| RESUMEN En los últimos años, las encuestas sobre preferencias  electorales no sólo han sido utilizadas como instrumentos de investigación y  diagnóstico del mercado político electoral en América latina, sino también como  mecanismo para definir candidaturas a un puesto de elección popular por parte  de los diferentes partidos políticos. El uso de este método, ya sea de carácter indicativo o  definitorio de las candidaturas, ha desplazado, de cierta manera, a las  elecciones primarias o consultas internas sustentadas en el voto directo,  universal y secreto de los militantes y simpatizantes de un determinado partido  político o bajo elecciones abiertas a la sociedad. En el escrito, se aborda el estudio de las ventajas y  desventajas del uso de las encuestas como mecanismos para la elección de los  candidatos a un determinado puesto de elección popular, a la luz de la teoría  de la democracia participativa.  Palabras clave.  Encuestas, nuevo método de selección de candidatos, ventajas, desventajas,  elecciones internas y partidos políticos. ABSTRACT In the last  years electoral opinion polls have been used as investigation and diagnostics  tools in order to work with political market in Latin America and they have  been also mechanisms used by political parties to define candidates for  political posts. The use of  this method has put aside, in a way, primary elections or internal  consultations within the parties in which supporters can express their  preferences through direct, secret and universal vote. In this  paper we will consider participatory democracy theory to study advantages and  disadvantages of the use of this kind of surveys as mechanisms to select  candidates.     Key words: opinion polls – new method to select  candidates- advantages – disadvantages - internal elections - political  parties.      El Imperio de las Encuestas:Ventajas  y Desventajas del Nuevo Método
 de  Elección de Candidatos.
Andrés Valdez  Zepeda1  Arturo Aguilar  Aldrete2  Cándido  Cárdenas Flores3    1.  Introducción Como parte de la transición a la democracia, los partidos  políticos en México iniciaron un proceso de democratización interna en la que  se contemplaba la participación abierta de la sociedad y sus militantes y  simpatizantes en comicios para elegir a sus candidatos a los diferentes puestos  de elección popular. Sin embargo, estos comicios derivaron en escándalos,  conflictos y rupturas internas por la falta de una cultura democrática para  organizar de manera imparcial, limpia y legal este tipo de procesos, que finalmente  hicieron que los partidos reconsideraran su metodología para postular a sus  abanderados, ante el alto costo político-electoral que los “excesos” les  estaban generando en los comicios constitucionales. Fue así como, las primarias fueron reemplazadas por otros  métodos  como las encuestas,4  en la que se consulta a los ciudadanos sobre el nivel de conocimiento,  posicionamiento, fama pública, intensión5  y rentabilidad electoral de quienes aspiran a ser postulados como candidatos a  un determinado puesto de elección popular.6  Tal es el caso, por ejemplo, de las elecciones para gobernador del estado de  Nayarit en el 2011, donde las encuestas de opinión jugaron un papel  determinante para elegir a los abanderados tanto por la coalición “Nayarit Paz  y Trabajo” como por la coalición “Nayarit Nos Une,” integrada, la primera por  el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática  (PRD) y la segunda por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el  Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Nueva Alianza (PANAL). De esta forma, hoy día más que las elecciones internas o  primarias, lo que predomina es la aplicación de sondeos sobre las preferencias  electorales e intensión del voto como métodos indicativos o determinantes para  definir a los candidatos, lo cual representa un cambio importante en la forma  como los partidos postulan a sus candidatos a un puesto de elección popular. En este escrito, se analizan las ventajas y desventajas de  esta práctica moderna en la política partidista, a la luz de la teoría sobre la  democracia participativa. Se considera que estos instrumentos ayudan a los  partidos a tomar sus decisiones sobre el carácter y perfil de sus candidatos,  pero que por los sesgos y limitaciones propias de una investigación in extenso, sólo de carácter  cuantitativa, sus resultados deben ser exclusivamente indicativos para los  dirigentes partidistas.   2. Las encuestas como  método de investigación   La encuesta es un instrumento de investigación que forma  parte de los métodos cuantitativos utilizados para diagnosticar algún fenómeno,  conocer la opinión de los ciudadanos o la percepción que se tiene sobre alguna  cosa, hecho o acción, representando una especie de “fotografía” válida en un  momento y espacio determinado.        Se puede  conceptualizar a la encuesta como una investigación, realizada sobre una  muestra de sujetos representativa de un colectivo más amplio, que se lleva a  cabo en el contexto de la vida cotidiana, utilizando procedimientos  estandarizados de interrogación, con el objetivo de obtener mediciones  cuantitativas y una gran variedad de características objetivas y subjetivas de  la población. También se puede decir que la encuesta es un método de la investigación de mercados que consiste en obtener  información de las personas encuestadas, mediante el uso de cuestionarios  diseñados en forma previa y que tienen como objetivo diagnosticar la situación  que prevalece en ese mercado para, con base en la información proporcionada,  tomar decisiones mucho más inteligentes. Lo más  importante de observar en una encuesta es su nivel de representatividad o  representación y su validez científica. Al respecto, desde la  perspectiva de su nivel de representación se pueden resumir en dos tipos de  encuestas electorales: las probabilísticas y las no probabilísticas (entre las  que se encuentran las muestras de cuotas).
 De acuerdo  a Pérez López (2005), un muestreo probabilístico  es “cuando pueda establecerse la probabilidad de obtener cada una de las  muestras que sea posible seleccionar.” Sin embargo, esta conceptualización es  correcta, pero no precisa, ya que existe en el ámbito académico la falsa  creencia de que un muestreo es probabilístico si todos los elementos tienen la  “misma” probabilidad de ser seleccionados como parte de la muestra. Por  ejemplo  Hernández Sampieri et al (2006) apuntan que en un muestreo  probabilístico “todos los elementos tienen la misma posibilidad de ser  escogidos.” Al respecto, la mejor definición de un muestreo probabilístico lo  da Kish (1982) quién señala que “en el muestreo probabilístico, cada elemento  de la población tiene una probabilidad conocida y no nula de ser seleccionado”,  lo que implica que no necesariamente deben tener la misma probabilidad, pero si  conocida.
 Los muestreos  probabilísticos no aceptan el reemplazo en ninguna de sus etapas y se debe  buscar, a toda costa, a la persona seleccionada. Por ejemplo, al ser elegida una  vivienda y si en ésta viven tres personas y al ser sorteadas se elige a la  tercera persona, pero esa persona elegida no está, será necesario regresar a  esa vivienda para encuestarla sin reemplazarla; de ahí que el marco muestral de  estudios electorales probabilísticos sea económicamente costoso.
 Hernández  Sampierí et al (2006) definen la  muestra no probabilística como subgrupo  de la población en la que la elección de los elementos no depende de la  probabilidad, sino de las características de la investigación.
 Es decir, de  acuerdo con esta conceptualización un muestreo de encuestas electorales sobre  una base no probabilística no necesariamente es malo o disfuncional, ya que  existen diferentes métodos exitosos, como el usado por muchos años por el  Centro de Estudios de Opinión de la Universidad de Guadalajara (CEO). En su  época, el CEO aplicaba generalmente las encuestas con muestreo por cuotas con  levantamiento en la vía pública. En este mismo sentido, por ejemplo, las  encuestas telefónicas en Inglaterra en la elección presidencial de 1997 fueron  telefónicas y tuvieron un gran acierto. Por consiguiente, este tipo de estudios  sobre una base no probabilística son recomendables y, en muchos casos, pueden  ser mucho más certeros y confiables, además de más económicos.7
 Cochran (1977)  menciona que el muestreo de cuotas es un método para sondeos de opinión. Agrega  que los nh requeridos de  cada estrato se calculan por adelantado, de modo que la estratificación sea  proporcional. Al respecto, se debe considerar que no necesariamente la  estratificación debe ser proporcional, pues para eso existen los factores de  expansión o post estratificación.8   Sobre esto, es conocido que el  enumerador de un programa computacional tiene instrucciones de seguir  muestreando hasta obtener la cuota necesaria en cada estrato. Si el enumerador  elige cuotas al azar, el método sería probabilístico. En general, el muestreo  por cuota puede describirse como un muestreo aleatorio estratificado con una  selección más o menos aleatoria.
 El muestreo por cuotas fue desarrollado por Cherington, Roper, Gallup  y Crossley. Sus estudios de opinión fueron difundidos ampliamente después de la  elección presidencial de Estados Unidos de 1936, (Cochran, 1977). Este  muestreo tiene características simples, razón por la cual de inmediato fue  aceptado. De hecho, incluirlo en una encuesta fue la moda, ya que por muchos  casos diferentes casas encuestadoras famosas lo habían utilizado exitosamente.  Otra ventaja de está técnica es que ofrece una disminución de costos.
 En los últimos  años ha sido reemplazado por otras técnicas de muestreo probabilístico que han  representado un importante avance en la materia. El muestreo por cuotas fue  novedoso en la década de los cincuenta en los Estados Unidos  y, en el caso de México, la cultura de las  encuestas y los estudios demoscópicos tomaron una mayor importancia a partir de  la elección federal de julio de 1988. El mayor uso de las encuestas por  muestreo, según  Stephan y McCarthy  (1974)   se debió a los costos bajos con los que operaba, éste es uno de los  aspectos fundamentales  que explica la  necesidad de hacer uso del muestreo por cuotas. Es decir, la razón central es  de carácter económico.
 En el caso de las campañas electorales, las encuestas son  un método de investigación de la opinión o decisión del elector sobre las  preferencias y el posicionamiento de los candidatos a un determinado puesto de  elección popular, mismas que puede incluir la medición de la opinión pública  sobre temas, acciones, actores, instituciones y posicionamientos diversos.
 En los últimos años, las encuestas de  opinión han jugado un papel protagónico durante las campañas electorales, no  sólo para determinar tendencias sobre las preferencias políticas, sino también  como instrumentos indicativos o determinantes para definir candidatos a los  diferentes puestos de elección popular.   Tal ha sido la experiencia en varios países de América latina  como Chile y México,9  donde las encuestas han jugado un papel importante en la política electoral y  han desplazado, de cierta manera, los procedimientos internos tradicionales de  nominación de sus candidatos.  De cierta forma, las encuestas con base probabilistica o no, han vuelto inútiles  los mecanismos y reglas de selección de candidatos y personal político,  operando como verdaderas elecciones primarias que permiten que los actores  mejor posicionados en ella obtengan cuotas de poder o nominaciones al interior  de los partidos y coaliciones (Garrigou, 2007).Las encuestas son  “fotografías” del momento, que no ofrecen pronósticos, sino diagnósticos de una  situación política específica. Son instrumentos que sirven para medir el ánimo  o temperamento social en un tiempo y espacio determinado. De hecho, en muchos paises las encuestas delinean el  cronograma de competencia, selección y proclamación de abanderados y  candidaturas presidenciales.
 Estos métodos  cuantitativos aplicados a la vida electoral, presentan una serie de ventajas y  desventajas, mismos que se describen y analizan en el siguiente apartado.
 3. Ventajas y  desventajas de las encuesta   Ventajas.   Las encuestas sobre preferencias electorales permiten obtener  información relevante y oportuna sobre la situación que prevalece en una  determinada circunscripción electoral. A través de estos instrumentos, también  es posible conocer el estado que guarda la opinión pública y pueden ayudar a  medir el nivel de visibilidad social, grado de aceptación y popularidad de los  candidatos o precandidatos a un puesto de elección popular. La fama pública de  algún precandidato, su imagen y nivel de competitividad política también puede  ser diagnosticado a través de estos procedimientos. Por ser instrumentos demoscópicos, las encuestas resultan  también mucho más económicas y fáciles y rápidas de levantar en comparación con  una consulta ciudadana directa o una elección primaria, amen del desgaste, la  distorsión10  y los conflictos organizativos y políticos que estos últimos procedimientos  pueden generar. Es decir, el costo económico y político es relativamente bajo  para los partidos u organizaciones que los realizan o encargan levantar este  tipo de estudios. En este caso, en lugar de organizar una elección interna, se  le pregunta a una parte representativa de la circunscripción electoral por quién  votaría o quien consideraría que sería el mejor candidato de un determinado  partido político a un puesto de elección popular.  Finalmente, las encuestas como instrumentos indicativos que  sondean la opinión de los electores resultan especialmente útiles para conocer  su estado de ánimo, las preferencias electorales y la intención del voto de los  ciudadanos, siempre y cuando se realicen sin sesgos, por una encuestadora  prestigiada y seria, así como con base en una buena metodología científica. Desventajas  Estos instrumentos de investigación,  también, presentan una serie de desventajas que pueden distorsionar y afectar  no sólo los procesos de democratización interna de los partidos, sino que  pueden distorsionar la verdadera decisión del electorado y, en consecuencia,  afectar el nivel de competitividad política de las instituciones partidistas al  postular al candidato “equivocado”.  En primer lugar, las encuestas son estudios  indicativos de preferencias, las cuales suelen ser muy volátiles, lo que puede  resultar contraproducente para un partido, amen de las distorsiones y sesgos  metodológicos que se puedan introducir de manera voluntaria o involuntaria.  Como dice Trejo Delabre “como cualquier otro espacio o instrumento ligado a la  lucha política, las encuestas son influenciables, e incluso, pueden ser  manipulables. No hay metodología capaz de asegurar un cien porciento de  objetividad. 11  Al respecto, Sartori (1998) señala que la mayoría de las opiniones que  muestran las encuestas son volátiles y sólo reflejarían, en buena medida, los  temas u opiniones prominentes en los medios.12  En segundo lugar, las encuestas proporcionan visibilidad a los  liderazgos políticos y sirven como instrumentos de posicionamiento para los  candidatos, pero al mismo tiempo, desplazan cada vez más a otras instancias de  resolución partidaria o participación interna, como mecanismo para la formación  de los liderazgos políticos.
 Es  decir, las encuestas restringen la autoridad de los propios dirigentes de los  partidos políticos, quienes pasan simplemente a administrar reglas y tiempos.  Desplazan también la decisión de los militantes y dirigentes del partido hacia  la opinión pública, bajo el riesgo de no representar necesariamente la  filosofía y los principios del partido.
 En tercer lugar, el rol que juegan las encuestas sobre las preferencias  electorales y la intensión del voto como mecanismo para la selección y  proclamación de abanderados y candidatos es algo definitivamente inédito,  contribuyendo a dotar de un nuevo esquema el proceso de formación del liderazgo  político. Esto puede introducir una potencial distorsión para la representación  democrática,13  ya que pueden lesionar seriamente el rol de las instancias de representación  partidaria y democracia interna (Dockendorff, 2010).14
 En cuarto lugar,  aunque para muchos son herramientas que permitirían tener la "certeza"  sobre qué piensa la sociedad antes de las elecciones, las encuestas electorales  no son el pensamiento político de la sociedad. Son aproximaciones, bocetos,  mapas en busca de un territorio. Pero las encuestas electorales no pueden  construir ese territorio porque sólo es posible hacerlo a través del  indiscutible dictado de las urnas. Y el ejercicio democrático de la elección no  puede ser reemplazado aún cuando se crea fehacientemente que todos las personas  están de acuerdo en votar a un candidato.15
 En quinto lugar, las encuestas pueden captar  comportamientos verbales aparentes e inmediatos, estados de ánimo y opiniones  propias de un momento determinado, pero no disposiciones profundas de la  reflexión política o decisiones políticas finales.16  Por su parte, a través de las primarias o de la consulta  ciudadana directa el votante elige y ayuda a conformar las opciones que se le  presentarán en los comicios constitucionales, lo cual puede resultar no sólo  más democrático, sino también, mucho más atractivo, interesante y motivador  para el elector.
 En sexto lugar, las encuestas pueden contener sesgos  que distorsionan la verdadera opinión o voluntad de los electores. En el caso  de una encuesta para definir a los candidatos a un puesto de elección popular  no es lo mismo preguntarle a los ciudadanos sí hoy día fueran las elecciones  ¿por quién votaría?, que preguntarle ¿quién   de los precandidatos es el más competente o capaz de derrotar al  candidato de la oposición? ¿Quién es menos vulnerable a los ataques de los  adversarios? ¿Quién representa mejor la plataforma programática y los principios  partidistas de la coalición electoral o partido postulante? ¿Quién asegura  generar un buen gobierno? Es decir, lo importante para una organización  partidista debe ser el conocer quién de los precandidatos asegura una mayor  rentabilidad electoral, es menos vulnerable a los ataques de los adversarios y,  sobre todo, asegura, en el caso de ganar, impulsar o generar un buen gobierno.
 En séptimo lugar, la encuesta toma el cien por ciento  de las opiniones que se vierten por parte de los ciudadanos entrevistados que  previamente fueron seleccionados como parte de la muestra, cuando en la  realidad sólo vota un poco más del cincuenta por ciento de los ciudadanos  inscritos en el padrón electoral o lista nominal de electores. Esto es, para  evitar una distorsión en la lectura de las encuestas, se sugiere tomar en  cuenta sólo a los ciudadanos que usualmente votan o manifiestan que están muy  seguros de asistir a votar.
 Finalmente,  las encuestas suelen medir intensiones del voto y popularidad; sin embargo, las  elecciones se ganan con votos no sólo con intensiones ni popularidad, lo que  puede generar distorsiones y decisiones políticas equivocadas al momento de  postular a los candidatos. La popularidad de un candidato no necesariamente se  convierte en votos. Además, la popularidad puede ser moldeada artificialmente  por los medios de comunicación, lo que haría depender al partido de los  intereses de las empresas mediáticas.
 De  hecho, las encuestas como métodos alternos para definir candidaturas  representan en sí un exceso de pragmatismo importando solamente la rentabilidad  electoral de los candidatos, dejando de lado, aspectos tan importantes como su  experiencia y su identidad con los principios, la ideologías y el proyecto de  nación que postulan las instituciones partidistas.
 3. A manera de conclusión
 Existe  una tendencia en América latina de reemplazar las elecciones internas o  primarias por la realización de encuestas sobre preferencias electorales e  intensión del voto. Esto se ha presentado en varios países de la región, como  México y Chile, tanto en elecciones presidenciales como en comicios locales.
 Las  encuestas presentan una serie de ventajas y desventajas tanto desde la  perspectiva estratégica, como desde el punto de vista de la teoría de la  democracia. Las ventajas principales de una encuesta tienen que ver con el  reducido costo  económico y político que  representa este tipo de metodologías para los partidos. Las principales  desventajas son el debilitamiento del proceso de democratización interna de los  partidos políticos, el desplazamiento de los militantes y dirigentes  partidistas sobre las decisiones para definir sus abanderados a un puesto de  elección popular y, sobre todo, las posibilidades de sesgo y manipulación de  estos instrumentos de investigación.
 Históricamente,  las encuestas sobre preferencias electorales e intensión del voto  han errado, en muchos casos, en sus  predicciones y pronósticos, tanto en elecciones locales, nacionales e  internacionales. Esto ha pasado, incluso, en encuestas de salida a boca de  urna. Para evitar errores mayores, como instrumentos útiles sea a nivel  indicativo o definitivo para determinar candidatos a un puesto de elección  popular, se debe ser muy riguroso en su trazo metodológico, asegurar una alta  confiabilidad e imparcialidad de la empresa o entidad encuestadora, evitar los  sesgos, la inducción y en consecuencia, la parcialidad, asegurando que sea lo  más representativa del universo a estudiar.
 Lo  recomendable es que las encuestas sean instrumentos sólo de carácter indicativo  para definir a sus candidatos y que los partidos puedan utilizar otros métodos  y variables complementarias que posibiliten postular candidatos mucho más  competitivos que garanticen no sólo ganar las elecciones, sino también realizar  un buen ejercicio de gobierno. Lo ideal no sólo es contar con una buena “fotografía,”  sino también con “radiografías” (investigaciones cualitativas) que posibiliten  el poder tomar mejores decisiones políticas.
 Acerca de  los autores. 1 Andrés  Valdez Zepeda es Doctor en estudios latinoamericanos con especialidad en  ciencia política por la University of New México (USA). Labora como  investigador en la Universidad de Guadalajara y es miembro del Sistema Nacional  de Investigadores en México desde 1998. Autor de los libros: Campañas  Electorales Lúdicas: Ganar el poder en la era del entetenimiento y Campañas de  contraste en sistemas democráticos. azepeda@cucea.udg.mx 2  Arturo Aguilar Aldrete es  Master en educación con diplomado en derecho electoral. Ha sido consejero  electoral distrital a nivel local (IEPC) y federal (IFE) en el distrito 15 de  Jalisco. Actualmente, estudia su Doctorado en la Universidad de Guadalajara.  3 Candido Cardenas Flores es  professor investigador del CUCEA de la Universidad de Guadalajara, experto en  temas de derecho. Bibliografía Cochran, W. G. (1977). Sampling  Techiniques (3rd ed.). U.S.A.: John Wiley & Sons, Inc.
 Dockendorff, A. (2010). El rol  de las encuestas en las elecciones de 2005, selección de candidatos  presidenciales en Chile. Universidad de Chile. Garrigou, A. (2007). La embriaguez de las  encuestas. Lom – Chile. Sampieri, H. R. & Fernández C. C. & Baptista,  P. L. (2006). Metodología de la Investigación (4a ed.). México:  McGraw-Hill Interamericana Kish, L. (1982). Muestreo de encuestas. México:  Trillas, S.A Lohr, S. L. (2000). Muestreo: Diseño y análisis. México: International Thomson Editores, S.A. de C.V Pérez López, C. (2005). Muestreo Estadístico. España: Pearson Educación, S.A Sartori, G. (1998). Homo videns, la sociedad teledirigida. Madrid, Santillana, S.A.  Taurus Stephan, F. F., & Mc  Carthy, P. J. (1974). Sampling Opinions and Analisys of Survey Procedure. Westport,  Connecticut, USA.: Greenwood Press Publisher.Delabre, T. R.  (1995).  Las Peores Opiniones. Opinión Pública, Encuestas, Elecciones y Medios  en México, 1994. En  Ai Camp Roderic,  Encuestas y Democracia. Opinión Pública y Apertura Política en México, México.  Ed. Siglo XXI editores. 
                  
                    4  Las encuestas no son  un método oficializado o legal para elegir candidatos a un puesto de elección  popular en México,  sino un procedimiento  que han usado últimamente los partidos políticos para determinar el nivel de  competitividad de sus aspirantes, mismo que requiere que los precandidatos  participantes acuerden aceptar el método, la empresa encuestadora, la pregunta  y, sobre todo, el resultado. 
                    5  De acuerdo a Gaby Vargas (El Poder de la Identidad) una intensión es un compromiso hecho por los  ciudadanos en conciencia, lo cual impacta de manera inconsciente todo lo que  hacemos. 
                    6  De acuerdo con Roy Campos de Consulta Mitofsky, la primer encuesta realizada como método  indicativo para determinar una candidatura fue en 1988 cuando Heberto Castillo  mandó realizar una encuesta sobre preferencias electorales, misma que lo orillo  a dejar la precandidatura sumándose a favor de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano  candidato del Frente Democrático Nacional a la presidencia de la república. A  nivel estatal, la primer encuesta indicativa para definir candidatos se realizó  en el estado de Hidalgo en 1996, siendo gobernador José Murillo Karam, cuando  el PRI utilizó este método para determinar las candidaturas, evitando los  conflictos internos y las rupturas. En 1998, el PRI también utilizó el método  de encuesta como forma complementaria a la elección interna que se realizó en  el estado de Chihuahua,  cuando Patricio  Martínez fue electo como su abanderado para la gubernatura del estado.  En este caso el CEO de la Universidad de  Guadalajara y Consulta Mitosfky realizaron dos levantamientos que validaran el  resultado del proceso interno (Alberto Godínez, IMO). 
                    7  Los precandidatos a la gubernatura del estado de Nayarit, Raúl  Mejía y Gerardo Montenegro, renunciaron el 28 de marzo del 2011 a sus  aspiraciones por la candidatura. El primero señaló que “ante la imposición de  las encuestas por parte del PRI como método de elección, decidió retirarse del  proceso. He tomado la decision de no registrame a la contienda de mi partido al  Gobierno del estado, está determinación se debe a que no se puede ser parte de  una contienda donde el resultado ya está definido. El partido decidió excluir a  la militancia de poder seleccionar al candidato mediante una consulta interna  en donde los aspirantes contaran con igualdad de condiciones, se garantizara la  transparencia en los resultados y donde fuera la sociedad quien legitimara al  aspirante”  (Eric Sepúlveda, “Despejan  Camino a Sandoval,” en periódico Mural, Guadalajara, Jalisco, seccción  nacional, 29 de marzo del 2011, p. 8.). 
                    8  Una  encuesta por ser telefónica, por internet o por correo, no necesariamente el  muestreo no es probabilístico. Recuérdese que la definición de probabilístico  en ningún momento habla del medio por el que la persona fue entrevistada. Por  lo tanto, lo importante es la forma de selección, más no el medio por el que  fue encuestado. En el caso de las encuestas telefónicas electorales para la  república mexicana, por ejemplo, no puede ser probabilístico porque no cubre la  totalidad de la población. Sin embargo, en muchas ocasiones las casas  encuestadoras se ven en la necesidad de realizarlas y una buena opción para  generar una aproximación aceptable de los resultados es aplicar correctamente  los factores de expansión correspondientes correlacionados con la pregunta  principal que generalmente es la intención del voto. 
                    9  Para  mayor información ver (Lohr, 2000, págs. 112-113). 
                    10  En este país,  durante las reuniones de Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox ambos precandidatos  a la presidencia de la república en 1999, para definir la posibilidad de una  alianza que enfrentara al entonces todopoderoso PRI y su candidato, Francisco  Labastida, Fox propuso la realización de una encuesta para determinar quién  debería ser el candidato que asegurara ganarle al abanderado del PRI. Por su  parte, Cárdenas proponía la realización de una consulta abierta a la ciudadanía.  Al final, ni la encuesta ni la alianza entre estos dos personajes se concretó.  En el 2006, Arturo Montiel, ex gobernador del estado de México, fue electo  mediante encuesta como precandidato del grupo conocido como TUCOM (Todos Unidos  Contra Madrazo), para tratar de enfrentar a Roberto Madrazo en la contienda  interna para la nominación del candidato presidencial. Al final, Montiel  declinó a favor de Madrazo, quien perdió la elección presidencial, quedando en  un lejano tercer lugar.  
                    11  Esta distorsión se puede dar ante la  intromisión de los adversarios politicos para incidir en el resultado de una  encuesta y así obtener una ventaja electoral. Tal ha sido el caso de la  encuesta para determinar si se aceptaba la alianza entre el PRD y el PAN para  competir unidos en contra del candidato del PRI a la gubernatura del Estado de  México. En  este caso, los lideres del PAN y el PRD denunciaron que el gobernador en turno,  Enrique Peña Nieto, impulsaba una campaña para entorpecer la consulta sobre las  alianzas programada para el 27 de marzo del 2011 y en la que se señalaba que en  todas las regiones del estado promuevan entre los militantes del PRI el voto en  contra de la coalición opositora, ofreciendo incluso dineros a lideres panistas  y perredistas de los municipios para que no participen en la consulta (Claudio  Barrera, Acusa Oposición a Peña de Ensuciar la Consulta, en periódico Mural,  Guadalajara, Jalisco, 15 de marzo del 2011, sección Nacional, p. 9). 
                    12  Trejo Delabre, Raúl (1995).  Las Peores Opiniones. Opinión Pública,  Encuestas, Elecciones y Medios en México, 1994, en  Ai Camp Roderic, Encuestas y Democracia.  Opinión Pública y Apertura Política en México, México. Ed. Siglo XXI  editores.   
                    13  Sartori señala en su libro el “Homo Videns. La  sociedad teledirigida” que "también en Italia,  Berlusconi vive de sondeos y su política se basa en ellos. Porque la  sondeo-dependencia es la auscultación de una falsedad que nos hace caer en una  trampa y nos engaña al mismo tiempo". 
                    14  Sin embargo, la  socióloga Liliana de Riz ubica al papel de las encuestas en su lugar y sostiene  que no reemplazan a las urnas, ni son capaces de debilitar la democracia. Al  respecto, señala:«las    encuestas electorales y políticas nunca han  pretendido reemplazar a las elecciones. es imposible. sería, objetivamente, un absurdo. simplemente  registran las tendencias de opinión en un momento dado y proporcionan riquísima  información para estudiar mentalidades y actitudes más o menos homogéneas de la  sociedad investigada.»
 
                    15  Por su parte, las  elecciones internas o la consulta ciudadana directa ayuda a que los ciudadanos  expresen de manera pura los intereses individuales;  permitir la manifestación directa de la opinión pública en los procesos  políticos; incrementar la sensibilidad de los dirigentes partidistas a los  movimientos o cambios de opinión; reducen los efectos de distorsión creados por  intereses políticos  y pueden ayudar a  incrementar la participación ciudadana.  
                    17  Encuestas y democracia por Francisco Javier Cuadra (abogado, presidente de  F.J. Cuadra y Asociados, consultora de análisis de asuntos públicos y  políticos). |