Revista Nº42 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

 

 

NI CON ROJOS, NI CON BLANCOS: PÍO BAROJA Y LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (II)

 

Este artículo analiza la percepción de Pío Baroja de la Guerra Civil española”

Palabras Claves:

Baroja, República, guerra, totalitarismo, catolicismo.

Abstract:

This article analyses Pío Baroja´s perception of The Spanish Civil War”

Key words:

Baroja, Republic, war, totalitarism,catholicism

 

- “¿Ha hecho usted algo beneficioso?

- ¿Beneficioso, para quién?

-Para la sociedad, para el Estado.

-Yo no tengo nada que ver con eso. Soy un hombre con mis problemas personales, que para mí son muchísimo más importantes que los de la nación y los del Estado.”

- “He dicho que el comunismo era cosa de frailes. Para mí entre católicos y     comunistas no hay diferencias, unos y otros son católicos. Fuera de ellos creen que no hay verdad”

 - ¡La guerra! Me parece una estupidez y una brutalidad, que no resuelve nunca nada. Es el reino de las malas pasiones, de la estafa y de la mentira. Se dice que se pelea por la patria. Yo creo que donde hay despotismo y no hay libertad no hay patria”

 

Pío Baroja, El Cantor Vagabundo.,

 

 Pío Baroja ofició complacido de profeta del desastre, pero al margen de las profecías, Baroja tomó la llegada de la II República con un escepticismo radical que dejó paso a una irritación sin que para ello hicieran falta motivos concretos. Lo recuerda en su obra La guerra civil en la frontera:

“En estos relatos no hay ni el menor asomo de arrojo ni de audacia. Carezco de la vocación de héroe. Soy un espectador, un curioso y nada más:

-Pero ¿usted cree que viene la revolución?

-Sí, creo que sí.

-¿Y Piensa usted que si viene la República, el nuevo régimen arreglará España?

-No, no, eso no. No lo creo la verdad.

-Yo no veo posible una República conservadora. En cambio, si hay revolución, creo que vendrá una época de violencias y de sangre, y que no se sabrá hasta donde llegue.

Yo como digo, no he cambiado nada. No creí en la posibilidad en España de una República tranquila, discreta. Es decir, no he creído que arraigaría, y menos si tomaba un carácter anticlerical y socialista. No consideraba esta idea mía como un mérito, ni como un descubrimiento, sino como una pequeña intuición individual, consecuencia de vivir aislado y de ver los asuntos públicos con los ojos de la cara, como algo lejano a mí” (Baroja, pag.48).

 Lo importante es que Baroja a aquellas alturas no era ni rojo, ni blanco. Ni entonces, ni más tarde, haciendo gala de un creciente individualismo feroz. En noviembre de 1931, además de arremeter contra Lerroux y el señoritismo socialista de la República, dirá que en España “es preciso la dictadura para gobernar”.

 El conservadurismo más convencional de Baroja, con rasgos reaccionarios, asoma por donde menos se lo espera al lector. En la forma de expresar una visión rancia del presente, sobre todo, que equivale a una voluntaria incomprensión de este. Para Baroja el siglo XIX, equivale a heroísmo aristocrático, individualismo y cultura, el siglo XX es mero declinar y mediocridad con sus ismos y totalitarismos.

En Ayer y Hoy (1939) nos dice: “Hay una frase de Victor Hugo de no recuerdo que libro, que es pomposa como todas las suyas: El Siglo XIX es grande, el siglo XX será feliz. El buen señor se equivocó en sus predicciones. Por ahora, el siglo XX va tomando un aire de siglo desdichado. El siglo XIX fue en su comienzo mucho más fecundo y, sobre todo, más prometedor que el nuestro. Se destacaron grandes figuras de poetas, músicos, científicos y filósofos cuyos nombres llenaron el mundo. Se iniciaron ciencias nuevas. La cultura tomó un aire de producto en parte, naciente” (Baroja, pag.58).

 A este respecto, en Desde el Exilio (marzo de 1940) Baroja distingue cuatro fórmulas totalitarias en el siglo XX. “Las cuatro tendencias totalitarias claras” serían las siguientes:

Primera: el nacionalismo católico de España o falangismo; segunda, el nacionalismo católico latino de Italia o fascismo; tercera, el nacionalismo alemán: y cuarta el nacionalismo comunista que es el socialismo soviético.

 El nacionalismo español o falangismo sería en esencia catolicismo, cuya síntesis, o por lo menos, su núcleo es La Compañía de Jesús. Baroja rechaza tajantemente la idea franquista de Cruzada, como salvaguarda de las esencias civilizatorias de occidente y la cristiandad. Para atribuir al movimiento nada más que “dogmatismo y milicia”. (Baroja, pag. 69).

 Lo cual nos inclina a pensar que Baroja en sus ideas y hasta en sus gustos personales es más bien un hombre de “quietud foral decimonónica vascongada”. De una sociedad estamental en la que el Estado se inmiscuía poco nada en la conciencia de los individuos. Para Miguel Sánchez Ostiz, la imagen que mejor se acomoda a la cosmovisión e identidad barojiana es la de El Caballero de Erlaiz, esto es, la del hidalgo y propietario rural medio ilustrado, que práctica el estoicismo, el cultivo de las reminiscencias históricas tubálicas, “pero a quien descompone que la gente de abajo saque los pies del plato” (Ostiz,  pag. 21)

Lo cierto es que, incluso en su percepción de la guerra civil española, asoma un no disimulado raciismo anti-semita vascongado. El conflicto no es más que algo atávico vinculado a la raza (no va con él), semejante a las guerras entre “carlistas y beltzas” (guerras carlistas del siglo XIX) el marxismo es mera invención judaica, y los gudaris vascos son soldados de orden, mientras que los milicianos republicanos (¡venidos de fuera!), son meros delincuentes en la Guerra Civil en la Frontera. A ello unir el incongruente apoyo de sus Alter Ego Evans a una “dictadura liberal” en Los Caprichos de la Suerte:

“Lo que pasa es que esta gente de la CNT que anda por estas tierras vascas son gallegos, asturianos, navarros de la Ribera y aragoneses, los cuales se nota que sienten odio por el país… Entre los que quemaron Irún no había vascos. Yo vi a los incendiarios en San Juan de Luz, y todos ellos eran gallegos, algunos castellanos, navarros de la Ribera y hasta portugueses. Vascos, ninguno… el vasco tiene posibilidades de ser buen soldado. Tiende a ser sereno, puntual y a no creer en fantasías… Ellos, técnicos de la revolución y de las matanzas (los rusos), envían voluntarios a nuestro país, como jefes, con consignas, hay que matar, hay que incendiar para llegar a la perfección a que los rusos han llegado, para disfrutar bajo la dirección de los judíos” ( Baroja, pag. 110).

La guerra es algo atávico, cuyas causas están a algo “predominante en la raza española”.

“Al advenimiento de la República todo esto cambió; el país comenzó a excitarse y el fiero español de antaño apareció en escena. Hoy ha llegado al paroxismo. El toro que parecía convertirse en un tranquilo buey de trabajo, vuelve a ser toro y toro furioso..Debe haber alguna cosa predominante en la raza, pero nosotros no sabemos qué”  (Baroja, pag. 22)

 La solución al desaguisado, pasaría por algo tan estrambótico como “una dictadura inteligente, sin presión de ninguna clase”  (Baroja, pag. 78), unida a una regresión paseista ante el  evidente  “fracaso de la modernidad”.  En Miserias de la Guerra,  afirma lo siguiente:

Comunistas y fascistas son como la cara y la cruz de la misma moneda-añadió después-Todo está aclarado y no hay necesidad de investigar más. La libertad de pensamiento es un error. Así el mundo moderno empieza a ser tan mediocre. La Alemania de Kant deviene la Alemania de Hitler, la Italia de Maquiavelo la de Mussolini y la Rusia de Dostoievski y Tolstoi, la de Stalin y la de Molotoff” (Baroja,  pag. 79).

 Baroja no firmaría jamás el manifiesto que el 30 de julio de 1936  sí firmaron Ramón Menéndez Pidal, Antonio Machado, Gregorio Marañón, Teófilo Hernando, Ramón Pérez de Ayala, Juan Ramón Jiménez, Gustavo Pittaluya, Juan de la Encina, Gonzalo Lafora, Antonio Marichalar, Pío del Rio Hortega, José Ortega y Gasset, Ignacio Bolívar, y que decía así:

 “Los abajo firmantes declaramos que el conflicto que ha determinado la Guerra Civil en España, nos ponemos del lado del Gobierno de La República y del Pueblo, que con tan ejemplar heroísmo está combatiendo por sus libertades” (Ostiz, pag. 345).

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

BAROJA, P.: El Cantor Vagabundo, Caro Raggio, Madrid, 1984.

BAROJA, P.: Susana y los Cazadores de Moscas, Editorial Juventud, Barcelona, 1941.

BAROJA, P.: La guerra civil en la frontera, Caro Raggio, Madrid, 2005.

BAROJA, P.: Desde el exilio, Caro Raggio, Madrid, 1999.

BAROJA, P.: Ayer y hoy, Caro Raggio, Madrid, 1997.

BAROJA, P.: Los Caprichos de la Suerte, Espasa, Barcelona, 2015.

BAROJA, P.: Miserias de Guerra, Caro Raggio, Madrid, 2006.

SÁNCHEZ-OSTIZ, M.: Tiempos de Tormenta (Pío Baroja, 1936-1940), Pamiela, Pamplona, 2007.

IÑAKI VÁZQUEZ LARREA.

IES EGUZKITZA, IRÚN (ESPAÑA).