Revista Nº4 "América Latina entre dos siglos I"

Resumen: La democracia venezolana vive bajo un proceso de transición desde 1998, ya una década, en un contexto del desgobierno. Así repensar la política es prioridad a la hora de dar interpretaciones sobre el surgimiento de liderazgos de corte neopopulista, que de la fatiga cívica (desafección política) y la anti-política se han manifestado, en la poca o nula profesionalización de los representantes  políticos venidos a menos en liderazgos anti-partidos, invocando formas plebiscitarias de interpretar la democracia, bajo los medios de comunicación. Y ello conlleva a un sistema de desgobierno.

Abstract: The Venezuelan democracy living under a transition process since 1998, a decade, in a context of the lack of governance. So rethink the policy is a priority when giving interpretations on the emergence of leaders neo-populism court, which the civic fatigue (political disaffection) and the anti have been expressed in the professionalization of little or no political representatives come unless in anti-party leadership, citing plebiscitary ways of interpreting democracy under the media. And that leads to a system, the lack of governance. .
 

Repensar la democracia en un contexto del desgobierno en Venezuela: Medios y conflicto institucional.”

Por: Francisco Roberto García Samaniego.

 

1. El desgobierno del neopopulismo. 

Nuestro análisis se centrará principalmente en cómo el déficit de la democracia en Venezuela ha cambiado nuestras formas de pensar el país y vivirlo en sus entornos culturales, económicos y políticos. Se podría afirmar que con el declive institucional de la política y los mercados, se crearían más neopopulismos, como manifestación en diversos sectores de excluidos que no se benefician de ella. Todos ello de la mano de las nuevas tecnologías con respecto a los medios de comunicación y grupos ONG, que están permitiendo una mayor información sobre la gestión gubernamental. Logrando mayor demanda y cambios en las formas de participación política por parte de la sociedad civil ante las promesas incumplidas de los políticos de turno y los partidos políticos tradicionales en Venezuela. Y dicho fenómeno ha tocado las formas democráticas en Venezuela en las últimas décadas especialmente a fines del siglo XX y comienzos del XXI.
 En efecto, para Fernando Calderón; “la política democrática supone aceptar la incertidumbre que su juego trae y expandir las capacidades políticas y reflexivas de los ciudadanos en el sentido de que éstos se sientan responsables y concientes de la necesidad de tomar decisiones con otros sobre y en relación con la época en que viven”. 2
          De hecho, los partidos políticos como puentes idóneos entre la sociedad civil y el Estado en busca de una mejor gobernabilidad de los sistemas políticos van en declive permanente dentro de la institucionalidad venezolana. Ello afecta de manera paulatina el buen desarrollo de las representaciones partidistas por la crisis en las instituciones políticas y jurídicas del Estado. Lo cual genera el desgobierno.
Así, significa el desgobierno,  mantenerse en el poder político del Estado sin gobernar, buscando vías alternativas no institucionales de hacer política, lo cual se evidencia en discursos y manifestaciones alejados de las leyes e instituciones vigentes dentro de un sistema político determinado.
Además, son tipologías de acciones políticas plebiscitarias no efectivas y cargadas de discursos anti-institucionales, en busca del control de los medios de comunicación, como fundamento básico para el control del Estado en manos de una sola forma de pensar la democracia. Lo que implica la entrada de una política cargada de manifestaciones en los medios de comunicación que para Giovanni Sartori ha destacado como la Video Política.
Significa así que “la televisión destaca por una cosa: entretiene, distrae, divierte. Cultiva el homo ludens. Pero la televisión también impregna toda nuestra vida, se afirma incluso como demiurgo. Tras formar a los niños, sigue formando, o influyendo, a los adultos "informándoles", en primer lugar, de noticias (más que de nociones), es decir, anunciando lo que sucede en el mundo, tanto cercano como lejano. La mayor parte de estas noticias terminan por ser deportivas, de sucesos, de crónica rosa (o lacrimógena) y de catástrofes. Lo que no quita que las noticias de mayor repercusión, de mayor importancia objetiva, sean las informaciones políticas, las informaciones sobre la polis (la nuestra y la de otros). Saber de política es importante, aunque a muchas personas no les interese, porque la política condiciona nuestro vivir y nuestro convivir. La ciudad cruel nos encarcela, nos hace poco o nada libres; y la mala política —incluida la política económica— nos empobrece”3 .

2.    Del populismo al Neopopulismo. (El discurso del desgobierno).

            Dentro de la Ciencia Política se comprende el populismo como un movimiento político ideológico que  nace y surge, a partir del siglo XIX, como bien se sabe, en los partidos clásicos, y que ha tenido profundas disyuntivas críticas para el desenvolvimiento de la democratización política en la historia de los continentes, tanto el europeo como el americano. Generando conflictos políticos en pro de liderazgos personalistas en el control del aparato Estadal. En efecto, en todas sus expresiones; para Andrés Benavente y  Julio Alberto Cirino: “el populismo clásico es Estatista, pues supone un Estado sobredimensionado, cuyos recursos realiza su labor redistributiva. Por eso, al decir de Emilio de Ipola y Juan Carlos Portantiero ningún populismo ha sido ideológica y políticamente anti-estatal; muy por el contrario, ha acordado siempre al Estado un papel al mismo tiempo positivo que central, en una suerte de fetichización del Estado”4 .
            Del populismo se pasa a la forma de neopopulismo que se alimenta de las crisis políticas de los sistemas democráticos establecidos como componente antipolítico. Así,  el término de neopopulismo es muy controversial, pese a que es visto de modo convencional para describir a ciertos actores políticos que han surgido en América Latina en los últimos años, como es el caso de Fujimori en Perú, Menem, los Kirchner en Argentina, Bucaram, Lucio Gutiérrez, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Chávez en Venezuela entre otros. Son manifestaciones políticas de corte anti-sistema, sin limitaciones para gobernar, que dan al traste con la democratización, conllevando a procesos desintegradores de los partidos políticos de antaño. Dando como resultado, el surgimiento de políticos outsider alejados de la profesionalización política. Son, en su gran mayoría, personajes que desgobiernan por decreto y que se manifiestan continuamente en los Medios de Comunicación, dejando de lado el debate parlamentario violentando al Estado de Derecho.  
            En tal sentido, el prefijo "neo"; el populismo de esta época de continúa crisis de la gobernabilidad, por la desconfianza de los ciudadanos a los partidos políticos, y que promueve liderazgos anti-sistemas institucionales ya establecidos, es totalmente diferente con el populismo del siglo XIX y mediados del siglo XX, que se construía  por un discurso político motivador que apelaba al pueblo como sujeto revolucionario de las clases obreras que identificaba pueblo, Nación y Estado; que propugnaba el protagonismo estatal en la economía con ideas redistributivas y que incorporó a las clases populares en la política mediante mecanismos corporativos; y  todo esto, además, en torno a la figura de un líder carismático, que es la parte comparable del populismo con el neopopulismo.
            Es decir, a raíz de la debacle de los partidos políticos, el clientelismo de los gobiernos, más el déficit de la democracia en las últimas décadas en toda la región, el liderazgo personalista y autoritario aunado a los outsider, se apoderan de ciertas mentes de la izquierda borbónica y de tecnócratas de la derecha empresarial, anti-partidos, no profesionales de la política como formas y métodos de superar la crisis de identificación y adhesión de los ciudadanos hacia la política como resurgimiento de ese populismo pretérito.
            Así, podemos observar cómo, desde la época del general Boulanger en Francia, los populismos tienen características comunes hasta la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela, ha sido y sigue siendo un fenómeno sinónimo de crisis social, política y económica por la fractura entre los ciudadanos, fractura entre los que se beneficiaron y los que fueron víctimas de la modernidad, en el proceso de establecimiento de la democracia y los partidos, que en muchos sentidos se alejaron de las formas modernas de la política para satisfacer las demandas sociales por la no rendición de cuentas hacia la población, que demandaba mejoras sociales, y que el Estado de bienestar, entorno a la social democracia y el social cristianismo, no suplió. Mucho menos el comunismo y socialismo de corte totalitario.
             Por ello, los movimientos neopopulistas acuden a una dialéctica simplificadora y anti-política en la cual enlazan argumentos procedentes de ideologías teóricamente heterogéneas, que para épocas de globalidad política y globalización económica no dan respuestas satisfactorias. 
            Así las cosas, se busca la victimización del pueblo y el mito de la conspiración forman parte de la retórica-discursiva tradicional como propaganda política de “líder” “único” e “insustituible” en contra de un imperialismo inexistente. Que hoy lo pregonan, los antiglobalización. Así, se ocultan ciertos aspectos del neopopulismo autoritario y engendran representaciones fundamentales para la conquista de la opinión pública. Aunque cambie según los periodos y el contexto, político-social, el proyecto oficial es regenerar la vida política y acabar con la aparente o real decadencia de las instituciones y de la moral pública. Base de la hipocresía propuesta como proyecto revolucionario, mermando así el desempeño de la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela en los últimos años.
            Para alcanzar este objetivo, algunos movimientos neopopulistas proponen reformas que son democráticas en un comienzo. Otros se estructuran en organizaciones “anti-políticas” y presentan alternativas autoritarias y xenófobas, que pretenden satisfacer las frustraciones de las clases desposeídas y de los grupos sociales que no se consideran representados por el poder político tradicional.
            De hecho, existen tipologías que han permanecido a lo largo del tiempo y que es común a cualquier forma tanto de populismo, como de neopopulismo: el culto al jefe. El líder populista reivindica el “sentido común” (Roland Barthes, Mythologies, 1957, p. 87) y se presenta como la alternativa a la crisis. Es el Mesías, que intenta simbolizar los valores del pueblo bajo una retórica marginal. Por lo tanto, resaltamos que del populismo y del neopopulismo se destacan por su manejo demagógico de la comunicación simbólica. Así, “se busca establecer una relación lo más directa posible entre el pueblo y sus líderes, no siendo necesaria la mediación de instituciones.”5
             A cambio del culto al “jefe”, se propone una vuelta a una mítica edad de gloria, a los equilibrios tradicionales alterados por la corrupción de los políticos, bajo reformas plebiscitarias de participación. El culto al jefe, desde las perspectivas míticas, casi religiosas, se presenta como un elemento indispensable para la comprensión del populismo y su vertiente moderna, el neopopulismo. Este último proyectado de manera clara en las propagandas de los medios de comunicación masiva, y en especial explotado en la video-política como forma actual de proyección de personajes y líderes anti-partidos.
            Por ello, populistas y neopopulistas como el Gral. Alexandrou Averescu en Rumania, Perón en Argentina, Poujade en Francia y Ross Perot en Estados Unidos, Silvio Berlusconi en Italia, Lula Da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en el Ecuador, así como Hugo Chávez en Venezuela, entre  otros;  algunos fueron y otros son, constancia palpable de ello y remarcan el papel fundamental que el populismo desempeñó y el neopopulismo desempeña en las crisis institucionales tras las oposiciones políticas sin brújula y el quiebre de la democratización.
            Así, el neopopulismo promueve la irresponsabilidad y modela de manera totalitaria la mentalidad del pueblo-masa. De hecho desgarra el tejido socio-político, y corroe el espíritu público alimentando con el pasar del tiempo la discordia en la sociedad civil, y el ciudadano continúa apático a los partidos. Precisamente de esa apatía se alimenta el neopopulismo por la perdida clara de rumbo de la oposición democrática.
 Por ello, el historiador mexicano y director de la Revista Letras Libres Enrique Krauze viene advirtiendo y no sin razón; “con todo, como se ha visto en el caso venezolano, los militares pueden vestirse con la piel de oveja del uniforme civil, llegar al poder mediante elecciones y luego, a la manera de Hitler, utilizar la democracia para acabar con la democracia. El militarismo es un paradigma latente”.6  
          En efecto, después de todos los  procesos electorales en Venezuela, 1998-2007, los cambios que se prometieron en la campaña electoral de Chávez, de lograr mejoras sociales, no han sido cumplidos. De este modo la crisis general institucional sigue desbocada, lo que implica que la crisis del Estado asistencial no ha mejorado y el cambio constitucional no ha sido garantía de mejoras sociales y mucho menos, ha significado el  fortalecimiento de una verdadera democracia, más estable y  segura. De aquí que, no se está produciendo en Venezuela un desarrollo democrático-constitucional que asegure para el futuro la vigencia de las instituciones democráticas políticas del sistema.
Dada la presencia del líder;  “con sus consignas, sus rituales, con la sensación de ser la única respuesta posible, adopta el sentido de una religión política, en donde lo que no cabe dentro del esquema simplemente no es considerado viable.” 7
Así las cosas. Existen muchas formas de denominar y conceptualizar el término democracia. Definición que comienza a ejecutarse de manera clara a finales del siglo XIX en adelante, y puesto en la práctica social luego del período de entre guerras, en el siglo XX. Es decir al estilo de Alexis de Tocqueville que en 1830 en su célebre obra La democracia en América, pensó la democracia social, como una red de micro-democracias en la sociedad dando píe a la democracia política general, una sociedad civil de adversarios políticos, más no de enemigos políticos como lo manifiestan los autoritarismos. Porque en las épocas antiguas la democracia era vista como una forma de gobierno degenerativa. Por ello se pensaba en la República. Entrado ya el siglo XIX y XX la democracia pasa a ser un régimen de gobierno posible en la sociedad, pero no como forma de democracia directa, participativa, sino como forma de representación y competencia entre partidos políticos para dirimir el conflicto entorno al poder político del Estado.
            Por ello Joseph Schumpeter analizó: en una democracia el papel del pueblo consiste en crear un gobierno, y en consecuencia, el método democrático es un dispositivo institucional para producir decisiones políticas, en virtud del cual los ciudadanos adquieren el poder de decidir a través de una lucha competitiva por los votos. Así, muchas definiciones de la democracia van de lo teórico a lo práctico y utópico como la democracia socialista marxista.
Pero como toda explicación, en nuestros predios de desgobernanza social en Venezuela, se nos presenta la anti -política  (niega la competitividad institucional, los frenos y contrapesos para el control a los abusos de poder) extraviada, tránsfuga, una democracia del fraude. En sí, retórica anti-institucional, manifestada por el fraude en los “llamados” a representar a los ciudadanos. 
            En efecto, la calidad de la democracia necesita de estructuras intermedias constituida por grupos independientes y asociaciones voluntarias. Apoyo fundamental de organismos e instituciones partidistas condición necesaria, pero no suficiente, para que la democracia de calidad y constitucional bajo el Estado de Derecho limite los dislates del poder de los lideres políticos. Sobre todo de los líderes antipolíticos que niegan los procedimientos democráticos como formas de gobiernos.
Las manifestaciones parten en especial en nuestra región, en líderes anti-instituciones, neopopulistas, militaristas, autoritarios, demagogos, por la poca credibilidad que ha afectado a los partidos políticos por culpa de la dictadura partidocrática que no resolvió los problemas sociales generales de la inmensa mayoría ciudadana. Es decir, no se atendió las demandas sociales básicas, y como consecuencia surgen las manifestaciones mesiánicas de los supuestos redentores y “héroes de la patria”.
            Asimismo, la calidad de la democracia en Venezuela, desde hace ya décadas, se ha transformado en un compendio de políticas anti-democráticas y anti-constitucionales, que generó el quiebre y déficit de los partidos políticos. Hablamos claro está, de dos períodos: 1989-1998 como declive, y 1998-2007 como el desmoronamiento total institucional.
Ya entrado el siglo XXI, la democracia en Venezuela es un espejismo, en un desierto de elucubraciones manifestadas en la mente de no políticos, (en su gran mayoría ex – militares en el poder)  que niegan el gobierno de la ley, que niegan la rendición de cuentas (tanto horizontal, como vertical) y sobre todo, gobernantes que no respetan el Estado de Derecho. Así, el neopopulismo manifiesto, desvirtúa las bases de la democracia y genera todo tipo de retaliaciones sociales. Estos anti-políticos envestidos del arte de brujas por la reencarnación de los héroes de la patria, la democracia se minimiza colgados en un tele-populismo o, en cada manifestación, tele-show, en la megalomanía del llamado salvavidas  de la izquierda o de la derecha.  En donde todo queda en un simbolismo discursivo sin efecto en políticas reales para la construcción de la democracia.
Aunado a ello, para Pierre  Bourdieu, la televisión puede, “paradójicamente, ocultar mostrando. Lo hace cuando muestra algo distinto de lo que tendría que mostrar si hiciera lo que se supone que se ha de hacer, es decir, informar, y también cuando muestra lo que debe, pero de tal forma que hace que pase inadvertido o que parezca insignificante, o lo elabora de tal modo que toma un sentido que no corresponde en absoluto a la realidad”.8
Asimismo en Venezuela con una legislación directa sin pasar por la “Asamblea” aunado a ese tipo inconstitucional  de ratificación plebiscitaria de todas las decisiones del desgobierno, ¿cómo exigir rendición de cuentas por parte de los ciudadanos hacia sus representantes? … ¿Cómo implantar un sistema de respeto institucional? Esos son los objetivos generales a los cuales se quiere llegar para dar respuestas a estás inquietudes democráticas en Venezuela. Y cómo se manifiestan en los medios de comunicación masiva, en especial la Televisión.

3.   De la  anti-política al desgobierno neopopulista. 

             De entrada en está investigación, el fundamento teórico sobre cómo la anti-política, (definida como un disfuncionamiento de los ciudadanos hacia los partidos políticos tradicionales por causa del cansancio hacia los políticos) ha producido cambios institucionales profundos, a un manejo del Estado de corte neopopulista  por parte del líder carismático, hacia posiciones con ribetes de corte autoritario. Condición para crear el desdibujamiento de la democracia hacia el desgobierno.
              Como si fuera poco, el asunto gira en torno al carisma del líder. “De entenderse por “carisma” la cualidad, que por extraordinaria (condicionada mágicamente en su origen, lo mismo si se trata de profetas que de hechiceros, árbitros, jefes de cacería  o caudillos militares), de una personalidad, por cuya virtud se considera en posesión de fuerzas sobre naturales o sobre humanas, - o por lo menos específicamente extra-cotidianas  y no asequibles  a cualquier otro -, o como enviados de Dios, o como ejemplar y, en consecuencia, como jefe, caudillo, guía o líder”.9
Este ver al líder como héroe que “salvará a la patria” de todos los problemas que ella ha atravesado; es producto de la manipulación que el líder ejerce, sobre aquellos ciudadanos, que cansados, (en un comienzo 1998) del  no cumplimiento de las promesas hechas por los antiguos actores políticos tradicionales, buscan solventar en un sólo hombre, los problemas característicos por los que ha confrontado la sociedad latinoamericana, y en este caso,  la sociedad Venezolana de forma no convencional, o sea, un grupo de ciudadano (los seguidores al líder), creen que su líder por arte de un milagro mejorará sus condiciones de vida. De allí, el desgobierno del neopopulismo en Venezuela.
Por lo tanto,  “Sobre la validez del carisma decide el reconocimiento nacido de la entrega a la revelación, de la reverencia por el  héroe, de la confianza en el jefe por parte de los dominados; reconocimiento que se mantiene por “corroboración” de las supuestas cualidades carismáticas, siempre originariamente por medio del prodigo”.10
            De tal manera, que el proceso de dominación carismática, como lo estudió Max Weber, “supone un proceso de comunicación de carácter emotivo”.11  Es decir, los líderes populistas y neopopulistas, tienden a explotar los sentimientos emotivos de la sociedad desprotegida. De ahí, promueven soluciones casi siempre revolucionarias en contra de la administración pasada. O, lo que explica Fernando Mires de manera sucinta: “En América Latina en general, casi siempre detrás del “gran hombre” se encuentra la sombra de un “gran hombre”. Los caudillos latinoamericanos han recurrido por lo común al telón de fondo representado por la imagen de un gran Libertador (San Martín, Martí, Bolívar, Sucre, etc.). Pero esa misma recurrencia es la que delata el notable ímpetu antidemocrático que los caracteriza”12
Pero el problema radica en el discurso de confrontación entre los diferentes sectores de la sociedad, en un enfrentamiento por demás innecesario que genera todo tipo de inestabilidad, destruyendo de ese modo la institucionalidad y el respeto a las normas, tanto morales como jurídicas dentro de la función de la democracia.  En sí, ataca y promueve la confrontación social para entronarse en el poder político del Estado que como resultado se presenta anti-democrático en el momento en que se viola el Estado de Derecho. Así, deviene la desgobernanza por medio de una clara violencia simbólica.
             De tal forma, el desgobierno indica para los líderes carismáticos que: “no existe reglamento alguno, preceptos jurídicos abstractos, ni aplicación racional del derecho orientada por ellos, más tampoco se dan arbitrios y sentencias orientados por precedentes tradicionales, sino que lo formalmente son lo decisivo las creaciones de derecho de caso en caso, originariamente solo juicios  de Dios y revelaciones”.13
Así las cosas, “en toda dominación carismática genuina la frase: “estaba escrito pero yo en verdad os digo;  El profeta genuino, como el caudillo genuino, como todo jefe genuino en general, anuncia, crea, exige nuevos mandamientos”.14
            Para René Antonio Mayorga, el núcleo de la antipolítica, “es una política electoral llevada a cabo por actores ajenos al sistema partidario  -los outsider- que compiten en el juego electoral con recursos sacados del arsenal de una crítica radical contra los partidos y las elites políticas establecidas”.15    
 Así como también; “Desde el fracasado golpe de Estado de abril de 2002, en Venezuela, la experiencia de Chávez y del Chavismo en el poder puede tipificarse dentro de la conocida hipótesis de Linz que reúne el conjunto de factores que preceden a la caída de todo régimen democrático como la etapa de desmantelamiento institucional del viejo régimen bipartidista, lo que da paso a una situación caracterizada por la polarización social y la inestabilidad política”. 16
A su vez, citando a Giovanni Sartori, Réne Mayorga observa: “hay varias explicaciones plausibles sobre el  por qué de la antipolítica. Una de las mejores es, a su criterio, que la corrupción política ha alcanzado ya el punto crítico de corromper la actividad política misma”.17 De modo que, dentro de esta problemática, se produce el nacimiento y establecimiento del fenómeno de la anti-política en Venezuela. Ello, producto de la corrupción política que minó al Estado Asistencial, arrastrando a los actores políticos provenientes o cercanos a los partidos políticos tradicionales a su declive y el clientelismo.
             De hecho, “poniendo en cuestión el principio de representación y la necesidad misma de los partidos políticos, la anti-política se presenta como una alternativa ‘real’ frente al sistema de partidos y propone en el fondo un tipo distinto de democracia: La democracia plebiscitaria”.18
En consecuencia, no tenemos que mirar muy lejos para ver que el fenómeno de la democracia plebiscitaria, como lo ha observado Mayorga, se ha producido en Venezuela, a raíz de que los distintos referéndum realizados en el país fueron todos de corte plebiscitario. Asimismo, “en el caso de Venezuela, debido a la extendida presión popular por una política de cambios profundos, que responde en un primer momento a proyectos desmesurados e inviables del liderazgo plebiscitario, el desgaste de la popularidad gubernamental ya era evidente en los meses que precedieron al golpe de abril”. 19       
            Para puntualizar, seguimos a Juan J. Linz, en su libro, La Quiebra de las Democracias. Asimismo, Linz observa: “En un mundo económicamente cada vez más interdependiente la solución de ciertos problemas está más allá de la capacidad de tomar decisiones de muchos gobiernos nacionales. Esto ha llevado, y cada vez llevará más, a respuestas ultra nacionalistas y voluntaristas, que pueden muy bien estar asociadas con una política autoritaria”.20  En definitiva, en el campo de lo económico y social; “tenemos entonces gastos crecientes e incontrolables, endeudamiento crónico, corrupción, permanente violación de la estabilidad jurídica y de los derechos de propiedad, demagogia, clientelismo político y debilidad institucional”.
            Por ello, “a partir de la crisis de abril de 2002, la vacilante y ambigua acción gubernamental chavista, fuertemente orientada hacia la supervivencia política, obedecía al hecho de que el nuevo régimen había perdido buena parte de la popularidad de sus orígenes”. 21 Y su proyección va matizada hacia posturas autoritarias dentro del Estado de la mano del desgobierno.
            En tal sentido, “en el caso de Venezuela, la movilización desestabilizadora de la oposición antichavista, cuyo punto culminante lo encontramos en el paro petrolero de diciembre de 2002- febrero de 2003, debe considerarse como la respuesta social a la deriva autoritaria del desgobierno de Chávez, en momentos en que éste incorpora en su proyecto medidas y decisiones de corte arbitrario (designación incoherente de sus colaboradores, solidaridad automática con aquellos que aparecen incursos en escándalos de corrupción, abandono de la prometida descentralización), que lo van alejando significativamente de la política democrática”. 22
            A partir de ahí, cabe destacar que para superar la crisis del Estado, debe existir una voluntad, “de los actores políticos y sociales significativos de mantener el sistema independientemente de sus resultados para un sector u otro, es decir, si no hay deseabilidad democrática”,23 y de crear una verdadera ciudadanía que intensifique la participación política dentro de las instituciones del Estado. Ello comportaría un cambio en la cultura política del venezolano
            En otro sentido, la desconfianza hacia las políticas implementadas por el Estado se convierte en una suerte de desconfianza en la política y la democracia, agravando a su vez el problema de la gobernabilidad (no gobernabilidad-desgobierno) Este problema, “tiene dos tipos de dimensiones constitutivas: la eficacia y la legitimidad”. 24 Además la ingobernabilidad producto de la crisis estatal, se debe a un hecho muy marcado como es que, el Estado no ha sabido institucionalizar los distintos conflictos sociales. Presentándose el Estado como un Estado del fraude, y desvirtúa sus funciones en un proyecto personal.25
            Por encima de todo eso, y por si fuera poco, la ingobernabilidad, “parte de la crisis que se manifiesta como una incompetencia del poder político, vuelve ingobernable la sociedad en virtud de su carácter ampliamente democrático, por que alimenta nuevas y mayores demandas, nuevos y renovados conflictos aparecen”.26 Y como bien señalara Alfredo Ramos Jiménez; la crisis de Estado comienza con la reivindicación  de una “desestatización de la sociedad civil”, si no de la “despartidización del sistema político, como la solución idónea para la reconducción del proceso democratizador”.27
            Asimismo, El historiador Manuel Caballero argumenta, que una de las debilidades del electorado venezolano es precisamente la pasividad política y sugiere que “el venezolano se tiene que quitar de la cabeza  que los gobiernos le tienen que solucionar todos sus problemas.”28 Este tipo de democracia pasiva (o floja) significa que los ciudadanos colocan su esperanza política en las manos de un líder político (más o menos autoritario), a diferencia de la noción de la democracia como lo propuso en su momento; sobre  la democracia representativa que Alexis de Tocqueville recomendaba, con una eficiente división de poderes y funciones incorporadas de checks-and-balances (controles y balances).29 Todo ello, se pierde en los procesos de desgobierno fundados en los personalismos outsider que se proyectan como soluciones viables sólo en los discursos mediáticos.
 De hecho, “los de Chávez son insultos cuidadosamente programados destinados a crear una zona de hipertensión emocional e impedir así que la política se articule  en torno a algo que no sea él mismo. De este modo, él neurotiza la vida política hasta tal punto que resulta imposible, en medio de tanta injuria –las que sus seguidores de “camisas rojas” multiplica- que los polos que se forman alrededor de su persona puedan algún medio civilizado de comunicación”.30
 De estos cambios y desestructuraciones políticas de inestabilidades simbólicas y políticas, los neopopulistas prosperan. En tal sentido,  para Ralf Dahrendorf; los populistas, “en algunos casos, son personajes como el presidente Hugo Chávez de Venezuela (y otros líderes latinoamericanos) o el ex Primer Ministro de Italia, Silvio Berlusconi. En su mayoría, entran en la política desde sus márgenes, pero se las arreglan para formar agrupaciones altamente personalistas, como Jörg Haider y su partido Austriaco por la libertad, Jean-Marie LePen y sus Nacionalistas Franceses, Andrzej Lepper y su Liga Campesina Polaca, o el Primer Ministro Robert Fico y su partido Dirección en Eslovaquia. Se puede agregar muchos otros nombres a la lista”.31  
            De estos políticos extra-partido, populistas-neopopulistas y tecnócratas, la democracia se enfrenta a las graves crisis sociales, a la que se ven afectados la mayoría de los países en la región por la desafección política, en el marco de la mala calidad de la democracia que generan en las naciones estos liderazgos personalistas.
 En sí, el ciudadano ve, y siente poca confianza hacia sus instituciones políticas, y por su puesto hacia los líderes políticos y sus partidos. Del mismo modo, “otra mirada al listado de populistas nos dice algo más: la mayoría de ellos no dura en el poder. En tanto acepten que haya elecciones y sus resultados, es posible que se marchen tan rápido como llegaron. No pasa mucho tiempo antes que los votantes descubran que las promesas de los populistas son vacías. Una vez en el poder, simplemente gobiernan mal. Para mencionar dos ejemplos Europeos recientes, los polacos y los eslovacos (2006) pronto se darán cuenta de que sus nuevos gobiernos populistas hacen más daño que bien al pueblo y su nación”.32
En este ámbito, Fernando Calderón nos explica: “cuando los partidos no tienen capacidad política de generar un cierto orden social que les permita lograr una participación relativamente normal en los procesos de globalización. Ciertamente no existe un modelo proactivo en que sociedad y partidos políticos, en una lógica deliberativa, no solo busquen una inserción fecunda en la globalización, sino que aspiren con otras fuerzas globalizadas a crear un campo de historicidad que dispute la orientación de la sociedad informacional”.33    
            Por su parte los políticos neopopulistas,  autoritarios; generan situaciones de conflicto social y buscan culpar como chivos expiatorios a los mercados internacionales, u organismos internacionales como;  BM, FMI, BID, OEA, CAF, o países desarrollados, entre otros. Cuando sabemos que son las malas gestiones clientelares, corruptas y retrogradas, las provocadoras y generadoras de tanta hambre y pobreza para la sana construcción social en América Latina dentro de la función del Estado perdido en el personalismo neopopulista.

4. El neopopulismo como espectáculo Televisivo.

            Estos políticos de micrófono, del  video Show, sin partidos y sin proyectos de país, sin acciones claras de gobierno, les resulta sencillo engañar a sus pueblos haciéndose valer de una cínica  legitimidad que no poseen. Creyéndose con el derecho a violar sus constituciones y pactos políticos cada vez que se encuentran acorralados por sus sociedades. En tal sentido, la aparición en la escena política en Venezuela, ha llegado a proyectar un outsider, de corte militar, y de hecho, cuando estos últimos ocupan el poder; “los militares, independientemente a ideologías, proyectos, modelos y locuras, han sido resultado de la precariedad del desarrollo político latinoamericano, precariedad que esos mismos militares han acentuado notablemente”.34
            Naturalmente dadas las condiciones en que desestructuran lo político y la política, la comunicación política pasa a ser destruida en parte por el propio gobernante. Así mismo para Mires, “la destrucción de la comunicación política es la primera condición para todo proceso de facistización. Eso es lo que está viviendo Venezuela. Esto va a terminar muy mal, me dicen muchos venezolanos”. 35
            En efecto, debemos globalizar la democracia para superar los procesos desestructuración institucional neopopulista, lo entendemos como una forma de reinventar lo político y la política en función de crear mayor confianza y desarrollo armónico, tanto en los asuntos concernientes a la función de gobierno, como de la economía. Y, “la ausencia de politicidad es manifiesta, o cuando las estructuras políticas han sido destruidas (a veces por los propios políticos) suele ocurrir, y ha ocurrido, y no sólo en América Latina, que poderes no políticos ocupen el lugar reservado al poder político. Ya establecidos en ese lugar, realizan, aunque sea una paradoja, una política de la anti-política  que es la que sin excepción caracteriza a todas las dictaduras en cualquier lugar del mundo. No obstante, como las dictaduras militares no pueden gobernar sólo de acuerdo con la lógica del poder militar, tienden a asociarse con otros poderes no políticos, en contra del enemigo común: la política y los políticos”.36  
            En fin, la democracia debe por tanto reinventarse en sus espacios públicos políticos para poder auto-organizarse entorno a la globalidad política, y ello implica normalizarse, sancionarse y limitarse. Implica, volver a redescubrir la política, y cómo ella puede volver a institucionalizar la democracia fundamentada en los partidos políticos como formas de gobierno para dirimir el conflicto en la sociedad desbordada y en la globalización desbocada entorno a la sociedad del riesgo vigente. Por lo tanto, y en contraste con la tesis de O´Donnell podemos llamar, como democracia delegativa. En sí, para el caso que nos ocupa, la llamaremos, delegativa-degenerativa, por su poca o nula instrumentalización de las instituciones y estructuras de poder, en virtud de un neopopulismo militar proyectado en la video-demagogia.

 

Crisis del Estado por liderazgos outsider.
El desgobierno.

            Sin embargo cabría decir, que la causa del debilitamiento de los gobernantes venezolanos,  más que la gravedad de la crisis económica, ha sido su incapacidad para formar una mayoría que respaldara políticas de reforma para enfrentarla37, aumentando así la fatiga cívica de los ciudadanos,  que produce por consiguiente cambios dentro de las élites del poder político.
En tal sentido, el populismo actual (neo) se apoya: a) en los mass-medias; b) en la agitación violenta; c) en la retórica nacionalista; d) en la confrontación con “supuestos” enemigos externos en el discurso, por ejemplo: en contra del capitalismo, la globalización, el FMI, los Estados Unidos de Norteamérica, entre otros; e) promueve la desconfianza institucional, y, f) deslegitima las leyes y los valores  institucionales en pro de un personalismo del caudillo.       
 Por lo tanto, desde el punto de vista de los estudios neo-institucionales: “la estructura de las organizaciones propias de la nueva política ya no es jerarquizada, rígida, burocratizada y centralizada, sino flexible, descentralizada, no jerarquizada y lo menos burocrática posible  y procuran adoptar un nuevo estilo de funcionamiento más acorde con los valores de la nueva política: rotación de los puestos, no reelección o limitación de los mandatos, cuotas para alcanzar la paridad de los sexos en los cargos representativos y ejecutivos, asambleísmos y participación extensa en las decisiones”. 38
              Para  Giovanni Sartori, “la democracia de los modernos es representativa y presupone como condición necesaria  un Estado-liberal-constitucional, el control del poder. Hasta ahora no se ha dicho nada sobre otro instrumento de actuación: Los partidos. Ya en 1929 Kelsen afirmaba, “sólo la ilusión o la hipocresía puede creer que la democracia sea posible sin partidos.”39   Y precisamente, los discursos carismáticos y los neopopulismos buscan deslegitimar las funciones de los partidos en las sociedades, desvirtuando la democracia representativa, en una democracia asambleísta delegativa. 
            De tal modo, el proceso de desgobierno en marcha, va en aumento de la mano del discurso mediático nacionalista anti-imperialista que se realza desde el ejecutivo como discurso simbólico cargado de resentimiento hacia toda institución partidista para mantener su poder bajo un alto grado de deslegitimación por parte de la sociedad civil venezolana.     

Por ello el ciudadano, “apático-conformista” en la tesis de Pablo Oñate: “son ciudadanos que tampoco participan en causas colectivas públicas o semi-públicas, relacionadas con el interés general, pero sí manifiestan un cierto apoyo al sistema político institucionalizado. Estos ciudadanos participan ocasionalmente en política, si bien son los más proclives a caer bajo la influencia de la llamada de los movimientos populistas autoritarios y xenófobos, de tendencia anti-partidista.” 40       

5.  La transición política sin fin y la política mediática. (El cierre de RCTV).
 
            En sí, y volviendo al tema que nos ocupa en éste análisis, debemos tener presente y, “en cierto modo cabría decir que, en clara diferencia con las sociedades totalitarias, las sociedades democráticas aluden al proyecto de una sociedad que sólo puede acceder a su integración mediante el reconocimiento institucional de su capacidad de regular el conflicto dentro de un espacio común compartido”. 41
 En otras palabras, la capacidad institucional del gobierno de Chávez de regular el conflicto de manera compartida, no es algo de relevancia en su desgobierno, en sí, y con la agravante  de que el ejecutivo,  cada día utiliza más una política centralista-autoritaria; haciendo uso de un neopopulismo agotado en discursos y falsas promesas entre sus prosélitos. Más aún, gracias a la docilidad de un grupo reducido de ciudadanos venezolanos, bajo el rótulo del célebre slogan: Vote has you are told (vote como se le indica),42 Chávez y su movimiento político acceden, él y su grupúsculo, al poder político del Estado, manteniéndose en el poder desgobernando la política y lo político del sistema institucional.
Así el presidente por medio de retaliaciones políticas toma la medida de cerrar un canal históricamente popular en Venezuela como el caso de Radio Caracas Televisión en mayo de 2007, canal con 53 años de transmisión en dicho país y que en el momento de su cierre tenía un rating en Venezuela de 80% de televidentes.  Y cierra el canal con la excusa de que no cumplía con las concesiones que se le había dado. Pero quedó demostrado que otros canales de televisión como Venevisión, Televén se les renovó la concesión.  Y sus excusas se fundamentan en que dicho canal apoyó el golpe de Estado de 2002, aunado a sus programas de opinión duramente críticos en contra del gobierno de Chávez. Pero el asunto no acaba con el canal RCTV, otro canal de transmisión privada como Globovisión se encuentra permanentemente atacado por el ejecutivo para acallar las voces disidentes a su desgobierno que no escucha criticas.
Evidentemente para Marcelino Bisbal, en este caso; “la decisión del ejecutivo de no renovar la concesión a RCTV anunciada el 28 de diciembre de 2006. La interpretación jurídica, según expertos, está a favor de RCTV para que la concesión se extienda hasta el 2020. De igual manera, diversos estudios de opinión pública nos están diciendo que el 75% de los encuestados está en contra de la medida y que sólo el 17% apoya la decisión gubernamental y el 8% no responde o simplemente se muestra indiferente”. 43
En efecto, la hegemonía del régimen controla el 85 % de las señales televisivas, a través de confiscación y compra de seis canales, las radioemisoras de alcance nacional YVKE Mundial y la oficialista Radio Nacional de Venezuela, la Agencia Bolivariana de Noticias (ABN), tres mil radioemisoras comunitarias y alrededor de cien portales en la red cibernética (Internet), según estudios del comunicólogo Adolfo Herrera (UCV).
Por ello Antonio Rodríguez Vicens concibe la prensa (libre, TV, Radio, entre más) como un contrapoder: una instancia libre para la crítica, la resistencia y el cuestionamiento al poder. Al abuso y a la corrupción. A la mentira y a la injusticia. A la manipulación y al engaño. La utilización de la prensa para servir a los intereses inmediatos del poder (en cualquier momento y circunstancia) me parece un atentado contra la libertad. Me desagrada la sumisión palaciega, empalagosa y complaciente, que busca el acomodo y la moda. No sirvo para la alabanza  y la apología a los gobernantes  y a las mediocridades de moda. Admiro y respeto a los contestatarios y rechazo instintivamente a los serviles e incondicionales. Creo,  en fin, que un periodista, mientras más próximo se encuentra al poder, más le pertenece y menos cumple su misión.
Así las cosas, la verdad de los medios de comunicación en Venezuela es su solapamiento y su autocensura para evitar la mano dura, las multas y el cierre de estos. Pero la verdad de los medios financiados por el Estado; es que el poder es personal, controlan, son portadores de una sola voz, un solo pensamiento, una sola realidad política.
En tal sentido, “este gobierno que hoy tenemos tiene claridad sobre la significación estratégica de los medios de comunicación como lugar para la política y la confrontación ideológica. Esto se pone en evidencia no sólo en el sentido de sus acciones y medidas frente al aparato comunicacional privado, sino en la creación de toda una estructura o plataforma comunicacional que sea capaz de enfrentar al enemigo (tanto interno como externo) y a la vez irradiar a través de la cultura de masas el proyecto y proceso político-ideológico que se desea instaurar o que está en la imaginación del Presidente y sus más allegados”. 44
           Pero la respuesta ha sido clara por parte del venezolano, y el ejecutivo cometió un error político al cerrar el canal de televisión y las manifestaciones por parte del ciudadano se pusieron en evidencia en las elecciones para la reforma constitucional en diciembre de 2007. Dicho proceso de reforma, el cual era la capitalización del proyecto hegemónico de Chávez, se truncó por las respuestas de los movimientos estudiantiles en Venezuela que precisamente por el cierre de RCTV se activaron en el escenario político venezolano. Respuesta política no esperada por el mandatario venezolano.
Lo cual resultó de la siguiente forma: l bloque A de la reforma, que incluía la reelección indefinida del presidente y el fortalecimiento de sus poderes, fue rechazado con 50.70% (o 4 millones 504,351 votos) contra 49.29% (o 4 millones 159,392 votos) por el sí. El bloque B, que incluía la posibilidad de crear confederación de repúblicas, fue rechazado con 51.05% de los votos (o 4 millones 522,332 votos) contra 48.94% (o 4 millones 335,136) votos por el sí. El resultado una abstención de 44.11%. Además, el resultado electoral eliminó definitivamente la vía constitucional para una nueva reelección de Chávez una vez que termine su actual mandato en 2012. Lo cual ha significado un duro golpe para la mal llamada revolución, y ello da paso al franco declive de la popularidad de Chávez y su grupo.
La lucha por parte del “socialista del siglo XXI” se libra en varios frentes; pero muy en especial con referencia al uso desproporcionado que hace de los medios de comunicación, con respecto a la figura de Bolívar. Aunque de hecho el uso de Bolívar con fines políticos no es nada nuevo, en nuestra época se presenta ya abrumador. Y ello va en correlación con la más desmedida personalización del poder en la región. (República Bolivariana de Venezuela)
En tal sentido, desde la llegada de Chávez a Miraflores, se proyecta la más agresiva campaña propagandística en función de rescatar los símbolos del pasado, buscando aumentar un nacionalismo tórrido, antidemocrático en un misticismo sobre el gran héroe. De tal manera, como lo anunciara Castro Leiva en; Para pensar a Bolívar;  “de tal forma que la historia patria se confunde con la historia y vida de Bolívar. Nuestro principal héroe pasa a ser la patria misma, y sobre los venezolanos pesa, profundamente, el parricidio cometido: Venezuela (madre) tiene a su padre (Bolívar) que muere sacrificado (mártir) por el desprecio e ingratitud de sus hijos”.
En 1812,  Bolívar en el Manifiesto de Cartagena argumentaba: “las repúblicas etéreas. En la que las instituciones son edificadas, sobre principios abstractos y racionalistas muy alejados de la realidad concreta y de las necesidades de tiempo y lugar”. La palabra de Bolívar pisotea las palabras de Chávez que está viviendo la más irracionalidad Estadal.
En tal sentido, en Venezuela se está proyectando un “Socialismo del Siglo XXI” totalmente alejado de las realidades globales, culturales, económicas, y basa su discurso mítico en Bolívar. Bolívar jamás propugnó socialismo alguno. Es más, fue un aristócrata bien informado de las tendencias liberales de su época como bien lo ha manifestado Elías Pino Iturrieta. En sí, Chávez captura el discurso de Bolívar y sus proezas de guerra con intereses políticos, como en épocas pasadas lo realizarán los políticos de la IV república. Pero ahora se desvirtúa en una mezcolanza de ideologías tan improvisadas como absurdas, siempre como un espectáculo. La desgobernanza del espectáculo.
Por ello, me viene a la mente, esos neo-ideólogos de la V república que de la improvisación le están haciendo “doctrina al chavismo”, con respecto a la ensalada ideológica llamada “socialismo del siglo XXI” no sabemos como digerirla, mucho menos, cuando hacemos lecturas de alguno de sus intelectuales “orgánicos” tipo Heinz Dietrich, Eva Golinger, más los aduladores que hacen copias baratas de ideas pasadas y forman un discurso profano de la verdadera historia republicana de Venezuela. 
Así, el autoritarismo militar en Venezuela enfila sus armas hacia los medios de comunicación, trafica con los símbolos del pasado, no teniendo conciencia de los problemas de la Venezuela contemporánea expropiando el discurso de los líderes del pasado para entronizar en el poder a un neo-dictador del siglo XXI.
De hecho, muy lucidamente Andrés Cañizales Director de la Revista Comunicación de la UCAB hace referencia en que: “Con el ascenso de Hugo Chávez al poder, el tema histórico no solo regresa para hacerse presente de forma cotidiana en el discurso, sino que se inserta en la lucha político-simbólica. La reinterpretación histórica que está presente en el discurso presidencial, por un lado conecta al actual proceso con la gesta independentista del siglo XIX, y por tanto, cualquier oposición ha dicho proyecto termina etiquetada literalmente de antipatriótica”.
Ya es posible observar sus primeros efectos en la forma como el desgobierno ataca a los medios de comunicación, periodistas, e intelectuales que le dicen la verdad al régimen, y por ello son “antipatrióticos”. Porque este mal llamado socialismo, verbigracia, neopopulismo militar, está arropado con tinta roja por la sangre de muchos venezolanos por la gran inseguridad social que se vive en estos tiempos.
Tanto así, que ya la proyección del proyecto originario se transforma ahora en la búsqueda de un partido único, (totalitarismo) coartando de forma descarada las formas democráticas y las libertades políticas que la constitución de 1999 propugna. Es la función desde un proyecto antipolítico demoledor de las instituciones, destructor de las libertades individuales y promotor del culto al “gran líder”, la personificación extrema del poder. 
Por ello, la guerra es simbólica, haciendo uso y abuso de todos los medios de comunicación y violentando todo debate democrático, un espectáculo mediático que está llevando a cabo por toda América Latina en contra del “imperialismo” cuando entre sus propias paredes se pisan su estiércol sus propios seguidores por la gran corrupción e inoperancia del Estado en solventar los problemas de la vida diaria de los venezolanos.
En fin, Álvaro Vargas Llosa en; El caudillo, el populismo y la democracia. Concluye su excelente análisis de la siguiente forma: “El libertador, un hombre de la elite que creía en las instituciones oligárquicas y que pasó gran parte de su vida procurando evitar la revolución social, es en la actualidad el icono del populismo de izquierda. Debe estar retorciéndose en la tumba”. 
            Sean estás izquierdas trastocadas por la manipulación castro-chavista del proyecto expansionista y destructor de la democracia son alertas que todo demócrata debe tener presente para repensar y replantear el debate de una sana política en construcción de un sano Estado de Derecho, más democrático y verdaderamente coherente con los tiempos que se viven en el mundo. Porque no por casualidad China, País comunista es más capitalista que lo que muchos pro-socialistas en América latina, revolucionarios del mundo creen.
            Por encima de todo eso, y aquí vamos a rememorar una tesis de Maurice Duverger, según la cual: “Un jefe salido de las masas es generalmente más autoritario que un jefe de origen aristocrático o burgués. El segundo se juzga superior a los que manda por su nacimiento, educación o fortuna; el primero se sabe su igual; sólo el mando lo distingue. Para el jefe patricio, el poder es una consecuencia de su naturaleza superior; Para el jefe plebeyo, la superioridad viene de su poder. El primero puede conservar cierto despego hacia la disciplina; puede aceptar la discusión, la oposición, sin temor esencial de verse conducido nuevamente al nivel de las masas; el segundo necesita su obediencia para sentirse por encima de ellas. El autoritarismo de los jefes plebeyos les viene de cierto complejo de inferioridad o, más bien, de igualdad”. 45 
            En suma, y para concluir podemos afirmar que la transición  política que atraviesa Venezuela en éstos últimos años, (1998-2008) ha significado el quiebre  del sistema de partidos en el país y nos obliga a redefinir y repensar la democratización en Venezuela. Así, la necesidad de unos sistemas de partidos  como la coexistencia de varios partidos en un mismo país. 46   Es cierto, se pudiera alegar que en el presente se han creado varias y nuevas organizaciones políticas con una relativa tendencia a convertirse en el futuro en verdaderos partidos políticos que hagan una clara y eficaz oposición dentro de la arena política. Pero tampoco parece que en el presente esas organizaciones estén en capacidad de ejercer oposición al oficialismo del “movimiento revolucionario de Chávez” que tiene un control total de las instituciones del Estado como el CNE (Consejo Nacional Electoral) claramente accesible a los mandatos del ejecutivo poniendo en entre dicho las elecciones presidenciales limpias, competitivas y plurales que se llevaron a cabo en diciembre de 2006, y el referéndum para la reforma constitucional de también diciembre de 2007, aunado a su confrontación con los medios de comunicación.
Asimismo, de allí la importancia del rol que los medios de comunicación (Mass-Media) en especial la TV, radio y prensa, han tenido dentro del debate y confrontación política actual que se presenta de suma importancia para la discusión política de la opinión pública en defensa de las libertades de expresión.
Vale decir, los Mass-Media están influyendo de manera preponderante en el debate político, y su respectiva toma de decisiones dentro de las democracias en construcción. Pero se advierte que la discusión política generada dentro de los parlamentos, Asambleas (caso venezolano), o Congresos sigue siendo la máxima para establecer consenso dentro de las democracias representativas para la solución de sus conflictos47 .
Asimismo la discusión público-política que se genera, en y hacia los medios, parte de una representación colectiva que éstos ejercen sobre grandes masas de ciudadanos receptores de sus mensajes. En muchos sentidos discursivos, los medios han adquirido una preeminencia importante frente a las instituciones tradicionales creadas en la primera modernidad. En tal sentido, desde el punto de vista de la teoría de la estructuración; “la irrupción de medios de transporte y embarque rápidos y eficientes, aunada al desarrollo de medios electrónicos para la transmisión de las comunicaciones entre gentes, son hechos directamente responsables de los cambios a este respecto”…”Pero entre los rompimientos importantes de la historia moderna, el más radical (y cuyas implicaciones todavía están muy lejos de haberse agotado) fue la separación de los medios de comunicación, a raíz del desarrollo de las señales electrónicas como algo aparte de los medios de transporte”48 .
 Piotr Sztompka ve como en las sociedades contemporáneas; “los medios de comunicación de masas; como la gente aprende acerca de las creencias políticas, de las actitudes, y de las quejas de los otros. Esto les permite estimar la medida de empeño común, romper con la ignorancia pluralista o con la creencia equivocada, paralizadora, de que uno está solo en la miseria y el descontento”. 49
Y ello está cambiando las bases de representación política de la democracia. Es decir, los medios de comunicación masiva electrónicos han logrado desde la puesta de los satélites en orbita (finales de los sesenta) para acá, una mayor cobertura en los ámbitos internacionales, nacionales y locales. Posición que les permite (gracias a sus grandes inversiones) ampliar su radio de acción dentro de la función discursiva y deliberativa en las democracias, tanto consolidadas como por consolidarse.
En tal sentido y para concluir, el sectarismo político en el cual corre algunas proto-democracias en América Latina basta un análisis sobre el sectarismo político de Franzel Delgado Senior que pone en claro como las estructuras mentales de las sectas políticas dan paso a la destrucción de la convivencia democrática.
Veamos entonces algunas de sus características para Delgado Senior:  a) sumisión incondicional a un líder, a quien se le debe sumisión absoluta, pues se considera predestinado a cumplir una misión que solo él puede lograr.  b) anulación a toda critica interna y externa desdeñando el pensamiento plural. c) persecución de objetivos económicos enmascarados bajo una ideología, destinados sólo a reforzar el poder del líder. d) fabrica de palabras, frases y consignas para descalificar a quienes no pertenecen a la secta, a quienes se consideran inferiores. e) uso de algún color y vestimenta particular para identificarse y darse fortaleza de grupo. f) prohibición de abandonar a la organización, y quien lo hace, es severamente penado.
Porque en las bases del pensamiento totalitarista se encuentran las características que aluden a la palabra misma: la penetración y la movilización total del cuerpo social, la destrucción del debate democrático, la creación del partido único por la lógica del personalismo en el poder, destruyendo la autonomía de la vida cotidiana de los seres que padecen dichos regímenes.

 

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1 Vallespín, Fernando. El futuro de la política, 2000, p. 87.

2 Véase, Duverger, Maurice. Los Partidos políticos, 1994, p. 199.

3 Véase. Bisbal, Marcelino. “Libertad de comunicación y los medios hoy en Venezuela. ¿Problema jurídico o asunto político”. Centro Gumilla. Comunicación. Estudios venezolanos de comunicación. Tercer trimestre 2007. Nº 139.  

4 Ibíd., p. 103.

5 Ibíd. , Pág. 201.

6 Ibíd. , Pág. 231.

7 Para Bernard Manin: “Los medios de masas, no obstante, favorecen determinadas cualidades personales: Los candidatos exitosos no son los notables locales, sino lo que calificaríamos de personajes mediáticos, personas que tienen un mejor dominio de las técnicas de la comunicación mediática que otras. Lo que estamos percibiendo hoy no es una desviación de los principios del gobierno representativo, sino un cambio en los tipos de élites seleccionadas. Las elecciones siguen otorgando cargos a individuos con características distintivas; conservan el carácter elitista que siempre tuvieron. No obstante, una nueva elite de expertos en comunicación ha reemplazado al activista político y al burócrata del partido. La democracia de audiencias es el gobierno de los expertos en medios. Manin, Bernard. Los principios del gobierno representativo, Alianza Editorial, 1997,  pág. 269.

8 Giddens en Cohen Ira, 1989:117

9 Sztompka; 1993:309

10 Mires, Fernando. Los diez peligros de la democracia en América Latina. Texto publicado en el site de Nueva Sociedad gracias al gentil aporte del autor.

11 Mires, Frenando. Al borde del abismo. Debate, Caracas-2007.

12 Ídem.,

13 Véase Novaro, Marcos. “Crisis de Representación, Neopopulismo y Consolidación Democrática”, Revista Sociedad, Facultad de Ciencias Sociales  UBA. Representación democracia y Estado. Argentina 1995. p. 95.

14 Oñate, Pablo. Participación política, partidos y nuevos movimientos sociales. REVISTA Mexicana de CIENCIAS POLITICAS y SOCIALES, UNAM. México. 2006.

15 Sartori, Giovanni. Elementos de la Teoría Política. Cáp. II, 1992. p. 39.

16 Oñate, Pablo. Participación política, partidos y nuevos movimientos sociales. REVISTA Mexicana de CIENCIAS POLITICAS y SOCIALES, UNAM. México. 2006.

17 Benavente Urdina, Andrés  y Cirino, Julio. La democracia defraudada. Populismo revolucionario en América Latina. Grito sagrado Editorial. Argentina, 2005.

18 Benavente Urdina, Andrés  y Cirino, Julio. La democracia defraudada. Populismo revolucionario en América Latina. Grito sagrado Editorial. Argentina, 2005.

19 Véase, García Samaniego, Francisco. En: www.analitica.com.ve

20 Benavente Urdina, Andrés  y Cirino, Julio. La democracia defraudada. Populismo revolucionario en América Latina. Grito sagrado Editorial. Argentina, 2005.

21 Véase. Bourdieu, Pierre. Sobre la televisión. Editorial Anagrama. P. 24. Paris, 1996. 

22 Weber, Max. Economía y Sociedad. México,  F C E,  1992. Pág. 193.

23 Ibíd. ,  Pág. 194.

24 Ibíd. ,  Pág. 194.

25 Véase. Mires, Fernando. Al borde del abismo. El chavismo y la contrarrevolución antidemocrática de nuestro tiempo. Debate. Caracas-2007.

26   Weber, Max. Economía y Sociedad. México,  F C E,  1992.  Pág. 195.

27 Ibíd. ,

28 Aquí, René Mayorga cita a Andreas Schedler, en “Antipolitical opposition. A Framework for comparative análisis.” Ponencia presentada al Viena Dialogue on democracy, “The politics of antipolitics”, Viena, 7 al 10 de julio de 1974,  P.4.

29 Ramos Jiménez, Alfredo. Sobrevivir sin gobernar. El caso de la Venezuela de Chávez. Revista Nueva Sociedad, 2004. p.19.

30 Aquí, René Mayorga. Cita a Giovanni Sartori, Comparative constitutional engineering. An inquiry into structures, incentives and outcomes. New York: New York University Press, 1994, P.P. 145-151.

31 Mayorga, René Antonio. Anti-política y Neopopulismo. Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios. 1995. Pág. 10.

32 Ramos Jiménez, Alfredo. Sobrevivir sin gobernar. El caso de la Venezuela de Chávez. Revista Nueva Sociedad, 2004. p.20. Para un análisis más detallado sobre el golpe de abril de 2002 en Venezuela, Véase Juan Carlos Rey: Consideraciones políticas sobre un insólito golpe de Estado, en Revista Venezolana de Ciencia Política Nº 21, 1-6, pp. 9-34. 

33 CF Linz, Juan J. La Quiebra de las Democracias. 1990. p. 95.

34 Ramos Jiménez, Alfredo. Sobrevivir sin gobernar. El caso de la Venezuela de Chávez. Revista Nueva Sociedad, 2004. p.21.

35 Ramos Jiménez, Alfredo. Sobrevivir sin gobernar. El caso de la Venezuela de Chávez. Revista Nueva Sociedad, 2004. p.23.

36 Garretón, Manuel Antonio. “Política, cultura y sociedad en la transición democrática”, Nueva sociedad, Caracas, Julio-Agosto, núm. 114, 1991, pp. 43-49.

37 Torres Rivas, Edelberto. “América latina. Gobernabilidad y democracia en sociedades en crisis”, Nueva Sociedad, Caracas, Noviembre-Diciembre, núm. 128, 1993, pp. 88-101.

38 En este sentido para Fernando Mires, “cuando la gobernabilidad es precaria, ella se traduce en un desgobierno de las conductas sociales e incluso de la ética individual.  En, Al borde del abismo. Debate. Caracas – 2007.

39 Ídem. , p. 92.

40 Véase, Ramos Jiménez, Alfredo en Las formas modernas de la política. El autor hace referencia además a la propuesta de Grupo Roraima, 1987 y de Alan Brewer Carias, 1986.

41 Caballero, Manuel. Conferencia y entrevista en Paris, 13 de mayo, 2005.

42 Véase. Richard Lalander y Francisco Roberto García Samaniego. “Chavismo y oposición en Venezuela: Exploraciones críticas sobre democracia, descentralización y populismo” en, http://www.ciudadpolitica.com/modules/news/article.php?storyid=569 Ciudad-Política, Argentina-2005.

43 Mires, Fremando. Al borde del abismo. El chavismo y la contrarrevolución antidemocrática de nuestro tiempo. Debate. Caracas-2007.

44 Dahrendorf, Ralf. Partidos y Populistas. El  nacional. Opinión, A/7. Martes 29 de agosto de 2006. Caracas-Venezuela.

45 Ídem.,

46 Calderón, Fernando. “Democracia, cultura política y deliberación”. Texto aparecido en: La reforma de la política. deliberación y desarrollo. ILDIS/Friedrich Ebert Stiftung – FES (Bolivia) Nueva Sociedad, Caracas, 2002, pp. 48.

47 Politólogo, Magíster. Investigador del Centro de Investigaciones de Política Comparada de la Universidad de Los Andes. (CIPCOM-ULA) Investigador acreditado por Programa de Promoción al Investigador  (PPI - FONACIT) y el Programa de Estimulo al Investigador (PEI-CDCHT -ULA) de Venezuela. Doctorando en el doctorado de Ciencias Humanas HUMANIC-ULA.  E-mail. franciscogarcia_samaniego@hotmail.com. franciscogs@ula.ve. Este trabajo, es parte, y  ha sido posible, gracias a la colaboración y  financiamiento del CDCHT-ULA, Bajo el Código de proyecto: D-317-06-09-B. Titulado: “Medios de comunicación y conflicto social en Venezuela. (Un estudio Comparado) Universidad de Los Andes.

48 Calderón, Fernando. “Democracia, cultura política y deliberación”. Texto aparecido en: La reforma de la política. deliberación y desarrollo. ILDIS/Friedrich Ebert Stiftung – FES (Bolivia) Nueva Sociedad, Caracas, 2002, pp 41-68.

49 cfr. Sartori, 1993, pp. 313-316.