Revista Nº27 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

La situación interna de Cuba en el centro del diferendo EE.UU-Cuba:

Un acercamiento al tema hasta 2013.

 

Resumen

 

Es propósito de este ensayo hacer un acercamiento a la idea del papel rector del estado de la situación interna cubana en la política de Estados Unidos hacia Cuba y la perspectiva que esto da de solución o empeoramiento del conflicto que entraña en sí este proceso.

En tal sentido, se asienta la explicación en lo planteado por el Dr. Esteban Morales quien señaló:

 

“Por eso hoy, la realidad interna cubana y en particular la dinámica de su proceso de recuperación económica, (…) devienen en una variable, que como nunca antes está informando e impactando en las características de la política de Estados Unidos hacia Cuba y en las peculiaridades de la confrontación.”[1]

 

Esta tesis permite fundamentar que no sólo ahora, sino desde siempre, esta ha sido la tónica en este ámbito.

 

 

 

ABSTRACT

This paper approaches to the central role of Cuba’s inner situation, how it affects United States policy regarding Cuba and wonders also about the perspective of improvement or worsening this process involves. This is what Dr. Esteban Morales said: “That’s why Cuban inner reality and its process of economic recovery turn to be a variable that impacts on, as it never did it in the past, United States’ policy regarding Cuba and on confrontation peculiarities”. The thesis holds that this has always been the main variable on this topic. 

 

 

 

Introducción

 

La política agresiva de los EE.UU. contra Cuba hunde sus raíces en el propio proceso de génesis de la nación cubana y ha sido una de las determinaciones fundamentales de su desarrollo histórico. No es un secreto que desde los inicios de su gestación como naciones y estados modernos, los nexos entre Washington y La Habana estuvieron marcados por la diversidad y la contradicción El apetito norteamericano por esta región caribeña precede la constitución de su propia república. Benjamín Franklin, uno de los padres de la independencia estadounidense, recomendaba a Inglaterra en la época de las Trece Colonias la toma de la Isla de Cuba. En 1783, cuando aún dicho país no se había convertido en un estado político federal, John Adams propugnaba la anexión de Cuba y Puerto Rico, basado en consideraciones estrictamente económicas. Tomás Jefferson, otro de los padres de la joven república, defendía la idea de que la confederación iba a ser el nido desde donde se poblaría toda América, la del Norte y la del Sur.

Separados entre sí por solo 90 millas, y experiencias comunes como territorios coloniales, la unión norteamericana fue sin embargo, la primera nación del hemisferio en adquirir su independencia política. La mayor de las Antillas resultó la última en liberarse del yugo colonial español.

 

“Durante muchas décadas los presidentes y políticos norteamericanos vieron a Cuba como estadounidense de hecho. El presidente Thomas Jefferson (1801-1809) declaró en 1809 que “Cuba sería tomada naturalmente por Estados Unidos o la isla se entregaría a nosotros por sí misma”. El presidente James Monroe (1817-1825) escribió al embajador Nelson, en España: “Cuba y Puerto Rico son apéndices naturales de Estados Unidos” ”[2]

 

En respuesta a la idea de Simón Bolívar de liberar a Cuba y Puerto Rico el secretario de estado norteamericano, John Quincy Adams, le dijo que se abstuviera de hacerlo y desde entonces la doctrina de Monroe se convirtió en la bandera norteamericana de su política exterior con respecto a Cuba. Adams concibió a la isla como “una manzana que tenía que caer, por la fuerza de gravedad, en las manos de Estados Unidos”[3].

El presidente James Polk (1845-1849) y su secretario de estado James Buchanan intentaron comprar Cuba a la Corona de España, pero no lo lograron. De 1849 a 1851 los terratenientes proesclavistas del Sur brindaron su apoyo a Narciso López en su afán de anexar Cuba a la nación norteña, en la época Buchanan declaró:

 

 “Debemos tener a Cuba. No podemos seguir sin ella y, sobre todo, no debemos tolerar que sea transferida a Gran Bretaña. Tenemos que obtenerla mediante un golpe de estado en un momento propicio […] Cuba ya es nuestra, lo siento con impaciencia”[4].

 

En el decenio de 1870 Estados Unidos obstaculizó el plan panamericano de Colombia para que 19 repúblicas americanas reconocieran el derecho de Cuba a la independencia. Conocida es también la venta de 30 cañoneras a España que Céspedes denunció en su histórica carta a C. Sumner en 1871:

 

“Cerca de tres años cuenta la guerra y en ese intermedio España ha enviado a la isla como 60 mil soldados y ha aumentado sus fuerzas navales hasta llegar a tener en ocasiones hasta 83 buques en las costas de Cuba operando el bloqueo, gracias en parte al auxilio sacado de ese país (U.S.A.) con la construcción, armamento y equipos de 30 cañoneros de vapor.”[5]

 

El manifiesto de Ostend, en el cual se recomendaba que, en el caso de que España se negara a vender Cuba, justificó el hecho de que tres ministros proesclavistas plantearan: “Entonces por todas las leyes humanas y divinas, estaremos justificados a arrebatársela a España.”[6]

 

“En 1890 el arancel McKinley colocó al azúcar sin refinar en la lista de importaciones libres de impuesto de Estados Unidos. Esto y las políticas arancelarias subsiguientes de ese país crearon un sistema de cuotas de azúcar cubano garantizado para el mercado estadounidense: 40% del abasto de Estados Unidos en 1958.”[7]

 

En la Resolución Conjunta del Congreso norteamericano del 20 de abril de 1898, se reconoció el derecho de la llamada Llave del Golfo de México a la independencia y soberanía para desembocar, ese mismo año, en la intervención militar norteamericana en la guerra hispano-cubana, justo en el momento que era inevitable el triunfo del Ejército Libertador.

Si se va al origen mismo de los vínculos de los dos países, el objetivo que ha regido esta relación no ha sido otro que el de la dominación o la subordinación de la nación cubana a los intereses norteamericanos. Este objetivo estratégico está basado desde sus inicios mismos, en las condiciones de la situación interna cubana.

 

Desarrollo

 

Después de la firma del tratado de París, EE.UU se dio a la tarea de consolidar su injerencismo y materializar sus apetencias. Como el congreso de EE.UU no estaba facultado para promulgar leyes con respecto a Cuba porque, jurídicamente no asumía la soberanía sobre esta, durante la ocupación se gobernó mediante órdenes militares. Algunas de ellas muy necesarias a sus intereses. El 6 de enero de 1899, el gobierno interventor dicta un bando militar disponiendo el desarme general de la población. Tenía el objetivo de liquidar toda resistencia armada y sentar las bases para la disolución del Ejército Libertador. Este tema lo  trataba una comisión de la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana en Washington.

El fallecimiento del mayor general Calixto García representó la eliminación de un escollo para EE.UU. Un paso posterior fue el envío a Cuba del asesor y representante personal del presidente McKinley, Robert P. Foster. Su propósito era persuadir al Mayor General Máximo Gómez de que abandonara su campamento en las inmediaciones de Remedios; se trasladara a la capital y aceptara el desarme y disolución del Ejército Libertador a cambio de la dádiva de 3 millones de pesos.

Los puntos de vista divergentes entre Gómez y la Asamblea de Representantes con respecto a la disolución del Ejército Libertador por empréstito o dádiva, llegaron a su punto álgido. Como resultado el 12 de marzo de 1899, la Asamblea aprobó una moción destituyéndole de su cargo. El amplio movimiento popular de desagravio al Generalísimo provocado por esa medida colocó a la Asamblea en una difícil situación. Se disolvió el 4 de abril de 1899, quedando expedito el camino para la realización de las pretensiones norteamericanas sobre el destino de la fuerza militar cubana. Nunca debió negociarse su licenciamiento, importante aspecto que escapó a los representantes de los intereses del pueblo cubano, cuando en realidad de lo que se trataba era de no admitirlo. La situación interna de Cuba se tornaba favorable a los intereses norteamericanos.
El mayor “logro” del general Brooke fue la liquidación del Ejército Libertador. Su presencia armada y experiencia en guerra de guerrilla representaban una pesadilla para Washington durante la ocupación de la Isla. Como advirtió el senador Foraker, representaba un gran peligro porque, de producirse encuentros armados entre cubanos y norteamericanos, surgirían graves problemas y gastos, habiendo planteado:

 

“Tengo la opinión de que en cuanto los soldados americanos apunten sobre los cubanos, si es que lo hacen, habrá que pagar los daños; la administración en Washington tendrá que pagarlo y desde ahora les digo que no habrá fondos suficientes para hacerlo”[8].

 

 El General Leonard Wood, al frente del gobierno militar a partir de 1900, trató de neutralizar a los líderes independentistas;

 

“Propongo crear un comité integrado por el general Gómez, el general Rodríguez y algunos de los antiguos generales, para que velen por los soldados viejos y lisiados de la guerra; darle al general Gómez $5 000 anuales, a Rodríguez $ 3 600 y a cualquier otro asociado $2 400. Estos hombres gozan de una gran influencia en el ejército y en el pueblo. En la práctica se están muriendo de hambre, al menos, viven de lo que le dan sus amigos”[9].

 

Gómez rechazó la oferta y manifestó su renuncia a limitar su fidelidad política. El plan Wood no se materializó.

El 1ro. de enero de 1899, el general norteamericano reunió a varios oficiales del Ejército Libertador. Entre ellos estaba Bartolomé Masó. Los exhortó a respaldar la política de su gobierno hacia Cuba. Los cubanos lo acusaron de favorecer el control permanente de EE.UU. sobre la Isla y uno de ellos, el general José Miró Argenter, le imputó estar planificando la anexión en vez de la independencia. Hipócritamente Wood lo negó.

 Apreciando que los cubanos no cejarían en el empeño de alcanzar la independencia sin restricciones, los gobernantes norteamericanos comprendieron que no les sería fácil cambiar el espíritu de la Resolución Conjunta. Pensaron en una forma para mantener la Isla “... ligada a nosotros por vínculos de intimidad y fuerza (...), justificándolos como necesarios para (...) asegurar el perdurable bienestar (...) de ella”[10].
 Los hombres de negocios estadounidenses desempeñaron un papel principal en tales circunstancias. B. Hopkins, importante magnate, escribió al senador Spooner;


“...nos impresionamos de la manera favorable con la magnífica oportunidad que se ofrece para la construcción de un tronco de líneas ferroviarias por todo el medio de Cuba hasta Santiago, con algunos ramales hacia las poblaciones portuarias del norte y del sur... Si no se hace con una proposición comercial, debe realizarse con propósitos militares (...) consideramos que le corresponde al capital americano construir este ferrocarril y aquí pudiera ser promovido por las personas indicadas”.


“Queremos decir que no debe permitirse que se despoje a los americanos de los negocios ni de nada en Cuba. Es, y con mucho, el pedazo de tierra más valiosa que yo haya visto jamás...Ahora y siempre los intereses comerciales favorecen la anexión. Sobrellévense las condiciones actuales, o cualquier otra condición decente, durante un periodo de tiempo relativamente corto, y los intereses comerciales llegaran a ser tan poderosos que podrán dictaminar y dictaminarán la política final de todo el pueblo...”[11].


 Es obvio que la situación interna cubana determinó en la toma de importantes decisiones en este período. Esto sirvió a los Estados Unidos para establecer en Cuba una república neocolonial que les abrió las puertas a las Relaciones Internacionales en calidad de gran potencia sin serlo aún.

La mentalidad prevaleciente entonces en las altas esferas del gobierno norteamericano se evidencia en el siguiente fragmento de una carta del ex presidente Grover Cleveland, de fecha 26 de marzo de 1900; “Me temo que Cuba debería ser sumergida por algún tiempo antes de que pudiera ser un estado, territorio o colonia de los EE.UU del que estuviéramos especialmente orgullosos”[12]. La posibilidad del exterminio de la población cubana manejada años antes por Breckenridge, era nuevamente sugerida.

 Mark Twain escribió en el más importante de sus trabajos antimperialistas que existía un fuerte movimiento “... para evadirnos de nuestro contrato con Cuba establecido por el congreso. Se trata de un país rico y muchos de nosotros ya comenzamos a pensar que el convenio fue un error sentimental”[13].

El 28 de julio de 1900, el United States Investor, principal diario de Wall Street, publicó en un editorial la previsión de Twain y comentaba que su país cometió

 

... un gran error cuando prometimos darles la independencia al pueblo cubano. Por desgracia, el pueblo americano es impulsivo e indiscreto, Debemos romper el compromiso porque nuestro interés es hacerlo así. Retirarse de Cuba sería un crimen que no estaría justificado por una promesa hecha, por ignorancia, a los cubanos”[14].

 

El vocero yanqui terminaba demandando proceder a la anexión para poner fin al problema.

El gobierno interventor dictó la ley No. 301 de fecha 25 de Julio de 1900. Ésta estableció la convocatoria a elecciones para delegados a una asamblea o convención destinada a redactar y adoptar la constitución de la república que se establecería en Cuba.

La asamblea constituyente celebra su primera sesión el 5 de Noviembre de 1900. En ella el gobernador Wood se dirigió a los delegados: “Será nuestro deber, en primer término, redactar y adoptar una constitución para Cuba, y una vez terminada esta, formular cuales deben ser a nuestro juicio las relaciones entre Cuba y EE.UU.”[15]
 El 11 de febrero finalizaron los debates con la aprobación del texto constitucional. Al día siguiente, llegado el momento de discutir las relaciones bilaterales, la Asamblea Constituyente designa una comisión de 5 miembros. La misma se encargaría de estudiar y proponer cuales deberían ser sus bases. De inmediato Wood les hizo saber las instrucciones recibidas del secretario de guerra de su país, Elihu Root, sobre los extremos que el ejecutivo norteamericano sugería y recomendaba:

1.         Reconocer el derecho de EE.UU. a intervenir en los asuntos internos de Cuba.

2.         Limitar los derechos de Cuba a firmar acuerdos y tratados con las potencias extranjeras o a concederles todo tipo de privilegios sin acuerdo previo de EE.UU.

3.         Limitar los derechos de Cuba a obtener empréstito en el extranjero.

4.         Reconocer el derecho de EE.UU. a adquirir tierras y tener bases navales en Cuba.

5.         Reconocimiento y observación por Cuba de todas las leyes promulgadas por las autoridades militares norteamericanas y los derechos derivados de estas leyes.

Tales instrucciones, con muy pocas modificaciones, eran los artículos que conformaban el cuerpo de la Enmienda Platt. Tal arreglo fijaba los créditos para el sostenimiento del ejército de ocupación militar en Cuba con la aprobación e inclusión en la constitución de 8 condiciones, las 5 disposiciones de E. Root y otras tres nuevas:

 

1.         El gobierno de Cuba ejecutará en cuanto fue necesario cumplirá los planes ya hechos y otros que mutuamente se convengan para el saneamiento de las poblaciones de la Isla, con el fin del desarrollo de enfermedades epidémicas e infecciosas, protegiendo así al pueblo y al comercio de Cuba, lo mismo que al comercio y a los pueblos de los puertos del sur de EE.UU.

2.         La Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuesto por la constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma.

3.         El gobierno de Cuba insertará las anteriores disposiciones en un Tratado Permanente con los EE.UU.

Se garantiza así que la situación interna cubana no va a ser motivo de preocupación para el gobierno de los Estados Unidos y en todo caso, si hubiese necesidad, estaba el derecho de intervenir militarmente para resolver el asunto. Esta cuestión empeoraría las relaciones con el país del Norte, dada la historia de rebeldía del pueblo cubano y la no tolerancia de intervenciones e intromisiones sin dudas traería rozamientos.

La comisión asignada por la Asamblea Constituyente cubana para redactar el proyecto acerca de las relaciones a establecer con EE.UU., entregaba un informe. Este parte contenía 5 declaraciones bases contrapuestas a las instrucciones impartidas por Wood. En él se ponía especial énfasis a las relativas al reconocimiento del derecho de intervención y al establecimiento de estaciones navales en la Isla.

Por mediación de Wood, la Asamblea Constituyente recibió una comunicación que, en esencia, planteaba la imposibilidad del presidente de los EE.UU de modificar el texto de la enmienda aprobada por ambas cámaras.Tampoco de retirar el ejército de ocupación mientras esta no fuera aceptada como apéndice de la constitución cubana. Ante el dilema capitulación o rebeldía, fue aceptado por 16 votos contra 11.

Sobre el hecho, Leonard Wood expresó:

 

“Por supuesto que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt, todo lo cual es evidente que está en lo absoluto en nuestras manos y creo que no hay un gobierno europeo que la considere por un momento otra cosa sino lo que es, una verdadera dependencia de los EE.UU, y como tal es acreedora a nuestra condición. Con el control que sin dudas pronto se convertirá en posición, en breve prácticamente controlaremos el comercio de azúcar en el mundo. Creo que es una adquisición muy deseable para los EE.UU. La Isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posiciones que hay en el mundo...”[16].

 

 El pueblo cubano no permaneció impasible ante la acción escamoteadora de su independencia. Así lo demostró el 12 de marzo de 1901 cuando una nutrida manifestación se dirigió al distrito donde se reunía la Asamblea Constituyente para pronunciarse contra la enmienda y después hacia el Palacio de los Capitanes Generales, residencia de Wood, para manifestarle el total rechazo al documento.
 En carta dirigida a Root, al 25 de octubre de1901, Wood se refirió brevemente al asunto, señalando:

 

“Con el control que ejerceremos sobre Cuba por medio de la Enmienda Platt, control este que indudablemente pronto habrá que convertirse en posición, combinado con otras tierras productoras de azúcar que ahora nos pertenecen, en muy poco tiempo dominaremos el negocio azucarero del mundo o, por lo menos una gran parte de el... CONSIDERO A CUBA COMO LA MAS DESEABLE ADQUISICIÓN QUE PUDIERAN HACER LOS EE.UU. (…)”[17].

 

El siguiente paso de EE.UU. consistió en la elección de un gobierno cubano que respondiera a sus intereses. La figura escogida para ser contrapuesta a la coalición con Masó, antinjerencista, fue Tomás Estrada Palma.

 La principal tarea de Estrada Palma, impuesto tras manejos fraudulentos, fue formalizar los tratados derivados del apéndice constitucional. El 22 de mayo de 1903, se firmó el “Tratado Permanente, determinando las relaciones entre la república de Cuba y los EE.UU.”. En este tratado se incluían los sietes primeros artículos de la Enmienda Platt y un octavo referente a la concertación del propio tratado, llamado a ser la “base legal” para la firma de los demás.

El 11 de diciembre de 1902, los plenipotenciarios de ambos países habían sancionado el “Tratado de reciprocidad comercial entre Cuba y los EEUU” que, comenzó a regir el 27 de diciembre de 1903.

 En esos documentos, incluido el Tratado de Relaciones de 1934 se ha ignorado la temporalidad del arriendo, lo cual constituye un absurdo jurídico. No reconocer el derecho del propietario de algo arrendado a recobrarlo en determinado momento.
El artículo I del acuerdo de 16-23 de febrero de 1903 establecía:
“La República de Cuba arrienda (…) a los EEUU por el tiempo que las necesitaren y para el objeto de establecer en ellas estaciones carboneras y navales, las extensiones de tierra y agua situadas en las Isla de Cuba...”[18].

Mientras, en el Artículo III del tratado de 1934 se señalaba:

 

“En tanto las dos partes contratantes no se pongan de acuerdo para la modificación o abrogación de las estipulaciones del convenio firmado por el presidente de la República de Cuba el 16 de febrero de 1903 y por el presidente de los EUA el 23 del mismo mes y año,... seguirán en vigor las estipulaciones en cuanto a la estación naval de Guantánamo”[19].

 

El Tratado de Reciprocidad comercial fue otro instrumento para la consumación del dominio económico imperialista. Sus primeras manifestaciones se expresan desde del siglo XIX. Entre la ultima década de éste y principios del siguiente, EEUU se convirtió en la verdadera metrópoli económica de Cuba. Había hecho inversiones millonarias y tenía el control monopólico de su industria azucarera.

Este tratado de “Reciprocidad Comercial” consistía en lo siguiente:

1.        Los productos que hasta el momento del tratado entraban libre de derecho en EE.UU. y en Cuba y, además fuesen de producción de esas naciones, continuaran disfrutando de esa libertad.

2.         Una serie de productos cubanos fijados en una lista especial disfrutarían al ser importado por EE.UU de una tarifa preferencial, 20% menor que la aplicada a artículos similares procedentes de otros países.

3.        Los artículos norteamericanos estipulados en lista disfrutarían al ser importados por Cuba de tarifas preferenciales que oscilarían entre un 25 y un 40%.

4.        Los aranceles podrían ser alterados, aumentándolos, pero manteniendo siempre el margen preferencial.

5.        Los márgenes preferenciales estipulados en este tratado no se pueden extender a ningún otro país, porque constituirían un tratamiento especial, completamente diferente de los que se conocen en la mecánica tradicional de los tratados como cláusula de la nación más favorecida.

El tratado de “Reciprocidad Comercial” vino a ser el mecanismo del control total de la economía cubana. Era muy adecuado a las necesidades del imperialismo norteamericano y trajo como consecuencias, negativas para la misma: el monocultivo azucarero, el latifundio, la falta de desarrollo y de diversificación de una industria de agricultura nacionales y de un mercado interno.

La fraudulenta reelección de Estrada Palma en 1906 dio origen a la rebelión de los opositores, conocida como la Guerrita de Agosto. Imposibilitado de dominar la situación, protagonizó su último acto antipatriótico: la entrega de Cuba a la segunda intervención militar yanqui, en el citado año, la cual se extendió por 28 meses bajo el mando de Charles Magoon.

En enero de 1908 el gobierno interventor instaló en el poder a José Miguel Gómez (Tiburón). Tenía la advertencia de no alterar el orden porque, de hacerlo, la intervención adoptaría forma permanente (nuevamente la situación interna de Cuba en el centro).

El 20 de mayo de 1912 tuvo lugar el alzamiento armado del Partido de los Independientes de Color. Como consecuencia se  generó una violenta represión cuyas secuelas de horror y crímenes se elevó a alrededor de 3000 muertos y propició una nueva intervención militar. Ante esos incidentes, el embajador estadounidense en Cuba, Beaupré, envió una nota al gobierno cubano diciéndole: “...que, como medidas precautorias, se ha decidido enviar un cañonero a la Bahía de Nipe; (…) mi gobierno siguiendo la conducta de siempre para tal caso, desembarcará fuerzas para prestar la protección necesaria.”[20]

 EE.UU. dispuso de la primera brigada provisional. La misma traspasó los límites de la base naval de Guantánamo con el anunciado propósito de “ocupar y defender puntos estratégicos del interior”[21]. El 30 de Mayo un grupo de fusileros yanquis desembarcó en Daiquirí para proteger a la Spanish American Iron Co y dos días más tarde el gobierno envió el siguiente despacho: “Mantengo una guardia regular de 200 hombres en Daiquirí y Firmeza, y 50 hombres en el Cobre, para proteger las compañías Spanish American, Juraguá y Cuba Copper. Esto es importantísimo.”[22]

El levantamiento de La Chambelona tampoco fue del agrado yanqui. Con el pretexto de proteger el suministro de agua a la Base Naval de Guantánamo y salvaguardar propiedades americanas, destacamentos de marines traspasaron los límites de esa instalación militar y ocuparon diferentes puntos. De hecho ese proceder representó un tácito apoyo al gobierno de turno y demostró a los políticos que los futuros cuartelazos deberían llevar el visto bueno de los EEUU. Se demuestra que la situación interna cubana determina en la solución del conflicto que se aborda.

 A fines de 1920 el general Enoch H. Crowder fue designado como delegado personal del presidente norteamericano, en franca misión injerencista, con el propósito de controlar la difícil situación económica y política del Estado Cubano. El programa de Crowder se centraba en dos aspectos fundamentales: solución de la crisis económica mediante un empréstito concertado en EE.UU., con las consabidas condiciones de fiscalización y vigilancia directa sobre la actividad estatal cubana y la moralización administrativa con la constitución de un nuevo gabinete (Gabinete de Honradez) que respondía a la política intervencionista norteamericana .La situación interna de Cuba nuevamente se pone en función de la dominación imperialista.

La figura servil de Machado se convirtió en estorbo para los EE.UU., cuyo gobierno, entonces presidido por Franklin Delano Roosevelt, envió a Benjamín Sumner Welles. Este llegó a Cuba el primero de mayo de 1933, con la misión de lograr “la mediación” y ponerse en contacto con los jefes de la oposición. El 12 de agosto Machado huye del país, no a consecuencia de la mediación, sino por la situación revolucionaria. Sin embargo, la revolución resultaría nuevamente frustrada con el concurso de EE.UU. A partir de ese momento trabajaría por sentar las bases para utilizar “un hombre fuerte” sustentado en un ejército y órganos represivos, siempre bajo su apoyo y asesoramiento. El control de la situación interna de Cuba fue fundamental para garantizar el domino sobre la economía y asegurar el terreno ganado en ese sentido.
La madruga del 4 de septiembre, el embajador Welles resultó sorprendido cuando un grupo de sargentos y soldados, junto con fuerzas opositoras al gobierno de Carlos M. de Céspedes (hijo), provocaron un golpe militar. Del mismo emergió la figura de Fulgencio Batista Zaldívar. La inestabilidad política se entronizó en el país. Días después se organizó un gobierno colectivo conocido como “Pentarquía”, ante cuyo derrumbe, el 10 de septiembre, Ramón Grau San Martín fue designado como presidente provisional. Presidió el que se dio en llamar Gobierno de los 100 días. EE.UU. se negó a reconocer esa administración y envió buques de guerra para estimular su caída.  Estaba temeroso por las medidas populares contrarias a sus intereses impulsadas por el Secretario de Gobernación, Antonio Guiteras Holmes.

Motines y alzamientos contrarrevolucionarios, con la complicidad de la embajada norteamericana, consolidaron la figura de Batista. El 18 de diciembre concluyó su actividad directa en Cuba el embajador Summer Welles. Le sucedió Jefferson Caffery, con la misión de utilizar a Batista para hacer saltar al gobierno y “normalizar” la situación del país, es decir, acomodar la situación interna de Cuba a los tradicionales ritmos de la dominación que traían años ha.

 Presionado por Batista, la burguesía nacional y la embajada de EE.UU., el 15 de enero de 1934, mediante un golpe de estado, fue derrocado el presidente Grau. Éste, en entrevista publicada en el New York Times el 20 de octubre de 1934, se había referido al no reconocimiento de su gobierno por EE.UU. “¡una intervención por inercia!”.De esta forma se inició el mandato del reaccionario gobierno Batista-Caffery-Mendieta, caracterizado por su total entrega a las apetencias yanquis.

La derogación de la Enmienda Platt, ese mismo año, fue un acto demagógico, una verdadera farsa.

La prensa norteamericana, representante de los monopolios hizo comentarios como este:

“Cuba que continuará siendo económicamente un pupilo de los Estados Unidos mientras el capital norteamericano continúe dominando en aquella República las industrias, tierras y bancos y mientras los cubanos dependan del comercio norteamericano, su gobierno y la vida nacional de aquel país estarán influenciados de diversos modos por los Estados Unidos.

La renuncia de ese privilegio en Cuba [se refiere a la Enmienda Platt] (…) es más bien una nueva concesión al temperamento latino que la negativa de un derecho fundamental internacional (…)”[23]

 

Para entonces Estados Unidos promovió un reordenamiento de sus relaciones con América Latina. Pasó a ejercer un mayor dominio económico y político de la región. Un paso importante en ello fue la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1948. Fue el instrumento empleado para mantener a los gobiernos latinoamericanos atados a sus designios y dar visos legales a su injerencia; para monitorear mejor la situación interna de cada país, entre ellos Cuba.

 A partir de finales de la década del 40 acaecieron en América Latina una serie de golpes de estado dirigidos a elevar el poder a las camarillas más reaccionarias. Siguiendo esa línea, Estados Unidos fomentó abiertamente la ocurrencia de una situación similar en Cuba, donde no obstante el servil sometimiento de los gobiernos de Ramón Grau y Carlos Prío, las autoridades norteamericanas no se sentían satisfechas ni confiadas con la situación interna y aspiraban a un sometimiento más completo del país.

Tanto el gobierno norteamericano como los sectores más reaccionarios de las clases dominantes nacionales temían seriamente un triunfo del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), liderado por Eduardo R. Chibás, en las elecciones de julio de 1952. La inminencia de la victoria ortodoxa conllevó al golpe de estado del 10 de marzo de 1952, encabezado por Fulgencio Batista. Desde ese día, hasta el 31 de diciembre de 1958, Estados Unidos le prestó apoyo económico político y militar: envío de asesores, suministro logístico, misiones militares y preparación de cuadros.

Durante esta etapa el injerencismo yanqui no se detuvo. Esto quedó demostrado por la labor de los embajadores Arthur Gardner y Earl T. Smith, este último llegado a Cuba a mediados de 1957 en sustitución del primero. Smith dio pasos para penetrar las filas revolucionarias y propiciar el incremento de la actividad de CIA. Se encargó de transmitir personalmente a Batista las instrucciones de su gobierno sobre la estrategia a seguir para enfrentar la crisis política desatada en el país.

Según propia confesión en su libro El cuarto piso, llegó a Cuba con sus dos directrices fundamentales: borrar la imagen pública dejada por Gardner en el sentido de una estrecha vinculación de dependencia entre el régimen y su gobierno y convencer a Batista de lo imprescindible de mejorar su situación. La administración norteamericana seguía apoyándolo, pero preveía la necesidad de sustituirlo en un momento dado; realidad que implica el doble juego desarrollado por Smith al reunirse frecuentemente con figuras de la oposición burguesa en  un hábil manejo para asegurarse de que no se producirían cambios sustanciales en la situación interna cubana.

El triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959, puso fin al ciclo de sucesivos regímenes al servicio de los EE.UU. Los acontecimientos anteriores son conocidos. El gobierno norteamericano estaba erróneamente convencido de que, a la larga, podrían solucionar cualquier situación interna en Cuba. A partir de entonces se produjo un cambio radical en la historia de las relaciones entre ambas naciones, pues, por primera vez Cuba pasaría de un estado de dependencia, al del reclamo de respeto a su soberanía y autodeterminación.

Es a partir de entonces que cobra mayor relevancia la connotación de la situación interna cubana en las perspectivas de solución del conflicto. El nuevo contexto habría de imponer la necesidad de variar las formas en que, desde Estados Unidos, se enfocaría el tema. Muchas han sido las variantes utilizadas: la exacerbación de los sentimientos contrarrevolucionarios de la comunidad cubana de Miami, que acogió a cuanto esbirro de Batista, prófugos de la justica revolucionaria o simplemente cualquiera que se hubiera manifestado en contra de la Revolución; la Ley de Ajuste Cubano;  el Bloqueo Económico, Financiero y Comercial  al que han sometido a Cuba por más de 50 años.

Las agresiones económicas y el terrorismo fueron los métodos predilectos pero no abandonaron la sutileza de penetrar la población y tratar de infundir la confusión para revertir el proceso revolucionario. La Operación Mangosta es un ejemplo clave de que Estados Unidos le ha impreso particular importancia al tema de la situación interna cubana en el diseño de su política exterior hacia Cuba. Crear una situación de caos y de insubordinación popular para tener el pretexto de la invasión con fines estabilizadores. Este propósito no lo lograron ni con la invasión mercenaria por Playa Girón.

Hoy recurre a los métodos más sutiles y toman de las disímiles situaciones que enfrenta la sociedad cubana para arremeter con el uso de los medios de comunicación masiva que controla Estados Unidos en su casi totalidad.

Un ejemplo de lo anteriormente expuesto lo es si duda el tema racial. Este fue abordado por el Dr. Esteban Morales en un artículo intitulado El tema racial y la subversión anticubana aparecido en internet en el sitio Cubadebate en el cual plantea:

 

“El conflicto entre Cuba y Estados Unidos se nos presenta con diferentes facetas. Sobre todo si tomamos en consideración el interés de la política norteamericana por subvertir a la sociedad revolucionaria cubana. Tratándose de un fenómeno que va desde las intenciones de liderar los procesos sociales en Cuba, pasando por arrebatar de manos de su dirección política el liderazgo de los cambios internos, hasta llegar a producir la subversión del régimen socialista.

Los llamados "documentos de la transición", del 2004 y el 2006, se han propuesto una crítica sin límites de todos los procesos que tienen lugar en la Isla, con el objetivo de ofrecer la peor imagen de Cuba en todos los aspectos de la vida nacional. (…)

Algunos negros del otro lado de Estrecho de La Florida, porque no son todos, tratan de situar a los negros y mestizos de Cuba como víctimas en su propia tierra. Por supuesto, víctimas de quién, sino del Estado cubano, el Gobierno y el Partido Comunista de Cuba. Pues existe la marcada tendencia a considerar a los que permanecen de este lado del espectro político, poco menos que ovejas o personas estúpidas, carentes de todo proyecto propio.”[24]

 

Resulta obvio pues que en la medida en que aumenten las posibilidades de solución del conflicto la política de Estados Unidos será la de crear un nuevo sistema de dificultades que detengan tal solución o la reviertan.

 

Conclusiones

 

El hecho de haberse apoderado de Cuba, les dio  a los Estados Unidos la posibilidad de hacer política de gran potencia sin serlo. Cuba les abrió el camino a la dominación de América Latina, penetrar en Centroamérica y abrirse al mundo, primero por la hegemonía militar que se ganaron en el área y luego por el control de las inversiones en todo el hemisferio.

Cuba constituye para los Estados Unidos un fenómeno con características muy singulares. Representa una preocupación obsesiva por ser un ejemplo de defensa de su soberanía e independencia y un paradigma de resistencia heroica frente al imperio. No ser y no querer ser una colonia yanqui, con una política de principios inconmovibles. De modo que provocar el desaliento, la confusión, la deserción y disminuir el apoyo de la población a la Revolución sean principios inalienables del imperio para revertir el proceso que les privó, en 1959.

Se trata de impedir a toda costa que la situación interna cubana mejore y ponga en mejores planos los niveles de negociación de la solución del diferendo que los marca más de 200 años ha.

Por ello para incidir en la situación interna cubana y lograr la desestabilización del país se proponen:

·                La internacionalización del bloqueo, que ha de lograrse mediante acciones políticas en el Consejo de Seguridad de la ONU y a través de presiones a terceros países.

·                Acumulación de créditos y ayuda financiera internacional por medio de sanciones a las organizaciones financieras internacionales y agencias de la ONU.

·                Boicot a toda la inversión extranjera, mediante un conjunto de sanciones como negación de visado para visitar Estados Unidos al inversionista y sus familiares, negación de créditos por parte de cualquier persona o entidad norteamericana.

·                Evitar o eliminar al máximo las relaciones económicas de los países de la otrora Unión Soviética con Cuba, especialmente en lo referente a la participación en la Central Nuclear de Juraguá, Cienfuegos, y de ayuda militar, utilizando para estos fines recortes o reducciones de oportunidades financieras que otorgan los Estados Unidos a estos países.

·                Obstaculizar la exportación de azúcar y derivados mediante la prohibición de entrada a los Estados Unidos de productos elaborados por terceros países con estas materias primas si proceden de Cuba.

·                Garantizar la entrada en Cuba de la mal llamada televisión Martí, para lo cual se proveen los recursos necesarios.

·                Se declara con plena vigencia el llamado Carril II  de la Ley Torricelli, es decir, todo aquello que tienda a promover la subversión interna mediante un amplio espectro de “ayudas”, algunas aparentemente inofensivas.

·                Se aprueba el Plan Bush para la transición en Cuba.

No obstante, refrendando lo planteado por el Che, la culpa de que la Revolución Cubana sea tan radical la tienen los propios Estados Unidos. Ante esa avalancha que pretende asfixiar a Cuba, ésta se abre camino y se gana el respeto in crescendo de una comunidad internacional que la ve como el paradigma del mundo mejor posible que  avisoró el Comandante en Jefe. Y este bien pudiera ser tema para otro ensayo.

 

Bibliografía

 

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*     http://dialogardialogar.wordpress.com/2013/07/24/el-tema-racial-y-la-subversion-anticubana-una-actualizacion/


 

 

 

 



[1] http://www.monografias.com/trabajos72/diferendo-estados-unidos-america-cuba/diferendo-estados-unidos-america-cuba2.shtml

[2] Cockcroft, James D. “América Latina y Estados Unidos. Historia y política país por país”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 2004. Pp. 333-371.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem

[5] Tomado de Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo: Carlos Manuel de Céspedes. Escritos. Tomo II, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982, pp. 241, 242, 245 y 264.

 

[6] Cockcroft, James D. “América Latina y Estados Unidos. Historia y política país por país”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 2004. Pp. 333-371.

[7] Ibídem.

[8] http://www.monografias.com/trabajos72/diferendo-estados-unidos-america-cuba/diferendo-estados-unidos-america-cuba2.shtml

[9] Ibídem

[10] http://www.monografias.com/trabajos72/diferendo-estados-unidos-america-cuba/diferendo-estados-unidos-america-cuba2.shtml

[11] Ibídem

[12] Ibídem

[13] http://www.monografias.com/trabajos72/diferendo-estados-unidos-america-cuba/diferendo-estados-unidos-america-cuba2.shtml

[14] Ibídem

[15] Ibídem

[16] http://www.monografias.com/trabajos72/diferendo-estados-unidos-america-cuba/diferendo-estados-unidos-america-cuba2.shtml

[17] Ibídem

[18] http://es.wikipedia.org/wiki/Base_Naval_de_la_Bah%C3%ADa_de_Guant%C3%A1namo

[19] Roig de Leuchsenring, Emilio. Historia de la Enmienda Platt. Vol II.p.106.Oficina del Historiador de la Ciudad. La Habana.1961.

[20] http://historia.cubaeduca.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=10301:la-neocolonia-hasta-1925-ii&catid=405:temas

[21] ibídem

[22] ibídem

[23] Roig de Leuchsenring, Emilio. Historia de la Enmienda Platt. Vol II.p.106.Oficina del Historiador de la Ciudad. La Habana.1961.

[24] http://dialogardialogar.wordpress.com/2013/07/24/el-tema-racial-y-la-subversion-anticubana-una-actualizacion/