Revista de Ciencia Poltica
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Revista Nº14 " ECONOMIA V "

Resumen

 

A partir de finales de los años 90s del SXX Hugo Chávez Frías propugnó por un cambio en la política latinoamericana, su ejemplo sería seguido por varios mandatarios a lo largo de la primera década del SXXI. En el presente escrito se analizarán comparativamente el accionar político del líder venezolano y sus pares Néstor y Cristina Kirchner en la Argentina, y la ruptura del paradigma neoliberal en la región.

 

Abstract

 

In the end of decade of 1990 in the last century, Hugo Chávez Frías defended a change in Latin American politics. His example would be followed by several presidents during the first decade on the twentieth one century. This work will compare Venezuelan leader’s and Néstor and Cristina Kirchner’s political behavior and the breakthrough of neoliberal paradigm in the region.

 

“Neoliberalismo y carácter de la ruptura con el mismo, en los casos de Hugo Chávez, y Néstor y Cristina Kirchner”

Por: Carolina Lebermann*

 

INTRODUCCION

 

 

La presente investigación, tiene relevancia porque en América del Sur se registra un período de grandes transformaciones. El paradigma neoliberal que rigió nuestras políticas económicas desde fines de los 70, y más profundamente en la década de los 90, ha perdido el consenso del que gozaba. Han sido electos en la región, una mayoría de gobiernos anti-neoliberales (Hugo Chávez 1999, Kirchner 2003, Lula Da Silva 2003, Tabaré Vázquez 2005, Evo Morales 2006, Bachelet 2006, Rafael Correa 2007, Daniel Ortega 2007, Fernando Lugo 2008, Ollanta Humala 2011). A la vez, en algunos países han sido electos gobiernos que sostienen en neoliberalismo y las relaciones con los Estados Unidos (Álvaro Uribe, Sebastián Piñera).

 

A la hora de delinear posibles escenarios futuros, es necesario analizar la profundidad de los cambios emprendidos, en qué aspectos se ha roto con los 90 y en qué aspectos el neoliberalismo sigue presente. Tomaremos el caso argentino, por ser nuestro lugar de residencia y acción política, y lo compararemos con Venezuela, por ser el que –consideramos- ha realizado los cambios más radicales.

 

El objetivo del presente trabajo es analizar comparativamente las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, y de Hugo Chávez Frías, observando las políticas públicas que llevaron adelante y cómo fueron reaccionando los diferentes actores, para así establecer en qué grado se ha roto con el neoliberalismo en ambos países, cual es la situación actual y qué posibles escenarios se delinean en un futuro cercano.

 

En los años `50, el paradigma dominante en la mayoría de los países latinoamericanos era sin duda el desarrollismo. Éste se basaba en la proposición de que el capitalismo productivo y nacional iba a llevar a los países subdesarrollados, a alcanzar el nivel de desarrollo de los países centrales.

 

El Estado de Bienestar, en un principio, generó una situación de pleno empleo y de seguridad social para la mayoría de los habitantes. Sin embargo, hacia los años 70, las economías latinoamericanas entran en crisis, por diversas razones que no cabe aquí explayar.

 

El ciclo de dictaduras en la mayoría de los países, y, excepcionalmente, un gobierno elegido democráticamente en Venezuela, comienzan a instalar el paradigma neoliberal. Los grandes grupos económicos notan que es menos rentable producir que especular sobre esa producción, y así van transformándose los mecanismos de acumulación de capital. En esta época comienzan a implementarse algunas medidas de corte neoliberal, como las privatizaciones, la liberalización financiera, etc.

Los años ´80 son un período de crisis generalizada, donde aún quedan algunas resistencias, y ya en los ´90 el modelo neoliberal se instala en toda su profundidad. Tanto Carlos Andrés Pérez en Venezuela, como Carlos Menem en Argentina, utilizan en sus campañas discursos populistas, productivistas, anti-FMI, de retorno al desarrollismo. Y los dos presidentes, al asumir, hacen totalmente lo contrario a lo prometido. Así, en la década de los ´90 van a implementarse las reformas neoliberales en profundidad en ambos países. Venezuela, tras las presidencias de Pérez y de Caldera, llegó a tener un 60,94% de su población en situación de pobreza (en 1997)[1]; y Argentina, hacia fines de 1996 ostentaba un 17,1% de nivel de desempleo, agravándose la situación hasta el 2002, donde el desempleo alcanzó su pico del 21,5%[2].

 

Como reacción a las situaciones expuestas en el párrafo anterior, tomó cuerpo la creencia de que el neoliberalismo no era la panacea que se había proclamado, ni mucho menos. Así, en Venezuela, gana las elecciones presidenciales de 1999 el Comandante Hugo Chávez, representante de una alianza con clara orientación de izquierda (el Polo Patriótico, que incluía al MVR, al partido Comunista, al MAS, entre otros). A su vez, en Argentina, tras un fallido intento de gobierno de la Alianza y tres gobiernos interinos, en 2003 es electo Néstor Kirchner, apoyado por Eduardo Duhalde y con un discurso en el cual se diferenciaba abiertamente de Carlos Menem, proponiendo un programa de perfil socialdemócrata.

 

Tanto Hugo Chávez como Néstor Kirchner, y su sucesora Cristina Fernández, han llevado adelante programas de gobierno que de alguna manera, retornan al paradigma desarrollista, ahora llamado “neodesarrollista”. Han transformado las relaciones con el FMI y con los Estados Unidos; contra el monetarismo fiscalista de los ´90, y han impulsado la industrialización de sus respectivos países, impulsando fuertes políticas sociales inclusivas.

 

El sistema de problemas que aquí planteamos, respecto a los gobiernos de los Kirchner y de Chávez, es el siguiente: ¿en qué grado y en qué aspectos, rompen con el paradigma neoliberal? ¿Que continuidades podemos observar y cuales pueden ser sus posibles causas? ¿Podemos hablar de un retorno al desarrollismo, o se trata de nuevos paradigmas de gobierno?

 

A partir de la ruptura del orden neoliberal en Venezuela en 1999, y en Argentina en 2001, se han desarrollado dos proyectos de gobierno con muchas similitudes, pero también con diferencias sustanciales. Nuestra hipótesis es:

 

“Los grados en que Chávez y los Kirchner habrían roto con el neoliberalismo son diversos, y varían según el área temática en que nos enfoquemos. El proceso de ruptura en la dimensión económica sería mucho más marcado en Venezuela que en Argentina; mientras que la construcción simbólica de anti-neoliberalismo es igual de importante en ambos países”.

 

MARCO TEÓRICO

Para introducirnos brevemente en el tema del desarrollismo, utilizaremos los aportes que sobre ese período histórico hace Ruy Mauro Marini. En el caso de Venezuela tomaremos un texto de Rodríguez, y en el caso Argentino de Verseci.

Para trabajar el tema de la crisis de este modelo, y el surgimiento del neoliberalismo, nos basaremos en los aportes de Rodríguez Rojas, Varesi, Sader y Svampa.

Al trabajar el tema de las reformas neoliberales, nos serviremos de estos mismos cuatro autores, definiendo al neoliberalismo como lo hace Pierre Bourdieu. Agregaremos los aportes de Castel y Vilas sobre políticas sociales.

Para el caso argentino, usaremos los textos de Bosoer y Leiras, de Novaro y de Gambina para caracterizar a Menem; y para ver las reformas al estado lo haremos a través de Thwaites Rey, López, Corrado y Ouviña.

En el caso venezolano, usaremos para su etapa neoliberal los textos de Corrales, Maignon, y Gómez Sánchez.

Más adelante, para analizar las presidencias de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, utilizaremos los trabajos de Leiras, Varesi, Barbosa y Gambina.

A la hora de estudiar a Chávez, nos serviremos de los aportes de Guerrero, López Maya, Lander, y Ellner y Hellinger.

Por último, analizaremos ambos procesos y extraeremos nuestras conclusiones basándonos en los trabajos de Sader, Guerrero, Gambina, y en un interesante aporte de José Schulman.

 

1. DESARROLISMO (O DE DÓNDE SURGE EL NEOLIBERALISMO)

 

Hacia mediados del Siglo XX, el paradigma dominante en la mayoría de los países latinoamericanos era sin duda el desarrollismo. Su teorización surgió de los estudios de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), en particular de un informe elaborado en 1949. Según el economista y sociólogo brasilero Ruy Mauro Marini, la teoría del desarrollo tenía “un propósito definido: responder a la inquietud y la inconformidad manifestadas por las nuevas naciones que emergían a la vida independiente, a raíz de los procesos de descolonización, al darse cuenta de las enormes desigualdades que caracterizaban a las relaciones económicas internacionales. Confrontados a esa situación, los países capitalistas centrales se preocuparon de explicar y justificar esas disparidades, que los beneficiaban de manera óptima, al tiempo que buscaron convencer a los nuevos Estados de que a ellos también se abrían posibilidades de progreso y bienestar.”[3]. Ante la opción del socialismo como horizonte viable, el capitalismo debía plantear una alternativa de mayor bienestar para las grandes mayorías si no quería ser desplazado como relación social principal.

 

La teoría del desarrollo se basaba en la proposición de que el capitalismo productivo y nacional iba a llevar a los países subdesarrollados, a alcanzar el nivel de desarrollo de los países centrales. Podríamos decir que era una diferencia de grado de modernización, y no una diferencia cualitativa, la que hacía que un país se ubique en uno u otro estadio del continuum de desarrollo. “Ello implicaba que, a partir de medidas correctivas aplicadas al comercio internacional y la implementación de una adecuada política económica, los países subdesarrollados verían abiertas las puertas de acceso al desarrollo capitalista pleno”[4]. El objetivo central de la política económica, para la Cepal, debía ser una industrialización; para así elevar los salarios, dar mayor dinámica al mercado interno y mejorar el desarrollo tecnológico. Este proceso llevado adelante en muchos países de América Latina se conoció como “Industrialización por Sustitución de Importaciones” (ISI), y se suponía que funcionara como catalizador para solucionar todos los desequilibrios sociales y económicos de estos países.

El Estado de Bienestar, en un principio, generó una situación de pleno empleo y de seguridad social para la mayoría de los habitantes. La seguridad es definida por Robert Castel como “estar a salvo de los imponderables que podrían degradar el status social del individuo”[5]. Podemos decir que durante el Estado benefactor, los ciudadanos vivían “seguros”. “El desarrollo del Estado Social es estrictamente coextensivo a la expansión de las protecciones. El Estado en su rol social opera esencialmente como un reductor de riesgos”[6]. A su vez, el Estado estaba también acompañado por colectivos fuertes. Como dice el autor, “existía una suerte de círculo virtuoso entre las relaciones de trabajo estructuradas de modo colectivo, la fuerza de los sindicatos de masas, la homogeneidad de las regulaciones del derecho laboral y la forma generalista de las intervenciones del Estado que permitía una administración colectiva de la conflictividad social”[7].

Veamos algunas estadísticas de este período, para dimensionar el clima general de estas sociedades:

 

En Venezuela, durante el gobierno de Raúl Leoni (1964-69), por ejemplo, se mantuvo la producción petrolera en sus niveles más altos, se aumentó la producción de hierro, el crecimiento interanual del PTB (Producto Territorial Bruto) fue de 5.6% interanual (con mayor proporción del agro y la industria), la tasa de desempleo bajó de 14,2% en 1962 a un 6,4% en 1968; se mantuvo el equilibrio presupuestario, se logró reducir la deuda pública y se incrementaron las reservas de la Nación; se avanzó en la Reforma Agraria, se incrementó la generación de energía eléctrica, se construyeron gran cantidad de vías de transporte nuevas, aumentó el presupuesto para las áreas de salud y educación, y se incrementó la matrícula escolar, entre muchos otros logros[8].

 

En Argentina, “como resultado de la política económica en el periodo 1958-1962 se lograron los siguientes resultados: se triplica la producción de petróleo, se difunde el uso del gas, se incrementa notablemente la producción de carbón de Río Turbio, se triplica la producción de acero. Se sanciona la ley de radicación de capitales extranjeros[9], aumenta la producción y el consumo de energía, se construyen 12.000 kilómetros de carreteras, se incrementa notablemente la radicación de plantas automotrices, con el consiguiente aumento de la producción en el sector. Disminuye el déficit público como consecuencia de la racionalización administrativa.”[10].

Sin embargo, hacia los años 70, las economías latinoamericanas entran en crisis, por diversas razones que no cabe aquí explayar[11]. Tan solo esbozaremos brevemente que la tasa de beneficio disminuyó, la ausencia de ahorro interno fue compensada con deuda externa para el desarrollo, el Estado entró en crisis fiscal, y que la falta de ciertas tecnologías llevó a incentivar la inversión externa –si bien regulada-, haciendo que los países subdesarrollados tengan economías muy vulnerables. Todo esto, sumado a la ofensiva neoliberal que se da a nivel mundial, hace que “cuando se abre el ciclo de las dictaduras militares, el desarrollismo cepalino entra definitivamente en crisis.[12].

 

2. SURGIMIENTO DEL NEOLIBERALISMO

 

Con las dictaduras militares (en la mayoría de los casos, ya que el comienzo del neoliberalismo, excepcionalmente, en Venezuela se dio bajo un gobierno elegido democráticamente), se impone un modelo económico basado ya no en el capital industrial sino ahora en el capital financiero. Los grandes grupos económicos notan que es menos rentable producir que especular sobre esa producción, y así van transformándose los mecanismos de acumulación de capital. La situación de todas formas es bastante diferente en los dos países a trabajar.

 

 

2.1 EL CASO VENEZOLANO

 

En Venezuela, en los 70 comienzan a evidenciarse las deformaciones que en la economía producía la magnitud de los ingresos petroleros. El gran aumento del precio del barril entre 1970 y 1979, y la especulación financiera que de él se deriva, van a tener sus graves consecuencias cuando nuevamente descienda el precio del petróleo, llevando a la crisis que comienza en 1983.[13]

 

Bajo el gobierno de Luis Herrera Campins (1979-84), se comienzan a implementar las primeras medidas de corte neoliberal como la reducción del gasto público y la liberalización de los precios. Este tipo de medidas van a continuar en el siguiente gobierno, el de Jaime Lusinchi. “En el periodo de 1983-1988 se producen medidas económicas que en ningún momento pretendían hacer un cambio estructural en el modelo económico rentista, a pesar de reconocerse su agotamiento, sólo se aplicaron medidas a corto plazo y de carácter coyuntural. La década de 1980 en Venezuela se inserta, igual que el resto de la América Latina, en lo que se ha hecho llamar “década perdida”.”[14]

 

 

2.2 EL CASO ARGENTINO

 

En Argentina, como plantea Maristella Svampa[15], los cambios de orden económico, respecto al modelo desarrollista, comienzan en la década del 70. Podemos ubicar el primer intento de liberalización y ajuste con el “Rodrigazo” en 1975; y luego con la dictadura militar que comienza en 1976. Como también sostiene Gastón Varesi[16], los sectores más concentrados se alían con el Estado, para reprimir a la clase trabajadora. Desarticulan las organizaciones de la clase trabajadora, eliminan sus expresiones armadas y disciplinan a la población mediante el terror, abriendo así las condiciones para una profunda transformación de las bases económicas, políticas y sociales en las que se asentaba la sociedad argentina. Los militares y sus aliados civiles, despliegan una política económica de corte neoliberal: reducción arancelaria a la importación, liberalización financiera, altas tasas de interés para fomentar la especulación y la “valorización financiera”, entre otras medidas que favorecieron a los principales grupos económicos, tanto nacionales como extranjeros. También hacia la segunda mitad de los 80, ya en democracia y bajo el gobierno radical, comenzó a figurar en la agenda pública el tema de las privatizaciones, aunque no pudieron llevarse adelante por la oposición de los legisladores justicialistas (partido que unos pocos años después, al ser gobierno, las implementaría).

 

Podríamos decir de manera muy esquemática que en los 70 se preparan las condiciones para llevar adelante este modelo económico, y comienzan algunas medidas de corte neoliberal; los 80 son un período de crisis generalizada, donde aún quedan algunas resistencias, y que ya en los 90 el modelo neoliberal se instala en toda su profundidad.

 

3. AUGE DEL PARADIGMA NEOLIBERAL

 

Queda entonces claro que el proceso de liberalización no comienza en la década de los 90, sino bastante antes. Lo que implica una abrupta ruptura en los 90 es el grado en que se aplicaron las políticas neoliberales en la mayoría de los países de América Latina.

 

Citemos a Pierre Bourdieu, pues es muy claro al respecto: “esta utopía [la del neoliberalismo] suscita una formidable creencia, la fe en el libre cambio, no solamente en los medios de quienes viven en él en forma concreta, como los financistas, los patrones de las grandes empresas, etc., sino en los de aquellos que extraen de él la justificación de su existencia, como los altos funcionarios y los políticos. Ellos sacralizan los poderes del mercado a nombre de la eficacia económica, la que exige el desmonte de barreras administrativas o políticas que puedan molestar a los detentadores del capital en la persecución puramente individual de la maximización de la ganancia individual, institucionalizada como modelo de racionalidad.”[17]

 

El neoliberalismo se caracteriza por:

v Privatización de las empresas estatales

v Liberalización/desregulación del mercado de bienes y capitales

v Transferencia de capital del sector productivo al financiero/especulativo

v Gran injerencia de organismos internacionales en políticas nacionales.

v Independencia del Banco Central

v Control de la inflación como principal objetivo, a costa del aumento exponencial de la deuda pública (Convertibilidad en el caso argentino).

v Flexibilización laboral

v Reducción del papel del Estado, despido de gran parte del personal

v Políticas sociales compensatorias y focalizadas.

v Pensamiento único, instalado desde los medios de comunicación

v Visión negativa de la política, de la acción colectiva, y de la juventud. Individualismo

 

Nos vuelve a decir Bourdieu: “en nombre de este programa científico de conocimiento [el neoliberalismo], convertido en programa político de acción, se cumple un inmenso trabajo político (…), que busca crear las condiciones de realización y de funcionamiento de la “teoría”: un programa de destrucción sistemática de los colectivos.”[18]. Consideramos que este es un factor clave del proyecto político que encarna el neoliberalismo, que está profundamente asociado con su proyecto económico. La desestructuración de los colectivos es lo que permitió que reformas tan perjudiciales para las grandes mayorías pudieran ser llevadas a cabo, sin que la resistencia alcance para detenerlas. La primacía del capital financiero está profundamente asociada con los altos niveles de pobreza, con la exclusión social, con la desvalorización de la política como acción colectiva, con el individualismo generalizado, con la flexibilización laboral, con la concentración de riqueza y con la vulneración permanente de derechos básicos. Ninguno de estos factores puede analizarse como algo aislado; y a la vez, todos estos factores son los que van a empezar a revertirse, en mayor o menor grado, con los nuevos gobiernos en América Latina.

 

 

 

 

 

3.1 ARGENTINA: REFORMA DEL ESTADO, PRIVATIZACIONES, LIBERALIZACIÓN, CONVERTIBILIDAD.

 

Carlos Menem asumió el gobierno en julio de 1989, seis meses antes de lo que hubiera correspondido, dada la situación de conmoción social y de crisis económica que se vivía en el país. Las primeras dos leyes que sanciona, sin oposición del Congreso, son la Ley de Emergencia Administrativa (o de Reforma del Estado) y la Ley de Emergencia Económica. Predicando una supuesta lentitud del Congreso, el presidente comienza con una práctica que va a ser predominante a lo largo de toda la década: los Decretos de Necesidad y Urgencia. Es a través de esta herramienta que se va a llevar a cabo el proceso de liberalización, imprimiéndole sus principales características: la celeridad e improvisación con que se realizó.

 

Menem lanzó un programa de ajuste inédito en la Argentina. Uno de los pilares fundamentales del programa fue el vasto plan de privatizaciones de las empresas estatales de servicios. Asumiendo el diagnóstico liberal-conservador de la ineficiencia estatal, las privatizaciones se realizaron con inusitada rapidez, fuertemente marcadas por la necesidad urgente de “caja” que tenía el Estado. La ley de Reforma del Estado incluía una nómina de más de 20 empresas “sujetas a privatización”. Las primeras en venderse fueron Aerolíneas Argentinas y ENTEL, por su atractivo para inversores extranjeros. En 1992 se completó el grueso de las privatizaciones, con la electricidad, el gas, obras sanitarias, y los principales ramales ferroviarios. En menos de cinco años se privatizaron casi 100 empresas públicas. Las palabras del Ministro Dromi, quien ante el Senado de la Nación manifestó que “lo fundamental es hacer y realizar, y si no se hace por ley lo haremos por decreto”[19], son muy ilustrativos de esta etapa. Esa expresión muestra que “lo importante era la rapidez y el dinamismo que había que imprimirle al proceso privatizador, más allá de cualquier forma legal o institucional. Con ello se cuestionaba y degradaba una vez más el papel del Parlamento -sede natural de las discrepancias- como instancia deliberativa legítima, marcando así un estilo de gestión y un tipo de política refractarios al debate público.”[20]

 

Las privatizaciones implicaron todo un cambio en el concepto de “servicio público”, y apuntaron claramente a una mercantilización de los mismos. Se consideraba que el mercado era el asignador de recursos más eficiente, dejando así desprotegidos a grandes y crecientes sectores de la población.

 

En un mismo sentido, las políticas sociales del período neoliberal, como desarrolla Vilas[21], tienen tres características básicas. La primera de ellas es la privatización, es decir, la introducción o el incremento de aranceles en los servicios básicos, mercantilizándolos e incorporando un criterio de comercio en los mismos. En Argentina, por ejemplo, el sistema previsional fue parcialmente privatizado en 1993. La segunda característica es la focalización de las políticas: se reemplaza la acción estatal universal por programas sociales asistenciales dirigidos a un grupo específico de la población (los sectores de pobreza extrema), para así, con un mínimo de recursos, paliar las graves consecuencias del modelo económico. Es un mecanismo compensatorio, antes que una integración plena del sujeto a la sociedad. Cumple una función “bomberil”, es decir que actúa sobre situaciones límite para evitar tensiones fuertes. La asistencia se concibe como transicional; se supone que, tras una etapa inicial, el equilibrio producirá crecimiento económico y nuevos puestos de empleo. Su financiamiento proviene por lo general de fondos externos, como donaciones o créditos muy blandos. La tercera y última característica de las políticas sociales neoliberales es su descentralización: se intenta que sean implementadas por agencias gubernamentales de menor nivel, como provincias o municipios; o directamente por Organizaciones No Gubernamentales. Esto generó muchos problemas de implementación, ya que los municipios no cuentan con la estructura necesaria (en términos de recursos organizativos, administrativos, humanos y materiales) para llevar adelante las políticas.

 

Desde una visión más general, y para utilizar el concepto de Castel, hablaríamos de una ciudadanía “desprotegida”, que vive “inseguridad”, y que sería la principal destinataria de estas políticas públicas. “Existen franjas de la población, ya convencidas de que han sido dejadas en la banquina, impotentes para dominar su porvenir en un mundo cada vez más cambiante.”[22]

 

Otro aspecto de la desprotección fue la flexibilización laboral, que se concretó a través de varios instrumentos. El 17 de octubre de 1990, Menem suscribió el decreto 2184/90, destinado a regular el ejercicio de huelga en los servicios esenciales. El decreto 1334 de mayo de 1991, prohibía homologar los convenios colectivos que contuvieran cláusulas indexadoras. Los salarios no podían pactarse por menos de seis meses y todo incremento de salarios debía vincularse con mejoras en la productividad. Con la Ley Nacional de Empleo de diciembre de 1991, se establecía la contracción temporaria y la reducción de las cargas sociales con las que, según el gobierno menemista, se incentivaría a los empleadores para crear más puestos de trabajo. Los efectos principales de esta mutación del capitalismo, en el ámbito social y laboral, son, según Castel, “la imposición de una movilidad generalizada de las relaciones laborales, de las carreras profesionales y de las protecciones asociadas al estatuto del empleo; dinámica profunda que es, simultáneamente, de descolectivización, de reindividualización y de aumento de la inseguridad.”[23].

 

La flexibilización laboral, sumada a la creciente desocupación o subocupación, impactó negativamente en los sindicatos. Éstos perdieron mucha fuerza y capacidad de negociación colectiva. Las reformas promovidas desde el gobierno, también transformaron la relación de los aparatos sindicales con sus afiliados, ahora considerados “clientes” a los cuales había que venderle “servicios”: se llamó a este fenómeno, “sindicalismo de negocios”. Una parte de la CGT aceptó las reformas que se estaban llevando adelante, a cambio de puestos en las listas del Partido Justicialista, de mantener el monopolio de la representación, y del control de los fondos de las obras sociales, entre otras cosas. Sin embargo, la Confederación se fracturó, ya que algunos sectores se opusieron fuertemente a las reformas[24]. Surgió también una Central de Trabajadores alternativa, pero al día de hoy (2011) no consigue personería gremial.

 

Otro de los pilares del proceso fue el Plan de Convertibilidad, de abril de 1991, que consistía en fijar por ley la tasa de cambio entre el peso argentino y el dólar estadounidense, y en el compromiso del Estado de que toda la moneda circulante esté respaldada con las reservas en divisas del Banco Central. Con este plan se logró reducir drásticamente la inflación y estabilizar la economía. Más con este compromiso, la economía del país se hacía altamente dependiente de la afluencia de capitales extranjeros, y terminó acrecentando la deuda externa. Además, el Estado perdía autonomía para manipular variables monetarias.

 

Esto está sumamente relacionado con la independencia del Banco Central, establecida en 1992 por Cavallo. La nueva Carta Orgánica puso como único objetivo del BCRA asegurar el valor de la moneda, alterando su objetivo originario: asegurar el desarrollo económico con altos niveles de empleo. Como plantea Emir Sader, “autonomizar el Banco Central y la política monetaria es la expresión institucional y política de la hegemonía que el capital financiero asume en el neoliberalismo. El capital financiero bajo su forma especulativa, esto es, no como financiador del desenvolvimiento económico, del consumo y de la investigación, sino esencialmente de la compra de papeles de la deuda pública y de la compra y venta de títulos en la bolsa de valores. Un capital parasitario, que no crea bienes, ni empleos, apenas transfiere capital, acentuando su concentración.”[25]

 

La independencia del Banco Central fue uno de los principales canales por donde el FMI y el Banco Mundial tuvieron injerencia en la política interna argentina, y de los demás países de América Latina. Sin mencionar la deuda externa, cuyas continuas renegociaciones implicaron fuertes condicionamientos a la política interna argentina (y del resto de los países tercermundistas). El ingreso al Plan Brady en 1992, para refinanciar la deuda, implicó una serie de acuerdos sobre las políticas públicas con el FMI, el BM y el BID, que limitaban severamente la soberanía nacional. El gobierno menemista redujo los impuestos sobre las importaciones, se desregularon variadas actividades económicas, y se eliminaron restricciones a las inversiones externas. Todas estas medidas fueron señales claras para la comunidad internacional en el sentido de incentivar las inversiones extranjeras, asegurando la adhesión argentina a las reglas del mercado mundial.

 

Esta concepción de reducir el papel del Estado, que se venía gestando como vimos desde los `70, vino acompañada de una fuerte reducción de la planta de empleados estatales. De cerca de 335 mil empleados públicos, se pretendía desvincular a 120 mil aproximadamente. El Banco Mundial y el BID hicieron los préstamos para pagar las indemnizaciones. Los organismos de salud y educación se descentralizaron a las provincias, y se disolvieron o reestructuraron muchos organismos.

 

Para poder llevar todas estas reformas, Menem necesitaba una Corte Suprema sumisa. Con mayoría en ambas cámaras, no le fue difícil que se apruebe su proyecto de ampliar la Corte de 5 a 9 miembros. Dos de los ministros renunciaron, y el presidente, con acuerdo del Senado, designó a los 6 miembros faltantes. Por otra parte, Menem también reemplazó -por primera vez en la historia argentina, mediante un decreto y sin acuerdo del Senado- al procurador general de la Corte.

 

Como plantean Ferreira Rubio y Goretti[26], hubo dos factores que fortalecieron el poder presidencial en esta etapa. Uno es el hecho de que el Partido Justicialista contara con mayorías en el Congreso, la Corte Suprema, y los órganos de fiscalización, y con numerosas Gobernaciones e Intendencias; y el segundo factor fue la emergencia económica, que a los ojos de la opinión pública amerita una acción rápida y eficaz. Siguiendo el desarrollo de Bosoer y Leiras, podemos definir al liderazgo menemista como decisionista. “En el plano jurídico opondrá la excepción a la norma, la decisión personal a la normatividad impersonal, la competencia (¿cómo se decide y quién decide?) al contenido sustancial (¿qué se decide?). En el plano político opondrá la soberanía del Estado al poder difuso y disolvente representado por la sociedad; el Estado asociado con la guerra y la política a la moralidad burguesa, la economía y la tecnología; la dictadura presidencial a la democracia parlamentaria. En el plano filosófico, finalmente, la decisión política a la discusión pública y crítica”[27]. Como plantean los autores, aparece como respuesta a las crisis de los grandes relatos colectivos, de empleo, de las estructuras tradicionales de representación; a los desafíos impuestos por la globalización y a la primacía del paradigma liberal.

 

El rol de los medios de comunicación en toda esta etapa fue clave. Marcos Novaro y Vicente Palermo[28], califican al uso de los medios en la campaña y los primeros años menemistas como muy intenso. Menem hablaba continuamente de una vieja y una nueva política. Se constituyó simbólicamente como “caudillo salvador”, con una relación directa con las masas, “no sólo a través de la propaganda televisiva sino de caravanas en las que recorrió las principales ciudades del país (…). Las caravanas le permitieron además focalizar el vínculo con sus adherentes en torno a su persona y reducir al mínimo el rol de la organización y la presencia partidaria”.[29]

 

Y con esto llegamos nuevamente, y por otro camino, a un punto clave en nuestra concepción del neoliberalismo: la descolectivización. Durante estos años, desde los distintos ámbitos se tendía a desvalorizar la acción colectiva y pública, y a resaltar al individuo y a lo privado. Desde las decisiones presidenciales, relegando al Congreso a un plano secundario; hasta la privatización de los servicios básicos, la transformación iba claramente en ese sentido. El rol del Estado se transformó drásticamente.

 

Y nótese que hablamos de transformar, no de “reducir” como suele argumentarse, pues consideramos que en los `90, no ha habido “menos” intervención estatal. Como demuestran los datos de los principales organismos nacionales e internacionales, el Estado ha mantenido o incrementado, según los casos, las unidades organizativas y el gasto público. Lo que ha hecho es reorientarlos para garantizar las ganancias del capital, como plantean Andrea López, Aníbal Corrado y Hernán Ouviña[30]. Los ciudadanos ya no son concebidos como sujetos de derecho sino como meros consumidores, ahora lanzados al mercado para resolver individualmente sus necesidades.

 

¿Cuáles fueron las consecuencias del modelo? Tras las reformas, el estado quedó reducido básicamente a las funciones de administración de justicia, defensa de la propiedad privada, relaciones exteriores, cobro de impuestos y emisión de moneda. Las consecuencias sociales fueron evidentes: la tasa de pobreza era de un 25,9% en 1998, ascendiendo a un 38,3% en 2001; la de desempleo era de 18,3% en 2001 y llegó a 21,5% en 2002[31]. La precarización, la desigualdad creciente y desarticulación de los colectivos fueron los resultados más visibles.

 

“En las sociedades modernas, los ciudadanos se vinculan con el Estado y las estructuras de poder a través de 4 instituciones principales: la escuela, el hospital, el plan de obras públicas y la policía. La conjunción de crisis y neoliberalismo ha conducido a la contracción drástica del plan de obras, al deterioro de la educación básica, a la crisis de los hospitales. Empleo, cobertura escolar y atención en salud caen verticalmente. La policía resulta en consecuencia el medio sobreviviente de relacionamiento del Estado con los ciudadanos. En estas condiciones la gobernabilidad puede ser rescatada bajo el imperio del control, pero la democracia se queda por el camino.”[32]

 

Llegados a este punto, consideramos de suma relevancia aclarar una cuestión. Hasta ahora hemos analizado básicamente las acciones desde la perspectiva estatal. Es verdad que desde los sectores dominantes (a través del Estado, de las relaciones laborales, de los medios de comunicación) se propugnaba el individualismo y la descolectivización. Pero esto no significó que los sectores populares no resistiesen. La acción colectiva fue menos frecuente, menos cotidiana, pero más intensa cuando se producía, dada la adversidad del contexto.

 

Al principio de la era menemista, es real que hubo un bajo nivel de movilización. Pero hay un hito que rompe con ella y que marca el inicio de la etapa de resistencia: el motín que se produce los días 16 y 17 de diciembre de 1993 en las ciudades de Santiago del Estero y La Banda, iniciado por la falta de pago de salarios a los empleados estatales, quienes asaltan e incendian los edificios de los tres poderes del estado provincial, provocando un gran impacto nacional e internacional. A partir del “santiagueñazo”, entramos en una fase de la movilización de los sectores populares que se evidencia en distintas marchas y sucesos de acción colectiva.

 

El 6 de julio de 1994 comenzó la Marcha Federal, que partió desde La Quiaca para arribar a Plaza de Mayo. Participaron del acto final cerca de 50 mil personas y sectores muy diversos[33]. El 20 de Julio de 1995 se sanciona la Ley de Educación Superior -como tercera [34] ley importante que establecía los lineamientos del Banco Mundial en la educación argentina- sin consultar a la comunidad universitaria y estableciendo fuertes tendencias privatistas. Esto generó una gran movilización de los sectores universitarios, sobre todo estudiantiles, para evitar su sanción. Durante 1995 y 1996, las tres grandes organizaciones gremiales del país (CGT, CTA y MTA) van a lograr un relativo nivel de acuerdo.

 

Durante esos dos años convocaron a jornadas de paro y movilización contra el gobierno de Menem y sus políticas de flexibilización laboral, siendo los años de mayor cantidad de huelgas generales de la década. El 14 de agosto de 1997 se realizó otra huelga general importante, convocada por la CTA y el MTA, y con la presencia de un incipiente actor: los desocupados, que poco a poco iban siendo llamados piqueteros. A esto debemos sumarle el inicio de los llamados “piquetes” hacia fines de junio de 1996, cuando cerca de 20 mil habitantes de Cutral-co y Plaza Huincul cortaron durante una semana todas las rutas de acceso al área, demandando fuentes de empleo genuino, y dando nacimiento a una forma de protesta que en los años siguientes se extendería de una forma inimaginable por todo el país.

 

En el año 1997 se instaló la “Carpa Blanca”, iniciándose así el conflicto en el sector educativo. Ese mismo año proliferaron los cortes de ruta y los ataques a edificios públicos en demanda de empleo genuino. Todas estas expresiones de protesta, más allá de los indicadores, ponían en tela de juicio al modelo menemista como respuesta a las necesidades de la población.

 

La grave situación social descripta, contribuyó decisivamente a la deslegitimación de Menem y el PJ y a que en 1999 ganara la elección presidencial Fernando de la Rúa, por la Alianza (conformada por la UCR y el Frepaso); venciendo a Eduardo Duhalde (PJ). De la Rua había centrado su campaña en “depurar las instituciones”, contraponiéndose a la corrupción menemista. Asumió el gobierno en diciembre de 1999, pero al poco tiempo, demuestra su gran incapacidad para gobernar, y sobre eso, el vicepresidente “Chacho” Álvarez renuncia el 6 de octubre del 2000, acusando de corrupción a la administración delarruista y al Senado. Durante el período en que duró su mandato, De la Rua mantuvo los lineamientos básicos del neoliberalismo que ya describimos: convertibilidad y liberalización de la economía, políticas sociales focalizadas e insuficientes -la promesa de “democratizar la ayuda social” recentralizándola, fracasó rotundamente-, y la subordinación a los organismos internacionales.

 

La Convertibilidad necesitaba para sostenerse del ingreso de divisas. Al principio de la era menemista estaban garantizadas por la venta de empresas estatales; sin embargo, a medida que este recurso se fue agotando, el país se endeudó cada vez más. La inestabilidad económica era muy grande, De la Rua tuvo que hacer varios cambios de Ministros en esa cartera. Machinea estuvo hasta marzo de 2001, entre marzo y abril estuvo Lopez Murphy, y finalmente asumió como Ministro de Economía, Domingo Cavallo (por si quedaba alguna duda sobre la continuidad con la política menemista). Entre mayo y junio de 2001, éste último ministro firmó, junto al presidente De la Rúa, el “Megacanje”. Consistió en una refinanciación de la deuda pública; pero no del todo legal: en 2006, ambos fueron procesados por el delito de defraudación al Estado, por ese plan.

 

La situación económica del país era de grave recesión. La gran cantidad de votos nulos y en blanco en las legislativas de Octubre de 2001 ya predecían la magnitud de la crisis política. En noviembre y diciembre de 2001, el modelo neoliberal mostró su talón de Aquiles: se produjo una gran fuga de capitales, haciendo colapsar al sistema bancario. A comienzos de diciembre, Cavallo anunció las restricciones al retiro de fondos de los bancos (el "corralito") y a las operaciones de cambio, para limitar la demanda de divisas, preservar el stock de reservas y evitar la devaluación de la moneda, es decir, el abandono formal de la Convertibilidad.

 

Nos detendremos en este episodio pues lo consideramos un punto de inflexión en la suerte del neoliberalismo argentino. La movilización popular no se hizo esperar. Las primeras en reaccionar fueron las capas medias, por el “corralito”. Durante todo diciembre se sucedieron las protestas, y el 16 comenzaron los saqueos a los supermercados, por parte ya de amplios sectores populares, en su mayoría desocupados y trabajadores precarizados. En ese momento explotó toda la tensión social que venía acumulándose en los últimos años. En las jornadas del 19 y 20 de diciembre, confluyeron muy diversos sectores: desde ahorristas a quienes el “corralito” no dejaba extraer su dinero de los bancos, hasta el sector educativo, el de salud, partidos políticos de izquierda, organizaciones sindicales, los movimientos de desocupados, en su mayoría piqueteros, y también muchos sujetos autoconovocados que repudiaban al sistema político. La consigna que se impuso fue: “¡Que se vayan todos!”, demostrando la profundidad de la crisis que se vivía. El saldo de la represión gubernamental fue de 40 muertos. De la Rua se vio obligado a renunciar el 20 de diciembre.

 

En ese momento, los sectores movilizados no lograron articular una salida política, en su mayoría tan solo expresaban rechazo al orden vigente. El mismo 20 asume la presidencia Ramón Puerta, hasta entonces presidente de la Cámara de Senadores. Convocó a una Asamblea Legislativa, y fue electo para reemplazarlo Adolfo Rodríguez Saá. El 24 se declaró el default, pero el presidente no pudo hacerse cargo de la delicada situación, y alegando falta de apoyo político, renunció el 30 de diciembre. El siguiente presidente fue el presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Camaño. Éste volvió a convocar a Asamblea Legislativa, que eligió al entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, para asumir la presidencia.

 

 

3.2 EN VENEZUELA: EL “PAQUETE ECONÓMICO”, PRIVATIZACIONES, DESCOLECTIVIZACIÓN, REPRESIÓN

 

En Venezuela, el neoliberalismo nunca triunfó en las urnas. Quienes propusieron políticas gubernamentales de libre mercado han sido históricamente rechazados por los electores. Los gobiernos que aplicaron el neoliberalismo en Venezuela -los segundos gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera- lo hicieron bajo la manipulación, el primero recordado por la nacionalización petrolera, el pleno empleo, la Venezuela Saudita de la década de 1970; el segundo considerado como el pacificador, el hombre equilibrado, que atacó a Pérez como traidor y en cierta forma justificó los sucesos de 1989 y 1992 y, con ello, logró el apoyo popular.

 

En 1989 es electo presidente, por segunda vez, Carlos Andrés Pérez. Su campaña fue un discurso populista y anti-FMI, que recordaba su primer gobierno, durante el cual la renta petrolera le había permitido sostener el pleno empleo y gastos sociales altos. Pero apenas asume, anuncia el VIII Plan de la Nación (o “Gran Viraje”), que definía la política exterior como la estrategia para el desarrollo. Esto implicó que Pérez acuerde con la banca internacional y lance un paquete de medidas de liberalización (conocido como “paquete económico”). Las medidas constaban de privatización, reconversión industrial, disminución del gasto público, eliminación de los aranceles de aduanas, y liberación de los precios y de las regulaciones cambiarias.

 

Sin embargo, la reacción popular no se hace esperar; y a menos de un mes de la asunción, en febrero de 1989, el pueblo sale a las calles en lo que fue la movilización espontánea más grande de la historia venezolana: “el Caracazo”. Sólo la represión y los asesinatos indiscriminados pudieron detener a tal fuerza. Durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, se atacaron las huelgas, los sindicatos, se intervino la prensa y se reprimió al movimiento estudiantil.

 

Una cuestión a resaltar, y en claro contraste con el caso argentino, es que el partido del presidente no apoyó las reformas. Acción Democrática fue muy crítico con Pérez, se opuso a prácticamente todas las reformas que éste planteó, y a fines de 1991 el partido rompió relaciones con el Poder Ejecutivo. Así, CAP vio truncada la posibilidad de sacar adelante su proyecto político[35]. El presidente intentó encontrar aliados por fuera de AD, con otras fuerzas política; pero esto no resultó y debilitó aún más su posición. Por otra parte, corría con una desventaja respecto a Menem: en Venezuela no había habido hiperinflación, factor que en Argentina disminuyó las resistencias a las reformas.

 

Los objetivos económicos principales del gobierno de Pérez fue corregir los desequilibrios económicos, mantener la estabilidad de los precios, reducir el déficit fiscal, lograr competitividad internacional y abrir el mercado externo, fomentar las inversiones extranjeras, liberar los precios, eliminar subsidios, y privatizar empresas públicas -con su previa revalorización[36].

 

Al igual que en Argentina, se reformó la legislación sobre el Banco Central. En 1992, se dictó una nueva Ley del Banco Central de Venezuela, que aumentó la libertad de elección de los miembros del Directorio, por cuanto éste quedaba formado por el Presidente y seis directores designados por el Presidente de la República, con la autorización del Senado, emitida por el voto de las dos terceras partes de sus miembros[37]. “La eliminación de la representación sectorial del órgano de gobierno del Banco Central supuso un importante avance en la autonomía de la institución.”[38].

 

Según Corrales, las reformas se dieron de diversas maneras según los diferentes ámbitos, de acuerdo a la relación del sector con el gobierno. En el área industrial se dieron las reformas más profundas (apertura comercial y eliminación de subsidios), con una gran colaboración del sector.

 

Las empresas más grandes que lograron privatizarse fueron CANTV, VIASA y Sidor (de esta última se promulgó la ley de privatización en 1993, aunque finalmente se concretó el traspaso en 1997). También el banco Italo Venezolano y República, ASTINAVE y Central Azucarero El Tocuyo. Asimismo, se reestructuraron el Banco Industrial de Venezuela, INOS, IMAU, VTV, INAVI, CADAFE, BANDAGRO, INH Y ADAGRO. Sin embargo, a diferencia de la apertura comercial, el proyecto privatizador de Pérez colapso a partir del golpe de febrero de 1992. Una razón crucial para este revés político es que uno de los sectores afectados por las privatizaciones –las uniones obreras –contaban con lazos formales fuertes con AD. Estos lazos institucionales explican el por qué las uniones dejaron de cooperar con las privatizaciones a finales del 1991. Una vez que AD decidió no cooperar más con el programa económico, las uniones perdieron también el incentivo para seguir haciéndolo. A partir de entonces, se canceló la posibilidad de aceptación política de iniciativas reformistas en el área de privatizaciones[39]. Lo mismo ocurrió con la reforma agrícola: debido a las resistencias no pudo llevarse adelante.

 

Hacia 1992 la situación en Venezuela era de crisis económica y política. El gobierno estaba deslegitimado, entre los enfrentamientos con su propio partido y las sospechas de corrupción. Ese año, se producen 2 levantamientos militares, el primero en febrero del que participa Hugo Chávez y el segundo en noviembre. Si bien en su momento ambos fueron intentos fallidos, van a tener sus consecuencias más a largo plazo, ya que es el momento en que el futuro presidente Chávez se hace conocido. Asimismo, contribuyeron a deteriorar aún más la ya frágil institucionalidad.

 

En 1993, a diferencia del caso argentino, donde Menem fue reelecto con gran consenso, Carlos Andrés Pérez debe dejar la presidencia anticipadamente, bajo acusaciones de corrupción, sin apoyo de su partido y en una situación de fuerte convulsión social. Ramón J. Velásquez se hace cargo del gobierno transitorio, y en diciembre de 1992 gana las elecciones Rafael Caldera, con un discurso paternalista, anti-neoliberal, y de comprensión hacia los sucesos de 1992, que demostraban gran enojo popular. Caldera venía del otro gran partido Venezolano, COPEI, aunque a estas elecciones se presentó como “Convergencia” tras haber perdido las internas y separarse de su partido. Notemos que aquí comienza a expresarse la crisis de los partidos tradicionales, ya que se trata de la primera elección presidencial perdida por AD y COPEI desde 1958.

 

Una vez electo, al hallarse ante una situación de crisis social –y financiera- muy profunda, Caldera lanzó un «Programa de Estabilización y Recuperación Económica», pensado como puente entre el esquema neoliberal de Pérez y un nuevo modelo de desarrollo económico que se incorporaría el Noveno Plan de la Nación. Es decir, este programa implicaba retroceder en algunas medidas de liberalización, regresando por ejemplo a los controles de precios y teniendo que decretar una nacionalización general de la banca en 1994[40]. Caldera se vio ante la tarea de recomponer la confianza en el gobierno por parte de una ciudadanía mus escéptica. Pero el período “populista” no fue demasiado a fondo ni perduró en el tiempo. Las leyes emitidas en 1994 y 1995 buscaron proteger fuertemente al sector financiero, y las políticas continuaban apuntando sobre todo a la estabilidad macroeconómica y a la apertura de las fronteras para bienes y capitales extranjeros.

 

En marzo de 1996, por un acuerdo de Estabilización Económica con el FMI, y ante las dificultades económicas y políticas de la primera mitad de su mandato, se puso en marcha un nuevo ajuste dirigido al logro de la estabilidad macroeconómica, conocido como “Agenda Venezuela”. Se restableció la libre convertibilidad de la moneda, progresivamente se desmontó el régimen de control de precios, incluso incrementando algunos para fortalecer los ingresos fiscales, y se avanzó en la privatización de entes públicos. Las primeras privatizaciones habían levantando oposiciones desde diversos sectores. Sin embargo, tras convertirse en hechos (Cantv, Viasa y el sistema portuario), la opinión pública fue cambiando, y esas resistencias fueron desapareciendo paulatinamente. En algunos casos, ni los partidos de izquierda se oponían con fuerza a las privatizaciones. Los años 1997 y 1998 representaron una continuidad en este sentido de ajuste, liberalización y apertura económica.

 

Según Thais Maignon, “La segunda presidencia de Rafael Caldera en 1993 fue un período de reducción del papel del Estado en la sociedad y, en especial, de sus funciones sociales, creciente desigualdad social y aumento de la pobreza.”[41]

 

El sindicalismo corre una suerte similar a su par argentino. Las bases de sustentación del movimiento sindical venezolano se vieron minadas por varios factores: la desaceleración del crecimiento del empleo productivo, el aumento de la desocupación, la informalización del empleo, y por otra parte, por la gran centralización en los mecanismos de toma de decisiones tradicionales del sindicalismo venezolano, que hicieron aparecer hechos de corrupción y negociación “entre bambalinas”. Además, como plantea Rolando Díaz, la particularidad de los sindicatos en Venezuela es que fueron directamente creados por los partidos. Los dirigentes sindicales no eran legitimados por sus bases, sino colocados a dedo por el partido. Eran los partidos los que definían las líneas de acción del movimiento sindical. Por ejemplo, el acuerdo que prestó el movimiento sindical a la reforma de la Ley Orgánica del Trabajo (LOT) en 1997. Esta eliminó el cálculo retroactivo de la indemnización por despido, que servía como garantía contra la inflación. Por otra parte, la obligación del patrón de pagarle al trabajador un mes de salario por cada año de antigüedad en caso de despido injustificado, se redujo a cinco meses de salarios, aumentando la inestabilidad laboral al hacer menos costosos los despidos. “Fueron las conducciones nacionales de los partidos las que dispusieron previamente la reforma con el gobierno del ex-presidente Rafael Caldera para que recién después de ese pacto el movimiento sindical y sus técnicos dieran forma y viabilizaran la necesaria reforma laboral.”[42].

 

La política social en toda esta etapa (1989-1999) consistió en la sustitución de políticas universales por políticas focalizadas y compensatorias. Las características fueron las mismas que ya desarrollamos para el caso argentino. El Plan de Protección Social de la Agenda Venezuela se lanzó con el objetivo de proteger a las familias de menores ingresos y compensar su ingreso en una situación de emergencia social. “Desde el punto de vista político, las modalidades de gestión del Plan de Protección Social de la Agenda afectaron negativamente el desarrollo de la democracia así como de la construcción de una relación Estado-sociedad basadas en el principio de igualdad y de ampliación de los derechos sociales. (…) “el ciudadano como participante en política da paso al ciudadano como consumidor y, eventualmente, como co-administrador” (…)Es una participación controlada desde el Estado y tiene un carácter normativo que prescinde de las condiciones del medio social en el que actúan los usuarios o agentes participantes, de las condiciones culturales y socio-económicas de quienes se aspira asuman el papel de `gerentes sociales´.”[43] ()

 

En 1997, según el Instituto Nacional de Estadística (la entonces llamada Oficina Central de Estadística e Informática -OCEI), más del 60% de la población total de Venezuela se encontraba en condiciones de pobreza.

 

4. LA SALIDA DEL NEOLIBERALISMO Y LOS NUEVOS GOBIERNOS

 

América Latina fue donde primero se experimentó con el modelo neoliberal, y donde asumió sus formas más radicales. Por lo tanto, fue la región del mundo donde produjo sus efectos más nefastos, y se constituyó en el eslabón más débil de la cadena. Desde la asunción de Chávez, se multiplicaron las experiencias de cuestionamiento al neoliberalismo. Como decíamos en la Introducción, Kirchner asume en 2003, mismo año que su par brasilero Lula Da Silva. En 2005 triunfa Tabaré Vázquez en Uruguay. 2006 es el año de las asunciones de Evo Morales en Bolivia y Bachelet en Chile (aunque aquí luego se retornó a un gobierno liberal, con el empresario Sebastián Piñera en 2010). Rafael Correa y Daniel Ortega asumen sus respectivas presidencias en 2007, y finalmente Fernando Lugo se convierte en presidente de los paraguayos en 2008. Recientemente -2011-, vemos incorporarse a esta ola al Perú, con el triunfo de Ollanta Humala.

 

Por lo tanto, desde principios de este siglo asistimos a un retroceso general del paradigma neoliberal, quedando solamente los gobiernos de Chile y Colombia con una buena relación con los Estados Unidos y los centros de poder mundial. Sin embargo, el anti-neoliberalismo no representa una homogeneidad. Los diferentes gobiernos han tomados diversos caminos, pero visualizamos grandes dificultades para articular potentes proyectos alternativos. Veamos qué ocurrió en los dos países que son objeto de nuestro análisis tras la derrota de los gobiernos de De la Rúa y Caldera.

 

4.1 EN ARGENTINA: TRANSICIÓN Y KIRCHNERISMO (2003-2011)

 

El 2 de enero, asume la presidencia de modo interino Eduardo Duhalde. Lo primero que hace Duhalde, es poner fin a la Convertibilidad, y con ella a todo un ciclo económico en la Argentina. “El que puso dólares, recibirá dólares y el que puso pesos, recibirá pesos”, anunció. Finalmente, con la pesificación asimétrica de deuda privada (es decir, que los bancos devolvieran 1,40 peso por cada dólar prestado, mientras que los privados devolvieran 1 peso por cada dólar recibido en préstamo del banco) se “socializaron” y licuaron las deudas de las grandes empresas, del sector agropecuario y las privatizadas.

 

Además, el gobierno dispuso un plan de “salvataje” al capital financiero para compensar a dicha fracción del capital por las implicancias de la salida devaluatoria y la pesificación asimétrica, y que sería cubierto con la emisión de nueva deuda pública.

 

En el período de Duhalde en la presidencia, si bien se logra estabilizar la economía, la situación social prácticamente no mejora. La devaluación permite a los agentes del capital productivo mejorar su capacidad exportadora y esto aportó a recomponer las cuentas públicas, mediante las retenciones. El tipo de cambio incentiva la industria nacional, pues importar se hace más costoso. Sin embargo, el efecto inflacionario de la devaluación reduce el salario real, y afecta a los sectores más vulnerables. Por lo tanto, durante esta etapa continúa habiendo un alto grado de movilización más que nada de asambleas autoconvocadas y piqueteros. La protesta social es reprimida, llegando a su punto cúlmine el 26 de junio de 2002, cuando son asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

 

Los Planes Sociales, como el Plan Trabajar o el Barrios Bonaerenses recibieron un nuevo impulso. Ya existían desde 1996, como respuesta del menemismo a los crecientes niveles de conflictividad social; pero se habían visto reducidos durante el gobierno de la Alianza. Duhalde lanzó el programa Jefes y Jefas de Hogar, y reforzó los ya existentes. Aquí hay una diferencia con el modelo anterior, ya que en cierta forma, se universalizaron, alcanzando a muchos más destinatarios. Sin embargo, la lógica “clientelar” de manejo a través de punteros del PJ no cambió, lanzando “Chiche” Duhalde sus “manzaneras” para distribuir los alimentos del Plan Vida.

 

Asimismo, en 2002 se da un momento de auge de las empresas recuperadas. Cuando los patrones abandonaban las empresas, a veces dejándolas vacías y a veces con todos los activos adentro, muchos obreros decidían no quedar desempleados, sino prescindir de la mediación patronal. Fueron muchos los casos en que se tomaron las empresas y se las puso a producir, rompiendo el esquema de producción tradicional.

 

La de Duhalde era una presidencia interina, y con la Masacre de Avellaneda, tuvieron que adelantarse las elecciones, fijándose para el 27 de abril de 2003. Menem salió primero por la UCD, con un 24,3% de los votos y Kirchner (por el Frente para la Victoria, y con el apoyo duhaldista) sacó un 22%. Al bajarse Menem del ballotage, quedó proclamado presidente Néstor Kirchner.

 

Kirchner asume el 25 de mayo. Había buscado en su campaña, diferenciarse claramente de los gobiernos de Menem y De la Rúa. Planteaba como ejes de gobierno la producción, la justicia, la educación, el trabajo, la equidad y la salud. Sus slogans eran “Un país en serio” y “Primero Argentina”.

 

Recordemos que Néstor Kirchner asume impulsado por Duhalde y con una muy baja legitimidad. El Ministro de Economía duhaldista, Roberto Lavagna, continua en su cargo; y el presidente debe disputar el control sobre el fragmentado PJ con su predecesor. Un 38% de la población tenía problemas de empleo, el 54% se hallaba por debajo del límite de pobreza; y un 27% por debajo de la línea de indigencia; y la sociedad aún descree de la política. Digamos que la situación no es la más favorable para llevar adelante una política clara y fuerte. Primero era preciso contar con legitimidad propia, y con el control sobre el PJ, clave de la gobernabilidad en la Argentina actual.

 

En muy poco tiempo, Néstor se hizo del apoyo de los más diversos sectores; desde la Unión Industrial Argentina, pasando por la burguesía agroexportadora, hasta los medios de comunicación, gran parte de los movimientos de derechos humanos y algunos movimientos sociales (que comenzaron a acercarse sobre todo por su política de Derechos Humanos, y por su discurso anti-neoliberal). Para el 2007, al final de su mandato, contaba con una gran popularidad y legitimidad, con el apoyo de casi todos los gobernadores, y con una mayoría propia en el Parlamento. Además, controló a su partido y organizó por fuera del mismo una fuerza propia (el Frente para la Victoria), sobre la base de la transversalidad, es decir, la confluencia con sectores peronistas propios, del progresismo y algunas figuras de izquierda.

 

La candidata a sucederlo, Cristina Fernández de Kirchner, ganó la elección presidencial con un 44,8 % de votos, duplicando el porcentaje con el que había asumido Néstor.

 

Tomaremos de aquí en adelante a los dos períodos presidenciales kirchnerista (2003-2007 y 2007-2011) como un todo, dado que consideramos que se trata de un mismo proyecto de gobierno, y para facilitar la exposición al hacerla por temática y no por orden estrictamente cronológico.

 

Néstor Kirchner intentó construir su hegemonía en base al rechazo al modelo económico neoliberal, a la deuda externa, al capital concentrado, a la impunidad, a la corrupción, a la pobreza y a la exclusión. Lo mismo puede verse ya desde su primer discurso como Presidente nacional:

“Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro. (…) La medida del éxito de esa política [la de los 90] la daban las ganancias de los grupos más concentrados de la economía, la ausencia de corridas bursátiles y la magnitud de las inversiones especulativas, sin que importaran la consolidación de la pobreza y la condena a millones de argentinos a la exclusión social, la fragmentación nacional y en enorme e interminable endeudamiento externo. (…) En este nuevo milenio, superando el pasado, el éxito de las políticas deberá medirse bajo otros parámetros, en orden a nuevos paradigmas. Debe juzgárselas desde su acercamiento a la finalidad de concretar en bien común (…) Queremos recuperar los valores de la solidaridad y la justicia social.” (Clarín, 26/05/03).

 

Las primeras medidas que tomó Néstor Kirchner, fueron tendientes a ganar simpatía popular. Una de las primeras cosas que hizo a pocos días de haber asumido, fue criticar fuertemente al presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, impulsando su juicio político; y modificar la composición de la Corte, popularmente repudiada. Teniendo en cuenta el rol que jugó la Suprema Corte de Justicia en los `90, esto representa un quiebre bastante importante.

 

Podemos decir que un reclamo casi unánime de todos los sectores era el “Juicio y castigo” a los responsables de la dictadura. “En sus tres semanas como Presidente, Kirchner produjo seis hechos en esa franja de temas [los referidos a derechos humanos] (…) Carente de un apoyo partidario tradicional, el Presidente necesita a la vez ensanchar su base de apoyo sin perder en ningún momento las señas de identidad que fijó como elementos constitutivos. La cuestión de los derechos humanos es una de esas señas”[44]. A lo largo de su gobierno y el de su sucesora, el gobierno va a impulsar fuertemente el juzgamiento de los responsables de la última dictadura militar. En agosto de 2003 se anulan las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Los cambios en el Ejército y la policía, igual que la incorporación de Eugenio Zaffaroni a la Corte Suprema, fueron bien vistos por los principales organismos de derechos humanos. También se transformaron varios ex-centros clandestinos de detención en espacios culturales.

 

Los juicios impulsados ya han encarcelado a más de 100 represores. E incluso han empezado a poner sobre el tapete la cuestión de la profunda imbricación de militares y civiles en la represión. Esto tiene más profundidad de la que parece, y nos da una pequeña clave para entender lo que está ocurriendo en Argentina. Como plantea José Schulman[45], el Genocidio, como momento fundacional del neoliberalismo, no tenía sólo como objetivo destruir a la organización de los trabajadores y al movimiento popular, sino también al sector de la burguesía que en los 50 y 60 había apostado, con Gelbard y la Confederación General Económica, a un desarrollo capitalista nacional, con más independencia de los países centrales y con un importante mercado interno. Entonces, decir que hubo una “dictadura militar con cómplices civiles” no es exacto: más bien lo que hubo fue un conjunto de sectores y fuerzas militares, grupos económicos, intelectuales, comunicadores, religiosos, políticos y sindicalistas, que, con la orientación de los Estados Unidos, instauró la dictadura militar, en 1976 en Argentina y por esos años en muchos otros países del continente. Si pensamos que fueron los militares los que por motu propio tomaron el poder, no se explica por qué ocurrió a nivel continental, y por qué en todos lados tuvo la misma consecuencia: el predominio del modelo neoliberal. Todo este desarrollo, está implícito en la investigación sobre Papel Prensa, que presentó Cristina Fernández en el año 2010, ya que empieza a investigar a los actores civiles participantes en el golpe de Estado. Si bien aún falta avanzar muchísimo en ese camino, esto es un primer paso. Por eso lo consideramos tan relevante

 

Volvamos ahora al resto de los aspectos del gobierno kirchnerista:

 

Desde la asunción de Néstor Kirchner en 2003 se embanderó la cuestión de resolver la inequidad social, tanto a través de planes más inmediatos y asistencialistas, como de soluciones más estructurales. Observamos claramente esta intención en un discurso de la Ministra Alicia Kirchner en abril de 2005:

“Lo que queremos desde nuestra gestión de Gobierno es el desarrollo humano. Pero esto no se produce con un decreto o apretando un botón mágico. Va a exigir un cambio de tipo estructural y el Gobierno está empeñado en hacerlo -y les pido a ustedes que nos ayuden a hacerlo- desde la articulación integral entre el Estado y su sociedad civil. (…)La familia tiene que sentirse con pertenencia y con pertinencia en el lugar, para lo cual necesita su vivienda, su empleo, tener un lugar y eso es generar un activo patrimonial. Y nuestra política tiene que ayudar a crear activos patrimoniales sino no sirve. (…) No se ha cambiado todo pero el Estado está al frente de los problemas, no se esconde. La pobreza y la desocupación no deben ser consideradas naturales e irreversibles. Es humano y modificable. Es nuestra obligación el cambiar esto. El trabajo es el resolutor de los problemas del país.”[46]

 

Allí se enmarca el aumento cuantitativo y cualitativo del alcance de los planes sociales, como el Plan “Manos a la obra de 2003, el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, también de 2003, y el Programa Familias por la Inclusión Social de 2005, todos implementados desde el Ministerio de Desarrollo Social, y que se suman a los diversos planes y programas del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Tras la crisis financiera de 2008-2009, el gobierno lanza el Plan Argentina Trabaja, que implica una transferencia de ingresos hacia los sectores más pobres, y por ende con más propensión al consumo, de más de 7.500 millones de pesos en el 2010. Todo esto implica, en contraposición al menemismo, una clara expansión de las funciones sociales del Estado. De todas formas, el mismo gobierno reconocía[47] que esto no era suficiente para resolver los problemas de fondo de desempleo y pobreza, cuyos niveles continuaban siendo altos. Se plantea como una problemática a la que se viene enfrentando, pero que no se resuelve con tanta facilidad, y menos sin la cooperación de los sectores más concentrados de la economía[48].

Desde los niveles críticos de 2002, la desocupación ha ido descendiendo, gracias a la industrialización fomentada por el dólar alto, y al favorable contexto internacional de altos precios de las commodities (soja, trigo, maíz, carne, petróleo, etc.). El gobierno kirchnerista, aparte de las políticas sociales ya mencionadas, ha impulsado aumentos en el salario mínimo; la expansión y aumentos en los convenios colectivos de trabajo y la extensión masiva y el aumento de las jubilaciones mínimas. En cuanto a acabar con la flexibilización impuesta en los 90, no se ha avanzado demasiado. En 2004 se promulgó la ley 25.877. En ella, el período de prueba, las indemnizaciones y los aportes patronales son los ejes sobre los cuales se propusieron los cambios, pero no se ha alterado sino superficialmente el modelo flexibilizador de los años 90. De hecho, propone la reducción de cargas sociales para las PyMEs de hasta 80 empleados, con el argumento de fomentar la creación de puestos de trabajo; es decir, el mismo argumento que se utilizaba en los `90, y que termina desprotegiendo al trabajador. La Ley regula varios aspectos que la del 2000 no regulaba, pero aún consideramos que son necesarias mayores protecciones para los trabajadores si queremos hablar de una ruptura plena con el neoliberalismo.

 

La posición de los sindicatos respecto al gobierno cambió radicalmente: mientras que la mayoría se opusieron a las políticas menemistas, hoy en día son una de las bases de apoyo más importantes del gobierno nacional. La organización sindical se ha fortalecido, dada la disminución del desempleo. Sin embargo, la única central reconocida sigue siendo la CGT, negándosele la personería gremial a la CTA, surgida al calor de la resistencia anti-neoliberal.

 

Por otra parte, en especial en los últimos años, desde el gobierno se ha promovido fuertemente la formación de técnicos y científicos. La importancia que tiene esta área para el gobierno se observa en el rango ministerial que le dieron. A fines de 2007, Cristina Fernández de Kirchner anunció la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; área hasta entonces ubicada bajo la órbita del Ministerio de Educación. Su misión es orientar la ciencia, la tecnología y la innovación al fortalecimiento de un nuevo modelo productivo que genere mayor inclusión social y mejore la competitividad de la economía Argentina, bajo el paradigma del conocimiento como eje del desarrollo.

 

Se entregan becas de estudio, se realizan concursos y actividades en la comunidad, se hacen acuerdos internacionales, y se fomenta el desarrollo de un Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI), entre otras acciones. Un hito de enorme trascendencia fue cuando, en junio de 2011, se lanzó el satélite SAC-D Aquarius desde California. El satélite, construido íntegramente por argentinos, y sin intervención de empresas privadas, aporta datos para diversas y relevantes investigaciones científicas.

 

Argentina es la encargada de centralizar y difundir los datos recabados. “Es muy importante la tarea de los científicos y demuestran mucha inteligencia, pero para lograr el desarrollo de las investigaciones, a la inteligencia hay que sumarle plata”, destacó la Presidenta. Y aseguró que “hoy podemos poner en marcha esto porque ha habido desde el 2003 a la fecha un formidable esfuerzo e inversión que hemos hecho en todas las áreas como el Conicet, la Conae, las universidades, donde pusimos todos los recursos que se necesitan para el desarrollo”[49].

 

Asimismo, desde el kirchnerismo se predica fuertemente el antiimperialismo. Este aspecto tiene sus claroscuros. Rechaza desde un principio las “relaciones carnales” con los Estados Unidos. En 2005, se realizó en Mar del Plata la IV Cumbre de las Américas, simultáneamente con la III Cumbre de los Pueblos. Allí, el presidente Argentino rechazó junto a Hugo Chávez el ALCA, planteando la necesidad de la unión latinoamericana. La retórica tiende durante su gobierno hacia ello. Los acuerdos comerciales más fuertes son con Brasil y Venezuela. También se hacen acuerdos de intercambio con Cuba, y se sostiene que debe entrar al Grupo de Río. En 2010, Néstor Kirchner llega a asumir el cargo de Secretario de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).

 

Sin embargo, la posición del kirchnerismo no es tan radical como lo fue en otros países como Venezuela, Bolivia o Ecuador. Un hecho que habla por sí solo es que la Argentina continúa pagando la ilegítima deuda externa[50]. A pesar de la retórica anti-Estados Unidos, Kirchner ha aceptado la Ley Antiterrorista que este país impulsó para nuestros países; y ha enviado tropas argentinas a Haiti bajo el mando de la ONU (que no hace falta aclarar a qué país representa en las relaciones de fuerza concretas).

Hay un conjunto de políticas que debemos considerar para visualizar la redefinición del rol del Estado en el período kirchnerista. Consideramos como un punto de inflexión el llamado “conflicto entre el campo y el gobierno”. Detengámonos para explicar de qué se trató esto.

 

En el contexto de fuerte alza del precio internacional de los alimentos en general y de la soja en particular, el 11 de Marzo de 2008 el Ministerio de Economía emitió la resolución Nº 125 mediante la cual se establecía un esquema de retenciones móviles a las exportaciones de granos. Dicha medida implicaba un aumento considerable sobre los derechos de exportación de soja y girasol. Esta medida fue duramente resistida, a tal punto que desembocó en un conflicto de proporciones inusitadas. A nuestro entender, y teniendo en cuanta la gran exposición mediática que alcanzó, la fuerte politización de la sociedad que implicó, los funcionarios que debieron apartarse de su cargo (el mismo Ministro de Economía renunció el 24 de Abril) y la dura fractura que sufrió la coalición gobernante[51], fue la crisis política de mayor trascendencia desde que se recompuso la gobernabilidad con la asunción del presidente Kirchner en 2003.

 

El conflicto implicó una fuerte polarización de la sociedad entre dos sectores definidos. Por un lado, el sector agrario representado por cuatro entidades: Sociedad Rural Argentina (SRA), Federación Agraria Argentina (FAA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y Confederación Intercoperativa Agropecuaria (CONINAGRO) articuladas en la denominada “mesa de enlace” encabezaron el bloque del “campo”. Por el otro, la presidenta junto con su partido y diversos movimientos sociales conformaron el polo denominado “el gobierno”. El conflicto incluyó cortes de rutas de ruralistas para impedir la comercialización de granos, gran cantidad de actos masivos por parte de ambos “bandos” (en oportunidades simultáneamente), cacerolazos, protestas de camioneros por los cortes de rutas, instalación de carpas frente al Congreso Nacional, conferencias de prensa, vigilias y escraches entre otras.

A lo largo de los 128 días en que se desarrolló la disputa, la sociedad se vio atravesada por un debate de fondo: la intervención estatal en la economía. Los medios de comunicación lo priorizaron en su agenda, contribuyendo a la polarización. En su mayoría, tendieron a oponerse a la resolución. Finalmente, en una peleada votación, el Senado rechazó la medida, con 36 votos a favor y 37 en contra, contando el del vicepresidente.

Consideramos con Varesi[52], que este conflicto expresó una disputa al interior de la clase dominante, entre los agentes económicos y corporativos del agro, los grandes oligopolios de la comunicación y los partidos de derecha y centro-derecha, expresando al paradigma neoliberal; y el oficialismo con los sectores que lo apoyan, representando un proyecto neo-desarrollista. La oposición triunfó tanto en la disputa en torno a las retenciones como en las elecciones legislativas del 2009. A partir de entonces, consideramos, el gobierno va a profundizar algunas de sus medidas, tanto para enfrentar la crisis mundial como para recomponer su marco de alianzas, dando un “giro progresista”.

 

En Noviembre de 2008, el Congreso aprueba el proyecto de ley enviado por Cristina Fernández para nacionalizar los fondos privados de pensiones. Esto supuso el traspaso al Estado de US$ 23,350 millones, para evitar que los futuros pensionistas pierdan más rentabilidad en sus fondos debido a la crisis financiera; y con toda una concepción detrás que sostiene que la seguridad social es un derecho, no un negocio, y por lo tanto debe estar en manos del Estado para poder ser garantizado. A partir del 9 de diciembre, entró en vigencia la Ley 26.425 que crea el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) y elimina el régimen de capitalización, absorbido y sustituido por el régimen de reparto. El nuevo sistema circunscribe el otorgamiento de las prestaciones al Estado y se financia con recursos provenientes del pago de aportes y contribuciones previsionales, además de impuestos recaudados a tal fin. Estos millonarios recursos desde hacía 15 años (es decir, desde la privatización en 1993, llevada adelante por Cavallo) estaban en las carteras de las Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP), quienes los utilizaban en la timba financiera para obtener sus ganancias, poniendo en riesgo las futuras jubilaciones de los trabajadores. En tal caso, la responsabilidad debía asumirla el Estado. Es decir, se hacía cargo de los riesgos, sin participar de las ganancias. Hoy en día, se garantiza a todos los ciudadanos una jubilación, incluso a las amas de casa que no tenían aportes.

 

El nuevo sistema de seguridad social prevé dos incrementos anuales, atados al incremento de la recaudación impositiva y a un índice de salarios. Desde la implementación, la movilidad dicto aumentos del 11,69% y 7,34% en el 2009 lo que totaliza un aumento de 19,03% en pleno impacto de la crisis mundial. Ya en el repunte económico, en el 2010, los aumentos fueron del 8,21% y 16,9%, totalizando un incremento superior al 25%. De esta manera el haber mínimo jubilatorio alcanza a principios de 2011 los $1046, lo que arroja un incremento del 597% si se lo compara con los niveles del 2003. Hoy en día está en $1.227. Desde nuestra perspectiva, recuperar el sistema previsional argentino mediante el reconocimiento pleno del Estado Nacional como único administrador de los fondos de jubilaciones y pensiones, es un acto de clara diferenciación con la década menemista.

 

Asimismo, debemos hacer mención de la nacionalización de Aguas Argentinas en 2006, cuando el gobierno decidió la rescisión del contrato, tras un episodio en que distribuyó agua contaminada, poniendo en riesgo potencial a 800 mil personas. La primera intención fue transferir el contrato a otro privado, pero ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, se decidió re-estatizar. Así el sistema de distribución de agua y las cloacas pasaron nuevamente a manos estatales, bajo el nombre de Aguas y Saneamiento Argentinos – AySA. También en 2008 se nacionalizó la empresa Aerolíneas Argentinas, en medio de fuertes controversias, ya que la empresa poseía un pasivo de 2500 millones. La oposición denunció que se trataba de licuar una deuda privada, y el gobierno sostuvo que intervenía ante la "extrema iliquidez" en que se encontraba la compañía, para “salvar a la aerolínea de bandera”. Por lo pronto, hasta el 2011, el gas, la electricidad y la telefonía continúan en manos privadas.

 

El 10 de octubre de 2009, se va a promulgar la Ley N 26.522, de Servicios de Comunicación Audiovisual; que reemplaza a la Ley de Radiodifusión 22.285, promulgada por la dictadura militar. La necesidad de reformar esta última estaba latente desde 1983, y más de 300 organizaciones venían trabajando sobre los “21 puntos por el derecho a la comunicación”, organizadas en la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Cristina Fernández lo había planteado como parte de su programa de gobierno en la campaña de 2007; y en 2009 cumple su promesa. La ley plantea la regulación de los servicios de comunicación audiovisual en todo el ámbito territorial de la Argentina. Con el fin de impedir la formación de monopolios y oligopolios, el proyecto de ley pone límites a la concentración, fijando topes a la cantidad de licencias y por tipo de medio, ya que se considera a la comunicación audiovisual como de interés público y de carácter esencial para el desarrollo sociocultural de la población; y no como una actividad comercial más. La participación del capital extranjero en las empresas prestadoras se limita a un 30% máximo, y los servicios de televisión abierta deberán emitir un mínimo del 60% de producción nacional. Un 33% del espectro radiofónico se reserva a las organizaciones sin fines de lucro, entre otras cuestiones que establece. Aunque aún no ha tenido un efecto tan visible, la implementación plena de esta Ley implicaría un cambio rotundo en el mapa de medios de la argentina, y lo llevaría a una mucha mayor democratización.

 

En este mismo sentido, dos meses antes se lanza el Programa “Fútbol para todos”. Desde 1991, los derechos de transmisión de los partidos de primera división habían sido propiedad de Televisión Satelital Codificada (TSC) –Grupo Clarín y TyC-. Tras un conflicto entre la AFA y TSC, el gobierno pagó a TSC 600 millones de pesos por los derechos de televisación. A partir de entonces, los partidos de primera división fueron transmitidos gratuitamente por los canales de aire. La crítica de la oposición se basó en las “pérdidas” que representaba este programa. Sin embargo, según cifras oficiales el Estado desembolsa aproximadamente 600 millones de pesos anuales para que todo el país (o gran parte de él) pueda disfrutar del fútbol, en contrapartida con los 1200 millones que se gastaban por año en publicidad hasta el año 2009. Y lo que consideramos más relevante, se garantiza un acceso universal a algo que culturalmente es muy relevante en la Argentina, como son los partidos de fútbol, y que en los 90 se habían convertido en el privilegio de los que podían pagar el cable. Consideramos que aún falta avanzar en la democratización del acceso a concurrir a la cancha a ver el partido en vivo, pero el “Fútbol para todos” sin duda constituye una ruptura importante con la concepción neoliberal.

 

Por otra parte, tenemos la Asignación Universal por Hijo. Sostenemos que es, junto con la re-estatización de las jubilaciones, la política de estado de cambio estructural más relevante en relación a la década de los 90. Asegura a cada niño que tenga un padre o madre desocupado o trabajando en condiciones precarias un monto mínimo de 180 pesos mensuales. La AUH, financiada por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del ANSES busca complementariamente garantizar la escolaridad y la salud, ya que para cobrar el monto se deberá presentar certificado de asistencia escolar y certificado de vacunación. El Centro de estudios CEIL –PIETTE[53], afirma que el impacto en este sentido fue sustancial, en un año se incrementaron un 25% las matriculas escolares y hubo un incremento del 40% de menores en el seguro medico estatal PLAN NACER. En relación a los impactos socio económicos, muestran “como principales resultados que: 1) todos los indicadores de bienestar social examinados experimentan una notable mejoría, especialmente en las regiones más carenciadas del país (el norte argentino); 2) Con la AUH, los indicadores de indigencia se reducen entre un 55 y un 70%, retornando así a los mejores niveles de la historia argentina (los de 1974, resultado que se alcanza cualquiera sea el índice de precios utilizados para establecer el valor de la canasta de subsistencia); 3) Luego de la AUH, el indicador más arquetípico de desigualdad (cuántas veces ganan los ricos más que los pobres) se reduce más del 30%, llevando a que la Argentina sea ahora el país más igualitario de América Latina (ranking otrora comandado por Uruguay, Venezuela y Rep. Dominicana”)

La AUH para 2010 ya cubría a 3,6 millones de niños menores de 18 años, que sumados a las Asignaciones Familiares por Hijo de los sectores formales, la cobertura alcanzaba a los 7.5 millones de niños y jóvenes.

 

Por último, tenemos que, con la crisis de 2008, el gobierno toma algunas medidas económicas que muestran una orientación decididamente intervencionista. A fin de mantener el nivel de empleo de algunos sectores productivos y mantener el nivel de consumo en estas ramas, por medio del ANSES se brindaron líneas de créditos económicos a través del “Plan de Renovación de Electrodomésticos”. El otro sector beneficiado fue el sector automotriz, al cual se le han otorgado créditos para financiar exportaciones, la producción de nuevos modelos de autos y la comercialización interna por medio del plan “Mi primer 0 km”. Las políticas anti-crisis también se extendieron al sector agropecuario, con financiamiento y agilización en la adquisición de maquinaria e insumos para el maíz, trigo, y a la ganadería, como también la expansión de los cupos de exportación. Otro Plan coyuntural es el plan REPRO (Programa de Recuperación Productiva), en el cual el estado nacional se hace cargo parte del salario de los trabajadores de las empresas inscriptas, para sostener el nivel de actividad económica, el empleo y por ende la demanda agregada. En concreto estas políticas favorecen al capital debido a que se lo exime de impuestos y se lo subsidia, pero la otra cara es que son políticas que buscan no ajustar a los sectores populares.

 

En agosto del 2008 se sancionó la ley 24.476, la cual implementaba una moratoria y blanqueo de capitales en relación al IVA, al impuesto a las ganancias, los bienes personales y aportes patronales. El principal objeto de estas políticas fue incrementar la recaudación pública a fin de no reducir el gasto del estado cumplimentando el objetivo de sostener la demanda agregada y el superávit fiscal. En este sentido, se en marca, también, el pago de la deuda externa con reservas del BCRA.

 

Asimismo, la crisis va a generar un giro en la política comercial. A fin de que incremento del consumo interno sea destinado a productos producidos en el país y no importados, se han aplicado distintas barreras, tanto arancelarias como no arancelarias, tales como la aplicación de licencias no automáticas que implica restricciones directas a importaciones, además de acelerar los procesos relativos al comercio desleal. Lo curioso es que hasta entonces la única política proteccionista era el tipo de cambio y a raíz de la crisis mundial no se vaciló en implementar tal medida aun cuando no era lo acordado en el G-20.

 

A pesar de todo lo descripto hasta ahora, también podemos observar ciertas continuidades con la era neoliberal:

 

Son sólo tres empresas (Repsol, Panamerican y Total) las que concentran el 61% de la extracción de petróleo y el 75% de la de gas. La legislación actual les permite a las petroleras liquidar el 70% de las utilidades en el exterior. Al descender la exploración y explotación de nuevos pozos, se han observado últimamente algunas situaciones de escasez, que repercuten directamente en el consumo local.[54] El oligopolio en manos extranjeras claramente no nos da soberanía sobre nuestros recursos naturales, e implica una continuidad con la privatización y la extranjerización de la economía típica de los años noventa.

 

Otro de los problemas que observamos es el proceso de “sojización”. Este cultivo, por su alta rentabilidad en el mercado mundial, ha desplazado a otros cultivos orientados a la producción de alimentos. Este proceso está destruyendo el suelo, en una inversión cortoplacista de altas ganancias pero que no contempla la soberanía alimentaria futura de la Argentina. Tras este mapa de los cultivos se esconde un concepto liberal de que cada empresario puede dedicarse a la actividad que le plazca, sin importar el costo para el país, y sin tener un planeamiento estratégico y global. La reciente Ley de Tierras, parece dar un paso hacia la regulación, al definir a la tierra como un recurso estratégico no renovable. La ley prevé limitar en un 20% del total la venta de tierras a manos extranjeras. Sin embargo, si bien nos parece una medida que fortalece la soberanía nacional, no soluciona la problemática que marcábamos de la “sojización”, sino tan solo de un aspecto de la propiedad de la tierra, y -hay que aclararlo- tampoco redefine radicalmente la tenencia de la tierra en el país.

 

El crecimiento de las importaciones presenta un incremento anual mayor al de las exportaciones, siendo todavía las primeras, bienes de consumo no producidos en nuestro país y presentado las segundas una estructura muy concentrada en pocos complejos, dando muestra de la poca diversificación de la producción o dependencia de ciertos sectores no muy sustentables ecológicamente en el tiempo.

 

Actualmente, asistimos a una gran contaminación de agua, cielo y tierra, a causa de la minería. La actividad minera en Argentina creció un 20.000% entre 1997 y 2007, y se caracteriza por el uso de cianuro y otros químicos altamente contaminantes. En Catamarca, La Alumbrera extrae 4 millones de litros de agua por hora en una zona desértica, volviéndola inservible e irrecuperable para cualquier otro uso. Todo con permiso del estado provincial. Además, la minería goza de innumerables beneficios impositivos y fue favorecida por el veto presidencial a la ley de protección de glaciares en 2008.

 

Podemos decir que la masificación de pesticidas para la implementación del paquete tecnológico en la producción agrícola también es contaminante y afecta la salud de las poblaciones lindantes a los cultivos.

 

Durante todo este periodo, el proceso de concentración empresarial sigue en pie. Las 500 empresas más grandes del país crecen a más del 20% anual, un ritmo notablemente superior a la economía argentina. Las políticas, si bien presentan rasgos redistributivos en términos de la distribución personal del ingreso y leves mejoras en la distribución funcional del ingreso, no modifican el patrón productivo.

 

“El mercado de alimentos en el país está fuertemente concentrado. El 80 por ciento del aceite que se consume lo producen dos empresas: Molinos Río de la Plata y Aceitera General Deheza. En lácteos, el 78 por ciento lo manejan La Serenísima y Sancor. En enlatados, como tomates y arvejas, la posición dominante la ejerce Arcor, que concentra el 70 por ciento. El 75 por ciento del azúcar que se consume es de Ledesma. (…)Ante esa situación, aumentan los precios muy por arriba del incremento de sus costos y del resto de las productoras de alimentos.”[55]

 

Según el Indec, con datos al 2009, agravados en el 2010, la concentración y extranjerización económica crece en la Argentina. De allí surge que de las 500 empresas más grandes del país 324 son extranjeras y sólo 176 argentinas, según datos que arroja la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE). Son datos que excluyen al agro y las finanzas.” 50 grandes concentran el 53% de las ganancias de las 500. He aquí donde se define el modelo productivo, el patrón de consumo y la fijación de los precios en el sistema económico local[56]. Acordamos con Gambina en que es la concentración de las empresas el factor más determinante de la inflación.

 

 

4.2 EN VENEZUELA: CHÁVEZ (1999-2013)

 

El 6 de diciembre de 1998, es electo Presidente con el 56,24% de los votos, Hugo Chávez Frías, por el Polo Patriótico (cuyo componente principal era el Movimiento Quinta República); asumiendo el poder en febrero de 1999. El comandante había estado preso dos años tras el intento de golpe de Estado de 1992, y había sido perdonado por el gobierno de Caldera. Su campaña fue de completa oposición al neoliberalismo, a las medidas económicas y políticas que se estaban tomando en ese momento; y proponía convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, para “refundar la república”.

 

Con su elección, hizo estallar el “pacto de Punto Fijo” que dominaba la política venezolana desde

1958. AD y COPEI, los partidos que habían gobernado alternativamente desde el puntofijismo, quedaron políticamente derrumbados, poniendo en evidencia la magnitud de la crisis política que se vivía. Los nuevos actores políticos van a demostrar una gran sintonía con el electorado, ganando los referéndums y elecciones con un apoyo rondando el 70%.

 

En abril de 1999, se realizó el “Referéndum para la Convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente”, para poder modificar la Constitución de 1961. Se aprobó la convocatoria por un 87,75% de los votos.

 

Aquí tenemos una de las cuestiones claves a destacar del gobierno chavista: los referéndums. Así comenzó su gobierno, y así lo continuará hasta la actualidad. En la nueva Constitución se plantea la construcción de una democracia social, no representativa sino participativa. Chávez ha convocado a numerosos referéndums durante su mandato, los iremos mencionando a lo largo del desarrollo del trabajo. Esto nos habla de una coherencia en este planteo de la democracia participativa. Las decisiones importantes para el país, o la reafirmación de los dirigentes que deben tomar las decisiones, queda en manos del electorado, a través de un mecanismo de los más democráticos en la actual sociedad de masas.

La constitución elaborada por la ANC, fue refrendada por el pueblo venezolana en diciembre de 2000: el 70% de los sufragantes aprobó la nueva Constitución.

 

Consideramos muy relevante, para entender el proyecto bolivariano, citar el texto de la Nueva Constitución, donde se plantean como objetivo:

“refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad.”[57]

 

Si bien sostiene un discurso anti-capitalista, el perfil es más bien nacionalista con profunda vocación humanística y cristiana; y en un principio no pone en duda la propiedad privada. No va a ser hasta el año 2005 que se hable de socialismo.

 

Sin embargo, el nuevo gobierno tiene una consecuencia de gran trascendencia para la historia venezolana: acabar con el puntofijismo. AD y COPEI gobernaron el país, turnándose la presidencia, durante 41 años, y de repente se vieron desplazados del escenario político por una coalición que se basaba en los ideales de Simón Bolívar de una “patria grande”, pregonaba el indigenismo, el nacionalismo, algunos el socialismo; es decir, todo lo contrario a lo que habían hecho sus respectivos últimos gobiernos. Y Chávez plantea hacer más democrática la sociedad, incluir a los excluidos del sistema, a los marginales. Él va a priorizar el bienestar social, y no las ganancias privadas. Si bien en un principio, como dijimos, no cuestiona la propiedad privada, es claro que su gobierno va en el sentido de mayor estado y menos mercado.

 

En junio de 99, se lanza el Programa Económico de Transición 1999-2000. Como es un año de recesión, no se dispone inicialmente de muchos recursos para políticas sociales, y se decide reunir todos los recursos en una sola institución, que resultaba costosa pero -hasta entonces- no realizaba muchas acciones por el bienestar ciudadano: el ejército. Chávez propone el Plan Bolívar 2000, mediante el cual cada división del Ejército llevaría adelante un programa. Por ejemplo, la Marina el Plan Pescar 2000, o la Guardia Nacional el Plan Avispa (para construir viviendas populares). Esto se implementó hasta el año 2001, y “reparó miles de escuelas, hospitales, clínicas, casas, iglesias y parques. Más de dos millones de personas recibieron tratamiento médico. Se abrieron cerca de un millar de mercados con precios populares, se vacunó a más de dos millones de niños, y se recogieron miles de toneladas de basura, sólo por nombrar unos pocos resultados del programa.”[58]

 

Tuvo sus críticas: la falta de transparencia hizo que se levantaran muchos cargos de corrupción contra los funcionarios, y por otra parte es cierto que representaban soluciones de contingencia. Sin embargo es necesario analizar el Plan Bolívar 2000 en el contexto de escasez de recursos que se presentaba. Aún faltaba para las mucho más exitosas “misiones”.

 

Asimismo, en 1999 se crea el Fondo Único Social (FUS). Se trata de “un Instituto Autónomo que tiene por objeto concentrar en un solo ente, la captación y administración de los recursos para lograr la optimización de las políticas, planes y regulación de los programas sociales, destinados a fortalecer el desarrollo social, la salud integral, la educación y el impulso de la economía popular competitiva, con énfasis en la promoción de microempresas y cooperativas, como forma de participación popular en la actividad económica y en la captación para el trabajo de jóvenes y adultos.”[59]

 

Respecto a los sindicatos, podemos decir que quedaron relativamente desorientados tras la asunción de Chávez. Como habíamos planteado, dependían fuertemente de los partidos tradicionales. Al quedar éstos virtualmente destruidos, los sindicatos perdieron la brújula. La relación de la CTV -principal central- con Chávez fue desde entonces muy conflictiva. Como la mayoría de los líderes sindicales provenían de los partidos que la elección de Chávez hizo caer, era bastante evidente que no iban a tener demasiadas simpatías por su gobierno. El descreimiento hacia los partidos tradicionales, hizo que la sociedad venezolana sea bastante tolerante a los intentos de intervención de los sindicatos. De hecho, en julio de 2000, se realizan las elecciones para relegitimar todos los poderes, y el presidente gana con el 59,76% de los votos.

 

Chávez, desde la campaña venía planteando la cuestión de reformar las estructuras sindicales. Su actitud al asumir fue de hostilidad. El primer gesto fue el retirar los aportes gubernamentales a los sindicatos (aunque esto bien podría leerse como positivo: los aportes favorecían la corrupción y desincentivaban la capacidad de lucha del movimiento sindical). Por otra parte, el gobierno, a través del Ministerio de Trabajo, intervino en el sentido de renovar las conducciones sindicales. El vínculo entre gobierno, partido y sindicato, hacía que la renovación de los líderes no fuera muy frecuente ni dinámica. Había un mecanismo llamado “reestructuración de la directiva”, que consistía en no hacer elecciones sino una asamblea para ratificar a los directivos existentes. El gobierno de Chávez apoyó decididamente a las corrientes emergentes. La Constitución de 1999 es asimismo altamente intervencionista, ya que coloca bajo el control de un organismo externo -Consejo Nacional Electoral- los procesos electorales sindicales. En el año 2000, el gobierno convocó a un Referéndum Sindical, para intentar ganar la conducción de los mismos. No cabe aquí explayarse sobre el tema, pero diremos que representó un intento de que toda la comunidad decida sobre la vida sindical, y fue un fracaso rotundo para Chávez. Así, la CTV fue ganada por la oposición. Los sindicatos y los sectores empresariales actuaron de oposición durante los primeros años de gobierno, pero en un principio eran relativamente débiles. Fueron consolidando su posición hacia el tercer año de gobierno. Para esta etapa, ya convocaban a movilizar contra el gobierno, obteniendo bastante apoyo en las calles.

 

En el año 2000, se diseña el documento Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social 2001-2007 el cual se plasman los cinco grandes ejes para la constitución de la nueva República:

 

1. El equilibrio político que garantice la democracia participativa y protagónica.

2. El equilibrio económico para garantizar una economía solidaria, productiva y autosostenida.

3. El equilibrio social mediante la educación, la cultura y la justicia, fundamentalmente.

4. El equilibrio territorial para la ocupación proporcionada del territorio nacional.

5. El equilibrio internacional para fortalecer la soberanía, desarrollar la integración no sólo de América Latina sino también con el resto del tercer mundo.

 

De esta forma, Venezuela se convirtió en el primer país del continente que logró construir un programa estratégico económico-social fuera de las recetas de los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, diseñadas para América Latina y el Caribe. Esto va a empezar a generar cierto rechazo en la comunidad internacional de negocios.

 

En junio del 2001, Chávez crea los Círculos Bolivarianos, instrumentos clave de su proyecto. Los mismos estarían compuestos de 7 a 11 personas, y se dedicarían a discutir y ayudar a canalizar al organismo competente, los problemas de la comunidad. También tienen como tarea promover la cultura, la ciencia y el deporte. Según Modesto Guerrero[60], hasta el golpe de 2002, había unos 1.500 círculos organizados; pero después de ese momento, fueron nutridos por centenares de miles de militantes en todo el país, hasta convertirlos en la principal herramienta de lucha en los barrios, oficinas y algunas fábricas. Los círculos están organizados de manera piramidal, con un coordinador parroquial, uno municipal y uno estadual. El máximo dirigente de los Círculos Bolivarianos será el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

 

En noviembre de 2001, el Congreso aprueba la Ley Habilitante, bajo el amparo de la cual Chávez sanciona 49 controversiales leyes. Éstas estaban orientadas a adaptar el marco legal a los nuevos postulados constitucionales. Las más polémicas fueron la Ley de Tierras, la de Pesca, el establecimiento de la responsabilidad social de las entidades financieras, y, sobre todo, la Ley de Hidrocarburos. Veamos brevemente de qué se trataban.

 

La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, una de las rupturas más radicales, y resistidas, del gobierno, básicamente plantea que cualquier venezolano adulto que cumpla ciertos prerrequisitos básicos, tiene derecho a solicitar un terreno para su familia. Contempla la capacitación y las herramientas para que esa tierra sea productiva. El Estado se reserva el derecho de adquirir tierras de los privados, si tienen determinada cantidad de hectáreas, a precio de mercado. En el 2003 se entregaron, por ejemplo, 1,5 millones de hectáreas a 130.000 familias. El plan está dirigido a reducir la pobreza rural -y en menor medida la urbana- y a asegurar la soberanía alimentaria del país.

 

La Ley de Pesca y Acuicultura, básicamente prioriza la demanda del mercado nacional; protege a los pescadores artesanales y a sus caladeros de pesca, y les da exclusividad en una gama de actividades de explotación de los recursos pesqueros. Plantea el respeto al ecosistema y define como propiedad del Estado los recursos hidrobiológicos que se encuentran permanente u ocasionalmente en el territorio nacional y en las áreas bajo soberanía de la República.

 

También se dio impulso al cooperativismo o “economía social”, mediante un programa de microcréditos, la creación del Ministerio de Desarrollo de la Economía Social, y una ley bancaria que exige a todos los bancos convencionales dedicar cierto porcentaje de sus préstamos a microcréditos. Consideremos que las cooperativas y pequeñas empresas son las primeras generadoras de empleos en una economía, y que implican un cambio rotundo en la mentalidad de los trabajadores y en la distribución del ingreso entre los mismos. El cooperativismo es considerado por el gobierno bolivariano como uno de sus pilares. En este sentido, se crean el Banco del Pueblo Soberano (en 1999) y el Banco de la Mujer (en 2001)[61].

 

Para explicar la Ley de Hidrocarburos, vamos un poco más atrás. PDVSA venía impulsando una política de debilitamiento de la OPEP, ya que “obstaculizaba” sus negocios. Desde la empresa, no se respetaron las cuotas máximas, y la sobreoferta produjo una gran caída de los precios, en 1998-99. En Venezuela, altamente dependiente de estos ingresos, esto provocó una gran recesión. Chávez, apenas asume, se propone recuperar tanto la OPEP como los precios petroleros, y lo hace a través del Ministerio de Energía y Minas (MEM). El gobierno pone fin a la “Apertura petrolera” de los noventa, que beneficiaba más al capital extranjero que al nacional. En septiembre de 1999 se promulga la Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos y, luego, en noviembre de 2001 la Ley Orgánica de Hidrocarburos. Con ellas se procura garantizar un ingreso fiscal más estable y evitar la fuga de capitales, al compartir los riesgos de precios bajos entre el Estado propietario y la industria petrolera inversionista. Hasta 1999, la toma de decisiones era prácticamente monopolio de la alta gerencia de PDVSA; desde entonces, el proceso de toma de decisión se ha desplazado crecientemente hacia Ministerio de Energía y Petróleo. Esta es una cuestión muy trascendente, dada la relevancia de los ingresos petroleros para el país, y la importancia de contar con políticas públicas planificadas estratégicamente y en beneficio de todos. También se cobran los impuestos atrasados a las transnacionales que operaban en el sector. El programa político de Chávez es financiado en su gran mayoría por los ingresos del petróleo[62].

 

Entre 1999 y 2009, el gobierno invirtió cerca del 60% de los ingresos fiscales del país (es decir, 330.000 millones de dólares) en gasto social, a través de programas de salud, educación y alimentación, entre otros. En 1998, el gasto social representaba sólo un 8% del PBI. En 2009, representaba un 20%.

 

Como dice Elías Eljuri, presidente del Instituto Nacional de Estadística (INE): “esta inversión es muy importante, porque el venezolano es considerado como elemento humano fundamental para las políticas de Gobierno, donde el ser humano juega un papel de primer orden”[63].

 

En vez de priorizar la asistencia económica a las empresas privadas, se asiste a los ciudadanos directamente para que sus derechos se cumplan. Esto implica todo un cambio de paradigma, sobre cuál es el rol del Estado.

 

La forma en que fueron aprobadas estas 49 leyes, y en particular la manera en que el proceso fue presentado por los medios de comunicación, generó cierto malestar en la población que ya tenía cierto recelo hacia las políticas gubernamentales y con concepciones más liberales sobre la política. “El paquete legislativo fue legitimado democráticamente entre la población con una inusual campaña de información y discusión. (…) La prensa reflejaba en esos días lo peor de ese episodio: la gente más humilde, la mayoría de la clase obrera, y una parte de la clase media asalariada, comenzaban a sentir el contenido de esas leyes como si fueran una parte importante de sus reclamos y sus sueños.”[64]

 

Además, tocaban poderosos intereses económicos – nacionales e internacionales-, y todo aquel que se vio afectado, salió a defender sus privilegios. Todas estas leyes van a consolidar la economía venezolana, y a reafirmar la soberanía del país sobre sus recursos naturales. Y esto naturalmente provocó una reacción de las grandes firmas mundiales y de los Estados Unidos, acostumbrados a controlar la política y los recursos de su “patio trasero” -Latinoamérica. La ofensiva, sobre todo mediática, pero también de presión política, económica y militar, dio comienzo.

 

El 10 de diciembre de 2001, Fedecámaras, apoyado por la CTV y otras organizaciones opositoras, convocó a un paro, que resultó exitoso, con un 90% de la actividad económica paralizada. El 23 de febrero de 2002 también se convocó a una movilización opositora, que tuvo gran capacidad de convocatoria. Todo este clima de tensión y polarización se fue incrementando, sumado a la recesión económica, para dar paso a un período de fuertes confrontaciones políticas entre el chavismo y la oposición.

 

Los enfrentamientos callejeros se hicieron cada vez más frecuentes, y esto terminó desembocando en el golpe de estado del 11 de abril de 2002. La oposición convocó a una movilización “en apoyo a la huelga de los petroleros”, pero luego se desvió la marcha hacia el palacio de Miraflores. Quedó así evidenciado que el apoyo a la huelga era tan solo una excusa. Chávez fue secuestrado y Pedro Carmona tomó el poder presidencial por 47 horas. Los medios de comunicación, que desde la asunción de Chávez habían actuado como factor aglutinante y voz de la oposición, jugaron un rol clave en el golpe. Finalmente, la gran movilización popular logró que Carmona deba retirarse y que Chávez regrese al poder. Tampoco nos detendremos en los pormenores de estos sucesos, ya que no es el objetivo de este trabajo.

 

Lo que sí queremos resaltar son dos cuestiones. La primera es que las masivas movilizaciones para exigir su regreso demostraron que Chávez contaba con apoyo activo y no sólo electoral. Creemos que esto es un fuerte indicio para suponer que el apoyo al comandante no se trata meramente de “clientelismo”, ni siquiera de artimañas mediáticas de campaña. Sostenemos en este trabajo que el gobierno bolivariano está formando una ciudadanía activa, interesada en política, y de la cual gran parte considera que Chávez le ha devuelto la dignidad al pueblo venezolano. El proceso ha integrado a las grandes mayorías a la órbita de los derechos humanos. Caso contrario, no se explicaría la masiva concurrencia ante el golpe de estado; incluso considerando que los medios de comunicación estaban tomados por los golpistas.

 

Y en segundo lugar, desde nuestra perspectiva, el golpe da cuenta de la magnitud de los cambios emprendidos, antes los cuales los sectores que vieron afectados sus intereses, reaccionaron con una medida extrema: el quiebre del orden democrático. El golpe y su fracaso terminaron siendo contraproducentes para estos sectores, que quedaron ampliamente deslegitimados.

 

Chávez regresa a sus funciones con un apoyo popular fortalecido, y convencido de la necesidad urgente de profundizar la democratización y la equidad.

 

En 2002, el Gobierno Bolivariano creó los Comités de Tierras Urbanas, que han promovido la organización popular para la regularización de la tenencia de la tierra en los barrios populares

 

Entre diciembre de ese año y febrero del 2003, los sectores opositores convocaron a un paro petrolero. Éste paralizó la economía y causó un grave deterioro de la misma, teniendo que ponerse el esfuerzo en volver a estabilizar la economía y los ingresos estatales. Durante 63 días, cerraron sus puertas más de 10 mil empresas y comercios, y la oposición tomó control de las plantas de la industria petrolera de PDVSA. Sin embargo, una vez superado este paro, la economía comienza a crecer ininterrumpidamente hasta el año 2008. Esto permitió que los trabajadores mejoraran su capacidad adquisitiva a lo largo de este período.

 

En 2003, el presidente Chávez crea las misiones sociales, con el objetivo de consolidar la democracia social participativa. Su propósito fundamental es enfrentar las causas y consecuencias de la pobreza y la exclusión, con la participación protagónica del pueblo[65]. Enumeraremos a continuación las más relevantes de las 27 misiones existentes.

 

La Misión Robinson I, lanzada en junio de 2003, tiene como propósito la erradicación del analfabetismo. La Misión Robinson II es la segunda fase del proceso educativo de los sectores excluidos, y tiene como objetivo garantizar los estudios básicos de la población alfabetizada, que deberán graduarse en educación primaria luego de una formación de dos años.

 

Por su parte, la Misión Ribas se ocupa de incorporar a la educación secundaria y diversificada a quienes no tuvieron oportunidad de terminarla, o que nunca pudieron acceder a la misma.

 

La Misión Sucre se orienta a facilitar el acceso a la educación superior de aquellos sectores de población que no han tenido o no tienen oportunidades de acceso, debido a las inequidades todavía existentes en el sistema educativo formal.

 

Misión Barrio Adentro es un programa integral, basado en la experiencia de décadas de la República de Cuba, que brinda servicios de salud primaria preventiva y curativa y de promoción de la salud en las propias comunidades. Se encuentra en proceso de consolidación Barrio Adentro II, que consiste en la puesta en operación del segundo escalón del nuevo sistema, por medio de la construcción de centros de diagnóstico y rehabilitación integral en las adyacencias de las comunidades. Barrio Adentro III implica el rescate integral de la red hospitalaria nacional, para garantizar la eficiencia del sector terciario del nuevo sistema.

 

Por medio de la Misión Milagro, las personas de escasos recursos con problemas agudos de la vista viajan a Cuba, donde los especialistas cubanos resuelven sus dolencias oculares sin costo alguno, devolviéndoles la vista y la plena capacidad de incorporarse a la vida nacional.

 

La Misión Negra Hipólita, nombrada en honor de una de las nodrizas de Simón Bolívar, busca superar las deficiencias de los programas ortodoxos de asistencia social, ofreciendo una oportunidad real de vida digna a los niños y niñas que viven en la calle.

 

Por último, la Misión Mercal se propone garantizar la seguridad alimentaria en toda la población, y consiste en la distribución de alimentos a precios populares, mediante la subvención la construcción de mercados populares, o las jornadas de mercados en la vía pública. Hasta 2010, Mercal ha expendido más de 8.4 millones de toneladas de alimentos, habiendo beneficiado al 80% de la población.

 

Según Gómez y Alarcón[66], ya desde el Plan Bolívar 2000 y el Fondo Único Social, se habían delineado las características básicas del período chavista: integración social, corresponsabilidad, cohesión social, participación social, ciudadanización, progresividad, intersectorialidad, centralidad de la familia y desarrollo humano integral. Como vemos, estos principios son claramente contrapuestos a los que habían guiado las políticas sociales neoliberales. Asistimos a una universalización de las políticas y a una impresionante ampliación de los derechos de las personas, en especial en las áreas de salud y educación.

 

Según la CEPAL la pobreza bajó de un 49,4 % en 1999 a un 30,2 % en 2006 mientras que la indigencia o pobreza extrema pasó del 21,7% al 9,9% en el mismo período. El desempleo descendió de un 15,2% en 1999, a 6,6% diez años después (según datos del INE).

 

Entre 2003 y 2004 van a surgir también la Coordinadora Agraria Nacional "Ezequiel Zamora" (Canez), los Batallones Electorales –en los cuales se organizaron más de dos millones de venezolanos para hacer la campaña durante el Referéndum de 2004- y la Unión Nacional de Trabajadores –que desde su surgimiento en abril de 2004, se convirtió rápidamente en la vanguardia obrera del país. Los tres organismos, al igual que los Círculos Bolivarianos, vas a ser blanco permanente de crítica de los medios de comunicación[67].

 

Los resultados de las políticas llevadas a cabo hasta entonces y la inmensa labor de estas organizaciones de base, se ven plasmados en las elecciones, y son elocuentes. El 15 de agosto del 2004, se realiza un referéndum presidencial (mecanismo establecido en el artículo 72 de la nueva constitución) para evaluar la gestión presidencial, convocada por la oposición. Un 59,6% de los votantes, ratifica a Chávez en la Presidencia de la República. Es el primer Jefe de Estado que se somete a este tipo de consulta específica en el mundo entero, y con este resultado, sumaron 7 las elecciones que Chávez y sus partidarios ganaban desde 1998[68].

 

Los partidarios de Chávez presionan para que, dados los favorables resultados, se radicalice el rumbo emprendido. En Noviembre de 2004, ya se perfila lo que está por venir, con en el diseño de los 10 grandes objetivos estratégicos de la Nueva Etapa de la Revolución Bolivariana. Ellos son:

1.      Avanzar en la conformación de la nueva estructura social

2.  Articular y optimizar la nueva estrategia comunicacional

3.      Avanzar aceleradamente en la construcción del nuevo modelo democrático de participación popular

4.      Acelerar la creación de la nueva institucionalidad del aparato del Estado

5.      Activar una nueva estrategia integral y eficaz contra la corrupción

6.      Desarrollar la nueva estrategia electoral

7.      Acelerar la construcción del nuevo modelo productivo, rumbo a la creación del nuevo sistema económico

8.      Continuar instalando la nueva estructura territorial

9.      Profundizar y acelerar la conformación de la nueva estrategia militar nacional

10.  Seguir impulsando el nuevo sistema multipolar internacional

 

En diciembre de ese año, hay un punto de inflexión clave: por primera vez, Chávez habla en un acto público de la necesidad de crear el “Socialismo del Siglo XXI”. 2005 es un año de consolidación y expansión de las “Misiones”. Es el año en que Venezuela se declara "Territorio libre de analfabetismo", gracias al Programa cubano “Yo, Si Puedo”. Ese año se incrementó la producción del hierro, el aluminio y el acero batiendo récords históricos; se incrementó la producción agrícola en distintos rubros, el comercio y la inversión internacional, entre otros.

 

Hay “tres áreas, estrechamente entrelazadas, en las cuales el gobierno centró su accionar: 1) la industria petrolera; 2) la integración latinoamericana y la búsqueda de la multipolaridad en el ámbito internacional; 3) la economía social y el desarrollo endógeno.”[69]

 

Respecto al primer punto, en abril de 2006 se eliminaron por ley los convenios operativos, sosteniendo que su contenido de éstos era incompatible con las reglas establecidas en el régimen de nacionalización petrolera. El gobierno negoció la conformación de nuevas empresas mixtas, con una participación mayoritaria de PDVSA; y además incrementó las regalías y los impuestos al sector. Así, una creciente proporción de los ingresos del sector fueron pasando al Estado. De los 85.000 millones que ganó PDVSA en 2005, 25.000 millones fueron a manos estatales. Por otra parte, la política petrolera venezolana también ha apuntado a la integración con otros países, proponiendo el gobierno diversas formas de cooperación con ellos. Esto se cristalizó por ejemplo en la creación de Petrocaribe, donde participan 15 países del Caribe, o en los acuerdos con Paraguay, Uruguay, Argentina, Brasil, y China. Además, se ha diversificado el origen de las inversiones, haciéndolas menos vulnerables. Se le hacen varias críticas, entre ellas la gran participación de capitales extranjeros tras una retórica nacionalista (a lo cual se responde que así los beneficios fiscales son mayores), y el riesgo que representa el uso de combustibles fósiles para la continuidad de la vida en el planeta (lo cual es planteado hasta por el mismo Chávez). Es este aspecto falta información y debate público sobre lo que implica la industria petrolera para Venezuela, en todos sus aspectos.

 

El segundo punto, la integración latinoamericana y la multipolaridad, está muy relacionado con lo anterior. En 1999, Chávez asume rodeado de gobiernos neoliberales. Las relaciones con los Estados Unidos no fueron buenas: desde la recuperación de la OPEP, pasando por la relación de Venezuela con países considerados parte del “eje del mal”, y finalmente con la participación estadounidense en el Golpe de 2002. En 2003 Chávez critica fuertemente al ALCA y lanza la iniciativa del ALBA (Alternativa Bolivariana para la América), profundizando el enfrentamiento. En diciembre del 2004 firma con Cuba la primera declaración del ALBA, con 12 principios orientadores. Bolivia se une a esta Alianza en 2006 con la asunción de Evo Morales. En el marco del ALBA, en 2005 Argentina, Cuba, Uruguay y Venezuela crean el canal Telesur, para contrarrestar el monopolio mediático reinante en el subcontinente. Además, en 2006 Venezuela se retira del CAN por los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos que algunos de sus miembros llevaban adelante, apostando desde entonces fuertemente al Mercosur, al cual ingresó ese mismo año. Los acuerdos energéticos fueron claves en la integración latinoamericana que el ALBA propicia. Si bien la proporción del comercio petrolero entre Venezuela y Estados Unidos continúa siendo altísima, está tendiendo a decaer, para fortalecer el comercio con otras naciones.

 

Por último, respecto al tercer punto, podemos decir que desde el 2004 se potenciaron las iniciativas tendientes a fortalecer la economía social y el desarrollo endógeno.

 

En marzo de 2004 se crea la Misión Vuelvan Caras, cuyo objetivo era generar empleo permanente mediante la capacitación para el trabajo, la formación sociocultural y la creación de

 

Núcleos de Desarrollo Endógeno. Los NUDE son “áreas o localidades con potencial de desarrollo endógeno de acuerdo a sus propias características históricas y culturales” y para conformarlas “se convoca a los habitantes de las localidades cercanas a la formación técnico-productiva y socio-política, orientadas al posterior desarrollo de una actividad cogestionaria o autogestionaria en el objetivo de desarrollo”[70].

 

El objetivo ideológico del programa consistía en atacar la división entre los que piensan y los que hacen, rechazar el trabajo asalariado como tal y promover la propiedad colectiva.

 

En septiembre, se crea el Ministerio para la Economía Popular (MINEP), con el objetivo de guiar la transición de un modelo capitalista, a otro que privilegie la economía social y solidaria, haciéndolo sostenible. Coordina los NUDE, y promueve las cooperativas y micro emprendimientos. En 1998 había 877 cooperativas registradas. En 2005, más de 100.000. El gobierno ha promovido el concepto de co-gestión, tanto para estas empresas como para varias empresas del Estado (tales como las de distribución de electricidad CADAFE y CADELA, y la empresa de producción de aluminio Alcasa); y para empresas privadas a través del programa Fabrica Adentro, de subsidios e incentivos. En julio de 2005 el presidente Chávez propuso la creación de un nuevo tipo de unidad económica de producción: la Empresa de Producción Social (EPS), donde habría igualdad sustantiva entre sus integrantes, basada en una planificación participativa y protagónica, y bajo régimen de propiedad estatal, propiedad colectiva o la combinación de ambas.

 

Nosotros agregaríamos a estos ejes el tema de la democracia participativa. El tema está muy presente ya en la Constitución de 1999: hay cerca de 70 artículos que hablan de la participación ciudadana. La Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública, del 12 de junio de 2002, se crea como una instancia en la que se incorporaría la ciudadanía a los procesos de planificación de las políticas y programas municipales. Tras la inicial resistencia de los Alcaldes a la hora de implementarla, en junio del año 2005 se promulga Ley Orgánica del Poder Público Municipal, y principios de abril de 2006, se promulga la Ley de los Consejos Comunales, estableciendo ahora una relación directa entre los consejos comunales y el Ejecutivo nacional a través de las comisiones presidenciales establecidas para tal fin. Un estudio realizado a principios de 2008, de la Fundación Centro Gumilla, muestra que un 74% de la población consideraba que la relación entre el Consejo Comunal y el Estado era altamente positiva, y un 71% calificaba de igual modo las relaciones de cooperación entre los consejos comunales y la comunidad. Un 85% sostenía que la iniciativa de armar el consejo comunal había sido de la propia comunidad, y un 84% participaba de los mismos, demostrando que la ciudadanía se apropió de esta herramienta de manera muy activa. Un 76% consideraba que las decisiones son absolutamente democráticas, mientras que un 21% consideraba que había personas con mayor poder de decisión que otras. El 77% de los consejos comunales señalaban que habían contado con algún tipo de asesoría de funcionarios gubernamentales para el desempeño de las actividades[71].

 

Creemos que con estos datos, es suficiente para reconocer la enorme importancia que tienen los consejos en la construcción de una democracia más participativa y menos delegativa, como una cuestión clave del proyecto bolivariano.

 

A partir de 2005, Chávez comienza con la expropiación de latifundios y tierras improductivas, para entregarlas a familias para que las trabajen, basándose el la Ley de Tierras. En diciembre hubo elecciones legislativas, y como la oposición llamó a abstenerse, los chavistas obtuvieron todos los escaños. Durante el año 2006, se inauguró una seri de obras de infraestructura muy importantes (Línea 4 del Metro de Caracas; proyecto ferroviario Ezequiel Zamora - Valles del Tuy - Metro de Los Teques; Metro de Maracaibo; Segundo Puente sobre el río Orinoco; Autopista de Oriente "Gran Mariscal de Ayacucho"; Represa Tres Ríos, estado Zulia, entre otras). PDVSA invirtió 6.000 millones de dólares en el Proyecto Delta Caribe del Complejo Industrial Gran Mariscal de Ayacucho y la infraestructura del gasoducto transoceánico (Colombia, Panamá y Venezuela); en el marco del Plan Siembra Petrolera. A fines del 2006, se realiza una nueva elección presidencial, donde Chávez es reelecto con el 62, 84% de los votos, es decir, con una ventaja de más de 3 millones de votos. Después de esa victoria, se constituyó el actual Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), para llevar adelante las reformas que se venían.

 

Al renovar su mando, en enero de 2007, Chávez lanza la frase “Patria, Socialismo o Muerte”, reafirmando su voluntad de llevar al país hacia el Socialismo del Siglo XXI. Caracteriza el periodo 1999-2006 de su presidencia como la “fase de transición” y dice que se ha entrado a una nueva era, lo que denomina el Proyecto Nacional Simón Bolívar de 2007-2021. Para ello, plantea, se requiere impulsar cinco “motores”: una Ley Habilitante mediante la cual se reformarán un conjunto de leyes; una reforma constitucional que incluye la propuesta para la reelección presidencial indefinida; una jornada nacional para la educación popular, una nueva geometría del poder basada en un cambio de lo político-territorial con el fin de crear un sistema de ciudades y territorios federales; y finalmente el quinto motor seria la “explosión del Poder Comunal” que implicaría “que los consejos comunales deberán trascender el ámbito local, para formar federaciones y confederaciones que estudien las necesidades del territorio y participar en la nueva ordenación territorial socialista”.

 

Los cambios fuertes comenzaron a materializarse: en 2007 comenzaron las nacionalizaciones en diversas áreas:

 

1. Petróleo: en mayo del 2007, el gobierno tomó las instalaciones -operadas por corporaciones petroleras internacionales- de cuatro proyectos de crudo pesado en la faja petrolífera del Orinoco. En mayo del 2009 también tomó de activos de unas 74 empresas que prestaban servicios a PDVSA.

 

2. Telecomunicaciones: en mayo del 2007 se estatizó CANTV, la mayor empresa de telecomunicaciones del país, tras pagar 1.300 millones de dólares por el 79,62% de las acciones.

 

3. Electricidad: Venezuela concretó en mayo del 2007 la nacionalización de la Electricidad de Caracas (EDC), la mayor eléctrica privada del país, tras pagar 740 millones de dólares a la estadounidense AES Corp. En febrero del 2007 pagó 106 millones de dólares a CMS Energy por su paquete accionario de 88% en la empresa eléctrica Seneca de la Isla de Margarita.

 

4. Siderúrgica: en mayo del 2008, Chávez suscribe el decreto de nacionalización de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor); un año después el gobierno acordó pagarle 1.970 millones de dólares a Ternium para tener una participación de 59,7% en la empresa.

 

5. Cementeras: El gobierno anunció en abril del 2008 la nacionalización del sector cementero, proceso que afectó a las filiales de Cemex (México), Holcim (Suiza) y Lafarge (Francia). Cuatro meses después Lafarge aceptó venderle al gobierno 89% del paquete accionario de su filial venezolana por 267 millones de dólares. Holcim transfirió 85% de las acciones de su cementera por 552 millones de dólares. Ninguno de los pagos por las cementeras se ha concretado. Cemex y Holcim iniciaron acciones legales contra el gobierno venezolano en tribunales internacionales para exigir una indemnización por la toma de sus activos. El conflicto con Holcim se resolvió en 2010, y con Cemex aún hoy no está resuelto.

 

6. Alimentos y tierras: En el 2008 el mandatario adquirió para el Estado algunas empresas menores en el sector de alimentos, como una planta lechera y una compañía de frigoríficos para carne; y declaró de utilidad pública algunas empresas que pasaron a ser propiedad de sus empleados. Desde el 2005 ha expropiado unas 2,2 millones de hectáreas. En 2009 se expropió la estadounidense Cargill, cuya división de procesamiento de arroz se estaba negando sistemáticamente a producir arroz regulado.

 

7. Banca: en 2009 se concretó la nacionalización del Banco de Venezuela. El gobierno pagó 1.050 millones de dólares al grupo español Santander.

 

Hablamos de “nacionalizaciones” para simplificar la exposición, pero es necesario aclarar este término. Vamos a citar a Modesto Guerrero, que es muy claro al respecto:

 

“Es difícil catalogarlas de nacionalizaciones, aunque las hay, o de simples estatizaciones, que también existen, en realidad se trata de un cuadro más complejo de figuras jurídicas usadas por el gobierno bolivariano para posicionar al Estado como un actor determinante en la economía, desde la producción, la comercialización, la distribución, la fiscalización técnica y normativa al crédito de inversión productiva. Se ha expropiado, pero sobre todo se han pactado contratos de compra con indemnización, o se ha intervenido para evitar colapsos o impedir desabastecimiento, contrabando y ruptura de la cadena alimentaria. Alrededor de 15.000 millones de dólares ha gastado el gobierno para sufragar esos desplazamientos de propiedad capitalista hacia el Estado. Los doce rubros en los que ingresó enlistan ramas tan variadas como alimentos, electricidad, telefonía, telemática, acero, minería, energía fósil, cementeras, silos, paking, cadena de frío, transporte de combustible, banca, televisión y pesca. En veintiuna plantas los desplazamientos estuvieron precedidos o cruzados por conflictos laborales donde los sindicatos reclamaron a las privadas con huelgas y ocupaciones por condiciones salariales, de salud y formas irregulares de contratación tercerizada. (…) la mayoría de las empresas se definen por su participación directa en dos acciones consideradas criminales: el golpe de abril de 2002 y el golpe petrolero de enero-marzo de 2003.”[72]

 

Respecto a los medios de comunicación, en 2007, Chávez decidió no renovar la licencia del grupo audiovisual Radio Caracas Televisión (RCTV), que expiraba en mayo. Esto suscitó una viva polémica en el seno de la prensa internacional, que lo acusaba de “censura”. Hugo Chávez ha acusado reiteradas veces, a Globovisión, Televen, Venevisión y RCTV –que controlan cerca del 90% del mercado y disponen de un monopolio mediático “de facto”– de llevar a cabo una “guerra psicológica” contra su administración. Éstos han cuestionado incesantemente su legitimidad y apoyo popular. Más allá de estos agravantes, la clave está en que RCTV participó en el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez el 11 de abril de 2002. Como la ley venezolana estipula que las señales de emisión pertenecen al Estado, que dispone del derecho de concesión; desde este trabajo sostenemos que la decisión de no renovar la licencia es tanto legal como legítima. La permanencia de los demás medios opositores y sus permanentes ataques al gobierno dan suficiente cuenta de la libertad de expresión que existe en el país[73].

 

Aquí hay algo que consideramos se está poniendo en juego, y es el entender a la información como un derecho y no como un negocio. Si bien consideramos que aún falta mucho para democratizar las comunicaciones, la no renovación a RCTV es poner límites a las mentiras y las desinformaciones que día a día se reproducen en los medios hegemónicos. Mientras tanto, Telesur continúa expandiendo su órbita de influencia.

 

Por otra parte, consideramos que es necesario mencionar otra cuestión sensible en nuestro análisis del neoliberalismo, que también tiene que ver con más regulación, pero en un campo diferente. La Constitución de 1999 es la primera en la historia constitucional venezolana que se ocupa del Banco Central de Venezuela. Son varios los artículos donde se va a regular su configuración y su relación con el Poder Ejecutivo. “Con la regulación de la banca central, la Constitución de 1999 reconoce la relevancia de la institución responsable de la política monetaria, y determina su imbricada situación en el complejo sistema de relaciones entre las llamadas administraciones independientes y el Estado.”[74]

 

En 2008, el PSUV ganó las elecciones locales. En 2009, tras perder el Referéndum de 2007 sobre la Reforma Constitucional, se realizó la consulta popular para modificar la Constitución, y así, entre otras cosas, permitir la reelección indefinida del presidente y de los demás cargos electivos. El Sí a la propuesta de enmienda alcanzó 6.319.636 votos (54,86%) y el No 5.198.006 votos (45,13%). Llegaremos hasta aquí nuestra exposición sobre Venezuela, pues consideramos que con las políticas expuestas nos alcanza para elaborar algunas reflexiones finales.

 

5. COMPARACION ENTRE AMBOS PROCESOS

 

Volvamos a nuestras preguntas iniciales: ¿en qué grado y en qué aspectos, rompen con el paradigma neoliberal los gobiernos de Chávez y los Kirchner? ¿Que continuidades podemos observar y cuales pueden ser sus posibles causas? ¿Podemos hablar de un retorno al desarrollismo, o se trata de nuevos paradigmas de gobierno?

 

Antes de intentar esbozar alguna respuesta a estas preguntas, nos gustaría hacer una aclaración. Entendemos que, por residir en Argentina, tenemos una visión diferenciada de ambos países, pues los datos a los que accedemos son de diferentes niveles de profundidad. Leemos los diarios argentinos todos los días, y vemos con nuestros propios ojos cómo se llevan adelante las políticas, lo cual nos da una visión más integral de la situación. Los datos a los que accedemos de Venezuela son sobre todo a través de los artículos académicos o periodísticos, de los informes del propio gobierno, o de algún diario que podamos ver, pero nuestro contacto con la realidad venezolana es mucho menor. Aclarado esto, prosigamos.

 

Es muy claro desde la retórica, que ambos gobiernos (continuando con el criterio de considerar a los gobiernos de Néstor y Cristina como uno solo, al mero efecto de simplificar la exposición) ganan las elecciones diferenciándose del pasado neoliberal. También es claro, solamente con escuchar un discurso de cada uno, que hay diferentes grados de radicalización.

 

Chávez no sólo se opone al neoliberalismo, sino que desde el comienzo de su gobierno se opone directamente al capitalismo; y más aún desde 2005, con el anuncio de que Venezuela iba en camino hacia el Socialismo del Siglo XXI.

 

En cambio, el proyecto kirchnerista jamás se propuso superar los límites del capitalismo. Planteó un capitalismo donde las decisiones fueran más soberanas, donde los organismos internacionales y los países centrales no guiaran más los destinos de la Argentina, y donde se priorizara el mercado interno. En líneas generales, lo mismo que planteaba Perón, el fundador del movimiento, en 1945. Retornando al peronismo clásico, el gobierno se plantea como mediador entre el capital y el trabajo, pero no cuestiona las relaciones de producción.

 

Es curioso que Chávez se identifique tanto con el líder argentino que durante la Guerra Fría planteó la “tercera posición” entre capitalismo y socialismo, cuando el mismo líder bolivariano se encarga de remarcar continuamente que no existe una tercera vía, que las opciones son socialismo o barbarie.

Veamos algunos aspectos puntuales de ambos procesos.

 

 

*Nacionalizaciones:

 

En este punto, Venezuela ha ido mucho más lejos que Argentina. El gobierno de Chávez ha realizado cientos de nacionalizaciones, y en sectores estratégicos, como son el petróleo, la electricidad, la industria alimenticia, la banca, la siderurgia y las telecomunicaciones. Además, Chávez ha puesto en cuestión la propiedad privada, expropiando directamente las empresas en algunos casos, cosa a la que el kirchnerismo no ha llegado. También puso en cuestión el régimen de tierras, expropiando los grandes latifundios y entregando parcelas a las familias para que las trabajen.

 

Los Kirchner han avanzado en este aspecto con mucha más cautela. Si bien la nacionalización de las AFJP ha generado algunas resistencias; las de los otros dos sectores clave (Aerolíneas Argentinas y AySA) prácticamente no han afectado grandes intereses. Por otra parte, el resto de los servicios básicos siguen en manos de los privados como en los noventa: la electricidad, el gas y las telecomunicaciones. A pesar de la reciente Ley de Tierras que limita la compra extranjera (de acá en adelante), no se planea una reforma de la tenencia de la tierra.

 

*Economía social, bancos y microcréditos:

 

En este aspecto, consideramos que el avance de Chávez es nuevamente muy superior. Como se vio, el impulso del cooperativismo y de los microcréditos fue una política de estado fuerte en Venezuela, cristalizándose en la creación del Ministerio de Desarrollo de la Economía Social. También en este sentido se crean el Banco del Pueblo Soberano y el banco de la Mujer. En Venezuela, se ha nacionalizado la banca, y la ley exige a todos los bancos dedicar cierto porcentaje de sus préstamos a microcréditos

 

En Argentina, el reconocimiento a las fábricas recuperadas por los trabajadores, por ejemplo, es muy lento. El intento de crear cooperativas con el Programa “Argentina Trabaja”, a pesar de la transferencia de ingresos a los sectores de menos recursos, no ha dado frutos en cuanto a lo que sería un real cooperativismo (con sus 7 principios). La economía social es marginal y no es una política de estado relevante el fortalecerla. La Ley de Entidades Financieras que rige aún es la de la dictadura militar (económicamente liberal), a pesar de que se han presentado proyectos de Ley que obligarían a los bancos a dar más microcréditos y que plantean que hay que regular y supervisar el sistema para que esté al servicio de la producción y no al de la especulación financiera.

 

 

*Banco Central:

 

La constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, va a regular ampliamente las atribuciones y obligaciones del Banco Central de Venezuela.

En Argentina, la autonomía del Banco Central se mantiene intacta. A pesar de haber reformado su Carta Orgánica en 2003, su objetivo principal sigue siendo preservar el valor de la moneda.

 

*Grado de enfrentamiento con los organismos internacionales y Estados Unidos / Integración latinoamericana:

 

Si hay algo que caracteriza a Chávez es su enfrentamiento constante con los Estados Unidos. Desde que Chávez tomó medidas de corte nacionalista, éstos comenzaron a financiar a la oposición; y apoyaron económica y mediáticamente el golpe en su contra. En la ONU en 2006, le tocó hablar al día siguiente que a Bush, exclamando al comenzar “Ayer vino el diablo; aquí huele a azufre todavía”. En 2008, durante un conflicto en Bolivia, Chávez llegó a expulsar al embajador norteamericano de su país. Tras un encuentro con Obama en 2009, declaró: “Que nadie se equivoque: ahí está el Imperio, vivito y coleando”. A pesar de mantener un comercio fluido con los Estados Unidos, ya que Venezuela necesita esos ingresos, Chávez ha impulsado por toda Latinoamérica no firmar acuerdos de Libre Comercio con los Estados Unidos, sino fortalecer la unidad del subcontinente con herramientas propias (ALBA, Banco del Sur, Unasur, tratados comerciales).

 

Si bien Argentina tiene un proyecto de desarrollo de orientación nacionalista, no ha roto relaciones con Estados Unidos de manera tan tajante. En 2010, por ejemplo, Cristina Fernández se comprometió a colaborar con los Estados Unidos para suavizar sus relaciones con Evo Morales. Podemos decir que tiene una posición mucho más ambigua, de mediación, con episodios alternantes de enfrentamientos y de colaboración. De hecho Argentina ha decidido por ahora no ingresar en la Alternativa Bolivariana para la América, lo cual da cuenta de los límites de su apuesta por la integración latinoamericana.

 

*Sustentabilidad del desarrollo local

 

Aquí ambos países sufren de ciertas debilidades. Por un lado, la economía venezolana continúa siendo altamente dependiente de los ingresos petroleros, para con ellos importar un volumen muy grande de alimentos –entre otras cosas- que no produce. Esto hace a su economía muy vulnerable ante las vicisitudes de los precios internacionales del petróleo. A pesar de las medidas en ese sentido, aún falta mucho recorrido para que pueda garantizar su soberanía alimentaria.

 

Argentina, por su parte, tiene otro tipo de problemas. En nuestro país se producen muchos más alimentos de los que se necesitan para alimentar a la población. La producción energética también es importante. Sin embargo, el modelo de producción no es sostenible a largo plazo, porque no tiene en cuenta los cuidados ecológicos, necesarios para sostener la vida humana y del ambiente. Como planteamos, la sojización llevará a la desertificación del suelo argentino; los químicos que se utilizan en los cultivos están afectando la salud de los pobladores rurales, y la megaminería está contaminando cantidades impensables de agua potable, aparte del suelo y el aire.

 

*Políticas Sociales

 

Este es uno de los fuertes de ambos gobiernos, sin embargo también observamos gradaciones. Las 27 grandes misiones bolivarianas están pensadas desde una organicidad, para que no se convierta en mero asistencialismo. Son fundamentales como herramientas de ampliación de derechos. Se trata de constituir una nueva cultura, una nueva conciencia. Han implicado un cambio revolucionario en lo que es atención en salud y en educación, viéndose beneficiado un 70% de la población. Atienden problemáticas tan diversas como el abandono de los pueblos originarios, los niños en situación de calle, las personas con capacidades diferentes o las personas indocumentadas. Contemplan la promoción del arte, la cultura, la ciencia y la tecnología.

 

En el caso argentino, las políticas sociales han abarcado también áreas muy diversas, pero de una manera descoordinada, muchas sin una buena publicidad (haciendo que los potenciales destinatarios ni siquiera sepan que la política existe), y muchas de ellas manejadas a través del aparato del PJ, excluyendo a otros actores de las mismas (como el Plan Argentina Trabaja). Consideramos que el mayor quiebre lo representa la Asignación Universal por Hijo, pensada como algo un poco más integral que tan solo un subsidio. Sus efectos probablemente se aprecien en toda su magnitud en algunos años. La nacionalización del sistema previsional y el permanente aumento jubilatorio también implica un avance muy positivo hacia la ampliación de derechos, aunque esto aún no implica que no haya una gran cantidad de jubilados bajo la línea de pobreza. Es una gran deuda de nuestra democracia.

 

 

*La recuperación simbólica de la política como herramienta de transformación.

 

En Venezuela, desde 1999 hasta la fecha, se ha dado un proceso de creciente participación popular. Para analizar lo electoral, debemos recordar que votar no es obligatorio. En las elecciones de 2010, hubo una participación del 66,5%, es decir, el triple que en las legislativas anteriores (2005). Aún considerando que en las de 2005 la oposición se abstuvo de votar, se observa una creciente concurrencia a votar. Pero de todas formas, consideramos que lo novedoso del proceso bolivariano no pasa por la cantidad de votantes (ni por la cantidad de elecciones sucesivas que ganó Chávez), sino por la democracia participativa que está surgiendo. En su momento, el golpe a Chávez demostró que, cuando es necesario, la política en Venezuela se dirime en la calle. Y esto implica un grado mucho mayor de compromiso con la democracia que simplemente ir a votar cada dos años, pues es poner el propio cuerpo en riesgo. No se trata de una cuestión menor. Por otra parte, la creación de los Consejos Comunales constituye sin duda un giro de 180º en lo que es hoy el concepto de democracia predominante. Nos remitimos a la descripción que realizamos en el desarrollo del trabajo para comprender su relevancia.

 

Por otra parte, Argentina también ha vivido una restitución del valor de la política a la hora de modificar la realidad. Los Kirchner se reivindicaron como militantes, e instaron a la sociedad a organizarse en los diferentes ámbitos. Néstor dijo en su discurso de asunción que “no iba a dejar las convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Una frase muy pronunciada tras su muerte fue que “el mejor legado de Néstor Kirchner fue la vuelta de la política”. Desde el estado, aún no se han encontrado mecanismos para una democracia más participativa, como son los referéndums o los consejos comunales en Venezuela. En Argentina hay algunos casos de implementación presupuestos participativos, por ejemplo, pero no son relevantes en términos nacionales. Sí ha habido una ampliación de derechos que no podemos dejar de mencionar: la Ley de Matrimonio Igualitario. Ésta implicó un fuerte enfrentamiento con la Iglesia católica y con los sectores más conservadores de la sociedad. Sostenemos que parte de la clave para poder profundizar estas políticas de mayor distribución del ingreso y mayores derechos, es abrir instancias de mayor participación popular y de democratización. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, es un hito trascendente en ese sentido, al romper con una norma de la dictadura, para democratizar los medios de comunicación y dar espacio a nuevas voces. Sin embargo, la democratización debería abarcar también los ámbitos de toma de decisiones y de manejo de recursos, no sólo a los formadores de opinión pública, porque el poder se disputa en ambos lugares.

 

 

6- REFLEXIONES FINALES

presenciamos un cambio de época

y no una simple época de cambios

(Rafael Correa)

 

Queremos hacer una nueva aclaración. Hemos decidido no analizar en profundidad el rol del sindicalismo y de las leyes laborales, en los gobiernos post-neoliberales, a sabiendas de que tienen también su impacto en los procesos que describimos. Abarcar ambos temas hubiera implicado una extensión mucho mayor de este trabajo, ya que son asuntos bastante complejos. También hemos dejado de lado nuestra intención inicial de analizar las relaciones entre ejecutivo y legislativo en cada caso. Lo evaluamos como un análisis sumamente interesante para hacer en un futuro, pero nuevamente, abarcarlo aquí hubiera extendido en demasía el trabajo. Entendemos que con los argumentos presentados, nos atenemos a nuestro objetivo principal, que era analizar la ruptura con el neoliberalismo. Sostenemos que el tema de la relación ejecutivo-legislativo y del decisionismo, trascienden nuestra discusión. Es decir, no detectamos una relación visible entre modelo económico y modelo de toma de decisiones. Sospechamos que la cuestión de los líderes decisionistas tiene más que ver con el contexto y la historia latinoamericana, que con un paradigma en particular, ya que hay decisionismos de los más variados signos ideológicos.

 

Respecto a lo que es propiamente nuestro trabajo, esbozaremos algunas conclusiones y reflexiones que nos surgieron del mismo.

 

Vamos a la primera parte de la hipótesis: el proceso de ruptura en la dimensión económica sería mucho más marcado en Venezuela que en Argentina.

 

"El principal efecto de 1989 es que el capitalismo y la riqueza han dejado, por el momento, de tener miedo", planteaba Eric Hobsbawm. En 1992, Francis Fukuyama lanzaba su libro “El fin de la Historia y el Último Hombre”, donde cantaba la victoria definitiva de la democracia liberal. Sin embargo, diez años más tarde de la caía del Muro de Berlín, asumía la presidencia de Venezuela el Comandante Hugo Chávez, marcando el inicio de una ola de gobiernos cuestionadores de los principios de la democracia liberal y del predominio del capital financiero como único sistema posible. Y hoy, tras doce años más, las nacionalizaciones llevadas adelante por el gobierno venezolano han hecho que el capitalismo y la riqueza vuelvan a “tener miedo”.

 

Nos limitaremos a citar al presidente Chávez, pues consideramos que los hechos analizados en el trabajo avalan que en Venezuela está ocurriendo, obviamente con sus lógicas contradicciones, lo que él plantea en estas sencillas palabras:

 

“Aquí está en marcha un modelo alternativo al capitalismo, estamos impulsando un modelo económico distinto, cuyos impactos apenas están comenzando a sentirse porque es un proyecto de largo plazo, estamos en una fase de transición y eso es importante, que todos y todas lo reconozcamos con claridad [...] Le vamos a dar un porcentaje de acciones a los propios trabajadores para que sean co-dueños junto al gobierno, junto al Estado, de esos activos y de esas empresas que están naciendo [...] Así que de esta manera estaremos pronto transformando el modelo socioeconómico, el capitalismo, el neoliberalismo, hacia un modelo distinto, de economía social productiva de cogestión, de autogestión obrera, donde los trabajadores y trabajadoras tengan un rol esencial y fundamental en el impulso de la nueva economía al servicio del ser humano, para irnos alejando del capitalismo, del neoliberalismo salvaje.”[75]

 

Por otra parte, consideramos que el conjunto de políticas públicas que viene desarrollando el kirchnerismo en Argentina desde 2003 representa un cambio respecto al modelo neoliberal, ya que se basan en una fuerte intervención del Estado en las problemáticas de pobreza, exclusión social y desempleo. El ver que en algunos aspectos aún hay continuidad con los años 90, nos llevó a esbozar nuestra tesis inicial, de la menor radicalidad del proceso argentino frente al venezolano.

 

Consideramos que hubo un hito dentro del período kirchnerista, que fue el conflicto con el campo en 2008, y que provocó una profundización de las políticas redistributivas. En ese momento, se optó la expansión del gasto público con el fin de sostener la demanda suavizando el impacto de la crisis mundial sobre el PBI y el empleo (opción que en otra época hubiera sido por planes de ajuste). A partir de ese entonces, comenzó una serie de políticas redistributivas y de ampliación de derechos sociales. Sin embargo, hasta el 2011, compartimos con Varesi que el kirchnerismo presenta un carácter neo-desarrollista. Hay algunas marcas de época que nos permiten pensar en un futuro de mayor radicalidad (reforma tributaria, reforma agraria, fin de la minería contaminante, por mencionar solo algunos ejemplos). La asistencia masiva a los actos por el Bicentenario y por la muerte de Néstor Kirchner, hablan de un pueblo que retoma la calle, que tras la larga noche neoliberal va lentamente volviendo a querer participar. Sin embargo, los planes del gobierno no parecen ir en el sentido de las posibles medidas mencionadas, tanto desde lo discursivo como desde sus acciones. Por eso aún sostenemos la hipótesis inicial.

 

Respecto a lo simbólico, podemos decir que las situaciones son demasiado diferentes en los dos países como para hacer una comparación en términos de grados. El discurso de Chávez citado es más que elocuente, por lo tanto no diremos más.

 

Respecto al kirchnerismo, una de sus rupturas más fuertes respecto a los 20 años anteriores, fue el fin de la impunidad para los militares que cometieron Crímenes de Lesa Humanidad, que justamente eran los que habían introducido formalmente al neoliberalismo en nuestro país. Y, como explicamos, el informe de Papel Prensa de 2010 puede significar un avance mucho más profundo en descifrar la verdadera trama de la dictadura. Los juicios no son una cuestión menor, pues Foucault nos enseño que el derecho crea verdad. Y Gramsci nos enseñó que la batalla por el sentido común está íntimamente relacionada con la transformación de las condiciones materiales de existencia. Es un proceso largo y complejo, de marchas y contramarchas. Quizás la “vuelta de la política”, también propugnada por el kirchnerismo, implique más un avance que un retroceso.

 

Entonces, concluimos que cada gobierno a su manera ha roto con el neoliberalismo desde la construcción discursiva y el sentido común que genera. La diferencia clave está en que Chávez ha comenzado a dar batalla también contra el capitalismo, cuestión que lo diferencia claramente de su par argentina.

 

De algo no nos quedan dudas y deseamos resaltarlo. La resistencia de los 90 fue clave para que una década después pudieran revertirse las reformas. De no haber existido una resistencia, que existió a su manera en cada país del continente, no sabemos qué hubiera sido del experimento neoliberal en América Latina. Hoy en día, consideramos que los procesos de mayor participación política, con sus diferentes modalidades y grados, son los que le dan la potencialidad a estos proyectos de transformación de la sociedad. Pero todo es parte de una dinámica compleja, donde entran en juego las presiones de los sectores populares y de los grandes grupos económicos, con las decisiones gubernamentales.

 

*Carrera de Ciencia Política (UBA)

 

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[1] Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de Venezuela. Disponible en: http://www.ine.gov.ve/p
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(Acceso 16-06-11)

[2] Según datos del Institutito Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) de Argentina. Disponible en: http://www.indec.mecon.ar/nuevaweb/cuad
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(Acceso 16-06-11)

 

 

[3] Marini, R. M. (1994): “La crisis del desarrollismo”. (p. 1). Véase en: http://www.archivochile.cl/Ideas_Autores/maurin
irm/02tex_teo/maurini_texteo00010.pdf
(Acceso 16-06-11)

[4] Ibídem. (p. 5)

[5] Castel, R. (2004). “La inseguridad social. ¿Qué significa estar protegido?”. Ed. Manantial. Buenos Aires. (p. 35)

[6] Ibídem. (p. 44). Cabe aclarar que, a pesar de que la sociedad salarial es fuertemente protectora, también es una sociedad fuertemente desigualitaria. Para Castel no se trata de una sociedad de iguales sino de una sociedad de semejantes.

[7] Ibídem. (p.57)

[8] Rodríguez, A. (2007): “Raúl Leoni, Presidente Constitucional de la Republica de Venezuela 1964-1969. Breve Recuento de los Logros de un Gobierno Democrático”. Véase en: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5217147.asp (Acceso: 16-06-11)

[9] De todas formas, lo del ingreso del capital extranjero es algo a tomar con mucha delicadeza, ya que “la centralidad del peronismo como movimiento político y social, centralidad que se mantuvo vigente incluso durante los dieciocho años de proscripción política que sufrió, conllevó que, aún en los casos de experiencias de gobiernos de signo ideológico opuesto, quedara plasmada la idea de que los servicios públicos y el petróleo no podrían pasar a manos privadas (y extranjeras en particular) sin enfrentar un elevado costo y oposición política. De allí que uno de los cambios más importantes que presentara la década del noventa, con la llegada de un nuevo gobierno del peronismo, haya sido la plena apertura al capital extranjero de los servicios públicos y de las actividades extractivas.” Kulfas, M. y Otros (2002): “Inversión extranjera y empresas trasnacionales en la economía argentina”. Cepal. Véase en: http://cdi.mecon.gov.ar/biblio/docelec/cepal/perspec/10.pdf (Acceso 16-06-11)

[10] Vercesi, Alberto Juan (1999): “La doctrina y la política económica del desarrollismo en argentina”. Véase en: http://www.aaep.org.ar/espa/anales/pdf_99/vercesi.pdf (Acceso 16-06-11)

[11] Para un mejor detalle de este proceso nos remitimos al trabajo citado de Ruy Mauro Maurini.

[12] Maurini, R. M.: Ob. Cit. (p. 8)

[13]En general, en el periodo 1973-1983, mientras que el ingreso petrolero creció 350%, los gastos lo hicieron 540% y el incremento de la deuda externa a corto plazo aumentó 2000%, llegando al cierre del periodo a unos 29 millones de dólares, divididos en partes iguales entre los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Luis Antonio Herrera Campins y de los cuales 60% tenía vencimiento entre 1983 y 1984.” Rodríguez Rojas, P. (2010): “Venezuela, del neoliberalismo al socialismo del siglo XXI”. En: Política y Cultura Nº34. Universidad Autónoma Metropolitana. Xochimilc, México. (p. 188)

[14] Ibídem. (p. 189)

[15] Svampa, M. (2005): “La sociedad excluyente. La argentina bajo el signo del neoliberalismo”. Ed Taurus. Buenos Aires.

[16] Varesi, G. (2011): “Crisis mundial, política y lucha de clases: El neo-desarrollismo en Argentina (2002-2010)”. Revista de Economía y Comercio Internacional. Córdoba, Argentina. Disponible en:

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[17] Bourdieu, P. (1998): “La esencia del neoliberalismo”. Traducido de Le Monde Diplomatique por Libardo González. miembro del Comité de Redacción de la Revista Colombiana de Educación. (p.1). Véase en: http://www.pedagogica.ed
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(Acceso 16-06-11)

[18] Ibídem. (p. 1)

[19] El Ministro concurrió al Senado el 9.8.90. Nota del Diario Clarín, 10-08-90. Citado en Thwaites Rey, M. y López, A. (2003): “Argentina. La debilidad regulatoria como estrategia política”. Proyecto UBACyT. Buenos Aires. (p. 7)

[20] Ibídem. (p. 7)

[21] Vilas, C. (1997): “De ambulancias, bomberos y policías: la política social del neoliberalismo”. En Revista Desarrollo Económico, Vol 36, Nº 144. Buenos Aires.

[22] Castel, R.: Ob. Cit. (p. 67)

[23] Castel, R.: Ob. Cit. (p. 57)

[24] Recomendamos para profundizar en este tema, el artículo de Héctor Palomino, “Los sindicatos en la Argentina contemporánea” disponible en http://www.nuso.org/upload/articulos/2884_1.pdf (Acceso 16-06-11)

[25] Sader, E. (2007): “Independencia del Banco Central = Hegemonía del capital especulativo”. Véase en: http://www.rebelion.
org/noticia.php?id=51439
(Acceso 16-06-11)

[26] Ferreira, R. y Goretti, M. (1996): “Cuando el presidente gobierna solo: Menem y los Decretos de Necesidad y Urgencia”. Revista Desarrollo Económico Nº 141. Buenos Aires. (p. 447)

[27] Bosoer, F. y Leiras, S. (2001): “Los fundamentos filosófico-políticos del decisionismo presidencial: Argentina 1989-1999 ¿Una nuev matriz ideológica para la democracia argentina?” En: Pinto, J. (compilador): “Argentina entre dos siglos: la política que viene”. EUDEBA. Buenos Aires. (p.59)

[28] Novaro, M. y Palermo, V. (1996) “Política y Poder en el gobierno de Menem”. Grupo Editorial Norma. Buenos Aires.

[29] Novaro, M. (1994): “Menemismo y Peronismo: viejo y nuevo populismo”. En Revista Cuadernos del CLA-EH Nº 71. (p. 67).

Recomendamos también para analizar el rol de los medios, el artículo de Hernán Fair (2008), “El rol de los componentes pasivos en la legitimación del discurso menemista”. Revista electrónica de psicología polítca (en línea) v.6 n.16. San Luis. Disponible en:

http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?pid=S166
9-35822008000100004&script=sci_arttext&tlng=en

[30] Lopez, A., Corrado, A. y Ouviña, H. (2005): “Entre el ajuste y la retórica: la Administración Pública tras veinte años de reformas”. En “Entre tecnócratas globalizados y Políticos Clientelistas”. Prometeo. Buenos Aires. Capítulo 6.

[31] Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Censo.

[32] Vilas, C.: Ob. Cit. (p. 947)

[33] “Esta marcha fue convocada no sólo por organizaciones obreras (CTA, MTA, CCC) sino también de pequeños y medianos empresarios (FAA, Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa –APYME-, Fedecámaras, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos –IMFC-); recibió la adhesión de otras entidades obreras (seccionales de gremios y regionales de la CGT), de partidos políticos tanto de la oposición oficial (UCR, Frente Grande -FG-) como de la izquierda (PC, PO, US, MAS, Corriente Grande -CG-) y organizaciones de derechos humanos.” Iñigo Carrera, N. (2001): “Las huelgas generales, Argentina 1983-2001: un ejercicio de periodización”. En: “Programa de Investigación sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina. Documento de Trabajo Nº 33”. CLACSO. Buenos Aires.

[34] La primera fue la Ley de Transferencia (1992), y la segunda, la Ley Federal de Educación (1993).

[35] Para ver un análisis de los factores que llevaron a esta situación de ruptura, nos remitimos al texto de Javier Corrales (1997): “El Presidente y su gente. Cooperación y conflicto entre los ámbitos técnicos y políticos en venezuela, 1989-1993”. Revista Nueva Sociedad Nº 152. Venezuela. Disponible en: http://www.nuso.org/upload/articulos/2642_1.pdf

[36] Portillo, S. (2004): Guía Rápida de la Política Económica en Venezuela 1974-2003”. Banco Central de Venezuela. Caracas.

[37] Artículos 10 y 11 de la Ley del Banco Central de Venezuela de 1992. Citado por Martínez Dalmau, R. (2002): “La configuración constitucional del Banco Central de Venezuela”. Revista BCV, Vol. XVI, Nº 1. Caracas. (p. 7)

[38] Martínez Dalmau, R: Ob Cit. (p. 20)

[39] Corrales, J. Ob Cit. (p. 13)

[40] Ver al respecto el siguiente artículo periodístico: Vinogradoff, L. (1994): “El presidente Caldera decreta la nacionalización de la banca venezolana”. Diario El País, Edición Global. 01/07/1994. Disponible en:

http://www.elpais.com/articulo/internacional/VENEZUELA/presidente/Cal
dera/decreta/nacionalizacion/banca/venezolana/elpepiint/19940701elpepiint_1/Tes
(Acceso 16-06-11)

[41] Maignon, T. (2007): “Venezuela: una democracia complicada” en Cheresky, I. (compliador): “Elecciones presidenciales y giro político en América Latina”. Editorial Manantial. Buenos Aires. (pp. 248-266)

[42] Díaz, R. (2000): “Sindicatos y nuevo escenario político en Venezuela”. Revista Nueva Sociedad Nº 169. Caracas. (p. 157)

[43] Gómez Sánchez, I. (2001): “Política y Ajuste Social Económico en Venezuela”. Revista Fermentum, Año 11, Nº 31. Mérida, Venezuela. (p. 314). Disponible en http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/20676/1/articulo7.pdf (Acceso 16-06-11)

[44] “Una señal de identidad”. Diario Página 12, 18/06/03.

[45] Schulman, J. (2010): “El debate sobre Papel Prensa. La izquierda entre la entomología y el pensamiento crítico.”. Disponible en: http://cronicasdelnuevosiglo.wordpress.com/2011/06/10/el-debate-so
bre-papel-prensa-la-izquierda-entre-la-entomologia-y-el-pensamiento-critico-un-texto-de-2010-que-mantiene-su-vigencia/
(Acceso 16-06-11)

[46] Discurso de la Ministra Alicia Kirchner, abril de 2005. Disponible en:

http://www.desarrollosocial.gov.ar/Discurso_ak.asp?idprensa=48 (Acceso 16-06-11)

[47] Ver, por ejemplo, la nota “Kirchner reapareció en un acto junto a Scioli y a intendentes en Quilmes”. Diario Página 12, 07-08-09. Buenos Aires. Disponible en : http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-129597-2009-08-07.html (Acceso 16-06-11)

[48] “Siempre se anda buscando hacer padrones de los pobres, alguna vez alguien deberá hacer un padrón de los ricos en la República Argentina para ver cuál es la brecha real entre los que más tienen y los que menos tienen (…) los Ejecutivos pueden proponer pero en definitiva el que decide y el que asigna en materia de creación de tributos y de quién impone más y de quién impone menos es precisamente el Poder Legislativo” Cristina Fernández, discurso de Lanzamiento del Plan Argentina Trabaja. Disponible en:

http://www.desarrollosocial.gov.ar/Planes/AT/discurso_CFK.asp (Acceso 16-06-11)

[49] Paenza, A. (2011): “Un país invitado para quedarse”. Diario Página 12, 10-06-11. Buenos Aires. Disponible en:

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-169801-2011-06-10.html (Acceso 16-06-11)

[50] Al respecto, recomendamos interiorizarse en la investigación de Alejandro Olmos Gaona. Una versión disponible en internet es el “Seminario sobre aspectos históricos de la Deuda Externa Argentina” (2001). Disponible en: http://www.oid-ido.org/IMG/rtf/OlmosArgentina.rtf (Acceso 16-06-11)

[51] El vicepresidente desempató la votación en el Senado a favor del bloque “agrario” y en contra del gobierno del cuál él es parte.

[52] Varesi, G. Ob. Cit. (p. 62)

[53] Agis, E., Cañete, C. y Panigo, D. (2010): “El impacto de la Asignación Universal por Hijo en la Argentina”. CONICET. Buenos Aires. Disponible en: http://www.ceil-piette.gov.ar/docpub/documentos/AUH_en_Argentina.pdf (Acceso 16-06-11)

[54] Ver el desarrollo que al respecto hace Varesi, G.: Ob. Cit. (p. 65)

[55] Navarro, R. (2011): “Dueños de…”. Suplemento Cash. Diario Página 12. 29-05-11. Buenos Aires. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-5192-2011-05-29.html

[56] Al respecto, ver: Gambina, J. (2011): “La inflación marca el ritmo de la economía en Argentina”. Disponible en: http://juliogambina.blogspot.com/2011/01/la-inflacion-marca-el-ritmo-de-la.html (Acceso 16-06-11)

[57] Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999

[58] Wilpert, G. (2004): “La lucha de Venezuela contra la pobreza”. Portal Rebelión. Disponible en:

http://www.rebelion.org/hemeroteca/vene
zuela/040105wilpert.htm
(Acceso 16-06-11)

[59] Página oficial del FUS. “¿Quiénes Somos?”. Disponible en: http://www.fus.gov.ve/view/gc_a60ttn.php (Acceso 16-06-11)

[60] Guerrero, M. (2009): “Venezuela 10 años después: dilemas de la Revolución Bolivariana”. Editorial Herramienta. Buenos Aires. (p. 9)

[61] Desde entonces y hasta 2010, el Banco del Pueblo, había entregado 47.663 créditos, con una inversión de 350 millones de bolívares, y hasta el 2011 el Banmujer ha otorgado 127.614 microcréditos, con una inversión por parte del Gobierno Nacional de más de 486 millones de bolívares fuertes. Fuente: Página Oficial del Banco del Pueblo. http://www.bancodelpueblo.gob.ve/ (Acceso 16-06-11)

[62] “En 2004, los ingresos extraordinarios fueron invertidos íntegramente en obra pública. En otros tiempos, hubieran engrosado los bolsillos de unos pocos. “Con parte de esos ingresos extraordinarios, el gobierno revolucionario bolivariano, comprometido con el interés nacional, ha podido crear tres fideicomisos para la inversión pública. Uno por hasta 2 millardos de dólares para iniciar la construcción de plantas hidro y termo eléctricas en Carabobo, Lara y Mérida; comenzar las obras del Complejo Agroindustrial Azucarero Ezequiel Zamora en Barinas; financiar la puesta en marcha de la nueva línea aérea nacional, Conviasa; e invertir en el sistema de riego Diluvio – El Palmar, en el estado Zulia. Otro fideicomiso de 480 millardos de bolívares esta dirigido a la inversión en desarrollos habitacionales y de infraestructura. Fue ya anunciada la construcción de más de 42 mil viviendas, así como dos tramos de la autopista a Oriente y varios kilómetros de vialidades agrícolas. Para su inversión en proyectos de desarrollo agrícola administrados por el Ministerio de Agricultura y Tierras, fue creado un tercer fideicomiso con un aporte de 1.152 millardos de bolívares. Adicionalmente y con un presupuesto de 600 millones de dólares, la Gerencia de Desarrollo Social de la nueva PDVSA apalanca financieramente las Misiones educativas, de salud y productivas que viene adelantado el gobierno nacional con fuerza desde inicios de 2003. Esos recursos financian becas de las misiones educativas, aporta recursos para la construcción de módulos de salud de la Misión Barrio Adentro, participan en la Misión Identidad y apoyan la Misión Vuelvan Caras a través de los Núcleos de Desarrollo Endógeno.” Fuente: Página Oficial de PDVSA.

http://www.pdvsa.com/index.php?tpl=interface.sp/design/readm
enuhist.tpl.html&newsid_obj_id=116&newsid_temas=13
(Acceso 16-06-11)

[63] (2010) “La inversión social en Venezuela supera los $330.000 millones en 11 años”. Portal Rebelión http://www.rebelion.org/noticia.php?id=101953 (Acceso 16-06-11)

[64] Guerrero, M.: Ob Cit. (pp. 24-25)

[65] Para mayor profundización sobre las Misiones Bolivarianas, recomenadamos del Ministerio de Comunicación e Información (2006): “Las misiones bolivarianas”. Colección Temas Hoy. Caracas. Disponible en: http://www.sisov.mpd.gob.ve/estudios/1
43/Las%20misiones%20bolivarianas.pdf
(Acceso 16-06-11)

Asimismo, Modesto Guerrero en el libro ya citado ahonda en el Capítulo 3 en la trascendencia de las Misiones.

[66] Gómez y Alarcón (2003): “Los nudos críticos de la política social venezolana de 1989 A 2001”. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, año/vol. 9, número 002. Universidad Central de Venezuela - Caracas, Venezuela. (pp. 13-35). Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/html/177/
17709202/17709202.html
(Acceso 16-06-11)

[67] Guerrero, M.: Ob Cit. (p. 9)

[68] Las 7 son: las elecciones presidenciales de 1998, el referendo sobre convocatoria a Asamblea Constituyente (1999), las elecciones para Asamblea Constituyente (1999), el referendo aprobatorio de la nueva Constitución (1999), las elecciones presidenciales y de gobernadores (2000), las elecciones de alcaldes (2000) y el referendo revocatorio de 2004.

[69] Lander, E. y Navarrete, P. (2007) “La política económica de la izquierda latinoamericana en el gobierno.Venezuela”. Editorial Drukkerij Raddraaier B. V. Amsterdam. (p. 26)

[70] Jaua Milano, E. (2005): “Nuevo Modelo Productivo y desarrollo endógeno”. Ministerio para la Economía Popular. Caracas, Venezuela. (pp. 30-31)

[71] Machado, J. (2008): “Estudio de los Consejos Comunales en Venezuela”. Fundación Centro Gumilla. Caracas. Disponible en: http://www.gumilla.org/files/documents/Estudio-Cons
ejos-Comunales01.pdf
(Acceso 16-06-11)

[72] Guerrero, M.: Ob. Cit. (p. 134)

[73] Lamrani, S. (2007): “Hugo Chávez y RCVT, ¿censura o decisión legítima?”. Portal Progreso Semanal. Disponible en: http://www.progresosemanal.com/friendly.php?pdr=Jan2531_07&progreso=Salim_Lamrani (Acceso 16-06-11)

[74] Martínez Dalmau, R.: Ob Cit. (p. 15)

[75] Cabieses, M. (2005): “¿Dónde va Chávez? Socialismo del siglo XXI”, Punto final, núm. 598. Citado en: Rodríguez Rojas, P.: Ob Cit. (p. 208)

* Todos los links fueron corroborados el día 16-06-11.