Revista Nº6 "Instituciones y Procesos Gubernamentales "

Resumen

Varios son los enfoques y propuestas de solución que surgieron para enfrentar la crisis de Estado que viene afrontado desde ya hace varios años Latinoamérica; entre ellos: “El consenso de Washington” y “Crisis Fiscal”.  El siguiente trabajo tiene como objetivo vincular uno de los enfoques al plan de reformas aplicadas al Estado argentino por el gobierno de Menem (1989-1991); pretende demostrar las anomalías persistentes, la crisis del Estado en su conjunto y el cambio de modelo económico que dará un giro fundamental en el modelo de Estado.
El caso argentino de la década del noventa es aplicable al modelo del llamado “Consenso de Washington”, no de un modo estrictamente ortodoxo, sino presentando coincidencias y alteraciones respecto del mismo.

La aplicación de dicho modelo presenta alteraciones que nos llevan  a pensar que las políticas aplicadas no fueron estrictamente pensadas en función de los supuestos efectos por éstas a realizar: la recuperación del crecimiento económico que la crisis postergó. Estas particularidades que presentó el proyecto dan como resultado el beneficio en términos económicos de sectores que se encuentran directamente vinculados a la puesta en marcha y ejecución del mismo. El resultado es un mercado abierto, privado, pero contradictoriamente no exento de oligopolios.
            Menem para poder llevar acabo la política de reformas no solo tuvo que lograr formar coaliciones con los sectores más vinculados al mercado sino que debió abandonar el dogma ideológico de su partido (con bases populistas) asociado a políticas estatistas y mercado internistas.

Summary
In recent years there have appeared many academic approaches and proposals of solutions to fight against state crisis in Latin America. These proposals were called “Washington consensus” and “Tax/fiscal crisis”. The aim of the present work is to connect one of those proposals with the plan to reform argentinian state that was put into practice during Menem’s presidency (1989-1991). This work also tries to show persistent abnormalities, state crisis as a whole and how change in economic model involved a fundamental change in State. 
Argentinian case of the decade of 1990 can be considered as a heterodox example of “Washington consensus” because of its coincidences and differences with the pure model.
The way that model was put into practice shows particular distortions that make us think policies were not implemented to produce declaimed effects such as the recovery of economic growth postponed by crisis. These special features of the project resulted in economic benefit of those groups closely related to the implementation of the project. The final result is a open and private market which also admits that a small number of industries take control of a big part of national economy.   
In order to put into practice these policies, Menem not only had to form a coalition with groups directly connected with market interests but also had to leave behind ideological dogma of its political party (with populist social basis) identified with the search for a strong state and an economic system based on national market.

Implementación y consolidación de las reformas económicas y estructurales del Estado logradas por Carlos Saúl Menen en Argentina (1989-1991).

Por: Lic. María Florencia Gallardo*

INTRODUCCIÓN

La crisis del Estado que desde hace ya varios años viene afrontando Latinoamérica ha sido objeto de estudios que dieron como resultado enfoques y propuestas de solución de distinta índole (Consenso de Washington; Crisis Fiscal). El presente trabajo tiene su relevancia e intentará hacer una breve descripción de las características de las mismas. Luego se buscará vincular uno de los enfoques al plan de reformas que habría sido aplicado por el gobierno de Menem (1989-1991), el cual se presentaría a la observación con coincidencias y alteraciones respecto del mismo.

En el desarrollo del trabajo se dará un pequeño contexto histórico para luego pasar al debate que resulta de la postura de los enfoques en el que el objetivo propuesto sería demostrar las anomalías persistentes, la crisis del Estado en su conjunto y el cambio de modelo económico que dará un cambio fundamental en el modelo de Estado. Lo que nos lleva a plantearnos el siguiente problema: ¿El modelo de Estado y las reformas económicas propuestas por la administración Menem habrían sido exitosas para controlar la crisis económica?  Y ¿Cómo influiría el paradigma vigente en la década del 90 por qué Carlos Menem cambiaría su posición anterior y produjera una ruptura dentro del dogma ideológico  de su partido?

El presente trabajo concluirá con la descripción del momento mismo de las reformas presentadas en el debate anterior llevadas a cabo por el gobierno de Menem. Mi aporte al estado de la cuestión será centralizarme en los primeros años del largo período del menemato para buscar las claves de las reformas que dieron comienzo en los inicio del mandato de Carlos Saúl Menem.

Muchos son los autores que abordan los temas a tratar en el presente trabajo, tales como Acuña, Ferreira Rubio y Goretti, Palermo y Novaro entre otros, pero sin embargo el trabajo se centrará principalmente en los escritos de Bresser Pereira y Gerchunoff y Torre.

CRISIS DE ESTADO EN AMÉRICA LATINA

La década de 1970 es en el ámbito internacional el momento de la ruptura con la forma de desarrollo social y económico que supone al Estado como factor principal de ese crecimiento. La crisis del Estado  acompañada con la del petróleo produce un decrecimiento económico y un aumento del desempleo y la inflación1 . Esto da pié a que las teorías económicas clásicas que se habían visto ocultadas por el éxito del Estado de Bienestar resurjan al salvataje.

Así, la década del 80  ya ve hacer efectiva en esta política económica llamada neoliberal (Reagan en los Estados Unidos, Tacher en Inglaterra) de coordinación de la economía a través del mercado. La crisis en Latinoamérica – y particularmente en la Argentina – encuentra hacia finales de la década una síntesis de la crisis manifestada en procesos hiperinflacionarios. Un gasto que desborda al ingreso, un proteccionismo que distorsiona la competitividad de las nuevas industrias, un gasto social que subvenciona a los sectores medios en desmedro de los más pobres; una burocratización ineficaz que inhibe cualquier esfuerzo innovador2 , es la crisis final del último intento de ser de un Estado que bajo esa perspectiva juega en contra del desarrollo económico y se interpone al avance de la lógica de mercado.

En respuesta a la ortodoxia neoclásica que tampoco brinda respuestas satisfactorias durante la década del 80, surgen distintos enfoques que buscan determinar las causas de la crisis y plantear una solución para las mismas. Con mirada hacia Latinoamérica, tenemos referencia de dos enfoques: el “consenso de Washington” y el de  “Crisis fiscal”.

CONSENSO DE WASHINGTON

El “consenso de Washington” puede ser tratado como el enfoque que más se aferra a la cultura liberal. Apunta a conciliar la lógica del orden económico de acuerdo a las especificidades de cada economía Latinoamericana. Encuentra entre las causas de la crisis un excesivo crecimiento del Estado, traducido en proteccionismo (modelo I.S.I.), exceso de regulación y empresas estatales ineficientes y numerosas; así como un “populismo económico”, definido por la incapacidad de controlar el déficit público y de mantener bajo control las demandas salariales en el sector privado y público3 .

Su propuesta como solución a la crisis supone dos aspectos. En primer lugar establecer la estabilidad macroeconómica. Esta se logra a través del a) control de la inflación: la producción se ve entorpecida si el sistema de precios se  encuentra fuera de control; b) control del déficit fiscal: es una de las causas del punto a. El Estado gasta más de lo que gana, es “benefactor”; c) equilibrio de la balanza de pagos: consiste en la reducción de la inflación y del gasto público; y d) estabilidad del tipo de cambio: variable clave para una economía que se disponga a apuntar al sector externo y a generar confianza.
Como aspecto de la reforma estructural piensa en a) privatizaciones: apunta a la lógica fiscal del ahorro estatal; b) desregulaciones: tasa de interés desregulada, libre al mercado, a la “ley de oferta y demanda”; y c) apertura de la economía: a ella se asocia la libreompetencia que apareja el aumento de la competitividad y su consecuente mejora de calidad y precios.

Es importante aclarar que dicho enfoque no hace referencia en ningún momento a la deuda de los Estados, tanto interna como externa.

 CRISIS FISCAL

El enfoque de la crisis fiscal enfrenta el problema dando mayor presencia al Estado del que le da la opción anterior. Si bien ve también una crisis en el Estado a partir de un crecimiento exagerado y distorsionado de éste, aboga por la reconstrucción de éste a partir de que al tiempo que reduce su tamaño se reconstruye como un Estado fuerte.
Según Bresser Pereira4 , la principal problemática de los Estados Latinoamericanos en crisis es que se vieron impedidos de su capacidad de ahorro, por lo tanto de inversión social, de infraestructura, de subsidios para el desarrollo industrial. Los cinco puntos que definen la problemática estructural son a) el déficit público; b) un ahorro reducido o bien negativo; c) una deuda pública interna y externa, acarreada de la crisis que comienza en el 70 de los Estados que sostuvieron la situación a través del crédito mientras poseyeron la confianza de los acreedores, muy grande; d) falta de crédito e incapaz de seguir generando deuda pública interna y e) la falta de credibilidad de los gobiernos5 . Se podría resumir la causa de la crisis en el grave endeudamiento adquirido por los Estados a los efectos de financiar una estrategia “hacia adentro” en lugar de orientarla a las exportaciones6.
La solución de esta postura apunta sustancialmente a la reducción de la deuda pública a través de un ajuste fiscal (sobre todo hacia aquellos que pueden pagar) y una reducción de gastos a los efectos de recuperar el ahorro del Estado. Esta recuperación se supone con una cierta prolongación en el tiempo, sin “soluciones mágicas”. Por otro lado no adjudica el papel casi totalizante del mercado propuesto por la economía liberal, sino una economía de coordinación mixta entre Estado y mercado con una creciente orientación que vaya del mercado interno al externo7. Es decir un Estado pequeño pero fuerte, con capacidad de arbitrar el avance ciego del mercado.
Ya planteados ambos enfoques y sus respectivas propuestas me concentraré en el concepto de reforma, las reformas en Argentina, para luego pasar a vincularlas con una de las propuestas expuestas (Con cual de los enfoques planteados se condicen dichas reformas).

CONCEPTO DE REFORMA- LAS REFORMAS EN LA ARGENTINA

Según Palermo y Novaro básicamente las reformas son operaciones políticas y la voluntad política es un componente indispensable a la hora de decidirlas y llevarlas adelante.
Si bien es cierto que fueron los militares de la última dictadura militar (1976-1983) quienes comenzaron a implementar las primeras reformas estructurales, no es menos cierto que fracasaron en refundar nuevas bases económico-estatales en la sociedad y en la política argentina. Es en ese sentido, que la herencia que dejó el Proceso habilitaría el terreno a Raúl Alfonsín (1983-1989) para llevar a cabo las reformas, pero al mismo tiempo la economía estaba debilitada en recursos fiscales, administrativos y de consenso para que se implementaran. Los desequilibrios crónicos del "viejo modelo”(caracterizado por  el incremento de la deuda pública acompañado por una marcada vulnerabilidad fiscal y externa) se habían profundizado.
Al asumir Alfonsín confía en que con la instauración de la democracia  los problemas de dicha herencia se solucionarían. El líder radical no tardó en asociar a la economía de la dictadura con el neoliberalismo  y para él los temas de la economía democrática eran diferentes a los planteados por el neoliberalismo ya que apuntarían al crecimiento, el empleo y la redistribución del ingreso.
Ahora bien, ¿por qué no fueron implementadas las reformas durante el gobierno de Alfonsín? Hay varios motivos que imposibilitaron poner en marcha las reformas. Uno fue que el gobierno radical demoró mucho tiempo en captar la lógica de la situación fiscal y no operó con un diagnóstico del que se desprendieran reformas estructurales. El "ajuste estructural" y la creación de una coalición favorable no figuraban en la agenda política del radicalismo. Otro motivo fue la resistencia del jefe del Ejecutivo a encarar reformas que poseían un alto nivel disgregador del consenso colectivo que sostenía a su gobierno como al régimen democrático. Y cuando el poder ejecutivo reformula el diagnóstico y adopta el programa de reformas estructurales bajo el Banco Mundial, ya era demasiado tarde: el gobierno estaba debilitado y la oposición ganaba cada vez más terreno.
Tanto durante la dictadura militar como durante el gobierno de Alfonsín, fue imposible generar las capacidades político-estatales para concretar las reformas que permitieran superar las dificultades del sector público.
A fines de 1980 se produce la profundización de un largo proceso de pérdida de autonomía fiscal y deterioro de capacidad de la gestión. La explosión hiperinflacionaria que sacudió a la economía argentina (entre los meses de mayo y agosto de 1989) provocó el colapso de las finanzas públicas. La crisis hiperinflacionaria cerró en forma dramática una serie de intentos estabilizadores que se sucedieron durante la segunda década del ochenta cada vez con menos éxito.
A comienzos de 1989 la situación era muy crítica: la situación fiscal  estaba deteriorada, había un creciente endeudamiento gubernamental a tasas y plazos desfavorables, las reservas internacionales eran mínimas y la incertidumbre provocada por las próximas elecciones no alentaba ningún optimismo. Todo ello desató una huida generalizada de la moneda doméstica hacia el dólar, cuya cotización creció 25 veces en apenas seis meses.8 Y además el mecanismo del estado había entrado en un círculo vicioso entre el desequilibrio fiscal y la inflación.
La crisis hiperinflacionaria constituyó el contexto en que asumía Menem  y que actuaría como disparador del proceso de reformas. Es a partir de ese momento cuando el PJ asume un rol primordial para sacar a la sociedad argentina del "incendio"(término que utiliza Menem en sus discursos de la campaña electoral)  al que él mismo ayudó a que se extinguiera ferozmente.
Podría ser difícil comprobar si Menem tenía un programa de reformas desde antes que se produzca la hiperinflación. Pero una vez en el poder no dudó en dejar de lado algunas promesas electorales populistas y tomó las banderas del neoliberalismo para resolver el gran desafío que le imponía la realidad: ganar la aquiescencia de los principales agentes económicos, internos y externos, que disponían de un marcado poder de veto sobre los mercados y la sustentabilidad de su gobierno. Menem comprendió, quizás más que nadie, que el proceso de reformas es siempre una batalla política por llevar a la práctica ciertos objetivos. Y que no consiste sólo en la adhesión de determinado conjunto de políticas sino que también incluye la tarea de movilizar los apoyos sociales y capacidades institucionales para implementar dichas políticas y neutralizar a quienes se oponen a ellas.9
Como se menciona antes, el descrédito general del orden económico le concedió a Menem el margen de maniobra necesario para poner en marcha las reformas sin una fuerte oposición. Y la principal virtud del jefe de gobierno radicó en que pudo abandonar las tradicionales banderas del peronismo y escoger nuevas políticas y alianzas sin perder el respaldo de sus seguidores. El caso argentino es particularmente interesante, dado que el gobierno reformista no sólo es democrático, sino que también tiene su base en un partido populista, asociado con las políticas estatistas y mercado internistas, esto implicaría una ruptura dentro del dogma ideológico del partido.
Bien dicen Palermo y Novaro, el menemismo comprendió que para implementar las reformas necesitaba captar el apoyo de los actores económicos predominantes. Y para esto adoptó el pragmatismo y no dudó un instante en abrazarse al mundo empresario (tal es así que poco antes de asumir a su cargo anunció que su ministro de economía seria un ejecutivo del grupo Bunge y Born.). Esa decisión, constituyó la principal estrategia para hacer frente a la crisis del Estado: apuntó a la conformación de una coalición entre un gobierno que disponía de un fuerte respaldo popular y quienes se suponía podían controlar las variables económicas.
El armado de la coalición de gobierno, significó  de gran importancia para la puesta en marcha y efectivización la política de reformas.

CRISIS Y REFORMA EN EL GOBIERNO DE MENEM
Cuando Menem asume el poder anuncia – y más tarde hace efectivas – una serie de reformas que marcan un vuelco absoluto respecto de la política anunciada en el discurso (populista) previo a la ascensión. Podemos pensar que dichas reformas responden en gran medida al enfoque y propuesta del “consenso de Washington” pero en cierta forma alterada. La reforma habría sido aplicada casi con un mínimo de ortodoxia, presentando algunas alteraciones –  que en el plano de lo teórico –  que no se ajustan estrictamente a dicha propuesta, lo que daría como resultado una forma alterada de la misma. Dichas alteraciones cabría tipificarlas más allá del ajuste necesario – supuestamente – a las condiciones y contexto de cada país; podríamos pensar que responderían a una adecuación de características particulares para los actores de decisión económica que participaron en la reforma, donde desdetores se verían beneficiados. este plano (el económico), dichos ac

En este mismo sentido propondré un cruce de las principales medidas propuestas por el “consenso de Washington” con la reforma efectivamente llevada acabo en la primer presidencia de Menem a los efectos de establecer el vínculo y las alteraciones.

Las condiciones que presenta el Estado en el momento que Menem asume no cubren al menos parte del mínimo de características que debería cubrir el más mínimo de los Estados neoliberales: garantizar la propiedad y el orden interno y la estabilidad de la moneda. La hiperinflación del 89 provocó el colapso de las finanzas públicas10, provocando no solo huidas hacia el dólar que potenciaron la situación, sino también “hacia los supermercados”.  Acerca del Estado en tanto garante del cumplimiento de los contratos no dispongo de datos que permitan establecer una crisis de Estado en este aspecto.

Bresser Pereira11 presenta los principales puntos de la propuesta del “consenso de Washington” resumiéndolas en dos grupos de medidas: la primera apunta a promover la estabilización de la economía a través del ajuste fiscal y la adopción de políticas liberales de mercado, y la segunda a reducir el Estado. Para hacer un rastreo de las medidas de reforma estructural del Estado    llevadas a cabo por el gobierno de Menem en la primera etapa, se seguirán los ejes presentados por Torre y Gerchunoff12.

En términos generales estos autores determinan los cambios efectuados por el gobierno de Menem con la prioridad de reducir el déficit fiscal y contener la inflación antes que aumentar la competitividad y productividad de la industria a largo plazo13 , con lo que se puede pensar que las políticas aplicadas se vieron conducidas por un “apresuramiento”.

Entre las primeras acciones se encuentra la de perfilar la ley de Emergencia Económica, produciendo el primer gran corte con la metodología de asistencia estatal al suspender los regímenes de promoción industrial, regional y de exportaciones, así como autorizar el licenciamiento y el fin de esquemas salariales de privilegio en la administración pública14

Esta política de eliminación de subsidios viene aparejada en la política propuesta por el modelo norteamericano por un aumento de la inversión pública en los ámbitos de salud, educación e infraestructura15.

En este aspecto obtenemos una primera alteración del modelo de Washington con respecto a la aplicación del mismo por el cambio del gobierno de Menem. Este aspecto se adecua a la reducción de los subsidios pero no a aquel aumento de la inversión pública que se supone lo acompaña. Si bien aumenta la Inversión en términos generales a partir del año 91 (16,3 % del P.B.I.) llegando al 22 % del P.B.I. en el año 9616, la inversión pública sigue el sentido inverso, pasando del 2,3 % del P.B.I. en el año 90 al 0,9 % del mismo en el 93

REFORMA TRIBUTARIA

Siguiendo el mismo orden de cosas, es menester hacer referencia a la política fiscal como uno de los ejes donde gira la reforma estructural del Estado en el primer período menemista. En este sentido el enfoque del “consenso de Washington” propone la aplicación de una fuerte disciplina17 (tendiente a eliminar el déficit público) y por otro lado una reforma tributaria tendiente a ampliar la base de la misma.18
La reforma llevada a cabo en este sentido supone tres aspectos según Torre y Gerchunoff. El primero consiste en la concentración de la estructura impositiva en pocos impuestos, básicamente I.V.A. y ganancias, expandiendo la base del imponible, aumentando las alícuotas y ampliando los mecanismos de agentes de retención19 (este último manifiesto en campañas publicitarias).

Resulta interesante apreciar como esta reforma tiñe al aspecto impositivo de una particular “equidad”. Primeramente el I.V.A. lo pagan todos – desde el más pobre al más rico? Para el impuesto a las ganancias, al reducir el imponible, aquel que no tenga cargas de familia ni demás declaraciones puede llegar a pagar el impuesto a partir de los $ 1.500 de ingreso.

El segundo cambio estaría vinculado al aspecto anteriormente descripto (suspensión de subsidios) y se aplica al eliminar parcial o totalmente las exenciones impositivas especiales de promoción industrial y regional20. El tercer aspecto del cambio se adecua a la aplicación de una mayor rigurosidad sancionando una nueva ley penal tributaria que aumentaba los riesgos de evasión, intentando invertir una cultura del pago tributario corroída21.

LIBERALIZACIÓN COMERCIAL

Un segundo eje de reformas es el de la liberalización comercial o así también llamada apertura económica. Esta se instrumenta por medio de la baja y anulación de aranceles y cupos en la importación. Se pueden señalar como objetivos de la apertura la caída de precios, fomentar las importaciones con lo que aumenta el consumo interno. También permitiría el ingreso de capital industrial nuevo, lo que daría una mejora en la competitividad a largo plazo. Sobre este último aspecto es importante señalar que la mayoría de las pequeñas y medianas empresas quedan fuera de esta renovación al no tener acceso a créditos en el exterior más baratos de los que ofrecía la Argentina. Solo alrededor de las 400 empresas más grandes del país lograron ponerse a tono a este respecto. Se puede señalar entre otras consecuencias que a corto plazo esto trae un desequilibrio en la balanza comercial así como una distorsión en los precios relativos dada la protección tanto natural como preferencial de algunos productos (industria automotriz).

Uno de los principales problemas con los que se enfrentó esta política de apertura fue, respondiendo a la constante del resto de las reformas en función de reducir el déficit fiscal y contener la inflación, el no haber sido aplicado con un carácter gradual. Bresser Pereira22 señala el peligro de no efectuar las reformas en forma gradual, que en nuestro país trae como consecuencia un elevado cierre de empresas, sumando un factor más a las causas del aumento del desempleo en ese periodo23 .
De acuerdo a los puntos que constituyen la reforma del Estado para el “consenso de Washington” marcadas por Bresser Pereira, este eje respondería a que “el comercio debería ser liberalizado y orientado hacia el exterior (no se atribuye ninguna prioridad a la liberalización de los flujos de capitales); las inversiones extranjeras directas no deberían sufrir restricciones; (...) las actividades económicas deberían ser desreguladas”24 .

Por otro lado, el informe del Banco Mundial señala que dentro de las políticas acertadas para asegurar el crecimiento se encuentra la liberalización del comercio y las inversiones, que “permiten a la economía sacar provecho de las fuerzas competitivas del mercado.”25

Como ya se ha dicho, la falencia mayor de esta política estuvo en la instrumentación desarrollada de modo apresurado. En el sentido de marcar alteraciones de la aplicación de la misma respecto de la propuesta teórica, no encuentro, en mi observación, otra que no fuera la anteriormente manifestada, en el caso que sea ésta de carácter alterado respecto de aquella.

PRIVATIZACIONES

Pasando al eje de las privatizaciones, la manera vertiginosa (al cabo de un año, hacia octubre de 1990, casi todas las empresas públicas seleccionadas habían sido transferidas al sector privado.26 ) con que se realizaron, demuestra el mismo carácter apresurado en su aplicación. Su instrumentación se llevó a cabo mediante un llamado a licitación y venta de acciones mediante la sanción de la ley y los respectivos decretos presidenciales que las posibilitaron.

También se instrumentó un plan de capitalización de la deuda, que permitía aceptar hasta un cierto porcentaje del valor de la venta a los desvalorizados títulos de deuda al precio que habían sido emitidos, es decir, se igualaba el valor nominal al real revalorizándolos a su valor inicial. Esto permitiría cancelar en parte la deuda, pero las privatizaciones en general tuvieron como objeto disminuir el déficit de la apretada situación financiera del sector público.

Una característica fundamental de las privatizaciones, que encuentra conexión con lo que será luego una de las críticas, es el consenso que estas tenían. La defectuosa, y deficitaria en algunos casos, situación de las empresas legitimó el explícito objetivo del gobierno de mejorar el servicio. Esto aparejó a que la rapidez con que se llevaron a cabo las mismas no permitiera el necesario saneamiento de ellas a los efectos de mejorar su precio27 .

La venta permitió acumular recursos del tesoro que serían fundamentales para hacer efectivo el plan de convertibilidad, pero se hacen manifiestas consecuencias que en gran medida se traducen a una desprotección de los consumidores. Tal vez sea la crítica más trillada, pero presenta una contradicción que debe ser marcada; se trata de las condiciones en que fueron presentadas las ofertas de los eventuales compradores.

Las privatizaciones fueron realizadas bajo un carácter monopólico que daría grandes beneficios a los compradores al sacarse de encima el “estorbo” de la competencia, permitiendo en la instancia más manifiesta disponer del aumento de las tarifas.

A la luz de la teoría que sustenta la perspectiva del “Consenso de Washington” la instrumentación de privatizaciones llevada a cabo por Menea se presentaría como contradictoria. Si bien “las empresas públicas deberían ser privatizadas”28 , la forma en que fueron realizadas estas se presentarían más bien como objeto de crítica al fundamento teórico del consenso. Las privatizaciones consistieron en trasladar el por ellos mismos criticado monopolio estatal a un monopolio privado.

El beneficio que supone la aplicación de una política de libre mercado se ve trunco desde su raíz. Su razón de ser, la librecompetencia a los efectos de mejorar la calidad del servicio mediante la competencia, no es puesta sobre el tapete de juego bajo las reglas que le dan su característica esencial; característica que le aporta el único beneficio que tiene. Sin ella simplemente no es.

Por lo tanto, podemos pensar que aquí se hace manifiesta otra alteración de las reformas aplicadas en referencia a la propuesta norteamericana. Principalmente por los aspectos de la aplicación del método de capitalización de la deuda como por el traslado de un mercado monopólico estatal a uno privado, podemos comenzar a pensar que la aplicación de la reforma del estado se presenta con una alteración sustancial respecto de la propuesta ortodoxa.

Las anteriores alteraciones, pueden ser pensadas en un principio como instrumentación de una política que otorgaría beneficios en el plano económico no solo a empresas internacionales, sino también a grandes capitales nacionales que participaron de la privatización y que veían afectados sus intereses por la política de desregulación efectuada por el gobierno.

Con la aplicación de la convertibilidad – a la cual las reformas anteriores fueron en alguna medida funcionales – se logra frenar la inflación, reaparece el crédito y se reactiva el consumo29 . La estabilidad atrae por otro lado a capitales financieros. Nuevamente surge el problema de no haber aplicado la política en forma gradual.

El corte súbito de la crisis seguida de reactivación económica deterioró la estructura de precios relativos, reduciendo la competitividad externa, con lo que las exportaciones desbordaron a las importaciones. Su consecuencia es el déficit comercial30 . A su vez se acrecentaba el consumo, con lo que se produjo una especie de anacronismo entre la inversión y el consumo. Esto agrava la incapacidad de ahorro. Este punto es particularmente marcado como importante por Bresser Pereira como un factor que el “consenso de Washington” no tiene en cuenta al reducir el problema al déficit público.

Un Estado incapaz de generar ahorro, o peor aún, con ahorro negativo, debe apelar al déficit para seguir invirtiendo o bien no invertir más. En ambos casos el Estado se ve inmovilizado de cumplir con sus papeles básicos de inversión social y de infraestructura.

CONCLUSIÓN

Se ha intentado hacer una descripción acerca del debate que ha suscitado la crisis de Estado en Latinoamérica acerca de las causas y propuestas a su solución. Luego se ha hecho una breve descripción de la aplicación de la resultante de uno de esos enfoques – sintetizado en el así llamado “consenso de Washington” – en el caso argentino de la década del noventa.
He podido ver que la aplicación de dicho modelo no responde de un modo que podríamos definir como estrictamente ortodoxo a la propuesta así planteada. La aplicación presenta ciertas alteraciones que llevarían a pensar que las políticas aplicadas no fueron estrictamente pensadas en función de los supuestos efectos por éstas a realizar: la recuperación del crecimiento económico que la crisis postergó. Estas particularidades que presentó el proyecto dan como resultado el beneficio en términos económicos de sectores que se encuentran directamente vinculados a la puesta en marcha y efectivización del mismo. El resultado es un mercado abierto, privado, pero contradictoriamente, monopolizado.
También hay que destacar que Menem para poder llevar acabo la política de reformas no solo tuvo que lograr formar coaliciones con los sectores más vinculados al mercado sino que debió abandonar el dogma ideológico de su partido (con bases populista) asociado a políticas estatistas y mercado internistas.

* Licenciada en Ciencia Política – Universidad de Buenos Aires.

BIBLIOGRAFÍA:

LIBROS:
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- Palermo, Vicente: "¿Mejorar para empeorar? La dinámica política de las reformas estructurales argentinas", en Novaro, Marcos (comp.) Entre el abismo y la ilusión. Peronismo, democracia y mercado, Norma, 1999, Buenos Aires.
- Torre, Juan Carlos, “El proceso político de las reformas económicas en América                   Latina”, Paidós, 1998, Buenos Aires.

REVISTAS:

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- Bresser Pereira, Luiz Carlos, “La reforma del Estado de los años noventa. Lógica y mecanismos de control”, Desarrollo Económico, Nro. 150, Vol.38, julio-septiembre de 1998, Buenos Aires, p.517
- Ferreira Rubio, Delia y Matteo Goretti: "Cuando el presidente gobierna solo. Menem  y lo decretos de necesidad y urgencia hasta la reforma constitucional (julio 1989 - agosto 1994)", Desarrollo Económico, Nro. 141, Vol. 37, 1996, Buenos Aires.
- Gerchunoff, Pablo y Torre, Juan Carlos: "La política de liberalización económica en la   administración de Menem", Desarrollo Económico, Nro. 143, Vol. 36, octubre –  diciembre, 1996, Buenos Aires.
- Gerchonoff, Pablo y Guillermo Cánovas: "Privatizaciones en un contexto de   emergencia económica", Desarrollo Económico, Nro. 136, Vol. 34, enero - marzo,  1995, Buenos Aires.
- Informe sobre el Desarrollo Mundial, en módulo n° 10, 1997.
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PAGINAS DE INTERNET:
- BAMBACI, JULIANA, SARONT, TAMARA y TOMMASI, MARIANO. LA ECONOMIA POLITICA DE LAS REFORMAS ECONOMICAS EN LA ARGENTINA. . Cuad. econ.. [Online]. dic. 2000, vol.37, no.112, p.495-536. Disponible en la World Wide Web: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S071768212000011200004&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0717-6821.
- ECONOMÍA POLÍTICA DE LAS REFORMAS. Disponible en la World Wide Web: http://www.faceapuc.cl/personal/vcorvbo/e396a/clase12.doc.


1 Bresser Pereira, Luiz carlos, “La reforma del Estado de los años noventa. Lógica y mecanismos de control”, en “Desarrollo Económico”, vol.38, nº150, (julio-septiembre de 1998), p.517

2 Lechner, Norbert, “El debate sobre Estado y mercado”, en “Nueva sociedad”, 121, p.82

3 Bresser Pereira, Luiz Carlos, “La crisis de América Latina. ¿Consenso de Washington o Crisis Fiscal?”, en “Pensamiento Iberoamericano”, nº19, enero-junio de 1991, p.15

4 Ídem.

5 Ídem p.19

6 Ídem. p.24

7 Ídem. p.27

8 Gerchunoff, Pablo y Torre, Juan Carlos, “La política de liberación económica en la administración de Menem”, en “Desarrollo Económico”, vol. 36, n° 143 (octubre – diciembre 1996).

9 Torre, Juan Carlos, “El proceso político de las reformas en América Latina, Buenos Aires, Paidós, 1998, p. 16.

10 Gerchunoff… Op. cit p.735

11 Bresser Pereira, Luiz Carlos, “La crisis de América Latina. ¿Consenso de Washington o Crisis Fiscal?”, en “Pensamiento Iberoamericano”, nº19, enero-junio de 1991,

12 Gerchunoff... Op.cit. p.735.

13 Ídem. p.739

14 Ídem. p.736

15 Informe sobre el desarrollo mundial 1997, en módulo nº10, p.60-62

16 Gerchunoff... Op.cit. p.758

17 Informe sobre desarrollo mundial... Op. cit. p.53-54

18 Bresser Pereira. Op.cit. p.16

19 Gerchunoff... Op.cit.742

20 Idem.

21 Idem.

22 Bresser Pereira. Op.cit.

23 Gerchunoff… Op.cit.742

24 Bresser Pereira. Op.cit.16

25 Informe sobre desarrollo mundial... Op.cit.52-53

26 Gerchunof... Op.cit. p.739

27 Idem. p.740

28 Bresser Pereira. Op.cit.16

29 Gerchunoff... Op.cit. p.746-747

30 Ídem.