Revista de Ciencia Pol韙ica
Revista Nº13 "ACTUALIDAD II"

Resumen.
Nuestro trabajo versa sobre el espacio p煤blico, la opini贸n p煤blica, la propaganda pol铆tica y la necesidad de la democracia para lograr mejorar las instituciones del Estado en la comunicaci贸n pol铆tica. Para evitar de esa forma reg铆menes de corte autoritario, totalitario o, de reg铆menes populistas y neopopulistas. Asimismo vamos a tratar de explicar c贸mo los medios de comunicaci贸n e informaci贸n influyen en nuestra 茅poca en todas las relaciones sociales, incluidas por su puesto las relaciones de la sociedad civil, los partidos pol铆ticos, los gobiernos y el Estado. En los procesos de globalizaci贸n econ贸mica y en los procesos de globalidad pol铆tica, que adem谩s han generado cambios importantes en las democracias y sus instituciones.

Palabras claves: Opini贸n p煤blica, propaganda, medios de comunicaci贸n e informaci贸n, pol铆tica, democracia, Venezuela.

 

Abstract.
Our work focuses on public space, public opinion, propaganda and the need for democracy to succeed in improving the state institutions in political communication. To avoid that way authoritarian regimes, totalitarian or populist and neo-populist regimes. Also we will try to explain how the media and information influence our time in all social relations, including of course the relations of civil society, political parties, governments and the state. In the process of economic globalization and global political processes that have also generated significant changes in democracy and its institutions.

Keywords: Public opinion, propaganda, media and information, policy, democracy, Venezuela.

 

Los Medios de Comunicaci贸n como el espacio privilegiado de la pol铆tica en las democracias.

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Por: Mg. Francisco R. Garc铆a Samaniego. 1


INTRODUCCI脫N.

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 聽Es un hecho que los medios de comunicaci贸n masiva influyen de manera importante sobre la toma de decisiones de la opini贸n p煤blica en los asuntos pol铆ticos dentro del debate en los Estados y por supuesto en las democracias actuales. Pero tambi茅n es un hecho comprender que no s贸lo en los 谩mbitos pol铆ticos y de civilidad, vemos dicho fen贸meno. En la ciencia, la familia, religi贸n, las relaciones entre amigos, en el trabajo, y muchas otras situaciones de la vida cotidiana est谩n perfil谩ndose y reflej谩ndose en los medios, en especial la televisi贸n e Internet. Es ah铆 donde toma importancia comprender que los medios de comunicaci贸n est谩n incorporados en nuestras vidas de una forma que todav铆a hay que descifrar y tratar de dar explicaciones plausibles para futuras generaciones. Aunado a los cambios dentro de las instituciones tradicionales dentro de la comprensi贸n del Estado y la democracia, la cultura y las relaciones sociales en general.
Porque si bien es cierto, los medios y sus nuevas modalidades, se est谩n condicionando como factor unificador de aquellos conflictos presentes en muchas situaciones sociales. Por ejemplo; los programas para la soluci贸n de conflictos familiares, de amistad, de negocios, vecinales, entre muchos otros. Adem谩s, 茅ste c煤mulo de programas brindan muchos placeres y聽 tristezas, o por decirlo en palabras de Monsiv谩is, 鈥渓a televisi贸n es el gran interlocutor a quien se le cede el centro del di谩logo familiar鈥. (Monsiv谩is, 2000) Y en nuestras palabras, la Internet bajo las redes sociales y redes de negocios y bancarias, tambi茅n modifican las formas de interrelaciones, a niveles personales, pol铆ticos y gerenciales, como educativos.
De este modo, los proyectos pol铆ticos deben tomar muy en cuenta el uso de los medios tele-informativos para hacer valer su, o sus proyectos, sean estos 煤ltimos, locales, nacionales e incluso internacionales para la aceptaci贸n de sus representados de cara al siglo XXI dentro de lo que Ulrich Beck ha denominado las sociedades en riesgo por los cambios en las formas pol铆ticas y las representaciones que de ello se desprenden como consecuencia de la globalidad pol铆tica.
Al mismo tiempo quiere decir esto, que nos enfrentamos al lenguaje, semi贸tico, polis茅mico, el arte, la est茅tica de las modas y por supuesto a lo fenomenol贸gico como nueva forma pr谩ctica de pensar el hecho social y pol铆tico de nuestro tiempo en las nuevas formas de representaci贸n y discusi贸n de la comunicaci贸n pol铆tica, la propaganda y la opini贸n p煤blica.

 

EL MUNDO GLOBAL Y聽 LOS MEDIOS DE COMUNICACI脫N.

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Tomando en consideraci贸n los cambios contempor谩neos, ya hoy en d铆a no estamos discutiendo sobre la cultura moderna, m谩s bien todo lo contrario. Hablamos de cultura postmoderna, o para otros, modernidad reflexiva en la sociedad del riesgo global, que se haya聽 insertada en la era global, o al rev茅s, globalidad insertada en la segunda modernidad. De all铆 que le demos el espaldarazo a Jos茅 Joaqu铆n Br眉nner, que en uno de sus trabajos de investigaci贸n nos plantea el concepto de postmodernidad como un concepto comod铆n. Porque dicho concepto desde distintas voces trata de salvar la jugada precisamente como casualidad. Una suerte de talism谩n. (Br眉nner, 1999) Queda vac铆o de contenido a la hora de las conceptualizaciones dentro del hecho social para explicaciones te贸rico metodol贸gicas.
Como resultado de lo anterior, nuestro mundo global, vive, sufre y padece, una suerte de riesgo desde todos los 谩mbitos y est谩 provocando as铆 una desinstitucionalizaci贸n de las otrora ideolog铆as y partidos pol铆ticos agotados de tradiciones y conductas no adaptadas a los nuevos roles y valores que se est谩n gestando. Es decir, partimos de un proceso de desideologizaci贸n, despolitizaci贸n y desmotivaci贸n de los referentes que un铆an al Estado Naci贸n, los partidos pol铆ticos y las democracias en crisis.
En este sentido, 鈥渓a sociedad de la informaci贸n constituye un entorno tan insoslayable que es f谩cil suponer que todo el mundo disfruta de las mismas condiciones de quienes tenemos esas formas de acceso. Pero adem谩s, con frecuencia, nuestras sociedades se sintonizan con esos recursos de informaci贸n de manera tan mec谩nica e irreflexiva que no siempre los aquilatan y no siempre los aprovechan con la amplitud e intensidad que ser铆an deseables. Mucha informaci贸n, por lo dem谩s, no implica necesariamente mejores condiciones para vivir o apreciar la vida鈥. (Trejo Delarbre, 2006)
Ante este nuevo escenario, Ulrich Beck nos plantea en 鈥淟a invenci贸n de lo pol铆tico鈥 y 鈥淟os enemigos de la democracia鈥; en esta suerte de ansiedad y miedo social al riesgo y a la inseguridad ha llevado al hombre y a la pol铆tica a una reflexi贸n subpol铆tica, en donde lo social y las demandas del ciudadano se comienzan a plantear de abajo hacia arriba. De los ciudadanos y sus demandas sin intermediaci贸n de instituciones tradicionales del Estado. No con ello queriendo decir su desaparici贸n total institucional en cuanto a respuestas a los ciudadanos. Es precisamente all铆 que entran a jugar importancia relevante los medios de comunicaci贸n para hacer llegar y manipular (a la opini贸n p煤blica bajo propagandas espec铆ficas) esas demandas del ciudadano. Significa, una subpol铆tica de la funci贸n pol铆tica misma, que como condici贸n sine qua non le plantea al individuo (cuando hace uso de su civilidad) organizarse por grupos de inter茅s espec铆ficos y no de solidaridades generales.
Por ello; 鈥deber谩 entenderse por medios de comunicaci贸n de masas, todas aquellas disposiciones de la sociedad que se sirven, para propagar la comunicaci贸n de medios t茅cnicos de reproducci贸n masiva鈥. (Luhmann, 2000)
Sin embargo, 鈥渓a emisi贸n descontrolada de propaganda gubernamental en varios pa铆ses latinoamericanos, disminuye la calidad de la informaci贸n que consumen los ciudadanos y contribuye a reducir los niveles de democracia鈥. (Trotti 2011)
Verbigracia, como lo observa Zygmunt Bauman en su libro, 鈥En busca de la pol铆tica鈥; los miedos en acci贸n hacen de los ciudadanos buscar consuelo ya no en las iglesias ya no, en los partidos, ya no en las grandes ideolog铆as que les llenaron de sentido en 茅pocas pasadas. (Bauman, 2001)
Por todas estas razones, ahora el ciudadano medi谩tico, sin que lo sepa, busca refugio en los grupos de apoyo, como alcoh贸licos an贸nimos, gordos an贸nimos, solteras/solteros etc... En el peor de los casos, y para muchos de nosotros, la respuesta se halla en el control remoto, o, en las Redes Sociales (Google, Hotmail, Yahoo, Facebook, Twitter, etc茅tera) y las p谩ginas Web, aunadas a la telefon铆a m贸vil WIFI.
Es as铆, como percibimos la funci贸n tranquilizadora y disruptiva (que por parad贸jico) se fusiona en los medios e influye en nuestro ideario cognitivo colectivo cultural de acci贸n pr谩ctica racional. Se pone en evidencia los cambios tan profundos dentro de los procesos sociales en todos los niveles y en todas las econom铆as. Un proceso irreversible he irremplazable, que demanda legislaci贸n e instituciones pol铆ticas en democracia para tal fin. De all铆 la necesidad de repensar la democracia, la gobernanza y las funciones de la administraci贸n p煤blica.
Pareciera ser, a ra铆z del cambio en las manifestaciones comunicativas (para el caso de la televisi贸n-Internet) que, para muchas personas encender la caja de Pandora se hace para encontrar las bellezas sexuales, los lujos materiales, los viajes inalcanzables, todo aquello que en su vida cotidiana (para la gran mayor铆a) no logran acceder, es el reflejo de distracci贸n y condici贸n de un nuevo tipo de matar el tiempo pegados al aparato tele trasmisor, interconectado en Red. En eso que se ha tendido en llamar 鈥淰ida 2.0鈥, vida artificial en las redes sociales y los correos electr贸nicos, de una generaci贸n completamente diferente, gracias al uso de las tecnolog铆as, microelectr贸nicas y nanotecnolog铆a. Sus efectos dentro del homo videns (Sartori) ya son palpables en la ciencia, las relaciones laborales, en la pol铆tica, la econom铆a, la cultura, el arte, el amor, las relaciones de amistad y los negocios.
En efecto, 鈥en estas luchas, hoy en d铆a, la televisi贸n tiene un papel determinante. Quienes todav铆a creen que basta con manifestarse, sin ocuparse de la televisi贸n, corren el serio peligro de errar el tiro: hay que producir, cada vez m谩s, manifestaciones para la televisi贸n, es decir, manifestaciones que por su naturaleza聽 despierten el inter茅s de la gente de la televisi贸n, haciendo hincapi茅 en sus categor铆as de percepci贸n, y que, retransmitidas y amplificadas por esa gente, alcance su plena eficacia鈥. (Bourdieu, 2001) De hecho, Pierre Bourdieu no pensaba a煤n en el gran impacto, por ejemplo, en millones de seres humanos que tendr铆a; Facebook, Twitter entre otros.
Ya es posible observar los efectos de este tipo de globalidad-medi谩tica en donde el consumo como聽 necesidad 鈥渂谩sica鈥 de los hombres cada d铆a se hace m谩s inagotable de nuevos objetos. Se nos presenta un modo de vivir consumiendo, en donde a falta de consumo se puede llegar a las m谩s bajas pasiones, o sue帽os id铆licos.聽 De esta raz贸n, de la sin raz贸n, caen gobiernos y poblaciones enteras en la marginalizaci贸n, pobreza y exclusi贸n social, aunado a los problemas ecol贸gicos y las cat谩strofes naturales.
Es precisamente de esa suerte de la sin raz贸n, en donde la raz贸n pr谩ctica de las acciones sociales de hoy d铆a, se establecen en una racionalidad fenomenol贸gica afectando de esta manera a la pr谩ctica pol铆tica y establece nuevos roles y valores que hacen de todos los que las reciben sentir miedo y riesgos que los pol铆ticos no est谩n en la capacidad de afrontar. Se confronta con el d茅ficit de la democracia y las demandas sostenidas por una sociedad civil despolitizada pero mucho m谩s informada.
Pero no todo es negativo, si de algo debemos estar complacidos con los medios de comunicaci贸n e informaci贸n, es que le permiten al hombre destruir los 鈥渂astiones del aislacionismo cultural鈥. (Monsiv谩is, 2000) Adem谩s liberan aquellos secretos que por tab煤es se dieron en situaciones pasadas, permitiendo as铆 que nuestras generaciones ampl铆en su mapa mental con respecto a todo lo relacionado con la educaci贸n, tecnolog铆a y cultura. Dando complejos procesos laicos, que han permitido liberarnos (aunque hoy todav铆a existen en muchos pa铆ses y mentes) de dogmas opresores, de fascismos demoledores y de racismos. Est谩n permitiendo que los feligreses decidan sin temor sus posturas religiosas y a las mujeres legalizar mucho m谩s sus vidas. Lo que est谩 implicando es un reajuste en las formas de pensar relaciones de g茅nero, relaciones pol铆ticas, relaciones econ贸micas, relaciones sociales o, las relaciones afectivas, entre muchos otros hechos de la raz贸n pr谩ctica del mundo global-medi谩tico de la experiencia vivida del imaginario colectivo instituyente. (Castoriadis, 2001)

OPINI脫N P脷BLICA Y MEDIOS DE COMUNICACI脫N

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 Hablemos del t茅rmino 鈥渙pini贸n p煤blica鈥 y lo que con 茅l se quiere indicar, es un producto t铆pico del universo intelectual de la Ilustraci贸n burguesa de la edad moderna. La elaboraci贸n de un concepto o una teor铆a de la opini贸n p煤blica es muy poco posterior, y ya desde finales del siglo XVII y durante la primera mitad del XIX, se multiplican las reflexiones sobre lo que es la opini贸n p煤blica y, especialmente, sobre su papel en el nuevo orden pol铆tico basado en el poder limitado y dividido, en la garant铆a de los derechos y libertades del individuo y en la publicidad y propaganda de la acci贸n pol铆tica, que queda sometida a la vigilancia y escrutinio de los ciudadanos, de la opini贸n p煤blica. (Mu帽oz-Alonso, 1992)聽
En tal sentido, la opini贸n p煤blica, 鈥減resupone una sociedad civil separada del Estado, una sociedad libre y articulada, en la que hay centros que consienten la formaci贸n de opiniones individuales, tales como los peri贸dicos y las revistas, los clubes y los salones, los partidos y las asociaciones, la bolsa y el mercado, o sea un p煤blico de particulares asociados, interesados en controlar la pol铆tica del gobierno, aunque no se desarrolle una actividad pol铆tica inmediata鈥. (Mateucci, 1075:1997)
De hecho, ni el m谩s autoritario de los gobernantes se ha permitido gobernar de espaldas a la poblaci贸n, y la misma literatura nos ha descrito con frecuencia a reyes deseosos de congraciarse con sus s煤bditos o preocupados聽 por conocer sus opiniones. (Mu帽oz-Alonso, Monz贸n, Rospir, Dader, 1992)聽 Sin embargo, 鈥渓a opini贸n p煤blica se ve llevada as铆 a combatir el concepto de secreto de Estado, la defensa de los arcana imperii, la censura, para lograr el m谩ximo de publicidad de los actos del gobierno鈥: (Mateucci, 1076:1997)
La consideraci贸n del grado de legitimidad del gobierno, cualesquiera que sean los par谩metros que sirvan para medirla, est谩 expresada, en buena parte, por el concepto que la gente tiene del gobierno en virtud de las acciones que realiza. Este concepto queda incluido en la idea de opini贸n p煤blica, esto es, un juicio m谩s o menos generalizado entre la poblaci贸n, respecto de los asuntos que son del conocimiento colectivo. (Noelle Neumann, 1995). Es decir, es la medida ciudadana a la eficacia u eficiencia de un gobierno determinado, o, al contrario las demandas a los gobiernos por ineficaces y de baja rendici贸n de cuentas en los asuntos p煤blicos concernientes a sus representados.
As铆, el concepto de opini贸n p煤blica no se refiere 煤nicamente a las cuestiones relacionadas con el gobierno, las cuales obviamente est谩n incluidas en 茅l. Por ello se estima que debido a que la opini贸n p煤blica 鈥 lo que la gente piensa acerca del聽 gobierno- es una forma de expresar el grado de legitimidad que el pueblo concede al gobierno, la fuerza de dicha opini贸n se refleja en las acciones de los gobernantes y se constituye en un medio de control indirecto de los mismos. Es un medio de control a los desmanes de los liderazgos demag贸gicos populistas en algunas regiones del planeta, o a los desmanes totalitarios y militaristas en otros. Implica desentra帽ar el d茅ficit de la democracia, e implica readaptaciones pol铆ticas partidistas para tal fin.
La opini贸n p煤blica no es una forma de representaci贸n, ni un suced谩neo moderno, t茅cnico y estad铆stico de la representaci贸n. Tampoco es un sujeto democr谩tico, sino un campo de conflicto definido por las relaciones de poder, en las que podemos y debemos intervenir pol铆ticamente por medio de la comunicaci贸n, la producci贸n cultural y todas las dem谩s formas de producci贸n biopol铆tica. (Hardt, Negri, 2004)聽
Desde una perspectiva general, podemos captar la idea de opini贸n p煤blica como una especie de conciencia colectiva, pero como categor铆a concreta de an谩lisis es muy dif铆cil de definir. Al respecto nos parece 煤til la distinci贸n del argentino Carlos Cossio entre opini贸n del p煤blico y opini贸n p煤blica. La opini贸n del p煤blico, dice este autor, 鈥se da en cualquier situaci贸n colectiva y traduce un proceso simplemente cuantitativo de adici贸n de opiniones personales鈥; en cambio, la 鈥渙pini贸n p煤blica es una noci贸n cualitativa, es una opini贸n 鈥渁utorizada鈥 o 鈥渃alificada鈥 que conforma la posici贸n de quienes disponen de medios para hacer llegar su opini贸n al p煤blico鈥. (Cossio, 1973) Podr铆amos decir entonces seg煤n lo revelado por este autor que: la opini贸n del p煤blico, es una opini贸n que se suma; la opini贸n p煤blica es una opini贸n que se publica. La opini贸n del p煤blico es la de una mayor铆a, susceptible de ser medida por encuestas o sondeos de opini贸n; la opini贸n p煤blica es la de una minor铆a que tiene medios espec铆ficos y directos para hacerse o铆r por el p煤blico, a trav茅s de los llamados 鈥渧oceros de opini贸n鈥. (Mu帽oz-Alonso, Monz贸n, Rospir, Dader, 1992)
Es l贸gico que ambas se interrelacionen聽 -una puede influir en la otra- , pero la capacidad de influencia de la opini贸n p煤blica es mayor porque dispone de medios para hacerse escuchar. El gobierno suele atender a las dos para medir su legitimidad, pero con frecuencia, toma en cuenta una medida a la que se ha llamado opini贸n p煤blica, puesto que contribuye a formar la del p煤blico. Ello da a la opini贸n p煤blica una dimensi贸n de poder pol铆tico. En realidad, es una forma de expresi贸n de 茅ste que se identifica particularmente con la influencia.
Dado que la opini贸n p煤blica se expresa a trav茅s de los medios de comunicaci贸n, 茅stos tienen particular importancia pol铆tica聽 en las sociedades modernas. No es casual la designaci贸n de cuarto poder que se da a los medios de comunicaci贸n. De ah铆 que el control de los medios informativos otorgue un autentico poder pol铆tico e influya en las democracias. (Mu帽oz-Alonso, 1992)
Los medios pueden desempe帽ar un papel reforzador de la legitimidad del poder establecido o cuestionador de la misma, en formas abiertas o sutiles. (Monz贸n, 1992). Esta caracter铆stica los convierte al mismo tiempo en tenedores de un poder que a su vez puede ser sometido a la prueba de su legitimidad. Es materia de una pol茅mica pol铆tica central de nuestros tiempos, la cuesti贸n de la adecuada regulaci贸n jur铆dica de los medios de comunicaci贸n para lograr que su poder sirva a toda la sociedad, a una mayor铆a de ella y no solamente a un sector restringido, sea 茅ste el de la direcci贸n del Estado, o el de la conducci贸n de los grandes grupos econ贸micos privado.

 

LA POL脥TICA Y LOS MEDIOS DE COMUNICACION.

聽 聽聽聽聽聽聽聽聽聽 En momentos actuales, con los medios de comunicaci贸n masiva e inform谩ticos (como la Internet) y los avances de las nuevas tecnolog铆as, se nos est谩 planteando entender reflexivamente los cambios sustanciales que ello ha provocado en el terreno de la pol铆tica y sobre todo en el lenguaje pol铆tico.
Tanto es as铆 que; 鈥渆n los 煤ltimos meses, varios gobiernos se han desbocado, comprando y creando medios propios y agencias de noticias o gastando sumas siderales en publicidad, para defender y promover sus intereses partidarios. En contrapartida, no existe una cultura que promueva la creaci贸n de medios p煤blicos y aut贸nomos que est茅n obligados a hacer periodismo equilibrado, a exigir transparencia y a servir como fiscalizadores de sus gobiernos 鈥 jefes鈥. (Trotti: 2011)
En tal sentido, algunos liderazgos de corte totalitario y autoritario hacen uso de la propaganda pol铆tica en las democracias bajo altos 铆ndices de confrontaci贸n, entre gobierno y oposici贸n. Evidentemente el concepto de propaganda; 鈥減uede definirse como la difusi贸n deliberada y sistem谩tica de mensajes destinados a un determinado auditorio y que apuntan a crear una imagen positiva o negativa de determinados fen贸menos (personas, acontecimientos, movimientos, instituciones, etc.) y a estimular determinados comportamientos鈥. (Sani: 1997:1298)
Por sus consecuencias, la posici贸n asumida en el terreno de la pol铆tica democr谩tica fue y sigue siendo de car谩cter civil en torno a los controles necesarios legales para una funci贸n social. En s铆, 鈥渓a pol铆tica es creadora de civilizaci贸n鈥. (Crick, 2001) En este sentido, tiene comparaci贸n con los medios de comunicaci贸n, porque 茅stos 煤ltimos adaptan su lenguaje al permitir ampliar los patrones culturales de distintas sociedades y de todo tipo, permite al receptor de dichas emisiones ampliar su mapa colectivo-cognitivo cultural del mundo en donde se desenvuelve. En s铆, 鈥減ara comprender el papel de los medios en la reestructuraci贸n simb贸lica de los modos de concebir y practicar la ciudadan铆a en diferentes grupos sociales, ya que explican en buena medida el surgimiento de ciudadanos medi谩ticos que desde la centralidad cotidiana del hogar claman por ser escuchados y atendidos鈥.(Winocur, 2002)
De ah铆, que la globalizaci贸n (en sentido econ贸mico) desdibuja los lindes de inter茅s entre hombres, mujeres, mercados, capitales y gobiernos. En s铆, descubrir la pol铆tica y redescubrir sus bases, significa interactuar como Homo Videns (Sartori, 1998) en los terrenos de lo escenogr谩fico e interactivo.
Ahora bien, la influencia de la propaganda pol铆tica se diferencia, 鈥渄e otras formas de persuasi贸n en cuanto da importancia a elementos meramente emotivos, recurre a estereotipos, pone de relieve, 煤nicamente ciertos aspectos de la cuesti贸n, tiene un car谩cter partidista, etc.鈥 (Sani: 1997:1298)
El asunto se torna escabroso cuando se hace mal uso pol铆tico de la propaganda pol铆tica, por las desigualdades que ello ocasiona en muchas zonas, e incluso en los propios pa铆ses m谩s desarrollados. Por ejemplo en pa铆ses como Estados Unidos de Norteam茅rica, Alemania, Italia, Espa帽a, Francia, Australia, Brasil, Jap贸n, la mayor铆a de los pa铆ses de Am茅rica Latina, por mencionar algunos de los ejemplos; se encuentran c煤mulos de subculturas, interconectadas por redes en pugna que proliferan cada d铆a m谩s por las migraciones causadas por las desigualdades sociales, generadas por las crisis econ贸micas, pol铆ticas o, los desastres naturales.
En tal sentido estas clases sociales de todo tipo y condici贸n social, migratorias, de bajos recursos naturales, bajo d茅ficit fiscales, problemas ecol贸gicos, graves crisis econ贸micas y pol铆ticas聽 en dichos pa铆ses se encuentran separadas por redes de autopistas o zonas urbanas, que se auto excluyen de la clase social propia en donde se hallan.聽 Y, las clases tradicionales los excluyen de diversas formas conllevando as铆 a nuevos tipos de entender los problemas sociales dentro de las ciudades y de ello los mass-medias son manifestaciones claras a la hora de exponer problemas puntuales e influir en la toma de decisiones pol铆ticas de la propaganda pol铆tica en la globalidad.聽
Caso de no ser as铆, entonces diremos que la televisi贸n ha adquirido un 鈥poder colosal, potencialmente como si fuese Dios mismo quien hablara鈥. (Bosetti, 1998: Citando a Popper) Como se sabe, es una posici贸n ir贸nica que permite ver lo lejos que est谩 decir que los medios (y en especial la televisi贸n) puedan llegar a ser una instituci贸n m谩s poderosa que el Estado en la Sociedad. Pero su impacto en las relaciones sociales en las democracias es insoslayable.
No en pocos casos populistas 鈥渜ue como vendedores de milagros鈥, (Popper, Condry, Geremek, 1998) aprovechan situaciones de descontento popular en 茅pocas de transici贸n conflictiva, para hacer uso de la propaganda populista-fascista, que聽 marginan la discusi贸n democr谩tica. Un ejemplo de lo anteriormente expuesto lo vemos en la pr谩ctica pol铆tica del lenguaje de los presidentes de Venezuela Comandante Hugo Ch谩vez Fr铆as, Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa del Ecuador. Como casos comparativos en tanto discursos, m谩s no en caso de funci贸n pol铆tica. Recu茅rdese que Evo Morales viene de los sindicatos y movimientos ind铆genas, Rafael Correa de la tecnocracia y Hugo Ch谩vez Fr铆as de un fallido golpe de Estado en 1992 en Venezuela, lo que lo catapulta como s铆mbolo de la antipol铆tica en contra de los partidos pol铆ticos tradicionales en Venezuela, Ecuador, y Bolivia.
Para Ren茅 Antonio Mayorga, el n煤cleo de la antipol铆tica, 鈥渆s una pol铆tica electoral llevada a cabo por actores ajenos al sistema partidario聽 -los outsider- que compiten en el juego electoral con recursos sacados del arsenal de una cr铆tica radical contra los partidos y las elites pol铆ticas establecidas鈥.2 聽聽聽
Bajo el mal uso de los medios de informaci贸n, 鈥渆l problema lejos de disminuir est谩 en expansi贸n. A principios de junio 2011 se cre贸 la uni贸n Latinoamericana de Agencias de Noticias estatales聽 (ULAN), compuesta por nueve entidades nacionales oficiales: Telam (Argentina), ABI (Bolivia), AB (Brasil), Prensa Latina (Cuba), Andes (Ecuador), AGN (Guatemala), Notimex (M茅xico), IP (Paraguay), y AVN (Venezuela).鈥 (Trotti: 2011)聽聽
Es decir, estos 煤ltimos, no responden a planteamientos de estructuras partidistas sino del sistema de la antipol铆tica y antisistema desde el lado de las izquierdas pol铆ticas, m谩s de corte neopopulista, o de partido 煤nico, como el caso del PSUV en Venezuela, que de corte partidista pluralista. Aunque se debe destacar desde el lado de la derecha tambi茅n percibimos el mismo fen贸meno con l铆deres un tanto radicales como G W Bush, en su 茅poca en Estados Unidos de Norteam茅rica, 脕lvaro Uribe en Colombia, Vicente Fox en M茅xico, y Alan Garc铆a en el Per煤, por mencionar s贸lo algunos. Aunque cabe resaltar, dichos l铆deres pol铆ticos van de la mano de sus partidos pol铆ticos y de la institucionalizaci贸n de los procesos democr谩ticos en sus respectivos pa铆ses.

Al contrario, los l铆deres de partido 煤nico de corte totalitario, populistas, neopopulistas, o militaristas hacen del insulto un discurso y la confrontaci贸n su

bandera, radicalizan a los sectores (lumpen) y enfrentan clases para hacerse del poder, como traficantes de esperanzas. Se mantienen en el poder pol铆tico del Estado desgobernando. Se destaca el uso de la propaganda pol铆tica; 鈥渓igada frecuentemente con la idea de manipulaci贸n de grandes masas por parte de grupos restringidos鈥a explotaci贸n de la propaganda por reg铆menes totalitarios ha contribuido ciertamente de manera notable a la difusi贸n de esta caracterizaci贸n鈥. (Sani:1997:1298)聽
Entre otras dificultades ese lenguaje llevado a los medios de comunicaci贸n bajo el mal uso de la propaganda pol铆tica, ha afectado profundamente las democracias de Am茅rica Latina. Puede decirse, que ese mal uso de los mass-media, por parte de 茅se tipo de reg铆menes pol铆ticos, va al lado de fr谩giles culturas pol铆ticas que hacen del juego democr谩tico mucho m谩s complicado afectando de manera dr谩stica nuestros entornos, tanto econ贸micos, pol铆ticos como sociales.

 

SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LOS MEDIOS DE COMUNICACI脫N. (El caso venezolano en el pasado de una ilusi贸n.)

En Venezuela se est谩 viviendo una 茅poca de incertidumbre pol铆tica en una etapa de transici贸n que se ha prolongado.3 Y ha sido un caso en Am茅rica Latina que se presenta distinto a las formas tradicionales por sus matices neopopulistas y autoritarios. (Ramos Jim茅nez, 2002) Asimismo, de all铆 la importancia del rol que los medios de comunicaci贸n (mass-media) en especial la TV, radio y prensa, han tenido dentro del debate y confrontaci贸n pol铆tica actual que se presenta de suma importancia para la discusi贸n pol铆tica de la opini贸n p煤blica.
Pero se advierte que la discusi贸n pol铆tica generada dentro de los Parlamentos, Asambleas (caso venezolano), o Congresos sigue siendo la m谩xima para establecer consenso dentro de las democracias representativas para la soluci贸n de sus conflictos.
Asimismo para Bernard Manin: 鈥Los medios de masas, no obstante, favorecen determinadas cualidades personales: Los candidatos exitosos no son los notables locales, sino lo que calificar铆amos de personajes medi谩ticos, personas que tienen un mejor dominio de las t茅cnicas de la comunicaci贸n medi谩tica que otras. Lo que estamos percibiendo hoy no es una desviaci贸n de los principios del gobierno representativo, sino un cambio en los tipos de 茅lites seleccionadas. Las elecciones siguen otorgando cargos a individuos con caracter铆sticas distintivas; conservan el car谩cter elitista que siempre tuvieron. No obstante, una nueva elite de expertos en comunicaci贸n ha reemplazado al activista pol铆tico y al bur贸crata del partido. La democracia de audiencias es el gobierno de los expertos en medios鈥. (Manin, Bernard, 1997)
De all铆 que los pol铆ticos profesionales y los l铆deres busquen escenificarse en la palestra p煤blica que los medios de comunicaci贸n masiva les proporcionan, y de 茅se modo poder hacer llegar a los ciudadanos sus proyectos y planteamientos pol铆ticos a un colectivo en especial, tanto local, nacional como internacional.
Dadas las tendencias pol铆ticas en la actualidad, 鈥渓a exposici贸n peri贸dica medi谩tica como periodista o integrante del espect谩culo pr谩cticamente garantiza un ingreso exitoso a la pol铆tica nacional y local鈥濃︹漇贸lo los pol铆ticos que saben moverse en los medios son capaces de conservar sus cargos pol铆ticos, y eso mientras no se perfile otra personalidad medi谩tica capaz de superar sus niveles de popularidad鈥. (Garc铆a Jr. 2004)
Sin embargo, Francisco Laporta ha puesto el dedo en el centro del circulo聽 denunciando la perversa desnaturalizaci贸n que sufre la prensa libre tanto cuando se somete al poder ejecutivo como cuando trata de competir con 茅l, ejerciendo un poder paralelo e incontrolado sobre los ciudadanos. Y si esta corrupci贸n period铆stica se generaliza, tambi茅n se pervierte la democracia, que no puede funcionar sin una prensa libre e independiente. (Gil Calvo, 2002)
Asimismo para el tema que nos ocupa podemos destacar聽 nuevas formas interpretativas como el t茅rmino metapol铆tica, t茅rmino que se presenta de suma importancia a la hora de establecer las nuevas formas de pensar la democracia. Es decir, la metapol铆tica se presenta desde tres dimensiones: medios, pol铆tica y democracia, y por ello, en los actuales momentos de profundos cambios globales y locales en torno a las estructuras del Estado, no podemos pensar ninguna de ellas sin el concurso de las otras. (Cansino: 2011)
Incluso, sin los medios, el pol铆tico en nuestra 茅poca se haya a la deriva para publicitar sus reivindicaciones pol铆ticas y sociales. De hecho, 鈥淟a situaci贸n actual parece obedecer a dos causas. Primera, los canales de la comunicaci贸n pol铆tica afectan a la naturaleza de la relaci贸n representativa: mediante la radio y la televisi贸n, los candidatos pueden, de nuevo, volverse a comunicar directamente con sus circunscripciones sin la mediaci贸n de la red del partido. Ha pasado la 茅poca del activista y del hombre de partido鈥.聽 (Manin: 1997).聽
Estos liderazgos personalistas se valen de la crisis social y del agotamiento de la democracia, para proyectarse como 鈥渓os salvadores y rescatadores de los valores perdidos鈥 en un mesianismo, proyectado en la pantalla chica de los medios y publicitado por la propaganda en muchos de los diarios de gran tiraje nacional. Casos que se han vislumbrado en pa铆ses como Ecuador, Argentina, Per煤, Bolivia, Brasil, Colombia y Venezuela en las 煤ltimas d茅cadas.
De hecho las sociedades que viven en sistemas pol铆ticos con altos niveles de desconfianza, y en donde, los actores pol铆ticos no聽 garantizan los acuerdos, pactos, reglamentos y los derechos humanos, es muy dif铆cil lograr construir, y generar confianza en los ciudadanos para crear Capital Social4 , tanto pol铆tico, como econ贸mico. Por la falta manifiesta de los agentes y actores pol铆ticos, para crear un ambiente id贸neo para la cooperaci贸n de capacidad asociativa en sus gobiernos. Lo que termina generando la crisis de la gobernabilidad.
As铆 las cosas, y como bien lo se帽ala Sandro Macassi Lavander: 鈥渃recientemente los medios de comunicaci贸n sustituyen a la comunicaci贸n pol铆tica, constituy茅ndose ellos mismos en escenarios, en actores y en catalizadores de la comunicaci贸n pol铆tica鈥. (Macassi, 2002)
En tal sentido, para Alfredo Ramos Jim茅nez; 鈥渆l r茅gimen del chavismo se instala desde entonces como desgobierno, en el sentido de que las tareas de gobierno son desplazadas y sustituidas por acciones y decisiones encaminadas a la preservaci贸n de las posiciones de poder leg铆timamente adquiridas: en otras palabras, el titular del Gobierno y sus colaboradores dejan de gobernar a fin de mantenerse en el poder鈥. (Ramos Jim茅nez, 2004)
Ahora bien, 鈥渓os medios de comunicaci贸n, por su parte, operan en la primera etapa de los conflictos pues son los primeros en visibilizar o no las necesidades de los grupos sociales, en dar publicidad a las demandas colectivas, o en dar voz y autor铆a social a los l铆deres que las representan鈥. (Macassi, 2002)
Sin embargo el pasado de una ilusi贸n en Venezuela se debe al declive popular del presidente de Venezuela por su posici贸n de confrontaci贸n con todos los sectores vivos de la naci贸n, incluyendo los medios de comunicaci贸n. De all铆, estos medios de comunicaci贸n venezolanos con un gran poder econ贸mico y social act煤an como la oposici贸n m谩s aguerrida. Al reconocerles este papel a los medios de comunicaci贸n, se presenta una debilidad聽 institucional en la funci贸n de los partidos pol铆ticos en Venezuela como gestores pol铆ticos para la resoluci贸n de los problemas sociales en la construcci贸n y establecimiento de la democracia. Pero tambi茅n para repensar la democracia y las instituciones de dicho pa铆s.
Es decir, sin los medios de comunicaci贸n en Venezuela, las tropel铆as del chavismo, militar-militarista no hubiesen tenido freno sin los medios. Y todo ese c煤mulo de ineficiencias, corrupci贸n, violaci贸n a los Derechos Humanos, violaci贸n a la Constituci贸n de 1999 y faltas de rendiciones de cuentas del desgobierno chavista, se han ventilado gracias a un grupo de medios de informaci贸n c贸nsonos con la idea de libertad de expresi贸n, representaci贸n, participaci贸n, respeto a la propiedad privada, y valores de la democracia.
Pero resulta claro destacar que: 鈥淟a historia ha demostrado que cuando menos controles tiene y mas desbocada es la propaganda gubernamental, menores son los chances de 茅xito de las democracias. Los europeos aprendieron bien la lecci贸n. Despu茅s de las devastadoras聽 campa帽as de propaganda Nazi y fascista, se dieron a la tarea de crear medios p煤blicos, alejados de injerencias gubernamentales y con altos est谩ndares de calidad informativa鈥. (Trotti: 2011)
Ahora bien, la democracia en Venezuela la est谩n reestructurando los medios y la uni贸n (por cierto en aumento de su legitimidad institucional) de distintos partidos pol铆ticos, organizados en la Mesa de la Unidad Democr谩tica (MUD). En efecto, la eficacia dentro del discurso manejado por los medios de comunicaci贸n e informaci贸n y su influencia en la mayor铆a de la sociedad civil adversa al 鈥減royecto revolucionario鈥 de Ch谩vez聽 ha resultado en la repolitizaci贸n de la sociedad en general para deslegitimar el poder pol铆tico del actual presidente聽 del desgobierno. Es all铆, en donde los medios como representantes del disgusto colectivo toman la palestra p煤blica actuando como una oposici贸n hacia la funci贸n de gobierno por la grave crisis de gobernabilidad y la baja institucionalizaci贸n de los partidos pol铆ticos adversos al r茅gimen.
Cabe destacar que聽 Venezuela en los 煤ltimos tiempos se ha transformado en un pa铆s con una gran confrontaci贸n pol铆tico-social y medi谩tica. Ello a su vez, afecta el imaginario colectivo, encendiendo las pasiones de lado y lado. Tanto para los opositores al r茅gimen, como a los adeptos a 茅l. Por su parte, Alfredo Ramos Jim茅nez ha observado el hecho de que el 鈥渋ngrediente postmoderno del populismo puede encontrarse tambi茅n en ciertos avances de la video-pol铆tica o la pol铆tica-espect谩culo en los a帽os recientes鈥. (Ramos Jim茅nez: 2002)
Desde 1999 la democracia va en declive institucional, por aquello de la democracia participativa, y en sus formas partidos de concebirla. En efecto, 鈥desde el punto de vista institucional tal proyecto se ha plasmado en ciertos cambios introducidos en la Constituci贸n nacional, pues mientras la de 1961 defin铆a expresamente la forma del gobierno del pa铆s como una democracia representativa, y otorgaba a los partidos pol铆ticos un papel destacado como instrumentos a trav茅s de los cuales se iba a ejercer la representaci贸n pol铆tica, la nueva Constituci贸n de 1999, al referirse a la democracia venezolana, suprime totalmente el adjetivo representativa para calificarla, en cambio, como participativa y protag贸nica, y elimina la anterior menci贸n a los partidos pol铆ticos y a sus funciones鈥.6
Si lo anteriormente expuesto es cierto, entonces como consecuencia de la falta de representatividad de la sociedad civil venezolana venida a menos en un聽 discurso trasnochado participativo 鈥 socialista,聽 el escenario lo prestan los medios, para publicitar la falsa propaganda del desgobierno con ribetes totalitarios.聽 As铆, 鈥渓a naturaleza de la propaganda en el interior de un pa铆s var铆a enormemente de acuerdo con el r茅gimen pol铆tico: en los reg铆menes autoritarios o totalitarios la propaganda est谩 firmemente bajo el control del Estado o del partido dominante y es utilizada con fines de expansi贸n o consolidaci贸n del r茅gimen para inculcar en la poblaci贸n una versi贸n simplificada de la ideolog铆a oficial y para combatir las formas internas de oposici贸n鈥. (Sani: 1997:1299)
El anterior concepto se aplica ampliamente en la Venezuela de la falsa revoluci贸n Bolivariana del siglo XXI. Ello es as铆, por los constantes ataques que el presidente lanza a los actores y sectores en pugna en la arena pol铆tica y en el sistema de gobernar totalitariamente de forma pretoriana que realiza bajo un verbo provocador de la anarqu铆a, transformando al Estado venezolano en un Estado Trasgresor de sus propias bases constitucionales (Proyecto de Reforma Constitucional 2007, 26 Leyes de la habilitante 2008, proyecto de Enmienda Constitucional en 2009). De hecho dichas proposiciones del ejecutivo no fueron avaladas por los votantes venezolanos en su momento.
En b煤squeda de un an谩lisis m谩s desprendido de las pasiones que despierta 茅ste pol茅mico debate, debemos afirmar la importancia que ha jugado en un principio el Presidente Hugo Ch谩vez para 鈥減olitizar鈥 a la sociedad civil venezolana que ven铆a de una apat铆a pol铆tica, o de una desafecci贸n pol铆tica hacia los asuntos p煤blicos de inter茅s en la vida colectiva. Eso ha sido positivo para la democratizaci贸n de la cultura pol铆tica, pero tambi茅n ha sido la camisa de fuerza para el propio presidente el cual se encuentra fuertemente renuente a escuchar las voces disidentes a su estilo de gobierno, por su personalidad autoritaria y su verbo demag贸gico.
Es decir, de la repolitizaci贸n en un comienzo del gobierno de Ch谩vez 1998, 1999, 2000, se hace una regresi贸n a la desafecci贸n pol铆tica como componente por la gran abstenci贸n que se ha observado en los 煤ltimos procesos electorales en Venezuela. Sigue la sociedad desmotivada y regresa a posturas privadas de soluci贸n de los conflictos generales lo que ha dinamizado en gran medida la violencia dentro del Estado Venezolano y su claro declive e ineficacia para operacionalizar pol铆ticas de gobierno en el Estado en el tiempo.
Bien, desde los puntos de vista de la situaci贸n pol铆tica que vive Venezuela en estos tiempos a partir del 11 de Abril de 20027, los medios se han radicalizado (y no sin raz贸n) en busca de una salida negociada m谩s no dialogada con el Presidente y su equipo de trabajo que no han querido entender, ni comprender la grave conflictividad pol铆tica, econ贸mica y social por la cual transita Venezuela desde 1998 hasta la actualidad. Y m谩s a煤n, con la grave situaci贸n de poca credibilidad institucional luego del refer茅ndum revocatorio de mandato presidencial del 15 de agosto del a帽o 2004, que estuvo te帽ido de acusaciones de fraude entorno a miembros de Consejo Nacional Electoral (CNE). Fen贸meno pol铆tico 煤nico en su tipo en Latinoam茅rica. Primero por la realizaci贸n de dicho acto refrendario, y segundo por la comprobaci贸n t茅cnica de un posible fraude fraguado por el Poder Ejecutivo. Aunados a帽os despu茅s al cierre de la planta de televisi贸n RCTV.8
Entre otras dificultades, y en contraste con el estudio de Marcos Novaro; 鈥淓l prototipo es, el demagogo populista de las lindes electorales que promete m谩s de lo razonable, introduce la arbitrariedad personal all铆 donde deber铆a regir c谩lculos estrictos de costo-oportunidad, y que se muestra endemoniadamente convencido de ciertas ideas que no tienen comprobaci贸n emp铆rica鈥. (Novaro, Marcos, 2000) De 茅sta manera, los populismos se establecen en el Estado democr谩tico presidencialista de gobierno. Vali茅ndose el l铆der neopopulista de la fuerza que le otorga el poder ejecutivo, y para lograr su victoria y con su carisma, que aprovecha al m谩ximo por la despolitizaci贸n ciudadana; que se origin贸 por la crisis en la funci贸n de los partidos pol铆ticos tradicionales. Fen贸meno presente en nuestras instituciones huecas o mal institucionalizadas, como ya lo hab铆a anunciado Larry Diamond, 鈥渓a pol铆tica contempor谩nea es cada vez m谩s una compleja articulaci贸n de t茅cnicas鈥. (Rivas Leone, 1999) De ah铆 deviene una suerte de democracia plebiscitar铆a por principio demag贸gico que fundamentan los outsiders de la pol铆tica, con un discurso de la antipol铆tica proyectada en los medios de comunicaci贸n.
Por lo tanto, y en cierto modo, cabr铆a decir que los medios de comunicaci贸n, y bajo su influjo en la representaci贸n pol铆tica, logran cambiar la cultura pol铆tica (tanto en el 谩mbito positivo como en el negativo) del comportamiento pol铆tico dentro de los pa铆ses en donde 茅stos act煤an dependiendo de la situaci贸n de conflictividad entre gobierno, ciudadanos y medios de comunicaci贸n. Para Pierre-Andr茅 Taguieff, 鈥渓a comunicaci贸n televisiva se convierte en un sustituto de las pr谩cticas democr谩ticas 鈥揳lgo as铆 como la realizaci贸n simb贸lica del sue帽o de la democracia directa鈥. (Taguieff, 1996). Y es la base de todo l铆der video-populista que aprovecha la televisi贸n para su demagogia. O aprovecha la imagen para establecer su autoritarismo. Y permiten al ciudadano acceder (no todos por supuesto) a los medios para manifestar sus criterios y puntos de vista.
Hoy m谩s que nunca, bajo el marco de la globalizaci贸n es necesario recrear la vinculaci贸n entre Estado y mercado, corporaciones transnacionales multimedia, procesos de concentraci贸n industrial y desarrollo econ贸mico local regional, estudiando las nuevas formas de partidos cosmopolitas (Beck, 2002) dentro y fuera de las fronteras a fin de dise帽ar alternativas de control democr谩tico a la comunidad. Pero si hay algo en lo cual la comunidad tanto pol铆tica como de la sociedad civil, es que no pueden tener control sobre el mercado y sus cambios. Precisamente, 鈥渓a globalizaci贸n significa tambi茅n: ausencia de Estado mundial; m谩s concretamente: sociedad mundial sin Estado mundial y sin gobierno mundial. Estamos asistiendo a la difusi贸n de un capitalismo globalmente desorganizado, donde no existe ning煤n poder hegem贸nico ni ning煤n r茅gimen internacional, ya de tipo econ贸mico ya pol铆tico鈥. (Beck, 1999)
Bien se puede pensar que los nuevos liderazgos en su gran mayor铆a se presentan ante los ciudadanos con una personalidad carism谩tica, m谩s no de tipo racional legal (Weber, 1992) que comporta una plataforma partidista. Por empezar 鈥渄e esta manera, el populismo, parecer铆a un pretexto, a un membrete a falta de otro mejor, para referirse a una diversidad de temas鈥. 聽(Burbano de Lara, 1998) Los cuales por su diversidad se deben plantear en el contexto sociol贸gico pol铆tico de cada sociedad en donde aparezca el fen贸meno del populismo o, neopopulismo como forma para explicar los modos de conducci贸n de un gobierno determinado por su l铆der, porque responde a nuevos liderazgos pol铆ticos, cuyo significado no es muy claro de definir.
Felipe Burbano de Lara se pregunta, y la comparaci贸n con lo aqu铆 planteado se nos presenta pertinente: 鈥溌縃asta d贸nde son populistas o neopopulistas estos liderazgos, y a partir de qu茅 empiezan a ser fen贸menos con identidad propia, con rasgos nuevos y espec铆ficos?鈥. (De Lara- Burbano)
Se podr铆a responder, siguiendo a Felipe Burbano de Lara; que la forma cl谩sica del populismo respond铆a a las masas urbanas, como por ejemplo los Descamisados en la Argentina de Per贸n; En el caso del neopopulismo, responde a la insatisfacci贸n de los ciudadanos descontentos-despolitizados-cansados, con la forma partido de llevar el manejo del Estado. De hecho el t茅rmino neopopulismo con sus pr谩cticas neoliberales y excluyentes desplaza el t茅rmino cl谩sico de populismo, complicando a煤n m谩s su clara definici贸n para la pol铆tica como ciencia y para las soluciones dentro de las administraciones publicas del subcontinente.
Los neopopulismos, 鈥渟e trata de una forma de liderazgo muy personalizada que emerge de una crisis institucional聽 de la democracia y del Estado, de un agotamiento de identidades conectadas con determinados reg铆menes de partido y ciertos movimientos sociales, de un desencanto general frente a la pol铆tica, y del empobrecimiento generalizado tras de la d茅cada perdida鈥. (Burbano de Lara, 1998)
Por sus consecuencias, 鈥渓a crisis pol铆tica en Venezuela se ha asociado principalmente a la agudizaci贸n de los problemas pol铆ticos y econ贸micos registrados desde 1989. 脡sta, habr铆a sido determinante tanto en la frustraci贸n de las expectativas depositadas en la democracia de partidos como en la decepci贸n general respecto de los l铆deres que la hab铆an encabezado. M谩s a煤n, el d茅ficit fiscal, la recesi贸n y la inflaci贸n, habr铆an actuado como ingrediente econ贸mico disolvente de las lealtades, favoreciendo la gran desafecci贸n hacia los pol铆ticos y la pol铆tica鈥. (Ramos Jim茅nez: 2011; Garc铆a Samaniego:2010)
En consecuencia, los factores econ贸micos de la crisis; sirven para explicar la ca铆da institucional en las preferencias pol铆ticas, que se correspondieron a una repentina p茅rdida de inter茅s de la poblaci贸n (como lo hemos llamado, la desafecci贸n a los pol铆ticos y la pol铆tica) por la consolidaci贸n institucional y la democratizaci贸n, urgida ahora por nuevos y alarmantes problemas socio-econ贸micos.
Ahora bien, si en una 茅poca se despolitizaba la sociedad civil en Venezuela, a ra铆z de la poca credibilidad en los partidos pol铆ticos tradicionales. Ahora se presenta una repolitizaci贸n dentro de la misma sociedad, cansada 茅sta de los abusos de poder por parte del presidencialismo excesivo neopopulista del presidente, que est谩 tendiendo m谩s a posiciones de car谩cter autoritario, que de tipo democr谩tico.
La profunda crisis de la democracia est谩 representada por el desplazamiento del espacio en donde se ejecuta la pol铆tica (incluyendo la democr谩tica), hacia el mundo de lo virtual y de lo ef铆mero; proceso ampliamente soportado por fen贸menos concurrentes con el despliegue de las tecnolog铆as de la informaci贸n: la ausencia de preparaci贸n del ciudadano para el debate pol铆tico atento e informado y la influencia preponderante de las im谩genes sobre los contenidos a la hora de formarse la opini贸n p煤blica.
Si definimos la Democracia literalmente como 鈥減oder del pueblo鈥, soberan铆a y mando del聽 demos.El problema siempre ha sido de qu茅 modo y qu茅 cantidad de poder transferir desde la base hasta el v茅rtice del sistema potestativo. Una cuesti贸n es la titularidad y otro bien diferente es el ejercicio del poder鈥. (Sartori: 1998).
Algunos investigadores, como Sartori, cuestionan la posibilidad de mayor ejercicio directo de la democracia por el 鈥渘o saber鈥 generalizado, a despecho de los que consideran que 茅ste es el camino para superar el discrecionalismo (igualmente ignorante) de los representantes.
Otra forma de definir la democracia es calificarla como el gobierno de la opini贸n; y realmente el pueblo soberano 鈥渙pina鈥, pero lo hace (seg煤n Sartori) en funci贸n de c贸mo la televisi贸n le induce a opinar.
En sus investigaciones sobre los efectos del medio televisivo, Sartori nos afirma que el acto de tele-ver est谩 cambiando la naturaleza esencial del hombre, remarcando su preocupaci贸n por la preeminencia de un ser humano (al que denomina video-ni帽o) educado en el tele-ver 鈥 delante de un televisor鈥攊ncluso antes de saber leer y escribir. (Sartori:1998) Ha sido se帽alado que es caracter铆stico de la televisi贸n el destruir m谩s saber y m谩s entendimiento que el que transmite, de all铆 que las cualidades que posee 茅ste tele-ciudadano trae aparejadas consecuencias de largo alcance: este ciudadano es capaz de ver sin entender, y ello tiene una incidencia inmediata en la video-pol铆tica y en el poder pol铆tico de la televisi贸n. Nos encontramos ante el hecho de que las im谩genes tienen preeminencia sobre lo inteligible, y as铆 al conducir la opini贸n, el poder de la imagen se coloca en el centro de todos los procesos de la pol铆tica contempor谩nea, incluida la pol铆tica democr谩tica.
Ciertamente es discutible la calidad de una democracia tal. El progreso de la democracia depende de un demos representativo, interesado e informado sobre pol铆tica, pero la educaci贸n formal (una caracter铆stica generalmente asociada a los participantes de los nuevos medios de comunicaci贸n) por s铆 misma no favorece un mejor entendimiento de las cuestiones pol铆ticas. En ese sentido, las posibilidades de opinar no parecen escapar a esta determinaci贸n. Hoy en d铆a, m谩s que pasando a una democracia electr贸nica directa (aunque formalmente se instaure), se estar铆a generalizando una democracia video-dependiente.
Debe concluir, por tanto, que la relaci贸n medios 鈥 acci贸n pol铆tica, contin煤a siendo altamente compleja聽 y, el nuevo poder de penetraci贸n adquirido por los espacios medi谩ticos, gracias a la confluencia de las tecnolog铆as inform谩ticas y de telecomunicaciones, sin lugar a dudas ha modificado ampliamente los espacios en los cuales se desarrollan muchas pr谩cticas sociales. La realizaci贸n de la pol铆tica (la constituci贸n, desarrollo y mantenimiento del poder) no ha escapado a esta influencia y, ciertamente, la presencia en los medios telem谩ticos es una condici贸n de creciente importancia para la sobre vivencia como opci贸n pol铆tica real siempre en condiciones democr谩ticas.
No se trata de negar la existencia de otras formas de actividad pol铆tica fuera de los medios (grupos de inter茅s, grupos de presi贸n, movimientos sociales, ONG鈥 S, organizaciones supra-nacionales, m铆tines, contacto personal, movilizaciones, etc.鈥), pero si se afirma categ贸ricamente que su efectividad se potencia en la medida que funcionan como mecanismos para aparecer en los medios. Y de all铆 influir en la toma de las decisiones en las democracias.

 

FORMAS PRETORIANAS EN LA POLITICA VENEZOLANA.
Es un hecho que, las nuevas formas de comprender y repensar la democracia y las funciones pol铆ticas en Am茅rica Latina, se nos plantea relevante por la necesidad de superar los grandes conflictos pol铆ticos y econ贸micos en la regi贸n de la mano de liderazgos alejados de la forma partido institucionalizados de organizar la democracia. As铆 se destaca esta sugerente obra (Las formas modernas de la pol铆tica) como base de un trabajo llevado ya a帽os atr谩s sobre el d茅ficit de la democratizaci贸n bajo la 贸ptica de la comparaci贸n en la ciencia pol铆tica.聽聽聽聽聽 Tanto as铆, las preguntas planteadas para Alfredo Ramos Jim茅nez parten de una preocupaci贸n te贸rico-metodol贸gico en; 鈥溌縞贸mo pensar la pol铆tica democr谩tica en nuestros pa铆ses sin detenernos en la observaci贸n de las formas partidistas de hacer pol铆tica? 驴C贸mo establecer las responsabilidades de los actores pol铆ticos en el declive profundo de nuestros partidos pol铆ticos? 驴Por qu茅 los ciudadanos quieren muy poco a los partidos? 驴Hasta qu茅 punto los partidos constituyen el 煤nico ant铆doto conocido frente a la oferta de los l铆deres carism谩ticos y plebiscitarios?
Y sin embargo, 鈥pensar la democracia como forma de vida y a la pol铆tica, o sea al espacio p煤blico, como el lugar decisivo de la existencia humana, no deja de tener un ingrediente optimista. En efecto, aunque no tengo ning煤n argumento para demostrarlo, estoy convencido que las sociedades que avanzan, que conquistan mayores y mejores m谩rgenes de democracia y libertad, dif铆cilmente pueden preferir algo que las haga retroceder, algo que las perjudique; las sociedades que hicieron valer en alg煤n momento su deseo de ser libres, dif铆cilmente regresar谩n 鈥攏o al menos voluntariamente鈥 a la servidumbre del pasado autoritario. Es por eso que sostengo que as铆 como la democracia aspira a cada vez m谩s y mejor democracia, tambi茅n las sociedades libres aspiran a cada vez m谩s y mejor libertad. Con todo, tengo claro que hablar de la democracia desde lo social supone reconocer la total indeterminaci贸n de lo pol铆tico. En efecto, ah铆 donde coinciden hombres y mujeres al mismo tiempo iguales y diferentes todo puede pasar, la sociedad puede alcanzar consensos o terminar m谩s dividida o fragmentada que antes; puede incluso, en una situaci贸n extrema, renunciar a su libertad y optar por el sometimiento (como se sabe muchos tiranos del siglo XX llegaron al poder por la v铆a electoral)鈥. (Cansino: 2011) 聽
De hecho la necesidad de dar nuevas reflexiones un tanto apegadas a las nuevas realidades pol铆ticas supone comprender y entender la pol铆tica despu茅s de los partidos. Incluso, entender la pol铆tica en la globalizaci贸n econ贸mica y en la globalidad pol铆tica. Lo que supone reflexiones un tanto osadas y sumamente obligantes para el estudioso de la pol铆tica y la democracia en Am茅rica Latina.

En tal sentido, 鈥El pretorianismo, en un sentido limitado, se refiere a la intervenci贸n de los militares en pol铆tica, as铆 como el clericalismo a la participaci贸n de los dirigentes religiosos. Las causas de su intervenci贸n no residen en la naturaleza del grupo, sino en la estructura de la sociedad. Consisten, en especial, en la falta o debilidad de instituciones pol铆ticas efectivas en la sociedad. En una sociedad pretoriana no s贸lo los actores son variados, sino que tambi茅n lo son los m茅todos que se emplean para decidir en materia de cargos y normas. Cada grupo utiliza medios que reflejan su naturaleza y capacidades peculiares. Los adinerados sobornan, los estudiantes se amotinan, los obreros se declaran en huelga, las multitudes realizan manifestaciones y los militares golpean. A falta de procedimientos aceptados, en el escenario pol铆tico se encuentran todas estas formas de acci贸n directa. La falta de instituciones pol铆ticas efectivas en una sociedad pretoriana significa que el poder se encuentra fragmentado se presenta en muchas formas y en peque帽as cantidades鈥. (Huntington:1997)
Ahora bien, el declive de las formas partidos de organizar la democracia en las 煤ltimas d茅cadas ha llevado al surgimiento de tipos de pol铆ticos alejados de la profesionalizaci贸n dentro de los partidos, y ello conlleva a la antipol铆tica que en muchos sentidos niega el respeto a las leyes, y adem谩s, crea un estado de incertidumbre general en el relanzamiento de pol铆ticos outsider de la pol铆tica ampliando de manera preocupante tipos de gobiernos neopopulistas, hacia formas totalitarias como pasa en la Venezuela de la mal llamada revoluci贸n del siglo XXI, en unos casos, o tipos de reg铆menes pol铆ticos en donde la competici贸n entre oposici贸n y gobierno es escasa, dando al traste con el desarrollo de la gobernabilidad hacia el desgobierno de los sistemas mal llevados por estos tipos de pol铆ticos improvisados, que en muchos sentidos se proyectan en los medios de comunicaci贸n en una video pol铆tica, o pol铆tica del espect谩culo. M谩s que todo un show propagand铆stico derrochador en exceso de los dineros p煤blicos avalados por altos 铆ndices de corrupci贸n desde el ejecutivo.
En otro orden de ideas Steve Ellner plantea que los or铆genes del populismo en Venezuela tienen que ver con 鈥淟a utilizaci贸n de s铆mbolos f谩cilmente identificables fue la marca de f谩brica del estilo de AD. Este partido adopt贸 el emblema popular de 鈥淛uan Bimba鈥, considerando como la quintaesencia del hombre venezolano humilde y haci茅ndolo representar como el t铆pico miembro de partido. El Juan Bimba de AD estaba vestido con ropas harapientas, sosten铆a un pedazo de pan en su bolsillo y usaba alpargatas (cholas). Significativamente聽 Juan Bimba era un campesino, que en la Venezuela de los a帽os 40 representaba a una mayor铆a de la poblaci贸n, en vez del trabajador urbano. AD se hac铆a llamar el 鈥淧artido de los choludos鈥 (aquellos que usaban alpargatas), una palabra que conjuraba una imagen tan evocativa como el t茅rmino peronista descamisados. Al igual que su contraparte argentino, alpargat煤o ten铆a originalmente connotaciones despectivas, pronto se convirti贸 en un motivo de orgullo para los seguidores leales de AD.鈥 (Ellner, 1997:24)
Es decir, se implanta dentro de sistema pol铆tico la ingobernabilidad haciendo de los Estados y pa铆ses que la padecen aumentar sus conflictos sociales, ya que el sistema se presenta inviable y las soluciones pol铆ticas tienden a ser llevadas a cabo de manera poco convencional, (caso de Argentina, Bolivia, Ecuador, por ejemplo) sumamente personal y sobre todo negando las instituciones p煤blicas creadas para tales fines. El ejemplo de Venezuela se presenta verificable en cuanto a las instituciones del Estado y gubernaturas se encuentran en manos de militares o ex militares adeptos y sumisos al proyecto totalitario del partido 煤nico PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) que s贸lo responde al mandato de Ch谩vez acabando con el proceso de la descentralizaci贸n.
Por ello el prop贸sito del an谩lisis ac谩 expuesto por Alfredo Ramos Jim茅nez no es otro; 鈥渜ue el reformular, en sus l铆neas generales, el problema de la democracia en el devenir del pensamiento pol铆tico latinoamericano en la 煤ltima parte del siglo XX, y principios del XXI, en la medida que constituye el reflejo de un principio constitutivo de los diversos agentes sociales de la historia continental y, por lo mismo, revela la forma que ha prevalecido en la construcci贸n hegem贸nica de los diversos bloques de poder en nuestros pa铆ses en la 茅poca reciente鈥. (Ramos Jim茅nez: 42:2008)
El desarrollo del d茅ficit de la democracia y el declive de los partidos pol铆ticos para dirimir el conflicto entre el Estado y la sociedad civil va condicionando y procesando dentro de la sociedad, un claro descontento con los pol铆ticos tradicionales, y el ciudadano comienza a sentirse atra铆do por discursos reivindicativos, en promesas de mejoras sociales por las graves deficiencias de las pol铆ticas implementadas 茅pocas reciente de modo netamente de corte populista, militar militarista en un claro ataque no, a la democracia, sino al sistema republicano que es la base del comienzo de todo totalitarismo.
Asimismo, Ellner pone de manifiesto como: 鈥El fen贸meno del 鈥渉iperpresidencialismo鈥, el cual incluye el debilitamiento del congreso y otras instituciones de equilibrio y control, evoca la imagen de los presidentes a lomo de caballo conocidos como caudillos, quienes gobernaron durante todo el siglo diecinueve. Parte de la explicaci贸n de la atrofia institucional es la respuesta de Am茅rica Latina al estancamiento econ贸mico que ha caracterizado al continente por m谩s de dos d茅cadas. En su prisa por implementar las reformas del 鈥渢ratamiento de choque鈥, los presidentes neoliberales en Am茅rica Latina聽 han menospreciado los congresos y a煤n sus propios partidos pol铆ticos, revertiendo de esta manera un siglo de construcci贸n de instituciones pol铆ticas. Al mismo tiempo, ellos generalmente no se han sincerado con los votantes en el sentido de que no preparan la opini贸n p煤blica por las medidas de austeridad, debilitando en esta forma la credibilidad de la democracia. La decepci贸n de la pol铆tica y de los pol铆ticos se refleja en el descenso de la membrec铆a de los partidos鈥. (Ellner; 2008)
De tal forma para construir, 鈥渦na teor铆a general del Estado que d茅 cuenta de la especificidad de la acci贸n estatal e intervenci贸n en nuestras formaciones sociales perif茅ricas del capitalismo y, en un plano m谩s especifico, la de identificar aquellas pr谩cticas democr谩ticas que definen el momento pol铆tico actual de las relaciones de fuerza, como factor crucial para la explicaci贸n de la din谩mica social en Am茅rica Latina鈥. (Ramos Jim茅nez: 42:2008)
De la aguda crisis de representaci贸n que viven los actuales y muy debilitados partidos, en torno a la democratizaci贸n y buen desarrollo de la gobernabilidad del sistema pol铆tico, da paso a la desafecci贸n pol铆tica por parte del ciudadano como componente y fen贸meno que se desarrolla dentro de nuestras escasas culturas pol铆ticas. Ya que la sociedad pol铆tica se halla un tanto a la deriva gracias a las manifestaciones de corte anti institucionales afectando de manera clara las potencialidades de lograr mayor cobertura social entre: Estado, sociedad pol铆tica, y sociedad civil.
Si esto es as铆, 鈥habr铆a que poner en tela de juicio aquellas posiciones que miran con desd茅n el aporte ciudadano a la democracia en Am茅rica Latina, y que se refieren a los ciudadanos de nuestra regi贸n como 鈥渃iudadanos de baja intensidad鈥 (v. gr.: O鈥 Donnell, 1994) o 鈥渃iudadanos precarios鈥 (v. gr.: Durand Ponte, 2010). En contra de este tipo de posiciones, considero que no es poca cosa para cualquier sociedad tener que cargar sobre sus espaldas con todo el peso que significa mantener democracias tan endebles y fr谩giles como las latinoamericanas (sometidas a tantos embates que la amenazan permanentemente, empezando por la ineficacia y el desinter茅s de las elites pol铆ticas). Es m谩s, en contraste con lo que ocurre en democracias consolidadas, donde las instituciones y las pr谩cticas democr谩ticas, por as铆 decirlo, caminan solas, en democracias no consolidadas, el papel de la ciudadan铆a es por necesidad m谩s activo y decisivo, pues si los individuos en estas realidades insuficientemente democr谩ticas flaquean y no se hacen cargo de dichas inconsistencias lo m谩s probable es que se retroceder铆a a estadios pre democr谩ticos a los que la mayor铆a no quisiera regresar bajo ninguna circunstancia鈥. (Cansino: 2011)
Del claro declive de las elites pol铆ticas y sus funciones como formadores de procesos democratizadores va postulando su concepci贸n bajo la conceptualizaci贸n de Antonio Gramsci como la crisis de la hegemon铆a. Por ello, 鈥la articulaci贸n contradictoria Estado/partidos/opini贸n p煤blica resulta clave para imponer a la democracia como la forma hegem贸nica de la pol铆tica. Y el forcejeo entre partidos y opini贸n p煤blica por asegurarse el control de la decisi贸n pol铆tica constituye hoy en d铆a el mecanismo pol铆tico que caracteriza la producci贸n de las relaciones de ciudadan铆a, destinadas a cimentar la institucionalidad del nuevo orden democr谩tico鈥. (Ramos Jim茅nez: 73:2008)
En cuanto al claro disfuncionamiento de los partidos y sistemas de partidos, por la falta de inter茅s por parte de la sociedad civil con claros vestigios totalitarios va corriendo hacia una clara privatizaci贸n de las forma partido y ello va acumulando el d茅ficit de la democracia a niveles internos dentro de las estructuras pol铆ticas que van perdiendo funcionalidad para reorganizar el Estado, y la sociedad pol铆tica no congenia con la sociedad civil, termina siendo lo que para O麓Donnell; son las democracias delegativas.
Sin embargo, y, por el contrario, como ense帽a una tradici贸n de pensamiento que va de Hannah Arendt a Claude Lefort y Cornelius Castoriadis, cuya caracter铆stica dominante es pensar la democracia en clave postotalitaria, es ahora y no antes cuando la sociedad se reconcilia por primera vez consigo misma, es ahora y no antes cuando los individuos pueden concebirse y asumirse como sujetos pol铆ticos, y es ahora y no antes cuando la democracia puede entenderse como una forma de vida y no s贸lo como una forma de gobierno. Que el principal instrumento al alcance de los ciudadanos para promover soluciones o buscar consensos sea ahora la pol铆tica, o sea el debate y la deliberaci贸n p煤blicas (aunque en muchas ocasiones es igualmente leg铆tima la resistencia y la desobediencia, siempre y cuando sean civiles y pac铆ficas, o sea que no atenten contra los derechos de terceros), y ya no la m铆tica lucha de clases o la confrontaci贸n violenta en cualquiera de sus expresiones, no significa que la sociedad civil haya perdido valor, congruencia o radicalidad, sino simplemente que ha aprendido a aceptar como un dato incontrovertible de su tiempo la pluralidad compleja y heterog茅nea que la cruza y, en consecuencia, lo intransigentes e intolerantes que resultan todas aquellas posiciones que se creen portadoras de verdades universales por lo que sus partidarios las quieren imponer al resto de la sociedad a como d茅 lugar鈥. (Cansino: 2011)
De tal manera, que el proceso de dominaci贸n carism谩tica, como lo estudi贸 Max Weber, 鈥supone un proceso de comunicaci贸n de car谩cter emotivo鈥. (Weber 194:1992) Es decir, los l铆deres populistas y neopopulistas, y totalitarios, tienden a explotar los sentimientos emotivos de la sociedad desprotegida. De ah铆, promueven soluciones casi siempre revolucionarias en contra de la administraci贸n pasada.
Evidentemente, Ellner nos explica desde el enfoque general de la situaci贸n en el continente como el neoliberalismo promovi贸 el discurso antipol铆tico. Veamos: 鈥淓l discurso neoliberal fue enga帽oso en otros aspectos. Su 茅nfasis sobre la necesidad de circunscribir el poder del gobierno central y promover la descentralizaci贸n fue frecuentemente una cortina de humo para ganar la aceptaci贸n del verdadero objetivo, es decir, la privatizaci贸n generalizada. As铆, por ejemplo, uno de los primeros manifiestos neoliberales que sali贸 de Venezuela fue recogido por el ejecutivo de los medios de comunicaci贸n Marcel Granier en 1987 y editado por el 鈥淕rupo Roraima鈥, de patrocinio empresarial, titulado 鈥淢谩s y Mejor Democracia鈥. El escrito aduc铆a el argumento neoliberal de la necesidad de frenar el 鈥渆xcesivo paternalismo estatal鈥, promover la descentralizaci贸n y 鈥渢ratar a los partidos pol铆ticos s贸lo como una organizaci贸n m谩s de la sociedad civil鈥 (Grupo Roraima 1987, 140).
Sin embargo, 鈥渆n ninguna parte hac铆a referencia el documento a la privatizaci贸n, omisi贸n esta la cual no fue sorprendente ya que fue mal vista en los a帽os despu茅s de la nacionalizaci贸n de la industria petrolera, en 1976. Sin embargo, una vez que la naturaleza supuestamente perniciosa del centralismo fue ampliamente reconocida, los miembros del antes se帽alado grupo abrazaron la privatizaci贸n, y el gobierno coloc贸 pr谩cticamente toda la industria b谩sica de la naci贸n junto con el sector de telecomunicaciones en el bloque de los apostadores de subastas. Las industrias de la electricidad, la sal y el sistema portuario fueron descentralizadas s贸lo para ser luego ofrecidas a los intereses privados. Realmente el destino de estos sectores fue una conclusi贸n perfectamente predecible ya que los gobiernos estadales simplemente carec铆an de los recursos, la tecnolog铆a y la experiencia para hacerse cargo de ellos鈥. (Ellner)
En este sentido Steve Ellner; que en un principio da la explicaci贸n desde el excesivo Estado neoliberal. El asunto se complica, dado que al pasar los a帽os y precisamente por el hiperpresidencialismo que 茅l propuso, pasamos a las manos de l铆deres de car谩cter anti-instituciones de corte militar con manifestaciones netamente mesi谩nicas en el poder. Y que a ra铆z de ello tratan por todos los canales posible de conquistar los poderes simb贸licos y los proyectan en la excesiva propaganda pol铆tica cargada de resentimiento de 茅pocas pasadas, que en su momento fueron las bases para la apertura, tanto econ贸mica como la apertura a la democracia representativa. Y todo ello gracias a los partidos pol铆ticos independientemente que se hayan fosilizado en el tiempo dando paso al fen贸meno Ch谩vez. Que en un comienzo fueron avalados por grupos de medios de comunicaci贸n e informaci贸n como: el Grupo Cisneros (Venevisi贸n TV) y el Grupo 1BC. (RCTV, Radio Caracas Radio).

A su vez, citando a Giovanni Sartori, Ren茅 Mayorga observa: 鈥渉ay varias explicaciones plausibles sobre el聽 por qu茅 de la antipol铆tica. Una de las mejores es, a su criterio, que la corrupci贸n pol铆tica ha alcanzado ya el punto cr铆tico de corromper la actividad pol铆tica misma鈥.9 De modo que, dentro de esta problem谩tica, se produce el nacimiento y establecimiento del fen贸meno de la antipol铆tica en Venezuela. Ello, producto de la corrupci贸n pol铆tica que min贸 al Estado Asistencial y corporativo arrastrando a los actores pol铆ticos provenientes o cercanos a los partidos pol铆ticos tradicionales a su declive y el clientelismo.

聽聽 聽聽聽聽聽聽 聽De hecho, 鈥poniendo en cuesti贸n el principio de representaci贸n y la necesidad misma de los partidos pol铆ticos, la antipol铆tica se presenta como una alternativa 鈥榬eal鈥 frente al sistema de partidos y propone en el fondo un tipo distinto de democracia: La democracia plebiscitaria鈥.10
Pero quede claro: en Venezuela la democracia ha fenecido, la MUD no termina de entender al totalitarismo del chavismo al que se enfrenta y la realidad; es que al estar todas las instituciones del Estado secuestradas por la bota militar de forma pretoriana totalitaria, seguir la divisi贸n partidista en el Pa铆s, es entregarle a煤n m谩s el futuro de nuestras generaciones a la bota militar de Ch谩vez.
As铆 fue que; 鈥la pol铆tica, o lo que queda de la pol铆tica entre nosotros, ha sido portadora de unos cuantos encuentros y desencuentros entre los principales actores, los mismos que ya ven铆an anunciados en la etapa hist贸rica precedente, convencionalmente identificada como democracia bipartidista, por unos 鈥搇os m谩s optimistas-, o democracia puntofijista, por otros, -los pesimistas-. Y ello en circunstancias tales que individualidades carism谩ticas, h谩biles prestidigitadores, campeones en la manipulaci贸n y la duplicidad fueron emergiendo en un terreno disponible para la aventura populista鈥. (Ramos Jim茅nez: 2011:11)
Sin embargo el pretorianismo en Venezuela se presenta bajo la totalizaci贸n del manejo de las instituciones del Estado en el desgobierno por parte, en casi su totalidad de militares en el poder, o ex militares, as铆 como la creaci贸n de grupos de milicias, fuera de las fuerzas castrenses. Y toda decisi贸n al respecto pasa por las decisiones del ejecutivo sin pasar su discusi贸n por la Asamblea Nacional y violando flagrantemente la Constituci贸n y el procesos de descentralizaci贸n de gobernaciones, alcald铆as entre otros, bajo una figura del Estado comunal.聽
Asimismo, 鈥Cualquiera que sea el derrotero de nuestros pa铆ses en el futuro inmediato, una cosa es cierta: nada preexiste al momento del encuentro o la interacci贸n de los ciudadanos; es aqu铆, en el espacio p煤blico, donde se definen y afirman los valores (y los contenidos de esos valores) que como tales han de articular a la sociedad. Es m谩s, reconocer la centralidad del espacio p煤blico para la democracia es reconocer que todo, absolutamente todo, es o puede ser 鈥減olitizable鈥, a condici贸n de que sea debatible, que se convierta en un asunto de deliberaci贸n p煤blica e inter茅s social鈥. (Cansinoi:2011)
En definitiva, la pol铆tica en democracia busca superar en secretismo de Estado y gobierno, se basa en la pol铆tica de la opini贸n p煤blica para proyectar y mejorar la vida en democracia, que gracias a los medios de comunicaci贸n, en especial de las tecnolog铆as de la informaci贸n para poder lograr las libertades de expresi贸n y el respeto a los Derechos Humanos en la comunicaci贸n pol铆tica. Sin ellos, el espacio pol铆tico, y la pol铆tica en democracia de cara al siglo XXI corre el peligro de morir entre: populismos, neopopulismos, autoritarismos y totalitarismos en sus diversas formas y manifestaciones.聽 En conclusi贸n, el espacio de la pol铆tica y la opini贸n p煤blica se construyen y fortalece en los espacios de las instituciones de la democr谩tica representativa con claras reglas del juego, entre oposici贸n, medios de informaci贸n, partidos pol铆ticos y sociedad civil, los gobiernos y el Estado.

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1 Polit贸logo. Mag铆ster. Miembro investigador del Centro de Investigaciones de Pol铆tica Comparada (CIPCOM-ULA) de la Universidad de Los Andes. M茅rida-Venezuela. Investigador acreditado por Programa de Promoci贸n al Investigador聽 (PPI 鈥 FONACIT- Nivel I) y el Programa de Estimulo al Investigador (PEI-CDCHT -ULA) M茅rida 鈥 Venezuela. Candidato a Doctor en Ciencias Humanas HUMANIC, Universidad de los Andes. E-mail: franciscogs@ula.ve聽 Este trabajo est谩 en el marco del proyecto de investigaci贸n financiado por el CDCHTA-ULA. 鈥淢edios de comunicaci贸n y democracia: El caso de la Venezuela de Ch谩vez (1999-2011)鈥.聽 Bajo el c贸digo: D-410-10-09-B.

2 Aqu铆, Ren茅 Mayorga cita a Andreas Schedler, en 鈥淎ntipolitical opposition. A Framework for comparative an谩lisis.鈥 Ponencia presentada al Viena Dialogue on democracy, 鈥淭he politics of antipolitics鈥, Viena, 7 al 10 de julio de 1974,聽 P.4.


3 V茅ase para m谩s detalle. Garc铆a Samaniego, Francisco Roberto. 鈥淢edios y pol铆tica en Venezuela bajo la revoluci贸n bolivariana鈥. En: Ramos Jim茅nez, Alfredo (compilador). La revoluci贸n Bolivariana. El pasado de una ilusi贸n. Editorial, La Hoja del Norte. 1陋 Edici贸n, Caracas 2011.

4 Para profundizar m谩s sobre el t茅rmino Capital Social, v茅ase, Putnam y Coleman, sus estudios hacen referencia a la necesidad de construir Capital Social; bajo la confianza que los ciudadanos depositan en las instituciones, para de all铆 lograr acuerdos y prop贸sitos para el buen desempe帽o de la democracia de calidad. De hecho, otros autores como, Pierre Bourdieu (+), Margaret Levi, Michael Taylor, Dietlind Stolle, Francisco Herreros, Henar Criado, Andr茅s de Francisco, entre otros, que en la actualidad est谩n dando aportes sobre el desarrollo acad茅mico聽 del聽 Capital Social como modelo de desarrollo autogestionario a contraposici贸n de modelos econ贸micos ya en desuso.

5 Rey, Juan Carlos. 鈥淓l ideario Bolivariano y la democracia en la Venezuela del siglo XXI鈥. En, Ramos Jim茅nez, Alfredo (compilador). La revoluci贸n Bolivariana. El pasado de una ilusi贸n. Editorial, La Hoja del Norte. 1陋 Edici贸n, Caracas, 2011.

6 D铆a en que se realiz贸 en Caracas-Venezuela una marcha de miles de opositores al r茅gimen de Ch谩vez la cual pretendi贸 llegar hasta el Palacio de Miraflores para demandar la renuncia del presidente. La situaci贸n se torna violenta por los grupos Violentos afectos al presidente que impidieron el paso de la marcha, situaci贸n que desemboc贸 en una balacera en donde mueren m谩s de 19 personas. Precisamente esas muertes generan la ca铆da de Ch谩vez por s贸lo 3 d铆as retornando al poder en la madrugada del 13 de abril de 2002.

7 Cierre el d铆a 27 de mayo de 2007 a las 11.59 pm. Radio Caracas Radio (RCTV). La televisora m谩s antigua de Venezuela, y la que ten铆a los programas de cr铆tica m谩s dura al r茅gimen de Ch谩vez, es cerrada de forma arbitraria y violando la Constituci贸n y reglamentaciones para dicho procedimiento. Televisora a煤n cerrada y sus aparatos de tecnolog铆a secuestrados por la Guardia Nacional Venezolana.


8 Aqu铆, Ren茅 Mayorga. Cita a Giovanni Sartori, Comparative constitutional engineering. An inquiry into structures, incentives and outcomes. New York: New York University Press, 1994, P.P. 145-151.

9 Mayorga, Ren茅 Antonio. Antipol铆tica y Neopopulismo. Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios. 1995. p. 10.