Revista Nº19 " INSTITUCIONES Y PROCESOS GUBERNAMENTALES"

RESUMEN

Retomando preocupaciones de Popper, Dahrendorf y Sartori acerca de la supervivencia de la democracia, analizamos causas y consecuencias de la expansión de la derecha radical europea, con vinculación a la crisis de la representación tradicional y la irrupción del movimiento social anti-inmigratorio. Para llegar a una caracterización, abordamos el problema taxonómico y contrastamos a estos partidos con catch-all party, desafiantes o anti-political-establishment parties. Describimos las teorías sobre su emergencia y señalamos las innovaciones que la ultraderecha produjo en el mundo político actual: batalla del vocabulario; lepenización de los espíritus; totalismo ideológico y financiamiento partidario por líderes millonarios.

 

Encuadrándolos como “partidos amplios de protesta” distinguimos entre “apocalípticos” ó “integrados” según sean refractarios o complacientes con los cambios sociales. Relacionamos su crecimiento electoral con: actos de corrupción o ineficiencia de los gobiernos; el hastío con la política; la atomización de los partidos socialistas y de derechas; la aproximación al centro político de las agrupaciones tradicionales que impide percibir diferencias entre contendientes. El éxito de la extrema derecha se sustenta en el crecimiento exponencial de la inmigración pobre y el acrecentamiento del miedo: a aceptar diferencias y cambios, la pérdida de identidad nacional, al terrorismo, la americanización y a la sociedad multicultural.

 

ABSTRACT

 

In an attempt to retake some issues analized by Popper, Dahrendorf and Sartori related to democracy survival we study here causes and consequences of expansion of radical european right wing in a context of traditional representation crisis and the invasion of non-inmigratory social movement. To come to a definition, we will compare those parties to challenging catch-all parties. We will describe the theories about its emergence and will point out the innovations the extreme right wing introduced in political world: vocabulary battle; “Le Pen” friendly spirits; ideological totalitarism and millionaire political parties financing.

 

Depicting those organizations as “wide protest parties” we can divide them in apocalyptic or integrated ones according their attitude towards social changes. Their electoral growth has to be with corruption or governmental inefficiency; political boredom; proliferation of socialist and right wing parties and the way how traditional parties tend to moderate their ideas erasing the main differences between contenders. Extreme right wing political success can be explained by the huge poor immigration growth and increasing fear of accepting differences and changes, loss of national identity, terrorism, americanization and multicultural society.    

 

28LA EXTREMA DERECHA EUROPEA: UNA TENDENCIA EN AUGE

 

Javier Pablo Marotte[1]


1. Introducción


Karl Popper (1981:337) señala que “la democracia solo puede avanzar si los principales partidos se adhieren a la idea de sus funciones.” Indica que el método democrático no es irrestricto, ya que no ha de facilitar que a través de sus mecanismos se instalen en el poder quienes no creen en la democracia, ni están dispuestos a aceptar el pluralismo social o el ejercicio de la tolerancia. Formula “la paradoja de la tolerancia”, que implica no ser tolerantes con quienes no lo son (Ibíd: 512), encontrándose similar planteamiento en Milton y Locke, para quienes “la tolerancia no debe extenderse a los intolerantes”.

 

Dahrendorf (2004), por su parte, se interroga: “¿qué pasa si quienes salen del poder creen en la democracia, mientras que quienes los reemplazan, no? En otras palabras, ¿qué pasa si la gente "errada" resulta electa?” Análogas dudas expone Sartori (2001:54) “¿Debe permitirse una democracia su propia destrucción?... ¿debe permitir que sus ciudadanos elijan a un dictador?” En Europa, partidos y líderes de extrema derecha de dudosos antecedentes democráticos y prédica xenófobo-racista han cosechado importantes éxitos electorales: baste mencionar a Marine Le Pen (Frente Nacional) en Francia, Heinz-Christian Strache -sucesor de Jörg Haider- (Partido de la Libertad) en Austria, Christoph Blocher (Partido Popular) en Suiza, Nikos Michaloliakos (Amanecer Dorado) en Grecia, Volen Siderov (Ataka) en Bulgaria, Geert Wilders (Partido para la Libertad) en Holanda, Siv Jensen del Partido del Progreso en Noruega, Jimmie Akesson (Demócratas Suecos) en Suecia, Bruno Valkerniers y Filip Dewinter (Vlaams Belang) en Bélgica, Nick Griffin (Partido Nacional Británico) en Reino Unido, Pia Kjaersgaard (Partido Popular Danés) en Dinamarca, o Timo Soini (Auténticos Finlandeses) en Finlandia.

 

Martínez Albaiceta (1974:20) define las derechas [1] y las izquierdas diciendo que: “son relaciones entre ideologías contrarias.” McGee Deutsch (2005:21) agrega que: la derecha se consolida en reacción a las tendencias políticas igualitarias y liberadoras del momento y a otros factores que a su juicio socavan el orden social y económico; teme que los impulsos niveladores y los ideales revolucionarios universales debiliten el respeto por la autoridad, la propiedad privada y las tradiciones que valora. La mayoría de los autores tiende a considerar “derecha” a la vertiente liberal y conservadora y “extrema derecha” a las vertientes tradicionalista y nacionalista.[2]

 

Los politólogos no son unánimes sobre los motivos de clasificación para definir a la ED; asociaremos para ello tres criterios: a) la situación en el espacio político (el partido más a la derecha); b) la ideología: que sea neofascista, tradicionalista o neorracista, oponiéndose tenazmente al igualitarismo, el izquierdismo y todo cambio que consideren amenazador para los intereses que defienden; c) la actitud hostil hacia la democracia representativa o liberal (Ignazi, 1994).


Estableceremos el significado de ED, dado que se designa con esa expresión a un conjunto abigarrado de fenómenos sociales y políticos en los que a veces caben quienes no lo son, producto de una mistificación semántica; y en otros quienes sí lo son, formulan eufemismos para quitarse lo oprobioso de la calificación. Un extremista de derecha es el individuo que presume de sus convicciones conservadoras, nostálgico de un orden inmutable que quizás sólo existe en su imaginación. Es reaccionario, ultramontano, opuesto a las innovaciones, estatista y reluctante a la inmigración. Incorrectamente se llama ED a todo partido contrario a la inmigración masiva. Todos los partidos de ED son anti-inmigración, pero no todos los partidos anti-inmigración son de ED. El término se utiliza en ocasiones con ánimo de descalificar a algún dirigente o partido político que no se encuentra de acuerdo con lo que hoy se interpreta como la buena gobernanza. Guy Hermet (2003:5) dice que basta asignarle a cualquier fenómeno político el adjetivo “populista” (como sinónimo de ED), sin definirlo, como insulto universal, signo de infamia, u objeto condenable.

 

En el ensayo habremos de focalizar nuestro interés en el análisis de las causas y consecuencias de la expansión de la derecha radical europea, con especial vinculación a la crisis de la representación tradicional y la irrupción del movimiento social anti-inmigratorio; abordaremos el problema taxonómico y formularemos la caracterización de estos partidos evaluando la posibilidad de considerarlos catch all party, partidos desafiantes o anti-political-establishment parties. Asimismo, describiremos las cinco teorías más difundidas sobre la emergencia de estas formaciones partidarias y señalaremos cuales son algunas de las innovaciones que la extrema derecha ha producido en el mundo político actual: la batalla del vocabulario; la lepenización de los espíritus; el totalismo ideológico y el financiamiento partidario por líderes y seguidores millonarios.


2. Expansión: causas y consecuencias


Los movimientos extremistas en Europa, tanto occidental como central y oriental, pueden ser clasificados en cinco categorías con arreglo a la ideología que encarnan, a saber:

a) La extrema izquierda terrorista, favorable para destruir por violencia armada el orden constitucional;

b) Los movimientos armados de tipo nacionalista-independentista o al contrario antiindependentistas, que pretenden favorecer la secesión de una provincia o de una etnia o bien impedirlo;

c) Los movimientos armados islamistas y ramas europeas de estos partidos, magrebíes o de Medio Oriente;

d) En Europa central y oriental principalmente, los partidos comunistas reformados que no aceptan ningún compromiso con el orden institucional que resulta de la democratización;

e) Los partidos y los movimientos de ED que vehiculizan la desconfianza hacia la democracia representativa, el racismo y la xenofobia, el antisemitismo y el negacionismo, en proporciones por otra parte diversas.

 

Esta clasificación no es exhaustiva: también se desarrollan los nacionalismos étnicos que sobrepasan toda clasificación ideológica y que desestabilizan las democracias. Tal es el caso de las facciones más duras de los nacionalismos balcánicos, hostiles hacia toda forma de coexistencia de varias razas en el mismo suelo.


Un repertorio de partidos desde Portugal a Rusia y desde Escandinavia hasta Grecia impulsados por el temor a la globalización, a la inseguridad, al fantasma de la inmigración descontrolada y el multiculturalismo concitan la adhesión de los ciudadanos en las elecciones. Este fenómeno se evidencia desde los años ´90 y se ha extendido, incluso a sociedades que parecían impermeables a la UD, como Suecia o Reino Unido. La ED regresa, no bajo la forma del fascismo anterior a 1945 y tampoco del nazismo totalitario que propugnaba el exterminio, pero sí mediante una renovada modalidad de la ideología racista que constituye un nuevo tipo de ataque a la democracia. Se encuentran a medio camino “entre el pasado heredado y la necesidad de adaptarse al futuro” (Casals, 2005).

 

Se trata de un fenómeno distinto y de alcance continental, propiciado por el agotamiento del discurso de los partidos políticos tradicionales y su impericia ante los efectos no deseados ni previstos de una copiosa inmigración. Son formaciones de nuevo tipo; dispares entre sí, pero confluentes en lo ideológico y aglutinables en temas de términos o coyunturas; con un electorado en parte también procedente de la izquierda, de la que incorporan elementos propios del progresismo, como la protección social. Incluso hacen suyos conceptos del discurso antiglobalizador, como el rechazo del pensamiento único, cierto antiamericanismo y la "regresión comunitarista"[3].


Junto con Paxton (2005:203) nos preguntamos: ¿Hay condiciones bajo las cuales algún tipo de neofascismo pudiera convertirse en actor lo suficientemente poderoso de un sistema político como para disponer de influencia política? Por neofascismo entendemos a todo movimiento político y social que intenta restaurar los regímenes políticos fascistas. Nolte (1963) expone que, si bien el fascismo existía luego de 1945 fue despojado de su significación real. Payne (1995:496-520), expresa que el fascismo específico no puede recrearse ni existir después del fin de la II Guerra Mundial -al menos en la misma forma-. Tampoco se dan en Europa las condiciones de entreguerras.

 

A la ED se le acusa recurrentemente de revivir el fascismo. Lo niegan con similar insistencia. A la par hay movimientos luego de 1990, que se parecen demasiado al fascismo [4] o denotan cierta nostalgia “restauracionista”. Pero ¿hay algo que justifique que llamemos a estos partidos de segunda generación “fascistas” o “neofascistas”, dado que ellos lo desmienten con vehemencia? Pueden parecerlo, pero ya no atacan la libertad de mercado y al individualismo económico (han renunciado al corporativismo). No manifiestan hostilidad a las constituciones políticas de sus Estados y a la soberanía de la ley. Tampoco proponen la expansión nacional a través de la guerra.

 

Algunos partidos son secesionistas como el Vlaam Belang de Bélgica y la Lega Nord de Italia. Pero no existe ninguna oportunidad significativa de acceder al poder para partidos abiertamente afiliados al fascismo clásico. [5] El crecimiento de los partidos de ED durante los años ´90 fue hecho efectivo merced a un aggiornamiento ideológico que les era indispensable debido al descrédito que abofeteaba desde 1945 a los movimientos que apelaban al nazi-fascismo, o a los regímenes autoritarios (franquismo, salazarismo, rexismo belga). Para adquirir relevancia en el orden político y social, Rodríguez Jiménez (1998) entiende que debieron atravesar tres fases, que denomina «el peso de la derrota» (1945-1960), «el asalto a la democracia» (1960-1982) y «la vía electoral» (1982-1995). Agregamos que desde 1995 se hallan transitando la etapa de la consolidación.


Los partidos incluidos en la UD no tienen un ideario homogéneo. Los hay nostálgicos, como los franquistas o los neo/posfascistas; anarco-capitalistas como Samoobrona de Polonia; euroescépticos y anti-inmigración no europea, la gran mayoría de ellos; algunos ocultan su real ideología y se presentan como tolerantes, liberales, progresistas y pacifistas; finalmente en algunos la simbología y las propuestas remiten al nazi-fascismo. Con Alter (1989), reconocemos la diversidad de los nacionalismos, tanto en su formación ideológica como en sus realizaciones.

 

No soslayemos que esas formaciones, englobadas bajo la fórmula genérica de “extrema derecha”, encarnan fenómenos diversos y constituyen partidos que en muchos casos no son asimilables y que tampoco han de etiquetarse bajo un parentesco ideológico (análogo del que se sirven las grandes familias políticas europeas: socialistas, comunistas, populares, verdes.) La evidente manifestación de ello es su concurrencia por separado a las elecciones comunitarias y su pertenencia a distintos grupos políticos en el Parlamento Europeo.


Mientras que la xenofobia (provocada por los temores acerca de la inmigración, la ampliación de la UE y las presiones de la globalización) ha sido el motor del extremismo en Europa Occidental, el radicalismo xenófobo de Europa Oriental tiene causas distintas. Los éxitos electorales del Partido Radical Serbio, o del LDPR de Zhirinovsky en Rusia, o ATAKA en Bulgaria, son resultado de una combinación entre nacionalismo rabioso y las presiones de la modernización. Los fuertes vínculos entre el Estado y la Iglesia Ortodoxa forjaron religiones que crearon un profundo sentido de mesianismo nacional. Los nacionalistas en Rusia, Serbia y Rumania se nutren de creencias muy arraigadas en el sentido de que sus naciones tienen misiones históricas especiales.

 


2.1) Movimiento social antiinmigratorio: Más allá de sus diferencias, los partidos de ED comparten un programa básico común: preconizan un ejecutivo fuerte, una limitación de la democracia representativa y la desaparición del principio de igualdad en favor de una discriminación étnica entre nativos y extranjeros. Esas mismas características de su identidad aparecen en la concepción de las relaciones internacionales: combaten a EUA -percibido como símbolo del crisol de razas y del multiculturalismo- y alientan el mito de una Europa blanca "desde el Atlántico a los Urales", capaz de enfrentar a la "amenaza planetaria del islamismo". Imputan a la inmigración: captar deslealmente puestos de trabajo; provocar el auge de la delincuencia; hablar, pensar y actuar distinto; tratar de imponer sus costumbres e ignorar las tradiciones europeas.

 

Caminal i Badía (2002:27) sostiene que la “contraposición nacional-extranjero” es el fundamento primario de la expresión política de UD; lo que hacen mediante una retórica que opone maniqueamente al nacional contra el inmigrante. Muchos ciudadanos que temen ser excluidos se refugian en el extremismo, la desestimación del otro y el individualismo exacerbado. La ED canaliza tanto el desconcierto como el descontento y explota el egoísmo, que en su forma más radical se transforma en odio al otro. Los ingredientes decisivos son: inseguridad, desocupación y delincuencia, terrenos donde la demagogia reaccionaria se desenvuelve cómodamente.

 

Tomemos por caso el ex-cinturón rojo de París , bastión del FN[6], el 30% de sus votantes son desempleados y el 20% obreros. Es en las zonas más degradadas o desfavorecidas donde los franceses perciben como una amenaza real a los inmigrantes. Ahí encuentra terreno feraz la tesis de que expulsando a los extranjeros, los desempleados encontrarán trabajo; no habrá temor a andar por la calle; ni el obrero nacional deberá pugnar con el inmigrante por el derecho a una vivienda. En definitiva, la demonización del emigrado es la excusa de los fracasados blancos, sin instrucción suficiente, sin oficio y posiblemente sin trabajo, para no reconocer su propia responsabilidad, la de los dirigentes electos ni la de los padres negligentes, por la difícil condición en la que se encuentran (Ferguson, 2006)


2.2) Crisis de la representación tradicional: Respecto de la expansión de la ED en Europa, nos hallamos frente a razones variadas. Por un lado encontramos falta de liderazgo político y vacío ideológico dejado por el marxismo. Pero además existe una crisis de representatividad política y falta de confianza en el modelo de democracia liberal. El ciudadano se siente cada vez más distante de los políticos. La burocracia, la corrupción, la falta de sintonía con la realidad de la gente son defectos comunes de la mayoría de las fuerzas políticas tradicionales.

 

A consecuencia del hundimiento del bloque soviético, la UD es hoy más antiamericana por antiliberalismo y aversión para el cosmopolitismo, que anticomunista -aunque tradicionalmente ha sido hostil al marxismo- y ciertos grupos minoritarios de ED intentan sacar provecho de temas que pueden acercarlos a la extrema izquierda: ecología, cooperación con el tercer mundo y los movimientos armados europeos y la recuperación de la retórica antiimperialista.

 

Una parte de los extremistas en Europa niega la acción política legal y parlamentaria y utiliza formas diversas de violencia (terrorismo; movimiento cabeza rapada, hooliganismo). No obstante, los neonazis y los fascistas reconocidos son muy minoritarios en Europa Occidental y no disponen de ninguna base social; no registran ningún éxito electoral, siquiera modesto. En el momento de las campañas electorales, los extremistas tienden a negar su carácter xenófobo y tratan de aparecer como ultraconservadores. Esta estrategia les permite distanciarse de sus actividades radicales y propende a atraer a los electores potencialmente sectarios de partidos conservadores o nacionalistas.


También se oponen al ultraliberalismo y a las organizaciones supranacionales como la UE y la OTAN. El avance de esa tendencia se produce en los sectores más frágiles: el elector tipo de ED es hombre, pertenece a medios populares y tiene escaso nivel de calificación y de educación. Hasta 1990, una parte de ese electorado canalizaba sus protestas votando por el comunismo.

 

Duhamel (2002:6-7) sostiene: “Le Pen explota las pesadillas de Francia…El 4 % de los votantes de Le Pen es de tradición xenófoba y antisemita. El resto procede de gente insatisfecha, vindicativa y que tiene miedo.” Pero no es la ideología la que seduce a los votantes de UD, el sufragio refleja el temor de ciertos sectores de la sociedad. Ivaldi (2004:143), indica que: "los nuevos extremismos representan una forma de protesta de tipo reaccionario contra el embanderamiento masivo de la derecha y de la izquierda tradicionales con los postulados del ultraliberalismo y de la globalización." El grueso de estos partidos aprovecha el malestar o la desafección democrática y apuntan a la falta de capacidad de respuesta de las instituciones ante los problemas nacionales, a la par que decrece la participación electoral y aumenta el abstencionismo. Subirats (2002: 28), afirma que: “una significativa corriente de opinión política que bascula hacia la extrema derecha, es refugio ante las incertidumbres que causa el cambio de época.”

 

Drakulic (2001) no atribuye el auge de la UD a “un nuevo modelo de camisas pardas y negras”, sino a un ejemplo de la ansiedad en aumento de la población. Los partidos en estudio estimulan el miedo de la gente con una retórica populista sofisticada -basada en la glorificación discursiva del pueblo- (De La Torre, 2003:61), con estereotipos y creación de simbología particular. Expresan el pulso popular; no inventan ni crean la ansiedad ni los miedos; sólo encuentran las expectativas de la gente, se identifican con ellas y las repiten hasta el hartazgo. [7]


2.3) Las consecuencias: Terremotos políticos como Jean-Marie Le Pen pasando al ballotage, o el 17,9 % obtenido por su hija Marine en la primera vuelta presidencial de 2012, la victoria de Haider en Austria, la irrupción de Amanecer Dorado en el parlamento griego o el ingreso por primera vez al parlamento sueco de los Demócratas de Akesson en 2010; han generado un alto costo, porque en aras del debilitamiento de la ED los partidos convencionales se vieron obligados a adoptar parte de su vocabulario y de su agenda, e incluso aceptaron, directamente o indirectamente, el sostén de los ultraderechistas para gobernar.

 

Muchos partidos democráticos ahora defienden políticas anti-inmigración, expresan escepticismo hacia la integración europea o esgrimen un antisemitismo que disfrazan como crítica al gobierno de Israel. “El odio a los judíos es un potente instrumento político en manos de la derecha en Europa”, como sostiene Naomi Klein (2002:27). En idéntico sentido, Derrida y Roudinesco (2005:127) encuentran ligazón entre el rebrote del antisemitismo con la progresión de la UD. Señalamos la noción “symbolic racism” creada por McConahay en 1970 y desarrollada por Taguieff, que consiste en adoptar un racismo implícito, no asumido, para evitar la aplicación de leyes antidiscriminatorias y contribuir asimismo a dar visos de respetabilidad a la ED (Aubry y Duhamel: 1995). La ED expone que se pasó del paraíso rojo comunista al paraíso “café-au-lait” (café con leche) de la doctrina mundialista, el multiculturalismo, la mezcla de razas, la abolición de fronteras y la destrucción de las naciones.


3.- Caracterización de los partidos de extrema derecha

3.a) Problema taxonómico: Los autores no se ponen de acuerdo en la caracterización y calificación de los partidos políticos de ED europea: el pensador checo Jiri Pehe (2004) los denomina “la nueva cara del fascismo”; T. Hartmann (2003) “fallo de la democracia”; Giddens (2004a:551) los fundamenta en “el creciente descontento que genera la inmigración”; Garton Ash (2005:188), por su parte los llama “populistas dispares unidos por la hostilidad a la inmigración y el anti-islamismo.” También coinciden en la denominación de populismo H.G. Betz (1994), Halimi (1996) y De Angelis (2003:75). El politólogo Joan A. Mellón (2004), les denomina “nueva derecha” y Bueno (2004:20) “derecha fascistizada”. Otros intentos tipológicos de estos partidos políticos los consideran como representantes de los retos “posmateriales”(Ignazi,1991); portadores del “resentimiento” (Betz,1992:63-82); cultores del “egocentrismo político” (Drakulic,2001); miembros de la extrema derecha tradicional que nada tiene que ver con los valores posmateriales (Jackman y Volpert,1996:501-521); “herederos directos del fascismo” (Harris,1990); Taggart (1995:112-131) distingue estos partidos en dos grupos: “neofascistas” y “neopopulistas.” Finalmente han sido tipificados exclusivamente como “partidos anti-inmigrante” (Fennema, 1996; Arzheimer y Carter, 2006) o “partidos de protesta” (Brechon y Kumar Mitra, 1992:63-82). También son considerados por Panfici (1997:217) “alternativa política autoritaria de la antipolítica.” En este trabajo, los consideramos como populistas heterogéneos y abstrusos, que sacan ventajas de la apatía política y el hartazgo ciudadano para con la corrupción y los gobiernos ineficaces. La ED se apropia se los reclamos populares y de las manifestaciones contra todo y todos los que tengan poder (Stonayov, 2013). Esa es la razón de su éxito.


3.b) Clasificación posible: Ni los esquemas de categorización clásicos (Duverger, Neumann) ni los más contemporáneos (Kirchheimer, Panebianco, Katz y Mair) han logrado capturar todo el rango de variación del extremadamente amplio número de partidos actuales, especialmente a la vista del escaso número de tipos elaborados en cada una de esas contribuciones. Es fuerte la tentación de encuadrarlos dentro del concepto de catch all party o partido horizontal, antitético de los “partidos-iglesia” convencionales, ya que recogen la protesta de una amplia variedad de grupos sociales.

 

Pero a la luz del aporte de Puhle (2002), quien critica la aplicación errónea del término “catch-all[8] a partidos muy diferentes a los que Kirchheimer tenía en mente cuando formuló ese concepto, sumado a la comprobación empírica de la reacción ciudadana en el ballotage francés de 2002, el freno europeo para que Haider fuera Canciller Federal, o el carácter de anarco-capitalista y antisistema de la Lista Pym Fortuin nos mueve a pensar que encuadrar a la ED europea en el concepto kirchheimeriano y asimilarlos a “partidos populares de todo el mundo ” (Kirchheimer,1980:311), conlleva simplificar las características de estos partidos; aceptar supuestos injustificados de similitud (cuando no de uniformidad) entre partidos que son de hecho bastante diferentes entre sí y finalmente una aplicación inapropiada de etiquetas a agrupaciones cuyas características organizativas, ideológicas o estratégicas difieren significativamente del modelo original.

 

Como claramente explica Tcach (2003:87-102) todos los partidos o movimientos populistas tienen un elemento “catch all”. Pero, el autor distingue entre los populistas y los atrapa-todo, cuatro diferencias esenciales: la construcción de un antagonista, la participación política de las masas en clave movilizacionista, el liderazgo carismático y la presencia de elites “anti-statuo quo”, son componentes secundarios cuando no inexistentes en los “partidos escoba” a diferencia de los populistas que poseen un factor carismático central y perdurable. Agreguemos en la realidad europea, la construcción de un antagonista: el otro, el inmigrante extracomunitario pobre y de religión musulmana.


Wolinetz (2002) reexamina críticamente los esquemas clasificatorios y propone distinguir entre partidos: a) que buscan votos, b) que buscan políticas que se asimilan a los partidos de masas o partidos programáticos y c) que buscan posiciones de gobierno. Aquí tropezamos nuevamente con el problema de uniformar a la UD porque prima facie hallamos fuerzas que pueden ser incluidas en cualquiera de las opciones, e incluso logran ser encuadrados en dos a la vez. [9] En Europa Occidental los partidos tradicionales colapsaron solamente en Italia, luego del escándalo “Mani Pulite”, mientras que en el resto de los países los partidos convencionales han conservado gran parte de sus votantes. La novedad, es la irrupción de la ED, que ha captado muchos votos. Ello no generó un colapso en la transformación del sistema de partidos, como enseñan Dietz y Myers (2003), más allá de la emergencia de políticas y líderes populistas y personalistas.

 

Como los describe Stokes (1999: 243), los partidos “son endémicos a la democracia, una parte inevitable de la democracia.” Inclusive, partidos de ED ejercieron o ejercen funciones de gobierno en sus respectivos países: FPÖ, en Austria; Lega Nord y Alianza Nacional en Italia; LPF en Holanda; SVP-UDC en Suiza, que detentó la Presidencia Confederal en 2005 (Samuel Schmid)[10]. Otro suceso que modificó las relaciones interpartidarias fue la unión de casi todo el espectro político francés para apoyar a Jacques Chirac (derecha) frente a Jean-Marie Le Pen (ultraderecha) en el ballotage presidencial de mayo de 2002.


3. b.1) Anti-political establishment parties (APE). Como su nombre lo dice, los APE desafían a los partidos establecidos. Se han tratado a los partidos de protesta y populistas como una categoría residual (es decir partidos que no encajan en un modelo teórico particular de tipos de partidos políticos) y se careció de una definición clara y operacional del fenómeno. Hay estudios que consideran a los APE como un portento que abarca partidos con más de una orientación ideológica: son producto de los cambios socioeconómicos que acompañaron a la transición de la sociedad post-industrial y asimismo son consecuencia del fracaso de los partidos establecidos en la cabal representación de nuevas cuestiones de interés ciudadano que empezaron a valorarse en la década del 60.

 

La aparición de APE afectó la dinámica del sistema de partidos porque pusieron en movimiento respuestas de los ya establecidos, que en definitiva transformaron la competencia electoral de un país. No sólo influyeron en la política de alianzas en el Parlamento o en la formación de coaliciones de gobierno, sino que además como los APE defienden cuestiones desatendidas (inmigración o medio ambiente) lo hacen con tonos y métodos heterodoxos para transmitir mensajes. Éstos partidos son más viables en algunos países que en otros, para ello es menester identificar las condiciones previas que hacen posible su éxito electoral.

 

Hay que concentrarse en un rasgo común a todos estos partidos: su postura contra el establishment político. Abedi (2004:76) analiza las seis hipótesis para entender a los APE: a) importancia del sistema electoral; b) condiciones socio-económicas del país; c) comportamiento de los partidos establecidos; d) rasgos del sistema de partidos; e) cultura y tradiciones nacionales f) predisposición de los votantes para otorgar o no confianza a partidos APE.


Se propagan cuando las posturas de los partidos tradicionales han convergido hacia el centro y los votantes no pueden percibir las diferencias de identidad entre los competidores. El electorado es susceptible a respaldar la propuesta notablemente diferente de los APE cuando además no tiene confianza en ninguna otra opción viable y los ciudadanos se hallan desencantados con los políticos. Se caracterizan también, por acusar a los partidos convencionales de formar un càrtel de exclusión (exclusionary cartel) insensible y hermético. Retratan a los funcionarios como una clase homogénea de incompetentes, holgazanes y corruptos enriquecidos ilegalmente.

 

Los APE pueden transformarse en partidos tradicionales, siendo para ello esencial su adaptación al sistema y el cambio de organización. Los que fallan en su acomodamiento suelen ser menos acertados en sus tentativas de establecerse permanentemente como partidos con potencialidad gobernante. Los APE surgen del clivaje cultural de “cansancio moral” o de “gente común contra políticos” (Abal Medina (h) y Castiglioni,1999) que puede ser entendido como un agotamiento general de los electorados frente a todos los partidos existentes y representan una polarización electoral que, por lo menos en parte, “deja de estar basada en la clase social y pasa a basarse en valores de tipo postmaterial” (Inglehart,1979:279-280). Las organizaciones que impugnan el establishment político, lo hacen con “una retórica plagada de metáforas de lucha y de guerra” (Schedler, 1996: 229) y son ejemplos de estos partidos el FN de Le Pen y la Liga del Norte (Ibíd:292)

 

En el aparecimiento de estos partidos interviene esencialmente “el humor social antipolítico surgido del clivaje ético y antipartidario” (Castiglione, 1994: 22) que contrapone ciudadanos contra partidocracia. No coincidimos plenamente con la tipología de APE para los partidos en estudio, porque en realidad la ED busca la conservación del estado de cosas a fin de mantenerlo en cuanto sea posible, y muchos han participado de funciones de gobierno con los partidos establecidos que supuestamente deberían combatir, desarticulándose así toda la construcción teórica que elaboraron los autores reseñados, sin perjuicio que la tipología pueda aplicarse a algún partido aisladamente.


3.b.2) Partidos desafiantes: Los partidos de ED, como hemos visto, constituyen un conjunto heterogéneo y abstruso. Sin embargo, la abundante presencia de nuevos actores sugiere que es necesario realizar una separación básica: a) las fuerzas políticas ya establecidas en los sistemas de partidos que ocupan el lugar de la oposición producto de la alternancia democrático-institucional, y; b) las oposiciones emergentes que se presentan como alternativas al resto de los partidos establecidos. Dentro del segundo grupo se encuentran los "partidos desafiantes".

 

Esta simple diferenciación de oposiciones políticas no es suficiente para delimitar en forma precisa a estos últimos. En primer lugar, un partido es cualquier grupo político que se presenta -o quisiera presentarse- a elecciones, y por medio de ellas es capaz de colocar candidatos para cargos públicos (Mainwaring y Scully: 1996:1). Downs (1957:23) considera partidos solamente a los grupos “que buscan el control del aparato gubernamental.” Mientras que Hodgkin (1991) estima que debemos considerar como partidos a todas las organizaciones que se consideren a si mismas como tales.

 

Dentro del conjunto de oposiciones emergentes desde 1990, cobraron vigor una serie de movimientos desarrollados a través de una figura carismática, cuya estrategia consistió en emprender una cruzada contra la inmigración pobre. El realineamiento electoral que se produce con el surgimiento de los partidos desafiantes es más traumático que el que se da entre partidos establecidos. En síntesis, los "partidos desafiantes" son oposiciones emergentes en un contexto de transformaciones del sistema de representación, los cuales no han alcanzado plena o mayoritariamente el gobierno, pero compiten por él representando una alternativa a los partidos convencionales.


¿Podemos considerar a los partidos de ED como “desafiantes? Como los desafiantes, encarnan nuevas representaciones políticas, ya sea de ideas o ideologías, identidades, grupos o sectores sociales, intereses o programas de políticas alternativas, ajenos al statu quo. Pero, los desafiantes establecen un desafío al sistema por sus características institucionales, organizacionales y de funcionamiento políticos; la UD, no.

 

Las fuerzas desafiantes tienden a estar provistas de altos niveles de disciplina partidaria y fortaleza de sus estructuras organizacionales, obligando en cierto modo, a que los partidos tradicionales tengan que aggiornar sus organizaciones para ser más competitivos. La derecha radical carece de una doctrina común, no es disciplinada y su electorado no se caracteriza por la fidelidad. Si bien habitualmente la ED no controla los recursos del Estado (como sí lo hacen los partidos cartel, o los keynesianos), cuentan con aportantes privados de fondos y líderes millonarios que suplen cualquier falta de dinero. En cambio los desafiantes deben institucionalizarse para poder obtener éxito y financiamiento oficial.


b.3) Pensamos en definitiva, que los partidos de ED pueden ser caracterizados como “partidos amplios de protesta” (tipo cajón de sastre[11]) donde caben votantes procedentes de la izquierda, de la derecha radical tradicional y de la corriente general del conservadurismo (Perrineau, 1997). En contra de nuestra opinión Arzheimer y Carter (2006) piensan a la ED como partidos contra-inmigrantes y señalan que los votantes los consideran como partidos normales.

 

Dentro de la tipología expuesta cabe distinguir -en orden al pensamiento de Eco (1968) y Paramio (2001)- entre apocalípticos e integrados, es decir por apocalípticos entendemos a quienes se encuentran abonados a la tesis “cuanto peor, mejor”, deploran los cambios sociales y sólo advierten sus efectos más negativos; por integrados a partidos conformados por ciudadanos conscientes de serlo, atraídos por las posibilidades positivas de los cambios sociales, que minimizan los costos de los mismos. Incluso algunos de ellos pueden montarse en menos de seis meses y son señalados como “flash party” como por ejemplo la LPF. En la generalidad, la ciudadanía no se identifica fuertemente con el partido, ni tampoco se sienten muy atados por él, más bien lo consideran un instrumento útil para alcanzar el poder que ansían o a fin de exteriorizar su hastío con los gobernantes y partidos convencionales. Con estas conductas acentúan el carácter de partido de protesta.


Contrariamente a los partidos democráticos clásicos, los extremistas proponen mensajes y soluciones simplistas frente a las realidades difíciles que atraviesan los Estados europeos. De esa manera, los ultras directamente parecen responder a las cuestiones y a los deseos de los pueblos. Además, a menudo reposan en un solo hombre, que encarna al partido por su talento de demagogo. Este "líder carismático" se confunde la mayoría de las veces con el partido que dirige. Usualmente escogen utilizar las armas de la democracia para combatirla mejor. Se presentan incluso como garantes de la libertad, quienes devuelven al pueblo su voz y el poder confiscados por la tecnocracia y las oligarquías financieras. Populismo y xenofobia son temas de predilección de los extremistas, que tienen en común su hostilidad hacia la construcción de una Europa integrada.

 

Los partidos de UD se afanan por inscribir en el orden del día político los puntos que se prestan a controversia tales como inmigración, desempleo y preservación de la soberanía, para obligar a los otros partidos a discutir en los mismos términos que ellos. La ED aviva tensiones intergeneracionales y entre habitantes de las ciudades, sus periferias y de las zonas rurales.
En el variopinto cúmulo de partidos ultraderechistas se han refugiado dirigentes, militantes y simpatizantes con las ideas o las formas del autoritarismo, el nacional catolicismo, la xenofobia, el racismo, el antisemitismo, el activismo contra la desintegración de las patrias; nostálgicos del franquismo, el fascismo o el nazismo, antiliberales, anticomunistas, antimasones, islamofóbicos, antisemitas, cómodos con el militarismo; moralistas antiaborto, antidivorcistas y contrarios a la homosexualidad, inquietos ante el crecimiento de la delincuencia y la inseguridad ciudadana. Si pretendemos entender a los nuevos partidos como una resonancia nostalgiosa de los años 20 al 45, estaremos en un grave error (Gallego, 2005) ya que lo que les suma votos es el reflejo del descalabro social y la crisis del Estado de Bienestar. En resumen, los vigoriza la desaparición de los modos de vida tradicionales y los nutren los votos de experiencias cotidianas.


4. Surgimiento e innovaciones

 

Sintetizaremos las posturas de la emergencia de estos partidos políticos en seis visiones, luego abordaremos algunas de las innovaciones que han producido en el mundo político:


4.a.1) Emergen como reacción a los “excesos” izquierdistas, individualistas y socialistas, emanados de la coyuntura posterior a los movimientos de reforma originados en 1968, que han alcanzado su versión más consolidada en los partidos populistas de derecha (Ignazi:1994). Una creciente y generalizada desafección pública al orden político establecido abrió el camino para un sentimiento “antipolítico” que la ED puede gestionar mejor que la extrema izquierda después de 1989 (Paxton,2005:213), incluso Anthony Giddens (2004b) sostiene que los partidos de ED “han llegado a dominar porque han respondido con más rapidez que la izquierda a las preocupaciones de los votantes acerca de la seguridad y la identidad; y también por los errores tácticos y organizativos cometidos por la izquierda.”


4.a.2) Desde una visión marxista la aparición de estas ideologías es una expresión de la “descomposición del capitalismo, de la disgregación del tejido social y de la degradación de las relaciones sociales que afectan a todas las clases de la sociedad, incluida una parte de la clase obrera”. El alza de los partidos subexamine corresponde al resurgir de una yuxtaposición de las ideologías más reaccionarias y retrógradas como son el racismo, la xenofobia, la exaltación autárquica de la "preferencia nacional". Se apoyan en las manifestaciones actuales de las contradicciones del capitalismo en crisis, como el desempleo, la inmigración , la inseguridad, el terrorismo, para suscitar sentimientos de frustración y rencor, de miedo al futuro, de miedo al "extranjero", el recelo y el odio al "otro", la obsesión "de seguridad", el repliegue hacia sí (corolario de "cada uno para sí" de la competencia capitalista), la atomización, ingredientes todos de la descomposición del tejido social. Es la expresión de una revuelta desesperada y sin porvenir, la expresión del "no future" de la sociedad capitalista que sólo desemboca en el nihilismo. (Revista Internacional 57, 1989 y 62, 1990).


4.a.3) Para Chantal Mouffe (1999), la desaparición de la línea divisoria clara entre los partidos tradicionales dejó un vacío que la ED se apresuró a ocupar. Esto le ha permitido articular nuevas identidades colectivas a través de un discurso xenófobo y recrear la frontera nacional desaparecida mediante la definición de un nuevo enemigo: los inmigrantes, a los que presentan como un peligro para la identidad y la soberanía nacionales. El ideal democrático en Europa ha dejado de ser movilizador, dado que la democracia liberal se identifica con el capitalismo y su dimensión política se reduce al Estado de Derecho. Por otra parte, aumenta sin cesar la marginación de grupos enteros que se sienten cada vez mas excluidos de la comunidad política; con el consiguiente peligro de ser cooptados por movimientos fundamentalistas y atraídos por formas antiliberales de la política.


4.a.4) García Pérez (2002) entiende que los partidos de UD han nacido de los integrismos en épocas de acusada decadencia. Por ejemplo, Francia pierde su imperio colonial en los ´60 y también a Argelia. (Así Tixier-Vignancourt puso en pie un partido en el que convergían los convencidos de la superioridad francesa -la difunta Alliance Républicaine pour la Liberté et le Progréss, precedente del FN de Le Pen junto con el Movimiento Poujadista de los años ´50.-)


4.a.5) Jackman y Volpert (1996:517-518) atribuyen el desarrollo de los partidos de ED a tres factores derivados de las propias políticas de los gobiernos: aumento de las tasas de desocupación; multipartidismo y ampliación del número de partidos como consecuencia de umbrales electorales crecientes.

 

4.a.6) Nosotros, entendemos con Josep Antentas (2012) que la xenofobia y la inmigración son la base común del discurso de estas formaciones ultras. Intentan captar los sentimientos de los votantes con una retórica demagógica, la de 'somos un partido fuera de los partidos tradicionales'. Ir contra la  inmigración sirve como elemento de cohesión frente al peligro del exterior. La crisis ha producido además, que esa cohesión se consiga con la unión frente a las directrices impuestas desde Alemania con los recortes. Xavier Casals (2012) coincide y señala que "los nuevos partidos de extrema derecha se han convertido en formaciones antiglobalización que han sido capaces de reinventarse y llamar la atención del electorado de centro, captando su voto de protesta contra la dictadura de los mercados"


4.b) La batalla del vocabulario: Es en los partidos comparados el elemento esencial estratégico para la conquista del poder. Conscientes de la potencialidad del manejo de las palabras buscan el control del medio a través de la manipulación semiótica, dotándola de carácter programático. Difunden entre los militantes palabras que deben o no ser utilizadas, afirmando que: “ninguna palabra es inocente…son armas, porque tras cada palabra se esconde un plan ideológico y político. (Moati y Raspiengeas, 1991:152).” La UD recurre a un proceso de carga del lenguaje, relato canónico, repetición de clichés y fórmulas manipuladoras, peyorativas, que en definitiva establecen una dicotomía de carácter racial entre “civilización” o “barbarie” y entre capacidades y rendimientos comparativos de “blancos” y “negros”.


4.c) La lepenización de los espíritus [12]: Como consecuencia de la batalla del vocabulario germina la llamada “lepenización de los espíritus” (Tevanian y Tissot, 2002) de amplios sectores de la sociedad e incluso de partidos opuestos a la ED. Un buen número de las propuestas de ésta están siendo aplicadas por los gobiernos europeos o están en trámite de serlo: severa restricción del reagrupamiento familiar; limitación del derecho de asilo; dificultades para visados turísticos de residentes en el tercer mundo; expulsión efectiva de inmigrantes clandestinos; cambios en el derecho de filiación; instauración de un periodo probatorio para los matrimonios con extranjeros para evitar uniones de conveniencia; en casos de terrorismo, privación de la nacionalidad por un periodo de quince años a los naturalizados; utilización de resortes de la policía administrativa para acosar a las asociaciones islámicas radicales, restaurar controles fronterizos, etc.


4.d) El totalismo ideológico: el modelo del “totalismo ideológico” fue formulado por Jay Lifton (1989) como herramienta heurística de reducción de la complejidad, atento que la UD tiene pretensiones de control mental sobre el individuo a través del discurso ideológico totalitario. El autor lo conceptualiza como: “La conjunción de una ideología inmoderada con unos rasgos de carácter individual igualmente inmoderados, un terreno de unión extremista entre la gente y las ideas (Jay Lifton, 1989:188).” En el estudio de partidos de la ED actual se ha soslayado reiteradamente la cuestión del sustrato ideológico. La principal razón de esta situación estriba en la heterogeneidad, la fragmentación, el oportunismo y la ocultación planificada, característicos de estos movimientos extremistas (Simón, 2004:59). Las máscaras, los rostros y el vestido del racismo no deben hacer olvidar los postulados de la derecha radical, que representan una “readaptación ideológica” del nazi-fascismo (Taguieff, 1993:45).


4.e) La cuestión del financiamiento y los líderes millonarios: Los partidos de ED gozan de apoyo financiero considerable de individuos que simpatizan con sus tesis o de empresas en las cuales sus miembros tienen intereses [13]. Tal tipo de aportes abastece a éstas fuerzas los recursos financieros necesarios para campañas electorales eficaces. Pero además, en varios casos, los propios líderes son o fueron personas de fortunas millonarias como Blocher, Haider, Karatzaferis o Le Pen que no titubean en autofinanciar su propia actividad política. El Consejo de Europa ha aconsejado a los gobiernos negar todo sostén a partidos que promuevan los desvalores del racismo, la intolerancia, el odio étnico y racial y que pongan en peligro los valores democráticos fundamentales. En Holanda en 1999 se sancionó una ley de financiamiento de partidos, en la que éstos pierden su derecho a recibir subvenciones estatales si los tribunales condenan a sus líderes por delitos racistas o negacionistas. No hay uniformidad en las legislaciones europeas sobre los límites que no deben superar los partidos políticos democráticos.

 

5.- Inventario de Partidos de Extrema Derecha en Europa:

A 12 de mayo de 2013, los partidos de ultraderecha en 2013 tienen representación parlamentaria en los siguientes países europeos:

AUSTRIA: Partido de la Libertad (FPO) 34/183 y Unión por el Futuro (BZO) 17/183.

BELGICA: Vlaams Belang (VB) 11/150

BULGARIA: Unión Nacional ATAKA 22/240

DINAMARCA: Partido Popular Danés (DF) 25/179

ESLOVAQUIA: En 2012 quedaron afuera del Parlamento al obtener el 4,6 % y no superar la barrera del 5 %. En 2010 superó por pocas décimas el umbral, pero en las elecciones del 2006 estaban en el 11%.

FINLANDIA: Verdaderos Finlandeses (PS) 39/200

FRANCIA: Mouvement pour la France 2/577

GRECIA: Amanecer Dorado 18/300

HOLANDA: Partido de la Libertad (PVV) 15/150

HUNGRIA: Movimiento por una Hungria Mejor (JOBBIK) 44/386

ITALIA: Liga del Norte 20 diputados/630 y 16 senadores/319

NORUEGA: Partido del Progreso 41/169

RUSIA: Partido Liberal Demócrata de Rusia (LPDR) 56/450

SERBIA: Partido Progresista Serbio (SNS) 73/250 al que pertenece el Presidente de Serbia Tomislav Nikolic, anterior líder Partido Radical Serbio (SRS) fundado por Vojislav Seselj actualmente detenido en La Haya por crímenes de lesa humanidad.

SUECIA: Demócratas de Suecia (SD) 20/349

SUIZA: Partido Popular Suizo (SVP) 56/200 y 1 consejero federal que ejerce la Presidencia de Suiza durante 2013 (Ueli Maurer)

UCRANIA: Partido Svoboda (Libertad): 36/450.

 

La crisis y el discurso antiausteridad alimentan a los partidos ultras. Amanecer Dorado usa la violencia en Grecia con total impunidad. Las instituciones italianas están pobladas por numerosos fascistas, como por ejemplo el alcalde de Roma, Gianni Alemanno quien no reniega de sus orígenes. En España no tienen más fuerza porque el Partido Popular absorbe sus votos y Plataforma per Catalunya liderada por Josep Anglada ha obtenido escasamente 67 sobre 68.286 concejales en todo el país. Portugal sigue siendo la incógnita pese a los recortes presupuestarios y el Partido Nacional Renovador (PNR), no supera magros 18.000 votos.

 

En República Checa el Tribunal Supremo Administrativo disolvió en 2010 el Partido de los Trabajadores (DS), de extrema derecha, después de que el Gobierno propusiese esta medida por considerar que era una formación extremista y que suponía una amenaza a la democracia. En opinión del tribunal, el programa del DS contenía ideas xenófobas, chovinistas, homófobas y racistas, además de pretender extender el miedo a los extranjeros y generar una sensación de peligro.

 

Mientras que partidos como el Frente Nacional (FN) de Francia, el Partido Nacional Británico (BNP), el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), Partido Nacional Eslovaco (SNS), Partido de la Gran Rumania (PRM), o Concentración Popular Ortodoxa Griega (LAOS), poseen representantes en el Parlamento Europeo de Estrasburgo. En el caso de Alemania, el partido neonazi Nacional Demócrata (NPD) se encuentra integrando los parlamentos regionales de Sajonia, Renania Palatinado y Mecklemburgo-Pomerania Occidental.

 

6.- Conclusiones

Podemos concluir que a diferencia del fascismo que busca instaurar totalitariamente un mundo nuevo, con un sistema económico con fuerte intervención pública; los partidos en análisis aspiran a mantener el orden establecido y las clases beneficiarias del mismo. Estas formaciones políticas colectan mayor cantidad de sufragios en relación directamente proporcional a la trascendencia de actos de corrupción o ineficiencia de los gobiernos europeos; la atomización de los partidos de ideología socialista, derechista y trotskista en Francia de 2002; o la aproximación al centro político de las agrupaciones tradicionales que no permiten percibir diferencias entre contendientes; y fundamentalmente ante las cifras de incremento exponencial de la inmigración pobre, cuya diabolización discursiva ha sido hegemonizada por la ED con mayor énfasis aún desde la rebelión de las banlieues francesas.


Por otra parte, ante la ingente cantidad de caracterizaciones, tipologías y clasificaciones, nos inclinamos por considerarlos populistas heterogéneos y abstrusos alojados dentro de los “partidos amplios de protesta” que recogen votos de la desilusión, del “xenomiedo” (Sartori,2001:52), de la crisis de la representación tradicional y la desconfianza en el ideal democrático; sin adquirir la generalidad de su electorado la ideología fascistizada que exhiben, ya que una porción destacable de sus votantes lo hacían antes por el comunismo. Los utilizan para generar nuevos espacios de representación los desencantados, los postergados y los temerosos; pero preponderantemente como señal de alarma para los políticos tradicionales y democráticos a efectos de incriminarles su soberbia, impericia o avidez. Llegado el caso de optar entre unos y otros en Europa Occidental la mayoría abrumadora se inclina por los partidos convencionales. En la ED distinguimos entre partidos “apocalípticos” ó “integrados” según sean refractarios o complacientes con los cambios sociales.


Los partidos en estudio pueden sintetizarse con las siguientes características: pretenden instalar un régimen autoritario sin ser necesariamente totalitario; quieren una organización de la sociedad basada en la idea que los individuos que la componen son naturalmente desiguales; al patriotismo legítimo oponen un nacionalismo intolerante que limita muy fuertemente el reconocimiento de derechos para los extranjeros; encuentran el fascismo "muy simpático"; son racistas, xenófobos y antiglobalización; predican el rechazo de los extranjeros y desarrollan el sentimiento de inseguridad como consecuencia de los inmigrantes; utilizan un discurso que transporta ideas falsas y lemas simplistas; rechazan la solidaridad entre las personas; defienden una concepción de familia donde el hombre es el jefe, la mujer se ocupa del hogar y educa a los niños; ponen en entredicho la representatividad democrática; postulan -la mayoría- el euroescepticismo y rechazan, sobre bases nacionalistas, toda construcción europea.

 

Personificados por un líder carismático que funciona como catalizador, se apropian autoritariamente de la voluntad popular y agitan sin cesar al pueblo concebido como unidad orgánica y mítica. En definitiva, por todo ello, ningún demócrata pone en tela de juicio el principio según el cual una democracia constitucional debe defenderse de sus enemigos e incluso de los que tan sólo aceptan provisionalmente la legalidad para ganar las elecciones y luego destruir el sistema democrático (Taguieff, 2000).


La UD tiene en Europa Oriental una génesis diferente, conformada por cuatro elementos: nacionalismo furibundo, antisemitismo, fundamentalismo cristiano ortodoxo y resistencia a la modernidad. La angustia también recorre Europa poscomunista, donde el entusiasmo provocado por la caída del Muro de Berlín luego dio paso a la decepción.

 

En Europa Occidental como reacción al crecimiento de la ED los partidos tradicionales debieron adoptar el léxico y parte de la agenda política de aquella, con la que incluso llegaron a aceptar compartir coaliciones de gobierno, pese a ser conceptualizada como una readaptación ideológica del nazi-fascismo. Ningún país democrático parece estar a salvo de lo que los alemanes llaman Politikverdrossenheit (disgusto y hastío por la política).

 

Las causas profundas del ultranacionalismo, la xenofobia y el racismo y a veces el integrismo religioso o moral, deben resumirse en el miedo: al cambio, a la pérdida de la identidad nacional, a las integraciones supranacionales y la impersonalidad de la UE, a la globalización, a las incertidumbres económicas, a la inmigración desmandada, a las diferencias culturales, al terrorismo, hacia las empresas multinacionales, a la americanización y a la sociedad multicultural. El miedo ha sustituido a la esperanza, la ansiedad recorre Europa quien en definitiva tiene: “miedo de sí misma porque se enfrenta al dilema de su identidad.” (Geremek, 2006).
Proponemos con Habermas (1999), que la comunidad moral ha de construirse sobre la eliminación de la discriminación y del sufrimiento y la incorporación de los marginados y de lo marginado. Habermas en la "inclusión del otro" plantea una comunidad abierta, con límites permeables para todos, incluso para aquellos que son extraños para los otros y desean seguir siendo ajenos a ellos.

 

Pese al auge de la extrema derecha en Europa, no se avizora que constituya una amenaza a la libertad, ni una reedición del totalitarismo nazi-fascista, porque los ciudadanos votan a estos partidos mientras la crisis se mantenga o acreciente. Aunque son muchos los que más allá de su rechazo al multiculturalismo y al cambio demográfico, no están dispuestos a aceptar lo que la ultraderecha ofrece  ni a hacerlos gobernar. Son espinas que clavan los desencantados a los políticos tradicionales, para que se rehabiliten y comiencen a gestionar con honestidad y eficiencia.

 

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NOTAS

[1] En Europa se utiliza la denominación derechas como correcta, ya que consideran que posee múltiples variantes y nunca fue monolítica.
[2] Otra clasificación usada esla de “ultra” que viene a sustantivizar el radicalismo de la posición. Utilizaremos extrema derecha (ED), derecha radical o ultraderecha (UD), como sinónimos. También nos basaremos en el índice de auto ubicación ideológica y la escala 1-10 de intensidades derecha-izquierda
[3] Consiste en adoptar procesos de desmordernización, como respuesta al cambio social que producen en consecuencia fragmentación de la sociedad. La desmodernización se puede definir como la disociación que se presenta entre el individuo y la sociedad que lo rodea, entre la economía y las culturas, también es la ruptura de los vínculos que unen la libertad personal y la eficacia colectiva.

[4] Gustavo Bueno (2004:20) utiliza el concepto de “fascistización de las formas” con el uso de uniformes, saludos y concentraciones de masas.
[5] El que para Gaetano Salvemini (1974:439) significa “prescindir de instituciones libres y es un fenómeno de las democracias fallidas.”
[6] Según sondeo de SOFRES de 2007: el 31 % de los franceses deseaba que Le Pen fuera candidato a Presidente en 2007 y el 36 % pronosticaba su presencia en el ballotage. Le Pen realiza sus mejores tanteos entre comerciantes, artesanos y empresarios así como entre los obreros, sus más débiles adhesiones se dan en el personal calificado, jubilados y diplomados de la enseñanza superior. El 23 % se dice de acuerdo con sus ideas y el 74 % en contra. El 83 % lo consideran duro, brutal; el 81 % racista, el 53 % demagógico y el 13 % solamente simpático. El 68 % consideran que es un hombre de convicción, el 64 % el único que habla de ciertos problemas, el 34 % que posee valores morales y el 23 % que escucha la opinión de los franceses. (Le Nouvel Observateur 1/6/2006).

[7] El término pueblo es ambiguo y elástico, es un concepto sin un estatuto teórico definido; pese a los usos frecuentes en el discurso político, su precisión conceptual no va más allá del nivel metafórico o alusivo. El pueblo en el discurso populista no opera como un dato primario sino como una construcción. (Laclau, 1977:165)

[8] Elaborado por Otto Kirchheimer en 1966 para referirse a aquellos conglomerados que, lejos de representar a un grupo social, buscan ganar las elecciones representando intereses múltiples y atrayendo a todos lo votantes.
[9] Es el caso del FN francés, no gobierna y carece de influencia en las decisiones públicas. En un círculo vicioso no participa del poder, por no hacerlo no se legitima y por no legitimarse es inviable como alternativa de gobierno o como parte de una coalición alternativa.

[10] Tal participación los ha desnaturalizado respecto de sus programas originarios, puesto que han debido aliarse a la derecha conservadora.
[11] Cajón de sastre: en su interior puede caber todo lo imaginable y se mezcla lo inmezclable.

[12] Pascal Perrineau fue quien acuñó el término, expresión que subraya el hecho de que el lepenismo gana las conciencias antes de conquistar los votos.
[13] Pueden señalarse como aportantes a: la Confederación Española de Empresarios, Banco Spirito Santo de Portugal, la sociedad química BASF, Banco Atlantico, Familia Carlberg (Suecia), Heritage Foundation, Familias Flick y Quant de Alemania, entre otros.

 



[1] Abogado U. Kennedy. Candidato a Doctor en Ciencia Política  UNC.