Resumen.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 El
presente trabajo aborda diversas problem谩ticas con respecto a la democracia
liberal, la naci贸n y el Estado moderno, tomando como eje central los
planteamientos te贸ricos de David Held con respecto a la democracia cosmopolita,
en tiempos de globalizaci贸n. 聽Se propone
que la ciencia pol铆tica debe plantearse un rompimiento con los an谩lisis
tradicionales, excesivamente dependientes del funcionamiento de la democracia
dentro de cada sistema pol铆tico estatal. Se concluye que es necesario crear
nuevas instituciones que garanticen el proceso de redefinici贸n de la
democracia, en un contexto de globalizaci贸n que induce un proceso de cambio
pol铆tico.
Palabras claves: democracia, naci贸n, Estado moderno, globalizaci贸n.
Abstract.
This paper
addresses several issues with respect to liberal democracy, the nation and the
modern state, on the central theoretical approaches with respect to David
Held's cosmopolitan democracy in times of globalization. It is proposed that
political science should consider a break with traditional analysis, overly
dependent on the functioning of democracy within each state political system. It
concludes that it is necessary to create new institutions that guarantee the
process of redefinition of democracy in a context of globalization that induces
a process of political change.
Key words: democracy, nation, modern State, globalization.
Democracia cosmopolita, Estado moderno y globalizaci贸n.
Gustavo Alc谩ntara Moreno
1. Introducci贸n.
En su libro La democracia y
el orden global, David Held aborda el problema de la democracia
contempor谩nea desde una perspectiva novedosa, que rompe con las proposiciones
de los te贸ricos cl谩sicos de la de democracia liberal. La visi贸n de Held plantea
la necesidad de redefinici贸n de la idea de democracia, en un contexto que
ciertamente ha cambiado mucho a partir de 1989. A esos cambios se le suman la
intensificaci贸n y mayor relevancia que otras variables de la vida social han
adquirido con el transcurrir de los a帽os.
La sumatoria de todos estos
fen贸menos afecta directamente al Estado liberal democr谩tico como forma de
organizaci贸n pol铆tica.聽 Es conveniente
entonces,聽 revisar cu谩l es ese contexto
que amenaza la forma actual del Estado liberal democr谩tico y nos obliga a
concebir una visi贸n distinta y actualizada de la democracia, si tomamos en
cuenta que 鈥渓os problemas de la democracia se extienden m谩s all谩 de las
fronteras de los Estados鈥 (Held, 1995, p. 37).
Ante este reto de la
democracia, la ciencia pol铆tica debe plantearse un rompimiento con los an谩lisis
tradicionales, excesivamente dependientes del funcionamiento de la democracia
dentro de cada sistema pol铆tico estatal. Ya no resulta pr谩ctico para el
cient铆fico social aquella concepci贸n que planteaba la doble visi贸n del Estado,
considerado por una parte desde la dimensi贸n interna, que concibe al mismo como
una forma de organizaci贸n pol铆tica aut贸noma con instancias democr谩ticas de toma
de decisiones; y una dimensi贸n externa, propia de la teor铆a de las relaciones
internacionales, que hace 茅nfasis en el Estado como el actor privilegiado en el
escenario internacional, por lo que lo primordial en ese 谩mbito es el estudio
de las relaciones interestatales (Vallesp铆n, 2000).
El Estado, como centro de
control y de poder pol铆tico, ha sido trascendido por la din谩mica social, siendo
incapaz de regular e intervenir en la totalidad de las acciones e interacciones
que fluyen del campo econ贸mico y social. Por ello, hay que replantear el papel
del Estado-Naci贸n tradicional, con miras a sustentar la posibilidad de una democracia
adaptada a ese nuevo orden global, esto es, una democracia cosmopolita.
2. La Democracia Liberal.
La democracia liberal es la
forma de gobierno que se ha impuesto contempor谩neamente (Schumpeter, 1983). Desde las
formulaciones cl谩sicas del liberalismo, esta tipolog铆a de democracia ha venido
moldeando su forma y adquiriendo caracter铆sticas propias.
La base de toda teor铆a liberal tiene como punto de partida al individuo.
Esta es la categor铆a de an谩lisis principal, pues se plantea una verdadera 茅tica
de la autonom铆a de la persona como ser humano. Toda esta discusi贸n tiene sus
antecedentes en la defensa del individuo ante los abusos de poder provenientes
del Estado.
El contexto en el que surge este debate es aquel que tuvo en el Estado
absolutista la forma de gobierno predominante. La preocupaci贸n b谩sica de los
fil贸sofos y te贸ricos liberales era la de proponer un orden pol铆tico que
garantizara el reconocimiento de una serie de derechos al individuo, a la vez
que se expresara un conjunto de restricciones y l铆mites al poder discrecional
ejercido por el centro pol铆tico.
El reconocimiento de los derechos del hombre tiene sus antecedentes en la
escuela del derecho natural o iusnaturalista. Esta escuela plantea en su
doctrina que existen una serie de derechos que subyacen a la condici贸n misma
del ser humano, independientemente de la voluntad de 茅stos, tales como el
derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad, entre otros. Dichos derechos
no pueden ser violados o desconocidos por quien en un determinado momento
hist贸rico detente el poder leg铆timo de ejercer la fuerza para obtener la
obediencia de sus mandatos. Esa autoridad tiene el deber y, por tanto, la
obligaci贸n, de respetar y proteger esos derechos frente a cualquier
intervenci贸n posible por parte de los dem谩s (Bobbio, 1999, p. 11).
Existe entonces una relaci贸n de derecho entre el individuo y el Estado,
en la que el primero es el titular de un derecho y el segundo el constre帽ido
por una obligaci贸n. Pero la situaci贸n no es tan sencilla, ya que plantea un
dilema cient铆fico y filos贸fico entre la justificaci贸n de los derechos del
individuo y la restricci贸n del poder y funciones del Estado, para resolver el
problema de equilibrar el poder coercitivo y la libertad.
En cuanto al Estado, los liberales cl谩sicos propusieron la teor铆a del
Estado limitado. Esto se plantea en dos dimensiones, la del l铆mite de los
poderes, por una parte, y la del l铆mite de las funciones por el otro (Bobbio,
Ob. cit.). El l铆mite de los poderes tiene que ver con la creaci贸n de un Estado
de derecho que se opone al Estado absoluto; en lo relativo a las funciones, se
plantea el Estado m铆nimo frente al Estado m谩ximo. El estado de derecho plantea
la creaci贸n de un corpus legal que regule la estructura de los poderes
p煤blicos y sea garante de los derechos civiles de las personas. El Estado
m铆nimo se refiere a la no intromisi贸n del la estructura de dominaci贸n en las
libertades contractuales de los individuos, defendiendo la autonom铆a de la
voluntad de las personas. Este tipo de Estado con frecuencia suele ser
relacionado con el sistema del librecambismo.
聽La soluci贸n de los pensadores
pol铆ticos al dilema, atendiendo a la parte individual, fue el de la democracia
representativa. El proceso a trav茅s del cual se va fraguando este modelo
democr谩tico, es el vivo reflejo de diversos conflictos y contradicciones
sociales. Para ilustrar esta situaci贸n, podemos hacer referencia al proceso
hist贸rico y pol铆tico que marca el paso de la democracia liberal a secas, hacia
la democracia liberal 鈥 representativa (Caminal, 1996). En los principios del
liberalismo pol铆tico, la idea de ciudadano, entendida como aquel individuo que
participa pol铆ticamente en los asuntos de su sociedad, era bastante
restringida, ya que se reduc铆a a un peque帽o grupo de personas con privilegios
econ贸micos o de estatus. El derecho al voto, que es el acto m谩s conspicuo de
toda democracia representativa, era de tipo censitario, por lo que hab铆a que
ser pudiente para tener acceso a su ejercicio. Esta situaci贸n, tra铆a como
consecuencia que una porci贸n bastante significativa de personas estuviera
vetada para participar formalmente en los procesos pol铆ticos. S贸lo con la
implantaci贸n definitiva del sufragio universal, existi贸 la posibilidad de
superar esa verdadera discriminaci贸n social de la participaci贸n pol铆tica que
sufr铆an la mayor铆a de las personas. De esta forma quedaba abierta de manera m谩s
efectiva la representaci贸n de los intereses de los diversos grupos sociales en
la asamblea o parlamento.
Con la obtenci贸n de esta igualdad pol铆tica, quedar铆an solventados muchos
inconvenientes de tipo pol铆tico, dej谩ndose abierta una posibilidad mucho mayor
para que los individuos expresen su voluntad y defiendan sus intereses. Esta
premisa, conjugada con la libertad de mercado, eran las piedras angulares que
edificar铆an el modelo liberal - democr谩tico que hoy conocemos.
3. El problema
de la naci贸n.
Luego
del fin de la guerra fr铆a, el mundo ha experimentado profundos y sensibles
cambios con respecto al orden internacional, puesto que la ca铆da del muro de Berl铆n
y la disoluci贸n de la Uni贸n Sovi茅tica significaron la desaparici贸n del n铆tido,
predecible y estable sistema bipolar que hab铆a trazado las reglas del juego
internacional durante cuarenta y tres a帽os. El mundo ya no est谩 dividido por la
confrontaci贸n entre dos grandes ideolog铆as. El conflicto Este-Oeste ha dado
paso a un nuevo escenario internacional, mucho m谩s complejo y ambiguo, con una
superpotencia dominante y varias potencias que reclaman una mayor injerencia en
las decisiones que marcan el rumbo de la pol铆tica mundial.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Han aparecido o resurgido nuevos
problemas, confrontaciones que se cre铆an ya superadas a partir de la
desmembraci贸n de los imperios perdedores tras la Primera Guerra Mundial y de la
descolonizaci贸n, durante la segunda posguerra, de Asia y 脕frica. Se crey贸 que
la aparici贸n, a finales del siglo XV, del Estado-Naci贸n -el cual m谩s tarde se
convertir铆a en la estructura pol铆tica por excelencia de la modernidad, adem谩s
de constituirse como uno de los principales actores en la historia de las
relaciones internacionales- de la mano incipiente de la burgues铆a europea, se
encargar铆a聽 de ser la unidad b谩sica de
cohesi贸n y de gobierno pol铆tico durante la edad moderna y para siempre. Sin
embargo, al final del siglo XX, las pasiones 茅tnicas, nacionales y religiosas
hacen resurgir, con fuerza de hurac谩n, explosivos movimientos que desaf铆an las
premisas en que se funda el estado moderno, tanto en oscuros rincones del mundo
como en sus principales potencias. Estamos en presencia del resurgimiento de los
nacionalismos (Gellner, 1994), fen贸meno que constituye una primera fuerza
desintegradora de la estructura del Estado-Naci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Ante este resurgir de las fuerzas
nacionales desintegradoras, cabe preguntarse qu茅 aspectos son los que motivan a
un grupo a constituirse en movimiento de liberaci贸n nacional. Ante esta
interrogante, Held propone estudiar las condiciones de posibilidad de la
participaci贸n pol铆tica, as铆 como el conjunto de instituciones de gobierno
capaces de regular las fuerzas que dan forma a la vida cotidiana, pues existe
un d茅ficit te贸rico al respecto. En tal sentido acaso 驴Es la falta de espacios
de participaci贸n pol铆tica dentro de la estructura del Estado-Naci贸n lo que
motiva a los grupos separatistas o secesionista a buscar otras formas de organizaci贸n
y expresi贸n pol铆tica?
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Este problema pasa en primer lugar
por la vigencia que en las actuales circunstancias posee la concepci贸n de
naci贸n, pues hasta el momento la sociedad civil es b谩sicamente una sociedad
nacional. Ante las fuerzas fragmentadoras y atomizadoras del mercado
transnacional, una reafirmaci贸n del poder de la Naci贸n como fuerza
estabilizadora resulta pertinente (Giddens, 1999, p. 153). Para ello se plantea
una nueva concepci贸n de la Naci贸n, que no la identifique como un grupo humano con
una identidad com煤n fijada a partir de una unidad, bien sea ling眉铆stica,
religiosa, 茅tnica, cultural o hist贸rica gracias a un pasado com煤n, circunscrita
en un espacio territorial delimitado.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 El aspecto territorial es el que
primero hay que replantear. Para ello Giddens propone no hablar de fronteras
sino de l铆mites. La concepci贸n de fronteras n铆tidas, demarcadas con precisi贸n
cartogr谩fica en los mapas, sencillamente se hace insostenible durante la 茅poca
actual, caracterizada por un 鈥渋ncremento, a escala mundial, de las
interacciones que unen entre s铆 a todas las actividades humanas. Ese aumento de
las interdependencias ya no conoce fronteras gracias a la abolici贸n de los
obst谩culos imputables al espacio y al tiempo鈥 (Brunswick y Danzin, 1999,聽 p. 15). Es por ello que se plantea una
concepci贸n m谩s cosmopolita de la nacionalidad, ya que el sistema de fronteras
r铆gidas fue creado por la geopol铆tica de la primera posguerra, bajo una l贸gica
que no se adecua a las actuales circunstancias.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Estamos viviendo, desde hace ya unas
d茅cadas, una tendencia hacia la constituci贸n de bloques regionales. El primer
impulso para este paso se dio en el plano econ贸mico, pero como lo demuestran
los avances experimentados por la Uni贸n Europea, la expectativa busca
extenderse con intensidad, en los pr贸ximos a帽os, hacia la dimensi贸n pol铆tica.
Esto se presenta en la dimensi贸n p煤blica, pero en el 谩mbito privado, quiz谩s por
escapar de las regulaciones y controles estatales, tal vez las interacciones se
est茅n dando con mucha mayor fuerza. As铆 lo demuestran las asociaciones y ONG,
que vienen haciendo sentir su peso y su influencia en el escenario
internacional. Estos nuevos movimientos sociales son capaces de agruparse en
torno a un inter茅s com煤n, sin importar la nacionalidad, la raza, el grupo
茅tnico o la clase social. Sin aspirar al control pol铆tico, esos grupos
provenientes de los espacios privados de la sociedad civil buscan satisfacer
sus objetivos por medios no institucionalizados pol铆ticamente.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 驴C贸mo se explica lo anterior? El fen贸meno
de la globalizaci贸n, o lo que otros prefieren llamar de manera m谩s optimista
mundializaci贸n, hace que existan problemas cuyos efectos y soluciones
trascienden las fronteras de los Estados-Nacionales modernos (Giddens y
Hutton, 2001). Los ciudadanos que viven en una determinada sociedad
nacional, ya no son los 煤nicos que formulan las demandas, ni sus representantes
democr谩ticamente elegidos, quienes formulan las respuestas (Alc谩ntara Moreno, 2011). Como
argumenta Held, 鈥渓as comunidades nacionales no son de ninguna manera las 煤nicas
fuentes de dise帽o y elaboraci贸n de las decisiones y pol铆ticas que ejercen
influencias sobre las vidas de sus miembros, y las medidas implementadas por
los gobiernos nacionales, no afectan exclusivamente a sus propios ciudadanos鈥
(Ob. cit., p. 38). Para citar un ejemplo, pensemos en las repercusiones que a
nivel mundial puede tener la decisi贸n del gobierno de los Estados Unidos de no
firmar el Protocolo de Kioto, considerando que se trata del pa铆s m谩s
contaminante del mundo. Del otro lado, podemos observar como las constantes
protestas contra las reuniones de la Organizaci贸n Mundial del Comercio o del
G-8, son realizadas por grupos totalmente heterog茅neos desde cualquier punto de
vista.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Lo anterior nos demuestra en qu茅
forma ya no es posible afirmar que las personas que viven en un territorio
demarcado por fronteras, pueden tomar de manera soberana y leg铆tima las
decisiones que afectar谩n sus vidas. Este c煤mulo de circunstancias afectan
directamente la idea moderna de democracia y sus principales elementos
constitutivos tales como 鈥渓a naturaleza del cuerpo pol铆tico, el significado de
la representaci贸n, la forma y el alcance adecuados de la participaci贸n pol铆tica
y la relevancia del Estado-Naci贸n democr谩tico, enfrentado a las turbulentas
pautas de relaciones y restricciones del orden internacional鈥 (脥dem, p. 40),
que vendr铆a a fungir como el garante de los derechos, obligaciones y bienestar
de los ciudadanos.聽
Si
asociamos esta circunstancia con la democracia, tenemos que afirmar, a nuestro
modo de ver, la proliferaci贸n de movimientos separatistas es consecuencia de un
d茅ficit democr谩tico en el interior de los Estados Nacionales que padecen esta
dificultad, pues siguiendo los planteamientos de Fernando Mires 鈥渘o se puede
formular una teor铆a de la democracia sin la base de una teor铆a del
reconocimiento鈥 (Mires, 2001, p. 109). El peligro de este aparente d茅ficit
democr谩tico parece amenazar con una mayor fragmentaci贸n a la tradicional unidad
nacional.
Para
construir una naci贸n cosmopolita, es necesario encontrar un significado
diferente de la misma, en el cual se plantee el principio de la tolerancia.
Para ello 鈥渓as viejas formas de identidad nacional han de ser reestructuradas鈥
(Giddens, Ob., cit., p. 59). Es imperioso que se hallen valores con los que
todos est茅n comprometidos y una identidad con la que los ciudadanos se sientan
c贸modos, aceptando al mismo tiempo la ambig眉edad que en el interior de cada
sociedad se deriva como consecuencia de las inmigraciones. Este proceso, que es
caracter铆stico del actual orden global, afecta de manera directa los antiguos
v铆nculos de identidad nacional, en el cual persiste un cierto recelo hacia el
multiculturalismo. Pero, para dar un argumento fuerte en contra de esta idea,
tenemos que decir que ese nacionalismo homogeneizador es s贸lo una ficci贸n
imposible de cumplir en la realidad.聽聽
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽
4. Democracia y globalizaci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 La cr铆tica b谩sica que Held les
formula a los te贸ricos de la democracia de los siglos XIX y XX, es la de que
conciben a la democracia como una relaci贸n sim茅trica entre electores y
representantes. Esta relaci贸n tiene que ver con el control democr谩tico que los
electores ejercen sobre sus representantes, lo que da pie para hablar de la
representaci贸n como gobierno responsable; y el proceso de toma de decisiones o
formulaci贸n de pol铆ticas p煤blicas, por parte de los gobernantes en relaci贸n con
los intereses de sus electores o del grupo o partido que representa.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Esta relaci贸n se da tradicionalmente
en el 谩mbito nacional. El problema comienza cuando se generan decisiones
pol铆ticas, que tomadas fuera de cualquier 贸rgano representativo o asamblea
nacional, afecta a los ciudadanos de un determinado pa铆s. Esto crea
irremediablemente una sensaci贸n de que no hay representatividad por parte de
quienes toman las decisiones.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Esta situaci贸n se evidencia cuando
apreciamos las acciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), al momento de
aprobar o no un pr茅stamo para alg煤n pa铆s. En el caso de no aprobarlo, el pa铆s
pudiera carecer de liquidez para pagarle a las personas sus ahorros bancarios,
tal y como sucede en Argentina. Bajo la otra posibilidad, si lo aprueba,
entonces impondr谩 una serie de recetas o pol铆ticas como condici贸n para realizar
el aporte de capital. Este tipo de situaciones puede afectar notablemente la
vida del ciudadano com煤n, al cobrarle m谩s impuestos y dejar que la crisis se
solvente golpeando su espalda, o simplemente neg谩ndole la educaci贸n superior a
sus hijos, cerr谩ndole las puertas a una posibilidad de movilidad social
vertical hacia arriba, porque la educaci贸n ha dejado de ser p煤blica y
gratuita.聽
Otro problema, que se deriva de esta formulaci贸n de pol铆ticas fuera del
espacio nacional y de la asamblea de representantes de las poblaciones
asentadas en un territorio geogr谩fico, leg铆timamente constituidas a trav茅s de
elecciones libres y competitivas, es el hecho de que quienes est谩n detr谩s de la
toma de decisiones, son bur贸cratas y tecn贸cratas (Garc铆a-Pelayo, 1987, p. 33). Este tipo
de funcionarios o gerentes carecen de cualquier tipo de control electoral
democr谩tico y, por lo tanto, est谩n exentos de responsabilidad para los
ciudadanos, que son directamente los depositarios de las decisiones. Lo triste
y peligroso de esta realidad, es que ni siquiera est谩 garantizado que quienes
toman las decisiones sean los mejores, por lo que a los ciudadanos s贸lo les
queda apostar a que el tecn贸crata tenga al menos 茅tica profesional. La otra
posibilidad es la de la protesta c铆vica, que puede muy bien terminar en
violencia.
As铆 pues, en Am茅rica Latina la democratizaci贸n se ha vinculado 鈥渃on
ciertos avances de corte netamente tecnocr谩tico en el espacio de lo
gubernamental y administrativo, lo que representa para el ejercicio de la
democracia fuente segura de desviaciones autoritarias en las pr谩cticas pol铆ticas
efectivas鈥 (Ramos Jim茅nez, 2008, p.110).
De manera que, existen ejemplos mucho m谩s difusos y subrepticios que los
del FMI. Inclusive decisiones de tipo privado pueden afectar a toda una
sociedad, como cuando una empresa transnacional decide instalarse o no en un
determinado pa铆s. Esta situaci贸n podr铆a, de ser positiva la entrada de capital
de inversi贸n en un pa铆s, menguar el problema del desempleo, sirviendo como
v谩lvula de escape a muchos otros problemas sociales. Si la decisi贸n de invertir
es negativa, sencillamente el pa铆s seguir铆a sumido en su crisis social, que
tendr铆a en el desempleo s贸lo el punto de partida que afectar铆a a toda la
econom铆a y, eventualmente, a la estabilidad pol铆tica.
El anterior era un ejemplo que tomaba en consideraci贸n una actividad
l铆cita. Pero que tal si nos referimos a acciones de tipo ilegal. Pi茅nsese por
un momento, en el aporte en met谩lico que las mafias internacionales le pueden
hacer a la econom铆a de un pa铆s, simplemente utiliz谩ndolo como puente del
narcotr谩fico, para luego introducir la droga en el mercado de consumo.
Las posibles situaciones que ilustran lo anterior y las caracter铆sticas
de los mismos, pueden ciertamente seguir multiplic谩ndose. Lo es que la
estructura estatal moderna no luce 贸ptima a la hora de controlar y contener,
toda esa ola de acontecimientos derivados de la compleja 茅poca en que vivimos.
Al respecto, autores como Beck (1997) han lanzado hip贸tesis interesantes,
como la que plantea el hecho de que vivimos en lo que se podr铆a denominar como
sociedad del聽 riesgo, es decir, un tipo
de sociedad en la que los peligros y amenazas superan con creces las certezas y
seguridades. Esta situaci贸n se puede explicar聽 trav茅s de la idea de modernidad reflexiva.
Seg煤n Beck, las sociedades modernas siguen viviendo bajo los patrones de
la sociedad industrial tradicional, la cual estaba construida en base a las
reglas y principios de la modernidad tradicional. Acompa帽ando a este fen贸meno,
tenemos que lo pol铆tico se ha transformado, por lo que asistimos a una 茅poca
caracterizada por la tendencia a que lo social se convierta en pol铆tico,
ampliando a su vez el espacio pol铆tico. A la par de esa propagaci贸n de
actividades pol铆ticas, han surgido nuevos actores pol铆ticos que se expresan
bajo pautas de conducta e instituciones pol铆ticas no tradicionales.
No es posible continuar pues, con las mismas instituciones obsoletas, si
la pol铆tica gubernamental tiene que estar disponible para todo, y todos quieren
y deben participar en ella (Beck, 1999). Un panorama como este requiere de la
invenci贸n de lo pol铆tico, es decir, de la aplicaci贸n de una pol铆tica creativa,
autocreativa, que proponga nuevos contenidos, formas y coaliciones.
Resulta perentorio, quiz谩s m谩s que nunca, aplicar la imaginaci贸n pol铆tica
y emplear el saber pol铆tico como artificio que posibilite la creaci贸n y la
construcci贸n de un nuevo orden pol铆tico, tanto en el plano nacional como
internacional y considerando su interrelaci贸n. Esta es la dif铆cil tarea que
tienen que encarar los fil贸sofos y cient铆ficos de la pol铆tica.
5. La situaci贸n del Estado moderno y
el cambio social.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Todas estas mutaciones anteriormente
esbozadas, dejan marcada una huella sobre la estructura del Estado moderno.
Recordemos que la sociedad es, por definici贸n, din谩mica y nunca est谩tica. El
cambio social es una categor铆a de an谩lisis sociol贸gico, que podemos comprobar
al revisar la historia.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Este hecho parece ser contradicho
por aquella corriente que plantea el fin de la historia. Esta tradici贸n, que
arranca con Hegel y continua con Marx, retom贸 vida con la propuesta, muy
criticada por cierto, de Francis Fukuyama (1992). Si el fin de las ideolog铆as
implica la asunci贸n hacia la sociedad 煤ltima, la mejor sociedad y, por tanto,
la sociedad ut贸pica, estamos ante la presencia de una visi贸n mecanicista de la
sociedad. El planteamiento central consiste pr谩cticamente en haber encontrado
una ley universal, casi natural, que se帽ala las distintas fases por las que una
sociedad debe transitar.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Es muy f谩cil desmontar la tesis
anteriormente comentada, mediante la simple afirmaci贸n de que todas las
personas, por naturaleza, siempre tendr谩n una ideolog铆a mediante la cual
expresen sus valores y creencias. Pero el asunto es m谩s complejo, y tiene que
ver con la posibilidad del cambio social. Ese cambio social no ocurre por azar,
ni mucho menos por una ley natural, sino por la capacidad creativa y
transformadora de los individuos y de la sociedad y sus instituciones en su
conjunto.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Las instituciones sociales plantean
pautas de comportamiento reiteradas, ejerciendo un indudable influjo en la
conducta humana, puesto que estas 鈥渟on las reglas del juego en una sociedad o,
m谩s formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la
interacci贸n humana. Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio
humano, sea pol铆tico, social o econ贸mico鈥 (North, 1995, p. 13). Esa caracter铆stica nos permite hablar de la
existencia de una estructura social. Estas instituciones moldean la conducta y
las interacciones de los individuos, pero a la vez se da un proceso de
retroalimentaci贸n. Mediante la retroalimentaci贸n, los individuos como tales, o
considerados como adscritos a redes de mayor tama帽o como los grupos de inter茅s,
movimientos sociales, partidos pol铆ticos, ONG, y pare usted de contar, pueden
ejercer influjos sobre las instituciones y modificarlas gradualmente o de
manera brusca o revolucionaria.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 El proceso anteriormente descrito es
el resultado no s贸lo de la voluntad explicita de los actores sino como
consecuencia de los cambios estructurales que se van fraguando en la vida
cotidiana. Recu茅rdese que muchos de los acontecimientos de los cuales la
historia puede dar fe, son el resultado de consecuencias imprevistas,
inesperadas y no sopesadas por los actores (Giddens, 1992).
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Nadie puede afirmar de manera
contundente, que el mercado sea una creaci贸n de la clase burguesa para adquirir
y mantener su dominaci贸n sobre la clase trabajadora. El mercado es el resultado
de un proceso hist贸rico y cultural que involucra aspectos de toda 铆ndole. Se
trata de una consecuencia del cambio social, el cual muchas veces ocurre debido
al conflicto, pues las contradicciones en el interior de determinada estructura
social, son el punto de partida para cualquier posibilidad de cambio y
reformulaci贸n.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Pero no todos los conflictos resultan
tan evidentes pues 驴Con qui茅n est谩 enfrentado el liberalismo, si el socialismo
se ha disipado hasta el punto de casi no dejar rastros? 驴Cu谩l es la
contradicci贸n del mercado libre, si la econom铆a planificada y la propiedad en
manos del Estado no result贸 ser, a la postre, un rival competitivo?
En opini贸n de Beck, el enemigo de la sociedad liberal democr谩tica ser铆a,
al contrario de lo que muchos pudieran pensar, su propio 茅xito. Y es que ya no
persisten los mismos antagonismos b茅licos del mundo bipolar, por lo que la
l贸gica en base a la cual funcionaban los Estados nacionales se ha desdibujado.
Los intereses en juego son puestos en disputa en base a la primac铆a de la
econom铆a, lo que en este contexto est谩 caracterizado por un sistema global de
intercambios interdependientes que 鈥渞efuerza la hip贸tesis de una paz militar
entre los competidores, compensada por una l贸gica de guerra econ贸mica por la
conquista de mercados y la divisi贸n internacional del trabajo鈥 (Brunsvick y Danzin, Ob. cit., p. 23-24).
Por supuesto que siguen existiendo enfrentamientos armados, pero sucede que los
mismos est谩n mucho m谩s localizados y se
sustentan en problemas b谩sicamente 茅tnicos, racistas, nacionalistas o
religiosos. Entre tanto, la l贸gica de la mundializaci贸n hace que los conflictos
econ贸micos est茅n mundializados.
Esa competencia econ贸mica en el plano global, a trav茅s del libre mercado,
es visto con muy buenos ojos, pues evita la posibilidad de un guerra
catastr贸fica a nivel global (Giddens, 1999). Se tiene que tener en cuenta todos
los muertos que de manera directa o indirecta, generaron las guerras del siglo
XX. La competencia econ贸mica permite pues, desviar los enfrentamientos. Puede
que esta tesis sea muy discutida por los socialistas o los neomarxistas, ya que
una competencia implica necesariamente la existencia de ganadores y perdedores.
Los no aptos para una actividad comercial, en el peor de los casos abandonar谩n
la actividad para la cual no son competitivos, sin que ello les cueste, en
teor铆a, la vida. Entonces, de un principio que exalta el ego铆smo, tal y como lo
es la competencia para satisfacer los intereses personales, se obtiene una
visi贸n positiva, que ser铆a la disminuci贸n de las potencialidades destructivas
de la guerra.
Teniendo en cuenta los cambios en el ajedrez mundial, cabe preguntarse
cu谩les son las dem谩s vicisitudes que estamos afrontando. Esos problemas est谩n
all铆 sobre el tapete, s贸lo que no son tan perceptibles, porque sencillamente
los Estados nacionales y las dem谩s instituciones pol铆ticas聽 y sociales, fueron estructuradas y
reproducidas para funcionar bajo una realidad distinta a la actual.
Ante tales circunstancias, podemos afirmar que estamos afrontando una
verdadera crisis, no s贸lo del Estado-Naci贸n, sino del orden global y de la vida
individual. Y es que la estabilidad no tiene por qu茅 ser considerada como la
regla, despu茅s del fin del sistema bipolar de la guerra fr铆a. Muy por el
contrario, se trata de una 茅poca de redefiniciones y nuevos significados, que
implica el resurgimiento de viejos temores o el nacimiento de otros totalmente
desconocidos. Y es que son las instituciones y los individuos los que tienen
que adaptarse a este escenario de cambio.
En base a este compromiso de adaptaci贸n, y refiri茅ndonos espec铆ficamente
al Estado moderno, nos encontramos con que 茅ste tiene que sufrir una
metamorfosis tal y como lo har铆a una v铆bora que 鈥渁bandona la piel de sus tareas
cl谩sicas y desarrolla una nueva piel de tareas global鈥 (Beck, 1999, p.185).
En este punto debemos comentar que, los mediadores cl谩sicos entre la
sociedad civil y el Estado, los partidos pol铆ticos, tienen una suerte de falsa
definici贸n de la聽聽聽聽聽 pol铆tica, ya que no
han sabido interpretar las actuales exigencias de la sociedad civil, as铆 como
la caracter铆stica m谩s novedosa que presenta recientemente, como lo es la
capacidad de autoorganizaci贸n. Esta nueva tendencia de la sociedad civil es
bastante novedosa, pues permite la posibilidad de que se pueda prescindir de
los pol铆ticos, lo que significa que la sociedad civil devendr铆a en sociedad pol铆tica.
Esta es una de las presiones m谩s importantes que recibe el Estado- Naci贸n
liberal democr谩tico de la actual sociedad.
6. A manera de conclusi贸n: la
democracia cosmopolita.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Dado que la adquisici贸n del orden
democr谩tico no es un hecho natural, queda sometido a la voluntad de los
ciudadanos libres determinar las condiciones y el curso de su propia asociaci贸n
(Held, Ob. cit.). Una vez hecha esta elecci贸n, se puede pasar a una segunda
etapa que cosiste en la discusi贸n acerca de la institucionalizaci贸n democr谩tica.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Lo que se debe tener muy en cuenta a
la hora de constituir un orden democr谩tico cosmopolita, es el hecho de que
estamos frente a un contexto de interconexi贸n regional y global. Como el
derecho democr谩tico cosmopolita es una condici贸n necesaria para la
institucionalizaci贸n democr谩tica a nivel global, un requisito b谩sico para que
sea posible es la internacionalizaci贸n de la ley democr谩tica. Se trata de la
aceptaci贸n de un conjunto de derechos vinculados de manera directa a la
democracia, dejando a un lado la formulaci贸n de concepciones del derecho de
tipo reduccionista, como lo ser铆an los derechos ciudadanos o universales.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 La funci贸n de ese derecho p煤blico
cosmopolita, no estar铆a orientada s贸lo a los Estados nacionales, sino que
tambi茅n influir铆an decididamente en la vida de cada individuo, creando una
ciudadan铆a cosmopolita. El presupuesto para que esto sea posible ser铆a mediante
una previa adaptaci贸n de la constituci贸n nacional del ciudadano al derecho
p煤blico cosmopolita. No se trata de crear un cuerpo jur铆dico supranacional que
dirija todas las actividades de las personas, sino que se trata de 鈥渃onstruir
un marco vinculante de los asuntos pol铆ticos de los Estados, las sociedades y
las regiones鈥 (Held, Ob. cit., p. 278).
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 De esta forma, las actividades de
los ciudadanos que trasciendan el campo nacional, se integrar铆an con las redes
regionales y globales m谩s amplias, d谩ndole al individuo un campo de facultades
y obligaciones mucho m谩s amplio. Entre las facultades, el ciudadano cosmopolita
podr铆a participar, por ejemplo, en la elecci贸n de su representante en las
Naciones Unidas, puesto que las decisiones que all铆 se tomen pueden afectarlo
directamente. En cuanto a las obligaciones, la situaci贸n es mucho m谩s
interesante, pues se podr铆a combatir de manera directa la impunidad criminal
internacional de los autores de cr铆menes de lesa humanidad, tal y como
le ocurri贸 a Pinochet o a Milosevic. Es as铆 como la creaci贸n del Tribunal Penal
Internacional, mediante el Tratado de Roma, crea un precedente categ贸rico en
cuanto a la institucionalizaci贸n del derecho cosmopolita. Tambi茅n llaman la
atenci贸n el seguimiento que se le puede hacer a los delitos de corrupci贸n, tal
y como actualmente se le sigue la investigaci贸n a Hugo Ch谩vez por el caso del
financiamiento de su campa帽a electoral, con dinero sucio depositado en las
cuentas del Banco Bilbao Vizcaya de Espa帽a.聽聽
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Esta internacionalizaci贸n de la ley
democr谩tica es sin lugar a dudas una tarea bastante dif铆cil. No se trata de que
estemos profesando un escepticismo a priori, sino que se deben dejar
bien claras cu谩les son las posibilidades y limitaciones del mismo. En cuanto a
las posibilidades, en aquellas sociedades con una tradici贸n democr谩tica
arraigada y donde la cultura pol铆tica esta avanzada y sofisticada, la
posibilidad de聽 construir una estructura
de acci贸n pol铆tica democr谩tica, en un contexto de interconexi贸n global y
regional, es sumamente viable. As铆 lo demuestran los logros de la Uni贸n Europea, cuyo
ejemplo es digno de imitar en otras latitudes que presenten condiciones
posibles de integraci贸n, como es el caso de Am茅rica Latina. Un modelo como el
europeo ser铆a bastante 煤til desde el punto de vista del m茅todo comparado para
hacer posibles nuevas experiencias de integraci贸n econ贸mica y pol铆tica, con la
advertencia de que se debe ser muy cuidadoso al estudiar la realidad cultural e
hist贸rica de cada regi贸n, para evitar cualquier proyecto social mecanicista.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 En cuanto a las limitaciones, el
multiculturalismo es sin duda una de ellas. Vivir en democracia implica, de
entrada, aceptar las diferencias. Esas diferencias pueden ser de muchos tipos:
f铆sicas, gen茅ricas, sociales, pol铆ticas, religiosas, culturales, de intereses,
ling眉铆sticas, entre otras. En este punto persiste una contradicci贸n que tiene
que ver con el principio b谩sico de construcci贸n de la mayor铆a de los Estados
nacionales, particularmente en Am茅rica Latina (Mires, Ob. cit.), en lo
referente al principio de homogeneizaci贸n. Venezuela, a trav茅s de casi cien
a帽os de guerra fraticida, es un claro testimonio de homogeneizaci贸n de las
clases sociales. Ese principio homogeneizador, desde todo punto de vista, es
irreconciliable con la democracia. Sin embargo, en Venezuela ya no existe el
problema de las subculturas gracias, parad贸jicamente, a las guerras del siglo
XIX. Este fue quiz谩s uno de los elementos trascendentales para sustentar la
democracia de nuestro pa铆s a partir de la segunda mitad del siglo XX.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Pero existen pa铆ses en los que la
homogeneizaci贸n no surti贸 efecto, por lo que viven una realidad multicultural.
Esta situaci贸n, en los pa铆ses antidemocr谩ticos, ha desatado las m谩s cruentas
guerras internas, como lo demuestran los conflictos en Yugoslavia o en
Indonesia. El derecho democr谩tico cosmopolita debe tener muy en cuenta esta
realidad multicultural, por lo que no se puede pretender que los pa铆ses m谩s
鈥渄emocratizados鈥 introduzcan valores culturales en otras sociedades, en nombre
de la democracia. Con tales acciones no se estar铆a siendo en modo alguno
democr谩tico, porque, sencillamente no se estar铆an reconociendo las diferencias
de los dem谩s. Es por ello bastante acertada la idea de Held de asociar los
derechos cosmopolitas con los valores subyacentes a la democracia, en vez de
relacionarlos con derechos que se circunscriben a aspectos de tipo nacional o
cultural.
聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Otro factor que debemos tratar en
este apartado es el relativo a la representaci贸n. Particularmente nos interesa
referirnos a la representaci贸n pol铆tica, que es aquella que hace alusi贸n a la
idea de gobierno representativo como gobierno responsable (Sartori, 1992). Esa
responsabilidad se presenta entre representantes y cuerpo electoral, relaci贸n
esta que es criticada por Held como apuntamos ad supra. Sin embargo,
debemos decir que este tipo de representaci贸n nos interesa porque es aqu铆 donde
intervienen los partidos pol铆ticos, quienes se encargan de seleccionar el
personal pol铆tico que se postula par las elecciones, adem谩s de preparar el
proyecto pol铆tico o la propuesta electoral. Son los partidos pol铆ticos, adem谩s,
quienes est谩n encargados de articular y aglutinar los diversos intereses
sociales, a trav茅s de la interpretaci贸n de las exigencias que emanan de la
sociedad.
Ya hab铆amos citado a Beck cuando se refer铆a a la tendencia hacia la
autoorganizaci贸n que en la actualidad se presenta en los diversos grupos que
componen la sociedad. El problema es que esos intereses autoorganizados, son
intereses corporativos y ego铆stas, lo cuales se disipan una vez han alcanzado
el objetivo, por lo que se suele hablar de despolitizaci贸n de la sociedad, ya que
los grupos no se organizan para competir por el poder pol铆tico. Por otra parte,
estos grupos no llevan a cabo una representaci贸n de tipo pol铆tico, sino que m谩s
bien cumplen una funci贸n de representatividad (脥dem), por lo que las gestiones
realizadas por los representantes, no tienen por que responder de manera
responsable ante el grupo que se representa. Esto debido a que no existe el
control pol铆tico que se deriva de las elecciones, por parte de los
representados. Si esto no es as铆, entonces no se est谩 cumpliendo con uno de los
principios b谩sicos de la democracia procedimental (Dahl, 1999), que habla de la
realizaci贸n de elecciones libres y competitivas. Por supuesto que van a seguir
existiendo los cargos pol铆ticos electivos para conformar un cuerpo o asamblea
de representantes, pero no son ellos y tampoco los partidos pol铆ticos, quienes
efectivamente se est谩n encargando de la formulaci贸n de las pol铆ticas.
Este es ciertamente un s铆ntoma que denota una crisis de los partidos, a
la hora de darle repuestas efectivas a los problemas y demandas ciudadanos.
Pero esto se debe al contexto, al cambio en el interior del sistema pol铆tico,
como consecuencia del aumento de las interconexiones e interacciones a nivel
regional y global. Por ello, debe existir una perentoria redefinici贸n y
redimensionamiento de los partidos pol铆ticos, para hacer factible una nueva
democracia. Si hablamos de democracia cosmopolita, entonces deber铆amos
referirnos a la pertinencia de renovados partidos pol铆ticos, tambi茅n
cosmopolitas. Ello se justifica por la multiplicaci贸n de los 谩mbitos de
decisi贸n, que como ya sabemos no son s贸lo nacionales. Esos grupos tendr铆an la
funci贸n de transmitir a los p煤blicos nacionales la agenda de las cuestiones
globales, moviliz谩ndolos en este sentido. Pero esto puede ciertamente generar
tensiones, pues esos partidos cosmopolitas podr铆an estar enfrentados a los
鈥減artidos y grupos nacionales en el interior de los distintos sistemas
pol铆ticos鈥 (Vallesp铆n, Ob. cit.).
Pasando a lo que se refiere a la organizaci贸n del gobierno, la democracia
cosmopolita requiere de una nueva organizaci贸n que se adapte a las exigencias
del orden global. En este punto Held hace una propuesta inspirada en principios
de la Administraci贸n P煤blica, pues plantea la ampliaci贸n cl谩sica de los niveles
administrativos del Estado, un pelda帽o m谩s hacia arriba. As铆 estar铆amos en
presencia de cuatro niveles pol铆ticos administrativos: la comunidad local, los
niveles nacionales, los niveles regionales y el nivel global (Held, Ob. cit.).
Cada uno de estos niveles tendr谩 ciertas y determinadas competencias,
seg煤n el 谩mbito y ubicaci贸n del problema, o el impacto de las pol铆ticas que
lleve a cabo. En tal sentido se proponen tres criterios para determinar la
competencia y facultades para actuar que tiene cada nivel gubernamental. Estos
son las pruebas de la extensi贸n, la intensidad y la eficiencia comparada. La
primera sirve para determinar que poblaciones se ven afectadas por el problema
o la decisi贸n; la segunda mide el grado con la que las poblaciones est谩n
afectadas; y la tercera se ocupa de evaluar que nivel posee los mejores
recursos para actuar.
Quedan de esta forma, planteados los puntos y lineamientos b谩sicos para
crear nuevas instituciones que garanticen el proceso de redefinici贸n de la
democracia, en un contexto confuso y complejo, tal y como lo son todos aquellos
谩mbitos sociales y culturales que han atravesado por un proceso de cambio
pol铆tico.聽聽聽
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