Fair, 2009a, 2010b). En el caso del 鈥1 a 1鈥, se hac铆a presente, adem谩s, una l贸gica discursiva en la que exist铆a una igualdad absoluta con la principal superpotencia mundial, aunque la misma l贸gica extend铆a la 鈥渃adena de equivalencias鈥 para configurarse en un plano de igualdad con las principales potencias mundiales (Fair, 2008). En ambos casos, el discurso menemista apelaba con insistencia a los indicadores macroecon贸micos favorables y a la fuerte l贸gica de interconexi贸n de la econom铆a argentina al mercado internacional, para legitimar su discurso de la unidad nacional. De todos modos, el 茅xito de este tipo de discurso unario, ya constituido desde su primer alocuci贸n oficial, y presente desde antes de su acceso al poder, s贸lo lograr铆a adquirir efectividad plena a partir del 茅xito del R茅gimen de Convertibilidad, que lograr铆a consolidar la hegemon铆a discursiva del menemismo a partir de la estabilizaci贸n monetaria y el auge del cr茅dito para consumo y modernizaci贸n tecnol贸gica (Fair, 2009a, 2009b, 2010a).聽聽聽聽聽聽

 

Pero m谩s all谩 de estas met谩foras a-conflictivas, que de ning煤n modo deben ser entendidas por fuera de un particular discurso material que contribu铆a a resignificar y reorientar la realidad vigente y, de este modo, a legitimar el discurso menemista, hab铆a nuevos factores que tambi茅n contribu铆an a justificar la creencia efectiva en el 1 a 1 y, por consiguiente, en la hegemon铆a menemista. Entre ellas, podemos se帽alar la propia institucionalizaci贸n legal de la paridad cambiaria fija. En efecto, la Convertibilidad se estableci贸 a partir del 1 de abril de 1991 mediante un marco legal aprobado democr谩ticamente por el Congreso, y no a partir de un decreto del Ejecutivo (Thwaites Rey, 2003). Este marco, como destaca la corriente neo-institucionalista de la Ciencia Pol铆tica (North, 1993), las normas contribuyen a otorgar un contexto de referencia estable a los sujetos en su l贸gica cotidiana, garantizando, como se帽ala Giddens (1995), desde un enfoque diferente, una 鈥渟eguridad ontol贸gica鈥 al sujeto que reduce la angustia constitutiva. Adem谩s, al ser sancionado de forma legal, la paridad cambiaria contiene una l贸gica de 鈥渆fecto realidad鈥 que se deriva de la creencia de que las leyes, corrientemente, son entes con existencia real (efectiva). Si tenemos en cuenta, adem谩s, el proceso de repetici贸n que se instituye cotidianamente, se producir铆a una l贸gica de la estructuraci贸n que reproduc铆a y contribu铆a a legitimar la propia realidad social, a partir de su producci贸n material (Fair, 2008, 2010b).

 

3.2. El fetichismo de la creencia en la pr谩ctica cotidiana como 鈥減lus de goce鈥

 

鈥淓l cuerpo cree en aquello a lo que juega鈥.

Pierre Bourdieu, El sentido pr谩ctico

 

Veamos ahora la segunda de las dimensiones derivadas de la funci贸n lacaniana del goce, que es representada por la dimensi贸n plus de gozar. Esta cuesti贸n nos remite nuevamente a la interpretaci贸n que realiza Zizek acerca de la ideolog铆a. Seg煤n nos dice el te贸rico y fil贸sofo esloveno, recuperando elementos ya analizados por Marx y Althusser, la ideolog铆a tiene una existencia material. Esto quiere decir, tal como lo han notado tambi茅n pensadores como Bourdieu, Giddens y el propio Lacan, que la creencia no se legitima en el decir, sino en el hacer pr谩ctico y concreto de los sujetos (Zizek, 1992, 2003a). Esta afirmaci贸n tiene implicancias fundamentales para entender la l贸gica pol铆tico-cultural o ideol贸gica de respaldo social al menemismo y, m谩s espec铆ficamente, el apoyo masivo a una 鈥渇icci贸n鈥 como la que representaba el R茅gimen de Convertibilidad.

 

Como es sabido, el 1 a 1 era, desde un comienzo, una especie de farsa, en tanto el peso se hallaba sobrevaluado y la fortaleza de la moneda nacional nunca pod铆a ser equivalente de par en par a la moneda estadounidense. Sin embargo, en cada una de las elecciones que transcurrieron desde las legislativas de septiembre de 1991, tras la supuesta 鈥渢raici贸n鈥 al 鈥渧erdadero鈥 peronismo por parte de Menem, hasta la contundente reelecci贸n presidencial de mayo de 1995, donde obtuvo aun m谩s votos que en la elecci贸n presidencial de 1989 y que los dos partidos opositores subsiguientes, el menemismo obtuvo un sistem谩tico respaldo social que extendi贸 su coalici贸n de apoyo a un amplio y heterog茅neo conglomerado de sectores sociales, lo que inclu铆a un importante consenso (ya sea activo o pasivo) de sectores populares, adem谩s de medios y altos y, en un plano diferente, a una porci贸n importante de sectores de origen peronista, incluyendo a dirigentes y bases de origen sindical y grandes empresarios y sectores tradicionalmente antiperonistas, en general.

 

Para entender este amplio y heterog茅neo respaldo social se han planteado muchas hip贸tesis tentativas que aqu铆 no desarrollaremos (v茅ase Fair, 2010a). Sin embargo, al menos desde el an谩lisis pol铆tico del discurso, no se ha abordado a煤n en detalle la funci贸n de legitimaci贸n ideol贸gica de esa hegemon铆a en torno a la Convertibilidad. Con la excepci贸n de Barros (2002), quien toma como referencia el enfoque te贸rico de Laclau para analizar el per铆odo 1989-1991, el 煤nico trabajo interpretativo que hemos hallado en esta l铆nea de an谩lisis psicoanal铆tica es el de Alberto Bonnet (2008), quien destaca el componente de respaldo c铆nico, en los t茅rminos de Zizek, en torno a la Convertibilidad, derivado del supuesto saber de su fantas铆a, pero que se legitimar铆a en el 鈥渁煤n as铆鈥 que actuaba como su soporte inconsciente, a lo que el autor incorpora tambi茅n el elemento de disciplinamiento social que hab铆a provocado la 鈥渧iolencia hiperinflacionaria鈥 del per铆odo 1989-1991. En ese marco, Bonnet se refiere, desde un enfoque marxista heterodoxo, al cinismo que caracteriz贸 el respaldo social al discurso menemista y su funci贸n de fetiche de la lucha de clases (Bonnet, 2008).

 

Sin dejar de reconocer los valiosos aportes de este trabajo, y dejando de lado las diferencias en torno al marxismo, lo que pretendemos formular aqu铆 es que el respaldo pol铆tico al discurso menemista configurado en torno al 1 a 1 no puede ser limitado a una forma de legitimaci贸n puramente c铆nica. Si bien es cierto que algunos sectores sociales pod铆an saber o suponer acerca de la 鈥渇icci贸n鈥 que representaba el origen y permanencia del 1 a 1, en particular a partir de las tempranas cr铆ticas de trabajos como los de Muchnik (1992) acerca de los 鈥渇uegos de artificio鈥 de la Convertibilidad, y la presencia de algunos desequilibrios estructurales que comenzar铆an a hacerse evidentes en ciertos per铆odos de zozobra (como ocurrir铆a a comienzos de 1993), desequilibrios que ser铆an destacados por algunos grandes empresarios y economistas con altos grados de informaci贸n sobre su funcionamiento, los m谩s importantes indicadores socioecon贸micos 鈥渃onspiraban鈥 para evitar comprender en toda su magnitud esa ficci贸n. En todo caso, lo m谩s interesante es que el discurso de Menem s贸lo destacaba aquellos componentes macroecon贸micos 鈥減ositivos鈥 (tasa de inflaci贸n, nivel de reservas, crecimiento del PBI y el PBN, crecimiento del consumo y la inversi贸n, nivel de pobreza en relaci贸n a los datos de 1989, etc.), relegando o ignorando directamente aquellos m谩s 鈥渘egativos鈥 [14] . En ese marco, teniendo en cuenta la funci贸n performativa que adquiere el lenguaje (Austin, 1998), y la escasa visibilidad de las voces cr铆ticas del modelo socioecon贸mico, podemos decir que lo excluido carec铆a de potencia para adquirir efectividad social.

 

En dicho contexto, creemos que en los sectores populares (ya que, como hemos dicho, quiz谩s algunos dirigentes del establishment m谩s informados sab铆an parcialmente de su l贸gica y actuaban c铆nicamente 鈥渃omo si鈥 no lo supieran para continuar obteniendo ganancias patrimoniales extraordinarias) se hac铆a muy dif铆cil comprender la forma de estructuraci贸n de esa ficci贸n, en tanto la misma se materializaba de diversos modos en la pr谩ctica concreta y emp铆rica, lo que, a su vez, se reproduc铆a cotidianamente, instituyendo (y cimentando) la estructuraci贸n misma del sistema [15] . A continuaci贸n, intentaremos mostrar por qu茅 creemos que exist铆a en los a帽os 麓90, sobre todo en el primer per铆odo de gobierno de Menem (1989-1995), una l贸gica fetichista, materializada en la creencia pr谩ctica, que imped铆a comprender, o al menos limitaba fuertemente, la capacidad de 鈥渁travesar鈥 la fantas铆a ideol贸gica en la que se hallaba constituido el llamado 1 a 1.

 

Dijimos previamente que, desde la interpretaci贸n de Zizek, quien a su vez se basa en gran medida en la filosof铆a de Sloterdijk, la ideolog铆a puede ser definida a partir del cinismo, noci贸n que para el te贸rico esloveno resulta dominante en los tiempos actuales, o bien pod铆a ser entendido bajo un manto de fetichismo, lo que nos remite al 鈥渇etichismo de la mercanc铆a鈥 de Marx y su denuncia del capitalismo en tanto l贸gica de igualaci贸n de los productos como cosas, a partir del dinero como equivalente universal (Zizek, 1992). Si seguimos esta 煤ltima l贸gica de an谩lisis para abordar el discurso menemista, podemos observar que la Convertibilidad cumpl铆a con todos los requisitos para ser equiparada con la l贸gica de equivalencia general de la moneda que destacaba Marx en 鈥淓l Capital鈥. En efecto, es sabido que la moneda constituye por definici贸n el 鈥渆quivalente general鈥 por excelencia, lo que implica que puede ser reemplazado por cualquier mercanc铆a en un supuesto plano de igualdad, al tiempo que se oculta, seg煤n Marx, la explotaci贸n material de la fuerza de trabajo por parte del capital [16] .

 

En ese marco, entendemos que, a partir de la instauraci贸n de la Ley de Convertibilidad, el 1 de abril de 1991, y el posterior 茅xito tangible del denominado 1 a 1, comenz贸 a hacerse presente una pluralidad de motivos que imped铆an observar la ficci贸n en la que se hab铆a constituido su mecanismo y, de este modo, seguir la l贸gica c铆nica posmoderna que destaca Zizek como hegem贸nico de los actuales tiempos 鈥pospol铆ticos鈥. En efecto, el llamado popularmente 鈥1 a 1鈥 tuvo la particularidad de ocultar de una forma multimodal su componente de inherente ficci贸n fantasm谩tica. En primer lugar, debemos tener en cuenta que, en un nivel 鈥渢茅cnico鈥 general, la paridad cambiaria fija exig铆a que existiera una igualdad absoluta de reservas de oro y divisas en poder del Banco Central, en relaci贸n al total de moneda circulante. Como la paridad fija era imposible en un rango puramente igualitario, se 鈥渕anten铆a鈥 mediante dos fuentes. Por un lado, mediante la privatizaci贸n y concesi贸n de las empresas p煤blicas y el ingreso de inversiones externas. Por el otro, sobre todo tras el per铆odo en el que finalizaron las privatizaciones m谩s importantes, mediante la l贸gica del endeudamiento externo con los organismos multilaterales de cr茅dito.

 

Sin embargo, lo m谩s relevante es que esta l贸gica de funcionamiento 鈥渢茅cnico鈥 del R茅gimen de 鈥currency board鈥 no era reconocido y sabido como tal dentro de los sectores populares, que ignoraban el mecanismo espec铆fico de funcionamiento del sistema y c贸mo, por ejemplo, el Estado financiaba de hecho el d茅ficit que generaba, en gran medida, el sector privado con la fuga de capitales, mediante un mayor endeudamiento externo (Basualdo y Kulfas, 2000). Adem谩s, para complicar a煤n m谩s las cosas, el r茅gimen de paridad cambiaria fija, mantenido en un primer momento mediante el proceso de privatizaciones (Reforma del Estado) y el ingreso de inversiones externas y luego, sobre todo a partir de 1993, mediante el endeudamiento externo con el FMI, hab铆a llevado a un incremento notable de las reservas monetarias (a partir del ingreso masivo de d贸lares), lo que permit铆a mantener en el tiempo, si bien de forma precaria, la 鈥渓ibre disponibilidad鈥 del r茅gimen convertible.

 

Estos n煤meros concretos de reservas en poder del Banco Central actuaban como un primer soporte material tendiente a legitimar la creencia en la realidad efectiva de la Convertibilidad. En efecto, si exist铆an, por ejemplo, 30.000 o 40.000 millones de d贸lares en reservas monetarias, como insist铆a el Gobierno y nadie pon铆a en discusi贸n, al menos no de forma abierta y p煤blica, entonces el 1 a 1 no pod铆a ser equiparado a una ficci贸n, esto es, a una irrealidad.聽聽聽聽聽

 

Pero adem谩s de este dato macroecon贸mico concreto, debemos recordar nuevamente que la Convertibilidad hab铆a logrado estabilizar la econom铆a de forma casi absoluta. En efecto, en 1989 los 铆ndices inflacionarios hab铆an alcanzado una cifra cercana al 4000% anual, mientras que en 1990 alcanzar铆an m谩s del 1000%. A partir de 1991, en cambio, la inflaci贸n se reducir铆a al punto tal de alcanzar el simb贸lico 0% a fines de 1993, a lo que luego seguir铆an, incluso, indicadores de leve deflaci贸n monetaria. Este importante dato macroecon贸mico, que se materializaba de forma emp铆rica y concreta en la realidad cotidiana de los sujetos, por ejemplo, cuando iban al supermercado a hacer las compras y ve铆an que los precios de los productos eran estables, permit铆a legitimar nuevamente a la Convertibilidad y, como correlaci贸n, al discurso de Menem que, adem谩s de hacer menci贸n insistentemente a los nuevos 铆ndices inflacionarios y sus efectos sobre el bolsillo de los trabajadores, promet铆a mantener la paridad fija como fuera, en tanto elemento clave que hab铆a posibilitado estabilizar por completo la econom铆a (Fair, 2009a, 2010a).

 

Pero m谩s all谩 de la importancia crucial que hab铆a tenido la Convertibilidad en lograr una estabilizaci贸n efectiva de la econom铆a, tras d茅cadas y d茅cadas de inflaci贸n e hiperinflaci贸n en nuestro pa铆s, el r谩pido 茅xito del 1 a 1 hab铆a promovido un fenomenal boom de consumo masivo e inversi贸n que se materializaba en los indicadores econ贸micos favorables que se帽alaba Menem. Estos indicadores, sobre todo durante el per铆odo 鈥渄e oro鈥 de 1991-1994 (Basualdo, 2006), mostraban 铆ndices macroecon贸micos de crecimiento efectivo del consumo, la inversi贸n y la demanda agregada, junto a in茅ditos 铆ndices de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI).

 

No obstante, estos datos cuantitativos positivos, que colocaban al pa铆s como uno de los m谩s importantes de la regi贸n, e incluso del planeta, s贸lo pod铆an ser cre铆bles y adquirir eficacia interpelatoria si lograban materializarse en la pr谩ctica concreta y emp铆rica de los sujetos sociales. Y, precisamente, a partir de la sobrevaluaci贸n cambiaria y la creaci贸n de expectativas favorables, se logr贸 una importante reducci贸n de las tasa de inter茅s que, junto al proceso de apertura comercial asim茅trico, permiti贸 el acceso masivo al cr茅dito barato y en c贸modas cuotas para adquirir todo tipo de mercader铆as, desde electrodom茅sticos (televisores, heladeras, lavarropas, aires acondicionados), productos de indumentaria y esparcimiento (ropa, electr贸nicos), la posibilidad de acceder en 12 o 24 c贸modas cuotas a un autom贸vil cero kil贸metro, o el acceso efectivo al cr茅dito hipotecario para adquirir desde un departamento propio, hasta viajes de turismo por tres semanas o un mes al exterior (desde Miami a Punta del Este) a muy bajos precios (Fair, 2008, 2010b). Finalmente, la 鈥渇iesta鈥 de consumo ostentoso que inici贸 el 1 a 1 hab铆a permitido recuperar el valor del ahorro en d贸lares en muchas familias, sobre todo debido a que se hab铆a logrado terminar con el 鈥渋mpuesto inflacionario鈥, que perjudicaba a los sectores de menores ingresos, quienes no tienen acceso al sector financiero o a la compra de inmuebles para resguardarse de la inflaci贸n, y adem谩s dedican la mayor parte de sus ingresos a la compra de alimentos b谩sicos de la canasta familiar (fideos, arroz, az煤car, pan) (Gerchunoff y Torre, 1996).

De todos modos, lo que pretendemos destacar como relevante es que estas pr谩cticas de consumo masivo no eran pura teor铆a abstracta, sino que se materializaban en los cuerpos, esto es, en la pr谩ctica cotidiana de los sujetos. Esta materializaci贸n objetivada en los cuerpos, al decir de Bourdieu (1991), actuaba, ahora en t茅rminos psicoanal铆ticos, como un soporte inconciente a la creencia del sujeto (Zizek, 1992) que, de este modo, imped铆a representarse la ilusi贸n que encarnaba la Convertibilidad. En otras palabras, la l贸gica del hacer actuaba como soporte para el fantasma del 1 a 1, legitimando, de este modo, al modelo neoliberal y al propio menemismo (Fair, 2008, 2010b).

 

Adem谩s, como un nuevo (y descuidado) elemento a tener en cuenta, debemos recordar que, en el marco de la sobrevaluaci贸n cambiaria y la expansi贸n del consumo interno provocados por el 1 a 1, a partir de 1991 accedieron al pa铆s decenas de reconocidos artistas y cantantes internacionales, entre ellos, artistas internacionales de la magnitud de Madonna, los Rollings Stones, Paul Mc Cartney, U2, o figuras internacionales, como la modelo Claudia Schiffer o la cantante brasile帽a Xuxa, que mostraban la 鈥済randeza鈥 tangible y concreta que hab铆a adquirido el pa铆s. Del mismo modo, en 1990 la Argentina llegar铆a a la final del mundial de f煤tbol, mientras que en 1991 y 1993 lograr铆a obtener la Copa Am茅rica, por lo que se convert铆a en el principal pa铆s de la regi贸n en ese deporte. Incluso, a帽os despu茅s, muchos creyeron que Argentina pod铆a llegar a ser elegida para organizar los Juegos Ol铆mpicos del 2004, cuando quedara preseleccionada junto con otros 4 pa铆ses desarrollados en la selecci贸n oficial del Comit茅 Ol铆mpico Internacional. Finalmente, el pa铆s era reconocido y elogiado una y otra vez por el presidente de Estados Unidos, los organismos multilaterales de cr茅dito y economistas de prestigio local e internacional, quienes ubicaban a la Argentina como el 鈥渕ejor alumno鈥, el 鈥渓铆der鈥 de la regi贸n y otros adjetivos positivos referidos al proceso de reforma estructural del Estado. Estos elogios鈥 del 鈥渕undo鈥 ser铆an ampliamente aprovechados por el discurso de Menem para obtener una legitimaci贸n pol铆tica en vastos sectores de la sociedad, atentos a las definiciones sobre el pa铆s en el exterior.

 

Por otra parte, debemos tener en cuenta que la amplia y exitosa cadena de significantes equivalenciales que conform贸 el discurso de Menem, se insertaba discursivamente en el marco m谩s general de un proceso largamente sedimentado que actuaba como su condici贸n de posibilidad. En efecto, desde los comienzos de la formaci贸n de la identidad nacional exist铆a y persist铆a un discurso parcialmente sedimentado, signado por lo que en otro lado hemos denominado el 鈥渕ito del pa铆s potencia鈥 (Fair, 2009b). Este mito nacional ser铆a recuperado y potenciado por el discurso menemista a partir de la enumeraci贸n de los datos macroecon贸micos positivos, e incluso con el detalle de algunos datos sociales (con la excepci贸n silenciada de la desocupaci贸n y subocupaci贸n, que aumentar铆a paulatinamente). Desde el discurso hegem贸nico, estos 鈥渓ogros鈥 del modelo s贸lo se hab铆an alcanzado a partir del 茅xito 鈥渋nnegable鈥 del R茅gimen de Convertibilidad y sus significantes asociados (en particular, la estabilidad monetaria). Precisamente, el discurso de Menem destacaba en cada una de sus alocuciones las bondades y beneficios tangibles y concretos que hab铆a posibilitado el 茅xito del 1 a 1, entre ellos, la estabilizaci贸n econ贸mica, la recuperaci贸n de una moneda fuerte, y los indicadores macroecon贸micos favorables sobre consumo, inversi贸n, demanda y reservas monetarias, a lo que debemos agregar la reducci贸n relativa de los 铆ndices de pobreza e indigencia, a partir de la estabilizaci贸n monetaria y el crecimiento del PBI, del orden del 9% anual (Fair, 2009a, 2010a, 2010b).

 

Todos estos factores, tangibles en la pr谩ctica cotidiana de los sujetos sociales, coadyuvaban a la creencia efectiva en las bondades y 茅xitos de la Convertibilidad, en tanto r茅gimen socioecon贸mico ya convertido en un verdadero modelo de pa铆s. En ese marco, con 铆ndices de crecimiento econ贸mico y de inversi贸n que Menem destacaba como logros in茅ditos del proceso de transformaci贸n y modernizaci贸n nacional que hab铆a iniciado en 1989, 铆ndices que, adem谩s, permitir铆an colocar al pa铆s en el puesto 35 en la escala de desarrollo mundial del PNUD, el discurso menemista pod铆a se帽alar sin problemas que el proceso de inserci贸n al 鈥渕undo moderno鈥 hab铆a permitido que el pa铆s recuperara el 鈥減rotagonismo鈥 y el 鈥渄estino de grandeza鈥 que le ten铆a asignado la Historia, retornando, a partir del 茅xito tangible y concreto del 1 a 1, a su 鈥渟itial de privilegio鈥 como 鈥減otencia mundial鈥 (Fair, 2009b).

 

Al mismo tiempo, la evidencia incontrastable de los datos macroecon贸micos materializados en la pr谩ctica cotidiana, a lo que debemos sumar, por supuesto, la crisis efectiva del Estado Social de posguerra (permanencia de pr谩cticas de corrupci贸n, ineficiencia y burocratizaci贸n en el sector p煤blico) (Gerchunoff y Torre, 1996; Sidicaro, 2002), le permit铆an deslegitimar a los propios discursos pol铆ticos que se opon铆an a los 茅xitos 鈥渢angibles鈥 y 鈥渃oncretos鈥 del 1 a 1. Estos discursos de oposici贸n, como hemos mencionado, eran acusados por Menem de defender intereses pol铆ticos o ideol贸gicos meramente particulares, o bien de defender visiones 鈥渁trasadas鈥, o que no hab铆an logrado comprender los cambios generados por la 鈥漞voluci贸n鈥 del peronismo y del propio planeta tras el derrumbe del comunismo y el fin de la Guerra Fr铆a (Fair, 2009a, 2010).

 

En el caso espec铆fico del consumo masivo, que adquiri贸 una importancia crucial en los a帽os 麓90 al comp谩s de la famosa 鈥淧izza con champ谩n鈥 que promov铆a el propio c铆rculo 铆ntimo del menemismo, esta l贸gica de la farandulizaci贸n y la 鈥渇iesta menemista鈥 era reproducida, adem谩s, por los propios medios masivos de comunicaci贸n y muchos de sus 鈥渋ntelectuales org谩nicos鈥, que promov铆an el consumo masivo como modelo de identificaci贸n social en revistas de la far谩ndula como 鈥淕ente鈥 y 鈥淐aras鈥 y mostraban los constantes viajes al exterior a Punta del Este y a Miami y los lujosos gastos por parte de estrellas locales como Susana Gim茅nez, Ante Garmaz, Mariana Nannis y Roberto Giordano, entre otros. Si tenemos en cuenta, adem谩s, el contexto sociohist贸rico y sociocultural atravesado por la ca铆da de la imagen paterna, en el marco de un discurso hegem贸nico que promov铆a la ausencia de l铆mites al consumo y el propio discurso hegem贸nico promovido por los medios masivos y el establishment a favor de la l贸gica de la mercantilizaci贸n social, podemos notar sin esfuerzo la importancia clave que hab铆a adquirido contextualmente la l贸gica del m谩ximo lucro econ贸mico individual y el consumo hedonista como sobredeterminante del comportamiento colectivo (Fair, 2010a).

 

Finalmente, debemos destacar nuevamente que, desde el exterior, la Argentina era presentada por el entonces respetado Fondo Monetario Internacional (FMI) y por los prestigiosos t茅cnicos nacionales e internacionales, como el 鈥渕ejor alumno鈥 en la aplicaci贸n de las reformas de 鈥渓ibre mercado鈥 (Bembi y Nemi帽a, 2007). En el mismo sentido, el menemismo obten铆a de forma frecuente el respaldo, ya sea simb贸lico, o bien estrictamente econ贸mico, por parte de las principales potencias mundiales y los organismos multilaterales de cr茅dito, situaci贸n que se materializaba a veces mediante apoyos financieros, o bien, como har铆a el ex Presidente George Bush (padre) (y luego Bill Clinton), con el 鈥渙rgullo鈥 de convertirse en un verdadero amigo y aliado pol铆tico de la Argentina, al punto tal de realizar reuniones peri贸dicas y amistosas con el presidente argentino en la Quinta de Olivos, donde se jugaba corrientemente al tenis o al golf y se elogiaban los 鈥漧ogros鈥 del gobierno de Carlos Menem. En ese marco, signado por las 鈥渞elaciones carnales鈥 con los Estados Unidos, la Argentina se convertir铆a en aliado 鈥淓xtra OTAN鈥 de la superpotencia mundial, y en uno de los pocos pa铆ses que llevar铆a tropas a cada una de las Misiones de Paz internacionales, contribuyendo, desde el discurso hegem贸nico, a consolidar la 鈥渄emocracia鈥 a 鈥渘ivel mundial鈥 y a recuperar el prestigio internacional que se hab铆a perdido en las 煤ltimas d茅cadas (Fair, 2009b, 2011d).聽聽

 

En la misma l铆nea, hemos visto tambi茅n que en los a帽os 麓90 exist铆a un consenso social generalizado en torno a las bondades del 1 a 1 por parte de los principales economistas del establishment (entre ellos, la mayor铆a de los t茅cnicos de las principales consultoras del pa铆s y del extranjero), as铆 como de la mayor铆a de los grandes empresarios y de los periodistas e intelectuales de los medios masivos de comunicaci贸n. Todos ellos, ya sea de forma consciente o inconsciente, intencionalmente o no, contribuir铆an tambi茅n a construir una s贸lida hegemon铆a cultural en torno a los valores asociados al modelo de Convertibilidad y de reducci贸n del Estado Social de posguerra [17] . Al mismo tiempo, en el marco del miedo general a que retornase la hiperinflaci贸n y luego, cada vez en mayor medida, al peligro que significar铆a la devaluaci贸n monetaria, a lo que debemos sumar la visi贸n hegem贸nica sobre la ausencia de alternativas y la imposibilidad de actuar de un modo diferente, pr谩cticamente se dejaba fuera de discusi贸n, o al menos se invisibilizaba, toda posibilidad concreta de salida del modelo [18] .聽聽聽

 

Podemos decir, entonces, que, en l铆neas generales, los indicadores macroecon贸micos favorables de crecimiento, demanda, inversi贸n y consumo, el crecimiento efectivo de las reservas monetarias en poder del Banco Central y del Producto Bruto Interno, as铆 como la reducci贸n relativa de los 铆ndices de pobreza e indigencia (tanto a nivel individual, como a nivel familiar), la in茅dita estabilizaci贸n de la moneda nacional, el acceso a pr谩cticas de consumo masivas tangibles para amplios sectores sociales, como la compra de electrodom茅sticos mediante cr茅dito y de viajes al exterior a bajos precios, la estabilizaci贸n efectiva y el ordenamiento de la ca贸tica situaci贸n social previa, el tambi茅n efectivo crecimiento y modernizaci贸n tecnol贸gica que promovi贸 el d贸lar barato y la apertura comercial, la llegada de las principales figuras del exterior (cantantes, actores, etc.) en forma masiva, los elogios cotidianos del 鈥渕undo鈥 (presidentes de Estados Unidos y Europa, prestigiosos t茅cnicos de los organismos multilaterales de cr茅dito, financistas, empresarios y economistas nacionales e internacionales), la institucionalizaci贸n de la paridad cambiaria fija mediante un marco legal, y, finalmente, los mitos sedimentados del 鈥減a铆s potencia鈥 y de la 鈥渁ldea global鈥, actuaban todos y cada uno de ellos, en el marco de un discurso hegem贸nico que contribu铆a a potenciar su eficacia, como soportes materiales que imped铆an evitar la no creencia de que exist铆a una igualdad 鈥渧erdadera鈥 y 鈥渞eal鈥 1 a 1 con la principal superpotencia y, por lo tanto, que el 1 a 1 era una verdadera realidad [19] .

 

Finalmente, como una nueva modalidad estructural de 鈥渃emento鈥 de la nueva ideolog铆a en torno al modelo socioecon贸mico de la Convertibilidad y sus pol铆ticas asociadas, debemos tener en cuenta la importancia ideol贸gica de un factor m谩s general como es el propio contexto sociohist贸rico y cultural signado por la ca铆da del comunismo y el fracaso de la experiencia keynesiana, y la visi贸n subyacente acerca de una ausencia efectiva de alternativas pol铆ticas frente al triunfo mundial de la 鈥渄emocracia liberal鈥. En ese marco de resignaci贸n y preeminencia de la ideolog铆a 鈥imposibilista鈥 (Pucciarelli, 2002), el discurso de Menem aprovechar铆a la coyuntura para destacar en reiteradas ocasiones la ausencia efectiva de alternativas tras el fracaso 鈥渆mp铆rico鈥 tanto del Estado social de posguerra (peronismo de 1945), como del comunismo sovi茅tico y de la 鈥渟ocialdemocracia鈥 (gobierno de Alfons铆n). Adem谩s, en el caso de los sectores populares, y en particular de los sectores de origen peronista, utilizar铆a la noci贸n de 鈥渆voluci贸n鈥, a la que corrientemente se asocia el tiempo hist贸rico como modalidad de crecimiento lineal, para destacar la necesidad de 鈥渁ctualizar鈥 y 鈥渁ggiornarse鈥 la doctrina peronista a los nuevos tiempos de 鈥渕odernizaci贸n鈥 y 鈥済lobalizaci贸n鈥 a escala mundial (Palermo y Novaro, 1996). De esta manera, bajo diversas modalidades y estrategias discursivas, se contribu铆a a disciplinar a la sociedad en torno al nuevo rumbo iniciado en 1989 y profundizado con el 茅xito estabilizador del R茅gimen de Convertibilidad y su amplia cadena de significantes asociada.

 

En ese marco, retomando los t茅rminos psicoanal铆ticos, podemos decir que, si el goce lenguajero se hallaba vinculado a la funci贸n unaria del significante Convertibilidad y su articulaci贸n con una cadena significante de unidad, paz, estabilidad y reconciliaci贸n, exist铆a un plus de goce que se derivaba del cumplimiento del mandato superyoico hegem贸nico. Este mandato, asociado a la necesidad perentoria de consumir y acumular ganancias, se replicaba tanto en el discurso presidencial, como en la l贸gica discursiva de los medios hegem贸nicos, a trav茅s de las propagandas televisivas desreguladas y la promoci贸n e incentivo de una cultura pol铆tica de la frivolizaci贸n por parte de sus principales figuras. En un contexto general de declinaci贸n de la imagen paterna y su funci贸n de limitaci贸n del goce, y de desculpabilizaci贸n por la exhibici贸n de riquezas, las nuevas circunstancias del capitalismo a favor de la liberalizaci贸n del goce ilimitado hac铆an posible un retorno imaginario al mundo carente de la falta Real, por la v铆a corporeizada del consumo masivo y el disfrute personal. Finalmente, si es cierto que la mirada y la voz del Otro constituyen objetos de deseo que se invisten de goce, en raz贸n de que sustituyen imaginariamente el deseo fantasm谩tico inicial de la Madre que nos reconoce, nos otorga entidad y nos dice lo que debemos hacer (Braunstein, 2006), el propio discurso hegem贸nico incorporaba un plus de goce que se derivaba del deseo (satisfecho imaginariamente) que demandaba ser mirado y reconocido por la 鈥渃omunidad internacional鈥. En efecto, a partir del 茅xito socioecon贸mico del Plan de Convertibilidad, la Argentina lograba ser nuevamente una potencia mundial, alguien importante en el mundo, lo que generaba un narcisista plus de goce derivado de haber alcanzado el objetivo de ser nuevamente el pa铆s potencia que es mirado, y adem谩s es reconocido y admirado, por todos los pa铆ses 鈥渉ermanos鈥 del exterior.

 

 

 

 

3.3. 鈥淟o hacen en la pr谩ctica cotidiana, por lo tanto, no lo saben鈥

 

鈥淓l sentido pr谩ctico, necesidad social vuelta naturaleza, convertida en esquemas motrices y automatismos corporales, es lo que hace que las pr谩cticas (鈥) sean sensatas, vale decir, habitadas por un sentido com煤n. Precisamente, porque los agentes no saben nunca completamente lo que hacen, lo que hacen tiene m谩s sentido del que ellos saben鈥

 

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽Pierre Bourdieu, El sentido pr谩ctico

 

Hemos visto que, desde el an谩lisis pol铆tico-cultural o ideol贸gico de su hegemon铆a, el discurso menemista se estructur贸 a partir de la fantas铆a inconsciente de un discurso de la unidad social plena entre todos los argentinos y, al mismo tiempo, mediante una l贸gica de transformaci贸n social que promet铆a el cumplimiento efectivo de una segunda fantas铆a plus-de goce en torno al para铆so de felicidad del consumo masivo y el ingreso a las bondades y beneficios del mundo moderno, en tanto pa铆s potencia que era reconocido como tal y recuperaba su antiguo esplendor y grandeza. Esta doble fantas铆a, s贸lo posible a partir de un discurso hegem贸nico basado en la aplicaci贸n de las met谩foras despolitizadas, y cimentado a partir de una sedimentaci贸n parcial vinculada al mito del 鈥減a铆s potencia鈥 y a la demanda social sedimentada a favor del consumo individual como modelo sociocultural a seguir (un modelo aspiracional con antecedentes en la famosa 鈥淧lata dulce鈥 de los a帽os de la 鈥淭ablita鈥 de Mart铆nez de Hoz), llegar铆a a su apogeo para poder cumplirse de forma efectiva reci茅n a partir del r谩pido 茅xito del 1 a 1. En efecto, con el 茅xito tangible y concreto del R茅gimen de Convertibilidad, con su crucial efecto estabilizador, por fin se cumpl铆a el viejo sue帽o del pa铆s potencia prometido por Menem y so帽ado por largas generaciones.

 

Ahora bien, como hemos dicho, esta l贸gica discursiva del pa铆s potencia que recuperaba su hist贸rico 鈥渄estino de grandeza鈥 (Fair, 2009b) no era una pura teor铆a abstracta, sino que se materializaba y, de este modo, se objetivaba en la pr谩ctica cotidiana. En efecto, al 鈥渉acerlo鈥, esto es, al lograr acceder de forma efectiva al cr茅dito barato para adquirir bienes e inmuebles, notar de forma pr谩ctica y corporal la estabilizaci贸n de los precios (con su efecto positivo sobre el poder salarial de compra), poder viajar de forma efectiva al exterior para hacer turismo y consumir a bajos precios, ver y o铆r de forma 鈥渞eal鈥 las buenas y cotidianas cr铆ticas por parte de los economistas nacionales y la 鈥渃omunidad internacional鈥, etc., se reproduc铆a autopoi茅ticamente la propia realidad fantasm谩tica, al tiempo que se la produc铆a. De este modo, la materializaci贸n pr谩ctica de la ideolog铆a en la creencia cotidiana de los sujetos, al tiempo que fetichizaba la realidad de lo Real-imposible que estructuraba la doble fantas铆a ideol贸gica (la de la unidad plena y la del 鈥減a铆s potencia鈥), legitimaba el orden social menemista como una verdadera realidad inconsciente para los sujetos, y esto incluye tanto a los pocos sujetos que sab铆an de forma efectiva de su falsedad (aquellos c铆nicos que 鈥渓o sab铆an, pero lo hac铆an鈥), como a la mayor铆a de la sociedad, que efectivamente no pod铆an de ning煤n modo saberlo, en tanto lo hac铆an y viv铆an de forma pr谩ctica (y, por lo tanto, inconsciente) en su cotidianeidad (fetichistas).

 

Por un lado, como bien destaca Bonnet (2008), es posible que hubiere en parte una l贸gica social basada en el famoso cinismo del 鈥渟铆, pero a煤n as铆鈥, esto es, no creo para nada en la realidad de la Convertibilidad, pero a煤n as铆 hago de cuenta de forma c铆nica que s铆 existe, en tanto me beneficio de su existencia [20] . Esta posibilidad de salir del fantasma se expresar铆a por primera vez en la mini-corrida empresarial de 1993, que mostrar铆a los l铆mites de la sobrevaluaci贸n cambiaria y acrecentar铆a el temor a una devaluaci贸n, sobre todo a partir del incremento del d茅ficit comercial. Del mismo modo, en la crisis del Tequila de fines de 1994 se pondr谩 de manifiesto el peligro latente de que la Argentina siguiera temporalmente el mismo camino que M茅xico, oblig谩ndose a devaluar su moneda, con su consiguiente efecto negativo sobre los salarios y sobre los m煤ltiples sectores endeudados en d贸lares [21] .

 

Estos elementos, que har谩n que el Gobierno se vea obligado a insistir una y otra vez en que no devaluar铆a nunca la moneda y que, en todo caso, llegar铆a a dolarizar toda la econom铆a antes de salir del 1 a 1, permiten suponer que hab铆a sectores sociales, sobre todo empresariales, que eran conscientes de la farsa t茅cnica del r茅gimen cambiario. Sin embargo, las cr铆ticas pol铆ticas a la Convertibilidad eran escasas y reci茅n se har铆an visibles en todo su esplendor a partir de la crisis financiera de Rusia de 1998, y, en particular, tras la devaluaci贸n monetaria de Brasil del a帽o siguiente. Esta medida potenciar铆a el temor de parte del establishment, en tanto Brasil representaba un pa铆s al que la Argentina exportaba gran parte de su capital, por lo que los d贸lares ahora dejaban de ingresar y pon铆an en peligro la permanencia del R茅gimen convertible. En ese lapso, como hemos se帽alado, hab铆a cr铆ticas espor谩dicas a las ficci贸n y los 鈥渇uegos de artificio鈥 de la Convertibilidad, tales como el renombrado libro de Muchnik (1992), sus propias editoriales cr铆ticas en el diario Clar铆n, adem谩s de la abundancia de cr铆ticas desde todos los sectores a los efectos negativos del plan socioecon贸mico. Sin embargo, durante el primer gobierno de Menem las tendencias devaluacionistas, o bien eran excluidas por diversos medios del espacio p煤blico, o bien no ten铆an la legitimidad necesaria para ser expresadas de forma p煤blica, frente al temor al masivo rechazo social que provocaban en quien atinaba a formularlas [22] .

 

La perspectiva del puro cinismo colectivo muestra sus limitaciones, en el momento en que la creencia se materializaba, como hemos dicho, en el hacer pr谩ctico de los sujetos en su vida cotidiana. En efecto, la pr谩ctica, materializada y objetivada en los cuerpos, hemos visto que act煤a como un soporte inconsciente para los sujetos, que se basan en el sentido com煤n cotidiano para materializar sus creencias (Bourdieu, 1991). Pero adem谩s, debemos tener en cuenta, a modo de un nuevo ejemplo, que los dep贸sitos de los bancos, si bien mayoritariamente se hallaban en d贸lares, ten铆an un importante nivel de dep贸sitos en pesos. Por otra parte, debemos recordar que muchos ciudadanos pagaban sus gastos de forma cotidiana y realizaban sus transacciones indistintamente en d贸lares y en pesos, lo que muestra que no sab铆an ni sospechaban acerca de la sobrevaluaci贸n efectiva de la moneda local y la supuesta farsa en la que se asentaba. En todo caso, si la Convertibilidad era una pretendida 鈥渇icci贸n鈥, 驴por qu茅 la 鈥済ente鈥 no retiraba sus dep贸sitos r谩pida y masivamente de los bancos nacionales, lo que hubiese generado una cat谩strofe del sistema bancario como la que luego ocurrir铆a a fines del 2001? Precisamente, porque, sobre todo durante el primer gobierno de Menem, todos los indicadores y las pr谩cticas cotidianas 鈥渃onspiraban鈥 para materializar, y de este modo objetivar, la creencia social fantasm谩tica, desde el mito parcialmente sedimentado del pa铆s potencia, hasta la met谩fora unaria del 1 a 1, pasando por la institucionalizaci贸n del r茅gimen convertible mediante ley del Congreso, la estabilidad efectiva de la econom铆a, el nivel de reservas monetarias, el crecimiento de la econom铆a, el acceso masivo al cr茅dito familiar para compra de inmuebles y consumo privado o los viajes cotidianos al exterior.

 

En efecto, 驴por qu茅 鈥淒o帽a Rosa鈥 deber铆a pensar que la estabilidad es una ficci贸n, cuando va todas las semanas al supermercado y observa con sus propios ojos que el kilo de yerba, el del pan y el del az煤car cuestan siempre lo mismo?, 驴Por qu茅 deber铆a sospechar de las variables econ贸micas, si los 铆ndices se帽alan que la econom铆a crece a tasas cercanas al 10% anual, las reservas monetarias son altas, se observan buenas ventas en los negocios y shoppings, la gente puede viajar al exterior y encima el pa铆s recibe constantes elogios de los sectores m谩s importantes del planeta y que m谩s conocen sobre estos temas? La misma l贸gica pr谩ctica de sentido com煤n puede aplicarse para el auge de los cr茅ditos personales y sus m煤ltiples e indefinidas posibilidades de uso.

 

Pero adem谩s, y no menos importante, debemos tener en cuenta que el propio discurso hegem贸nico, tanto el de los medios masivos, como el del oficialismo, entre ellos el discurso de sentido com煤n de Menem, contribu铆a a construir un mismo relato de significaci贸n en torno al contexto sociohist贸rico y cultural y en torno a las pr谩cticas y deseos colectivos. Ese discurso de consumismo y acumulaci贸n hedonista e individualista, convertido en Pensamiento hegem贸nico, hab铆a construido un s贸lido relato en el que la aplicaci贸n de las reformas pro-mercado y el consumo privado se asociaban a la inserci贸n al mundo m谩gico de la modernizaci贸n y a un futuro signado por la paz y la felicidad para todos [23] . En ese marco, aquellos que actualmente, tras haber pasado la experiencia hist贸rica de la d茅cada menemista y la posterior devaluaci贸n del 2002, afirman que el 1 a 1 era una 鈥渇icci贸n鈥, tal como nosotros mismos lo hemos comprobado en una serie de entrevistas personales realizadas en el a帽o 2004 (Fair, 2008), parecen estar expresando m谩s bien su actual pensamiento a posteriori. Se tratar铆a, entonces, de una construcci贸n retroactiva, un relato ad-hoc de los hechos, que, si bien no puede decirse que se extienda al conjunto de la sociedad, parece ajustarse m谩s bien a la actual opci贸n 鈥減ol铆ticamente correcta鈥 que reniega, quiz谩s por verg眉enza, del anterior respaldo pol铆tico masivo, o bien del silenciamiento, frente al menemismo y su modelo socioecon贸mico. Este respaldo, en gran medida pasivo y resignado, se expresa claramente en la famosa frase 鈥淵o no lo vot茅鈥, c茅lebre consigna pol铆tica que desde las elecciones de 1995 acompa帽a como una sombra a quienes se refieren a la reelecci贸n presidencial de Menem de mayo de aquel a帽o. En efecto, la frase 鈥淵o no lo vot茅鈥, al igual que las encuestas que mostraban previo al triunfo menemista un respaldo menor al que posteriormente obtendr铆a, es una cabal expresi贸n de que el consenso en torno al menemismo fue, mayoritariamente, un respaldo pol铆tico al R茅gimen de Convertibilidad y a sus significantes asociados (en particular, la estabilidad econ贸mica), en lugar de serlo de forma primordial al liderazgo menemista que es idealizado. Las propias encuestas del per铆odo nos muestran, en la misma l铆nea, que el apoyo al modelo de Convertibilidad era ligeramente superior al respaldo al liderazgo de Menem y a su Gobierno en general (Gerchunoff y Torre, 1996). En todo caso, como a continuaci贸n veremos, la l贸gica del apoyo pol铆tico al discurso menemista debe ser examinado en el marco de una mediaci贸n que inviste su discurso en torno a su vinculaci贸n directa con la continuidad temporal del R茅gimen de Convertibilidad.

 

4. La investidura catexial en torno al liderazgo menemista [24]

 

Desde el psicoan谩lisis lacaniano, la castraci贸n paterna proh铆be e impide alcanzar la unidad fantasm谩tica con el objeto primordial del deseo que representa el cuerpo de la Madre (la Cosa). En ese contexto, instaurado por el orden del significante, surge el deseo eterno de retornar a aquella situaci贸n de plenitud, lo cual s贸lo se hace presente mediante 鈥渟ignificantes unarios鈥 (Lacan, 1987: 264) que logran recuperar parcialmente, mediante el lenguaje, el goce perdido de la vinculaci贸n cuerpo a cuerpo (Lacan, 2008). En otras palabras, tras la ruptura de la unidad m铆tica con el cuerpo de la Madre, en tanto prohibida, surge el deseo inconsciente de retornar a aquella situaci贸n paradis铆aca. Este deseo inconsciente logra hacerse presente imaginariamente por la v铆a de lo simb贸lico, por la v铆a del significante, lo que, con cierta p茅rdida inevitable, permite recuperar esa unidad m铆tica imaginaria, eludiendo la falta constitutiva Real. De este modo, el significante adquiere una investidura catexial de goce, en tanto permite hacer posible, precisamente, ese retorno imposible a la Cosa que tanto se desea (Braunstein, 2006; Stavrakakis, 2008).

 

Ahora bien, si hemos visto que el significante es 鈥渁parato de goce鈥 (Lacan, 2006: 51), si existe la posibilidad de un 鈥済oce lenguajero鈥 (Braunstein, 2006), un goce que se logra acceder por la v铆a del significante (Lacan, 2008), 驴qu茅 lugar ocupa en estas circunstancias el l铆der? Para entender esta compleja cuesti贸n, ignorada por la bibliograf铆a especializada en el estudio del menemismo, debemos tener en cuenta que, como afirma Lacan en su Seminario XVII, conocido como El reverso del psicoan谩lisis, diferenci谩ndose en parte del enfoque seguido por Freud en Psicolog铆a de las masas y an谩lisis del yo (Freud, 1973), el l铆der no ocupa necesariamente el lugar del ideal del yo (Copjec, 2006). En efecto, como ya se帽alara Lacan en su Seminario XI, la identificaci贸n puede ser instaurada tanto en la funci贸n del l铆der como ideal del yo (I), como tambi茅n en un objeto privilegiado al que 鈥渓a pulsi贸n le da la vuelta鈥. Este objeto privilegiado que sirve de soporte es, precisamente, el objeto a min煤scula (Lacan, 1987: 264-266). En este 煤ltimo caso, la identificaci贸n no reside, como pretend铆a la visi贸n freudiana cl谩sica, en el l铆der en tanto ideal del yo que suple la autoridad protectora paterna, o cierta imagen superyoica que provee seguridad y reprime los instintos, sino que 鈥渁traviesa鈥 el plano de la identificaci贸n narcis铆stica para, en palabras de Lacan, 鈥渓levar la demanda a la identificaci贸n鈥 (Lacan, 1987: 281-282):

 

En ese contexto, a diferencia de lo que se帽alaba Freud a partir de su famoso an谩lisis de la identificaci贸n hipn贸tica de las masas en la Iglesia y el Ej茅rcito (Freud, 1973a), el l铆der no necesariamente encarna al significante Amo o punto de capit贸n, en los t茅rminos de Lacan, que articula como punto de partida la cadena equivalencial. Por el contrario, como nos recuerda el psicoanalista franc茅s, 鈥渆l lugar del agente, sea el que sea, no es siempre el del significante amo鈥 [25] (Lacan, 2006: 185). En otras palabras, el significante Amo no necesariamente se encuentra ligado al papel unificador del l铆der, al menos no en una primera instancia. Puede darse el caso, como ocurre con la identificaci贸n del analista en torno a su 鈥渟upuesto saber鈥 superior, en el que la identificaci贸n (transferencia) se realiza alrededor de una caracter铆stica particular que adquiere el objeto, alcanzando la identificaci贸n amorosa en torno al l铆der por la v铆a del objeto parcial, que en este caso es el supuesto conocimiento superior del analista.

 

En la misma l铆nea, pero ahora desde el 谩ngulo de la teor铆a pol铆tica contempor谩nea, Laclau se帽ala que, si bien el amor hacia el l铆der resulta importante para constituir todo v铆nculo social, e incluso situar谩 en otro trabajo a la figura de Per贸n como un significante vac铆o (Laclau y Mouffe, 1987), Freud 鈥渟e apresura demasiado en pasar de apuntar el amor por el l铆der como condici贸n central de la consolidaci贸n del v铆nculo social, a la afirmaci贸n de que 茅l constituye el origen de ese v铆nculo鈥 (Laclau, 2005a: 109). En efecto, si bien es cierto que el l铆der es el que unifica el espacio social mediante la absorci贸n equivalencial de demandas sociales insatisfechas, no necesariamente es 茅l el cristalizador del movimiento. Como bien destaca en un texto posterior, 鈥渘o es que el l铆der sea el origen del movimiento, sino que, sin ese punto de aglutinaci贸n, el movimiento no podr铆a forjar su unidad, se dispersar铆a entre los elementos que lo componen鈥 (Laclau, 2006b: 118). En otras palabras, como se帽ala Marchart, citando a Laclau, aunque el 鈥渘ombre鈥 es la condici贸n para la formaci贸n del grupo, el mismo no constituye su origen necesario (Marchart, 2006).

 

Pero entonces, 驴qu茅 lugar ocupa el agente que encarna al significante Amo? En primer lugar, debemos tener en cuenta que, como se帽ala Lacan, ning煤n agente (as铆 lo denomina) es tal, sino que encarna esa funci贸n (Lacan, 2006). Partiendo de esta premisa, que nada tiene que ver con el funcionalismo sociol贸gico cl谩sico, el psicoanalista franc茅s afirma que su funci贸n radica, precisamente, en investir libidinalmente al significante Amo (Lacan, 1987: 276). En ese contexto, Laclau (2005a) subraya que, para que se logre la articulaci贸n de las diferentes demandas sociales equivalenciales, resulta imprescindible la 鈥渘ominaci贸n鈥 por parte de una autoridad. Ahora bien, lo que incorpora Laclau en sus 煤ltimos trabajos, bas谩ndose en los cruciales aportes del psicoan谩lisis lacaniano, en particular a partir de la influencia de Joan Copjec (Laclau, 2005a, 2008), es que esta nominaci贸n o 鈥渁cto de identificaci贸n鈥 (Laclau, 1993, 1996), cumple la funci贸n primordial de generar un 鈥渁fecto鈥 o 鈥渋nvestidura libidinal鈥 (Lacan, 2003: 84) en torno al objeto que lo encarna (Laclau, 2005a; Copjec, 2006). En efecto, dado que el acto de la nominaci贸n simb贸lico logra articular las diversas demandas particulares, formalizando imaginariamente el lazo social, esa vacuidad pasa a ser encarnada por la fuerza hegem贸nica. En esas circunstancias, se帽ala Laclau, el l铆der obtiene una 鈥渋nvestidura ontol贸gica鈥 a partir de que logra hegemonizar el espacio social (Laclau, 2005a: 214). En otras palabras, si Lacan ten铆a raz贸n al afirmar que 鈥淎quello de lo que el amor hace su objeto es lo que falta en lo real鈥 (Lacan, 2003: 421), Laclau puede se帽alar, en la misma l铆nea, que el l铆der, en tanto representa la entidad que encarna la satisfacci贸n del objeto, adquiere una investidura afectiva en torno suyo. En sus t茅rminos, 鈥渓a entidad encarnadora se convierte en el objeto pleno de investidura cat茅ctica鈥, en raz贸n de que se presenta como 鈥渆l exceso fantasm谩tico de un objeto a trav茅s del cual la satisfacci贸n puede alcanzarse鈥 (Laclau, 2005a: 152-153).

 

Mediante la recuperaci贸n de esta noci贸n de 鈥渋nvestidura catexial鈥, Laclau realiza un paso crucial para comprender la l贸gica de identificaci贸n en los nuevos tiempos hipermodernos. En efecto, al revalorizar la dimensi贸n 鈥渁fectiva鈥, pr谩cticamente ignorada por la Ciencia Pol铆tica de ra铆z conductista, el te贸rico argentino logra alejarse completamente de estos enfoques racionalistas, quienes, como hemos visto, reducen el v铆nculo a c谩lculos puramente l贸gicos de individuos racionales (Laclau, 2005a: 282-283). A partir de ahora, m谩s a煤n en el marco de la declinaci贸n de la Imago paterna y su tradicional funci贸n de limitaci贸n al goce del sujeto y su reemplazo por un nuevo orden 鈥pospol铆tico鈥 en el que el Padre es ocupado por una Ciencia y un discurso liberal que promueve como un mandato superyoico imperativo la libertad de gozar libremente en un mundo carente de l铆mites (Lebrun, 2003; Berdiel Rodr铆guez, 2009), se producen profundos cambios socioculturales y pol铆ticos en la relaci贸n que se establece entre los ciudadanos y los liderazgos representativos.

 

En las nuevas circunstancias, y con la incorporaci贸n del elemento catexial de identificaci贸n, el liderazgo presidencial puede adquirir, entonces, una l贸gica identitaria que excede el c谩lculo meramente instrumental, al estilo otorgamiento de estabilidad pol铆tica y/o econ贸mica a cambio del voto, o el llamado 鈥渧oto cuota鈥 o 鈥渧oto licuadora鈥 [26] . De ahora en m谩s, es el propio discurso el que instituye performativamente la modalidad de vinculaci贸n social, al ser aquel el que genera el proceso de identificaci贸n, en este caso, a partir de una investidura mediada por el Significante vac铆o (llamado por Lacan S1) y la amplia cadena de equivalencias o cadena significante asociada a aquel (el llamado S2).

 

De todos modos, debemos tener en cuenta que esta vinculaci贸n no deja de ser racionalizable, en tanto y en cuanto, al menos durante los a帽os 麓90, el discurso que sobredetermina el pensamiento y el accionar social de los sujetos inmersos en el juego capitalista es la econom铆a y su l贸gica instrumental. Sin embargo, como destacan Laclau y Mouffe (1987), a partir de los cruciales aportes de la pragm谩tica wittgesteiniana, ya no puede pensarse este v铆nculo con independencia de un discurso particular que otorga significaci贸n leg铆tima y gu铆a a los propios pensamientos y acciones de los individuos y sujetos colectivos. En otras palabras, aunque no existe una determinaci贸n en alguna instancia de la dimensi贸n econ贸mica, el an谩lisis sociohist贸rico y cultural s铆 nos permite aseverar que el discurso mercantilista y de racionalidad formal hegemoniza en los 麓90 el espacio social. De este modo, se instituyen discursivamente identidades pol铆ticas que tienen como modalidad de identificaci贸n social el consumo masivo de tecnolog铆a y la acumulaci贸n econ贸mica sin restricciones morales, religiosas, o de otro tipo.聽聽聽聽聽

 

Veamos ahora c贸mo podemos articular estos cruciales aportes de la teor铆a pol铆tica contempor谩nea y el psicoan谩lisis lacaniano, para intentar comprender la particularidad del caso del discurso menemista y su vinculaci贸n con el objeto a Convertibilidad. Vimos previamente que el 鈥渟ignificante promordial鈥 (Lacan, 1987: 259, 284) permitir谩, a partir de la sutura del hueco faltante en la sociedad, vehiculizar simb贸licamente el fantasma de unidad con el otro, lo que posibilitar谩 acceder a la constituci贸n imaginaria deplenitud corporal con la Cosa. A su vez, en lo que refiere a la funci贸n de exceso o plus de goce, el r茅gimen cambiario permitir谩 el acceso, al mismo tiempo, a un plus de goce o excedente derivado del consumo masivo individual y la acumulaci贸n de capital. Podemos decir, ahora en los t茅rminos de la teor铆a pol铆tica, que el significante Convertibilidad (siempre en asociaci贸n con su cadena de significantes adosados) se constituir谩, en ese sentido, en un objeto parcial que vaciar谩 su inherente particularidad para hegemonizar meton铆micamente el espacio social. Sin embargo, ese significante hegem贸nico, responsable de la estabilizaci贸n econ贸mica y social del pa铆s, s贸lo ser铆a garantizado mediante un liderazgo, en este caso el de Menem, con su consiguiente investidura derivada de su instituci贸n. En ese contexto, podemos decir que el Presidente, en tanto entidad o agente que funciona como garante del fantasma de la 鈥減lenitud m铆tica鈥 y de la satisfacci贸n pulsional, esto es, en los t茅rminos de Laclau, el momento en el que, en 煤ltima instancia, se 鈥渃ristaliza la unidad del movimiento鈥 (Laclau, 2006b: 119), obtendr谩 una investidura catecr茅tica, es decir, un 鈥渁fecto鈥 en torno a su persona (Laclau, 2005a: 152, 2008; Copjec, 2006).

 

Como lo hemos analizado en detalle en otro lugar (Fair, 2010a), esta investidura o ligaz贸n catexial, s贸lo posible a partir de la instituci贸n exitosa del objeto a Convertibilidad, en tanto s铆mbolo de la plenitud social imaginaria y causante del deseo, le permitir谩 a Menem articular, y al mismo tiempo consolidar, lo que hasta entonces era una fr谩gil e inestable hegemon铆a. Esta s贸lida hegemon铆a cultural se materializar谩 en las contundentes victorias obtenidas en las elecciones legislativas de septiembre de 1991 y octubre de 1993, donde obtendr谩 cerca del 40% de los votos a nivel nacional [27] , y, tras modificar exitosamente la Constituci贸n Nacional al a帽o siguiente, en la elecci贸n presidencial del 14 de mayo de 1995, donde, a pesar del escaso respaldo expl铆cito hacia su liderazgo (鈥淵o no lo vot茅鈥), ser谩 electo nuevamente como Presidente con un porcentaje cercano al 50% del total de votos.

 

5. Conclusiones

 

En el transcurso de este trabajo nos propusimos examinar la dimensi贸n pol铆tico-cultural de la hegemon铆a menemista. En ese marco, desarrollamos un an谩lisis interpretativo acerca de la modalidad espec铆fica de identificaci贸n social que asumi贸 la ideolog铆a menemista. En particular, colocamos en el eje en el proceso de legitimaci贸n social del primer per铆odo de gobierno de Menem, destacando la relevancia ejercida por el R茅gimen socioecon贸mico de Convertibilidad y su amplia cadena de significantes asociada, en la constituci贸n de aquella hegemon铆a cultural. A partir de un enfoque con eje en los aportes de la Teor铆a psicoanal铆tica de la ideolog铆a y ciertas contribuciones conceptuales adicionales del psicoan谩lisis lacaniano, sostuvimos que el fen贸meno de la ideolog铆a menemista pod铆a ser analizado bajo una doble dimensi贸n. Por un lado, pod铆a ser entendido como un respaldo derivado de una fantas铆a inconsciente que actuaba como un goce superyoico para el sujeto. En dicho marco, destacamos la funci贸n de sutura imaginaria del espacio social ejercido por el significante Convertibilidad, que se ados贸 al logro de una serie de significantes anudados tales como la pacificaci贸n, la estabilidad econ贸mica y social, la unidad y el orden, contraponiendo la situaci贸n con el per铆odo anterior de inestabilidad, conflictos, desorden y caos social. Adem谩s, subrayamos la importancia de la mitolog铆a metaf贸rica del 1 a 1 y de otras met谩foras unarias, entre ellas la de la 鈥渁ldea global鈥 y la de la 鈥渃oncierto internacional鈥, o la apelaci贸n presidencial al 鈥淗ermanos y hermanas鈥, como s铆mbolos de la unificaci贸n imaginaria del espacio social y el intento de suplir fantasm谩ticamente la ausencia ontol贸gica de relaci贸n sexual. A su vez, enfatizamos en la importancia que ejerci贸 la institucionalizaci贸n de la paridad cambiaria fija bajo un marco legal, en la formaci贸n de un principio de naturalizaci贸n y sedimentaci贸n del nuevo rumbo, situaci贸n cimentaba por una visi贸n hegem贸nica que resaltaba la restricci贸n de alternativas pol铆ticas v谩lidas al proyecto estabilizador y a las reformas neoliberales. Finalmente, vimos de qu茅 modo, a partir del 茅xito tangible del 1 a 1, a lo que sumamos el sofocamiento del 煤ltimo levantamiento militar de diciembre de 1990, se lograr铆a pacificar la situaci贸n previa de caos social. En ese marco, que contrastaba con los saqueos a supermercados y comercios y con el elevado nivel de conflictos y enfrentamientos sociales que caracterizaran al per铆odo 1989-1991, el discurso menemista lograr铆a la firme construcci贸n de un principio de orden colectivo, que hasta entonces s贸lo se hac铆a presente a trav茅s de su ausencia. As铆, el significante R茅gimen de Convertibilidad, articulado a una amplia cadena significante vinculada a la paz o 鈥渞econciliaci贸n鈥, el orden y la estabilidad econ贸mica y social, funcionar谩 como un objeto parcial o punto nodal que encarnar谩 el goce colectivo de la unidad plena, en raz贸n de que lograr谩 suturar de forma imaginaria la falta estructural.

 

En la segunda parte del trabajo nos centramos en una segunda dimensi贸n de la formaci贸n ideol贸gica del discurso menemista, cuyo eje radicaba en el fetichismo de la creencia materializada en la pr谩ctica cotidiana. En ese marco, destacamos, en primer lugar, la relevancia performativa ejercida por el discurso menemista en la legitimaci贸n social del nuevo orden. En particular, hicimos hincapi茅 en el recuento de los datos macroecon贸micos favorables que, sobre todo a partir del 茅xito estabilizador y el auge de consumo promovido por el 1 a 1, ser铆an una constante apelaci贸n por parte de las alocuciones presidenciales. Estos 铆ndices positivos, entre ellos un crecimiento in茅dito del PBI, las reservas monetarias, el consumo interno, la demanda agregada, la inversi贸n externa, a lo que sumamos, a partir de 1991, una reducci贸n dr谩stica de las tasas de inflaci贸n y un importante descenso de los indicadores de pobreza e indigencia, al materializarse cada uno de ellos en la pr谩ctica cotidiana de los sujetos, contribuyeron a fetichizar los cambios estructurales que estaban generando las pol铆ticas neoliberales del menemismo, al tiempo que contribuyeron a legitimar activa o pasivamente al nuevo rumbo. En la misma l铆nea, el r谩pido 茅xito de la Convertibilidad permitir铆a mostrar el logro efectivo y tangible de una estabilizaci贸n monetaria que contrastar铆a de forma concreta con la tr谩gica experiencia hiperinflacionaria y con los indicadores negativos del per铆odo 1989-1991. Adem谩s, la reducci贸n de las tasas de inter茅s, junto a las expectativas favorables generadas por el nuevo marco legal del 1 a 1 y la apreciaci贸n cambiaria, incentivaron un fenomenal 鈥渂oom鈥 de consumo que permiti贸 a amplios sectores sociales el acceso al cr茅dito barato para la compra de todo tipo de electrodom茅sticos, viviendas, coches, indumentaria, o bien para viajar por el mundo y consumir a bajos precios. Todos estos elementos, lejos de representar un discurso abstracto o meramente te贸rico, se materializaban y objetivaban en la pr谩ctica cotidiana de los sujetos actuantes, que pod铆an ver, tocar y sentir de forma tangible y concreta los beneficios de la 鈥渇iesta menemista鈥 y sus c谩nones de consumo y modernizaci贸n similares a los de los pa铆ses m谩s desarrollados. En el marco de un discurso largamente sedimentado y objetivado que hac铆a creer en el mito de un 鈥減a铆s potencia鈥 destinado por la Historia a un futuro de 鈥済randeza鈥, las nuevas circunstancias de in茅dita 鈥渃onexi贸n鈥 al orden global y de reconocimiento cotidiano de las principales potencias mundiales hacia los innegables 鈥exitos鈥 del gobierno de Menem, se lograba acceder ahora el cumplimiento efectivo de la fantas铆a tan anhelada. Finalmente, el contexto sociohist贸rico y cultural, signado por la ca铆da del comunismo, el fracaso del keynesianismo y, en el caso argentino, la tr谩gica experiencia del gobierno de Alfons铆n, coadyuvaban tambi茅n, junto al papel de los principales representantes del establishment local y transnacional, a generar un clima sociocultural hegem贸nico, en el que todo indicaba que la instauraci贸n del R茅gimen de Convertibilidad hab铆a sido un notable e indiscutible 茅xito del menemismo. En ese marco, a partir de algunos aportes del psicoan谩lisis lacaniano, destacamos que el acceso al consumo masivo y al ahorro en sectores medios y medios-altos, junto al proceso de acumulaci贸n econ贸mica para los n煤cleos de poder del capital, funcionaron como un plus de goce que incorpor贸 un suplemento que exced铆a al goce de la unidad social y que se vinculaba al goce del reconocimiento de la 鈥渃omunidad internacional鈥 y al mandato superyoico del consumo individual como modalidad de identificaci贸n en los tiempos pos-pol铆ticos signados por el declive de la imagen paterna y su tradicional funci贸n de restricci贸n de los l铆mites. De ahora en m谩s, bajo la 茅gida del 茅xito indiscutible del modelo de Convertibilidad, el discurso menemista hab铆a posibilitado la incorporaci贸n de un plus o excedente de goce que se derivaba del cumplimiento del mandato imperativo de gozar sin l铆mites del consumo hedonista individual y del reconocimiento nacional y mundial de la Argentina como un pa铆s 鈥減otencia鈥 que recuperaba, ahora s铆, su m铆tico 鈥渄estino de grandeza鈥 al que lo ten铆a asignado la Historia. En ese marco de materializaci贸n pr谩ctica y objetivaci贸n corporal de los supuestos 茅xitos del modelo de Convertibilidad, concluimos que el respaldo pol铆tico hegem贸nico al menemismo no pod铆a limitarse a un puro cinismo basado en la l贸gica del 鈥渓o s茅, pero a煤n as铆鈥. Si bien ciertos sectores sociales, particularmente aquellos dirigentes del establishment que se hallaban m谩s informados, pod铆an saber o suponer acerca de la ficci贸n en la que se asentaba el llamado 1 a 1, muchos otros no pod铆an ni sospecharlo, en tanto observaban y viv铆an de forma efectiva y 鈥渞eal鈥 los efectos positivos tangibles del r茅gimen socioecon贸mico. Entre ellos, la in茅dita estabilidad temporal de todos los precios, la posibilidad de acceder al cr茅dito y consumir, ahorrar y/ o viajar, los datos macroecon贸micos positivos del per铆odo 1991-1994 y las constantes muestras de aprobaci贸n y las felicitaciones de parte de organismos multilaterales de prestigio tales como el FMI o el Presidente de los Estados Unidos, como as铆 tambi茅n de decenas de economistas, financistas, comunicadores y empresarios nacionales e internacionales que resaltaban los logros y 茅xitos del 鈥渕odelo鈥 argentino. Todos estos elementos, que se sedimentaban y objetivaban diariamente en los cuerpos, nos llev贸 a concluir que en muchos sectores de la sociedad existi贸 en los a帽os 麓90 un consenso social basado en una l贸gica que no era c铆nica, sino primordialmente de sentido com煤n y pr谩ctico, a partir de la premisa de que 鈥渓o hacen en la pr谩ctica, por lo tanto, no lo saben鈥.

 

En la etapa final del trabajo nos centramos en la modalidad de legitimaci贸n discursiva del liderazgo menemista, indagando, espec铆ficamente, en el proceso de identificaci贸n cultural en torno a su figura. Partiendo de un marco te贸rico psicoanal铆tico estrictamente lacaniano, afirmamos que este respaldo social y esta l贸gica de identificaci贸n pod铆a ser entendida en el contexto de una investidura catexial hacia el liderazgo de Menem, aunque mediado discursivamente a trav茅s del R茅gimen de Convertibilidad. Este modelo, asociado directamente a un conjunto de significantes adosados (entre los que se destacar铆a la estabilidad monetaria), se convertir铆a en el punto nodal que funcionar铆a como un objeto parcial o significante vac铆o sustituto imaginario de la ausencia de relaci贸n sexual. En ese marco, la famosa frase 鈥淵o no lo vot茅鈥, as铆 como las escasas movilizaciones de apoyo social al menemismo, lejos de ser un s铆ntoma del cinismo colectivo en el que se basaba el respaldo al discurso de Menem, deb铆a ser considerado, m谩s bien, como una identificaci贸n mediatizada que expresaba el respaldo masivo a un r茅gimen socioecon贸mico hegem贸nico que se hab铆a materializado en una verdadera realidad para gran parte de la sociedad, al encarnar el goce derivado del rasgo unario y, al mismo tiempo, el plus de goce fetichizado del consumo y la acumulaci贸n que simbolizaba la moneda, en tanto equivalente general de todo tipo de mercanc铆as posibles de ser consumidas y/o acumuladas. Se trataba, en efecto, de una creencia fetichizada que, al materializarse de forma efectiva y tangible en la pr谩ctica cotidiana y habitual de los sujetos, lograba objetivarse como una realidad plena que imped铆a hacer presente su componente de cinismo y fantas铆a. Una promesa m铆tica de plenitud y opacidad que, en tanto verdad pr谩ctica instalada a partir del saber de sentido com煤n, s贸lo lograr铆a ser atravesada exitosamente como creencia fantasm谩tica a partir de observar y vivir los efectos desestructurantes causados por la devaluaci贸n monetaria de comienzos del 2002 y el consiguiente fin del 1 a 1.聽聽聽

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Fuentes

 

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[1] Una versi贸n anterior de este trabajo fue presentado en el V Congreso Latinoamericano de Ciencia Pol铆tica, 鈥淚ntegraci贸n, diversidad y democracia en tiempos del Bicentenario鈥, Organizado por la Asociaci贸n Latinoamericana de Ciencia Pol铆tica (ALACIP), junto con la Universidad Cat贸lica Argentina (UCA) y la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), Ciudad de Buenos Aires, 28 a 30 de julio de 2010. El mismo se inserta, a su vez, en una investigaci贸n m谩s amplia que pretende formar parte de una futura Tesis Doctoral, actualmente en curso en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

[2] Mag铆ster en Ciencia Pol铆tica y Sociolog铆a (FLACSO), Becario doctoral (CONICET-UBA-UNGS). Docente de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM).Docente Ad honorem Carrera de Ciencia Pol铆tica de la UBA. Correo electr贸nico: herfair@hotmail.com / hernanfair@conicet.gov.ar

[3] El siguiente apartado recupera los aportes desarrollados en Fair (2011a).

[4] En realidad, resulta importante destacar la presencia de al menos dos grandes etapas en el pensamiento de Lacan. La etapa que sigue Zizek en su obra es la segunda, en la que Lacan abandona el estructuralismo de los a帽os 麓50, con su 茅nfasis en el componente simb贸lico, para colocar el eje en la primac铆a de lo Real como aquello que resiste a la simbolizaci贸n. Cabe destacar, de todos modos, que en la Escuela Eslovena que funda Zizek con te贸ricos como Mladen D贸lar, entre otros, se realiza, a diferencia de la escuela anglosajona y la del mundo latino, una novedosa, y a nuestro entender muy promisoria, relaci贸n entre la teor铆a psicoanal铆tica y la filosof铆a pol铆tica (v茅ase Zizek, 1992: 12-13).

[5] Se帽alamos este punto, debido a que algunos han destacado la existencia de una etapa post-estructuralista en la obra de Althusser que, presuntamente, se iniciar铆a tras la experiencia del Mayo Franc茅s de 1968.聽聽

[6] Decimos no sin inconvenientes, debido a que el propio Zizek sigue pensando, sobre todo en sus 煤ltimos trabajos, a la econom铆a capitalista como 鈥sobredeterminante鈥 en 煤ltima instancia de los procesos sociopol铆ticos (v茅ase especialmente Zizek, 2003b).

[7] Cabe destacar que, para la sociolog铆a cultural de Bourdieu, la materializaci贸n pr谩ctica y de sentido com煤n de la creencia no se realiza a partir de una mediatizaci贸n discursiva, lo que lo aleja parcialmente de las visiones post-estructuralistas (en sentido amplio) que tomamos como base en este trabajo. Por otra parte, su visi贸n del habitus y del campo termina cayendo en un objetivismo estructuralista en 煤ltima instancia, lo que nuevamente permite mostrar ciertas diferencias te贸rico-metodol贸gicas con nuestra perspectiva.聽聽

[8] Como se帽ala Zizek, uno no es comunista porque entiende la teor铆a de Marx, sino que entiende a Marx porque uno ya es comunista desde el comienzo (Zizek, 1992: 71). De este modo, uno va de la creencia a su explicaci贸n racional, tal como lo ha analizado en un excelente trabajo De 脥pola (1997).

[9] Cabe mencionar que Laclau tambi茅n ha destacado tempranamente esta dimensi贸n material de la ideolog铆a en varios de sus trabajos (v茅ase, por ejemplo, Laclau, 1993).

[10] Acerca de las caracter铆sticas te贸ricas que asume el enfoque lacaniano, pueden verse los textos de 脕lvarez (2006), Braunstein (2006) y Stavrakakis (2008, 2010).

[11] Sobre las caracter铆sticas que asume la compleja noci贸n de goce en Lacan, v茅ase Braunstein (2006).

[12] Cabe destacar que, a diferencia, por ejemplo, de Laclau, Chantal Mouffe (2007) plantea como opci贸n pol铆tica una l贸gica de 鈥agonismo鈥 que, sin dejar de lado nunca la presencia del antagonismo, en tanto constitutivo, lo 鈥渟ublima鈥 y modera a trav茅s del di谩logo y la confrontaci贸n adversarial de ideas.

[13] La Ley de Convertibilidad instaur贸 una equivalencia monetaria entre el Austral y el D贸lar en una relaci贸n equivalencial 10.000 a 1. A partir del 1 de enero de 1992, se cre贸 una nueva moneda nacional, el Peso, que reemplaz贸 al Austral. Desde entonces, se estableci贸 un v铆nculo 1 a 1 entre el peso y el d贸lar que los ide贸logos del Plan fijaron por una cuesti贸n simb贸lica (al respecto, v茅ase Roig, 2007).聽聽

[14] Entre ellos, se destacan particularmente la tasa de desocupaci贸n, que comenz贸 a crecer fuertemente desde fines de 1993 y el d茅ficit comercial, que se hizo presente a comienzos de ese mismo a帽o, con el consecuente temor empresarial a la imposibilidad de mantener fija la paridad cambiaria.

[15] Esta l贸gica de la autopoiesis encuentra semejanzas con la l贸gica de estructuraci贸n que tan bien analiza Giddens (1995), mientras que la materialidad pr谩ctica, abordada en su momento por Lacan y Althusser, encuentra semejanzas con la idea de Bourdieu (1991) de los h谩bitus que se materializan y corporizan en la pr谩ctica de los sujetos.聽聽聽

[16] V茅ase al respecto el citado trabajo de Bonnet (2008), quien, a pesar de sus muy valorables y estimados esfuerzos, se mantiene, sin embargo, en una l贸gica derivacionista-zizekiana que no logra alejarse del todo de su herencia marxista, con su consecuente determinaci贸n econ贸mica en 煤ltima instancia y su esencialismo de clase.

[17] La importancia que para parte de la sociedad ten铆a el apoyo externo se hace presente en la siguiente declaraci贸n, extra铆da de una entrevista personal: "Cre铆a que est谩bamos m谩s como el resto del mundo, como en Estados Unidos y Europa. Al valer un peso igual que el d贸lar, era como si el peso val铆a m谩s y ten铆a como m谩s respaldo ante el resto del mundo" (Empleada, 47 a帽os) (Fair, 2008).

[18] Acerca de la construcci贸n discursiva, desde los medios de comunicaci贸n y los intelectuales org谩nicos, de una hegemon铆a cultural a favor del neoliberalismo, v茅ase el interesante trabajo de Balsa (2006).

[19] Entrevistas realizadas por el autor a fines del 2004 confirman, en muchos casos, este respaldo 鈥減r谩ctico鈥 al 1 a 1 en diversos sectores sociales. Entre algunos otros ejemplos, podemos destacar el siguiente: 鈥淧ude hacer un mont贸n de cosas que en otro momento no la hubiera podido hacer, por ejemplo, me pude comprar el departamento y todo lo que implica la comodidad en un hogar. Adem谩s, poder viajar sin pensarlo, 隆y me iba tres meses!" (Empleada, 37 a帽os) (v茅ase Fair, 2008).聽聽

[20] Como una muestra de esta l贸gica c铆nica, vale la pena tomar en consideraci贸n la siguiente declaraci贸n, citada en el diario Clar铆n: 鈥淗ace dos a帽os, cuando empez贸 el cuentito de la Convertibilidad, yo no me lo cre铆a. Ahora tampoco, pero igual nos tienen atados de pies y manos. Si no me meto en un cr茅dito no puedo comprarme la casa, si me meto, corro el riesgo de que el cuentito termine mal, perdido por perdido, me endeudo y despu茅s, Dios dir谩鈥 (declaraci贸n de un ciudadano sobre el tema cr茅ditos para viviendas. citada de Clar铆n, 31-05-93, p. 19).

[21] El auge del cr茅dito para consumo gener贸 un endeudamiento masivo de amplios sectores sociales que coadyuv贸 a legitimar al discurso menemista por el miedo que generaba la posible devaluaci贸n de la moneda local. En este trabajo no haremos menci贸n detallada a este tema, aunque sin dudas adquiere una importancia crucial, en el marco de un discurso hegem贸nico como sobredeterminante, para comprender el respaldo social al menemismo durante las elecciones presidenciales de mayo de 1995.

[22] Entrevista personal con el Dr. Gabriel Binstein, 16 de noviembre de 2009. Hemos planteado previamente esta hip贸tesis en Fair (2008).

[23] Como ejemplo de la escasa posibilidad de oponerse firmemente, en ese entonces, al discurso hegem贸nico, podemos citar las declaraciones que hemos recogido en una de las entrevistas del a帽o 2004, referidas a los posibles efectos que traer铆a aparejada la Convertibilidad: 鈥淣o contaba en ese momento con experiencias personales anteriores o conocimientos en econom铆as de mercado para poder evaluar el tema" (Empleado, 27 a帽os) (v茅ase Fair, 2008).

[24] Seguimos en este apartado algunas cuestiones trabajadas m谩s en detalle en Fair (2010a).

[25] En realidad, en sus primeros seminarios Lacan relacionaba al l铆der con el ideal del yo freudiano (v茅ase Lacan, 1982). No obstante, en su Seminario XI y en particular a partir del Seminario XVII, cuando se refiera a la presencia de los cuatro discursos del psicoan谩lisis, y en los seminarios subsiguientes (especialmente el XVIII, XIX y XX), Lacan dejar谩 de lado este enfoque freudiano inicial para dar cuenta de diferentes modos de constituci贸n discursiva del lazo social que exceder谩n esta reducci贸n al discurso del Amo (Lacan, 1971-1972, 2006, 2008). Para un an谩lisis que retoma la noci贸n del l铆der como ideal del yo de los primeros seminarios de Lacan, para dar cuenta de las formas de identificaci贸n imaginaria con el liderazgo de N茅stor Kirchner, v茅anse Biglieri (2008: 34-36) y Perello (2008: 75 y ss.). En cuanto a las transformaciones en el discurso lacaniano, v茅ase Guti茅rrez Vera (2004: 320 y ss.).

[26] Agradezco a Sebasti谩n Barros por haberme hecho notar en su momento este particular, lo que me permite diferenciarme de la mayor铆a de los trabajos bibliogr谩ficos y period铆sticos que analizan el apoyo al menemismo, limitados al v铆nculo meramente instrumental.

[27] En efecto, luego de los 鈥渁delantos鈥 en las provincias de San Juan, San Luis y R铆o Negro, en la que el oficialismo triunfar铆a en las dos primeras (Clar铆n, 12/08/91), el 8 de septiembre de 1991 se llevaron a cabo las primeras elecciones legislativas. Ignorando los casos de corrupci贸n y el indulto a los militares, el PJ triunfar谩 ampliamente en Buenos Aires y otras 9 provincias (luego sumar铆a 8 m谩s, P谩gina 12, 29/10/91), alcanzando el 40,72% de los sufragios, frente a 29,02% de la UCR y 5,29% de la UCeD茅 (INDEC, 1998). Si bien el Gobierno resultar谩 derrotado en Capital Federal y C贸rdoba, lo har谩 frente a la oposici贸n moderada de Angeloz y De la R煤a. Los sectores m谩s opositores, personificados por el sindicalista Sa煤l Ubaldini y el Grupo de los 8 diputados antimenemistas que se hab铆an alejado del Partido Justicialista, obtendr谩n, por su parte, magros resultados, no alcanzando, el primero, siquiera el 3% requerido para ser electo Diputado, mientras que el Grupo de los 8, al igual que la UCR, perder谩 dos bancas, al tiempo que el oficialismo obten铆a siete adicionales. P谩rrafo aparte merece la desastrosa performance de la izquierda que, dividida d铆as antes de las elecciones (Clar铆n y P谩gina 12, 24/08/91), no lograr谩 colocar ning煤n Diputado en la C谩mara (Clar铆n, 09/09/91). El 3 de octubre de 1993 se realizar谩n las segundas elecciones legislativas. El oficialismo, en una clara victoria, obtendr谩 el 42,46% de los votos, frente al 30,23% de la UCR y 5,78% del MODIN (INDEC, 1998). Adem谩s de vencer en distritos claves como la Capital Federal, hist贸ricamente esquiva al justicialismo, y el Gran Buenos Aires, el PJ sumar谩 10 Diputados. El radicalismo, en cambio, perder谩 1 Diputado, mientras que el partido de centroderecha de la UCeD茅, absorbido casi en su totalidad por los votos dirigidos hacia el Gobierno, reducir谩 su caudal en 4 bancas (La Naci贸n y P谩gina 12, 04/10/93 y 05/10/93).