Revista de Ciencia Poltica
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Revista Nº14 " INSTITUCIONES Y PROCESOS GUBERNAMENTALES X "

Resumen

Si bien pertenecen a contextos históricos diferentes, Alberto Fujimori y Álvaro Uribe Vélez pueden ser analizados comparativamente, porque ambos han enfrentado similares problemas políticos, debiendo gobernar férreamente durante estados de emergencia. En el presente trabajo, se observarán las diferencias entre ambos mandatarios andinos.

 

Abstract

Although both presidents belong to different historical contexts, Alberto Fujimori and Álvaro Uribe Velez can be compared because both of them have faced similar political problems and had to enforce their governments during emergency periods. In this paper we will observe the differences between the two Andean presidents.

 

“Liderazgo político y Estados de emergencia como respuestas a las crisis: El accionar político de Alberto Fujimori y Álvaro Uribe Vélez”

Por: Jairo Julián Rivera Fonseca*

 

INTRODUCCIÓN

 

El neodecisionismo es de particular interés para entender la dinámica del presidencialismo en América Latina, sobretodo, en la década de los 90. Lo anterior, germina bajo un marco donde los presidentes tienen un poder que, a todas luces, es ampliamente mayor. Esto, alude, principalmente, a las actitudes personalistas y decretistas de los presidentes latinoamericanos, que por medio de facultades constitucionales se les autoriza potestades especiales en casos de emergencia. En este sentido, se considera, también, un mandato neodecisionista cuando la mayoría de las iniciativas surgen desde el Ejecutivo aunque, no necesariamente, usen decretos para expresar sus voluntades y no siempre se encuentren en estados de emergencia o excepción (Baldioli, Seminario, 2011).

 

De esta manera, la dinámica del neodesicionismo tiene su centro cuando el ejecutivo presenta más iniciativas legislativas al congreso, que las que éste segundo presenta, a si mismo, para el ejercicio de creación de leyes. En concordancia a lo anterior, es común encontrar, dentro de estos regímenes presidenciales, al neodesicionismo usando decretos para “saltear” procesos en el congreso y de manera contestataria a un contexto de emergencia (Negretto, .2002, 377-381,). Los líderes latinoamericanos hacen uso del neodecisionismo por dos principales razones: primera, para obtener resultados rápidos a problemas de emergencia y segunda, para evadir los obstáculos de la oposición en el congreso. Sin embargo, hay contextos en los cuales a pesar de las mayorías en el congreso, congruentes con el partido del ejecutivo, se establecen actitudes neodesicionistas[1] continuas y basadas en un liderazgo determinado.

 

Leiras y Baldioli argumentan en su trabajo[2] que el decisionismo es un accionar que se fundamenta en las situaciones de crisis de gobernabilidad, económica o política. Si bien el desicionismo surge bajo un modelo de crisis estatal, el - neodecisionismo comparte el contexto anterior y basa su accionar en políticas neoliberales en una constante mezcla de decretos de emergencia (Fair, p.82. 2010) que justificarán la solución a las crisis del modelo estado céntrico. En este sentido, el neodesicionismo se liga de manera directa con los nuevos tipos de liderazgos que surgen en América Latina.

 

En concordancia a lo anterior, Fujimori en Perú y, para ese entonces, Gaviria en Colombia, entre otros. Lo anterior alude a que la mayoría de los gobiernos latinoamericanos se circunscribieran bajo la lógica de liberalización de mercados y de una serie de reestructuraciones del Estado. Para Uribe, aspecto que será tratado más adelante, la lógica neodecisionista toma una vertiente más profundizada de la liberalización del mercado, aunque siempre se mantiene constante la variable de crisis estatal.

 

Tanto para el caso peruano en la época de Fujimori, como para el caso colombiano en el periodo de Uribe, los lineamientos antiestatistas fueron dictados por un discurso, del ejecutivo, basado en la urgencia al cambio. Es preciso resaltar que bajo el antedicho contexto de crisis de gobernabilidad y de descohesión social surgen los líderes neodesicionistas (Leiras y Baldioli, p.XX, 2010), que ahondan en la solución de esos problemas y resaltan la integración y posición conciliadora con sectores amenazados por la desintegración social.

 

En concordancia a lo anterior, si bien el objetivo del presente trabajo extralimita el estudio de todos los casos neodesicionistas en América Latina, es necesario aludir que el caso de Fujimori en los 90s y de Uribe en 2002 son claros ejemplos de ello. En este sentido, es necesario explicar el contexto de ante sala de la elección de los dos líderes en sus respectivos países, que si bien ocurren en distintos periodos de tiempo, son muy símiles en su contexto preelectoral, sus mecanismos de gobernabilidad y sus resultados.

 

Por un lado, Perú, en gran parte del siglo XX, se encontró en una sensible situación económica, social y política, que se enmarcó bajo un contexto donde la representación política se reunió en la desacreditación de todo el electorado (Fair, p.81, 2010). Era, por lo tanto, una crisis de representación que ahondaba en el territorio y reflejaba la desconfianza de los votantes hacia los representantes públicos. Las causas de lo anterior se pueden rastrear en la década de los 70s, donde si bien el sistema de partidos se conformó de manera, medianamente, integral y coherente (Fair, p.81, 2010), siempre estuvo signado por democracias frágiles y, en el peor de los casos, por regímenes dictatoriales. En 1980, si bien Perú se inscribe en un régimen democrático débil, al menos era mejor que sus democracias anteriores. Lo anterior alude a causas que se basaban en la situación de violencia subversiva y de poca cohesión social (Fair, p. 81, 2010), que debilitarían la presencia estatal en muchas regiones.

 

Tras el primer gobierno de Alan García en 1985, signado por una crisis económica social, con índices sensibles de hiperinflación y de representatividad, se cuestionaba el alcance de legitimidad del gobierno y del sistema político peruano. En resumen, desde la década de los 80s, Perú, se encuadró en la ingobernabilidad a causa de los problemas asociados a grupos guerrilleros, a una crisis económica y a la poca cohesión social que hacían que el régimen político debilitará sus cimientos de funcionamiento.

 

Por otro lado, una situación, no muy distante de la peruana, se encontraba, en Colombia, en el periodo pre-uribista. Los insumos de un sistema político, con deficiencias, se suscriben bajo un marco de mayor complejidad, dados la multiplicidad de actores y de situaciones que describen en un Estado fallido en Colombia (Colombet, 2010). En primer lugar, la secuencia de violencia desde la masacre de las bananeras en 1928, pasando por el Frente Nacional (1958-1974) y el Bogotazo, dieron por sentando un contexto donde el régimen democrático enfrentaría una crisis político-social endémica y continua hasta la actualidad[3]. En segundo lugar, es preciso resaltar que la geografía colombiana es compleja, y ello obstaculiza la presencia del Estado en muchas regiones (Ibidem, 2010) y en este sentido, su gobernabilidad se parcializa en las principales ciudades.

 

En los 90s, Colombia enfrentaría una de sus peores crisis políticas y un evidente escenario de violencia vinculando a grupos insurgentes, ejércitos privados ligados al narcotráfico, una crisis económica y poca cohesión social. Las crisis políticas se centraban en partidos tradicionales, donde la mayoría del electorado no hacía uso del ejercicio al voto. La situación era tensa, aún más, cuando se analiza la violencia de grupos insurgentes como las FARC, ELN y grupos paramilitares. La crisis económica no daban señales de una recuperación y su PIB fue muy bajo durante el periodo de 1995-2002[4]. Finalmente, la poca cohesión social se asocia directamente a aquellos vacios donde el Estado no llegaba y ello se sujetaba, directamente, a la poca capacidad de gobernar del Estado colombiano y su relativa facultad de mantener el monopolio físico de la fuerza (Colombet, Ibídem).

 

Si bien se recurren a contextos históricos diferentes en dos países andinos, el presente documento tiene como finalidad analizar, de manera comparativa, el accionar de Álvaro Uribe Vélez en Colombia y de Alberto Fujimori en Perú. Lo anterior, con el objetivo de establecer las relaciones vinculantes entre los resultados obtenidos por la declaración, repetitiva, de Estados de Emergencia y el contexto en el que se evidenció, y de esta manera atribuir, a los antedichos presidentes un factor diferenciador en su forma de accionar política, aunque a la vista muy análoga.

 

Una vez que fue explicado, brevemente, el contexto anterior a las dos figuras presidenciales objeto de estudio, se explicará, de manera concisa, la trama presidencial de desarrollo de los precitados líderes. En este sentido, durante la década de los 90s, Alberto Fujimori resultó ser, al juicio del electorado, la salvación a las dificultades sociales, políticas y económicas que enmarcaban el contexto peruano para dicha década. Si bien una década después, surge, en Colombia, Álvaro Uribe como un líder que pretendería solucionar un conjunto de problemas, guardando sus proporciones, del mismo corte peruano.

 

Ambos contextos compartían una situación de crisis y de ingobernabilidad. Por un lado, Perú afrontaría una hiperinflación de siete dígitos, una crisis fiscal y una deuda externa de proporciones significativas. Además, dicho pasaje presidencial se desarrolló a la luz de la amenaza de grupos insurgentes y su conexidad con el narcotráfico. A ello se le suma, una crisis institucional y una fragmentación social. Por otro lado, Colombia – como se advirtió anteriormente – compartía muchas de sus problemáticas, primero en 2000 el abismo fiscal era preponderante y la inflación era reveladora de una crisis, aunque si bien no tan profunda, si muy importante. Segundo, el contexto de grupos armados era cada vez más evidente con las FARC, algunas células del ELN y el auge de los grupos paramilitares. Y finalmente, se le sumaba una ausencia de gobernabilidad, que desembocaría en una desfragmentación social.

 

Bajo este contexto Uribe y Fujimori asumen sus, respectivas, presidencias. Ambos mantenían un discurso dirigido a la clase media y baja, con un tinte esperanzador de la solución de muchos de los problemas que, para entonces, aquejarían sus respectivos países. Los precitados presidentes lograron un éxito rotundo con la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, tuvieron resultados económicos parciales y lograron importantes reformas de Estado. Finalmente, cabe recalcar que ambos países hicieron uso del neodecisionismo, para lograr muchos de sus objetivos, entre otras, la reelección por una vez.

 

En concordancia a lo anterior, se plantea el siguiente interrogante: ¿existe algún determinante que evidencie qué la forma de hacer política de ambos dirigentes es resultado del accionar político o es el contexto independiente, en el que se desarrollaron ambas dinámicas, el determinante de resultados análogos?

 

La propuesta del presente plano argumentativo es analizar, de manera comparativa, que “los fuertes liderazgos de Uribe y Fujimori podrían llegar a ser el factor explícito de resultados equivalentes. Sin embargo, podrían ser las situaciones de orden social, económico y político bajo las cuales fueron suscitadas, tales escenarios, el determinante explicativo de resultados equivalentes”.

 

Antes de entrar al grueso argumentativo es imperativo hacer referencia a algunas cuestiones metodológicas. En este sentido, el presente documento se servirá del trabajo de Thomas Colombet para explicar el marco histórico de Colombia y de Manuel Iturralde para explicar el contexto decisionista en Colombia. Por otro lado, se valdrá de los trabajos de Hernán Fair para explicar el contexto histórico y explicativo del neodesicionismo en Perú. Las reformas constitucionales y el accionar político de Uribe se basará en el trabajo de Alejo Vargas Velásquez y el de Fujimori por Giovanna Aguilar y Silvio Rendón.

 

Los trabajos Leiras y Alberto Baldioli se utilizaran, del mismo modo, para sustentar y profundizar el aspecto neodecisionista y de liderazgo para ascender en el análisis explicativo del accionar de Uribe y Fujimori. De esta manera, el presente documento se servirá de los trabajos de Matthew Stone para ahondar en el comportamiento de liderazgo de Fujimori y de Colombet para explicar, el mismo aspecto, en Uribe. La relación de resultados y de crisis se ahondará con el trabajo de Fair para Fujimori; y para Uribe será trabajado desde la perspectiva de Manuel Iturralde y de Colombet.

 

2. Contextos del accionar de urgencia

 

La presente sección intenta explicar de manera más profunda el contexto bajo el cual desarrollan acciones neodesicionistas los dos precitados lideres. En este sentido, es necesario precisar que ambos países se han caracterizado por un hiperpresidencialismo. Lo anterior, es de vital importancia dado que es un factor determinante para entender la dinámica neodesicionista de los dos presidentes objeto de análisis del presente documento.

2.1 Marco histórico de Fujimori en el ejecutivo.

 

Como se advirtió anteriormente, Perú estaba sumido en una serie de crisis atadas a las capacidades limitadas del Estado. Es preciso hacer referencia a Fair al momento de explicar el sistema de partidos, que desde 1920 ya se constituía y se centraba en tres principales actores: el aprista, el socialismo y el reformista conservador (Fair, p.84, 2010). Esta formación triple se mantuvo bajo un marco tradicionalista hasta entrados los 70s donde Perú se enmarcaba bajo la dictadura de Juan Velasco Alvarado y en este mismo periodo, enfrentaba una crisis política y fiscal sensible. En 1978, se hacen las primeras elecciones democráticas. Un año después se redacta una Constitución basada en este régimen político.

 

No obstante, los partidos políticos carecían de cohesión social y de representación eficiente del electorado. En resumen, los regímenes militares dejaban entrever una deficiencia estatal, basada en el endeudamiento y creación de un hueco fiscal de importantes dimensiones, ello hasta el comienzo de la democracia; que si bien mejora la situación económica y política, no obstaba para dejar de ser un contexto preocupante para la administración pública y para el electorado.

 

En los 80s, Belaúnde toma el poder y hereda todos los problemas de las administraciones anteriores, intenta aplicar soluciones neoliberales pero su éxito fue cuestionado. Seguidamente, aparecen nuevos actores en la dinámica política y social. Por un lado, surge Sendero Luminoso y por otro lado, nace el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) como guerrillas contestatarias al Estado y a la administración peruana. No obstante, la situación tuvo su mayor complicación cuando la crisis macroeconómica rehúndo sobre el crecimiento negativo del PIB y el respaldo de la población, por el antedicho presidente, disminuyó.

 

Evidentemente esto dejaba el tablero de partidos políticos tradicionales desacreditado y conformado de la siguiente manera: “el Centro Derechista de Acción Popular (AP) y Partido Popular Cristiano (PPC), por el centro izquierda estaría el Partido Aprista Peruano (APRA) y el partido Izquierda Unida (IZ)” (Fair, p.84, 2010). Donde el sector derechista fue el más denigrado por la acciones sin éxito de Belaúnde. En 1985, es elegido Alán García, que representó al partido aprista. Sin embargo, éste último, tampoco, logró reivindicar la economía del país ni mucho menos aminorar los problemas de orden social y político.

 

Es de vital importancia resaltar, que bajo el gobierno de García se enmarcó un contexto que heredaría Fujimori. Por un lado, las medidas que adoptó Alán García para contrarrestar la hiperinflación, tras una emisión de moneda sin respaldo, fueron sustentadas en la estatización de la banca y del rompimiento de compromisos con los organismos internacionales de crédito. Por otro lado, intentó mantener una posición no violenta para neutralizar a los grupos rebeldes alzados en armas y por el contrario, se signó a un plan basado en el respeto a los derechos humanos (Ibídem, p. 85) y de negociaciones. Finalmente, los resultados, en este aspecto, reflejaron el fracaso análogo en el plano económico.

 

Posteriormente, para comienzos de los 90s, el país estaba sumido en una crisis fiscal y comercial de importantes dimensiones. Del mismo modo, la crisis política cuestionaba la eficiencia de los partidos tradicionales y de sus representantes. Lo anterior, se reflejaba, además, en un contexto de actos beligerantes de grupos guerrilleros que no habían podido ser erradicados, sin olvidar, que se incrementó la actividad narcotraficante en todo el país. Era en resumen, un Estado sin capacidad para afrontar y solventar sus propios problemas.

 

En el primer semestre de 1990, se desarrollaba una dinámica electoral donde se encontraba punteando las encuestas, Mario Vargas Llosa, representando al Frente Democrático, partido que fundó él mismo y en segundo lugar, estaba Luis Alba Castro representando al partido Aprista. La contienda electoral se inclinaba hacia al escritor literario hasta la llegada de Fujimori, representando al partido Cambio 90, que también fue creado por él mismo. Finalmente, este último ganó la contienda bajo un discursó de urgente cambio y el contexto de desacreditación de partidos tradicionales le dieron la ventaja frente al electorado.

 

La estrategia de Fujimori para llegar al poder se basaba en coaliciones con sectores poco apreciados por el sistema reinante, a los que se puede nombrar a pequeños empresarios y sectores eclesiásticos (Ibidem, p.88.2010). Bajo esta asociación se funda Cambio 90, como alternativa para el electorado y bajo un contexto donde todos los cargos adoptados por voto directo se encontraban avalados por partidos tradicionales desacreditados. Su condición de outsider, también le otorgó ventajas como la que nombra Fair: “Fujimori…era un ex profesor universitario sin lazos con el sistema político tradicional, lo que permitía reforzar su discurso basado en la crítica al sistema político vigente y lo automatizaba de cualquier sector social especifico (ibídem, p.88).

 

En este sentido, la victoria de Fujimori si signó en un contexto donde su competencia inmediata tenía un discurso difuso y la opinión pública lo señalaba como un dirigente de la clase alta, mientras que Fujimori mantenía un discurso de recuperación de la gobernabilidad y de la soberanía en todo Perú. Además, prometía erradicar al terrorismo y solucionar los problemas económicos imperantes. En este sentido, a Fujimori lo ayudó su liderazgo neodecisionista con la promesa de la aglutinación de la población y favorecimiento de las masas y así evitar la desintegración social del país[5].

 

2.2 El contexto histórico de Uribe en el ejecutivo

 

Colombet explica que Colombia es un Estado fallido (Colombet, 2010). Lo anterior hace referencia a que el Estado no tiene un control de gobernabilidad ni tampoco ejerce soberanía sobre su territorio de manera completa. Atribuye a este aspecto, el hecho de que Colombia tenga una geografía accidentada. Sin embargo, también refiere a la violencia partidista como un factor histórico determinante del funcionamiento de partidos políticos en el precitado país.

 

De esta manera, se atribuye a la Guerra de los Mil Días, como un factor explicativo de la geminación de la violencia bipartidista entre liberales y conservadores. Sin embargo, no es necesario recurrir a los principios del siglo XX para explicar la dinámica neodecisionista de Uribe. Basta con nombrar que tal guerra será la causante de los conflictos que le precedieron. En este sentido, el presente trabajo abordará su análisis desde el Bogotazo, dado que es de vital importancia para la creación de nuevos actores y nuevas dinámicas en Estado colombiano.

 

Los partidos tradicionales –los únicos para aquella época– tenían dos alas opuestas y que compartían una álgida lucha por el poder entre ellos. Por un lado, el Partido Conservador Colombiano (PCC) y por otro lado, el Partido Liberal Colombiano. En 1948, Jorge Eliecer Gaitán era el candidato presidencial y representante del PLC de mayor preferencia por el electorado. Su dinámica política iba dirigida a la clase media y a sectores populares, con su pronunciamiento discursivo tan intenso, alcanzó a movilizar una gran cantidad de población.

 

Pocos días antes de la posesión presidencial, Gaitán fue asesinado en el centro de Bogotá. La noticia causó tanta conmoción en el país, que hubo movilizaciones poblacionales de gran magnitud por todo el territorio nacional. La violencia era álgida entre liberales y conservadores; y los desplazamientos poblacionales hacia el campo fueron altos. De allí, surgen en algunas células de la guerrilla, que hasta hoy, es la más antigua del continente latinoamericano: las FARC.

 

Seguidamente a mediados de los 90s, como lo advierte Colombet, la dictadura blanda de Gustavo Rojas Pinilla constituyó un proceso de alternación del poder entre el partido conservador y el partido liberal – el Frente Nacional (1953-974) – con la finalidad de disminuir la violencia bipartidaría. Lo anterior, trajo como consecuencias que otros actores fueran excluidos de la dinámica política y evidentemente establecía grandes obstáculos al accionar democrático. Esta exclusión potenció el aparecimiento de grupos beligerantes, la mayoría de éstos de corte comunista: Las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC), Ejercito de Liberación Nacional (ELN), Ejercito Popular de Liberación (EPL) y el Movimiento 19 de abril (M-19). Los anteriores fueron altamente beligerantes y dejaron grandes cambios en la dinámica política colombiana. En resumen, si bien el Frente Nacional disminuyó la violencia entre conservadores y liberales, fomentó la violencia en múltiples actores conflictivos en todo el territorio.

 

Estas dinámicas se mantuvieron hasta los 80s, donde el vínculo del narcotráfico con los grupos insurgentes añadió una nueva problemática estatal. La problemática social colombiana se agudizó más tras escándalos de corrupción, como el proceso 8000 y luego la entrada de un nuevos actores beligerantes como las mafias, ejecitos privados, bandas criminales y los paramilitares. Pastrana, en 1998 deja claro que su plan de acción frente a los grupos alzados en armas estaba basado en el respeto a los derechos humanos y en la ayuda humanitaria de la Unión Europea. Sin embargo, al finalizar su administración no dejó síntomas de una mejor situación y acudió a una negociación militar-bilateral con Estados Unidos, donde surgió el Plan Colombia.

 

El plan Colombia fue una ayuda logística y económica atrojada por el Ejecutivo estadounidense al presidente Andrés Pastrana; Álvaro Uribe heredo, de la misma manera, este instrumento de lucha contra las mafias y los principales problemas de la época: la desintegración social, violencia en altos niveles, decrecimiento económico y una crisis política que centraba su dinamismo en la corrupción endémica de la política colombiana. Uribe enfrentó una contienda electoral sin oponentes relevantes, su victoria fue contundente y el electorado estaba esperanzado en que su administración marcará un precedente. La bandera discursiva de Uribe se basaba, a todas luces, a un discurso guerrerista y de inversión en el sector social.

 

El electorado encontraba desacreditados al partido Liberal y al Conservador dado que habían salido a la luz escándalos de corrupción y las administraciones bajo los precitados partidos habían tenido relativos resultados frente al tema económico, social y político. En 2002, la contienda electoral estuvo marcada por el partido que Uribe había creado: Partido de la U. Al asumir la presidencia, el contexto que se encuadraba en el Ejecutivo era un alto número de beligerantes pertenecientes a las FARC, ELN y paramilitares. La situación económica se sumergía en un índice negativo del PIB, un alto nivel de endeudamiento público[6] y el narcotráfico era un problema principal de agenda. En resumen, el comportamiento neodecisionista de Uribe se forjó por un respaldo de importantes dimensiones del electorado y por un discurso esperanzador de recuperación del territorio nacional y de la inversión en el sector social y empresarial.

 

En concordancia a lo anterior, se puede afirmar que ambas presidencias estaban marcadas por variables símiles. Se puede percibir que en ambos países se instituyó un contexto de ingobernabilidad que antecedía a los respectivos presidente a continuación se presentaran algunas de las similitudes que no pueden llevar a conclusiones tempranas:

 

(1)  Tanto Uribe como Fujimori fueron antecedidos por presidentes que buscaban una salida del conflicto armado por la vía de negociación con los grupos insurgentes –García y Pastrana, respectivamente– y respeto a los derechos humanos. Sin embargo, en ambos casos esa solución no funcionó y potenció el discurso guerrerista de los subsiguientes líderes.

(2)  Las elecciones de ambos presidentes se hicieron bajo un partido político de sus respectivas creaciones: Uribe con el Partido de la U y Fujimori con el Partido Cambio 90. De la misma manera, sus presidencias estuvieron precedidas por la desacreditación y poca confiabilidad de los partidos tradicionales.

(3)  Ambos presidentes son percibidos como “salvadores” por el electorado.

(4)  Ambos presidentes son bien percibidos por el electorado. Fujimori, según Fair, los rasgos asiáticos le dieron una credibilidad de ser honesto y trabajador. Del mismo modo, a Uribe el hecho de ser “paisa[7] le otorgó, guardando las proporciones, una credibilidad análoga.

(5)  Ambos presidentes tenían amplios estudios universitarios y maestrías. Tal vez una diferencia es que Uribe si tenía estudios dirigidos a la administración y al trato de conflictos armados y Fujimori tenía estudios avanzados en ciencias exactas y económicas.

(6)  Ambas constituciones prevén textualmente el uso exclusivo del decreto por parte del Ejecutivo.

En cuanto a las diferencias más relevantes podemos destacar:

(1)  Fujimori no tenia, en principio, mayorías en el congreso mientras que Uribe sí.

(2)  Cabe recalcar que el análisis comparativo antecede diferencias circunstanciales constitucionales. Además los mecanismos de acción neodesicionista de Fujimori son diferentes a las de Uribe. A todas luces, éste último no recurrió a un autogolpe para implantar un nuevo orden político.

 

3. Las reformas estructurales y constitucionales: las privatizaciones de Colombia y Perú

Esta sección tiene por objetivo explicar algunas de las acciones más importantes de ambas presidencias. Por un lado explicar la razón de las acciones contra deficitarias de ambas presidencias y seguidamente explicar los referendos constitucionales que dieron cabida a la reelección inmediata.

 

3.1 Reducción del gasto estatal y privatizaciones.

 

En ambas administraciones el problema deficitario fue relevante para el accionar político. Por un lado Uribe, accedió a la presidencia en un contexto donde el crecimiento del PIB era bajo Así las cosas, en 2001 tuvo un crecimiento de 2.2% y en 2002 de 2.5%[8], el desempleo era de aproximadamente del 18% [9] y la inflación en 1998 era del 16% en 1999 de 9.23% y en 2002 de 7.65%[10], que si bien no es tan alta, a largo plazo podría constituir una crisis macroeconómica de importantes dimensiones. A ello se le suma, un déficit fiscal que si bien no era muy alto, en comparación con el crecimiento del PIB era preocupante para el Ejecutivo. En este sentido, el déficit fiscal para 1999 era de -4.28%, en 2000 de -1,75% y en 2002 -2,43%[11].

 

Uribe tenía un claro discurso neoliberal por lo tanto se centró en la privatización de empresas públicas con el fin de disminuir un creciente déficit fiscal. Sin embargo, el déficit no es atribuible a la ausencia del pago de la deuda externa –como si sucedió en Fujimori– sino más bien reprochable a una reforma tributaria sucedida en la administración anterior y a la corrupción en la dinámica política.

 

En concordancia a lo anterior, Uribe logró privatizar empresas públicas como Telecom, Inravisión, Caprecom y Cajanal. Del mismo modo, fusionó varios ministerios con el fin de disminuir el gasto estatal. En este sentido, agrupó el Ministerio de Justicia y de Gobierno en el Ministerio del Interior y de Justicia; y el Ministerio de Salud y de Trabajo en el Ministerio de Protección Social. Finalmente, la fusión más controvertida en términos de eficiencia fue el Ministerio de Medio Ambiente, Desarrollo y Vivienda provenientes de tres ministerios autónomos anteriores. De la misma manera, Uribe planteó como abanderado económico la atracción de inversiones directas en un ambiente estabilizado de la económica y la política.

 

Por otro lado Fujimori compartía un contexto problemático macroeconómico que si bien no es diferente al de Uribe, al menos si es más profundizado. En este sentido, el contexto hiperinflacionario es reprochable a la ausencia del pago de la deuda externa y al respaldo en el mercado interno. Del mismo modo, el déficit fiscal era profundo y las acciones privatizadoras no se hicieron esperar por parte de Fujimori. La mayoría de privatizaciones como Petroperu, Electroperu, Entelperu y Sedapal (Fair, Ibídem, p.108) se lograron a la luz del neoliberalismo y, según Fair, recortó el gasto del congreso[12] -con la unificación del Congreso en una sola cámara tras el autogolpe en 1992- y en función de decretos de emergencia, disminuyendo las barreras arancelarias y estimulando la inversión extranjera.

 

3.2 Referendo constitucional: La reelección inmediata.

 

El mayor logró de Uribe fue el referendo votado por la población, en donde se instituían una serie de reformas constitucionales. En este es imperativo recalcar la reelección como un cambio sin precedentes en la historia colombiana. El referendo permitía que el presidente fuera reelegido, el núcleo duro del asunto es que no se establecía en éste el número de periodos consecutivos permitidos. A ello la Corte Constitucional, dicto sentencia en 2006 argumentando que es posible la reelección por un sólo periodo, dado que ello no cambiaba la esencia constitucional colombiana.

 

Por otro lado, Fujimori convocó a referendo para lograr cambios constitucionales de importantes dimensiones. Por un lado, el auto golpe de 1992, auspiciado por las Fuerzas Armadas peruanas permitió la disolución del Congreso y neutralizo el poder judicial. En este sentido en 1992, se declara el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional, que permitió convocar a nuevas elecciones en el congreso dado, que Fujimori no tenia mayorías en el legislativo.

 

Lo anterior refiere a que tras las nuevas elecciones el nuevo Congreso queda en su mayoría a favor del partido Cambio 90 y se vuelve unicameral. De esta manera, la aprobación de una nueva Constitución en 1993, por medio del referendo, se hizo vigente. En este mismo referendo, se planteó la posibilidad de reelección inmediata de Fujimori. En 1995, gana por segunda vez las elecciones con un 64% de las votaciones. Para Fair es un claro ejemplo de un líder neodecisionista que implantó reformas constitucionales a través del referendo de 1993.

 

De lo anterior se puede intuir que ambos presidentes hicieron uso de referendos constitucionales para ser reelegidos. Sin embargo, en el caso colombiano el Poder Judicial tiene control frente a las iniciativas del Ejecutivo, mientras que en el caso peruano el Poder Judicial fue neutralizado tras el autogolpe de 1992. De la misma manera, se puede percibir que los congresos tienen un poder limitado y el Ejecutivo claramente es más fuerte. Lo anterior alude, además, a que en los dos periodos de Uribe siempre se contó con mayorías parlamentarias mientras que, en el caso peruano, sólo se conto con mayorías en la segunda mitad del primer periodo y la totalidad del segundo.

 

4. Neodecisionismo: Estados de Emergencia como manifestación contestataria de la crisis.

 

La siguiente sección tiene por propósito explicar los conceptos de neodecisionismo. Lo anterior, conducirá a explicar las características principales de ambos modelos teóricos. Seguidamente, se intentará explicar, a la luz de lo anterior, el accionar de Fujimori y Uribe, sus mecanismos y su liderazgo político tomando como base la relación existente entre el Congreso y el Ejecutivo; y entre éste y el Judicial.

 

4.1 Neodecisionismo político: la respuesta de los Estados de Excepción para mediar el conflicto armado interno, la crisis económica y la crisis socio-política.

 

Para entender el neodecisionismo es menester advertir qué es el mismo. En este sentido, el decisionismo es la manera en la que el Ejecutivo, en un contexto de emergencia, recurre a una serie de acciones para mantener el orden público. El decisionismo, según Baldioli y Leiras, tiene sus orígenes en el comportamiento de la dictadura “comisaria” de la antigua Roma (Baldioli y, Leiras p.29, 2010). Sin embargo, quien desarrolla el concepto de decisión es el teórico Schmitt, quien desarrolla sus argumentos alrededor de Donoso Cortés al describir que el accionar de la dictadura se circunscribe alrededor de la conservación del orden público (Ibídem, p.30).

 

Schmitt argumenta que, en relación a lo anterior, se busca conservar el orden institucional, la paz social y la idea de un sistema democrático que evite los partidos anti-sistema, que al llegar al poder impongan un orden totalitario (Ibídem, p.32). Siguiendo con la descripción de Baldioli y Leiras sobre los preceptos de Schmitt, se plantea que la política de la decisión surge en un contexto donde existe la presencia de un enemigo público y se funda en la decisión y no en la deliberación (Ibídem, p.34). En este sentido, el decisionismo surge del interés de un líder carismático y de la idea de un orden político que está por encima de un conjunto de reglas establecidas por un sistema determinado (Ibídem.p.35).

 

En este sentido, Schmitt determina una serie de elementos que establecen a un líder de corte decisionista. Estas características son: (1) el decisionismo político refiere a que en aquellos momentos de urgencia o excepción, prima la decisión por sobre la norma escrita. Se alude a este comportamiento, muchas de las acciones de líderes de América Latina para lidiar con las constantes crisis que se han presentado, sobretodo, a partir de los noventa y que hasta la actualidad son objeto de análisis en la academia. (2) La soberanía, hace referencia a la legitimización de la decisión, en otras palabras, es soberano quien decide cuales son las situaciones de excepción y (3) Nación, que se define como “el pueblo (que) se transforma en una comunidad política organizada, (…) ocupa y tiene soberanía de un territorio físico determinado.”[13]

 

Es claro que para intereses del presente documento, la diferencia entre decisionismo y neodecisionismo se convierte en una referencia obligatoria para atender el análisis de Menem en Argentina, Fujimori en Perú o de Álvaro Uribe en Colombia, entre otros. De esta manera, en el decisionismo, por un lado, se usan fuerzas del Estado para llevar a cabo un plan de gobernabilidad distinto al liberalismo y las teorías racionalistas, que derivan de la economía. Por otro lado, el neodecisionismo intenta lograr con diferentes grados de alianzas y de un fuerte liderazgo, políticas de acción con lineamientos neoliberales y de un discurso centrado en un punto focal (Ibídem, p.43).

En concordancia a lo anterior, Baldioli y Leiras explican que en ambos modelos existen líderes fuertes. No obstante, en el neodecisionismo se expone a un Estado disfuncional y de poca centralidad, su característica principal es que el Estado tiene directrices neoliberales de un ente reducido y con planes de gobierno focalizados (ibídem, p.44). Esto refiere a un accionar antiestatista, donde las reglas del mercado son las dirigentes de un modelo estatal. En este mismo sentido, la decisión debe ceñir su ejercicio en tiempos de urgencia y excepcionalidad y, en base a ello, debe garantizar que la lógica de mercado sea congruente con el funcionamiento de la sociedad (ibídem, p.47).

 

En resumen, el neodecisionismo se basa en una fuerte personificación de un líder presidencial que “tratará de dividir y coaptar a la oposición política y a la sociedad, dominar el Poder Legislativo, y tener un Poder Judicial adicto o en su defecto neutralizado; con todo esto, el presidente tendrá un poder omnímodo y monolítico que lo acercará a la suma del poder público”[14]. De lo anterior, se puede afirmar que en tiempos de crisis y de urgencia el neodecisionismo es más proclive a su aparición en la dinámica política.

 

En base a lo anterior, es claro que existe una construcción del liderazgo en Uribe y Fujimori. Dado que, ambos tenían capacidades excepcionales discursivas y contaban con amplios mecanismos para hacer su plan de gobierno de manera eficiente. La ventaja que tuvo Uribe desde un principio, y que no tuvo Fujimori, es la consolidación mayoritaria en el Congreso. Este hecho es primordial dado que fue este hecho lo que incentivo, en cierta parte, el autogolpe en 1992 por parte de Fujimori.

 

4.2 La relación del Ejecutivo con el Legislativo

 

Por un lado, Uribe siempre mantuvo una relación mayoritaria con el Congreso colombiano. Sin embargo, esto no alude a una mayor institucionalización en el accionar uribista. De hecho, durante los dos periodos de Uribe salieron a flote varios de los escándalos políticos más grandes de la historia colombiana. Por citar algunos ejemplos se pueden nombrar la para-política, la Yidis-Política o las “chuzadas telefónicas”[15] demostraron que la dinámica política permeaba deficiencias.

 

Las deficiencias planteadas en este sentido, se pueden establecer en función de los diversos escándalos de corrupción entre el Ejecutivo y el Legislativo. En este sentido, Las concesiones monetarias que otorgaba el Ejecutivo -en por ejemplo el escándalo de Yidis política[16]- para la aprobación de leyes o del referendo en el Congreso suprimían cualquier actividad constitucional vigente. Se implantaron altos rasgos de corrupción y fueron destituidos varios congresistas por tales hechos.

 

Otra variable es que si bien existían varios partidos con diferentes nombres dentro del Legislativo, todos velaban por los intereses del Ejecutivo. La oposición era coaptada, frente al electorado, por el discurso Uribista al catalogarlos como informantes y espías de las FARC[17]. A ello se le sumaba una fuerte división interna dentro de la oposición, que claramente no se le puede atribuir a Uribe. Del mismo modo, dentro del Congreso se encontraron evidencias de acercamientos parlamentarios con los paramilitares y que en su mayoría pertenecían al Partido de la U. En resumen, la relación de Uribe con el Legislativo estuvo signada por mayorías congruentes a los intereses del Partido de la U, aunque la mayoría estuvo ceñida por varios escándalos de corrupción.

 

Lo anterior, demuestra una fuerte capacidad del Ejecutivo por concertar alianzas con otros partidos que no son tan distintos con el accionar uribista. De esta manera, se pude destacar, por ejemplo, el escándalo del presidente del Partido Conservador y al mismo tiempo congresista de la Nación Alirio Villamizar, quien recibía grandes flujos de dinero provenientes de notarias y que eran fruto de su voto por el “sí” en el referendo. En base a lo anterior, las concesiones uribistas se basaban en otorgar notarias a cambio de un apoyo en el Congreso[18].

 

En este sentido, se puede catalogar a Uribe como un líder neodecisionista dado que coaptó a la oposición con la desacreditación frente al electorado[19], evadió hábilmente las armas de la oposición (Colombet, Op.cit, 2010) , con un gran liderazgo al poder persuadir, independientemente de los medios, al Congreso para la reelección y su plan de gobierno abanderado por la Seguridad Democrática; y finalmente por que la mayoría de iniciativas legislativas eran implantadas, por el Ejecutivo, en la agenda del Congreso.

 

Por otro lado la relación de Fujimori con el Legislativo estuvo marcada por dos momentos que están lijados con el Autogolpe de 1992. En un principio la relación que tuvo Fujimori con el Legislativo fue conflictiva, entre otras razones, porque existían minorías pertenecientes al Partido Cambio 90. En este sentido, tuvo 14 de las 60 bancas disponibles y en la Cámara de Diputados solo obtuvo 32 de los 180 disponibles (Fair, Op.cit. p.98). Lo anterior, no permitió que el plan de gobernabilidad se llevara a cabo por procedimientos constitucionales.

 

Lo anterior, potencializó el accionar neodecisionista y emprendió su estrategia maestra del Autogolpe, cerro el Congreso y llamo a elecciones legislativas nuevamente. Esta nueva relación es caracterizada por el apoyo inminente de los congresistas en función del Ejecutivo. Este hecho justifica el nacimiento y aplicación de nuevos mecanismos constitucionales que otorgan grandes poderes a Fujimori y permite, como se advirtió anteriormente, revocar la Constitución anterior (Mathew Stone, 2008).

 

Fair argumenta que Fujimori recurrió a arrestar a varios líderes políticos de la oposición y limitó a la prensa. Del mismo modo, Mathew Stone arguye que Fujimori también interceptó llamadas de la oposición y de la sociedad civil. Lo anterior, alude a que Fujimori es un líder neodecisionista en la medida en que coaptó la oposición y a la sociedad, controló el legislativo en función de una atribución mayor del poder al Ejecutivo y actuó en base a decretos de emergencia.

En conclusión, ambos son líderes neodecisionistas en la medida en que ambos, guardando las proporciones, coaptaban a la oposición y controlaban, independientemente de los medios, al legislativo. Todo lo anterior, en función de un aumentó en el poder del Ejecutivo.

 

4.3 La relación del Ejecutivo con el Judicial.

 

Por un lado, en Uribe la relación que tuvo con el Judicial fue conflictiva. Los medios tildaban estos enfrentamientos como “el choque de trenes”. Principalmente estuvo en desacuerdo por que la Corte Constitucional siempre implantaba trabas a las iniciativas del Ejecutivo. En primer lugar, el referendo de reelección fue revisado, exhaustivamente, por su “forma” por parte del Judicial retasando el plan de gobierno y acción de Uribe. Sin embargo, el Poder Judicial sólo cumplía con su función de control.

 

Una vez declarado constitucional el referendo reeleccionista, se llamo a votación por dicho referendo. Como se advirtió anteriormente, el Referendo fue aprobado y nuevamente el Corte Constitucional cumplía con sus funciones revisando, exhaustivamente, la aplicación del referendo y modificando la Carta Constitucional. En otra ocasión de imperativa referencia, Uribe intentó su segunda reelección en 2009 todo se acoplaba de acuerdo a la estrategia Uribista. No obstante, fue la Corte Constitucional quien limitó nuevamente el número de reelecciones en la Constitución. Ciertamente, la Corte jugó un rol de importantes dimensiones al prohibir las bases militares estadounidenses en Colombia.

 

Por otro lado, Fujimori obtuvo un poco control vertical por parte del la rama judicial (Stone, op.cit, 2008). Dado que tras el autogolpe de 1992, según Fair, neutralizó el accionar Judicial e implantó una serie de amnistías a los procesados por terrorismo salteando los procedimientos constitucionales de la rama judicial. Este liderazgo es muy parecido al de Menem en Argentina, como plantea Iazzetta, dado que fue un liderazgo vertical donde no hubo un control de horizontalidad, sin justicia ni ningún mecanismo de control contra el Ejecutivo.

 

En conclusión se puede afirmar que Fujimori es neodecisionista en la medida en que este neutralizo al Judicial y no hubo mecanismos que frenaran su liderazgo mesiánico. Sin embargo, en el caso colombiano no es preciso afirmar que es neodecisionista a la luz de la coaptación del Poder Judicial, dado que el Judicial fue, tal vez, el principal órgano de control del Ejecutivo. En otras palabras, fue el Judicial el mayor opositor a las iniciativas del Ejecutivo, pero no por cuestiones de diferencias partidarias ni ideológicas sino por la doctrina constitucional que interpreta la Corte Constitucional.

 

5. Resultados del liderazgo Fujimori y Uribe

 

Esta sección tiene por objetivo explicar b los resultados de los liderazgos de Uribe y Fujimori frente a los grupos insurgentes y el narcotráfico, a la cuestión económica y finalmente plantear los resultados de gobernabilidad y las repercusiones institucionales de sus acciones en la democracia colombiana y peruana, respectivamente.

 

5.1 La lucha contra los grupos insurgentes y el narcotráfico: El accionar ejecutivo colombiano y peruano.

 

Ambos gobiernos tuvieron que luchar contra grupos insurgentes durante sus dos periodos presidenciales. Aunque esta tarea impuso mayor trabajo a Colombia dados los diversos actores que se involucran en el narcoterrorista. En Perú hubo al menos un actor importante del terrorismo: el Sendero Luminoso.

 

Por un lado, Uribe tuvo como abanderado la Seguridad Democrática en la mayoría de sus discursos reprochaba la mayoría de problemas a las FARC, donde se argumentaba que la fuente de todos los problemas era el precitado grupo insurgente. Desde un principio, Uribe mantuvo relaciones muy cercanas con Estados Unidos, donde el Plan Colombia[20] jugó un rol importante contra las FARC, demás grupos beligerantes y contra el narcotráfico. En este sentido, la estrategia de Uribe era la inversión en entrenamiento militar terrestre y la compra de armamento contraguerrilla. Su objetivo claramente estaba dirigido a la recuperación de territorio nacional.

 

Por otro lado, Uribe tuvo la iniciativa de la Ley de Justicia y Paz, que tenía por objetivo desmovilizar a paramilitares (otro grupo insurgente de derecha). La desmovilización se hizo con relativo éxito y conjuntamente se llevó a cabo la reinserción a la sociedad por medio de planes educativos, trabajos y subsidios. Sin embargo, el éxito fue cortoplacista, en este aspecto, dado que, por un lado, muchos de los paramilitares desmovilizados fundaron nuevas células paramilitares y, por otro lado, se encontraron muchas disparidades en la aplicación y evaluación de la precitada Ley[21].

 

En cuanto a las FARC, Álvaro Uribe tuvo un rotundo existo dado que logró coaptar las acciones de varios de las cabecillas del grupo beligerante. Ejemplo de ello, fue la muerte de Raúl Reyes, Secretario de las FARC, en una operación aérea que contrajo serias complicaciones con la soberanía ecuatoriana. Entre otros importantes eventos, se pueden nombrar que el gobierno de Uribe logró recuperar la libertad de varios secuestrados en manos de las FARC, o al menos los más importantes en términos políticos.[22] En resumen, si bien las FARC aún existen, su accionar ya no es tan preponderante.

 

En Perú, según Fair, el dialogo fue la primer herramienta adoptada por Fujimori para afrontar a grupos insurgente. Sin embargo, su discurso cambio un accionar guerrerista. Bajo el gobierno de Fujimori se acaba el Sendero Luminoso al eliminar a Abimael Guzmán, cabecilla del antedicho grupo beligerante. En este sentido, el mecanismo de Fujimori fue netamente y principalmente la inversión en armamento militar y sus estrategias de guerra fueron de un carácter preponderante para la recuperación del territorio nacional. En resumen, constituyo un éxito rotundo frente a la lucha contrainsurgente.

 

Cabe recalcar, que este éxito, en ambos casos, dio mayor legitimidad a los discursos neodecisionistas. Y ello se puede interpretar en el aumento de la popularidad y credibilidad del electorado con respecto a sus respectivos presidentes. Sin embargo los costos en violación de derechos humanos fueron muy altos. En esta misma línea, hubo gran número de violaciones de DDHH en los dos periodos consecutivos de Fujimori y Uribe.[23]

 

Por otro lado, el narcotráfico fue una lucha incesante de ambos presidentes pero el éxito fue relativo en cuanto a la erradicación de cultivos ilícitos de coca para ambas administraciones.

Fuente: Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, Policía Nacional-Dirección Antinarcóticos, y Dirección Nacional de Estupefacientes. Proyecto SIMCI - Procesamiento digital e interpretación de imágenes satelitales LANDSAT y SPOT.

 

En el anterior cuadro se puede divisar que en el periodo de Fujimori se disminuyo circunstancialmente los cultivos de coca. En ese momento Colombia experimentaba un incremento en los cultivos de Coca. El anexo N° 1 muestra el éxito relativo del gobierno de Uribe al respecto[24].

 

5.2 Los resultados de gobernabilidad y las repercusiones institucionales del neodecisionismo.

 

Por un lado, En Uribe los resultados de gobernabilidad fueron congruentes tanto, con los intereses partidarios como con su plan de gobierno. Como se ha advertido anteriormente, el legislativo estaba coaptado por el Ejecutivo, el único mecanismo de control de la gobernabilidad de Uribe fue el Judicial. Por otro lado, los resultados de gobernabilidad se vieron evidenciados con el uso de decretos de emergencia en la primera mitad de su primer mandato, a partir del autogolpe de 1993, sus resultados de gobernabilidad eran congruentes con los intereses partidarios y del Ejecutivo. En este último caso, no se alcanza divisar un control horizontal por parte del Judicial. Era en resumen, un líder sin límites ni frenos.

 

Finalmente, el neodecisionismo puede llegar a ser analizados como un modelo, que sale a flote bajo circunstancias de urgencia y crisis. Además, ambas son llevadas a cabo por el Ejecutivo bajo la interacción partidaria con el Legislativo. De esta manera, se puede afirmar que, el neodecisionismo, plantea una discrecionalidad unilateral del presidencialismo y que el poder que le otorga al mismo es ampliamente mayor que el resto de la división tripartita del poder. Lo anterior alude al caso peruano dado que no hubo un control horizontal de ninguna de las tres ramas del poder público. Uribe por otro lado el control judicial fue el mayor control del liderazgo neodecisionista de Uribe.

 

A largo plazo, como advierte Baldioli y Leiras, el neodecisionismo se puede convertir en una práctica endémica del Ejecutivo. Lo anterior puede ser analizado desde la perspectiva de Iturralde donde afirma que el uso recurrente de los Estados de Excepción contribuye a la crisis Estatal. (Iturralde, p.1. 2003)

 

Conclusiones

El presente documento denotó varias conclusiones a cerca de las dinámicas presidenciales de Uribe y Fujimori:

(1)  Ambas presidencias compartían un contexto de violencia insurgente. Colombia con las FARC, ELN, grupos Paramilitares y narcotraficantes con ejércitos privados. Perú con el Sendero Luminoso y con el Movimiento Túpac Amaru.

(2)  Ambos presidentes compartían un álgido contexto de problemas económicos. Por un lado, Colombia mantenía altos índices de inflación, relativamente, altos; una crisis deficitaria producto de la reforma y la corrupción y una tasa alta de desempleo. Por otro lado, Perú mantenía un alto grado de hiperinflación, un déficit fiscal reprochable a la crisis de la deuda externa y una alta tasa de desempleo.

(3)  Ambos presidentes acudieron a un discurso neoliberal para afrontar la crisis económica, entre algunas de las acciones más preponderantes se pueden ver las privatizaciones de empresas públicas con la finalidad de reducir el gasto público y contrarrestar la crisis macroeconómica.

(4)  Uribe y Fujimori acudieron a referendos para lograr cambios en la constitución. En este sentido, los dos Ejecutivos lograron modificar la Constitución para lograr la reelección.

(5)  Ambos son considerados como lideres neodecisionistas, dadas las prácticas neoliberales, la coaptación a la oposición y el dominio del Legislativo con la finalidad de obtener más poder en función de un plan de gobernabilidad planteado por el Ejecutivo.

(6)  Tanto Uribe como Fujimori, acudieron a un discurso guerrerista contra las amenazas insurgentes y ambos tuvieron un éxito representativo en la recuperación del territorio nacional y la eliminación de la total, o gran parte de los mismos.

(7)  En ambos países se logró un éxito parcial frente a la erradicación de los cultivos ilícitos de la hoja de coca.

(8)  Ambos tuvieron resultados de gobernabilidad congruentes con los intereses del Ejecutivo.

(9)  Ambos gozaban de un fuerte respaldo del electorado y su popularidad, en repetidas ocasiones, fue muy alta. A pesar de las redundadas violaciones de derechos humanos.

(10)  En el gobierno de Uribe si hubo un control horizontal por parte del Judicial. En Fujimori, sin embargo, se coaptó el accionar del Poder Judicial.

 

Con respecto a la hipótesis planteada se puede afirmar que fueron los fuertes liderazgos neodecisionistas de Uribe y Fujimori los causantes de que, a través de su plan de gobierno, su discurso neoliberal y la aplicación de referendos, se pudieran llegar a resultados semejantes en el plano económico, social y político. Sin embargo, los dos gobernaron bajo un contexto muy parecido lo cual potenció que, a través de medidas análogas, se llegará a resultados equivalentes.

 

Anexo N°1

 

Cultivos de coca por Departamento en Colombia 2002 - 2007

Departamento

Hectareas detectadas por año

2002

2003

2004

2005

2006

2007

%2006-2007

% del 2007

Nariño

15131

17628

14154

13875

15606

20259

30

21

Putumayo

13725

7559

4386

8963

12254

14813

21

15

Meta

9222

12814

18740

17305

11063

10386

-6

11

Antioquia

3030

4273

5168

6414

6157

9926

61

10

Guaviare

27381

16163

9769

8658

9477

9299

-2

9

vichada

4910

3818

4692

7826

5523

7218

31

7

Caquetá

8412

7230

6500

4988

4967

6318

27

6

Bolívar

2735

4470

3402

3670

2382

5632

136

6

Cauca

2120

1443

1266

2705

2104

4168

98

4

Arauca

2214

539

1552

1883

1306

2116

62

2

N. Santander

8041

4471

3055

844

488

1946

299

2

Córdoba

385

838

1536

3136

1216

1858

53

2

Santander

463

632

1124

981

866

1325

53

1

Chocó

0

453

323

1025

816

1080

32

1

Guainia

749

726

721

752

753

623

-17

0,6

Amazonas

784

625

783

897

692

541

-22

0,6

Valle del Cauca

111

37

45

28

281

453

61

0,5

Vaupés

1485

1157

1084

671

460

307

-33

0,3

Magdalena

644

484

706

213

271

278

0

0,3

Cundinamarca

57

57

71

56

120

131

9

0,1

La Guajira

354

275

556

329

166

87

-48

0,1

Boyacá

118

594

359

342

441

79

-82

0,1

Caldas

0

54

358

189

461

56

-88

0

Total

102071

86340

80350

85750

77870

98899

27

 

Departamento afectados

21

23

23

23

23

23

 

 

Fuente: Gobierno de Colombia - Sistema Integrado de Monitoreo UNODC. Censo de cultivos de coca 1999, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006 y 2007

 

*Universidad Externado de Colombia. Carrera Gobierno y RRII

 

BIBLIOGRAFIA:

 

Libros y Artículos

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Leiras, Santiago “Estados de excepción y democracia en America Latina. Rosario. Argentina, Homo Sapiens Ediciones, 2010.

 

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www.

 

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[1] N.A. ver Alberto Baldioli y Santiago Leiras. Argentina en la década de la decisión política. El liderazgo neodecisionista de Carlos Saúl Menem.

[2] N.A. Para más información ver trabajo de Baldioli y Leiras, 2010.

[3] N.A. Para más información ver trabajo de Colombet 2010.

[4]N.A. Para más información ver trabajo de Julio Silva Colmenares 2003.

[5] N.A. para más información ver Hernán Fair p 87-91. 2010.

[6] N.A. Para más información ver el trabajo de la Escuela Colombiana de Carreras Industriales.

[7] N.A. “paisa” es un regionalismo colombiano otorgado a aquellas personas nacidas en la parte sur occidental del país.

[8] N.A. Para más información ver. Estadísticas del DANE.

[9] N.A. Para más información ver. Ibídem.

[10] N.A. Para más información ver. Ibídem.

[11] N.A. Para más información ver. Wiesner, Eduardo (2004)

[12] N.A. Uribe tenia está iniciativa con el congreso colombiano. Sin embargo, su iniciativa fracaso. Ver. Alejo Vargas Velásquez.

[13] Baldioli y Leiras, ibídem. P. 35, 2010.

[14] Baldioli y Leiras, ibídem. P. 47, 2010.

[15] N.A. Término usado por los medios colombianos para hacer referencia al supuesto espionaje telefónico por parte de organismos de inteligencia colombiano a algunos funcionarios públicos.

[16] Yidis Medina fue congresista en el periodo de Uribe, y pertenecía a la comisión primera constitucional donde se debatía la reelección de Uribe. y confesó haber negociado su voto a cambio de algunas concesiones notariales. En la actualidad se encuentra presa, pues la Fiscalía encontró que su testimonio era verdadero. Otros congresistas involucrados en este hecho fueron: Sabas Pretelt de la Vega Embajador en Italia, Diego Palacio Betancourt Ministro de Protección social, Alberto Velásquez Secretario General de la presidencia de Uribe. Entre otros. Sin embargo, Uribe frente a estas acusaciones dijo: “El Estado Nacional persuade, no compra conciencias”.

[17] La presidencia uribista estuvo signada, en repetidas ocasiones, por un conflicto con el Polo Alternativo Democrático.

[18] Ver. Escándalo de Yidis Política.

[19] Sin embargo, lo que parece interesante en el análisis es que Uribe nunca perdió apoyo del electorado a pesar de los constantes escándalos de corrupción en su partido o en sus alianzas estratégicas -el partido liberal y conservador entre otros- De hecho, pudo haber sido candidato para un tercer periodo pero la Corte Constitucional declaró, en 2009, inexequible tal situación.

 

[20] N.A.Para más información ver: Colombet, Op.cit. 2008.

[21] N.A.Ver. Informe General para Colombia de las Naciones Unidas. Observaciones Finales del Comité de Derechos Humanos para Colombia. Fecha: 12 a 30 de junio de 2010, Ginebra.

[22] N.A. Ej. Ingrid Betancourt, varios generales y altos mandos de las Fuerzas Armadas de Colombia y algunos Alcaldes y diputados. Sin embargo, existen varios secuestrados que llevan más de 20 años en cautiverio.

[23] N.A. ver Sentencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al respecto.

[24] N.A. Para más información al respecto ver Estadísticas del Departamento Nacional de Estupefacientes. Colombia.