Revista Nº19 " EDITORIAL ANIVERSARIO"

Editorial Aniversario

Estimados lectores, en esta oportunidad, al cumplir seis años ininterrumpidamente en internet, gracias al aporte de nuestros autores, profesionales, graduados y estudiantes de último año de carreras universitarias, quisiera entregarles una breve   muestra de nuestra historia nacional, en aquellos momentos en que todavía la Argentina no se había fundado como tal. En épocas que autores como Carl Schmitt o Walter Benjamin llamarían como etapa salvaje o pre-estatal.

La página de nuestra historia que presentaré, será el recuerdo de un hombre que no quiso traicionar a su nación, y que por su fortaleza de espíritu dejará grabadas a fuego tal vez las palabras patrióticas más bellas, las que solo hombres o mujeres en estado de gracia pueden expresar. El personaje en cuestión es nuestro recordado Coronel Martiniano Chilavert, un recio oficial de artillería, veterano de decenas de combates, y actor indiscutible en la Batalla de Caseros dirigiendo sus baterías de cañones contra el ejército imperial brasileño y sus adláteres.

Chilavert es el caso de un hombre que durante varios años combatió un régimen en su país en una guerra civil sin fin, pero que cuando observó de que sus jefes se aliaban con los intereses extranjeros contra su patria, se avergonzó en su fuero interior por la actitud de sus pares, y rechazó ser un Coriolano. Renunciando a su ideología, se puso humildemente bajo las órdenes de su viejo enemigo para defender a la patria en peligro.

Cordialmente

El Director

 

Anniversary Editorial

Dear readers, this is a special time because it is our sixth anniversary of existence as a web review. This anniversary is possible thanks to the contribution of our authors, professionals, graduate and undergraduate writers, too. I would like to give to you a brief piece of argentine history regarding those times in which Argentina was not yet a formal country, times that Carl Schmitt or Walter Benjamin would call savage period or foundation state. 

In this brief review, I will tribute a man who did not want to betray his nation and by his strong spirit could express some unforgettable patriotic words, those who can only express men or women who have a pure soul. This man is Coronel Martiniano Chilavert, a vigorous artillery officer, who had been in dozens of combats and directed his cannons against Brazilian imperial army and its allies becoming this way an undeniable figure in Caseros battle.

Chilavert was a man who had fight for many years in a never ending civil war against a regime but when he observed his leaders were fighting on the side of foreigner interests, he felt shame for them and finally rejected to be a Coriolano. He resigned his ideas and decided to obey his old enemy in order to defend his homeland in danger.

Sincerely,

The director

 

La Carta más bella

El 11 de mayo del año 1846, Chilavert se dirigía desde San Lorenzo (Río Grande) al general Oribe, pidiendo el honor de servir a su patria, en los términos siguientes:

“En todas las posiciones en que el destino me ha colocado, el amor a mi país ha sido el sentimiento más enérgico de mi corazón. Su honor y su dignidad me merecen religioso respeto. Considero el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio recogerá el que así proceda; y en su conciencia llevará eternamente un acusador implacable que sin cesar le repetirá: traidor! traidor! Traidor!

Conducido por estas convicciones me reputé desligado del partido al que servía, tan luego como la intervención binaria de la Inglaterra y de la Francia se realizó en los negocios del Plata...Me impuse de las ultrajantes condiciones a que pretenden sujetar a mi país los poderosos interventores, y del modo inicuo como se había tomado su escuadra. Vi también propagadas doctrinas a las que deben sacrificarse el honor y el porvenir de mi país. La disolución misma de su nacionalidad se establece como principio. El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella.

Todos los recuerdos de nuestra inmortal revolución, en que fui formado, se agolpan. Si, es mi patria...anunciándose al mundo por esta verdad: existo por mi propia fuerza. Irritada ahora por injustas ofensas acredita que podrá quizás ser vencida, pero que dejará por trofeos una tumba, flotando en un océano de sangre y alumbrada por las llamas de sus lares incendiados.

Lo felicito por su heroica resolución, y oro por la conservación del gobierno que tan dignamente la representa, y para que lo colme del espíritu de sabiduría.

Al ofrecer al gobierno de mi país mis débiles servicios por la benévola mediación de V.E., nada me reservo. Lo único que pido es que se me conceda el más completo y silencioso olvido sobre lo pasado.”[1]

Hace muchos años pude tener una copia del original de esta carta, página gloriosa de nuestra historia, porque en ella, no solo un hombre rudo vierte sus sentimientos, sino porque esos sentimientos tienen que ver con la negación de sí mismo por un bien mayor, es la más grande ofrenda que puede hacer un individuo, el de entregar su propia sangre a la causa nacional.

Luego de una infancia en dónde estuvo en el Regimiento de Granaderos de Infantería, y luego los primeros combates los tuvo bajo el mando del Gral. Carlos María de Alvear, en 1821 deja el ejército para terminar sus estudios de ingeniería, para después desempeñarse como docente de un secundario, y en 1823 fue uno de los cofundadores de Bahía blanca, donde actuó de ingeniero.

En el año 1826 se incorporó al ejército nacional para luchar contra el Imperio de Brasil, su figura aún veinteañera (ya que había nacido en 1798), se distinguió en la desembocadura del Río Salado evitando un desembarco brasileño, y en el terrible contrafuego de artillería en Ituzaingó. Más tarde, seguirá al lado del Gral Juan Galo de Lavalle, con cuyas huestes derrocará al Gobernador de Buenos Aires Manuel Dorrego en 1828, con lo que recomenzará la guerra civil entre unitarios y federales, en la cual lo tendrá del lado unitario hasta el momento de la carta en donde le pide a uno de sus enemigos, el Gral. Manuel Oribe, que interceda por el ante el Brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas, quién había sido hasta ese momento su más absoluto enemigo.

La batalla de Caseros, durante aquél aciago día estival del 3 de febrero de 1852, lo encontró al mando de todas las fuerzas de artillería, disparó sus cañones hasta acabar con el parque, su objetivo primordial era destruir las fuerzas brasileñas, y como si fuera poco destruyó sus cañones con piedras para que no caiga en poder de sus enemigos. Sobre el epílogo mismo de la acción.

Su final fue trágico, los unitarios que acompañaban a Urquiza se ensañaron con el, Urquiza mismo ordenó que lo  fusilaran por la espalda como si fuera un traidor… Sin embargo, Chilavert evitó este injusto hecho, peleando con los soldados del piquete, hasta que estos al verse golpeados y desafiados por el robusto coronel, lo asesinaron a bayonetazos,  y culatazos de fusil, pero de frente, como mueren los valientes como el.

Pasarán muchos años, pero siempre se recordarán esas palabras tan maravillosas, y resonarán llenas de amor y vergüenza por la patria redimida…

Todos los recuerdos de nuestra inmortal revolución, en que fui formado, se agolpan. Si, es mi patria...anunciándose al mundo por esta verdad: existo por mi propia fuerza. Irritada ahora por injustas ofensas acredita que podrá quizás ser vencida, pero que dejará por trofeos una tumba, flotando en un océano de sangre y alumbrada por las llamas de sus lares incendiados.”